Los límites no parecen estar muy bien vistos, los rechazamos o nos cuesta ponerlos.
Pero…¿son importantes los límites? Los límites con los demás nos estructuran como personas, nuestra identidad, nuestra forma de ser ante el otro, a mi YO se le da forma con los límites.
Nuestro mundo interno se proyecta en las cosas cotidianas que nos rodean, desde la comida, la casa, la decoración, la ropa … Por eso poner límites a las cosas (a la comida, a las drogas en caso de adicciones, cerrar la puerta de mi habitación o de mi casa y que no entre nadie si no quiero, tener mis propios horarios, respetar mi ropa si no me gusta dejarla, tener mi propio dinero y no sentir que abusan de él o que alguien tiene poder sobre mi por dármelo) nos ayuda a poner límites con las personas.
No poner límites es dejarme llevar por la vida y por los demás.
Poner los límites es:
– Tomar las riendas
– Es DECIR NO
– Es decir HASTA AQUÍ
– Es NO dejarme llevar haciendo lo que los demás quieren por no crear conflicto.
– Es NO terminar haciendo las sugerencias de los demás.
– Es NO dejar que invadan mi intimidad.
– NO dar por hecho que cualquiera puede opinar, manipular y exigir sobre mi espacio personal.
Cuando alguien me habla mal, aunque sea alguien a quien otorgue cierto “poder” jefes, padres, … no consentirlo.
Decir NO QUIERO aunque esto represente cierto dolor al otro (dolor que muchas veces sobredimensionamos, no es tanto).
Hacerlo con las personas que más queremos (que son las que más nos cuesta).
No dejarme liar con los chantajes emocionales, por miedo a ser “egoísta” o “egocéntric@” confundir esto es un grave error.
No confundirme con frases como “lo hago por tu bien”, el cariño nos descoloca.
Entonces… ¿Por qué no ponemos los límites a veces?
– Porque no nos damos cuenta pensando “no me importa, no me cuesta nada” y se va acumulando.
– Después sientes un malestar general que no sabes de dónde viene…
– Por temor a ser egoístas y malas personas.
– Por omnipotencia y creer que podemos con todo.
– Por miedo a las soledad.
Qué consecuencias tiene para nosotros no poner los límites:
– Inseguridad general. Baja autoestima,
– Dificultad para saber lo que quiero. Falta de Identidad.
– Dependencia Emocional. Desconcentración.
Los límites con nuestros hijos: Hasta los 18 meses, el bebé cree que él y su mama son “todo uno”, una fusión total donde no hay limites. Llega un momento en que el bebé se descubre a sí mismo como una persona autónoma y por fin puede ver a la madre como otro ser diferente. Esto es sano para el crecimiento.
Con los limites se descubre la existencia del otro, se distingue hasta dónde tú y hasta dónde yo, cómo eres y cómo soy. También los demás te empiezan a ver como alguien con presencia y autonomía. Esto es sano para el crecimiento personal.
Qué representa poner límites:
A nivel consciente: decir o hacer lo que se piensa en lo cotidiano, decidir mi propio camino.
A nivel inconsciente: formarme como individuo, con mi propia individualidad, estructurarme psíquicamente.
Creencias Populares Dañinas:
La familia piña “la familia que está unida debe compartirlo todo, no cuestionarse los unos a los otros y que no haya nada privado porque eso es de despreocupados y egoístas”
El amor idílico “el verdadero amor es que los dos sean uno, compartirlo y saberlo todo, quererse es fusión sin limites” (como el bebé con su mamá).
Esto no solo es erróneo sino perjudicial a nivel psicológico. Madurar la AUTONOMÍA es básico para la Salud Psíquica.
¿Cómo puedo poner límites?
– Poco a poco.
– Primero hay que empezar por detectar las situaciones, aunque no podamos cambiar nada.
– Estar alerta y localizar cuando me sienta mal algo (a veces respondemos tan automáticamente que no pensamos si me gusta o no lo que me están diciendo).
– Recordar que seguimos queriendo a esa persona, que NO ES MALO ponerle un límite…
– Cuando lo tengamos claro internamente empezará a salir solo…
– Soportar la culpa inicial, no estamos acostumbrados. . . pero pasará.
– Confiar en uno mismo, ya se irá pudiendo, sin prisas.
– Todos somos personas igual de valiosas. El valor te lo das tú mismo.
– Siendo ASERTIVO: decir lo que pienso, con educación pero con firmeza. Esto me hace sentirme coherente conmigo mismo, fortalece la autoestima, produce tranquilidad, seguridad y respeto.
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