En mi opinión, no están del todo acertados aquellos que anteponen la atención al prójimo a la atención a sí mismos.
Atender a los otros prioritariamente suena como mucho más cristiano, más amoroso, más abnegado, y de un sacrifico que requiere cuanto menos la adjudicación a perpetuidad de una parcela en el Cielo.
Algunos dicen “pues yo sacrifico todo por los demás” y se ponen una medalla, o se ponen una aureola dorada que flota sobre su cabeza con la misma delicadeza que lo hacen sobre los Santos.
Está muy bien ayudar al prójimo, muy bien atender y resolver sus necesidades, muy bien la entrega y dedicación, muy bien todo cuanto se les pueda ofrecer… si al mismo tiempo uno se atiende a sí mismo y a sus asuntos con la misma diligencia e intensidad.
“Amarás al prójimo COMO a ti mismo”. “Como” significa “en el mismo modo o manera”. O sea, que amarás al prójimo del mismo modo que te amas a ti y le amarás de la misma manera que te amas a ti. Y “Como” se interpreta también en el sentido de igualdad, o sea, “Amarás al prójimo en la misma cantidad –o igualmente- que a te ames a ti”.
Por lo tanto, no puede cumplir este mandato quien no se ama a sí mismo, quien no atiende sus propias necesidades, quien se descuida, porque entonces no estaría amando al otro, sino que se convertiría en una especie de servil esclavo, y no estaría atendiendo de corazón al otro si no se está atendiendo a sí mismo, y no estaría cuidando bien al otro quien no es capaz de cuidarse a sí mismo.
La generosidad no es un acto que uno se pueda imponer. Y quien lo haga o pretenda hacerlo de ese modo lo está convirtiendo en una autoimposición, o en una inversión –con la secreta intención de que algún día le sea devuelto o que le dé derecho, como escribí antes, a una parcela en el Cielo-, o lo está convirtiendo en una satisfacción para el ego, para que su ego pueda decir “¡Qué bueno soy!”.
La generosidad, así como la empatía o la compasión, son sentimientos o actos puros, que no buscan nada más allá de su propia natural expresión, que sólo pretenden su propia manifestación.
Atender a esa faceta nuestra que es tan espléndida y maravillosa es excelente. Perfecto. Una maravilla.
Atenderse a sí mismo tiene igual elevación.
A eso se le llama AMOR PROPIO. Y AMOR PROPIO no se ha de interpretar como se hacía antes, que era tener una especie de afán de superación pero desde el ego y no desde el Ser. Como una especie de orgullo chulesco.
En realidad se refiere a AMARSE A UNO MISMO.
Sí, se refiere a eso que para unas personas es algo natural y habitual, y para otras se convierte en un reto inexpugnable por la dificultad que entraña, o en una misión imposible porque no encuentran ni una sola razón que justifique ese amor a uno mismo.
No es por jugar con las palabras, pero “prójimo” viene del latín proximus (más cercano), y no hay nadie que sea más cercano que uno mismo.
La vida es un acto personal e intransferible.
La vida es un regalo que hay que cuidar.
Uno tiene el mismo derecho que los otros a ser cuidado, a ser atendido, a recibir apoyo y comprensión.
En mi opinión, y sin dudarlo, el Sentido de la Vida es uno mismo.
Hacer de la propia vida y de la relación con uno mismo algo placentero, algo de lo que uno se pueda sentir satisfecho, es una noble tarea.
Así que te invito a que disfrutes del placer de atenderte.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
http://buscandome.es
Excelente
ResponderEliminarGracias
♥ Un abrazo Daisy ♥
ResponderEliminarGracias por el artículo. Excelente
ResponderEliminarGracias por el artículo. Excelente
ResponderEliminarGracias Kay, ♥ un abrazo.
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