Como los seres humanos nos
hemos ido identificando progresivamente con la mente, la mayoría de las
relaciones no tienen sus raíces en el Ser, y por eso se convierten en fuente de
dolor, dominadas por problemas y conflictos.
Si las relaciones energetizan y
expanden los patrones mentales del ego y activan el cuerpo-dolor, tal como
ocurre actualmente, ¿por qué no aceptar este hecho en lugar de intentar huir de
él? ¿Por qué no cooperar con él en lugar de evitar las relaciones o de seguir
persiguiendo el fantasma de una pareja ideal que sea la respuesta a todos tus
problemas o el complemento que te haga sentirte realizado?
El reconocimiento y la aceptación
de los hechos te permite cierta libertad respecto a ellos.
Por ejemplo, cuando sabes
que hay desarmonía y lo tienes presente, ese mismo hecho constituye un factor
nuevo que no permitirá que la desarmonía se mantenga invariable.
Cuando sabes que no estás en paz, ese conocimiento crea un
espacio tranquilo que envuelve tu falta de paz en un abrazo amoroso y tierno, y
después transmuta en paz la ausencia de paz. No hay nada que puedas hacer
respecto de tu transformación interna. No puedes transformarte a ti mismo y,
ciertamente, no puedes transformar a tu pareja ni a ninguna otra persona. Lo
único que puedes hacer es crear un espacio para que ocurra la transformación,
para que entren la gracia y el amor en tu vida.
De modo que cuando veas que tu
relación no funciona, cuando haga asomar tu «locura» y la de tu pareja,
alégrate. Lo que era inconsciente está saliendo a la luz. Es una oportunidad de
salvación.
Registra cada momento,
registra en especial tu estado interno en cada momento. Si estás enfadado,
debes saber que estás enfadado. Si te sientes celoso, si estás a la defensiva,
si sientes el impulso de discutir, la necesidad de tener razón, si tu niño
interno pide amor y atención o si sientes dolor emocional del tipo que sea,
conoce la realidad de ese momento y registra ese conocimiento.
Entonces la relación se convierte en tu sadhana, tu
práctica espiritual. Si observas un comportamiento inconsciente en tu pareja,
rodéalo con el abrazo amoroso de tu conocimiento y no reacciones.
La inconsciencia y el
conocimiento no pueden coexistir durante mucho tiempo, aunque el conocimiento
no esté en la persona que actúa inconscientemente, sino en la otra. A la forma
energética que reside detrás de la hostilidad y el ataque, la presencia del
amor le resulta absolutamente intolerable. Si reaccionas a la inconsciencia de
tu pareja, tú mismo caes en la inconsciencia. Pero si a continuación recuerdas
que has de conocer y registrar tu reacción, no se pierde nada.
Las relaciones nunca
habían sido tan problemáticas y conflictivas como ahora. Como tal vez hayas
percibido, su finalidad no es hacerte feliz o satisfacerte. Si sigues
intentando alcanzar la salvación a través de una relación, te sentirás
desilusionado una y otra vez. Pero si aceptas que la finalidad de las
relaciones es hacerte consciente en lugar de hacerte feliz, entonces te
ofrecerán salvación, y te habrás alineado con la conciencia superior que quiere
nacer en el mundo.
Para quienes se aferren a los
viejos patrones, cada vez habrá más dolor, violencia, confusión y locura.
¿Cuántas personas se
requieren para hacer de tu vida una práctica espiritual? No te preocupes si tu
pareja no quiere cooperar. La cordura —la conciencia— sólo puede llegar al
mundo a través de ti. No tienes que esperar a que el mundo se vuelva cuerdo, o
a que otra persona se vuelva consciente, para iluminarte. Podrías esperar
eternamente.
No os acuséis mutuamente de ser inconscientes. En el
momento en que empiezas a discutir, té has identificado con una posición
mental, y junto con esa posición estás defendiendo tu sentido de identidad.
Entonces el ego se pone al mando. Estás siendo inconsciente. En ocasiones,
puede ser apropiado que señales a tu pareja ciertos aspectos de su
comportamiento. Si estás muy alerta, muy presente, podrás hacerlo sin que el
ego se inmiscuya, sin culpar, acusar ni decir al otro que está equivocado.
Cuando tu compañero o compañera
se comporte inconscientemente, renuncia a juzgarle. El juicio sólo sirve para
confundir el comportamiento inconsciente de la otra persona con su identidad
real o para proyectar tu propia inconsciencia en la otra persona y confundir tu
proyección con su identidad.
Esta renuncia a juzgar no
implica que no reconozcas la disfunción y la inconsciencia cuando las veas.
Significa «ser el conocimiento» en lugar de «ser la reacción» y el juez.
Entonces te liberarás totalmente de la necesidad de reaccionar, o reaccionarás
conservando el conocimiento, el espacio en el que la reacción puede ser
observada y se le permite ser. En lugar de luchar en la oscuridad, pones luz.
En lugar de reaccionar a la ilusión, eres capaz de verla y de traspasarla.
Ser el conocimiento crea un
espacio claro de presencia amorosa que permite a todas las personas y cosas ser
como son. No hay mayor catalizador de la transformación. Si haces de esto tu
práctica, tu pareja no podrá seguir a tu lado y continuar siendo inconsciente.
Si los dos llegáis al acuerdo de
que la relación va a ser vuestra práctica espiritual, tanto mejor. Entonces
podréis expresar vuestros pensamientos, sentimientos o reacciones en cuanto se
produzcan, de modo que no crearéis un desfase temporal que pudiera agriar una
emoción no reconocida ni expresada.
Aprende A Expresar Lo Que Sientes Sin Culpar
Aprende a escuchar a tu
pareja de manera abierta, sin ponerte a la defensiva.
Dale espacio para expresarse. Mantente presente. Acusar,
defenderse, atacar..., todos los patrones diseñados para fortalecer o proteger
el ego, o para satisfacer sus necesidades, están de más. Es vital dar espacio a
los demás y también dártelo a ti mismo. El amor no puede florecer sin espacio.
Cuando hayas resuelto los
dos factores que destruyen las relaciones, es decir, cuando hayas transmutado
el cuerpo-dolor y dejes de identificarte con la mente y las posiciones mentales
—y siempre que tu pareja haya hecho lo mismo—, experimentarás la dicha del
florecer de una relación. En lugar de reflejaros mutuamente el dolor y la
inconsciencia, en lugar de satisfacer vuestras mutuas necesidades egocéntricas,
os reflejaréis el amor que sentís en vuestro interior, el amor que acompaña a
la toma de conciencia de vuestra unidad con todo lo que es. Ése es el amor que
no tiene opuesto.
Si tu pareja sigue estando
identificada con la mente y el cuerpo-dolor, y tú ya te has liberado, esto
representará un gran reto, pero no para ti, sino para tu pareja. No es fácil
vivir con una persona iluminada o, más bien, es tan fácil que el ego se siente
amenazado.
Recuerda que el ego
necesita problemas, conflictos y «enemigos» que fortalezcan su sensación de
separación, de la que depende su identidad. La mente no iluminada de tu pareja
se sentirá muy frustrada porque no te resistes a sus posiciones mentales fijas,
lo que significa que se irán debilitando y temblarán, e incluso existe el
«peligro» de que se derrumben, produciendo una pérdida de identidad.
El cuerpo-dolor está pidiendo
feedback y no lo está obteniendo. La necesidad de argumentar, dramatizar y
estar en conflicto no está siendo satisfecha.
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