sábado, 17 de febrero de 2018

Evolución de la consciencia humana en 7 etapas



Cada día resulta más interesante saber si en la evolución de la consciencia existe una escalera de complejidad de menor a mayor que, por ejemplo, partiendo de aquella simple ameba, culmine en el neocórtex de un Buda.
Pues bien, este tema hace años nos resultaba ambiguo y difuso, y sin embargo actualmente circulan mapas integradores que, de la mano de investigadores tales como Gebser, Wilber, Lachman y Nelles, ponen a nuestra disposición fascinantes reflexiones sobre dónde estamos, de dónde venimos y dónde, al parecer, vamos a llegar.
A poco que observamos, puede decirse que nos encontramos en un momento de la Humanidad que, a tenor de la escalera que seguidamente se presenta, parecería que estamos a mitad de camino entre los dioses y las bestias, o bien entre el iluminado y el feto.
El siguiente mapa de la expansión de la consciencia es el resultado de una síntesis entre los mencionados autores.

Primer escalón

En el desarrollo de la vida de un ser humano, este primer escalón corresponde al feto como un ser unido a la madre. Por su parte a nivel Humanidad señala a las hordas recolectoras y cazadoras de aquellas tribus nómadas que nos precedieron en los tiempos arcaicos. En este estadio la manifestación de la conciencia es tan sólo instintiva, y el ser humano se encuentra absolutamente identificado y fusionado con la naturaleza, la tierra, la madre.
Esta simbiosis del feto que todavía no conoce la dualidad representa un estado de unidad preconsciente, en la que destacan los factores biológicos y ninguna individualidad que permita al ser humano auto determinarse y superar el estado de total necesidad total en el que vive.
Desde la perspectiva hinduista–yóguica de los chakras o centros energéticos del cuerpo humano, este primer estadio correspondería a la zona del perineo o chakra–raíz como principio de la vida.

Segundo escalón

En el desarrollo de la vida de un ser humano, este segundo escalón corresponde a la etapa de la infancia, una etapa todavía preconsciente, pero ya con un principio de consciencia sobre el yo separado de la madre, del gran otro y de la naturaleza.
En sus niveles iniciales esta etapa se manifiesta en la conciencia mágica de un todopoderoso y egocéntrico niño que proyecta su pertenencia dependiente como hijo de los cielos y seguidor creyente de la religión como fleco de conexión con lo que le unía al origen materno. Un ser que a la manera de un niño se siente súbdito de todo de dogmas, banderas y tronos en estado de subordinación al “padre de familia”. Se trata de un ser que necesita de ritos con fe y lealtad ciega, así como de una identidad extendida a la familia de origen, cultura, raza y nación.
Este ser humano-niño se siente desamparado en su reciente separación con la madre, y necesita de figuras en los cielos que le proporcionen amparo y se muevan entre premios y castigos. Figuras mágicas y míticas con las que se establecen códigos de conducta que una suprapolicía celestial controla.
En esta etapa, la mujer se ve sometida al patriarcado, al tiempo que el ser humano se considera expulsado de un paraíso y dependiente de su pasado glorioso. Para los miembros de este estadio, la vida humana consiste en atravesar el valle de lágrimas de la separación, para retornar algún día con el sacrificio y el dolor de nuevo a su celestial origen. La vida del estadio segundo está enfocada en el “hacia atrás”, es decir, todavía en la gran madre, y su nivel de consciencia es todavía muy escaso. Es una edad evolutiva en la que la superstición y el mito, se dan como referentes mediante idealismos febrilistas y guerras fanáticas. Son tiempos de teocracias y de múltiples asesinatos en torno a “ideas justas” y a banderas irrenunciables.
A nivel sociedad, la casta sacerdotal, los líderes tiranos y los monarcas por derecho de Dios ayudan a organizar la infantil humanidad. Es este el nivel propio de la guerra, ya que el niño, cuando quiere un juguete de otro, lo que hace es arrebatarlo, y si encuentra resistencias por parte de su dueño, no hace otra cosa que reñir y pelear.
Desde la perspectiva hinduista–yóguica de los chakras o centros energéticos del cuerpo humano, este segundo estadio correspondería al llamado “segundo chakra”, que estaría a la altura del ombligo.

Tercer escalón

En el desarrollo de la vida humana de un ser humano, este tercer escalón corresponde a la juventud. Este estadio ha atravesado la preconsciencia y se instala en la consciencia. Nos encontramos con el hombre y la mujer contemporáneos que han desarrollado un yo autónomo que disfruta de independencia así como de una gestión de sus propios sentimientos y de una conquista de la dimensión racional. Es el tiempo de la ciencia en la que tal vez Galileo fue uno de los primeros exponentes, es decir, quien sufrió el castigo de sus contemporáneos del nivel anterior, que no podían todavía digerir el mundo lógico de la Ciencia y la razón positiva que más tarde los liberaría de la superstición y los dogmas.
Las grandes ciudades del siglo XXI todavía tienen una gran representación de este nivel en aquellos ciudadanos cuya única gafa de ver la vida es la de la ciencia positivista y desarrollo de un pragmático cognitivismo. Estamos antes el homo teconológicus y económicus que ha aprendido a “ir a lo suyo”, separándose de la “manada” tanto familiar como cultural, y optando por aquello que más le conviene como individuo separado e independiente. Entre el cemento de las grandes ciudades sucede que Dios ha muerto y la religión da lugar a ideologías políticas y pragmatismo ideológico y económico de base materialista.
La patología de este nivel está en un exceso de materialismo sin sentido, y los flecos de un existencialismo desencantado en el que tan sólo el dinero y el placer, la razón y el fortalecimiento del ego, priman en el recorrido de la vida.
Desde la perspectiva hinduista–yóguica de los chakras o centros energéticos del cuerpo humano, este tercer estadio correspondería al llamado “tercer chakra”, que se ubica en el pecho, entre las costillas. Representa la frontera hacia escalones más amplios y profundos denominados como transpersonales.

Cuarto escalón

En el desarrollo de la vida humana de un ser humano, este cuarto escalón corresponde a la madurez en su primera etapa. Su centro energético es el corazón.
En el desarrollo de la Humanidad se asocia a una sociedad enraizada en la inteligencia del corazón que se muestra compasiva e incluyente. A este tipo de estadio corresponden iniciativas globales de derecho internacional, redes transnacionales y movimientos humanistas que trascienden el origen, la cultura y rasgos de procedencia.
En este nivel aflora el alma y la vida es recorrida y vista desde los ojos del amor. El ser humano de nuevo emprende un movimiento de reunión, pero ahora será con su familia elegida, o incluso con el grupo de afines. Se trata de un ser que retorna de la individualidad anterior a ultranza para establecer alianzas desde el compromiso, el respeto y la compasión que determinan la sociedad emergente.
Desde la perspectiva hinduista–yóguica de los chakras o centros energéticos del cuerpo humano, este cuarto estadio tal y como se ha indicado correspondería al cuarto centro o chakra del corazón, y se manifiesta con un sentimiento de hermandad entre vínculos sanos de quien previamente se ha individualizado, conquistó asimismo su independencia y ahora vuelve a establecer vínculos desde el amor y la afinidad.

Quinto escalón

En el desarrollo de la vida de un ser humano, este cuarto escalón corresponde a la madurez en su segunda etapa. Y a nivel Humanidad se manifiesta desde la conciencia transpersonal en el espíritu de servicio y contribución a la paz y bienestar de la Humanidad.
El ser humano ha ido más allá de su ego, ha logrado reconocer en el amor los vínculos de sus relaciones y puede expresar la misión de su vida con plena entrega, sin peligro de inflar su ego por los reconocimientos recibidos. Tiene que ver con la vocación –con la voz– y con la expresión creativa de un ser humano que se reconoce como el propio modelo y pone su vida a disposición de una causa mayor por la que superar obstáculos y entregar la verdad, la bondad y la belleza de su ser.
Desde la perspectiva hinduista–yóguica de los chakras o centros energéticos del cuerpo humano, este quinto estadio correspondería a zona de la laringe, su acento está en la expresión que manifiesta la misión de vida.

Sexto escalón

En el desarrollo de la vida de un ser humano, este cuarto escalón corresponde a la vejez. A nivel Humanidad, correspondería a la voz de la experiencia y la sabiduría en un nivel de visión transpersonal unitiva que integra la unidad de la conciencia y la multiplicidad de la forma, y que asimismo señala a la vida contemplativa y la alegría primordial de una segunda soledad.
La visión de este estadio conlleva lucidez y amor como conjunción de experiencias que trascienden el tiempo y el espacio en la interoridad de la esencia.
La simultaneidad de todos los tiempos, la transparencia y la atestiguación de procesos internos y externos de la propia vida señalan a la conciencia de este estadio asociada a la paz profunda y la comprensión afinada del Misterio transracional.
Desde la perspectiva hinduista–yóguica de los chakras o centros energéticos del cuerpo humano, este sexto estadio se situaría en la glándula pituitaria y pineal, también llamada a nivel en las tradiciones espirituales como “tercer ojo”. Se manifiesta por el aperspectivismo y la diafanidad apoyada por la vista unitiva desde la cumbre.

Séptimo escalón

Nirvana, extinción, llegada, conclusión. Fin y principio. Océano infinito de conciencia. Tao. Más allá de toda dualidad. Se manifiesta el poder de la quietud primordial en la que todo ES. (Chakra corona)


Conclusiones 

Primero: que aunque la escalera de por sí tiene un estilo jerárquico, ningún escalón es mejor o peor que otro, sino que tan sólo conlleva una visión de mayor o menor amplitud y profundidad. Ver la vida desde el 4º piso no es “mejor” que verla desde el 3º, simplemente se contempla mayor horizonte. Un adulto no es “mejor” que un niño; el niño no se puede poner en el lugar del adulto, sin embargo, el adulto sí puede ponerse en el lugar del niño.

Segundo: que el hecho de estar en el nivel 4º, por ejemplo, no quiere decir que las pulsiones instintivas o emocionales del nivel 1 y 2 queden sepultadas para siempre y ni siquiera existan. Recordemos que cada nuevo escalón lo que hace es integrar y trascender al anterior. Por lo tanto, quiere esto decir que viviremos las pulsiones y procesos de todos los escalones y procesos, y la diferencia consistirá en que estas no determinarán nuestros actos; tan sólo se harán presentes, sin que su influencia determinen las acciones de nuestro camino.

Tercero: que si durante la lectura de este mapa hemos tratado de situarnos en un nivel determinado, convendrá tener en cuenta que los siete estadios mencionados no son órdenes cerrados y que el ser humano está, de alguna forma, en resonancia con los siete. Otra cosa es que reconozcamos con humildad que una parte preponderante de nuestro trabajo evolutivo se halle inmerso en un estadio predominante, aunque existan resonancias, en menor cuantía, de los demás.
  
Nos encontramos en un momento de gran aceleración evolutiva que nos va a permitir poner nuestra mirada en la autorrealización de potenciales insospechados. En consonancia con la escala de necesidades de la pirámide de Maslow podemos afirmar que una parte de esta Humanidad comienza a trascender los niveles básicos de la escalera, lo que le permite orientar su mirada hacia la reveladora Conciencia de Luz.


José María Doria
http://josemariadoria.com/

1 comentario: