Enamórate de alguien que te tienda la mano cuando caes. Asegúrate de que su mirada amorosa y su mano tendida preceden sus palabras.
Enamórate de un hombre o de una mujer que respete sin juzgarlas tus creencias, tus emociones y tus decisiones.
Enamórate de una persona con la que conversar, reír y gozar en una atmósfera fuera del espacio y el tiempo, en intimidad y complicidad plenas.
Y, ante todo, enamórate de quien te vea de verdad, de quien sientas que mira más allá de tu imagen, de lo que tienes, de los personajes y roles que representas cada día, de quien haya sintonizado con tu naturaleza genuina, con el Ser Esencial que eres desde antes de que tuvieses nombre ni sexo ni más etiquetas de identidad.
Pero antes…
Mírate tú mismo, tú misma, con amor aunque caigas, valida lo que sientes, sana e integra tu pasado, llévate bien con tu soledad y deja que tu Ser Esencial ocupe cada día más espacio en la constelación interna de tu personalidad.
Redescubre la compasión hacia ti, deja que se instale como modo de observarte y comunicarte contigo, para así, poder enamorarte de quien refleje tanto tanto tanto amor.
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Imagen: Malena Valcarcel
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