domingo, 15 de abril de 2018

Creer en uno mismo: la psicología de la voluntad


Si no lo haces tú, nadie lo hará. Creer en uno mismo no es cuestión de orgullo sino de dignidad personal. Es ese amarre psicológico al que aferrarnos cada día para confiar en nuestras decisiones, para dejar de tener miedo a los equívocos y permitirnos levantarnos una y cien veces. Creer en nosotros es amarnos con valentía sabiéndonos merecedores de algo mejor.
Es muy posible que la frase “creer en uno mismo” le suene a muchos al recurrido título de libros de autoayuda. Sin embargo, si estas cuatro palabras las vemos con tanta frecuencia en escaparates, manuales y revistas especializadas es por un hecho muy concreto: al ser humano le cuesta enormemente confiar en sus capacidades, potenciar sus virtudes y creer en sus posibilidades.
► Nunca es demasiado tarde para ser lo que podrías haber sido.
                                                            George Elliot

Si esto es así, se debe ante todo al modo en que construimos nuestra realidad interna. Ya desde niños damos forma a nuestra autoimagen en base a los estímulos que recibimos y a las interpretaciones que hacemos de estos. Así, y en base a lo que otros nos digan o nos proyecten, construiremos un sentido de identidad más fuerte y resistente o por el contrario, desarrollaremos un yo más vulnerable.
Creer en uno mismo no es fácil cuando nuestro entorno no ayuda. Confiar en las propias capacidades no es sencillo cuando nos centramos más en nuestros fallos que en el sentido de superación. Proyectar un sentido de identidad fuerte y valiente tampoco resulta fácil si nos han enseñado a fijarnos mucho más en lo que hacen, dicen o piensan los demás en lugar de atendernos a nosotros mismos…

Creer en uno mismo es aceptar que somos únicos, diferentes a los demás

A menudo no nos damos cuenta del rumor de nuestros pensamientos, de nuestras actitudes, atribuciones y razonamientos. Son ellos los que perfilan la arquitectura de lo que somos, quienes nos limitan o nos potencian, ellos son los que al fin y al cabo influyen en cómo nos sentimos y cómo nos comportamos.
El arte de creer en uno mismo es por encima de todo un ejercicio de voluntad. Y la voluntad es un músculo de poder que se ejercita mediante unos pensamientos adecuados, centrados y orientados a un fin concreto: promover nuestro bienestar y nuestro crecimiento personal.
Sin embargo, y esto lo sabemos bien, no es sencillo orientar la brújula de nuestros pensamientos hacia el positivismo y la autoconfianza cuando lo que habita en nosotros es una autoestima baja. Cuando lo que sentimos es apatía, frustración y desmotivación.
Por curioso que nos parezca, algo que a menudo olvidan nuestros padres e incluso los sistemas educativos es enseñarnos a creer en nosotros mismosNos orientan en cambio a ser como la mayoría. Porque “ser normal” es hacer, pensar y comportarse como aquellos que nos rodean, es diluir nuestras particularidades en lo ordinario, en lo cotidiano. Porque a veces, ser único es ser diferente, y el diferente no encaja bien, no rima. Es desarmonía en un mundo que adora lo predecible.

Sin embargo, vale la pena recordar algo tan simple y elemental como lo siguiente: no somos seres producidos en serie, somos diferentes a cualquier otro. Somos excepcionales e irrepetibles. Contamos con unas huellas dactilares únicas, con una personalidad propia, con unas facciones diferentes a los demás. Hemos nacido para dejar nuestra impronta en este mundo, y para ello, debemos hallar nuestros propósitos creyendo en nosotros mismos, en nuestro poder.

La psicología de la voluntad: cuando creer es poder

Creer en uno mismo es un ejercicio constante que nunca debemos dejar de lado. Nadie debería salir de casa sin una buena dosis de autoconfianza y la firme creencia de que merece todo aquello que desea o se proponga. Por ello, y desde el marco de la psicología de la voluntad, es interesante tener en cuenta estos consejos que sin duda, pueden servirnos de ayuda o de inspiración.

Borrón y cuenta nueva

Lo hacemos a menudo con nuestros dispositivos. No hay nada como restaurar el sistema de un móvil o un ordenador para que este funcione más rápido y más ligero. Sin embargo, tal acción requiere en primer lugar saber qué archivos vamos a conservar y cuáles elegimos borrar.
Para creer en nosotros mismos debemos dejar a un lado muchas actitudes heredadas, ideas que otros nos han transmitido así como atribuciones que uno puede haber construido. Las personas nos boicoteamos con mucha frecuencia, y lo hacemos cuando nos infravaloramos o nos comparamos con los demás. Hay que acabar con todos esos enfoques poco útiles: borrón y cuenta nueva.

Las montañas se mueven llevando pequeñas piedras primero

Para conseguir un objetivo debemos creer en nosotros mismos. Sin embargo, la psicología de la voluntad nos recuerda que tal y como dijo Confucio, las grandes proezas se consiguen primero logrando pequeñas victorias.
Así, y antes de marcarnos metas desmesuradas o demasiado elevadas, no hay nada como proponernos pequeños desafíos cotidianos. Esos con los que ganar en seguridad personal, esos donde conseguir mayor confianza y una autoimagen más positiva.
Tal y como decíamos al inicio, el arte de creer en uno mismo es como un músculo que ejercitar en el día a día. Por tanto, no dudemos en hacer uso de él dejando a un lado las opiniones ajenas. Atrevámonos a decidir y a salir jornada a jornada de nuestra zona de confort. Enfrentémonos a nuestras inseguridades poco a poco y sin prisas…

Vayas donde vayas, sé siempre tú mismo

Para creer en ti, no te alejes nunca de ti. Vayas donde vayas no pierdas tus esencias, no dejes atrás tus valores, tus pasiones o tu identidad. Que tu esencia marque cada uno de tus pasos y decisiones, sin miedo a lo que otros puedan pensar. Ser uno mismo en cada momento y en cada situación no siempre es fácil, por ello, ese esfuerzo cotidiano es también un ejercicio de voluntad, ahí donde ganar a su vez confianza y seguridad personal.
Para concluir, aunque las personas no podamos controlar nunca lo que nos pueda traer la vida, lo que sí podemos controlar es el modo en que reaccionamos ante cualquier circunstancia. Si creemos en nosotros mismos las dificultades serán menos duras, y las montañas menos altas. Pensemos en ello.

Psicologia/Valeria Sabater
Imagen principal cortesía de Dimitra Milan
https://lamenteesmaravillosa.com

sábado, 14 de abril de 2018

TOCAR LA LUZ


Tocar la Luz..., rozarla aunque fuera con la punta de los dedos. A orillas de la vida la Luz nos llega. Y nosotros, como ciegos del alma aferrados al  balcón del mundo, alargamos la mano para tocarla, ignorantes de la realidad más suprema: Somos Ella. Somos luz vibrante, circundante, absoluta y plena. 

Desde lo más intimo a lo más gigante. Desde el exterior más inconmensurable al interior más profundo, somos Luz, la Luz Somos. Y no hay realidad que pueda negarlo, ni camino que pueda torcerse invocando ese principio, ni tez oscurecida por la sombra que no brille ante el más mínimo resplandor.

Tocar la Luz. Levantar el brazo buscando que la punta de los dedos pueda rozar un rayo. Y que ese rayo socave el alma y, como Luz que es Fuego, encienda el corazón del hombre y el corazón del mundo.

Tocar la Luz.Y, al tocarla, sentirla dentro... , donde siempre ha estado. Donde anida. Donde vive. De donde es. De donde somos. 

Corazón de Luz. Corazón de Fuego. Luz en el corazón. Lo que Somos. Luz. Solo Luz.


Miguel Angel del Puerto
http://www.deshambala.com

viernes, 13 de abril de 2018

7 secretos de un monje budista para limpiar tu casa y tu mente


Quizá disfrutas de hacer limpieza en casa. O quizá no. Quizá para ti es una de esas tareas inevitables y tediosas de la que no puedes escapar. En cualquier caso, podríamos asumir esta tarea cotidiana desde una perspectiva completamente diversa que nos permita convertir cada uno de esos pequeños actos de limpieza en oportunidades para encontrar la paz interior y la fuerza mental.

La limpieza de la casa como una oportunidad para fortalecer la mente


Tulku Thondup, un monje que ha vivido en el Tíbet, la India y Estados Unidos, dedicando gran parte de su vida a traducir e interpretar textos antiguos del budismo tibetano, explica que limpiar el monasterio es una de las tareas espirituales cotidianas que realiza, a la par de la meditación.

Si comprendiéramos la virtud, el mérito y el propósito de limpiar, seríamos capaces de apreciar la tarea como un privilegio en vez de asumirla como una carga. Dejará de parecernos un trabajo sucio y se convertirá en una oportunidad para practicar la meditación de una forma única. Podría convertirse incluso, en una fuente increíble de beneficios, y una forma de crecer en fuerza espiritual, mental y emocional”.

Por tanto, limpiar nuestro hogar de manera consciente puede ser una oportunidad para despejar la mente, fortalecer nuestra concentración, meditar en movimiento con una actitud mindfulness e incluso crecer espiritualmente. ¿Cómo lograrlo?
1. Asume la tarea con la actitud adecuada. Thondup explica que “si estás meditando sobre la generosidad y alguien toca a tu puerta y te pide ayuda, no puedes decirle: ‘Estás molestando mi entrenamiento’. En su lugar, deberíamos considerar esa interrupción como una oportunidad de oro para practicar la generosidad. De la misma manera, cuando te enfrentes a la tarea de limpiar, no deberías pensar ‘¡Qué desastre, todo está lleno de polvo!’ o ‘¡Que fastidio tener que volver a limpiar!”. Deberíamos asumir una actitud diferente diciéndonos: ‘Ahora voy a limpiar, mientras lo hago tengo la oportunidad de relajarme mentalmente’”.

2. Céntrate solo en limpiar.
 Cuando te pongas a limpiar, evita que tu mente divague o se concentre en las preocupaciones, el desorden y la confusión. Mantenla centrada en el aquí y ahora, en los movimientos que realizas. Se trata de un poderoso ejercicio de meditación mindfulness que potencia la sensación de paz. Un pequeño truco consiste en “limpiar mientras nos vemos a nosotros mismos como si estuviéramos actuando en un sueño. Debemos acercarnos a la limpieza como si todo fuera irreal”, recomienda Thondup. Esa actitud te permitirá sentirte más tranquilo, realizar movimientos más suaves y, por último, fundirte mejor con el entorno. También es fundamental que tu mente no corra demasiado mientras limpias, pensando en todas las tareas que te quedan por delante porque eso generará un estado de ansiedad y estrés que te alejará de tu objetivo.

3. Comienza en silencio. “Si empezamos en silencio, rodeados por la calma, cuando la vegetación y las personas a nuestro alrededor aún duermen, nuestro corazón se sentirá en paz, y nuestra mente, despejada”, explica Thondup. Por eso, recomienda comenzar a limpiar a primera hora del día. 

4. Deja que circule el aire. Antes de comenzar a limpiar, abre las ventanas y deja que circule el aire por toda la casa. El aire puro te llenará de energía y te ayudará a enfrentar de mejor ánimo la limpieza. 

5. Limpia los objetos con cuidado y cariño. Thondup considera que “quienes no cuidan los objetos, tampoco cuidan de las personas”, porque olvidan que detrás de cada cosa se encuentra el trabajo de alguien. Limpiar los objetos con cuidado muestra el respeto y la gratitud hacia ese trabajo y la persona que lo realizó. 

6. Experimenta gratitud hacia las cosas que te sirvieron. Si estás haciendo una limpieza profunda con el objetivo de eliminar cosas y te resulta difícil deshacerte de algunas, un pequeño ritual de despedida te ayudará. Se trata simplemente de dar las gracias por el servicio prestado. Así evitarás ese sentimiento de culpa que a menudo aparece cuando tiras un objeto. 

7. Divide la limpieza con el resto de la familia o las personas con quienes compartes la casa. De esta manera aprenderás a valorar el trabajo de los demás y entenderás que dependemos los unos de los otros.

La historia del arhat que halló la iluminación a través de la limpieza

Chulapanthaka fue uno de los 16 arhat elegidos por Buda, pero antes de llegar a la iluminación tuvo que recorrer un largo camino. Se cuenta que Chudapanthaka no era capaz de aprender ni memorizar las enseñanzas budistas, por lo que la Sangha, los monjes que formaban la comunidad del templo, decidió que no podía permanecer allí. 

Cuando le pidieron a Chudapanthaka que abandonara el templo, este se entristeció mucho. Buda pasaba por allí, lo vio llorar y le preguntó a sus discípulos qué había ocurrido. Se apiadó de él y le pidió a la Sangha que lo dejara en el templo, aunque tuviera que dedicarse a otros trabajos. 

A Chudapanthaka le encargaron limpiar las sandalias de los monjes. Sin embargo, se sentía feliz porque seguía viviendo en el templo y, mientras limpiaba, podía seguir su camino de desarrollo personal. Un día, se preguntó si el polvo que quitaba de las sandalias era realmente el polvo de la tierra o el polvo del deseo. Aquella pregunta aparentemente sencilla lo condujo a la iluminación, todo cobró sentido en su mente y se convirtió en uno de los arhat

Esta historia es particularmente iluminadora porque encierra el sentir del budismo: la idea de que podemos encontrar la sabiduría en cualquier lugar y a través de los medios menos imaginados. Thondup lo resumió a la perfección: 

Cuando maduramos en la práctica de la meditación, cualquier sitio, en cualquier lugar, puede convertirse en un templo (…) Un templo no es un espacio reservado, puede estar en cualquier parte. Nuestro propio cuerpo puede convertirse en un templo, porque la palabra templo realmente significa un lugar donde ejercitar la conciencia, la paz y la tranquilidad”.

O lo que es lo mismo, podemos aprovechar cualquier ocasión para quejarnos de la vida, o asumirlas como un maravilloso milagro de la vida. La decisión está en nuestras manos.



Psicología/Jennifer Delgado
www.rinconpsicologia.com