La verdad es que con el paso del tiempo acabamos desconociendo a muchas de las personas que creíamos conocer
y nos damos cuenta de que vivíamos sometidos a sus exigencias, sus
habladurías, sus comportamientos y, sobre todo, a sus emociones tóxicas.
Distanciarnos de las personas conflictivas
Estas personas conflictivas no saben respetar ni considerar a los demás, a los que utilizan como marionetas de su mal carácter y como dianas de sus conflictos externos e internos. Ellos no viven ni dejan vivir y, como consecuencia, frenan el desarrollo y crecimiento personal de los que les rodean.
Puede que lo hagan de manera consciente o no, pero lo que está claro es que nos ahogan y nos intoxican haciendo que nos sintamos vulnerables, que nos enfademos con facilidad o que tengamos ganas de marcharnos y de dejarlo todo.
Como es obvio, aunque sería lo más adecuado no siempre podemos alejarnos físicamente de estas personas, pues
por ejemplo pueden ser familiares o compañeros de trabajo. No obstante,
si tenemos la posibilidad de tomar distancia física sería el
complemento más apropiado para nuestra salud.
Sin embargo, podamos o no hacerlo, lo verdaderamente importante es lograr un distanciamiento emocional.
O sea, que lo mejor es conseguir tener la fuerza suficiente para
mantenernos fuera de su capacidad de acción y que no nos influyan sus
comportamientos.
¿Cómo podemos conseguir distanciarnos emocionalmente de alguien que nos hace daño?
Si tienes en tu vida alguien que te hace daño puedes jugar con la ventaja de la anticipación, pues sabes que sus reacciones o sus intenciones cada vez serán más predecibles.
En este sentido cabe subrayar lo que comentábamos anteriormente, y es que puede que las personas que nos rodean no quieran crear mal ambiente, sino que no saben relacionarse con el entorno de otra manera.
O sea, que al dejar de dar importancia a lo que esas personas
conflictivas hagan y de centrar tu atención en los problemas que te
están creando, dispondrás tu vida para tener más oportunidades de
crecimiento y dejar de minar tus fuerzas y tu autoestima.
Por estas razones tenemos que jugar con las expectativas. Esperamos tanto de los demás que somos incapaces de aceptar la realidad tal y como es. Esto genera desilusiones y sometimientos, alimentando una atmósfera en la que resulta muy complicado respirar.
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