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martes, 15 de mayo de 2018

5 ACCIONES PARA SIMPLIFICAR TU DÍA Y, POCO A POCO, EL RESTO DE TU EXISTENCIA

        TENER UNA VIDA SIMPLE Y SENCILLA ES POSIBLE




Entre una vida simple y otra llena de complicaciones, ¿qué elegirías? Seguramente la primera opción, ¿no es cierto? Con cierto idealismo muchos pensamos en una existencia tranquila, pacífica, serena, opuesta del todo a esas preocupaciones y ajetreos que lamentablemente abundan en nuestra realidad cotidiana.

Pero si decimos querer una vida sencilla, ¿por qué no la tenemos? La respuesta más común a esta pregunta suele ser una enumeración un tanto agobiante de elementos que estamos habituados a considerar “necesarios” para la vida pero que, paradójicamente, en muchos casos son también una fuente enorme de complicaciones. El trabajo, una relación de pareja y en general las relaciones personales, la alimentación, la salud del cuerpo… Todo ello parece ser indispensable para la existencia, ¿pero no sucede también que en la vida de muchas personas esto es, al mismo tiempo, una causa de conflictos?

En buena medida, la contradicción se encuentra entre lo que consideramos necesario en la vida y la manera singular en que dicha necesidad toma forma en nuestra propia existencia. Del trabajo, por ejemplo, se dirá que es necesario porque reporta el dinero que a su vez también consideramos necesario. ¿Pero hemos reflexionado seriamente sobre dicha condición de necesidad? El trabajo es necesario, ¿pero es necesario también que sea un trabajo que nos genere algún tipo de malestar? El dinero es necesario, ¿pero dicha necesidad la reconducimos conscientemente en aquello que sí necesitamos en nuestra vida? 

En el ánimo de fomentar esta toma de conciencia frente a lo necesario y lo sencillo, compartimos a continuación cinco acciones orientadas a hacer más simple tu vida. La idea general es que cada días puedas practicarlas todas, tanto como te sea posible, hasta volverlas hábitos de existencia.

Una cosa a la vez

Si bien en nuestra época el multitasking se considera una habilidad preciada, su efecto en nuestra atención es evidentemente nocivo, pues nos lleva a un estado de confusión general que se extiende a todos los ámbitos de nuestra vida. Empezamos una tarea y la dejamos a la mitad porque iniciamos otra, que a su vez queda inconclusa por causa de una tercera. ¿Cómo podemos distinguir lo importante en nuestra vida si nuestra propia atención se encuentra fragmentada? 

Aprende a no hacer

Pascal escribió alguna vez que todos los infortunios del ser humano se derivan del hecho de no poder quedarse a solas y tranquilo en una habitación. Por otro lado, un proverbio zen dice: “Sentado, sin hacer nada, la primavera llega y la hierba crece por sí sola”. ¿A qué se refieren estas dos ideas? En breve, a la noción del no hacer. La mayoría de nosotros sabe hacer y de hecho estamos haciendo todo el tiempo, pero estamos poco sensibilizados al no hacer. En un momento “vacío”, por ejemplo, mientras esperamos a un amigo con quien vamos a vernos, ¿cuántos de nosotros no empleamos esos minutos en revisar por enésima vez nuestras redes sociales? ¿Por qué no podemos simplemente estar? Esa sed insaciable de estar siempre ocupados, siempre haciendo, también es una especie de acumulación que realizamos inconscientemente y que en algún momento se descontrola y se vuelve problemática.

Limpia un espacio personal

El escritorio, el clóset, la despensa, tu habitación… ¿Te has dado cuenta de todas las cosas que has ido acumulando sin notarlo? Intenta fijarte el compromiso de limpiar cada día alguno de esos lugares. No tiene que ser una limpieza épica que te tome muchas horas. Basta con que te tomes algunos minutos para, por ejemplo, ordenar tu espacio de trabajo, quizá sacar de tu ropero las dos o tres prendas que no has usado en años u ordenar ese cajón lleno de facturas en tu escritorio.

Practica la conciencia plena en compañía de otros

Cuando estés con alguien, intenta realmente estar. Esto, que parece obvio y hasta un poco redundante es, curiosamente, una tarea ardua. Y no es sólo que ahora sea tan común que al estar en compañía de una o más personas llegue el momento en que el teléfono portátil sale del bolsillo y la convivencia empieza a simularse. Ahí, en efecto, dejamos de estar con esa persona. De entrada, procura no distraerte de esa manera y, en cambio, mira a la persona que tienes enfrente, escúchala, intenta entender lo que dice. 

Pero, decíamos, eso no es todo. La verdadera atención hacia el otro se logra cuando verdaderamente vemos en la persona con quien estamos a alguien enteramente distinto, un otro radical, con su propia historia de vida, sus ideas, sus prejuicios, sus temores, etc., todo lo cual, por decirlo de alguna manera, no tiene que ver nada contigo. ¿Qué significa esto? En parte, que en nuestro trato con los demás dicha falta de atención se deriva en al menos dos acciones inconscientes que suelen ser fuente de problemas: el juicio y la reacción. Cuando juzgamos lo que otra persona dice, no la estamos escuchando, sino que estamos escuchando la voz de nuestro juicio. Por otro lado, cuando reaccionamos inconscientemente a lo que otra persona dice, también hemos dejado de escucharla y más bien tenemos la atención puesta en nuestros propios patrones de pensamiento.

¿Cuántas conflictos no se han derivado por una frase dicha en medio de una conversación que más que expresión de nuestra escucha, fue producto de nuestros prejuicios? ¿Cuántos problemas no se evitarían si, por ejemplo, dejáramos de querer responder a las expectativas de otros? 
Al estar plenamente con los otros –sin juzgar y en la práctica de la no-reacción– lograrás navegar la corriente de la sociabilidad cotidiana sin ahogarte ni dejarte arrastrar, y en su transcurso aprenderás una o dos cosas de ti mismo.

Aprende a distinguir aquello que sí quieres

¿Cuántas veces, en medio un problema, no has pensado en lo sencillo que habría sido evitarlo? ¿Cuántas de las cosas que haces, como Bartleby, “preferirías no hacerlas”? El camino del deseo personal no siempre es sencillo, pues parafraseando a e. e. cummings, es una proeza ser uno mismo en un mundo que se esfuerza porque seamos siempre alguien más. No obstante, para llevar una vida sencilla es imprescindible conocer tu propio deseo y saber navegar en sus aguas. Si puedes mirar con claridad aquello que sí quieres en tu vida, al mismo tiempo distinguirás otros elementos que están ocupando espacio en tu existencia y a los cuales también dedicas tiempo, energía, recursos y atención.

Tu vida no cambiará de un día a otro a través de estas acciones, pero quizá sí paulatinamente. El propósito general de este breve manual es que te des cuenta poco a poco qué consideras “necesario” ahora en tu vida y por qué motivos, para que así tomes conciencia de dicha necesidad. Quizá con el paso de los días otorgues otro valor a dicha palabra y mucho de lo que hoy crees imprescindible para vivir, mañana simplemente lo habrás dejado en el camino.


https://pijamasurf.com

jueves, 15 de febrero de 2018

Vivir según la filosofía Zen



Los valores Zen se pueden aplicar en nuestro día a día, no es necesario escapar del mundanal ruido e ingresar en un monasterio. Pero para vivir siguiendo la filosofía Zen, no se puede ser utilitarista, no se puede coger sólo aquello que nos gusta y utilizarlo en provecho propio.

La meditación, por ejemplo, no es una única forma de relajarnos porque llevamos una vida demasiado acelerada. Hemos de comprender que no tendríamos que llevar un tipo de vida que no nos satisface y nos pone al límite de nuestras energías.
Estaríamos haciendo un uso utilitario si lo que pretendiéramos fuera conseguir más energías para seguir llevando una vida en la que sólo prima la ambición por conseguir más bienes materiales.
El Zen nos invita a hacer una reflexión sobre el ritmo que llevamos y a entender que debemos cuidar nuestra espiritualidad desde una actitud más elevada.
No es que no podamos tener un trabajo normal ni ganar dinero, pero sí que deberíamos procurar aprender a poner todo esto en su sitio y a valorarlo en su justa medida.
Para poder aplicar el Zen a nuestra vida diaria debemos comprender que es mucho más importante ser que tener.
Vivimos en una sociedad en la que es muy importante poseer. Consumir bienes sirve para conseguir un estatus, pero ¿cuándo acaba esta ansia?
No tiene fin. Por tanto nunca estará satisfecha, y ello nos condena a la infelicidad.
Esta ambición por poseer nos impide ver lo esencial: no es importante tener, sino ser.
La verdadera riqueza y abundancia es la que llevamos en nuestro interior y nadie puede robarnos.
Nuestra riqueza es la más desconocida para la mayoría de la humanidad, es la que menos cultivamos, la que más olvidamos. Y eso nos lleva a una pobreza de espíritu que no se puede equilibrar con la posesión de cosas externas.
Intentar encontrar fuera lo que no se tiene dentro es sinónimo de no sanear el interior.
El Zen abre la puerta del gran tesoro interior.
                          
¿Cómo compatibilizar esta filosofía oriental con la sociedad occidental en la que vivimos?
La respuesta la hallaremos en la práctica continuada del “zazen”, la meditación.
Con la práctica del “zazen”, podremos ver las cosas desde un punto de vista completamente diferente.
Si estamos sometidos al miedo, a los deseos, a la inseguridad o a la ambición, lo que nos rodea resulta demasiado grave y acaba convirtiéndose en un gran problema.
En cambio, cuando somos capaces de relajarnos, podemos actuar con mucha más libertad y las cosas fluyen de forma natural.
Conseguir la calma espiritual es uno de los pasos que más nos acerca a la felicidad, pues supone dejar de sufrir por cosas que no merecen la pena.

El Zen es un camino que nos conduce a la lucidez y a la paz de espíritu. Y desde la tranquilidad es más fácil asumir cualquier reto que se nos presente.

Para llevar una vida Zen es imprescindible la presencia de un maestro.
El Zen no tiene escrituras sagradas ni preceptos que seguir. Los conocimientos se han difundido durante siglos a través de maestros a discípulos, mediante la práctica oral.
El maestro nos ayudará a encontrar la postura adecuada, a hallar la respiración idónea, a diluir las inseguridades. Él sabe valorar las actitudes de sus alumnos y sacar lo mejor de cada uno de ellos. Conoce cómo ayudarlos en cada caso.
El maestro Zen es un guía espiritual que ayuda a cada alumno a encontrar la llave para abrir su mundo espiritual, sin ser nunca un gurú o un predicador.
No es un profesor, pues él no da sermones, su método es ayudar a despertar la conciencia de sus pupilos.
La práctica del Zen es muy beneficiosa para la salud, aleja muchos trastornos y permite llevar a cabo un día a día mucho más sano.
El primer efecto es la ausencia de estrés. El Zen consigue que cuerpo y mente logren una gran relajación, y esto supone un beneficio en el que se padecen menos enfermedades.
El control de la respiración que se consigue mediante el “zazen” calma el ritmo cardíaco y regula la circulación.
La espiración profunda que se lleva a cabo durante la meditación, sirve para liberar a los pulmones del gas carbónico acumulado en ellos, y así se evitan enfermedades. El aire estancado en los pulmones produce opresión, ansiedad y nerviosismo.
El “zazen” baja la tensión y el ácido láctico en sangre, que es el responsable de la agresividad y de la desestabilización hormonal y del sistema nervioso.
La relajación corporal y el estiramiento de la columna vertebral sirven para combatir los problemas de espalda y contracturas musculares en general.
La función del Zen no es curar, pero su práctica habitual puede mejorar las condiciones de nuestro organismo.
La meditación “zazen” nos ayuda también a potenciar nuestras habilidades manuales, nuestra creatividad y nuestra intuición.
La persona verdaderamente creativa es la que es capaz de ver más allá y proponer soluciones diferentes.
La meta radica en no obsesionarnos sino en dejar que todo fluya de forma natural.
Hay un dicho del maestro Dogen que dice así: “Mantened las manos abiertas, toda la arena del desierto pasará por vuestras manos. Cerrad las manos, sólo obtendréis un puñado de arena”.

La metáfora significa que sólo hemos de dejar que las cosas ocurran y notar las sensaciones que despiertan en nuestro cuerpo y dejarnos guiar por nuestra intuición, a la que habremos despertado con las técnicas “zazen”.
maestroviejo/selenitaconsciente.com 

miércoles, 22 de noviembre de 2017

La ceremonia del té y la meditación consciente


La ceremonia del té forma parte de los rituales de meditación Zen. Conforma lo que los japoneses llaman “Ichigo”, que quiere decir “un momento, un encuentro”. Se trata de crear un instante único e irrepetible. Enfocar todos los sentidos hacia ese momento y vivirlo plenamente. Es, por lo tanto, una manera de ejercitar la meditación.
En la ceremonia del té hay distintos pasos. Cada uno de ellos debe llevarse a cabo con máxima conciencia. De eso se trata, de concentrarse exclusivamente en el momento y percibir hasta los detalles más pequeños del ritual. Abandonar las prisas, las preocupaciones, el antes y el después.
Este ritual es un regalo lleno de respeto y afecto que el anfitrión les hace a sus invitados. Quien convoca a una ceremonia del té desea, sobre todo, ofrecerles un momento de paz suprema a quienes asistan. También quiere que avancen en el camino de su evolución. Por eso todo se hace con la mayor devoción y se cuida hasta el último detalle.

                 ►Se bebe té para olvidar el ruido del mundo”.
                                                                                     T’ien Yiheng


Las características de la ceremonia del té

El anfitrión de la ceremonia del té puede ser cualquier persona, hombre o mujer. La preparación de este ritual lleva mucho tiempo. En Japón, a veces tardan varios años en tenerla lista. En la antigüedad fue practicada por los samuráis y por eso tiene connotaciones casi sagradas.
Es importante que quien realiza la ceremonia conozca la forma de preparar el té. No se hace de cualquier manera. Quizás en Occidente resultaría muy difícil hacerlo de la manera tan minuciosa como se prepara en Japón. En todo caso, se requiere que la bebida se prepare de la forma más perfecta posible. Debe ser agradable para los demás y el producto de una demostración de sensibilidad y esmero.
Los invitados también deben saber cómo se toma el té. La ceremonia tiene quince pasos y ellos deben conocerlos para poder realizar el ritual de la manera adecuada. Desde fuera puede parecer muy complicado, pero no lo es. La sensación de dificultad la aportan varios detalles que hay que respetar. Por otro lado, en el mundo occidental la ceremonia del té se ha vuelto cada vez más conocida y practicada.


Los pasos de la ceremonia del té

Como ya habíamos anotado, la ceremonia del té tiene quince pasos. Al menos así se lleva a cabo en Japón. Cada uno debe ser completado para que el ritual sea verdaderamente auténtico. Los pasos a seguir son éstos, en el orden en el que se exponen:
  • El anfitrión debe pensar en los tres principios básicos de la ceremonia: paz, armonía y serenidad. Concentrarse en ofrecérselos a sus invitados.
  • Purificar todos los elementos que se van a emplear. La pureza es un concepto central en esta ceremonia.
  • Disponer el espacio y prepararlo para recibir a los invitados, pensando en la comodidad de cada uno de ellos.
  • Se designa un invitado de honor, que marcará la pauta para los demás invitados. Él debe entrar primero en el recinto.
  • El anfitrión lo recibe e intercambia palabras afectuosas con el invitado de honor y con los demás invitados. Les da la bienvenida con generosidad y respeto.
  • Se ofrece alguna entrada ligera como pasteles o alimentos livianos similares.
  • Todos los invitados deben ir vestidos de manera formal. En Occidente, de preferencia, usando el color blanco en su ropa.
  • El anfitrión dispone los elementos para preparar el té: el agua y las hojas. Lo recomendable es que todos permanezcan en silencio y se fijen muy bien en cada detalle de la situación-
  • El anfitrión pone el agua dentro de la tetera, lentamente y permitiendo que todos observen, escuchen y sientan cada segundo.
  • Luego se ponen las hojas de té dentro del agua, con la misma actitud del paso anterior.
  • Enseguida se sirve el té en cada una de las tazas, guardando silencio.
  • Se reparten las tazas entre los invitados. Al entregarla a cada uno se le dice alguna palabra o frase, a manera de parabién.
  • Los invitados beben el té.
  • Se hacen dos rondas. Después de la segunda, cada invitado cubre su taza con el plato. La ceremonia básica ha terminado.
En algunas ocasiones, primero todos beben de la misma taza y luego de tazas individuales. La ceremonia del té es particularmente útil cuando se realiza entre personas que practican meditación
Su enseñanza es tan sencilla como rica: que cada momento de la vida es único y que jamás volverá.

Edith Sánchez
https://lamenteesmaravillosa.com
Vía maestroviejo

martes, 24 de octubre de 2017

VUELVE... ESO ES TODO



Cada vez que te des cuenta de que te has ido al pasado o al futuro, no te sientas culpable, no te crees problemas por ello. Simplemente, vuelve al presente. No pasa nada. Simplemente, recupera tu conciencia. 

La perderás millones de veces; no te va a salir ahora mismo, inmediatamente. Puede suceder, pero no puede suceder por tu causa. Es un modo de conducta fijo desde hace tanto, tantísimo tiempo, que no lo puedes cambiar de buenas a primeras. Pero no te preocupes, la existencia no tiene ninguna prisa. La eternidad puede esperar eternamente. No crees tensiones por ello.

Cada vez que sientas que te has perdido, vuelve; eso es todo. 


No te sientas culpable; eso es un truco de la mente, que está otra vez jugando a sus juegos. No te arrepientas. Simplemente, cuando pienses, vuelve a lo que estuvieras haciendo. 


Si estás tomando un baño, vuelve; si estás comiendo la comida, vuelve; si estás dando un paseo, vuelve. 


En el momento en que sientas que no estás aquí y ahora, vuelve... Simplemente, inocentemente, no crees culpa. Si te sientes culpable, no has entendido nada.

La eternidad no tiene problemas; todos los problemas existen en el plano horizontal (el ego). 
El plano vertical (el Ser) no conoce problemas; es puro gozo, sin nada de ansiedad, sin nada de angustia, sin ninguna preocupación, sin ninguna culpa, sin nada. 


Sé simple y vuelve.


Te perderás muchas veces, dalo por seguro. Pero no te preocupes por ello. Así son las cosas. Te perderás muchas veces, pero eso no importa. No prestes atención al hecho de que te hayas perdido muchas veces, presta mucha atención al hecho de que te has reincorporado muchas veces.
Que te pierdas es algo natural. Eres humano, has vivido en el plano horizontal (el ego) durante muchísimas vidas, así que es natural. Lo estupendo es que has regresado muchas veces. Has hecho lo imposible; siéntete feliz por ello.

En veinticuatro horas te perderás veinticuatro mil veces, pero te reincorporarás otras veinticuatro mil veces. Y ahora empieza a funcionar un nuevo modo. Has regresado un montón de veces; ahora se empieza a abrir una nueva dimensión, poco a poco. 


Cada vez serás más capaz de mantenerte consciente, cada vez serán menos las idas y venidas. El recorrido de ida y vuelta se irá acortando cada vez más. Cada vez te olvidarás menos, cada vez te acordarás más; estás entrando en la vertical (el Ser). De pronto, un día, la horizontal (el ego) desaparece. La conciencia gana intensidad y la horizontal desaparece.

A esto es a lo que se refieren el Budismo Zen, el Vedanta y los hindúes, al decir que este mundo es ilusorio. Porque cuando la conciencia se hace perfecta, este mundo, este mundo que has creado a partir de tu mente, simplemente desaparece. Y otro mundo se te revela. 
La Maya desaparece, la ilusión desaparece... la ilusión está ahí a causa de tu sueño, de tu inconsciencia.
Si puedes recordar, aunque sea una sola vez, que esto es un sueño, eso provoca un choque y el sueño se hace pedazos y tú te despiertas.


Este mundo que ves a tu alrededor no es el mundo real. 


No es que no exista: sí que existe, pero lo estás viendo a través de un velo de sueño. Entre tú y él está la inconsciencia, la identificación.

Osho


www.formarse.com.ar    

jueves, 19 de octubre de 2017

RECREOS DE 10 MINUTOS DE MEDITACIÓN


Cuando los niños se vuelven demasiado ruidosos, se les da tiempo de recreo . Independientemente de por qué los padres y los maestros administran un tiempo de recreo, que es en última instancia la intención de ayudar a los niños a calmarse , volver a conectar con el momento presente, y comenzar de nuevo, es un reinicio que ayuda a los niños a volver a entrar en el patio de recreo de la vida un poco más despacio y con mayor conciencia de sus actos.
Los adultos también pueden beneficiarse de un reajuste periódico. La mayoría de las personas se mueven tan rápidamente a través de días de ritmo rápido, de fechas límite, que a menudo descuidan su propia salud y bienestar. Para ayudar a reducir la velocidad, vuelve a conectarte a tí mismo y tus objetivos, y toma decisiones más conscientes y deliberadas, trata de tomar un descanso para volverte a calibrar periódicamente.
Prueba estos rápidos recreos de 10 minutos de meditación o “tiempo adentro”, que te ayudarán a restablecerte. Gira a través de ellos en función de tus necesidades actuales. Establece un temporizador de 8 a 10 minutos antes de comenzar cada uno de ellos. Bono: estas meditaciones pueden extenderse a periodos de 20 a 30 minutos más largos si los encuentras agradables.

LA MEDITACIÓN PARA BAJAR A TIERRA

Esta meditación, tal como lo enseña Michael Brown en su libro El Proceso de la Presencia, es ideal para la conexión a tierra en el momento presente cuando la vida empieza a estar un poco fuera de control. Cuando te das cuenta de que estás jalando en demasiadas direcciones, esto te ayudará a anclar al momento presente antes de reanudar tus actividades diarias.
Instrucciones:
Dondequiera que estés, toma un asiento, cierra los ojos, y siente tu cuerpo.
Toma conciencia de tu respiración.
Toma nota de lo que estás sintiendo en ese momento y centra tu pensamiento en la inhalación y exhalación de tu respiración.
1. Comienza con el mantra para bajar a tierra: “Estoy aquí, ahora, en esto”.
2. A medida que sigas la respiración en silencio piensa “Yo.”
3. A medida que sigas tu respiración hacia fuera, en silencio piensa “soy”.
4. A medida que sigas la respiración en silencio piensa “aquí”.
5. A medida que sigas tu respiración hacia fuera, en silencio piensa “ahora”.
6. A medida que sigas la respiración en silencio piensa “en”.
7. A medida que sigas tu respiración hacia fuera, en silencio piensa “esto”.
8. Cuando suene la alarma, abre lentamente los ojos, toma un par de momentos para centrarte, y continúa con tu día.

MEDITACIÓN DE ATENCIÓN PLENA

Una de las más antiguas meditaciones budistas Zen es una práctica basada en la conciencia donde te conviertes en el observador de sonidos, sensaciones, imágenes, sentimientos y pensamientos. Esta meditación ayuda a centrar tu atención, que cultiva una conciencia que en última instancia lleva a que seas consciente de cómo estás eligiendo interpretar tus experiencias. A partir de ahí, desarrollas la capacidad de tomar decisiones más conscientes en tu vida.
Instrucciones:
1. Dondequiera que estés, toma asiento, cierra los ojos, y toma conciencia de tu entorno.
2. Presta atención a tu respiración.
3. Toma nota de lo que estás sintiendo en ese momento.
4. Enfoca tu conciencia sobre los sonidos (2 minutos).
5. A continuación, centra tu atención en las sensaciones (2 minutos).
6. Luego enfoca tu conciencia en las imágenes (2 minutos).
7. Luego enfoca tu conciencia en los sentimientos (2 minutos).
8. Por último, enfoca tu conciencia en tus pensamientos (2 minutos).
9. Al final, abre lentamente los ojos, toma un par de momentos para centrarte, y luego continúa con tu día.

LA MEDITACIÓN METTA O AMOR-AMABILIDAD

Esta meditación es un método para desarrollar la compasión y es especial para usar cuando se está en un lugar donde te sientes desafiado por, o frustrado contigo mismo y/o con otra persona. La bondad o Metta, como se le llama en la lengua Pali, es incondicional, amor, un amor inclusivo de sabiduría. No tiene condiciones. No depende de si alguien “se merece” o no. No se limita a los amigos y familiares, sino que se extiende fuera de lo personal e incluye a todos los seres vivos.
Instrucciones:
1. Dondequiera que estés, toma un asiento, cierra los ojos, toma conciencia de tu respiración.
2. Respira dentro y fuera del centro del corazón, comienza a generar un sentimiento amoroso hacia ti mismo.
3. Siente algún área de bloqueo mental o entumecimiento, auto-juicio o auto-odio.
4. A continuación, deja caer eso al lugar donde te preocupas por ti mismo, donde deseas la fuerza y la salud y la seguridad en ti mismo. Elige una de las siguientes frases (o haz una para tí mismo) y silenciosamente di …
  • Que me encuentre lleno de bondad
  • Que me encuentre bien
  • Que me encuentre tranquilo y en paz
  • Que me encuentre verdaderamente feliz
5. A continuación, elige a alguien por quien te preocupas profundamente o, por el contrario, por quien te sientes más desafiado, y repite la frase, intercambiando “Yo” por “tú”.
  • Que te llenes de amor bondadoso
  • Que estés bien
  • Que estés en paz y tranquilo
  • Que seas verdaderamente feliz
6. A continuación, expande tu conciencia a todo el planeta e irradia la bondad a todos los seres vivos.
  • Que todos los seres estén llenos de bondad
  • Que todos los seres estén bien
  • Que todos los seres estén en paz y felices
  • Que todos los seres sean verdaderamente felices
7. Al final, abre lentamente los ojos, toma un par de momentos para centrarte, y continúa con tu día

MEDITACIÓN HAKALAU O MEDITACIÓN PERIFÉRICA

Una meditación tradicional de Hawai, es una meditación de ojos abiertos o de vigilia. Haka significa “centrarse en” y lau significa “extenderse.” Esta antigua meditación activa el sistema nervioso parasimpático a través del acceso a la visión periférica y el patrón de ondas alfa del cerebro, lo cual es una forma elegante de decir que ayuda a reducir el estrés y relajarse. Es justo decir que todo el mundo puede usar un poco más de eso.
Instrucciones:
1. Si es posible, sal a la calle. Si no es así, cuanto más grande es la sala más fácil será.
2. Empieza por tomar cuatro respiraciones profundas por la nariz y exhalar suavemente por la boca.
3. Comienza por alargar la exhalación, la cual es aproximadamente el doble de larga que la inhalación. Esto ayudará a traer el foco y la atención.
4. Escoge un lugar en la pared a la vista, preferiblemente por encima del nivel del ojo.
5. Al contemplar este lugar, deja que tu mente vaya suelta, y centra toda tu atención en el acto.
6. Observa que, en cuestión de momentos, tu visión comienza a extenderse hacia fuera y se ve más en la periférica que lo que logras ver en la parte central de tu visión.
7. Ahora, presta más atención a lo periférico que a la parte central de tu visión, sin redirigir la mirada.
8. Practica permanecer en este estado durante tanto tiempo como sea posible y simplemente observa cómo te sientes.
9. Cuando el temporizador se apague, abre lentamente los ojos, toma un par de momentos para centrarte, y continúa con tu día.

HIOLANI O MEDITACIÓN DE LA LUZ

La meditación Hiolani es otra de las meditaciones tradicionales de Hawai que se centra en la luz. Hio significa “inclinarse” y Lani significa “por encima” o “los cielos.” Muchas culturas antiguas creían que somos seres de luz, y esta meditación ayuda a conectarse con la luz dentro de ti.
Instrucciones:
1. Encuentra un lugar cómodo para sentarte en una silla o en el suelo.
2. Oscurece la habitación, o cubre los ojos para que ninguna luz exterior entre.
3. Si lo deseas, comienza por hacer 2 a 3 minutos de Ha: respiración lenta, profunda inhalación por la nariz, con una exhalación lenta y profunda por la boca haciendo un sonido “ha”.
4. Con los ojos cerrados, sube los ojos hacia arriba y hacia la derecha, luego hacia arriba y hacia la izquierda, y luego hacia arriba al cielo.
5. Enfoca los ojos (sin tensión), como mirando hacia el espacio entre las cejas. Puedes rodar los ojos aún más si es cómodo.
6. Si has practicado la meditación Hakalau (como se describió anteriormente), recuerda la sensación y lleva eso en esta meditación contigo.
7. Al mirar el espacio entre las cejas, céntrate en la luz. Si no está allí de inmediato, eso está bien. Ten en cuenta que, aparte de la oscuridad todo es luz.
8. Cuando empieces a notar que la luz entra, simplemente déjala ir y obsérvala. Si hay otros pensamientos, y la luz sigue ahí, eso está bien.
9. Cada vez que te des cuenta de que no estás centrado en la luz, trae tu atención de nuevo a ella.
10. Cuando tu tiempo se acabe, abre lentamente los ojos, toma un par de momentos para centrarte, y continúa con tu día.


Trista Thorp para The Chopra Center
https://deepakchoprameditacion.es

miércoles, 31 de mayo de 2017

Cada uno con su destino



(Cuento zen sobre la búsqueda de la felicidad)


Un samurai, conocido por todos por su nobleza y honestidad, fue a visitar a un monje zen en busca de consejos, no obstante, en cuanto entró en el templo donde el maestro rezaba, se sintió inferior, y concluyó que a pesar de haber pasado toda su vida luchando por la justicia y la paz, no se había ni tan siquiera acercado al estado de gracia del hombre que tenía frente a él. 
-¿Por qué me estoy sintiendo tan inferior? – le preguntó, no bien el monje hubo acabado de rezar. – Ya me enfrenté muchas veces con la muerte, defendí a los más débiles, sé que no tengo nada de qué avergonzarme. Sin embargo, al verlo meditando, he sentido que mi vida no tenía la menor importancia. 
-Espera. En cuanto haya atendido a todos los que me han buscado hoy, te daré la respuesta.

Durante todo el día el samurai se quedó sentado en el jardín del templo, viendo como las personas entraban y salían en busca de consejos. Vio como el monje atendía a todos con la misma paciencia y la misma sonrisa luminosa en su rostro. Pero su estado de ánimo iba de mal en peor, pues había nacido para actuar, no para esperar. Por la noche, cuando ya todos habían partido, insistió:
-¿Ahora podrá usted enseñarme? 

El maestro lo invitó a entrar y lo llevó hasta su habitación. La luna llena brillaba en el cielo y todo el ambiente respiraba una profunda tranquilidad. 
-¿Ves esta luna, qué bonita es? Ella cruzará todo el firmamento y mañana el sol volverá a brillar. Solo que la luz del sol es mucho más fuerte y consigue mostrar los detalles del paisaje que tenemos a nuestra frente; árboles, montañas, nubes. He contemplado a los dos durante años, y nunca escuché a la luna decir “¿Por qué no tengo el mismo brillo que el sol? ¿es que quizás soy inferior a él?” 
-Claro que no, -respondió el samurai,- la luna y el sol son dos cosas diferentes, y cada uno tiene su propia belleza. No podemos comparar a los dos. 

-Entonces, ya sabes la respuesta. Somos dos personas diferentes, cada cual luchando a su manera por aquello que cree, y haciendo lo posible para tornar a este mundo mejor; el resto son solo apariencias.

http://reflexionesdiarias.es

lunes, 15 de mayo de 2017

WU WEI – El No Hacer




¿Qué sentido puede tener el No Hacer, tan familiar a la visión taoísta de las cosas, en el contexto de nuestra agitada vida contemporánea?
El No Hacer no es abulia, es como un ir y venir propio de la dinámica de la vida. Tiene algo que ver con esa imagen clásica del ojo del ciclón: en un ciclón, en una tormenta, hay una zona de calma, el llamado ojo del ciclón. Está en el centro y se desplaza con el ciclón.
Si tenemos en la vida una actividad desenfrenada, programada contra el reloj, y no hay un ojo en la tormenta, terminaremos siendo víctimas del estrés, nuestra vida será desequilibrada. Esto es en realidad un problema de supervivencia, Cuando contamos con ese espacio donde no ocurre nada, podemos estar relajados y al mismo tiempo comprometernos en un hacer muy intenso. La relación entre el No Hacer y .el Hacer es como un ir y venir.
En inglés hay un juego de palabras muy interesante, utilizado por Francisco Varela en De cuerpo presente, su libro-puente entre la tradición budista y las ciencias cognitivas occidentales. Cuando se dice The eye of the storm, que significa el ojo de la tormenta, se escucha como The I of the storm, que quiere decir el yo de la tormenta. Esto alude al hecho que nuestro yo, que solemos concebir como algo fijo, estable, sólido, según la psicología budista, por el contrario, no es más sólido ni fijo que el ojo de una tormenta.
El tiempo de No Hacer es un tiempo para estar ahí simplemente. Son tiempos o momentos que llegan naturalmente, como cuando estamos en contacto con la naturaleza, cuando contemplamos una puesta de sol, cuando nos ponemos bajo la luz de la luna,
Pero, a la vez, hay también vías y caminos que apuntan al No Hacer. Si nos disponemos a No Hacer, esto podría parecer un método, puesto en obra para alcanzar un objetivo. Otra forma de seguir haciendo cosas. Pero no es así. Por ejemplo, en el zazen (práctica de la meditación sentado en el budismo zen), uno se sienta frente a un muro, sin ningún objetivo ni meta. No se sienta allí para lograr algo, se trata tan sólo de estar ahí y resonar con el ritmo del universo,
El tiempo del No Hacer, el zazen, y también el tai-chi están muy cercanos. Por ejemplo después de practicar tal-chi podemos sentir la necesidad de sentarnos un tiempo, y ahí puede surgir un grado de presencia o de transparencia en forma muy natural y espontánea. Además, el tai-chi es algo muy simple y sutil.
Empieza con un movimiento deliberado, pero hay movimientos que cada vez van saliendo de una parte más profunda de nosotros, hasta que salen del centro vital (Hara). Así, este movimiento se convierte en un hacer que no proviene del lugar desde el que uno actúa cotidianamente. Esto se refleja de una manera muy somática: en la vida cotidiana el movimiento de las manos y de los brazos suele predominar, iniciado desde la cabeza o de las emociones.
En el tai-chi el movimiento viene del centro de uno mismo. La persona se mueve desde su centro y ese movimiento se propaga a los brazos. A través de este movimiento va experimentando un No Hacer desde el punto de vista del actor dominante habitual. Este actor va dejando de hacer y abandonando su lugar a un actor más profundo, Hay un cambio de nuestro centro de gravedad.
Hay veces que podemos sentir esa necesidad de ponernos en un estado de No Hacer, igual como podemos desear sentarnos bajo un sauce en una tarde calurosa de verano. Otras veces es como algo que nos invade, que está siempre ahí y que siempre ha estado ahí, sólo que no nos habíamos sintonizado con ello.
Es una manera de estar en el mundo, que viene naturalmente. Es una sensación directa, somática, como estar en un jardín y sentir que vemos por primera vez el color de las flores o la presencia de un arbusto. Y así nos damos cuenta, por contraste, que la mayor parte del tiempo hemos estado viviendo en un. mundo plano. En cambio, en estos otros momentos sentimos una profundidad que nos hace ver en tres dimensiones. Experimentamos así una sensación de espacio y de presencia.
Evocando experiencias de otras personas, recuerdo que Krishnamurti en algunos de sus libros describe experiencias muy personales de este tipo. Y es interesante, porque él habla de la no-práctica. Krishnamurti no está de acuerdo con la práctica, ni siquiera con la de la meditación y, menos aún, con una tan específica como el tai-chi. Para Krishnamurti, las experiencias más interesantes tienen que ver con la naturaleza, con la percepción, la energía, la presencia. Eso no está propiamente inscrito en una práctica, es algo que puede ocurrir en cualquier momento a cualquier persona. Es como vivir en forma diferente o como retornar a la condición que debiera ser la normal.
El No Hacer puede ser tanto una práctica como el ir y venir de la vida. Yo acepto ambas facetas: participar en prácticas formales y dejarse invadir por ese ir y venir.
El No Hacer está muy relacionado con la actividad del inconsciente, con el hacer del inconsciente, en el sentido positivo del término.
El relajar nuestro intento de construcción, programación y planeamiento consciente de toda la vida, nos vuelve más receptivos a lo que se podría llamar la sabiduría del Inconsciente. Sentimos así un contacto con algo más profundo y perspicaz que nosotros mismos.
La relación entre el consciente y el inconsciente podría describirse por la imagen del iceberg: el ápice encima del agua y la mayor parte bajo ésta. En mi experiencia, siento que en esa parte bajo el agua está mi centro de gravedad.
Cuando hay un mayor contacto con el inconsciente, si realmente no lo hacemos activamente, sino que actuamos como desde el ojo del ciclón, hay un flujo de energía que emerge de la parte baja del iceberg.
Eso es algo que se puede sentir concretamente. Como consecuencia práctica de este contacto nos conectamos con una fuente de energía que puede ser muy fuerte, que incide en nuestra capacidad de trabajo, en nuestra resistencia física y, seguramente, influye a nivel fisiológico en el sistema inmunitario, por ejemplo. Repercute en todo el cuerpo.
El No Hacer incide también en el aprendizaje. La tensión del Hacer voluntarioso suele ser aquí el peor obstáculo.. Por el contrario, el No Hacer, que implica la relajación de este intento, nos permite situarnos en una postura en que la energía circula más libremente, aumenta nuestra receptividad y se despliegan nuestra intuición y creatividad. Posibilita comenzar a aprender con el cuerpo, dejando de apoyarse en el discurso verbal dominante. Y, justamente, este aprender con el cuerpo es percibido como un No Hacer por nuestro ego habitual.
Puede ser que todo esto no nos resulte fácil si no podemos detener nuestra actividad, si nos parece imposible darnos un espacio para el No Hacer. Frecuentemente decimos: No tengo tiempo para…., estoy tan ocupado que no puedo … . Pero una cosa fundamental es empezar apoyándose en aquello con lo que tenemos más contacto.
Si alguien está lanzado en una actividad delirante y le dicen que sería muy bueno que se sentara a meditar, la persona dirá que lo ve como imposible. En esos casos, comenzaría con el cuerpo. Un mínimo de trabajo con el cuerpo influye mucho en nuestro estado de ánimo.
El movimiento lento, a un ritmo que no es el usual, cambia inmediatamente la actitud de agitación. Hay algo automático en esto. Está dentro de lo posible porque toda persona se siente capaz de controlar el cuerpo. Variar el ritmo del movimiento es algo accesible a todos, y, a partir de ese cambio, puede empezar a surgir una actitud que mira el transcurrir de las cosas: es el impulso inicial y posibilita el paso siguiente.
Jorge Soto Andrade