En mi opinión, las personas vivimos habitualmente en estados de tensión -incluso cuando aparentemente estamos tranquilos exteriormente -, distraídos de la vida –y esto es muy grave-, en un mundo en el que parece que una vorágine nos arrastra a su caos –y nos dejamos arrastrar muy mansamente-, y donde parece que sólo tenemos buenos momentos en contadas ocasiones.
A menudo los buenos momentos de la vida son unos hechos aislados, sólo puntuales, que nos provocan el pensamiento de que deberíamos vivirlos más a menudo. “Esta es la parte buena de la vida”, pensamos sin palabras. Algo dentro de nosotros se da cuenta de que “deberíamos repetirlos más a menudo”, pero enseguida volvemos a las ocupaciones, los compromisos, las obligaciones, las responsabilidades… y nos relegamos para otro momento. “Algún día voy a tener que cambiar esta forma de vida que llevo, porque nunca encuentro un momento para mí”.
“Y nos relegamos para otro momento”… ¡qué tragedia!
¡Esto es dramático!
Nosotros, que somos el eje y el motivo principal de nuestra vida… nos relegamos dando preponderancia y prioridad absoluta a lo otro… Esto hay que revisarlo.
Ya lo sé, hay que atender a los hijos o las responsabilidades familiares y eso es inevitable, hay que dedicar unas horas al trabajo para poder obtener la economía necesaria para asumir los gastos ineludibles, hay que dormir, hay que ducharse, comer… todo lo anterior encaja en la denominación de obligaciones y responsabilidades, pero…
¿Cuándo empieza uno a ocuparse de SÍ MISMO? Y no me refiero a sus cosas externas de la vida cotidiana. He escrito SÍ MISMO con mayúsculas para diferenciar, para que quede claro que estoy hablando de otra cosa que no es este cuerpo que deambula distraído y apesadumbrado. No me refiero al personaje atribulado y olvidadizo que sólo se acuerda de la persona en contadas ocasiones.
Me refiero al Ser Humano, a quien es persona y es divino, al que ha venido a este mundo con la misión de vivir su vida y desarrollar sus capacidades esenciales; me refiero al que está dotado de la facultad de disfrutar y disfrutarse, a quien tiene la tarea ineludible de conocerse, de existir con plenitud, de vivirse.
Y para hacer todo esto se requiere tiempo y tranquilidad de ánimo.
Sugiero la creación de un Paraíso Personal, un “lugar” en la mente o en el corazón al que poder retirarse dejando fuera lo cotidiano y su ruido; propongo la instauración de un Universo exclusivo para uno mismo, o de un refugio lleno de paz al que uno se pueda retirar con la sensación tranquilizadora de que nadie va a poder penetrar en él, sólo uno mismo.
¿Por qué no te creas un Paraíso?
Un lugar al que acceder por lo menos un minuto al día. Ya ves que puede ser interesante incluso con poco tiempo, aunque siempre es preferible dedicarle más.
Y no se trata de un lugar en el que evadirse de las tareas que estar en el mundo nos requiere, sino un lugar de auto-encuentro en el que contactar con ese SÍ MISMO que somos. Un lugar en el que poder decir “Soy yo, y estoy aquí y ahora” y escuchar el eco de la frase retumbando en el interior, inextinguiblemente, hasta que el contacto con esa realidad se manifieste a través de una sonrisa leve del alma, o en una paz que nos acoja con los brazos abiertos de la aceptación incondicional.
Un lugar en el que reconciliarnos con la esencia que somos, en el que armonizarnos con los más nobles sentimientos de Amor Propio, con la persona que mantenemos sepultada por el personaje.
Un lugar en el que tomar consciencia de quiénes somos, de cómo deberíamos manifestarnos, de qué podemos hacer para procurarnos cosas satisfactorias, de cómo podemos relacionarnos mejor y más íntimamente con nosotros mismos.
Y es fácil de crear, porque nuestro interior mental o emocional es inmenso y hay sitio de sobra.
Un sitio diseñado por cada uno a su gusto, en una playa de sol interminable, en una cabaña en la montaña donde se puede regular la climatología al gusto, en un sillón junto a una chimenea encendida, o en el vacío amniótico en el que uno pierde todo contacto con lo externo y queda a merced de sí mismo, en contacto consigo mismo, a solas y feliz.
¿Te vas a crear un Paraíso Personal?
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
buscandome.es
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