Se ha dicho que la sabiduría más elevada estriba en el
desapego, o según palabras de Chuang-tse: "El hombre perfecto utiliza su
mente como un espejo; no se aferra a nada, no rechaza nada; sólo recibe, pero
no retiene". El desapego significa no sentir ningún remordimiento por el
pasado ni miedo por el futuro; dejar que la vida siga su curso sin intentar
interferir en su movimiento y cambio, sin intentar prolongar las cosas
placenteras ni provocar la desaparición de las desagradables. Actuar de este
modo es moverse al ritmo de la vida, estar en perfecta armonía con su música
cambiante, a esto se llama iluminación.
Dicho brevemente; es no apegarse al pasado ni al futuro y
vivir en el eterno ahora. Ya que, en realidad, ni el pasado ni el futuro tienen
una existencia separada de este ahora; por sí mismos son una ilusión. La vida
existe sólo en este preciso momento, y es en este momento cuando es infinita y
eterna. Ya que el momento presente es infinitamente pequeño, antes de que
podamos medirlo ha desaparecido, y sin embargo persiste para siempre. Este
movimiento y este cambio ha sido llamado Tao por los chinos pero, en realidad,
no hay movimiento, ya que el movimiento es la única realidad y no existe nada
más allá en relación a lo cual pueda decirse que se mueve. De ahí que, en
definitiva pueda denominarse el eterno movimiento y el eterno reposo.
¿Cómo podemos vivir en armonía con el Tao? Un sabio dijo que
si pretendemos vivir en armonía con el Tao, debemos alejarnos de él. Pero no
acababa de estar en lo cierto. Ya que lo curioso del caso es que no podemos
alejarnos de él aunque queramos; aunque tus pensamientos huyan hacia el pasado
o corran hacia el futuro, no pueden escapar del momento presente. Por mucho que
quieran retroceder o avanzar para escapar, nunca pueden separarse del momento,
ya que esos pensamientos se hallan en el momento; al igual que todo cuanto
comparten, de hecho son el movimiento de la vida, que no es otra cosa que el
Tao. Quizá te creas fuera de la armonía de la vida y de su eterno ahora; pero
no podrías existir, ya que tú eres vida y existes ahora, de otro modo no
estarías aquí. De ahí que no sea posible escapar ni atrapar el Tao infinito; no
hay ni un acercarse a él, ni un alejarse de él, simplemente es, y tú lo eres.
Por lo tanto, conviértete en lo que eres.
Una vez Chesterson dijo que los ángeles saben volar porque
se toman a sí mismos a la ligera. Uno ve tantos rostros ensombrecidos por la
seriedad que sería comprensible si estuviera provocada por el dolor. Pero esta
clase de seriedad que arrastra al ser humano a la tierra y mata la vida de su
espíritu no es hija del dolor, sino de cierto tipo de representación en la que
el actor se engaña al identificarse con su papel. Cuando los niños participan
en la representación también lo hacen con seriedad, pero es diferente, porque
el niño es consciente de que solamente es un juego y su seriedad es una forma
indirecta de divertirse. Pero en el adulto esta seriedad se convierte en vicio,
porque transforma el juego en religión, identificándose con el papel o posición
en la vida que tanto teme perder. Esto ocurre especialmente cuando la persona
no iluminada alcanza cualquier nivel de responsabilidad; desarrolla una falta
de ligereza, de abandono, y una rigidez que indica que está utilizando su
dignidad como unos zancos para mantener la cabeza por encima de la adversidad.
El problema estriba en que, en lugar de representar su papel, es éste el que lo
representa a él, convirtiéndole en el hazmerreír de todos cuantos le observan a
través de su disfraz.
El mensaje de la sabiduría oriental es que las formas de la vida son
maya y, por lo tanto, desde el punto de vista de la realidad, carecen
profundamente de seriedad. Pues el mundo de la forma y de la ilusión que la
mayoría toma como reales, no es otra cosa que una especie de representación
teatral del Espíritu, o, como lo han denominado los hindúes, la danza de Siva.
Él es el iluminado que se une a ella siendo consciente de que es un juego, ya
que el ser humano sufre sólo porque se toma en serio lo que los dioses han
creado por pura diversión. De ahí que el ser humano sólo se convierte en un ser
humano cuando pierde el sentido de la ligereza de los dioses. Pues los dioses
(o budas, o lo que prefiráis) son simplemente nuestra propia y más íntima
esencia, que podría hacer añicos y reducir a la nada el universo en un momento
si quisiera. Pero no es así, y los mundos continúan moviéndose con el propósito
divino de un juego, porque, al igual que un músico, es un creador que se
deleita en confeccionar un ritmo y una melodía. Unirse a su juego no es un
deber, sino un goce, y quien no lo vea de ese modo no podrá participar en él ni
comprenderlo.
Si, todo es MAya pero aunque sea una ilusion, hunde a las personas, aunque sepan esta verdad, porque por lo general al YO SOY no se le ocurre como auxiliar a su avatar fisico.
ResponderEliminarGracias. Bendiciones