“Tú eres el único que puede hacerlo. Nadie puede hacerlo por ti. Pero si tienes la suerte de encontrar a alguien que es intensamente consciente, si puedes estar con esa persona y unirte a ella en el estado de presencia, eso te ayudará y acelerará las cosas.”
Eckhart Tolle. El poder del ahora.
¿Qué es el Shiatsu? Esta pregunta se me realiza en muchas ocasiones. El Shiatsu es una terapia holística que mediante presiones (digitales, palmares…), estiramientos y rotaciones, consigue equilibrar la energía existente en el cuerpo humano. Se trata de una técnica milenaria que vino desde Japón a Europa. Llegó en un primer momento a Francia desde donde se extendió por el resto de los países europeos. Hemos sido nosotros, los europeos, los que hemos querido “occidentalizarlo” para adaptarlo a nuestras necesidades. De igual manera hacemos con otras muchas terapias que nos han llegado de Oriente, de forma y manera que corremos el riesgo de perder sus verdaderos orígenes.
Muchas personas creen que el Shiatsu es un simple masaje. Es normal, puesto que lo que se ve desde el exterior es que el terapeuta aplica presión sobre una serie de puntos a través de los cuales el paciente se relaja (sus músculos se calman, los nervios se distienden…). Así que otorgan al Shiatsu el único objetivo, erróneo, de relajar. Sin embargo, si profundizamos un poco más nos damos cuenta de que el Shiatsu no es sólo “presionar por presionar” ciertos puntos, sino llegar a conectar con el sentimiento, dolor, emoción, del propio paciente y, desde esa conexión, poder llegar a la raíz de la dolencia que el cuerpo ha llegado a somatizar.
La sanación viene del interior
Una vez localizada esta causa, el terapeuta, que no masajista, estará en condiciones de poder ayudar a sanar al paciente. Y decimos sanar, no curar, aunque que estamos acostumbrados a oír que cualquier terapeuta, sea de la rama que sea, nos va a curar de una u otra dolencia. La curación sobreviene del exterior. Sin embargo, la sanación viene del interior, de la activación de las capacidades del propio cuerpo para auto-sanarse. Por lo que la labor del terapeuta de Shiatsu es equilibrar las energías del paciente para que sea su propio cuerpo el que se permita sanar. En esto consiste la verdadera sanación: llegar a la causa, muchas veces oculta en el subconsciente, de la patología, de la dolencia, motivo por el cual el paciente llegó a nuestra consulta.
Sin embargo, existe una premisa previa que ha quedado relegada al olvido: para poder conectar con el sentimiento, y en definitiva con la esencia misma del paciente, el terapeuta debe estar, a su vez, en esencia. Debe estar establecido en su esencia de forma permanente; siendo éste el punto idóneo desde el que debiera iniciarse cualquier tipo de terapia. Para mantener ese estado de lucidez, el terapeuta debe mantener despierta una auto-consciencia de forma activa y continua. Ello es lo que le va a permitir realizar la terapia de forma consciente, lo que, al margen de la patología a tratar, despertará la consciencia del paciente. Así, conectará con las posibles causas que provocaron el bloqueo de la energía que en su momento impidieron que ésta fluyera con libertad por el organismo, somatizando tal bloqueo –por lo general de origen emocional– en forma de patología o enfermedad.
De esta manera, establecido en ese eje, el terapeuta podrá captar, a través de una silenciosa observación, todos los síntomas que pudieran ser un claro indicador de lo que sucede en el interior del paciente: respiración agitada, entrecortada, abdominal o pectoral, profunda o superficial… También son fuente de abundante información los gestos del rostro: labios tensos o crispados, párpados forzados, posición de las cejas, etc. Son múltiples las señales por las que el cuerpo se va a expresar gracias a un lenguaje que va más allá de las palabras y que el terapeuta sagaz debe saber captar. Se hace más que evidente que la valoración del terapeuta ha de ser holística, esto es: tener en cuenta todo lo percibido. Además, si el terapeuta mantiene la consciencia activa y su energía equilibrada, no será arrastrado por las vivencias propias del paciente, ni se llevará consigo los temidos “malos rollos” o “malas energías” que el paciente pudiera traer a la consulta almacenados en su psiquismo.
Conexión con la respiración
Para obtener todos estos beneficios consideramos fundamental, a la vez que sanador, que el propio terapeuta tenga integrados en su vida cotidiana la práctica de ejercicios que le ayuden a la toma de consciencia, tal como el yoga y la meditación por ejemplo, para llegar al tan deseado equilibrio y, de ese modo, conseguir un óptimo equilibrio de la energía del paciente y, como consecuencia natural, contribuir a su posterior sanación.
¿Cómo hacer todo esto? El principio básico es la conexión con la respiración. Tomar consciencia de cómo respiro: agitado o sereno, nervioso o tranquilo, y después darse cuenta de cómo presiono: rápido, lento, nervioso… si realmente la forma de presionar es la correcta para el tratamiento correspondiente… Para llegar, incluso, a sentir el frío que, en un momento dado, el paciente pudiera llegar a experimentar durante el transcurso de la terapia y, por supuesto, tener despierta la sensibilidad necesaria para, en ese mismo instante, arroparle.
Todo aquello que el terapeuta vivencia durante la terapia es transmitido al paciente. Si nosotros estamos agitados, y no somos conscientes de ello, contagiaremos nuestro estado al paciente. Ahora bien, si nos damos cuenta de nuestro estado, si somos conscientes, tendremos la oportunidad de transformarlo a voluntad, siempre y cuando previamente exista el suficiente cultivo de sí mismo en nuestro interior. Tener la capacidad de transmutar esos estados internos a voluntad es la clave de la auténtica sanación. Por ello, consideramos de suma importancia la práctica de disciplinas complementarias que ayuden a mantener activa y despierta nuestra consciencia de ser.
¡Feliz terapia!
Shiatsu/Natalia López
http://www.yogaenred.com
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