Esta probablemente sea la inteligencia más alta, superior a lo que reflejan los examenes de IQ: una inteligencia holística y emocional, capaz de percibir la realidad y fluir
El escritor F. Scott Fitzgerald, uno de
los más grandes novelistas del siglo XX en lengua inglesa, dijo
famosamente que: "la prueba de una inteligencia de primer orden es la
habilidad de sostener ideas opuestas en la mente al mismo tiempo y aun
así mantener la habilidad de funcionar". En otras palabras, ser capaces
de residir en la paradoja, en la ambivalencia, en la ambiguedad. Ir más
allá de la lógica aristotélica de que algo es una cosa y por lo tanto no
puede ser otra, es esto y por lo tanto no puede ser otra.
Una mente que está libre de la polarización, del maniqueísmo, del
fundamentalismo, de ver el mundo como blanco y negro o bueno y malo sin
toda la riqueza de tonos intermedios. Esta capacidad, por otro lado,
tiene que ver con la percepción o el entendimiento de la realidad, la
cual es más compleja y ambivalente y no tiene un único significado, sino
que es una construcción interdependiente. Esto fue bien descrito por
Robert Anton Wilson:
Todos los fenómenos
son reales en algún sentido, irreales en algún sentido, sin sentido y
reales en algún sentido, sin sentido e irreales en algún sentido y sin
sentido reales e irreales en algún sentido…
O como dijera Nagarjuna, el padre de la
teoría de que las cosas no tienen existencia independiente en el budismo
o que están vacías, concepto central del budismo mahayana:
En la verdadera naturaleza no hay ni permanencia ni impermanencia.
Ni ser ni no-ser, ni limpio ni no-limpio.
Ni felicidad ni sufrimiento.
Así los cuatro puntos de vista equivocados no existen.
Ni ser ni no-ser, ni limpio ni no-limpio.
Ni felicidad ni sufrimiento.
Así los cuatro puntos de vista equivocados no existen.
O el sublime sendero de la más alta inteligencia del tao, que es un camino y sin embargo es un camino que no puede caminarse:
El camino que puede ser recorrido no es el eterno camino.
El nombre que puede ser nombrado no es el eterno nombre.
El nombre que puede ser nombrado no es el eterno nombre.
Llegamos a un sitio más allá de la
lógica y de la dualidad. Y es que de hecho la realidad no tiene una
definición única, ni las cosas existen por sí solas, y por lo tanto
tienen múltiples valores y posibilidades. La física cuántica ha
demostrado que la luz es onda y partícula (existe en superposición); las
cosas existen y no existen a la vez. Ser y no ser, esa es la
cuestión. Esto es muy difícil de entender y de contemplar (incluso de
jugar con), ya que la mente busca seguridad, busca identificarse con
algo (lo cual le da seguridad), busca definir las cosas para defenderse
de la incertidumbre, pero, a la vez, entenderlo, o al menos darle el
beneficio de la duda es altamente liberador, puesto que así no limitamos
nuestro potencial y las posibilidades de la existencia. Así podemos
acercarnos al misterio y desencadenar la creatividad. Sí, la ambigüedad
nos puede producir una sensación de vértigo y de vacío, pero por otro
lado es la verdadera sal de la existencia. Como dijo el filósofo budista
Nagarjuna: "ya que todo está vacío, todo puede ser". Todo puede
suceder, el mundo está abierto, fresco, vibrante; las cosas no están
dadas, sino que tenemos que descubrirlas por nosotros mismos y
aventurarnos a lo desconocido. Y de hecho es más interesante y
estimulante que así lo sea, hay mucha más energía en existir de esta
manera tan abierta e indefinida. Quien no se angustia por esto accede a
la energía del caos, a la energía primordial que aún no toma forma.
Esto no sólo tiene una aplicación filosófica; también, en un sentido psicológico de utilidad mundana, poder sostener visiones contrastantes sin identificarse con una única visión es algo muy valioso. Por una parte, evita el fundamentalismo y nos permite el diálogo y la apertura a otras ideas. Una forma simplificada de los beneficios de esto puede atisbarse en el famoso experimento de los malvaviscos de la Universidad de Stanford en los años 70. Niños de 3 años fueron presentados con un malvavisco y una proposición. El investigador les presentaba la posibilidad de no comerse el malvavisco y en 15 minutos les daría dos o más, pero tenían que aguantar. Si el niño se comía el malvavisco, ya no habría más. Lo notable de esto es que, cuando los investigadores siguieron al grupo del experimento años después, notaron que aquellos que habían podido esperar en la habitación sin comerse el malvavisco mostraron tener mejores resultados en pruebas psicométricas, niveles de satisfacción, salud y demás.
Esto no sólo tiene una aplicación filosófica; también, en un sentido psicológico de utilidad mundana, poder sostener visiones contrastantes sin identificarse con una única visión es algo muy valioso. Por una parte, evita el fundamentalismo y nos permite el diálogo y la apertura a otras ideas. Una forma simplificada de los beneficios de esto puede atisbarse en el famoso experimento de los malvaviscos de la Universidad de Stanford en los años 70. Niños de 3 años fueron presentados con un malvavisco y una proposición. El investigador les presentaba la posibilidad de no comerse el malvavisco y en 15 minutos les daría dos o más, pero tenían que aguantar. Si el niño se comía el malvavisco, ya no habría más. Lo notable de esto es que, cuando los investigadores siguieron al grupo del experimento años después, notaron que aquellos que habían podido esperar en la habitación sin comerse el malvavisco mostraron tener mejores resultados en pruebas psicométricas, niveles de satisfacción, salud y demás.
Para un niño, este experimento básico
representa sostener en la mente dos ideas en conflicto y una sensación
de ambigüedad: el pensamiento "Quiero comerme el malvavisco" y "Si no me
como el malvavisco, luego tendré más". Hay una cierta resiliencia, a la
vez que una capacidad de ver más allá de lo inmediato. Contempla,, por
ejemplo estas dos ideas: "Puedo morir en cualquier momento. La muerte es
inevitable" y "La vida es maravillosa. Amo la vida". Aparentemente
estas ideas se oponen, pero sostenerlas al mismo tiempo puede ser lo más
provechoso.
En el adulto, generalmente este tipo de
ocasiones se presentan en momentos en los que no tenemos certidumbre de
lo que va suceder y en los cuales hay posibilidades que entran en
conflicto sobre un desenlace. En estos momentos podemos ser presa de
angustia, parálisis o falta de motivación y colapsar y bajar nuestra
eficiencia, o podemos mantener la calma, seguir haciendo lo que nos
compete o considerar un camino medio entre los posibles desenlaces. El
signo de inteligencia --que es el poder estar a gusto con la ambigüedad y
la ambivalencia-- es justamente no caer en los extremos, no apresurarse
a definir y etiquetar, tener paciencia y contemplar las cosas sin
proyectarles el deseo --que viene del miedo y la ansiedad-- de cierre,
de que se revelen como algo definido y concluyente. Esta inteligencia
es, a fin de cuentas, la capacidad de jugar con la naturaleza vacía de
los fenómenos, esto es, con su potencial sin límites.
Visto en: PijamaSurf
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