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domingo, 18 de febrero de 2018

Meditación y neurologia


Estudios con magneto-encefalografía demuestran que las personas que han sido entrenadas en mindfulness tienen cambios más rápidos y de mayor tamaño en la amplitud de la onda alfa cuando cambie el foco. La meditación mindfulness ayuda a los pacientes a controlar el dolor crónico y la depresión.
Un estudio reciente de la Universidad de Brown propone que aquellos que practican la meditación, ganan un mayor control sobre los ritmos alfa de las cortezas sensoriales que ayudan a regular la forma en que el cerebro procesa las sensaciones, incluyendo el dolor y los recuerdos, así como los pensamientos negativos.
En base a los resultados experimentales publicados y una simulación por ordenador de las redes neuronales, se deriva una conexión íntima del mindfulness entre la mente y el cuerpo, ya que la meditación estandarizada del mindfulness tiene un enfoque muy localizado sobre las sensaciones del cuerpo y la respiración.
Lo investigadores proponen que debemos aprender a controlarnos en cada momento mediante meditación mindfulness. Un control eficiente de nuestro ritmo nos permite filtrar mejor la información sensorial
Los practicantes de la meditación aprenden no sólo a controlar sus sensaciones corporales específicas que prestar mayor atención al espacio, sino también la forma de regular la atención para que las sensaciones físicas negativas como el dolor crónico no se vuelvan hacia uno mismo. El control local de atención de los ritmos alfa somatosensoriales se generaliza para regular mejor nuestros pensamientos negativos que pueden llevar a la depresión.
Catherine Kerr y su grupo de investigadores dicen que “somos el primer grupo en proponer un mecanismo neurofisiológico subyacente que vincula directamente la práctica real de la conciencia consciente de la respiración y las sensaciones del cuerpo para el tipo de beneficios cognitivos y emocionales que le confiere la atención”



jueves, 15 de febrero de 2018

Vivir según la filosofía Zen



Los valores Zen se pueden aplicar en nuestro día a día, no es necesario escapar del mundanal ruido e ingresar en un monasterio. Pero para vivir siguiendo la filosofía Zen, no se puede ser utilitarista, no se puede coger sólo aquello que nos gusta y utilizarlo en provecho propio.

La meditación, por ejemplo, no es una única forma de relajarnos porque llevamos una vida demasiado acelerada. Hemos de comprender que no tendríamos que llevar un tipo de vida que no nos satisface y nos pone al límite de nuestras energías.
Estaríamos haciendo un uso utilitario si lo que pretendiéramos fuera conseguir más energías para seguir llevando una vida en la que sólo prima la ambición por conseguir más bienes materiales.
El Zen nos invita a hacer una reflexión sobre el ritmo que llevamos y a entender que debemos cuidar nuestra espiritualidad desde una actitud más elevada.
No es que no podamos tener un trabajo normal ni ganar dinero, pero sí que deberíamos procurar aprender a poner todo esto en su sitio y a valorarlo en su justa medida.
Para poder aplicar el Zen a nuestra vida diaria debemos comprender que es mucho más importante ser que tener.
Vivimos en una sociedad en la que es muy importante poseer. Consumir bienes sirve para conseguir un estatus, pero ¿cuándo acaba esta ansia?
No tiene fin. Por tanto nunca estará satisfecha, y ello nos condena a la infelicidad.
Esta ambición por poseer nos impide ver lo esencial: no es importante tener, sino ser.
La verdadera riqueza y abundancia es la que llevamos en nuestro interior y nadie puede robarnos.
Nuestra riqueza es la más desconocida para la mayoría de la humanidad, es la que menos cultivamos, la que más olvidamos. Y eso nos lleva a una pobreza de espíritu que no se puede equilibrar con la posesión de cosas externas.
Intentar encontrar fuera lo que no se tiene dentro es sinónimo de no sanear el interior.
El Zen abre la puerta del gran tesoro interior.
                          
¿Cómo compatibilizar esta filosofía oriental con la sociedad occidental en la que vivimos?
La respuesta la hallaremos en la práctica continuada del “zazen”, la meditación.
Con la práctica del “zazen”, podremos ver las cosas desde un punto de vista completamente diferente.
Si estamos sometidos al miedo, a los deseos, a la inseguridad o a la ambición, lo que nos rodea resulta demasiado grave y acaba convirtiéndose en un gran problema.
En cambio, cuando somos capaces de relajarnos, podemos actuar con mucha más libertad y las cosas fluyen de forma natural.
Conseguir la calma espiritual es uno de los pasos que más nos acerca a la felicidad, pues supone dejar de sufrir por cosas que no merecen la pena.

El Zen es un camino que nos conduce a la lucidez y a la paz de espíritu. Y desde la tranquilidad es más fácil asumir cualquier reto que se nos presente.

Para llevar una vida Zen es imprescindible la presencia de un maestro.
El Zen no tiene escrituras sagradas ni preceptos que seguir. Los conocimientos se han difundido durante siglos a través de maestros a discípulos, mediante la práctica oral.
El maestro nos ayudará a encontrar la postura adecuada, a hallar la respiración idónea, a diluir las inseguridades. Él sabe valorar las actitudes de sus alumnos y sacar lo mejor de cada uno de ellos. Conoce cómo ayudarlos en cada caso.
El maestro Zen es un guía espiritual que ayuda a cada alumno a encontrar la llave para abrir su mundo espiritual, sin ser nunca un gurú o un predicador.
No es un profesor, pues él no da sermones, su método es ayudar a despertar la conciencia de sus pupilos.
La práctica del Zen es muy beneficiosa para la salud, aleja muchos trastornos y permite llevar a cabo un día a día mucho más sano.
El primer efecto es la ausencia de estrés. El Zen consigue que cuerpo y mente logren una gran relajación, y esto supone un beneficio en el que se padecen menos enfermedades.
El control de la respiración que se consigue mediante el “zazen” calma el ritmo cardíaco y regula la circulación.
La espiración profunda que se lleva a cabo durante la meditación, sirve para liberar a los pulmones del gas carbónico acumulado en ellos, y así se evitan enfermedades. El aire estancado en los pulmones produce opresión, ansiedad y nerviosismo.
El “zazen” baja la tensión y el ácido láctico en sangre, que es el responsable de la agresividad y de la desestabilización hormonal y del sistema nervioso.
La relajación corporal y el estiramiento de la columna vertebral sirven para combatir los problemas de espalda y contracturas musculares en general.
La función del Zen no es curar, pero su práctica habitual puede mejorar las condiciones de nuestro organismo.
La meditación “zazen” nos ayuda también a potenciar nuestras habilidades manuales, nuestra creatividad y nuestra intuición.
La persona verdaderamente creativa es la que es capaz de ver más allá y proponer soluciones diferentes.
La meta radica en no obsesionarnos sino en dejar que todo fluya de forma natural.
Hay un dicho del maestro Dogen que dice así: “Mantened las manos abiertas, toda la arena del desierto pasará por vuestras manos. Cerrad las manos, sólo obtendréis un puñado de arena”.

La metáfora significa que sólo hemos de dejar que las cosas ocurran y notar las sensaciones que despiertan en nuestro cuerpo y dejarnos guiar por nuestra intuición, a la que habremos despertado con las técnicas “zazen”.
maestroviejo/selenitaconsciente.com 

miércoles, 17 de enero de 2018

Ahora


En mi opinión, perdemos demasiada vida en esta locura de pasarnos más tiempo en el pasado o en el futuro –el posible futuro- que en el presente.

Está bien traer el pasado al presente de vez en cuando, porque es placentero y enriquecedor deleitarnos con las cosas agradables por las que hemos ido pasando, y a través de nuestra mente y el recuerdo somos capaces de hacer el milagro de recrear lo que ya no existe, y está bien traer al presente de vez en cuando las cosas que no han estado bien en nuestra opinión, siempre que sea con el exclusivo objetivo de aprender aquello que nos permita evitar que se vuelva a repetir siempre que esté en nuestra mano.

Lo que no está bien es irse al pasado –abandonando el presente- porque allí tengamos recuerdos de cosas que ya no están ni volverán a estar –eso que se llama nostalgia-, y no está bien querer quedarnos allí porque estábamos mejor que ahora. 

Si es por placer, estupendo, se puede ir, pero luego hay que volver al presente con las pilas cargadas… y no abatidos.

Tampoco está bien si el motivo de ir es que tenemos mucho de que arrepentirnos y vamos allí para reabrir la herida de lo que hicimos mal, y aún es peor si además nos ponemos a hurgar en ella con saña y con el único fin de castigarnos por lo que hicimos.

No existe el pasado ni el futuro: existe el ahora.

El instante en que leíste la palabra anterior ya no existe. Ya forma parte del pasado. O sea que no existe lo pasado –existió- y no existe lo futuro, porque a eso que llamamos futuro cuando llegue lo llamaremos presente. 

Existe cada uno de los instantes, pero solo durante el tiempo breve y limitado de su existencia. Para entendernos mejor con esto que llamamos presente lo que hacemos es agrupar varios o muchos instantes, y lo llamamos “hoy”, o “esta tarde”. Y esto es lo que existe. Y “esta tarde” es lo que tenemos que vivir con atención e intensidad. Y “esta tarde” es cuando tenemos que tener claro nuestro propósito, lo que queremos hacer en ella, lo que nos puede aportar, con qué la queremos llenar para que sea satisfactoria y nos aporte una buena sensación, y, además, le aporte sentido.

Y si no lo hacemos de ese modo es muy posible que al final del día se nos instale una desagradable sensación de haber perdido el tiempo –que es la vida- salvo que lo que hayamos decidido sea, precisamente, perder el tiempo. Y si esta misma sensación se nos va acumulando un día tras otro entonces será una sensación aún más desagradable la que se instale: “estoy perdiendo mi vida”.

Y eso de perder la vida deberíamos tenerlo en el lugar de las cosas inaceptables, de las que bajo ningún concepto queremos que lleguen a suceder.

Hay una cosa importante que es favorable: depende de nosotros. Es algo que podemos –y debemos- controlar.

Somos conscientes de que tenemos que dedicar un tiempo a las obligaciones: trabajo, responsabilidades, cargas, urgencias… pero también durante ese tiempo podemos ser conscientes de nosotros mismos –del ahora-, atender nuestra vida y atendernos –en ese ahora-, y siempre podemos encontrar y ser conscientes del momento, de lo que somos, de quienes somos, de la magia de estar vivos y estar viviendo… y eso sólo se vive AHORA.

Este ahora es inaplazable y es insustituible por otro ahora, que ya tendrá su propia entidad.

AHORA es ya.

Así que deja de leer en este instante y toma consciencia.

Mira la vida.

Mírate. 

No lo aplaces más.

Aprende a vivir en el ahora. 

VIVIR EN EL AHORA.

Te dejo con tus reflexiones…


Francisco de Sales
http://buscandome.es

viernes, 12 de enero de 2018

La paz interior



La paz interior llega cuando dejas atrás los viejos surcos del pensamiento condicionado y repetitivo, cuando transformas tu conciencia llevándola a un estado llamado quietud. Esa quietud es paz interior, y esa quietud y esa paz son la esencia de tu ser, son tu naturaleza esencial. El sentido más interno de ti mismo es inseparable de esa paz, entonces al perder contacto con la paz interior, pierdes contacto contigo mismo, y al perder contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo.
►“Es en la quietud donde encontramos la creatividad y la solución a los problemas”
                                                                              Eckhart Tolle
El ruido externo es equivalente al ruido interno del pensamiento y el silencio externo es equivalente a la paz interna. Cuando haya silencio a tu alrededor, préstale atención. Escuchar el silencio despierta la dimensión de paz dentro de ti. Observa que cuando te das cuenta del silencio que te rodea no estás pensando, eres consciente pero no piensas. Entonces se produce esa sensación de estar completamente presente, estás presente. Al sentir este estado estás dejando atrás miles de años de condicionamiento colectivo humano.
       ►“La verdadera inteligencia actúa silenciosamente”
                                                                               Eckhart Tolle
El silencio ayuda, pero no es necesario para encontrar paz interior. Cualquier ruido molesto puede ser tan útil como el silencio si abandonas tu resistencia interna a ese ruido y permitiendo que sea como es; esta aceptación igual te lleva al reino de paz interna. Cuando aceptas cualquier momento tal como es, estás sereno, estás en paz. Esa paz es la inteligencia misma. Inteligencia y sabiduría es lo que más necesita la humanidad en estos momentos, y la sabiduría solo viene cuando uno es capaz de aquietarse. Solo hace falta observar y escuchar. Aquietarse, observar y escuchar activa la verdadera inteligencia que anida dentro de ti.
►“El mundo entero está contenido en ti, y si sabes mirar y aprender, la puerta estará ahí y la llave estará en tu mano”
                               
                                                                 J. Krishnamurti
…Y en el lado opuesto está la inquietud. Si dejamos que esa inquietud se apodere de nuestra mente, hasta el menor problema o sufrimiento se volverá insoportable. Nuestra mente es lo suficientemente fuerte para sobrellevar cualquier problema o sufrimiento con facilidad si aplicamos la quietud. Lo que no debemos hacer es centrarnos en el aspecto doloroso de un sufrimiento, de esta manera seremos capaces de generar la paciencia necesaria para sobrellevarlo. Practicando con esfuerzo, poco a poco se convertirá en un hábito fácil y natural en ti; la paz interior será natural en ti.
                      ►“CAMBIA TU VISIÓN Y PODRÁS CAMBIAR TU VIDA”

domingo, 7 de enero de 2018

Tres consejos para la felicidad

Las modalidades del despertar son la aceptación, el gozo y el entusiasmo. Cada una representa una cierta frecuencia de vibración de la conciencia. Tienes que estar atento para asegurarse de que uno de ellos opera cada vez que te dedicas a no hacer nada en absoluto. Desde la tarea más simple a lo más complejo.
                                                                                              Eckhart Tolle




Cuidado con tu infelicidad de fondo
En “Una nueva tierra ” Tolle reflexiona sobre la infelicidad de fondo que la mayoría de las personas experimentan casi constantemente. Es un sentimiento general de descontento, resentimiento e irritación que está presente en el fondo y que avanza a través de su vida cotidiana.
Este sentimiento se alimenta de pensamientos inconscientes que se refieren a los siguientes aspectos:
“Tiene que ocurrir algo en en mi vida antes de que pueda estar en paz (completo, feliz, etc.) Y me molesta que no haya sucedido todavía. ”
“Algo ocurrió en el pasado que no debería haber ocurrido y no me gusta. Si eso no hubiera ocurrido estaría en paz ahora “.
La mayoría de las personas se cuentan constantemente historias de cómo en algún momento en el futuro van a estar en paz, cuando un determinado hecho ocurra, o cuando alcancen una meta que se han fijado o si llegan a ser esto o aquello.
A veces la historia trata de la imposibilidad de alcanzar la paz de la mente o la felicidad a causa de algo que sucedió en el pasado. Eckhart Tolle añade que el común de las historias particulares podría titularse: “¿Por qué no puedo estar en paz ahora?”.
Él indica que para ser felices deberíamos hacer las paces con el momento presente.
Eckhart Tolle comparte su observación del comportamiento de dos patos peleando. Ellos hacen lo siguiente:
Se separan y flotan en direcciones opuestas.
Entonces cada uno despliega sus alas con fuerza varias veces para deshacerse del exceso de energía que se acumuló durante la pelea.
Después de batir sus alas flotan en paz, como si no hubiera pasado nada.
Sin embargo, de tener el pato una mente humana, lo probable es que se contara una historia como la siguiente:
“No puedo creer lo que acaba de hacer.¿Quién se cree que es? Me pone de los nervios… no tiene absolutamente ninguna consideración hacia los demás. Piensa que posee este estanque. Estoy seguro de que ya está tramando alguna nueva manera de darme la lata. No se va a salir con la suya, yo le enseñaré “.
La lección que podemos aprender de los patos es la siguiente: batir sus alas. Es decir, sacudir el exceso de energía que se interioriza después de un encuentro negativo, dejar de lado las historias que te estás contando a ti mismo, y volver al único lugar de poder: el momento presente.
Además, conviene estar atento a los pensamientos y emociones. Pregúntate a ti mismo constantemente: “¿Hay alguna negatividad en mí en este momento?” Ten cuidado con los pensamientos que tratan de explicar o justificar esta infelicidad, pero en realidad son la causa.
Cuando te das cuenta de un estado negativo dentro de ti, al mismo tiempo te das cuenta que tú no eres esos pensamientos, emociones o reacciones. Por el contrario, eres la presencia consciente que está siendo testigo de esos estados. Y en ese momento, en el que se crea una desconexión entre tus pensamientos y tú, puedes optar por cambiar simplemente los pensamientos y creencias que están causando la infelicidad de fondo en tu vida.

Elige paz sobre el drama
Eckhart Tolle también informa que debemos elegimos la paz sobre drama. Él explica que aunque todos queremos la paz, es decir, todos queremos ser felices, hay algo dentro de nosotros que también desea drama y conflicto. Piensa en lo siguiente:
Tienes una discusión con alguien;
Sientes que has sido de alguna manera menospreciado;
No tienes el debido reconocimiento, y así sucesivamente.
En todos los casos anteriores tu mente se acelera para defender su posición, atacar o culpar a alguien más. Tolle agrega lo siguiente:
“¿Puedes sentir que hay algo en ti que está en guerra abierta, algo que se siente amenazado y quiere sobrevivir a toda costa, que necesita el drama con el fin de afirmar tu identidad como el personaje victorioso de esa producción teatral? 
¿Puedes sentir que hay algo en ti que preferiría tener la razón antes que estar en paz?" 
Desde luego, a quien le parece más justo esto es al ego, y una vez más la forma de disminuir el apego del ego a lo largo de su proceso de pensamiento es llegar a ser consciente de ello. Para Tolle ego es la parte de nosotros que se identifica con la voz en nuestra cabeza con “comentar, especular, juzgar, comparar, quejarse, afirmar gustos o disgustos , etc.”
La voz puede revivir el pasado y también ensayar imaginadas situaciones futuras. A su juicio, el pasado y el futuro son algo muy importante. Lo que ocurrió en el pasado, se dice, ya es y en el futuro se van a conseguir los objetivos que anda persiguiendo. Sin embargo, se da poco valor al presente.
Al escuchar la voz sin juzgar de ninguna manera, se dará cuenta de que “existe la voz” y “el aquí estoy escuchando”. Entonces ya es posible reemplazar lo que la voz dice y en su lugar afirmar: “Elijo ser feliz en lugar de insistir a toda costa que estar en lo cierto”.
Transforma tu trabajo en una práctica espiritual por la liberación de tu Ego
El tema del ” estado de flujo “y su relación a la felicidad ya la he mencionado antes en este blog.. En “Una Nueva Tierra”, Eckhart Tolle se refiere a que la forma de soltar el ego mientras trabajamos nos permite estar completamente presentes y ser uno con la tarea que realizamos.
Explica que aquellos que son excepcionalmente buenos en lo que hacen son a menudo totalmente o en gran medida libres de ego en el desempeño de su labor. 
Porque han llevado su atención fuera de ellos mismos:
Sus resentimientos mezquinos;
Su necesidad de reconocimiento;
Su aprensión sobre cómo su trabajo será percibido por los demás, y así sucesivamente.
En cambio, han puesto su atención completamente en la tarea que están realizando. Puede que lo ignoren, pero su trabajo se ha convertido en una práctica espiritual: cuando trabajan se convierten en uno con lo que hacen.
Al alcanzar este estado de flujo ya no estás preocupado por si el libro será aceptado por el editor o el que alguien pueda obtener crédito por tus ideas. Además, ya no estás reviviendo una situación incómoda que te ha pasado por la mañana o la semana pasada. Eres simplemente el presente con lo que estás haciendo y firmemente enraizado en el momento.
Es decir, has calmado tu ego y estás completamente en paz.
Conclusión
Haz lo siguiente:
-Toma conciencia de las historias que estás constantemente contándote a ti mismo en la parte posterior de tu mente de por qué no puedes ser feliz ahora;
-Decide que eres feliz y estás en paz -es más importante para ti que estar en lo correcto, y
-Libera tu ego mientras estás trabajando para que pueda llegar a ser uno con lo que estás haciendo, y al menos mientras ejercitas tu profesión puedes olvidar quejas mezquinas y las preocupaciones cotidianas.

Eckhart Tölle -  Una Nueva Tierra
Vía https://microcambios.com
Pintura: Francisco Sanchis Cortés

viernes, 5 de enero de 2018

Es momento




Es momento de mirar dentro, de comprender nuestra verdadera naturaleza y mirar lo que hemos caminado, por todo lo que hemos pasado, es momento de hacer un recuento de nuestra historia, de nuestro camino en este último ciclo, para disolver y honrar, para re-tomar e integrar, para soltar y permitir que la vida se renueve, dentro y fuera de nosotros, para perdonar y para transformar, es momento de re-significar nuestras experiencias para tomar los aprendizajes que nos muestra el universo a través de los que nos rodean.

Ahora ante esta víspera de cambio y transformaciones, es momento de hacer un recuento en nuestras vidas, en nuestras relaciones, en la manera de mirarnos y compartirnos con los demás, para recordar que nuestras vidas son un suspiro en el tiempo, y que la mejor manera de vivirlas, es estar atentos en lo que de verdad tenemos, este único momento que estamos viviendo ahora, aquí, en este preciso lugar y momento de la vida y de la creación del universo.

Es momento de mirar dónde estás, dónde has estado, para que comprendas que lo único que tienes es este justo momento.

www.formarse.com.ar

jueves, 4 de enero de 2018

PRINCIPIO BÁSICO DE LA ILUMINACIÓN



Aprender a vivir en el Ahora, requiere tiempo.
A pesar de que el tiempo no es el Ahora, se necesita tiempo para aprender a permanecer en el momento Presente.

Pero si el proceso de iluminación o vivir en el Ahora se entiende mal, entonces la mente creará un "yo" imaginario que buscará en el futuro, aprender a permanecer en el Ahora. 


Y no se puede lograr "permanecer en el Ahora" en el futuro; solo se puede "permanecer en el Ahora" en este momento, justo aquí y ahora.

La mente dice: "Un día voy a alcanzar el estado de estar plenamente en el Ahora, y entonces estaré despierto".
Y por supuesto, nunca alcanzará dicho estado.
No hay que buscar "despertar" en el futuro, solo puedes "despertar" en este momento, el Ahora.

Este es el dilema de muchos buscadores espirituales; ellos llevan buscando desde hace muchos años sin darse cuenta de que su mente ha creado un estado de aspirar a lograr "despertar" en el futuro. Y así, jamás lo alcanzará, porque continuamente tienes la idea en tu mente de que se trata de un estado que ha de ser alcanzado, y de este modo, pierdes el único lugar donde puede ser alcanzado, que es el Ahora.

Tenemos que abandonar la idea de que el "despertar" es un estado que debemos lograr en el futuro. El "despertar" sólo puede acontecer en el momento presente. Y no existe un "yo" que vaya a alcanzar una versión mejorada de su "yo" actual.

Aún así, siempre que hablamos de esta dimensión atemporal consciente de presencia, usando de referencia la dimensión en la que vivimos, que incluye el tiempo, nos vamos a encontrar con una paradoja.

Se necesita un tiempo para aprender a vivir en el Ahora. 
Es decir, continuamente no sientes estar en el Ahora, y si pierdes el Ahora, pierdes el acceso a la dimensión atemporal de la conciencia y vuelves a tu situación de vida, vuelves a tu mente, vuelves al tiempo, en donde el pasado y el futuro ocultan por completo el momento presente, el cual es tu estado natural, tu verdadera esencia.

Por tanto, el aprender a vivir en el Ahora, sí conlleva una cierta paradoja porque lleva su tiempo. Se requiere de un tiempo para llegar a sentirte como en casa en el Ahora y vivir así continuamente sin perder este estado nunca más. Y de este modo, ya no regresar a la dimensión horizontal del tiempo, del "no-Ahora", el cual implica pasado y futuro.

Lo importante es darse cuenta de que el despertar no se trata de alcanzar un estado en el futuro.

La intensidad debe ser dirigida al Ahora, no hacia el deseo de alcanzar el despertar en el futuro imaginario.

Hay muchos buscadores espirituales con una gran intensidad; ellos trabajan duro, se pasan meditando varias horas al día, están realmente decididos a alcanzar su objetivo, pero nunca lo consiguen porque su intensidad está puesta en el futuro, en la mente. Y el despertar no puede ser alcanzado en el futuro, únicamente sucede Aquí y Ahora.
Por tanto, esta misma intensidad debe ser dirigida hacia el momento presente.

Se reúnen dos enfoques aparentemente contradictorios sobre el "despertar"; por un lado, se dice que no hay nada que puedas hacer, que cualquier esfuerzo sólo te alejará del despertar. Y, por otro lado, se dice que hay que desear tanto despertar como un hombre ahogándose desea respirar, o de lo contrario no lo conseguirás.

Algunos maestros dicen: "No hay nada que puedas hacer, llegará cuando tenga que llegar, simplemente permanece ahí y disfruta de ti mismo". 
Y otros dicen: "Debes trabajar duro, tanto como el hombre que se ahoga, para lograr despertar".

Así que nos encontramos con dos puntos de vista aparentemente contradictorios pero en realidad se pueden unir.
La intensidad del hombre que se está ahogando y que quiere respirar, puede ser dirigida hacia el Ahora en lugar de hacia una idea de futuro. De este modo, se convierte en intensa Presencia.
La intensidad se mueve hacia la dimensión vertical en lugar de perderse en la dimensión horizontal (pasado/futuro).

Esto significa que el futuro deja de ser necesario.

Así que para los buscadores espirituales, para la mayoría de buscadores espirituales que aún no han llegado a ese punto, ellos deben ser intensos.
Hay algunos que no tienen esa intensidad y se quedan adormecidos delante del televisor, esperando que la iluminación les llegue. Y esto no funcionará tampoco.
Se requiere de cierta intensidad, pero una intensidad que no nos lleve al futuro, sino una intensidad de Presencia.

Para decirlo en otras palabras: "Debes tener ganas de despertar, pero no buscar el despertar en el futuro. No debes pensar que lo vas a lograr en el futuro, sino que debes poner intensidad en la práctica de permanecer Presente".

Y así, cuando aparezca un desafío en tu vida, pueden suceder dos cosas: o bien el desafío te arrastra hacia los viejos patrones inconscientes y reaccionas en función de éstos (comienzas a quejarte, a resistirte, a luchar, etc.), o el desafío te puede hacer despertar. 
Y esto significa aceptar este momento tal como es, sin construir historias mentales, permaneciendo totalmente presente.

Se precisa de intensidad cuando aparece un desafío, o cuando aparece una persona "complicada".

Es muy fácil sucumbir a una persona muy inconsciente que trata de arrastrarte hacia algún tipo de conflicto.


Así pues, utiliza el desafío para despertar ese estado de alerta que es tan diferente del estado habitual de pensamiento reactivo.

Permanece absolutamente presente, alerta en el Ahora.

Cada vez que la mente aparezca y cree algo de infelicidad, no confundas lo que tu mente dice sobre la situación, con la situación en sí misma.

La infelicidad no la crea la situación, sino que la crea lo que la mente dice y juzga de la situación.

Estos comentarios mentales son los que producen la sensación de infelicidad.
El momento siempre es el que es, el resto lo agrega tu mente.
Y al entender que el momento presente siempre es el que es, no es necesario reaccionar con lo que es. No se requiere de tiempo para ser con lo que es.

Es muy raro que en esta dimensión del tiempo, alguien de repente entre en el estado de presencia y ya nunca más lo abandone. 
Cuando añadimos sustancia mental a lo que es, dejamos de permanecer en el estado de presencia. 

Es por esto que necesitas tiempo para aprender a permanecer en el estado de presencia. Lo necesitas porque si pierdes la presencia, requerirás de más tiempo para llegar a aprender a vivir de esta manera.
Continuamente lo perderás, porque los viejos patrones mentales aparecen y toman el control nuevamente.

Los patrones mentales aparecen y te arrastran hacia donde ellos quieren.


Ahora bien, si tienes una intensidad absoluta de Presencia, y esto es posible, entonces conseguirás permanecer Presente y los viejos patrones mentales ya no podrán arrastrarte más. 

Todo lo que sentirás entonces será a los viejos patrones apareciendo e intentando arrastrarte a su territorio de inconsciencia, pero tú dirás: "No, no me voy a dejar arrastrar por la mente, voy a estar presente con lo que es. No hay ningún problema ahora".
La mente intentará tentarte nuevamente, una y otra vez, algún otro pequeño suceso acontecerá. Pero tú, si tienes esa intensidad y te mantienes en estado de presencia, afirmarás que esto es lo que es.

Al vivir en este estado, influyes a las demás personas que te rodean, y las arrastras al estado de presencia, estado de consciencia. Siempre serás ejemplo para los demás.
Pero si vives en estado inconsciente, también influirás a los demás al estado de inconsciencia, y los arrastrarás a la inconsciencia.

►Por tanto, se precisa de un tiempo para despertar o iluminarse o para ser libre, hasta que uno se da cuenta de que ya no necesita más tiempo.


Eckhart Tölle
Vía http://senderodelmago.blogspot.com.ar

miércoles, 22 de noviembre de 2017

La ceremonia del té y la meditación consciente


La ceremonia del té forma parte de los rituales de meditación Zen. Conforma lo que los japoneses llaman “Ichigo”, que quiere decir “un momento, un encuentro”. Se trata de crear un instante único e irrepetible. Enfocar todos los sentidos hacia ese momento y vivirlo plenamente. Es, por lo tanto, una manera de ejercitar la meditación.
En la ceremonia del té hay distintos pasos. Cada uno de ellos debe llevarse a cabo con máxima conciencia. De eso se trata, de concentrarse exclusivamente en el momento y percibir hasta los detalles más pequeños del ritual. Abandonar las prisas, las preocupaciones, el antes y el después.
Este ritual es un regalo lleno de respeto y afecto que el anfitrión les hace a sus invitados. Quien convoca a una ceremonia del té desea, sobre todo, ofrecerles un momento de paz suprema a quienes asistan. También quiere que avancen en el camino de su evolución. Por eso todo se hace con la mayor devoción y se cuida hasta el último detalle.

                 ►Se bebe té para olvidar el ruido del mundo”.
                                                                                     T’ien Yiheng


Las características de la ceremonia del té

El anfitrión de la ceremonia del té puede ser cualquier persona, hombre o mujer. La preparación de este ritual lleva mucho tiempo. En Japón, a veces tardan varios años en tenerla lista. En la antigüedad fue practicada por los samuráis y por eso tiene connotaciones casi sagradas.
Es importante que quien realiza la ceremonia conozca la forma de preparar el té. No se hace de cualquier manera. Quizás en Occidente resultaría muy difícil hacerlo de la manera tan minuciosa como se prepara en Japón. En todo caso, se requiere que la bebida se prepare de la forma más perfecta posible. Debe ser agradable para los demás y el producto de una demostración de sensibilidad y esmero.
Los invitados también deben saber cómo se toma el té. La ceremonia tiene quince pasos y ellos deben conocerlos para poder realizar el ritual de la manera adecuada. Desde fuera puede parecer muy complicado, pero no lo es. La sensación de dificultad la aportan varios detalles que hay que respetar. Por otro lado, en el mundo occidental la ceremonia del té se ha vuelto cada vez más conocida y practicada.


Los pasos de la ceremonia del té

Como ya habíamos anotado, la ceremonia del té tiene quince pasos. Al menos así se lleva a cabo en Japón. Cada uno debe ser completado para que el ritual sea verdaderamente auténtico. Los pasos a seguir son éstos, en el orden en el que se exponen:
  • El anfitrión debe pensar en los tres principios básicos de la ceremonia: paz, armonía y serenidad. Concentrarse en ofrecérselos a sus invitados.
  • Purificar todos los elementos que se van a emplear. La pureza es un concepto central en esta ceremonia.
  • Disponer el espacio y prepararlo para recibir a los invitados, pensando en la comodidad de cada uno de ellos.
  • Se designa un invitado de honor, que marcará la pauta para los demás invitados. Él debe entrar primero en el recinto.
  • El anfitrión lo recibe e intercambia palabras afectuosas con el invitado de honor y con los demás invitados. Les da la bienvenida con generosidad y respeto.
  • Se ofrece alguna entrada ligera como pasteles o alimentos livianos similares.
  • Todos los invitados deben ir vestidos de manera formal. En Occidente, de preferencia, usando el color blanco en su ropa.
  • El anfitrión dispone los elementos para preparar el té: el agua y las hojas. Lo recomendable es que todos permanezcan en silencio y se fijen muy bien en cada detalle de la situación-
  • El anfitrión pone el agua dentro de la tetera, lentamente y permitiendo que todos observen, escuchen y sientan cada segundo.
  • Luego se ponen las hojas de té dentro del agua, con la misma actitud del paso anterior.
  • Enseguida se sirve el té en cada una de las tazas, guardando silencio.
  • Se reparten las tazas entre los invitados. Al entregarla a cada uno se le dice alguna palabra o frase, a manera de parabién.
  • Los invitados beben el té.
  • Se hacen dos rondas. Después de la segunda, cada invitado cubre su taza con el plato. La ceremonia básica ha terminado.
En algunas ocasiones, primero todos beben de la misma taza y luego de tazas individuales. La ceremonia del té es particularmente útil cuando se realiza entre personas que practican meditación
Su enseñanza es tan sencilla como rica: que cada momento de la vida es único y que jamás volverá.

Edith Sánchez
https://lamenteesmaravillosa.com
Vía maestroviejo

jueves, 26 de octubre de 2017

LA VERDADERA MEDITACIÓN


                                                                                                               por Joan Tollifson
Siempre dudo en utilizar la palabra meditación, porque se utiliza de muchas maneras diferentes para significar muchas cosas diferentes. Como yo utilizo la palabra, la meditación no tiene nada que ver con posturas o prácticas específicas, ni con estar inmóviles durante sesiones de tiempo. No se necesita incienso, ni cojines especiales, no hay que sentarse con las piernas cruzadas, ni hacer nada extravagante en absoluto. Puede ocurrir en un sillón o en un avión. Simplemente significa estar aquí, en quietud, sin todas las cosas que normalmente absorben la atención ―simplemente estar presentes y conscientes de lo que es, tal como es― permitir que todo sea como es, sin tratar de manipularlo o controlarlo, sin juzgar, etiquetar o contar historias al respecto. No hay que intentar entrar en ningún estado especial ni lograr nada; ni tratar de deshacerse de todo lo que aparece. Y si el control, el juicio, la etiqueta, el intento, la resistencia o el contar historias ocurren, sea como fuere, significa simplemente verlo claramente por lo que es, sentir cómo ese movimiento del pensamiento aparece en el cuerpo en forma de sensaciones y permitir que todo se revele y desparezca a su debido tiempo.
En lugar de perderse en el pensamiento continuo, la meditación tiene que ver con la conciencia ― dando una atención abierta al ámbito de la percepción, la sensación y el conocimiento directo (la respiración, los sonidos, las sensaciones corporales, los colores y las formas, las fragancias, los sabores) y a la presencia consciente que lo contempla todo, la escucha silenciosa, la espaciosidad del ser. La meditación es sentir esta presencia espaciosa que somos, esta infinita inmensidad Aquí-Ahora, esta profunda quietud. Es probable que los pensamientos sigan apareciendo, pero una vez que el pensamiento es advertido, la atención puede abrirse y relajarse de nuevo en el puro ser.
En cualquier momento, ya sea unos pocos segundos entre los clientes, o una hora por la mañana o antes de acostarse, o mientras se viaja en autobús para ir a trabajar, o sentado en una sala de espera, en lugar de estar constantemente ocupados haciendo algo, leyendo algo, diciendo algo, consumiendo comida o información, revisando nuestros teléfonos, nuestro correo electrónico o nuestras redes sociales, o pensando en lo que sea ― la meditación es simplemente estar quieto. Ser consciente. Estar presente. Solo ser. No hacer nada en absoluto.
Además de "solo ser", la meditación también puede significar explorar la realidad viviente de una manera meditativa ―con la conciencia y atención abierta, en lugar de con el pensamiento― observando cómo se desarrollan las decisiones, viendo si el "yo" que parece tomar estas decisiones puede ser encontrado realmente, si hay un pensador que sea el autor de los pensamientos, si se puede encontrar algún límite real entre "dentro" y "fuera", si hay algún límite en el Aquí-Ahora ... viendo cómo el pensamiento divide, categoriza, etiqueta y cuenta historias y cómo el sufrimiento sucede. Todo esto (y más) puede ser explorado directamente con la conciencia.
Y cuando surjan estados mentales oscuros o difíciles ―depresión, preocupación, ansiedad, desesperación, soledad, aburrimiento, inquietud― en lugar de intentar resistirse o escapar de estos incómodos estados mentales y corporales haciendo algo o pensando en ellos, éstos pueden ser invitaciones a detenerse y no hacer nada en absoluto. Simplemente estar plenamente presente con esta circunstancia que hemos llamado "depresión", "ansiedad", "aburrimiento", "soledad", o lo que sea. Sin la etiqueta o la historia, ¿qué es? No buscar una respuesta mental, sino más bien escuchar abiertamente todo el fenómeno: sentirlo en el cuerpo como pura sensación y energía, permitiendo que nuestra atención profundice en las sensaciones mismas a medida que se despliegan y cambian. Y simultáneamente, ver los pensamientos y las historias que ponen en movimiento este estado emocional y lo mantienen , viéndolos como lo que son ― formas de pensamiento habituales y condicionadas que no necesitan ser creídas. Y estar despierto a todo lo demás que está ocurriendo al mismo tiempo ― el ruido del tráfico, el canto de los pájaros, la luz del sol en la alfombra, y la presencia consciente que lo contempla todo. Podemos encontrar que cuando nos volvemos hacia la oscuridad de esta manera, cuando nos relajamos en la consciencia ilimitada que somos, estas emociones ya no tienen un control sobre nosotros. Incluso pueden disolverse completamente.
Pero si "hacemos" todo esto para hacer desaparecer una emoción indeseable, o para tener un despertar o para iluminarnos, eso no es verdadera meditación ― eso es pensamiento buscando un resultado, resistiendo a lo que es. Por lo tanto, esto se vuelve muy sutil. No podemos hacer que dejemos de buscar, u obligarnos a nosotros mismos a no intentarlo. Es sólo otra capa de la misma cosa: tratar de no intentar, buscar el final de la búsqueda, resistir a lo que es. Pero cuando vemos claramente este movimiento de la mente, puede disolverse por sí mismo. La conciencia es el gran iluminador y el gran disolvente.
La meditación es ver y conocer la naturaleza de la realidad directamente, no como un conocimiento, sino como una experiencia y ser inmediatos. Por tanto no estamos simplemente adquiriendo una creencia o una idea de que "No hay yo" o que "Yo soy la Consciencia infinita", sino en realidad estamos descubriendo y realizando (haciendo realidad) todo esto por nosotros mismos. Estamos permitiendo que impregne todas las fibras de nuestro ser, para que se vuelva cada vez más sentido y encarnado como nuestra realidad viva. Las experiencias siempre vienen y van, de modo que no significa tener alguna experiencia continua de felicidad o unidad o presencia sin pensamiento, o nunca más sentirse tenso o contraído o perdido en el pensamiento. Simplemente significa estar despierto Aquí-Ahora. No como "yo" siendo cada vez mejor y mejor, sino como la consciencia misma, despertando de su propio sueño.
© Joan Tollifson,
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