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viernes, 22 de junio de 2018

Comunicación del administrador: Mauanda*, El Universo







Adriana (Yoyi, Mau) Babè, QEPD

"Cálmate, por que la calma y la tranquilidad contienen los secretos del universo."

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Este blog se queda huérfano de su creadora que ha partido de este plano el pasado 16 de Junio de 2018, que las oraciones de sus amigos y seguidores la acompañen en su viaje.

Namasté

Luis 



Imagen relacionada

DEDICATORIAS: 

Profesor Leo en el blog amigo El Sendero del Ser: Sé que este también lo leerás

Maestro Viejo en su blog etiqueta/tag: MauandaYoyi


viernes, 1 de junio de 2018

Amar Conscientemente

Amar Conscientemente es una de las experiencias más maravillosas que podamos imaginar, porque sin conciencia, el amor queda reducido a un acto animal que agota, mientras que vivido con conciencia, desde el corazón es fuente de felicidad y energía. 


Podemos vivir la vida desde distintos niveles de conciencia. Cuanto más profundo es el nivel de conciencia en el cual vivamos, más profunda y gratificante será nuestra vida.
Amar no es desear, atraer o sufrir, amar es expandir nuestra propia conciencia. Amar es estar por encima de la separatividad, de la dualidad, del temor y del miedo. San Agustín decía: Ama y haz lo que quieras. 
Ello quiere decir que cuando amas eres libre y puedes hacer lo que quieras. También puedes hacer lo que quieres (o lo que crees que quieres) sin amor; pero entonces estas reaccionando y el verdadero amor, el Amor Consciente, no es reacción, sino continua creación.


El amor es lo que nos proporciona la alegría de vivir, es la sal de la vida y ello por una razón muy sencilla, a saber, que la vida es expansión de la conciencia. Sin amor, la vida está bloqueada, no tiene sentido, o al menos no tiene sentido para el que no ama. Parecería como si sin amor viviéremos en tinieblas. Cuando amamos estamos transmitiendo aquello que todo el mundo está consciente o inconscientemente, buscando; por ello mismo cuando amamos se nos abren las puertas de los milagros.


Todos podemos vivir una vida amorosa más rica y plena si aprendemos a amar con más conciencia. No se trata de llegar a una meta determinada, sino de crecer, de crecer por dentro, irradiando aquello que está en el interior de todos los hombres, aquello que llamamos Amor. El Amor es el sentimiento de Unidad y Conciencia que está dentro de tu Corazón. Cuando amamos a alguien estamos en contacto con el Amor universal que está dentro de cada uno de nosotros y lo irradiamos a nuestro alrededor.
Si queremos llegar al Amor universal, comencemos amándonos a nosotros mismos y a quienes nos rodean desde el Corazón. El Amor Consciente es un logro importante que puedes obtener mediante la práctica de los siete principios siguientes. Se trata de patrones de conducta que aumentaran tu nivel de conciencia y harán que todo lo que vivías, incluido el amor adquiera más conciencia.


1. Trabajar por tu Paz Interior
Todo, en esta vida depende de cuán grande sea el nivel de tu paz interior. Cuanto más en paz estés contigo mismo, más en paz estarás con cuanto te rodea y cuanto más armónicamente vivas contigo mismo, más en armonía estarás con los demás. La paz interior no es solo un logro que te llenara mucho más que la satisfacción de cualquier deseo: es el estado original del hombre a partir del cual la vida se convierte en un milagro permanente.


2. Aprender a Perdonar
El secreto para ser feliz se halla en el perdón. Cuando perdonamos a aquellos que nos han causado daño, en realidad estamos sanando nuestra relación con nosotros mismos. El perdón lo resuelve casi todo; perdonar es la clave de la evolución. El perdón es la magia porque te libera del resentimiento y de los patrones erróneos que te hacían infeliz. Cuando perdonamos se producen toda una serie de cambios en nuestro organismo y en nuestro corazón que hacen que vivamos la vida con una plenitud creciente. Perdonar es abrir tu Corazón a los efluvios del Amor Universal.


3. Amarte a ti mismo
Cuando nos amamos a nosotros mismos, aparecen los milagros en nuestras vidas. Es absurdo querer emprender un camino de amor consciente si antes no te amas a ti mismo. Amarse a sí mismo es no juzgarse con dureza, perdonarse y concederse capricho de vez en cuando. Amarse a sí mismo es algo más; es Aceptarse y Aprobarse tal cual somos porque sabemos que somos perfectos. La vida entonces se convierte en una discreta pero maravillosa sucesión de pequeños milagros. A medida que practicas el amor consciente hacia ti mismo, te das cuenta que tu salud mejora, que tus amigos te hacen más caso, tus relaciones son más satisfactorias y toda tu vida se torna más creativa. Amándote a ti mismo despiertas en ti el Amor que atraerá hacia ti el amor de los demás. Es la mejor manera de hacer que los demás te amen, sin coacción, sin violencia, con dulzura.


4. Obedecer a la Voz Interior
Dentro de ti, en tu Corazón, hay una inteligencia conectada con la inteligencia cósmica, y esta inteligencia te habla a través de una voz: la voz interior que te aclarara cualquier duda que se te plantee y te ayudara a caminar con el corazón. Con el tiempo descubrirás que la voz interior es un verdadero maestro interior. Acepta sus lecciones y ponlas en práctica. El te guiara en los momentos difíciles.


5. Vivir el momento presente, aceptando lo que viene y no intentando retener lo que se va. Cuando nuestra mente se encuentra ocupada en pensar que pudo haber ocurrido o que ocurrirá, cuando está enfocada en el pasado o en el futuro, no está viviendo el presente. Cuando no vivimos el presente estamos desperdiciando cantidades ingentes de energía lo que produce: Ansiedad, Depresión, Tristeza, Desamor. En el Amor Consciente, vivimos el aquí y ahora todo lo que necesitamos para ser felices. No debemos obsesionarnos y la mejor manera de lograrlo es haciéndonos conscientes del amor que llevamos dentro.


6. Dar antes de recibir

Es sumamente importante recordar que la verdadera esencia de nuestro ser es el Amor y que solo viviremos rodeados de Amor cuando conectemos con el. Cuando vivimos con conciencia, nos damos cuenta de que tenemos todo lo que necesitamos y en el momento en que lo necesitamos. Si creemos que se nos está negando algo que merecemos, es que algo falla todavía en nosotros. Es entonces cuando debemos practicar el dar. No hemos de dar esperando nada a cambio; no sería Dar, sino cambiar. En la práctica del dar consciente damos porque sabemos que dando nos estamos conectando con el Amor Universal y cuando estamos conectados con este, automática y espontáneamente recibimos lo que merecemos en cada momento.


7. Actuar con Sinceridad
El camino hacia la conciencia pasa por la total sinceridad. Haz de ser completamente honesto y sincero contigo mismo, pues en cuanto abres tu corazón para que se expanda, este aceptara todo lo que le propongas sin discriminar que es verdad y que es mentira. Si mientes, te estarás mintiendo a ti mismo. Cuando tengas que elegir entre lo correcto o lo que te agrada (a veces pueden coincidir), si eliges lo correcto, habrás avanzado un paso más en el camino del amor consciente.


Fuente: Las leyes eternas del Amor por Jack Lawson


www.formarse.com.ar

jueves, 24 de mayo de 2018

Quien tiene en su vida a un perro tiene un ángel


Quien tiene en su vida a un perro tiene una fortuna. Esta es una afirmación que a muy pocos les sorprenderá, sobre todo a quienes han gozado de la compañía de un ángel de cuatro patas y se han empapado de la magia que tienen estos maravillosos seres.
Recibimos un cariño intenso y único de ellos. Y ellos se convierten en nuestra familia, en niños eternos de tremenda sabiduría e inmensa inteligencia emocional, pues acaban siendo los mejores conocedores de nuestras costumbres, sentimientos y pensamientos. Los mejores conocedores y los mayores merecedores de nuestras sonrisas.
Con solo una mirada ellos descifran nuestro estado emocional, nos acompañan, nos divierten y nos hacen sentir especiales, únicos e imprescindibles. Así, con sus particulares leyes de propiedad (tienen derecho a todo) y sus lindos ojitos suplicantes, consiguen de nosotros hasta lo que juramos que jamás permitiríamos(por ejemplo, dormir en nuestra cama).

Las reglas del perro hacia su humano


►Hay ciertas reglas que cuando convives con un perro son incuestionables. Es así, nuestros animales nos educan, domestican o adiestran, como prefiramos llamarlo. Ellos ponen los principios de la convivencia y la “pugna” por los propios derechos acaba convirtiéndose en una tierna y divertida pelea.
Así, no podemos evitar sonreír cuando los identificamos con sus sorprendentes normas de enternecedores dictadores de la casa. Veamos:
Regla nº 1: Debes darme a probar cada cosa que comas.
Regla nº 2: No me llames y me metas al cuarto de baño bajo ningún concepto.
Regla nº 3: No volverás a hacer tus necesidades solo en el cuarto de baño nunca más.
Regla nº 4: No me digas que me calle cuando me pongo a ladrar, tengo mis motivos. ¡¡Algo está pasando ahí fuera!!
Regla nº 5: Me dormiré en cualquier lugar de la casa, preferiblemente donde más te estorbe.
Regla nº 6: No puedes entrar en casa oliendo a otros perros y pensar que eso no va a tener consecuencias.
Regla nº 7: Déjame salir fuera cada vez que te lo pida, incluso si acabo de entrar. Es necesario que me cerciore de que he olido todo correctamente.
Regla nº 8: Tienes permiso para dormir en la cama, pero no hace falta que me muevas, lo mejor es que te pongas en una esquina y no me molestes.
Regla nº 9: ¡¡¡Si cae al suelo es MÍO!!! Te miraré mal si te adelantas y no me dejas cogerlo.
Regla nº 10: No pienses en abandonar una habitación sin mí.

La riqueza emocional de compartir la vida con un animal


Sea perro, gato o conejo, compartir nuestra vida con un animal es una bendición, pues nos enseña a respetar, amar y estructurar la vida de otra manera. Hay muchas personas que piensan que tener un animal te limita, pues por ejemplo no puedes ir a cualquier lugar con ellos de vacaciones o tienes que tener en cuenta muchas otras de sus necesidades.
Pero quien tiene un perro o cualquier otro animal siente a éste como parte de su familia y los sentimientos compensan todos esos “pequeños inconvenientes”. Es cierto que si no compartiésemos la vida con ellos nuestra cartera estaría más llena, pero nuestro corazón estaría más vacío.
Lo que te aportan emocional y físicamente supone una riqueza enorme que no puede compensarse ni con todo el dinero del mundo. Así, aprender lo que es tener un animal, comprender cómo se les quiere y completar nuestra familia con su presencia es una oportunidad que todos deberíamos tener en nuestra vida.
Eso sí, siempre con conciencia y respeto, sabiendo como saben los amantes de los animales que cuidar y querer a uno de ellos es una responsabilidad que no puede dejar de atenderse y que nos ofrece la posibilidad de adquirir un gran conocimiento en diversas áreas de la vida.
►Porque sobre todo nuestra mayor riqueza cuando disfrutamos de su compañía es la emocional, la cual es incomparable y nos hace inmensamente felices. Esa es nuestra mayor fortuna.




Raquel Aldana para la mente es maravillosa
Vía http://paradigmaterrestre.com

viernes, 18 de mayo de 2018

¿Cuál es el secreto de las relaciones felices?


¿No es curiosa la humanidad? Hay tanta gente que se pasa la vida en una loca carrera contra el reloj, inmersos en la rutina, ocupados haciendo miles de cosas, y en el tiempo libre, se distraen frente al televisor, conectados a Facebook o rodeados de gente, ruido y embotados por el alcohol o las drogas. Sin embargo, no se preocupan por tener relaciones felices.
Vivimos la mayor parte del tiempo en automático, acelerados por la acumulación de tareas pendientes, casi sin prestarnos atención. En esta vorágine de hacer y no ser, se pierde lo esencial, que no está afuera, sino adentro. Hemos aprendido a olvidarnos de nosotros mismos.

El miedo a nuestras emociones más íntimas


La soledad puede ser aterradora para algunas personas, quienes con tal de estar acompañadas, sacrifican la calidad de las relaciones. Este miedo a la soledad muchas veces refleja que, en el fondo, existe el miedo de entrar en contacto con las más íntimas emociones, las cuales pueden ser desagradables o dolorosas. Es preferible, entonces, distraerse o adormecerse con cosas externas…
Pero si las necesidades emocionales no son escuchadas y atendidas, si no nos aceptamos a nosotros mismos incondicionalmente con nuestras debilidades y fortalezas, andaremos por la vida usando una máscara, pretendiendo ser lo que no somos para buscar en los demás la aceptación que nosotros mismos nos negamos. Así es imposible tener relaciones felices.
               ► El ser humano no nace siendo un zombi emocional.
Los bebés no juzgan sus emociones, simplemente las sienten y las expresan. Puede ocurrir que durante el proceso de socialización, el niño sea ignorado, herido, ridiculizado o abusado. Ante esto, el único recurso que tiene es enterrar en el inconsciente el dolor que experimenta, porque aún depende de los demás para sentirse digno de amor y de respeto.
Al llegar a la edad adulta, es imperativo asumir la responsabilidad por la salud emocional y ocuparse de sanar las heridas y de llenar las carencias del niño interno. De lo contrario, vivirá con un vacío interno que tratará de llenar en vano con relaciones superficiales.

Amarnos a nosotros mismos para poder tener relaciones felices

Nuestra tarea primordial, entonces, es aprender a ver, amar y valorar lo más precioso que tenemos, que es nuestra esencia. Mientras más aprendemos a amarnos a nosotros mismos, mayor es el deseo de compartir nuestro amor con los demás, porque el amor auténtico es expansivo por naturaleza. En eso se basan las relaciones felices. En un amor auténtico que nace de nosotros mismos.
Esta onda expansiva es imparable, y es entonces inevitable querer compartir este amor con los demás, pero no ya desde el vacío y la máscara, sino desde la plenitud y la autenticidad. Desde lo más profundo de nuestro interior, desde nuestra esencia.
La razón de ser de las relaciones felices es aprender, crecer, amar, divertirse y disfrutar de la mutua compañía. Porque al fin de cuentas, nuestra verdadera misión en este mundo es expandir nuestra capacidad de amar, tanto a nosotros mismos como a los demás. Cuando comprendemos y vivimos en función de esa misión, descubrimos que amar auténtica e incondicionalmente es el mayor tesoro que podemos encontrar.
   ► No hay lujo, placer, ni logros, ni posesiones, ni riquezas que puedan sustituir la plenitud que produce el verdadero amor incondicional.
Pero tenemos que empezar por amarnos y aceptarnos a nosotros mismos. Amarse a uno mismo provee a cada miembro de la pareja de la seguridad y la confianza que suele buscarse en el otro. Pero, en vez de tratar de obtener amor del otro, y hasta de exigirlo, comparten el amor que tienen por sí mismos con su pareja. Irónicamente, le están dando al otro lo que siempre han querido de éste, pero que antes no eran capaces de dar.
El autoabandono y el auto rechazo son unas de las mayores causas del fracaso de las parejas, y aprender a amarse a sí mismo realmente ayuda a sanar las relaciones. Amar es lo más maravilloso que hay, pero no se puede dar lo que no se tiene. Hasta que no aprendemos a amarnos a nosotros mismos, no se puede amar al otro. ¿Preparado para cultivar relaciones felices?

Paula Aroca
https://lamenteesmaravillosa.com

miércoles, 16 de mayo de 2018

CREAR MOMENTOS MÁGICOS



En mi opinión, todos tenemos una recomendación -no escrita ni impuesta- de la que no se habla, que es un asunto personal e íntimo, por la cual todos hemos de crear momentos mágicos para los otros. Y para nosotros también. Para con nosotros, es obligatorio.

¿Hay algún momento en tu vida que te haya parecido mágico?

¿Uno de esos momentos extraordinarios que hasta han podido llegar a marcar algo en ti o en tu vida?

Tengo un  recuerdo de mi infancia de un día de Reyes. Era aún de noche cuando me levanté a encontrarme con mis regalos… y no había ni uno solo. Decepcionado decidí salí a la calle a jugar con un hierro que clavaba en el suelo del campo. Cuando llegué a la calle aún estaba oscuro y tuve que esperar bastante tiempo metido en el portal hasta que amaneció y pude salir a un campito que había cerca de mi casa. No había ni una sola persona por la calle. Empecé a jugar. Estaba absorto en mi juego –y supongo que en mi decepción- cuando escuché una voz femenina que me preguntaba qué estaba haciendo. Jugando, le respondí. “¿No te han traído juguetes los Reyes?” Le dije que no. Era una mujer joven y muy alta. No me refiero a que me pareciese alta porque yo era un niño y ella una adulta. Lógicamente ya había visto a muchas mujeres y podía comparar. Ésta era demasiado alta. Llevaba un bolso en su mano izquierda y de allí sacó un pistolón grande. “Los Reyes me han dejado esto para ti”, me dijo cuando me lo entregó. Tal como había aparecido de la nada, desapareció.

No le di más importancia y permaneció muchos años en el olvido hasta que un día, al recordarlo por casualidad, tuve la sensación de que aquella joven era un Ángel y que aquello era un milagro.

Siendo ya adulto, un día entré en un comercio y me encontré una vecina pequeña, de 6 o 7 años, que observaba en sus manos una especie de bombonera de cristal. No vi a su madre, pensé que estaba sola, pero eso no me llamó mucho la atención y no le di importancia. Estaba buscando lo que quería comprar cuando escuché el inconfundible sonido de algo de cristal cuando se estrella contra el suelo. Adiviné lo que había pasado. Inmediatamente la dueña del negocio se acercó hasta la niña, gritando como una energúmena, y se plantó frente a ella, con los brazos en jarra, poseída, y le increpó/preguntó “¿Quién va a pagar esto que has roto?”. Me acerqué. La niña disminuía de tamaño por momentos. El miedo se reflejaba claramente en su cara y su actitud. Me imagino cómo se sentía al verse sola, frente a ese monstruo vociferante, y sin una solución para la pregunta/amenaza que le había formulado. La madre de la niña no apareció, por lo que supuse que tal vez la había dejado allí para que se entretuviese mientras ella hacía otra gestión en otro sitio. Me acerqué hasta donde estaban ambas y le dije a la mujer que yo lo pagaría. Se dio la vuelta y se marchó. La niña me miraba desde su pequeñez, con unos ojos casi de agua, sin poder pronunciar ni una palabra o sin encontrar las palabras con las que expresarse. Sonreí para ella. No fue capaz tampoco de expresar una sonrisa. El susto, supongo. Se marchó sin decirme nada, pero tampoco era necesario que dijese algo.

Me gusta pensar que algún día ella contará que estaba en ese apuro y de pronto apareció un Ángel.

Es bueno crear momentos mágicos para los otros y llamarlos por su verdadero nombre: Pequeños Milagros.

Pequeños Milagros para los demás. Porque si un necesitado nos ve aparecer ofreciéndole lo que necesita para ayudarle en su problema, a los ojos de su corazón somos el Ángel que le aporta algo para sacarle de su apuro.

Tenemos la obligación, y esto lo afirmo rotundamente, de crear Momentos Mágicos para los otros, de ser el Ángel de la Sonrisa, el Cristo que provee de Abrazos, el Pequeño Dios de la Esperanza que le hace ver que la vida puede ser amable y que hay que seguir adelante a pesar de los pesares…

Es un buen propósito: estar atento a uno mismo y a los otros, poner maravillas en las vidas, hacer que lo asombroso forme parte de lo cotidiano, y lograr que lo extraordinario sea para los otros y también se quede en nuestras vidas.

Es un buen proyecto. Siéntelo dentro de ti y deja que tu corazón opine.

Te dejo con tus reflexiones… 


Francisco de Sales
buscandome.es

viernes, 27 de abril de 2018

¿QUÉ HACER FRENTE AL ABANDONO?


Pelear la vida. A regañadientes, a las malas, con las uñas, como quieras, pero no hay otra opción. Puedes sentarte a llorar tu mala suerte, a lamentarte de la “injusta” soledad, a sentir lástima por tu aporreado yo y autocompadecerte. O por el contrario, puedes levantar cabeza y aplicar una dosis de racionalidad a tu desajustado corazón.


Si te dejó, si se fue como un soplo, si no le importaste, si te hizo a un lado con tanta facilidad, si no valoró lo que le diste, si apenas le dolió tu dolor, si decidió estar sin tu presencia, ¿no será, y lo digo solo como hipótesis, que no te merece?.
Y si te dejó porque ya no te ama, porque se le agotaron los besos, y hasta la más simple de las caricias se le convirtió en tortura, ¿no será, y lo digo solo como hipótesis, que ya no te ama?
¿Y no será, que si fue cruel o se le terminó el amor, ya no tiene sentido insistir en resolver lo que ya está resuelto? ¿No será que hay que quemar las naves, cerrar el capítulo y dirigir la atención a otra parte? No se trata de no sufrir, sino de darle al sufrimiento un giro y elaborar el duelo (resignarse a la pérdida). No preocuparse por lo que podría haber sido y no fue, sino por que es.
Lo curioso del despecho es que los que han sido abandonados, casi siempre terminan por autocastigarse: “Si la persona que amo no me quiere, no merezco el amor” o “Si la persona que dice quererme me deja, definitivamente no soy querible”. La consecuencia de esta manera de pensar es nefasta. El comportamiento se acopla a la distorsión y el sujeto intenta confirmar, mediante distintas sanciones, que no merece el amor. Veamos cuatro formas típicas de autocastigarse que utilizan los “abandonados”:
1. Estancamiento motivacional: “No merezco ser feliz, entonces elimino de mi vida todo lo que me produzca placer” (autocastigo motivacional)

2. Aislamiento afectivo: “No merezco a nadie que me quiera. Cuánto más me guste alguien, más lo alejo de mi lado” (autocastigo afectivo)

3. Reincidencia afectiva negativa: Buscar nuevas compañías similares a la persona que nos hizo o todavía nos hace sufrir (profecía autocastigante)

4. Promiscuidad autocastigadora: Entregarse al mejor postor, “prostituirse” socialmente o dejar que hagan de uno lo que quieran (autocastigo moral)
Me pregunto, ¿Y no será que de pronto no eres tan culpable como crees, y que no haya ni buenos ni malos, vencedores y vencidos?
Ahora que te dejó, hay que comenzar a vivir de otra manera. Retomar lo bueno que tenías olvidado y arrancar. Todos somos capaces de recuperarnos del fracaso afectivo. Al principio duele hasta el alma, pero al cabo de un tiempo, si eliminamos el autocastigo, la mente empieza reponerse.
Piensa en las pérdidas que has tenido anteriormente en tu vida, y cómo ahora, no te producen ni rasquiña. Es muy probable que dentro de un tiempo, esta última decepción, la que ahora estás padeciendo, quede reducida a un recuerdo insípido y descolorido.

Y mientras tanto, te toca sobrevivir. Evitar caer en los puntos a, b, c y d. Rodearte de amigos y amigas de verdad, porque la amistad cura. También puedes acceder a la vida espiritual que tenías abandonada, y no me refiero a encerrarte en un templo, sino revisar tu sentido de vida. Las crisis activan la auto-observación y nos obligan a mirarnos desde una óptica nueva.
Siempre habrá alguien, testarudo y persistente, que nos quiera a pesar de todo. A esta hora, en algún lugar de la ciudad, hay una persona desconocida que aún no conoces, dispuesta a contagiarte de amor, que pronto entrará a tu vida. Es solo cuestión de tiempo.

Walter Riso
http://www.walter-riso.com

jueves, 26 de abril de 2018

La fidelidad es propia de los más inteligentes


Rodolfo Llinás es un neurocientífico colombiano que ha dedicado la mayor parte de su vida al estudio del cerebro. Dirigió el programa NEUROLAB de la NASA y actualmente es director del departamento de psicología y neurociencias de la Universidad de Nueva York. Hace un tiempo dio una entrevista en la que sorprendió por el mapa que trazó con los conceptos de fidelidad, amor y felicidad.
Sus declaraciones prueban, desde el punto de vista neurológico, lo que muchos intuían por sentido común, experiencia u observación del comportamiento. Afirma que el cerebro es un sistema cerrado, que solamente es “perforado” por los sentimientos. Indica que su funcionamiento guarda cierta analogía con el de un ordenador, con la diferencia de que el cerebro tiene plasticidad y creatividad: se modifica, se nutre y cambia.
► La fidelidad es el esfuerzo de un alma noble para igualarse a otra más grande que ella.
                                                                   Goethe  

Según sus extensos y profundos estudios sobre el cerebro, concluye que la estructura intelectual está basada en la emocional. Primero es la emoción y luego la razón. Nos formamos las ideas del mundo no tanto a partir de razonamientos, sino de lo que sentimos. El amor tiene un lugar destacado y la fidelidad es propia de los más inteligentessegún sus palabras.

La fidelidad y la inteligencia

Rodolfo Llinás indica que el área emocional del cerebro es una de las más antiguas. Fue una de las primeras en desarrollarse. Según sus palabras, “es el cerebro truhán, el de los reptiles, donde no existen más que patrones de acción fijos. Por eso ellos se acercan o se van si quieren comida; atacan si quieren defenderse, y tienen sexo si quieren reproducirse”.
El amor tiene su origen en la misma área, pero implica unas funciones fisiológicas diferentes. El amor, dice Llinás, es como una golosina. Y quien está enamorado se vuelve goloso. Desea tener más y más amor de la persona a la que ama. Agrega además que “nadie se muere por exceso de amor”.
El amor, señala el científico, no es como hacer gimnasia, sino como bailar, desde el punto de vista fisiológico. Frente al llamado “amor eterno” dice: “Ese es de inteligentes, que estructuran y modulan los patrones de acción fijos sobre la base de ver al otro como la mano de uno; cuidarla es mi responsabilidad, y viceversa. Saber que no habrá una puñalada trapera es la norma”.
La fidelidad contribuye a no desgastar energía emocional o intelectual innecesariamente. El ser humano, cuanto más inteligente, más orientado está hacia las grandes preocupaciones de la humanidad, deja de lado las situaciones que inestabilizan su vida o emplea energía para acciones más complejas.
Por todo ello, Llinás concluye que el amor eterno es un baile infinito de neuronas entre dos personas inteligentes.

Estudios sobre inteligencia y fidelidad

Rodolfo Llinás no es el único que ha hablado de la relación entre inteligencia y fidelidad. Un estudio dirigido por Satoshi Kanazawa, especialista en psicología evolutiva, llegó a una conclusión similar. En su investigación señaló que los hombres con coeficientes intelectuales más altos (superiores a 106) valoran más la fidelidad en pareja. En las mujeres es diferente: todas la valoran, sin que esto guarde relación con su nivel de inteligencia.
El estudio indica que la monogamia es una fase superior de la evolución humana. En principio, el humano está estrechamente ligado al comportamiento instintivo del mamífero. Esto le inclina a la poligamia. Pero, tanto en la historia de la humanidad como en la individual de cada hombre, la monogamia parece implicar un nivel superior de evolución.
Verdaderamente, la infidelidad tiene como condición tener mucho tiempo libre y mucha disposición emocional para el conflicto. Cuando una buena parte de nuestro tiempo está ocupado es más complicado gastar parte de él en las intrigas y las estrategias asociadas a la infidelidad. Tampoco se dispone de tanta energía emocional como para pagar el precio de actuar a escondidas, evitando ser pillados y manteniendo una fachada falsa.
Resulta mucho más inteligente establecer una relación y refinarla que ir saltando de relación en relación. La monogamia trae grandes satisfacciones, no es un sacrificio. Como toda situación humana con valor, implica esfuerzos. Sin embargo, es mucho más lo que aporta.
► Si la vida individual se enfoca hacia grandes objetivos, seguro que un compañero o compañera permanente de viaje es un gran tesoro. Y al contrario, si la vida se enfoca a lo banal, una relación estable entorpece esa futilidad e intrascendencia.


Edith Sánchez
Imágenes cortesía de Leonid Afremov
https://lamenteesmaravillosa.com

martes, 24 de abril de 2018

“¿Cómo estás?”, esa frase que a todos nos gusta escuchar

Un “¿cómo estás”? acompañado por una sonrisa sincera y una mirada que acoge esperando nuestra respuesta es terapéutico y reconforta. Porque a veces no hace falta más, porque en ocasiones bastan esas dos palabras mágicas para sentir que estamos a salvo, vinculados a alguien significativo y acogidos con los cinco sentidos del corazónpara entender que pase lo que pase, todo va a ir bien.
La psicología evolutiva, por curioso que parezca, tiene mucho que decir en este mismo tema. Dentro de esta perspectiva se defiende la idea de que el ser humano desarrolló su inteligencia social al promover el cuidado y protección de los miembros del grupo y al rechazar al cazador o recolector que iba “por libre”, al individuo que no cooperaba, que miraba únicamente por el propio beneficio renegando o no apoyando a sus semejantes.
   ► El principio más profundo del carácter humano es el anhelo de ser apreciado, reconocido y valorado.
                                                               William James

Las múltiples pruebas arqueológicas y etnográficas nos demuestran también que en los inicios de nuestra agricultura la cooperación pacífica y el altruismo era habitual, y que gracias a ello, pudimos sin duda avanzar como especie. Asimismo, también existen evidencias de que los neandertales cuidaban de sus ancianos con delicada atención. Los honraban sin esperar nada a cambio, y más tarde realizaban ceremonias de enterramiento demostrando un claro simbolismo emocional y religioso.
Todo ello viene a demostrarnos claramente que preocuparnos por los demás, atenderlos, cuidarlos… es posiblemente lo que más dignifica a una especie determinada, a un grupo social. Aún más, toda conducta orientada a proporcionar alivio, apoyo o atención revierte de forma positiva en nuestro bienestar físico y psicológico, nos ayuda a sobrevivir, a conectar los unos con los otros de manera trascendente y significativa.
Por ello, un “¿cómo estás?” enunciado de forma sincera o escrito incluso a través de un mensaje de Whats App, puede hacer muchísimo más de lo que podemos creer en un primer momento…

Estoy aquí para ayudarte, estoy aquí para ti y no voy a pedirte nada a cambio

David Graeber es un conocido antropólogo que ha adquirido notable fama por su activismo social. Una de sus teorías más recurrentes es aquella donde focaliza su visión crítica sobre el modo en que el dinero y la economía está destruyendo por completo nuestro altruismo primigenio, nuestro “gen” por favorecer la cohesión, por fomentar esa unión esencial entre los grupos humanos con la que preservar nuestra supervivencia, nuestro bienestar y la armonía.
Para justificar esta idea Graeber nos habla de los Inuit de Groenlandia o de los iroqueses. Explica que en estas comunidades existió siempre no solo una preocupación sincera de los unos por los otros, sino que además, no se concebía la idea del pago de un favor o incluso la obligación de devolverlo. Tal y como dicen los Inuit “en nuestro país somos humanos y nos preocupamos los unos por los otros. Si alguien necesita unos zapatos, solo tiene que pedirlos. Si un cazador no ha tenido un buen día, sus vecinos compartirán con él parte de su comida.
Como vemos, tanto en el pasado como en algunos pequeños resquicios de nuestro presente, hay grupos de personas que basan todas sus interacciones en el altruismo y en un interés intrínseco, auténtico y constante por ese ser humano que al igual que yo, pasa sus dificultades, sus necesidades, que atraviesa sus miedos, sus hambres, sus soledades… Hay por tanto una voluntad sincera por alzar el rostro más allá de la pequeña isla del ego para sortear las fronteras individuales y apreciar así al otro como parte de uno mismo.
Algo que sin duda, deberíamos poner más en práctica en nuestras sociedades avanzadas y aparentemente, “aventajadas”.

Un “¿Cómo estás”? terapéutico, el que va más allá de los formalismos

Admitámoslo, en el día a día la expresión más recurrente en ese nuestro lenguaje cordial es el clásico “¿cómo estás?, ¿qué tal todo?”. Lo dejamos ir sin esperar respuesta, como entradilla al diálogo y donde rara vez esperamos que la otra persona se sincere, porque apenas dejamos tiempo de respuesta o porque sencillamente, preferimos los formalismos a la sinceridad, la apariencia a la autenticidad emocional.
               ► Sólo quien sabe cuidar lo ajeno puede poseer lo propio.
                                                                    George Gurdjieff
En esta sociedad del envase, como diría Eduardo Galeano, parece que hemos olvidado ese principio de humanidad de los Inuit o de nuestros ancestros más primitivos. Más que unos zapatos, más que una cena o ropa de abrigo, lo que las personas necesitamos es apoyo, consideración, cercanía, interés y atención.
Necesitamos palabras sinceras y personas preocupadas en escucharnos. Queremos que tras un “¿cómo estás?” se dé paso al silencio, a la espera y a esa mirada que nos trasmite la suficiente confianza como para tirar de nosotros, remolcándonos de nuestras escolleras, de nuestros agujeros negros.
Asimismo, cabe decir que no es necesario que nos suceda algo concreto para necesitar ese diálogo terapéutico capaz de favorecer el desahogo emocional. La mayor parte de las veces ese “¿cómo estás?” nos alegra el día, nos hace sentirnos parte de alguien, partícipes de un vínculo, piezas relucientes de un engranaje con el que la vida adquiere mayor sentido, mayor autenticidad.
No descuidemos pues a los nuestros, no caigamos en los meros formalismos y practiquemos el arte de la consideración, el reconocimiento y la reciprocidad. Practiquemos el “cómo estás” a diario preocupándonos realmente por el bienestar de las personas que nos son significativas.

Psicología/Valeria Sabater
Imágenes cortesía de Clare Elssaeser
https://lamenteesmaravillosa.com