Muchas veces cuando hablamos de soltar, nos viene a la mente un adiós, un desprendimiento o separación de algo o alguien que nos haya mantenido atados a una situación. Pero debemos considerar que el verdadero acto de soltar, cuando lo asumimos desde lo más profundo de nuestro ser, es aquel que viene cargado de agradecimiento.
El agradecer por una situación que no nos ha agradado, que aún nos duele o que sentimos nos ha generado de alguna manera alguna consecuencia negativa, requiere de mucha sabiduría, requiere aceptación, entendimiento e inclusive fe.
Lo primero que debemos hacer es tratar de concientizar que cada situación que se nos presenta en la vida, de una forma u otra la hemos atraído, la necesitamos para poder avanzar o sanar nuestras heridas pasadas. Cuando entendemos esto, se nos hace más sencillo encontrar la relación entre diferentes acontecimientos de nuestras vidas, los nexos con determinadas personas y los pasos dados.
Ciertamente los puntos se unen hacia atrás, a medida que avanzamos en la vida es que se nos hace posible hacer una relación precisa entre las diferentes estaciones de nuestro trayecto. Inclusive esto solo sería posible si nos lo planteásemos justo en el fin de este recorrido.
No es necesario ir haciendo conjeturas, ni trabajando cómo detectives tratando de descifrar cómo ha influido en nuestras vidas alguien en particular, o quizás tratar de darle sentido a un viaje realizado o ese trabajo que no tomamos… Solo basta con entender que todo está ocurriendo por un motivo y que cada paso que damos es el que necesitamos en ese determinado momento.
Cuando algo acaba, acaba, no debemos darle más vueltas, no debemos perder más tiempo. Todos sabemos en el fondo cuándo hemos hecho suficiente, cuándo hemos dado todo lo que podíamos, cuándo hemos llegado a límites de tolerancia, de respeto, de tiempo o cualquier otro que acote nuestra permanencia en una situación.
El aferrarnos hace que vivamos con un sufrimiento potencial o activo a cuestas. Mientras que el soltar nos libera, descargamos esa carga emocional que venimos llevando para viajar un tanto más ligeros. Por lo general sustituimos una carga por otra, pero con el paso del tiempo vamos aprendiendo que quedarnos sin equipaje es lo mejor y nuestra práctica de soltar se vuelve cada vez más eficiente. Pero esto solo se logra con la práctica.
El agradecer siempre marcará la diferencia entre hacer algo desde el ego o hacerlo desde el corazón, lugar donde suceden las cosas más maravillosas y mágicas que puedan tener lugar en nuestras vidas. Aprende a agradecer de corazón y estarás cerrando realmente cualquier ciclo que haya resultado difícil para ti.
Sara Espejo
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