viernes, 3 de febrero de 2017

Conviértete en lo que eres




Se ha dicho que la sabiduría más elevada estriba en el desapego, o según palabras de Chuang-tse: "El hombre perfecto utiliza su mente como un espejo; no se aferra a nada, no rechaza nada; sólo recibe, pero no retiene". El desapego significa no sentir ningún remordimiento por el pasado ni miedo por el futuro; dejar que la vida siga su curso sin intentar interferir en su movimiento y cambio, sin intentar prolongar las cosas placenteras ni provocar la desaparición de las desagradables. Actuar de este modo es moverse al ritmo de la vida, estar en perfecta armonía con su música cambiante, a esto se llama iluminación.

Dicho brevemente; es no apegarse al pasado ni al futuro y vivir en el eterno ahora. Ya que, en realidad, ni el pasado ni el futuro tienen una existencia separada de este ahora; por sí mismos son una ilusión. La vida existe sólo en este preciso momento, y es en este momento cuando es infinita y eterna. Ya que el momento presente es infinitamente pequeño, antes de que podamos medirlo ha desaparecido, y sin embargo persiste para siempre. Este movimiento y este cambio ha sido llamado Tao por los chinos pero, en realidad, no hay movimiento, ya que el movimiento es la única realidad y no existe nada más allá en relación a lo cual pueda decirse que se mueve. De ahí que, en definitiva pueda denominarse el eterno movimiento y el eterno reposo.

¿Cómo podemos vivir en armonía con el Tao? Un sabio dijo que si pretendemos vivir en armonía con el Tao, debemos alejarnos de él. Pero no acababa de estar en lo cierto. Ya que lo curioso del caso es que no podemos alejarnos de él aunque queramos; aunque tus pensamientos huyan hacia el pasado o corran hacia el futuro, no pueden escapar del momento presente. Por mucho que quieran retroceder o avanzar para escapar, nunca pueden separarse del momento, ya que esos pensamientos se hallan en el momento; al igual que todo cuanto comparten, de hecho son el movimiento de la vida, que no es otra cosa que el Tao. Quizá te creas fuera de la armonía de la vida y de su eterno ahora; pero no podrías existir, ya que tú eres vida y existes ahora, de otro modo no estarías aquí. De ahí que no sea posible escapar ni atrapar el Tao infinito; no hay ni un acercarse a él, ni un alejarse de él, simplemente es, y tú lo eres. Por lo tanto, conviértete en lo que eres.


Una vez Chesterson dijo que los ángeles saben volar porque se toman a sí mismos a la ligera. Uno ve tantos rostros ensombrecidos por la seriedad que sería comprensible si estuviera provocada por el dolor. Pero esta clase de seriedad que arrastra al ser humano a la tierra y mata la vida de su espíritu no es hija del dolor, sino de cierto tipo de representación en la que el actor se engaña al identificarse con su papel. Cuando los niños participan en la representación también lo hacen con seriedad, pero es diferente, porque el niño es consciente de que solamente es un juego y su seriedad es una forma indirecta de divertirse. Pero en el adulto esta seriedad se convierte en vicio, porque transforma el juego en religión, identificándose con el papel o posición en la vida que tanto teme perder. Esto ocurre especialmente cuando la persona no iluminada alcanza cualquier nivel de responsabilidad; desarrolla una falta de ligereza, de abandono, y una rigidez que indica que está utilizando su dignidad como unos zancos para mantener la cabeza por encima de la adversidad. El problema estriba en que, en lugar de representar su papel, es éste el que lo representa a él, convirtiéndole en el hazmerreír de todos cuantos le observan a través de su disfraz.

El mensaje de la sabiduría oriental es que las formas de la vida son maya y, por lo tanto, desde el punto de vista de la realidad, carecen profundamente de seriedad. Pues el mundo de la forma y de la ilusión que la mayoría toma como reales, no es otra cosa que una especie de representación teatral del Espíritu, o, como lo han denominado los hindúes, la danza de Siva. Él es el iluminado que se une a ella siendo consciente de que es un juego, ya que el ser humano sufre sólo porque se toma en serio lo que los dioses han creado por pura diversión. De ahí que el ser humano sólo se convierte en un ser humano cuando pierde el sentido de la ligereza de los dioses. Pues los dioses (o budas, o lo que prefiráis) son simplemente nuestra propia y más íntima esencia, que podría hacer añicos y reducir a la nada el universo en un momento si quisiera. Pero no es así, y los mundos continúan moviéndose con el propósito divino de un juego, porque, al igual que un músico, es un creador que se deleita en confeccionar un ritmo y una melodía. Unirse a su juego no es un deber, sino un goce, y quien no lo vea de ese modo no podrá participar en él ni comprenderlo.

Fuente: Alan Watts. Conviértete en lo que eres (Ediciones Oniro, 2004) vía AdvaitaInfo
 

¿ CONOCES LAS DIFERENCIAS ENTRE CONCIENCIA Y CONSCIENCIA ?

 

A veces son términos intercambiables, pero no siempre. Con el sentido general de ‘percepción o conocimiento’, se usan ambas formas.

Conciencia : Conocimiento de lo que nos rodea, en base a los órganos de los sentidos. En sentido moral, como ‘capacidad de distinguir entre el bien y el mal’ (el Pepito Grillo de Pinocho), sólo se usa la forma conciencia. También tener mala conciencia, remorderle a alguien la conciencia, no tener conciencia.

Consciencia : Conocimiento de sí mismo. La consciencia define al ser. Se es consciente de sí mismo y de lo que nos rodea en base a lo que uno Es. Otra definición es la que asocia la consciencia a un estado de unión con la vida universal. Es una expansión continua, igual que el universo.


¿Se puede ser consciente, sin conciencia?

Parece que si apagamos la conciencia, no estamos en el aquí y en el ahora, difícilmente llegaremos a elevar la consciencia. El lo que nos da a entender el cuento del maestro zen que recibía muchas visitas de personas en busca de consejos:


Un día recibió a un joven que se tomaba muy en serio su camino espiritual. Se sentía preparado para convertirse en la mano derecha de cualquier gran maestro.

Ese día había llovido cuando el joven llegó a la casa del maestro. El joven se quitó los zapatos y dejó el paraguas antes de entrar en la habitación. Se inclinó ante el maestro y le dijo que le gustaría convertirse en su discípulo.

El maestro sonrió, pero no dijo ni una palabra.

El joven, un poco incomodado por el silencio, le dijo que había estudiado mucho. Que pensaba que estaba llamado a convertirse en uno de los “iluminados”.

El maestro le preguntó: ¿sabes a qué lado de la puerta has dejado el paraguas y a qué lado de la puerta has dejado los zapatos?.

N-n-no, tartamudeó el joven, desconcertado, ¿Por qué?.

El maestro le respondió de forma muy calmada: “Porqué lo que tu buscas es la consciencia” ¿Y cómo puedes estar consciente si ni siquiera sabes dónde has dejado los zapatos y el paraguas?.


¿Cuál es la diferencia entre una persona que no es consciente y otra que sí lo es?

Si no soy consciente considero que mis límites son fronteras inexpugnables, acumulo límites… En cambio, un ser consciente conoce sus límites y sin embargo aspira a la totalidad, quiere ir más allá de los mismos.


¿La psicogenealogía puede ser una herramienta útil para ganar consciencia?

 “cuando construimos nuestro árbol genealógico estamos realizando una toma de consciencia”. Ahora bien, una toma de conciencia que no es seguida de un acto resulta completamente estéril. Un acto vale más que mil palabras.


¿Desde el momento de nuestro nacimiento tratamos de expandir continuamente nuestro nivel de consciencia?.

El ser humano va transitando desde los niveles más bajos: consciencia animal, hasta tratar de alcanzar los estratos más altos, la consciencia cósmica y la divina:


Consciencia animal: caracterizado por los problemas de territorio


Infantil: la infancia persistente, donde se pide sin cesar sin dar…


Romántico: cuando la pareja es considerada como la panacea universal


Adulto: el adulto es el sujeto que invierte. Ahora bien, puede ser un adulto explotador, cuyo afán sea poseer y explotar, o un adulto generoso, que por el contrario no se queda nada para él, sino que se lo da a los demás. El adulto generoso también sabe recibir y aprende lo que es el servicio.


Cósmico: en este nivel ya se ha descubierto que todo está unido. El secreto de la conciencia es la “re-unión: volver a unir lo que estaba separado.


Divino: nivel de conciencia unida al nombre inefable que está dentro de cada uno.

Parece muy atrevido hablar de consciencia divina


 “Tenemos que dejar de pensar que Dios nos va a arreglar las cosas, y decir que si Dios construyó mal este universo, aquí estamos nosotros para rehacerlo. Si hay un Dios, estamos para ayudarlo. Así nos apoderamos del mundo y de nosotros mismos, haremos lo que queramos con plena consciencia y con plena responsabilidad. En este nivel de consciencia divina se encuentra el arte verdadero”


¿Se puede definir la enfermedad como un producto del estancamiento de la consciencia?

Las enfermedades son cristalizaciones de niveles de consciencia que no cambian. Las enfermedades genéticas son “abrigos” que nos han puesto y que vienen de nuestro árbol genealógico. La curación comienza por la aceptación de la enfermedad y su transformación en aliada. La enfermedad es esencialmente separación, es decir, creencia de estar separado.


¿Algunos caminos para ganar consciencia?

Uno es la información, considerando la información no como palabras sino como experiencias… Otro es el arte, que nos abre a otros mundos, a otras miradas, nos muta la consciencia.


¿Qué es una falta de consciencia?

Cuando algo que te ha sucedido y no recuerdas te está marcando. El trato que te dieron tus padres: las neuras, obsesiones, maltratos…que se transmiten por el árbol genealógico. Si nos hacemos conscientes de nuestros traumas genealógicos, estaremos en condiciones de poder desactivarlos.


¿Adónde nos conduce la toma continua de consciencia?


:“Cuando empiezas poco a poco a desprenderte de tu identidad, a ser un humano genérico, dejas de verte en una edad determinada. Luego dejas de identificarte con el tiempo en general. Después ya no te reconoces originario de una patria o hablante de una lengua determinada. No te ves en tu nombre, no te confundes con las cosas que posees, vas cesando en la identificación. Te agarras a lo que eres. A la alegría de la vida. Eres cada vez más feliz y no necesitas el traje rígido del carácter o de la personalidad. Te haces fluido, como el agua”.


Finalmente, al morir, ¿qué es lo que dejamos al mundo?.

Cuando lleguemos a la muerte, lo mejor que podemos ofrecer es una perfecta y luminosa consciencia, una consciencia clara que hay que saber crear, porque si no, como decía Gurdjieff, mueres como un perro, sin ofrendar la consciencia ni construir un alma.


Diez reflexiones sabias sobre el tema de la consciencia.

1.- “Si queremos cambiar el mundo, primero debemos cambiar nuestra manera de verlo” Que en el pasado este cambio de consciencia sólo sucedió a un número muy reducido de personas, sin embargo en la actualidad el cambio de consciencia se da a una escala mucho mayor. E. Tolle


2.- “Darse cuenta de lo que hay que hacer, y no hacerlo, es cobardía” Confuncio


3.- “La consciencia es la presencia de Dios en el hombre” Swedenborg


4.- “El valor sin consciencia es una fiera salvaje” Robert G. Ingersoll


5.- “… esa chispita del fuego celeste, la consciencia” George Washington


6.- “Que peligrosa es la inconsciencia! Para liberarte de los prejuicios solo tienes la consciencia. Es la consciencia la que te puede liberar. Siempre serás esclavo de las cosas de las que no eres consciente” Anthony de Mello.


7.- “La conciencia es la brújula del hombre”. Vincent Van Gogh.


8.- “La finalidad del arte es dar a la gente un mayor nivel de conciencia”. Brassai.


9.- “La conciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo.” William Shakespeare .


10.- “Conciencia es la voz silenciosa de tu ser interior que no te deja ni de día ni de noche, ni en la vigilia ni en el sueño esperando que lo escuches”. Vásquez D.R.D.
 
 
 Vía Karmayoga


Camino a la resiliencia: 7 estrategias para superar la adversidad con fortaleza, claridad y paz interior


En mayor o menor medida, todos somos resilientes: aunque ciertas situaciones resulten extremas, poseemos mecanismos psicobiológicos que nos permiten soportar la presión y recuperar el equilibrio cuerpo-mente.
Podemos enfrentar y superar la adversidad, hallando la calma en medio de la tormenta.

Las primeras investigaciones sobre la resiliencia aportaron frescura al estudio clínico del trauma y los eventos negativos: en lugar de centrarse únicamente en las llamadas áreas de vulnerabilidad, los investigadores (Garmezy, Werner, Manciaux, Saleebey, Coutu, Grotberg…) comenzaron a prestar atención a las fortalezas interiores de los individuos.

En estos primeros estudios encontraron a niñas y niños que sobresalían a pesar de no ser especialmente dotados y, sobre todo, a pesar de atravesar circunstancias increíblemente difíciles. Tenían lo que los psicólogos llaman un “locus interno de control”: creían que ellos, y no sus circunstancias, afectaron sus logros. Se veían como los orquestadores de su propio destino y los constructores de un futuro luminoso, y percibían el arduo presente como un paso necesario hacia el éxito y la libertad.

Además, estos pequeños poseían una fuerte conexión existencial: creían que todo lo que sucede tiene un profundo sentido y propósito, y esto les permitía dotar de nuevo significado a las situaciones más desfavorables, creando de este modo nuevas posibilidades.

¿Se puede aprender la resiliencia?

Si bien no existe ninguna prueba psicológica en particular que mida la resiliencia, durante décadas multitud de investigadores han observado que ciertas personas son capaces de enfrentarse a obstáculos, amenazas e impedimentos sin sucumbir emocionalmente y sin mostrar comportamientos victimistas y derrotistas.

Los acontecimientos no son traumáticos hasta que los experimentamos como traumáticos; es nuestra percepción de lo que nos pasa lo que determina la forma en la que experimentamos lo que nos pasa. Cuando percibimos la adversidad como un desafío y encontramos seguridad interior, nuestras capacidades interiores emergen. Cuando percibimos la adversidad como una amenaza o un evento potencialmente traumático, anulamos nuestros mecanismos biológicos de crecimiento y creamos un problema duradero que puede derivar en estados depresivos.

Las personas resilientes se niegan a percibir los acontecimientos como traumáticos: viven las adversidades y los eventos negativos sin derrumbarse, por muy dolorosos que estos resulten.
Si no te consideras una persona resiliente, no es que no poseas esta capacidad. Lo que sucede es que la resiliencia se refuerza con el uso y se pierde con el desuso. Cuanto más nos esforzamos por ser resilientes, más fomentamos la flexibilidad cognitiva que nos permitirá abrirnos a nuevas posibilidades; cuanto más nos sumimos en el derrotismo, más reforzamos la neurorigidez que deriva en experiencias de sufrimiento.

Aunque nuestro enfoque inicial sea negativo, podemos aprender a percibir los estímulos de forma diferente para replantearlos en términos positivos, lo que por supuesto requiere de altas dosis de conciencia, claridad y discernimiento.

A continuación hemos recopilado 7 estrategias que expertos en diversos campos recomiendan para desarrollar esa destreza que todos poseemos llamada resiliencia.

1. Cuéntate otra historia


Todos tenemos un narrador interno que tiende a exagerar. Cuando vivimos tiempos difíciles, este narrador suele decirnos que será así por siempre. Nada más lejos de la realidad.
Cuando se trata de imaginar nuestro bienestar y proyectarlo hacia el futuro, tendemos a exagerar el impacto y la duración de los eventos dolorosos. A esta conclusión han llegado los doctores Tim Wilson y Dan Gilbert, que en sus estudios de “pronóstico afectivo” (affective forecasting) han encontrado que las cosas malas nos hacen sentir mal, pero no por tanto tiempo como pensamos ni con tanta intensidad: las personas solemos aferrarnos a la desesperación con mucha facilidad, pero rara vez llegamos a experimentar esos extremos que habíamos imaginado.

El Dr. Wilson explica que, del mismo modo que nuestro sistema inmunológico nos defiende de agentes infecciosos, poseemos un “sistema inmunológico psicológico” que cura nuestras heridas emocionales. Según su investigación, nuestra mente inconsciente utiliza este mecanismo para ayudar a la mente consciente a relativizar nuestras vivencias dolorosas, de modo que con el paso del tiempo el narrador interior comienza a contarnos una historia más agradable.
Aunque la voz interior tienda al dramatismo, con el tiempo todo se va reenfocando gracias a este sistema inmunológico psicológico, y la mejor forma de favorecerlo es mantener siempre una actitud resiliente. Estas 4 sencillas estrategias del Dr. Schwartz también te serán de gran ayuda para encontrar una nueva voz en tu historia personal.

2. Cuestión de actitud

Si no adoptamos una actitud correcta, el camino a la resiliencia se vuelve espinoso. Cuando nos negamos a considerar la posibilidad de percibir los eventos negativos como oportunidades de crecimiento, y en lugar de ello nos dedicamos a seguir victimizándonos, la resiliencia sigue durmiendo en su guarida secreta.
La actitud es uno de los nutrientes principales que ayuda a que nuestro equilibrio cuerpo-mente florezca. Para no extendernos aquí, te recomendamos que leas este post en el que te mostramos 4 sencillos consejos para calibrar tu actitud.

3. ¿Quién creo que soy?

¿Somos lo que creemos que somos? ¿Está nuestra percepción de nosotros mismos distorsionada, reflejando una imagen irreal pero familiar y confortable?
Ya que la negatividad suele ser resultado de una percepción desdibujada de la realidad, podemos comenzar por volvernos más objetivos en nuestra autopercepción. Si evaluamos nuestra realidad  –personalidad, comportamiento, relaciones sociales…- de una forma más imparcial y ecuánime, encontraremos que muchas de nuestras fortalezas siempre estuvieron ahí pero nuestra ceguera nos impedía verlas.

Las prácticas introspectivas como la atención plena son una excelente forma de regresar a nosotros mismos y conocernos. Cuando nos volvemos íntimos con nuestra vida interior (ya sean aspectos que aceptamos o aspectos que rechazamos de nosotros mismos), nos percibimos con mayor claridad, y capacidades que estaban en letargo como la resiliencia son redescubiertas.
En este enlace puedes unirte gratis a nuestro Reto de Mindfulness, un curso online introductorio de atención plena totalmente guiado.

4. Crea un diario de gratitud

Nuestro cuerpo y nuestra mente responden rápidamente a los cambios positivos que la gratitud pone en funcionamiento. La gratitud abona el terreno para que nuestra personalidad se vuelva más y más resiliente: se trata de una sencilla pero excelente forma de transformar nuestras vidas avalada por multitud de estudios científicos.
En este artículo conocerás sus beneficios demostrados y aprenderás a crear y mantener tu propio diario de gratitud paso a paso. Además, podrás participar en un sencillo e inspirador reto que te ayudará a motivarte para incorporar esta eficaz herramienta en tu día a día (miles de personas de más de 20 países ya lo están haciendo).

5. Enfrenta tus miedos

Muchos profesionales utilizan la llamada “terapia de exposición” para ayudarnos a cambiar las asociaciones que en el pasado establecimos con determinados estímulos.
Si hay algo que nos aterra, podemos dotarlo de nuevo significado dando pequeños pasos seguros: nos exponemos lenta y repetidamente a eso que tanto nos asusta. Por ejemplo, si nos aterra la opinión ajena y esto nos convierte en personas poco sociables y comunicativas, nos exponemos en pequeñas dosis a ese miedo que nos bloquea. Podemos acudir a reuniones e interactuar más de lo habitual. De este modo, vamos superando el miedo a través del acto sostenido de enfrentar las emociones que tanto nos molestan.
La idea de esta estrategia no es eliminar nuestros miedos de un plumazo, sino entrar en contacto con nuestro valor y nuestra resiliencia. No se trata de dejar de tener miedo, sino de seguir adelante a pesar del miedo.

6. Practica la compasión (y la autocompasión)

Lobsang Tenzin Negi, doctor en Budismo y creador del Cognitively-Based Compassion Training (CBCT), un programa de meditación que actualmente es utilizado en diversos estudios clínicos, expone en esta entrevista que “en este mundo tan complejo, lleno de estresantes psicosociales, lo que más necesitan las personas, y más las angustiadas y deprimidas, son maneras más sanas de forjar relaciones con quienes las rodean”.

“Sobrevaloramos las amenazas. Yo vengo de una cultura que cree que cada ser humano tiene un tremendo potencial, somos altamente resilientes, tenemos la capacidad de mantener el optimismo, de no desfallecer, pero para ello lo primero que debemos integrar es que todos los seres de este planeta tenemos una aspiración común: todos queremos ser felices. Ser conscientes de esa interconexión nos hace acercarnos a las personas con un mayor grado de afecto, cercanía y ternura, de manera que nos relacionamos con el mundo de una manera más saludable.”

La autocompasión, como la propia palabra indica, implica ofrecernos compasión a nosotros mismos: abordamos nuestro propio sufrimiento con una actitud de bondad y no juicio. Cuando nos volvemos conscientes de que todos experimentamos emociones y situaciones profundamente dolorosas, nos alentamos a salir del absoluto dramatismo en que vivíamos y desarrollamos una personalidad resiliente.

7. Practica el perdón

Tal y como te mostramos en este artículo, cuando no perdonamos liberamos todos los neuroquímicos del estrés y la ansiedad. Además, el cerebro entra en lo que se conoce como “la zona de no-pensamiento”, un estado cognitivo en el que nuestras facultades mentales se ven seriamente limitadas: no podemos pensar con claridad, y nuestra capacidad de resiliencia corre el peligro de quedar anulada.
Perdonar es salir al encuentro del otro, lo que nos permite al mismo tiempo salir al encuentro de nosotros mismos. Cuando nos volvemos conscientes de que nosotros también hemos errado y hemos sido perdonados en el pasado, relativizamos los fallos que todos cometemos, lo que nos permite reencontrarnos con nuestras fortalezas interiores. Dejar de asociar las equivocaciones -propias o de los demás- con estados de rencor y hostilidad permite que nuestro cuerpo-mente encuentre un punto de equilibrio óptimo en el que emerge lo mejor de nosotros mismos.

Resumiendo

1.    Todos poseemos esa capacidad natural de superar adversidades llamada resiliencia.
2.    La resiliencia está íntimamente ligada a nuestra percepción: cuando percibimos la adversidad como un desafío que podemos superar, nuestras capacidades interiores emergen; cuando percibimos la adversidad como una amenaza, anulamos los mecanismos psicobiológicos de la resiliencia.
3.    La resiliencia puede ser entrenada y desarrollada: podemos aprender a percibir los estímulos de forma diferente para replantearlos en términos positivos. Cuanto más nos esforzamos por ser resilientes, más reforzamos esta capacidad; cuanto más caemos en actitudes victimistas y derrotistas, más se atrofian nuestras fortalezas interiores.
4.    Las 7 estrategias descritas anteriormente nos ayudan a desarrollar una personalidad resiliente a través del reencuentro con las virtudes innatas que todos poseemos.
5.    Ser resiliente es, en definitiva, una decisión consciente.


“En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible. – Albert Camus

Por Jorge Benito - Mindfulsciencie