En mi opinión, la práctica totalidad de las personas que habitamos este mundo hemos sido educadas de un modo incorrecto, o de un modo incompleto, o de un modo que no fue imparcial y sensato del todo, o con unos principios con los que ya no estamos de acuerdo –tal vez nunca hemos estado de acuerdo con ellos- pero seguimos acatando inconscientemente.
O sea, que necesitamos reeducarnos.
Y esto es una tarea obligatoria.
Y, preferiblemente, que no se aplace más y se comience nada más terminar de leer este artículo.
Si nuestra educación no fue la correcta es muy posible que no sea nuestra responsabilidad, pero reeducarnos sí es nuestra responsabilidad.
Somos conscientes de que hay cosas nuestras que no nos convencen, cosas que no hacemos tal como nos gustaría hacerlas, comportamientos habituales que a veces no nos agradan, actitudes de las que nos avergonzamos, pensamientos que nos asustan…
Somos conscientes de que hay cosas nuestras que deberían ser de otro modo, que deberíamos cambiarlas, que deberíamos replantearnos para no repetirlas una y otra vez, que hacemos sin saber por qué o para qué, que nos dejan una sensación insatisfactoria de no ser realmente nosotros mismos, o que preferimos ocultar por temor o vergüenza…
La parte de la educación que no se refiere al comportamiento social, la que de verdad nos afecta a cómo nos comportamos en los asuntos importantes, está implantada en nuestro inconsciente lo que nos hace actuar de un modo inconsciente.
Ese es el problema. Que llevamos tanto tiempo actuando de acuerdo con esa educación que hemos acabado por creer que “es que soy así”, o nos hemos conformado con pensar que “esto a mi edad ya no tiene remedio”.
Y no es cierto. Uno no es así, y sí tiene remedio se tenga la edad que se tenga.
Siempre se está a tiempo de hacer cambios, siempre a tiempo de mejorar.
Cada persona tiene la responsabilidad de su propia vida y la obligación de hacer de ella una vida plena y satisfactoria.
Ante esto nadie debe desentenderse, ignorarlo, excusarse, negar esa responsabilidad, menospreciar la realidad, abandonar o abandonarse. Es una RESPONSABILIDAD con todo lo que ello implica.
La mente es un elemento pasivo que registra la información que se le da, y como al nacer uno tiene la mente vacía de este tipo de información, lo que le dan en su infancia como educación lo registra, se lo cree, y actúa en función de ello. Nuestra actuación exterior está condicionada por las instrucciones que están grabadas en el interior.
Así que conviene ponerse a la tarea de reeducar el inconsciente.
Hay que comenzar por comprender que uno no es, esencialmente, por su naturaleza y predisposiciones, quien está siendo –salvo increíbles excepciones-, sino que está siendo el que le han dicho que es y actúa en función de como le han dicho que es.
¿Cómo reeducar la mente?
En estados de meditación, o de relajación un poco profunda, se puede alcanzar un situación en la que uno contacta directamente con el inconsciente y puede hablarle y reeducarle.
En mi opinión, lo que funciona bien es mostrarle al inconsciente la verdad de la cosas, la realidad de lo que es uno mismo y de quién es uno mismo, o sea, no el que los educadores crearon, sino el que uno ha ido descubriendo y formando a lo largo de las experiencias de su vida, el que uno ha comprobado y decidido que es porque realmente se siente de acuerdo con él.
Se trata de convencer al inconsciente de esta realidad actual lo mismo que en su momento los educadores le inculcaron otra información como verdad.
Se trata de ir descubriendo y conociendo quién es uno, y se trata de actuar y mostrarse siempre como es uno. Y que todo uno, todas las partes que lo componen acepten la nueva situación y la nueva visión de las cosas, y que actúen en función de esta verdad.
Ahí está la clave.
Averigua quién y cómo eres realmente, y sé tú mismo.
No el “tú mismo” que te han dicho que eres, sino el que realmente eres. Y tu tarea es averiguarlo – primero - y serlo – después-.
Te dejo con tus reflexiones…
O sea, que necesitamos reeducarnos.
Y esto es una tarea obligatoria.
Y, preferiblemente, que no se aplace más y se comience nada más terminar de leer este artículo.
Si nuestra educación no fue la correcta es muy posible que no sea nuestra responsabilidad, pero reeducarnos sí es nuestra responsabilidad.
Somos conscientes de que hay cosas nuestras que no nos convencen, cosas que no hacemos tal como nos gustaría hacerlas, comportamientos habituales que a veces no nos agradan, actitudes de las que nos avergonzamos, pensamientos que nos asustan…
Somos conscientes de que hay cosas nuestras que deberían ser de otro modo, que deberíamos cambiarlas, que deberíamos replantearnos para no repetirlas una y otra vez, que hacemos sin saber por qué o para qué, que nos dejan una sensación insatisfactoria de no ser realmente nosotros mismos, o que preferimos ocultar por temor o vergüenza…
La parte de la educación que no se refiere al comportamiento social, la que de verdad nos afecta a cómo nos comportamos en los asuntos importantes, está implantada en nuestro inconsciente lo que nos hace actuar de un modo inconsciente.
Ese es el problema. Que llevamos tanto tiempo actuando de acuerdo con esa educación que hemos acabado por creer que “es que soy así”, o nos hemos conformado con pensar que “esto a mi edad ya no tiene remedio”.
Y no es cierto. Uno no es así, y sí tiene remedio se tenga la edad que se tenga.
Siempre se está a tiempo de hacer cambios, siempre a tiempo de mejorar.
Cada persona tiene la responsabilidad de su propia vida y la obligación de hacer de ella una vida plena y satisfactoria.
Ante esto nadie debe desentenderse, ignorarlo, excusarse, negar esa responsabilidad, menospreciar la realidad, abandonar o abandonarse. Es una RESPONSABILIDAD con todo lo que ello implica.
La mente es un elemento pasivo que registra la información que se le da, y como al nacer uno tiene la mente vacía de este tipo de información, lo que le dan en su infancia como educación lo registra, se lo cree, y actúa en función de ello. Nuestra actuación exterior está condicionada por las instrucciones que están grabadas en el interior.
Así que conviene ponerse a la tarea de reeducar el inconsciente.
Hay que comenzar por comprender que uno no es, esencialmente, por su naturaleza y predisposiciones, quien está siendo –salvo increíbles excepciones-, sino que está siendo el que le han dicho que es y actúa en función de como le han dicho que es.
¿Cómo reeducar la mente?
En estados de meditación, o de relajación un poco profunda, se puede alcanzar un situación en la que uno contacta directamente con el inconsciente y puede hablarle y reeducarle.
En mi opinión, lo que funciona bien es mostrarle al inconsciente la verdad de la cosas, la realidad de lo que es uno mismo y de quién es uno mismo, o sea, no el que los educadores crearon, sino el que uno ha ido descubriendo y formando a lo largo de las experiencias de su vida, el que uno ha comprobado y decidido que es porque realmente se siente de acuerdo con él.
Se trata de convencer al inconsciente de esta realidad actual lo mismo que en su momento los educadores le inculcaron otra información como verdad.
Se trata de ir descubriendo y conociendo quién es uno, y se trata de actuar y mostrarse siempre como es uno. Y que todo uno, todas las partes que lo componen acepten la nueva situación y la nueva visión de las cosas, y que actúen en función de esta verdad.
Ahí está la clave.
Averigua quién y cómo eres realmente, y sé tú mismo.
No el “tú mismo” que te han dicho que eres, sino el que realmente eres. Y tu tarea es averiguarlo – primero - y serlo – después-.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco De Sales
buscandome.es
Es la gran mayoria de la humanodad, Responsables? No.-
ResponderEliminarDesean hacer un cambio? No, porque son comodos.-
Gracias
Bendiciones