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domingo, 13 de mayo de 2018

Interocepción: El arte de habitar nuestro cuerpo


Algunos lo han catalogado como nuestro “sexto sentido”, y no andan desacertados. Es tan importante poder escuchar y sentir lo que ocurre a nuestro alrededor como lo que pasa en nuestro interior. Escuchar y atender las señales que nos envía el cuerpo no solo nos ayuda a vivir mejor sino que también nos da la voz de alarma cuando algo va mal. 

¿Qué es la interocepción?


Interocepción significa, literalmente, "percepción interna" del cuerpo. Es la capacidad para conectarnos con las diferentes sensaciones internas, para “escuchar” nuestro cuerpo. En práctica, implica ser conscientes de las sensaciones que se generan en los músculos, la piel, los órganos y los huesos y darles un sentido. Se trata de una capacidad muy importante para nuestro bienestar, tanto físico como psicológico.

Interocepción: Cuidarnos mejor y ser más empáticos


Los médicos coinciden en que las personas que han desarrollado un buen nivel de interocepción suelen ser más saludables ya que se cuidan mucho más. Para detener a tiempo un infarto cardíaco, por ejemplo, es fundamental reconocer los pródromos (las sensaciones que anteceden al cuadro agudo), de manera que este se pueda detener a tiempo. Si una persona no tiene una buena interocepción, no podrá captar ni comprender esas sensaciones, por lo que su vida correrá más peligro. Por tanto, sentir las señales que vienen de nuestro cuerpo y aprender a darles un sentido puede ayudarnos a atajar diversas enfermedades a tiempo.

Sin embargo, los efectos de la interocepción no se limitan a nuestra salud física. Los neurocientíficos no tienen dudas de que los estados fisiológicos juegan un papel importante en las experiencias afectivas, por lo que cada vez existen más estudios que relacionan este "sexto sentido" con la empatía y el altruismo. 
Así lo comprobaron, investigadores de la Universidad de Keiō, quienes analizaron diferentes parámetros de los estados fisiológicos mientras las personas realizaban tareas de contenido neutro o relacionadas con la empatía. Descubrieron que, en efecto, la retroalimentación aferente de la actividad visceral contribuye a realizar inferencias sobre el estado afectivo de los demás y actuar en consecuencia. En palabras sencillas: la interocepción nos permite ser más empáticos.

Otro estudio realizado en la Universidad de Londres descubrió que las personas que eran más precisas estimando los latidos de su corazón sin tomarse el pulso, una medida que se utiliza como indicador de la interocepción, también eran mejores detectando los estados emocionales de los demás, sobre todo aquellos transmitidos a través de los movimientos corporales.

Investigadores de la Universidad de Estocolmo también comprobaron que las personas que han desarrollado de manera natural su sentido de la interocepción son más altruistas y generosas. Sin embargo, apuntan que mejorar ese “sexto sentido” en el laboratorio no genera cambios en el comportamiento. ¿Qué significa esto? Que algunas personas tienen una habilidad especial para “escuchar su corazón” y conectar con los demás.

El lado oscuro de la interocepción


Hay personas que tienen un "exceso" de interocepción, lo cual las expone a un riesgo mayor de desarrollar trastornos de ansiedad e hipocondría. El problema es que si no sabemos lidiar bien con esas señales internas, corremos el riesgo de percibirlas como alarmantes y reaccionar con miedo y ansiedad. 

De cierta forma, este es el mecanismo que se esconde detrás de los ataques de pánico. Cuando una persona ha tenido manifestaciones somáticas muy desagradables, es probable que luego desarrolle una actitud hípervigilante; es decir, que se centre de manera obsesiva en las señales fisiológicas, lo cual le puede llevar a confundir sensaciones corporales complemente normales con los signos del ataque de pánico. Así, la interocepción se encuentra en la base del “miedo al miedo”.

De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Nápoles desveló que existe una relación entre la conciencia de las sensaciones corporales y los trastornos somatomorfes (como la hipocondría y la somatización). Sin embargo, estos investigadores también apuntan que el problema no se halla en el nivel de interocepción sino en la tendencia de las personas a malinterpretar y amplificar las sensaciones corporales. Es decir, el problema no es la percepción de los estados internos sino el significado que les atribuimos.

Mindfulness: La vía para desarrollar una interocepción sana


La práctica del mindfulness es muy beneficiosa para desarrollar una interocepción saludable. La clave radica en que la meditación mindfulness, así como la meditación vipassana, nos permiten prestar atención a las sensaciones físicas, de manera que desarrollemos nuestra capacidad para reconocer lo que nos está ocurriendo, pero también nos enseña a no reaccionar ante esas sensaciones y aprender a controlar aquellas que nos resultan desagradables o incluso dolorosas. 

Las Neurociencias ya han comprobado la eficacia de esta técnica. Hace poco, un grupo de neurocientíficos de la Universidad de Toronto recurrieron a las imágenes de resonancia magnética funcional para examinar la capacidad de las personas para acceder a las representaciones interoceptivas, comparando a un grupo que había recibido un entrenamiento en meditación mindfulness con otro grupo que nunca había practicado esta técnica.

Apreciaron que, efectivamente, algunas zonas del cerebro de las personas que practicaban la meditación mindfulness, entre ellas la ínsula (vinculada con los estados viscerales emocionales) y la corteza prefrontal dorsomedial (relacionada con la conciencia de “sí mismo”) se reorganizaban para permitir la conjugación de las experiencias sensoriales del medio con las experiencias sensoriales internas. 

Por tanto, el mindfulness no es simplemente una técnica para amplificar y concientizar lo que ocurre en nuestro cuerpo sino que también nos permite “domar” la mente, de manera que no reaccione de manera exagerada ante esas sensaciones. En otras palabras: nos ayuda a conectarnos con nuestro cuerpo desde la ecuanimidad y a integrar las experiencias externas con las internas. 

Psicología/Jennifer Delgado
https://www.rinconpsicologia.com

Fuentes:
Piech, R. M. et. Al. (2017) People with higher interoceptive sensitivity are more altruistic, but improving interoception does not increase altruism. Scientific Reports; 7: 15652.
Christensen, J. F. et. Al. (2017) I can feel my heartbeat: Dancers have increased interoceptive accuracy. Psychophysiology; doi: 10.1111/psyp.13008. 
Longarzo, M. et. Al. (2015) The relationships between interoception and alexithymic trait. The Self-Awareness Questionnaire in healthy subjects. Front Psychol; 6: 1149.
Farb, N. et. Al. (2013) Mindfulness meditation training alters cortical representations of interoceptive attention. Soc Cogn Affect Neurosci; 8(1): 15–26.
Fukushima, H. et. Al. (2011) Association between interoception and empathy: evidence from heartbeat-evoked brain potential. Int J Psychophysiol; 79(2): 259-265.

viernes, 11 de mayo de 2018

Impacto de la ansiedad en el cerebro: el laberinto del agotamiento


El impacto de la ansiedad en el cerebro es enorme. El cortisol, la adrenalina y la norepinefrina nos ponen alerta y a la defensiva. Al poco, nuestra mente será terreno abonado para los pensamientos irracionales, para el miedo que devora y paraliza, para esas emociones que, como un anochecer frío, sin luna ni estrellas, oscurecen por completo nuestra realidad. Lo cierto es que pocos estados psicológicos pueden llegar a ser tan intensos.
Los estudios demográficos nos dicen que muchas personas viven con ansiedad crónica. Incapaces de ver que existe otro modo de sentir y de procesar la realidad, se dejan llevar por este caballo de batalla sin saber cómo reaccionar. Otros, en cambio, experimentan lo que se conoce como ansiedad situacional. Hablar en público, afrontar una entrevista de trabajo o un examen o incluso relacionarse ejemplifican momentos donde se iza esa bandera roja de peligro que tanto nos limita.
    ►El temor agudiza los sentidos. La ansiedad los paraliza.
                                                               Kurt Goldstein

Todos hemos lidiado con la ansiedad alguna vez. Esta respuesta humana tan natural, que en las dosis precisas puede actuar como valiosa impulsora para nuestros propósitos, se nos escapa muy a menudo de las manos. Al poco, es ella quien toma el control de nuestras vidas casi sin darnos cuenta. Y cuando eso ocurre, todo se deforma y desbarata, como en un cuadro de Kandisky.

Impacto de la ansiedad en el cerebro

Para entender mucho mejor el impacto de la ansiedad en el cerebro, debemos saber diferenciar un primer detalle. Debemos saber cómo diferenciarla del estrés. Por ejemplo, este último responde a un proceso de activación fisiológica que surge como resultado de múltiples factores externos. Es decir, siempre hay un elemento que lo desencadena en el momento presente. La presión en el trabajo, un exceso de tareas, problemas familiares, etc… Todo ello surge cuando somos conscientes de que “nos faltan recursos” para hacer frente a todos estos estímulos.
Ahora bien, la ansiedad es algo más complejo. Si bien es cierto que a menudo puede surgir como efecto del propio estrés, cabe decir que en muchas ocasiones experimentamos esta emoción sin saber por qué. Es algo interno, algo que surge una y otra vez y en diferentes momentos temporales. Estamos ante una respuesta fisiológica que nos prepara para escapar o luchar ante una amenaza (real o no). 
Todo ello hace que la ansiedad sea intrínsecamente diferente al estrés y a su vez, mucho más difícil de manejar por el modo en que se orquesta en nuestro cerebro. Veámoslo a continuación.

La amígdala

La amígdala es una pequeña estructura situada en lo más profundo de nuestro cerebro.Es ella quien procesa e interpreta todas las señales sensoriales que llegan de nuestro entorno. Ella también quien alerta al cerebro de que hay una amenaza, un peligro del que defenderse. Es, por así decirlo, como ese sensor instintivo (y a veces hasta irracional) que nos hace reaccionar ante miedos tan comunes como las arañas, la oscuridad, las alturas…

El hipocampo

El hipocampo es la parte del cerebro vinculada a nuestra memoria emocional. Si el impacto de la ansiedad en el cerebro es intenso y sostenido en el tiempo, esta estructura será una de las que más lo sufrirá. Su tamaño se reduce y sufrimos serios efectos asociados a esta alteración. Así, las pérdidas de memoria, los problemas de concentración o incluso el estrés postraumático son frecuentes. Pensemos que este efecto es común en niños que han sufrido maltrato, el peso devastador del miedo permanente, de la angustia, de la sensación continua de peligro…
Por otro lado, hace solo unos meses, se publicó en la revista “Neuron” un descubrimiento tan interesante como esperanzador. Se ha encontrado que las células responsables de la ansiedad están localizadas justo aquí, en el hipocampo. A partir de este hallazgo se esperan desarrollar fármacos más precisos para regular su actividad.

Cortisol, norepinefrina y adrenalina

La inquietud, la sensación de alarma, la tensión en los músculos o la taquicardia son el efecto de la acción de unos neurotransmisores muy concretos. El impacto de la ansiedad en nuestro cerebro se debe a esa conjunción infalible (y temible) del cortisol, la norepinefrina y la adrenalina.
Así, mientras la amígdala se encargaba de identificar el peligro, estos neurotransmisores nos impulsan a reaccionar. El cerebro quiere que nos defendamos, que escapemos y reaccionemos… Y algo así se consigue llevando más sangre a los músculos. Acelerando el corazón, llevando más aire a los pulmones…
Este estado de alarma nos podrá ayudar en un momento concreto siempre y cuando la amenaza “sea real”. Sin embargo, cuando esto no es así y esa activación fisiológica es constante, surgen los problemas. Malas digestiones, cefaleas, hipertensión, riesgo de accidentes cerebrovasculares…


¿Qué podemos hacer ante el impacto de la ansiedad en el cerebro?

Tal y como hemos señalado al inicio, la ansiedad es una respuesta fisiológica. No basta por tanto con decirnos aquello de “cálmate, todo va a salir bien”. Si nuestro cerebro opina que hay un peligro, nuestros razonamientos sirven de poco. Por tanto, es recomendable iniciar con lo fisiológico, lo orgánico, lo corporal.
  • Convence a tu cuerpo de que no hay una amenaza. ¿Cómo? Practica la relajación, la respiración profunda, pon en “pause” tu cuerpo para que también lo haga tu cerebro.
  • Pon la ansiedad a tu favor. Gestionar la ansiedad no es un problema de fuerza de voluntad. No se trata de hacer desaparecer esta realidad psico-fisiológica de nuestro cerebro. Se trata de sobrellevarla, de usar lo que nos brinda a nuestro favor. Para visualizar esta idea e ir lográndolo, podemos hacer uso de las terapias artísticas. Moldear la arcilla o incluso pintar, sirven para dar forma a esa ansiedad que como un monstruo devorador, puede hacerse más pequeña, más inofensiva y manejable.
  • Nuevos hábitos, nuevas rutinas. A veces, variar algo en nuestro quehacer cotidiano lo cambia todo. Salir a pasear, ir cada semana a un concierto musical, conocer gente nueva, apuntarnos a yoga… Todo ello puede cambiar la percepción de alarma de nuestro cerebro para empezar a ver las cosas de otro modo.
Por último, no dudemos en consultar con un profesional en caso de que ese estado de ansiedad nos supere. Nadie merece vivir con miedo, nadie debe habitar de forma permanente en la cárcel de esa ansiedad crónica que todo lo oscurece.

Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com

jueves, 3 de mayo de 2018

La meditación acelera la velocidad de procesamiento del cerebro

La meditación fortalece al cerebro de múltiples maneras. Una de ellas consiste en promover la girificación, es decir la cantidad de pliegues que se encuentran en la corteza cerebral.


La vertiente terapéutica de Yoga, una de las más interesantes, es un área de estudio y documentación que sigue ocupando tiempo a Ramiro Calle, pionero en difundir el Yoga en España, que fue el primero en someterse a una serie de sofisticadas pruebas médicas hace 30 años, las primeras realizadas, y que validaron las modificaciones provocadas por las técnicas del Yoga. Él mismo nos remite esta noticia y otras que iremos publicando próximamente.
La meditación fortalece al cerebro de múltiples maneras. Una de ellas consiste en promover la girificación, es decir la cantidad de pliegues que se encuentran en la corteza cerebral. A dichas conclusiones llegó una investigación conducida por Eileen Luders, neuróloga de la Universidad de California, Los Angeles (Estados Unidos). La experta explica que una mayor girificación permite que el cerebro procese la información con mayor velocidad. Sus conclusiones fueron publicadas en la revista Frontiers in Human Neuroscience.
Investigaciones previas encontraron que la meditación aumenta el tamaño del cerebro y mejora la conexión entre las neuronas. Para analizar el efecto de esta disciplina en la girificación cerebral, los investigadores tomaron imágenes de resonancia magnética funcional de 50 personas que meditaban y de 50 que no lo hacían.
"No queríamos simplemente comparar a los individuos que meditan y los que no. Buscamos observar si hay una relación entre el tiempo de meditación de una persona y los cambios que genera en el cerebro. Es decir, si el número de años de práctica se relaciona con el nivel de pliegues en la corteza cerebral".

Un cerebro más fuerte

Luders observó importantes cambios en la girificación de varias regiones de la corteza cerebral, y subraya que cuantos más años llevaban de meditación los voluntarios, mayores eran las modificaciones observadas en su cerebro.
La experta subraya los cambios observados en la corteza insular. "Se cree que la corteza insular funciona como un núcleo de integración autonómica, afectiva y cognitiva. Las personas que meditan son expertas en la introspección y conciencia así como el control emocional y la auto-regulación, por lo cual los hallazgos de la investigación tienen sentido. Cuanto más tiempo lleva una persona meditando, mayor es el nivel de pliegues en la corteza insular".
Luders también recalca que la relación entre el tiempo de meditación y el nivel de girificación muestra la capacidad del cerebro de modificarse y de adaptarse a los cambios ambientales.


Ramiro Calle
https://www.yogaenred.com

viernes, 20 de abril de 2018

El Proceso de la Meditación

Sea cual sea el camino o técnica que empleemos para meditar, hay determinados aspectos que son comunes a todos ellos, prestando más o menos atención a algunos según el enfoque a seguir. Podemos hablar, por tanto, de un proceso universal que conlleva los siguientes puntos, aunque no necesariamente en este orden.


Concentración:
Meditar no es solo concentrar el pensamiento; esto sería es una visión muy parcial de la meditación. Ahora bien, la concentración es un paso esencial para alcanzar la meditación y solo por mejorar esta facultad ya merece la pena aprender a meditar.
Consciencia:
Seguramente, la consciencia es la facultad interna que más se desarrolla meditando. Toda practica de meditación es un continuo entrenamiento para desplegar la capacidad de darse cuenta o consciencia.
Aceptación:
Un aspecto importante en la meditación es el ir desarrollando una relación sana con uno mismo y con los demás. Esta relación debe estar basada sin duda en la aceptación, que de hecho es un paso hacia el Amor. Por otro lado es importante comprender que la complejidad del proceso de la meditación nos requerirá grandes dosis de Aceptación.
Discernimiento:
El discernimiento es una cualidad de la mente superior que ha de ser entrenada para cumplir con el objetivo último de la meditación: el encuentro con el aspecto más central del ser humano. El discernimiento o Viveka nos ayuda a distinguir entre los diferentes aspectos que como seres humanos nos conforman desde los más groseros a los más sutiles.
Calma:
Al contrario de lo que podríamos pensar, la calma o tranquilidad no es tanto una consecuencia de la meditación, sino un requisito previo. Por ello, el conocimiento y práctica de todas las herramientas que nos ayuden a pasar de la tensión a la calma es esencial en la meditación y su enseñanza. La mayor parte del tiempo cuando comenzamos a meditar lo pasamos tratando de generar el equilibrio necesario para ello; afortunadamente, el yoga nos brinda innumerables técnicas para ello.
Energía:
Al adentrarnos en la meditación, debemos abrir nuestra mente y comenzar a entender al ser humano no solo en términos materiales, sino también energéticos. Somos tanto energía como materia y trabajar con técnicas que movilicen y equilibren la energía nos facilita enormemente el camino en la meditación. 
Presente:
Se dice que meditar es el arte de vivir el presente. Aprender a estar en y a vivir el presente es la mejor manera de recuperar la energía que tenemos dispersa en pasado y futuro.
Conexión espiritual:
Al final la meditación nos lleva al centro, a uno mismo, a eso que somos a un nivel más espiritual. Hoy en día hay técnicas y métodos que despojan la meditación de este componente espiritual para hacerla más “vendible”. Desde nuestro punto de vista esto es un error, ya que algo que necesitamos como sociedad occidental es recuperar de una forma sana la conexión con nuestra naturaleza espiritual. Al fin y al cabo, la experiencia mística o espiritual no es tan complicada si dejamos atrás prejuicios y damos con las claves adecuadas para ello.
Actitudes del Ser:
Desde la conexión con los sentimientos más profundos del ser humano a donde nos lleva la meditación, surge el despliegue de las actitudes del Ser. Actitudes que podemos, una vez más, entrenar si conocemos los recursos adecuados. A poco que vayamos despertando estas actitudes, el avance en la meditación cobra otra dimensión.
Volver a la vida:
La práctica de la meditación no está separada de nuestra vida cotidiana y debemos de hacer todo lo posible para que así sea. Según vayamos avanzando en nuestra experiencia con la meditación, iremos experimentando cambios en la percepción de la realidad que nos llevarán a una nueva relación con lo que va aconteciendo y también con los demás. Comprender cómo la meditación nos lleva a nuevos modos de percepción es clave para integrar la meditación en nuestra vida.

Luis Luna -Ganesha
www.yogacrisalida.es
http://www.yogaenred.com

jueves, 12 de abril de 2018

La sanación cuántica de Deepak Chopra


Deepak Chopra basa su sistema de curación en la medicina Ayurvédica. El Ayurveda, que se originó en la India hace más de 6 mil años, significa en sánscrito “la ciencia de la vida”.
Esta medicina hace referencia a una visión integral del ser humano, donde el cuerpo y la mente están estrechamente relacionados y se influencian mutuamente.
El cuerpo se moldea a partir de la conciencia, ya que ésta tiene un potencial enorme para producir cambios en el organismo, como curar enfermedades y retardar el envejecimiento.
Nuestro sistema actual de vida está regido por la gran ilusión de la materia: creemos que ésta es lo único que existe y que la conciencia es un subproducto de ella. Pero esa concepción está basada en una interpretación sensorial, y está claro que nuestros sentidos físicos no nos permiten percibir la verdadera naturaleza de la realidad. Pensamos que es sólida y estática, cuando en verdad está en permanente cambio.
Esto también es válido para el cuerpo humano, que experimenta un cambio permanente. En menos de un año, se reemplaza el 98% de los átomos del cuerpo, la piel se renueva cada cinco meses, el esqueleto cambia cada tres meses e incluso el ADN, que es donde se inserta nuestro código genético, se reemplaza cada seis semanas: “Uno parece ser el mismo por fuera; sin embargo, es como si se cambiaran continuamente los ladrillos del edificio”.
Pero no debemos confundir el instrumento con el usuario del instrumento. El cuerpo cambia y se renueva, no es el mismo y, sin embargo, mantiene su identidad, ya que la base de su existencia está más allá de la materia y pertenece al dominio quántico, donde no hay materia, sino sólo inteligencia que organiza la información y es capaz de identificarse y comunicarse con el resto del Universo. La mente, que es el movimiento de la conciencia -o alma-, utiliza energía electromagnética para crear el cuerpo.
Ciertamente, no es posible retroceder la edad cronológica, pero sí es posible revertir el proceso de envejecimiento. Esto significa actuar sobre la edad psicológica (cómo nos sentimos y cómo ejercemos la edad cronológica) y sobre los 15 marcadores biológicos de ésta: presión sanguínea, tasa metabólica, densidad ósea, regulación de la temperatura, contenido de grasa, capacidad aeróbica, nivel de colesterol, masa muscular, fuerza muscular, niveles de hormonas sexuales, tolerancia al azúcar, sistema auditivo, visión, inmunidad y estado de la piel.

Investigaciones científicas que se han venido realizando desde hace ya más de 50 años, a partir de la década del 70, han descubierto que cada uno de esos marcadores puede revertirse hasta 15 años. Al igual que en el universo, todo es reciclable en el ser humano: las moléculas y células del cuerpo, las emociones y los pensamientos.
El cambio de uno de los marcadores biológicos de la edad produce el cambio de todo el resto de ellos, pero cuando todos éstos cambian a la vez… ¡el cambio ya es exponencial!
Chopra explica que existen diversas técnicas para modificar los marcadores biológicos. Para esto, hay que actuar a nivel del cuerpo físico (conexión, energía o materia, prana o ki en otras tradiciones); del cuerpo sutil (mente, intelecto, ego, ideas, emociones, conceptos, personalidad, auto imagen, etc.) y del cuerpo causal (genera causas y hace que se creen los otros cuerpos, aquí se ubican el alma y el espíritu). Así, desde el cuerpo físico hasta el causal, vamos del tiempo a la eternidad.
Uno de los mejores métodos para conservarse joven y vital es la práctica regular de la meditación, que permite que los niveles hormonales se mantengan altos y no decaigan. La meditación permite conectarse con la fuente primordial de energía del universo - lo Superior, Dios o como elijas llamarle -  y realizar algo tan importante como retornar a la memoria del Amor, que es propia del ser humano.
El contacto directo con lo sagrado -por ejemplo, a través de la meditación o la comunión con la naturaleza- proporciona la experiencia máxima de Amor. Se irradia como luz y plenitud, que transforman el cuerpo y las emociones y, por tanto, el mundo que nos rodea.

Diez consejos para retardar el envejecimiento:

1. Cambio de la percepción: Pasar de una visión materialista del universo a una visión integral y espiritual de la vida y la materia.
2. Tiempo: Dejar de vivir preocupados por el mañana o de vivir de los recuerdos y aprender a estar presente y vivir del ahora.
3. Sueño: La mala calidad de sueño acelera el envejecimiento. Lo que importa no es la cantidad, sino la calidad del sueño. La medicina ayurvédica aconseja acostarse sobre las 10:00 de la noche. Estas dos horas antes de la medianoche tienen un efecto reparador mucho mayor que las 6 horas siguientes. Es bueno dormir unas 8 horas y no excederse, si no se obtiene el efecto contrario, debilita.
4. Vigila tu alimentación: De acuerdo con el Ayurveda, el cuerpo se siente satisfecho y en equilibrio cuando tiene acceso a los seis sabores básicos (astringente, dulce, amargo, salado, agrio y picante). Los alimentos deben ser lo más frescos y naturales posibles, porque así aportan mayor cantidad de prana o energía. Además, se deben tomar suplementos nutricionales (multi-vitamínicos con minerales), ya que aunque tengamos una buena dieta, los necesitamos debido a la gran cantidad de toxinas y de tensiones a las que estamos expuestos diariamente.
5. Haz deporte: El yoga, el tai-chi o cualquier deporte que nos mantenga activos será bueno para recuperar la relación mente-cuerpo. La mejor forma de integración de ambos es a través de la respiración consciente, que facilita el movimiento energético de lo físico a lo mental.

6. Aprovecharse de los beneficios del Sol. Mirarlo, tomar baños de Sol, etc. Contrariamente a lo que dicen las empresas que venden protectores solares el cuerpo, hay más enfermedades de la piel en países donde casi no sale el Sol.
7. Eliminar las toxinas: Se deben eliminar las drogas, el alcohol y el humo del cigarrillo, pero también las toxinas emocionales, como miedo, depresión, culpa, enojo e ira, que actúan al nivel del cuerpo sutil. Desintoxica tu hígado, riñones y colon habitualmente.
8. Amor: Dar y recibir amor estimula el sistema inmunológico. Los tres niveles en que se expresa el amor son verbal (“te quiero”), atencional (escuchar al otro ininterrumpidamente) y afectivo (tocar, acariciar).
9. Creatividad: Aplica tu creatividad. Pinta, escribe, cocina, canta, etc, pero expresa tu creatividad de un modo libre y natural.
10. Mejórate: Mantén tu mente alimentada con lecturas que te hagan crecer interiormente. Ayuda a tu Alma día a día a que se eleve de la materia con lecturas inspiradoras.

Anclaje de Luz
Vía. http://paradigmaterrestre.com

miércoles, 4 de abril de 2018

Higiene mental: 5 hábitos para una auténtica calidad de vida


¿Y si aprendemos a cuidar de nuestra mente igual que lo hacemos de nuestro cuerpo?La higiene mental se alza como una estrategia de vida con la cual estar en mayor armonía con nuestro entorno. Supone ejercitar el músculo de la autoestima, vencer la resistencia de la apatía, transitar en mayor equilibrio con nuestras emociones y aprender a poner adecuados filtros en nuestro entorno social.
Somos conscientes de que en la actualidad se está popularizando cada vez más esos enfoques orientados a “cuidar” de nuestra mente. Sin duda, hablamos de estrategias como el Mindfulness o incluso el Wellness. Cada uno, desde sus propios orígenes y disciplinas, tienen un mismo fin: conferir un mayor equilibrio entre la mente y el cuerpo para garantizar no solo nuestro bienestar, sino también una mayor sensación de control sobre la propia vida.
  ► Sin bienestar la vida no es vida; solo es un estado de languidez y sufrimiento.
                                                                Francois Rabelais

Bien, tanto si ya nos hemos iniciado en alguna de estas prácticas como si no, vale la pena tener en cuenta unos sencillos aspectos. El bienestar psicológico responde ante todo a una serie de hábitos y estrategias que cada individuo debe aprender a desarrollar en base a sus características. Algo así requiere ante todo voluntad, algo de creatividad y constancia.
Por ello, la higiene mental se convierte en una tarea muy particular donde cada uno debe aprender a ventilar, sanear y oxigenar sus propios escenarios mentales. A su vez, y no menos importante, tampoco debemos olvidar que formamos parte de un escenario físico y social y que también nuestros contextos afectan a nuestro equilibrio.
Por tanto, toda higiene mental requiere de un enfoque holístico, implica saber priorizar, enfocar, filtrar todo estímulo que nos llega para vivir con mayor armonía. Veamos por tanto una serie de estrategias.

1. Higiene mental: aprende a reconocer la chispa antes 

de que surja la llama

Gran parte de nuestra experiencia emocional parte de “chispas”, de pequeñas ráfagas de sensaciones negativas que colapsan en nuestro cerebro. Estas pequeñas descargas surgen por los desajustes con nuestro entorno. Un comentario que no nos agrada, pero que nos callamos; una propuesta con la que no estamos de acuerdo, pero que cumplimos; una situación que debemos resolver, pero que postergamos…
Pequeñas chispas acumuladas, una tras otra, acaban generando una llama. Nuestra mente se queda sin recursos y al final acabamos “quemados”, agotados en todos los sentidos. Así, una primera estrategia en la que deberíamos invertir tiempo y esfuerzo es en reconocer esos disparadores. Esos estímulos que nos incomodan y que hay que gestionar cuanto antes.
No dejes por tanto para mañana la preocupación que te molesta hoy.

2. Prioridades claras, mejores decisiones

Todo buen deportista conoce su cuerpo, sabe dónde están sus límites y entrena cada día para mantenerse y mejorar su rendimiento. Tal desempeño no surge al azar, sino que responde a una buena planificación donde prioridades y objetivos diarios están claros.
A la hora de cuidar de nuestro cerebro y de nuestra higiene mental, también sería bueno contar con nuestro propio plan, nuestras prioridades cotidianas. Nadie debería por tanto salir de casa sin haberse vestido con un propósito, calzado con unas metas, desayunado con una motivación Es así como transitamos por nuestros complejos caminos con mayor aplomo para decidir qué nos beneficia y qué nos perjudica, qué es aquello que deberíamos dejar a un lado con el fin de garantizar nuestro bienestar.

3. Relaciones basadas en la reciprocidad

Un pilar básico para cuidar y promover nuestra higiene mental es atender al equilibrio de nuestras relaciones. Todo vínculo no equilibrado supone un coste emocional alto. Implica invertir tiempo, ilusiones, esfuerzos y afectos en personas que no nos hacen llegar la misma energía, la misma reciprocidad.
Queda claro que no todas nuestras relaciones van a ser simétricas en lo que se refiere a dar y recibir. Un ejemplo muy marcado de ello lo vemos en la relación entre padres e hijos. Sin embargo, es necesario que nuestros vínculos más importantes (pareja, familia, amigos) se mantengan sobre un equilibrio, y en algunos casos sobre una simetría.

4. Aprender a tolerar la adversidad

Quien se resiste a la adversidad, al fracaso, a la pérdida o al error queda bloqueado en el desánimo, en la rabia, en el malestar. En cambio, la buena higiene mental requiere capacidad de crecimiento y expansión. Algo así solo ocurre cuando uno es capaz de vencer sus resistencias, aprendiendo a ser tolerante con la adversidad, con el lado complejo de la vida, con su vertiente más delicada.
Debemos asumir por tanto los claroscuros de nuestra realidad. Porque toda higiene parte de la capacidad de saber sanar. Y para curar hay que aceptar primero la existencia de una herida sin negarla, sin volverle el rostro o enfadarse cada día con ella.

5. Una mente en equilibrio, una mente centrada

Clifford Saron es un neurocientífico del centro Mente y Cerebro de la Universidad de California. Sus interesantes trabajos se centran en demostrar cómo el entrenamiento de nuestra atención revierte en nuestras emociones. Una mente centrada y en equilibrio se traduce en bienestar y en un cerebro más sano.
Tal y como él mismo nos explica, la mayoría de nosotros no somos conscientes de la gran plasticidad que tienen nuestros circuitos neurológicos. Si aprendemos a centrarnos cada día en el presente, en lo que acontece a nuestro alrededor (y no tanto en el pasado o en ese futuro que aún no existe) veremos mayores posibilidades, nos sentiremos más optimistas y con menor ansiedad.
Para entrenar nuestra atención nos puede ser de gran ayuda aprender a meditar, lo sabemos. Sin embargo, hay otro aspecto que no podemos dejar de lado. Una mente más centrada necesita a su vez un cuerpo más relajado. Por tanto, no descuidemos tampoco hechos tan básicos como favorecer un buen descanso nocturno, hacer alguna siesta de 15 o 20 minutos, caminar, hacer estiramientos para aliviar tensiones musculares, mantener una dieta balanceada…
En resumen, la higiene mental es una fabulosa estrategia de vida que se compone a su vez de diversas actividades. Son dinámicas y hábitos cotidianos enfocados a garantizar nuestro bienestar físico y psicológico. Apliquemos aquellos que más se ajusten a nuestras necesidades y empecemos hoy mismo a invertir en nosotros.

Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com