domingo, 27 de agosto de 2017

Inspiramos confianza cuando las acciones secundan nuestras palabras


Inspiramos confianza en los demás cuando las acciones confirman y reiteran las palabras que decimos. “La acción expresa las prioridades” dijo Mahatma Gandhi con tan sencilla agudeza… Las expresa fidedignamente. La acciones son un signo de verdad, de autenticidad. Incluso la falta de acción es también una acción en sí misma.
Las acciones pueden acompañar a las palabras o pueden contradecirlas. Las palabras resultan más confiables si las acompañamos de hechos que señalen en la misma dirección y en el mismo sentido. Hechos que apoyen la veracidad de las frases en las que viajan deseos, promesas, arrepentimientos o intenciones. Los hechos alimentan la confianza y hacen que nos relajemos, que no estemos siempre alerta. Por lo tanto, que la tensión disminuya y que estemos en disposición de disfrutar más de esa relación.
Quizá te sientas identificado con esta parte si eres alguien que confía fácilmente en las personas que son importantes para ti. Cuando confías en ellas, confías en base a una coherencia entre lo que te dicen y lo que hacen por ti. Dejas de pedir fianzas y adelantos, siendo suficientes en sus palabras. De hecho te vendrán a la mente amigos, que incluso no siendo muy expresivos en sus emociones, han demostrado estar ahí, a tu lado en todo momento.

La confianza se da a través de los actos que confirman nuestras palabras

A la vez que también vendrán a tu mente personas en las que confiaste ciegamente por las palabras tan bellas que algún día te dedicaron. Personas aficionadas a las promesas que después demostraron no estar a la altura de lo mismo que prometieron.

Las palabras, si no se acompañan de hechos que las confirmen, son frágiles en el espacio por el que viajan y en la memoria. Dañan la confianza y la van minando hasta que se hace realmente difícil recuperarla. No se puede confiar en quien dice algo y después en su GPS mental marca otra dirección. Tu ausencia de re-acción muestra también lo que priorizas en la vida.
Piensa en esas personas que llenaron tu corazón con bellas y cuidadas palabras. Tan preciosas estas que…¿cómo uno no va querer dejarse mecer en ese vaivén de belleza y esperanza? Uno quiere confiar… uno no busca que le dañen. Las corazas vienen cuando hay mucho daño acumulado, pero nuestra intención genuina es la de querer confiar.

Confiar en el otro nos aporta seguridad y paz mental

La confianza da seguridad a nuestro mundo interno. Una seguridad que el ser humano necesita para no perder la cordura. Necesitamos congruencia. La incongruencia nos desestabiliza, nos vuelve inseguros, y nos hace estar alertas. Por tanto cuando alguien lastima nuestra confianza de manera reiterada hemos de dar nosotros el siguiente paso.
Si no damos valor a nuestra confianza estamos abocados a relaciones en las que nos pisotearán una y otra vez. Si no nos respetamos, no nos respetarán. Por tanto es importante hacer revisión y balance de a quienes estamos ofreciendo este acto tan bello pero a la vez tan frágil, como es el de confiar. A veces se convierte en un auténtico acto de coraje. ¿Te suena?
Busca actos que secunden tus palabras. No regales palabras a la ligera si no estás muy seguro de que realmente dibujan tus verdaderos sentimientos. No las regales tampoco si crees que no estás preparado para actuar. Da valor tú también a tus palabras. Cuando hay coherencia entre lo que dices y haces estás inspirando confianza y seguridad en el otro. Además, evitas esa disonancia cognitiva que pude resultar tan molesta también para el que la practica.
                   ►“El que vive de esperanzas, muere de sentimiento”
                                         -Benjamin Franklin-

Las falsas esperanzas te llenan de aire pero no te alimentan

La confianza y la seguridad son pilares fundamentales en toda relación afectiva importante. Amigos hay muchos, pero AMIGOS en mayúsculas no se cuentan con tanta facilidad. Son estos, los que sabes que se escriben en mayúscula y negrita, porque están a tu lado. Porque sus palabras y sus actos se han encadenado de tal manera que no hay inseguridad posible que aceche vuestra relación. Sabes que si hay dificultades te las contarán antes de traicionar lo que han dicho.

Piénsalo, ¿prefieres seguir viviendo de falsas esperanzas de actos que nunca llegan, de palabras que se evaporan en cuanto dejan de emitirse… o prefieres una verdad a tiempo, aunque dolorosa, pero al fin y al cabo congruente con lo que el otro siente…? Al fin y al cabo es la verdad la que siempre nos muestra el camino auténtico, no las falsas esperanzas con sus engañosos horizontes.

Psicología/Alicia Garrido Martín
https://lamenteesmaravillosa.com

sábado, 26 de agosto de 2017

¿Tienes mala suerte en el amor?



¿Cuántas veces has pensado que tienes mala suerte en el amor?

¿Y si te digo que no es mala suerte? Que eres tú, que no eliges a las personas adecuadas, que te precipitas y te emocionas antes de conocerlas, que te dejas llevar solo porque le gustas, que alargas demasiado lo que ya no funciona, que la necesidad te bloquea los sentidos y que no eres capaz de pararte a pensar qué te gusta de una persona y si esa persona lo tiene de verdad.

Al final eres tú el que te metes donde no debes y luego te lamentas.

Siempre hay una vocecita que te dice… “esto no me gusta”, pero la apartas para seguir con la inercia de “mejor esto que solo/a” o “mejor ésto que nada”.

Si cuando nos diéramos cuenta de que algo no va a funcionar, nos fuésemos sin más, no tendríamos tanta mala suerte en el amor.

¿Por qué nos quedamos a pesar de saber que algo no funciona?

¡Cuánto miedo tenemos a estar SOLOS!

Sin ese miedo seríamos capaces de elegir a nuestras parejas de forma más positiva. Sin ese miedo terminaríamos las relaciones en el momento justo de escuchar la vocecita que te avisa de que algo no funciona.

Pues claro que da miedo estar sin pareja, que no es lo mismo que estar solo. Has de cuidar de ti mismo, has de mimarte, has de tomar tus propias decisiones, has de buscarte la vida para quedar con gente, has de llegar a casa y ser capaz de distráete sin nadie… Es toda una aventura ser independiente y autosuficiente. Una buena y bonita aventura que la mayoría de personas se empeñan en saltarse y cuando  se quedan solos… necesitan tanto volver a tener a alguien que cualquier alguien les vale. NO, NO y NO. Hay que disfrutar también de conocerse, de pensar en uno mismo, de no tener obligaciones ni ataduras, de disfrutar de una pequeña parcela de soledad.

Fomenta tu autoestima porque tú vales mucho, aún sin pareja

¡Cuánto miedo tenemos a sentir que hemos FRACASADO!

¿Por qué sentimos que una ruptura es un fracaso?

Nunca es un fracaso una relación que te ha hecho feliz.

Quizás deberíamos empezar por no creer tanto en el amor para toda una vida, que por supuesto existe, pero no es lo más común. La razón es porque  las personas cambiamos mucho a lo largo de la vida y a veces resulta complicado que dos personas evolucionen a la vez.

Si el tiempo que has estado en  pareja has sido feliz… ya hayan sido tres meses, dos años o quince, no puede ser considerado un fracaso solo porque se rompa la relación. Son cambios en tu vida, puertas que se cierran y ventanas que se abren, opciones, alternativas. Cuando una relación termina, solo termina eso, una relación, no termina tu vida, ni termina tu equilibrio, ni termina tu estabilidad.

Con ello no quiero decir  que no haya que trabajar por mantener una relación, por supuesto que sí, pero ninguna relación vale tanto como para que te dejes la vida en ella. El amor hay que disfrutarlo y no padecerlo.

La mala suerte en el amor no existe
Empieza por ser sincero contigo mismo y pregúntate:

1. ¿He pasado de una pareja a otra sin espacio entre las relaciones?
2. ¿He estado en relaciones donde sabía que no era feliz?
3. ¿Me he sentido inseguro, solo y triste estando sin pareja?
4. ¿Cuantas veces he elegido yo y cuantas veces me han elegido a mi?
5. ¿Tienes claros los valores que ha de tener la persona que te guste?

Una vez te hayas contestado, reflexiona sobre cuáles pueden ser los motivos que te llevan a tener miedo a estar solo y los motivos por los que no eres capaz de terminar las relaciones que te hacen infeliz.

No te puedo dar una fórmula mágica para que dejes de sentirte así. Solo puedo decirte que tu miedo no es real. Que cuando estés sin pareja, asumas el hecho de llegar a casa y que no haya nadie y si te apetece compartas piso, que salgas más a menudo con amigos o que aprendas a disfrutar de una película en el sofá de tu casa… y que sobretodo y ante todo dejes de creer que la felicidad es exclusiva de los que tienen pareja.

Me dirás la teoría la sabemos todos, difícil está en la práctica. Pues sí. Ser capaz de ponerlo en práctica es lo que marcará la diferencia. El miedo se tiene siempre, pero si eres capaz de hacerlo a pesar del miedo, llegarás a dejar de tenerlo para darte cuenta de que en realidad NO PASA NADA. No pasa nada si estás sin pareja y no pasa nada si decides terminar con una relación. Somos más fuertes de lo que pensamos. La única fórmula mágica es ser valiente. Valiente para tomar decisiones y valiente para no dramatizar.

Así que la próxima vez que sientas que el miedo está tomando las decisiones por ti, pregúntate si permites que el miedo te atenace o tomas tú las riendas de tu vida.


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viernes, 25 de agosto de 2017

Cuida a las personas que hacen bonito tu mundo



Las personas que hacen bonito tu mundo son quienes te reconfortan, te sacan sonrisas, te sosiegan y te mantienen fuerte ante la vida. Con ellas, las personas que hacen bonito tu mundo, las relaciones son sólidas, consistentes y leales.

La persona que hace bonito tu mundo es la sincera, la que aprieta la mano y cuando mira a los ojos llega hasta el corazón. Su sola presencia emociona, porque respetan, porque no juzgan y porque siempre dan la cara. Por eso son las personas que hacen lindo nuestro mundo.

Hay personas que nos encantan. No por nada en concreto, sino porque nos ofrecen confianza y placidez. Son relaciones que se cultivan en los pequeños detalles, sinceras y verdaderas. Son aquellas que se pueden alimentar con miradas de complicidad y pequeños gestos, pues cada detalle se convierte en una gran obra.

Estos sentimientos suelen ser recíprocos y hay ciertas reglas no escritas que prevalecen entre ellos. Sin embargo, muchas veces se nos olvida que los “te quiero” también hay que pronunciarlos y que la gratitud es el mejor alimento para el alma.

Así es que con frecuencia descuidamos algo tan importante y vital como es la demostración del afecto y la atención a las necesidades afectivas de nuestras parejas en este baile de la vida. Por eso, las personas que hacen bonito tu mundo también se merecen que hagamos bonito el suyo.

Lo que se descuida, se pierde

Se dice que el amor dura tanto como lo cuidemos y lo cuidamos tanto como lo queremos. Así, si bien somos humanos y a veces cometemos errores que pueden llevar a equívocos en relación de nuestro afecto, lo cierto es que no podemos permitirnos dejar escapar a las personas valiosas.

Tristemente es común que ignoremos a personas importantes por pura desidia, por falta de tiempo o por cierto desinterés teñido de egoísmo. Solemos cometer el error de no dedicar el tiempo necesario a “demostrar” a esas personas lo importantes que son.

¿Cómo cuidar las relaciones?

Así, también es probable que en algún momento hayamos sentido que alguien nos deja de lado y nos hayamos vuelto locos intentando comprender qué ocurría. Este sufrimiento es innecesario y podemos evitarlo de muchas formas:

- Generalmente basta con unas palabras que hagan comprender que la ausencia o la distancia no significan jamás el olvido y que a pesar del “abandono temporal”, la presencia permanece.

- Aún así, demostrar a alguien que nos importa es algo que lleva tiempo y que hay que construir poniendo especial cuidado en que la relación sea saludable y que esté alejada de dependencias y excesos emocionales.

- Cada ladrillo debe estar elaborado con la más absoluta sinceridad; esto es sin egoísmos ni segundas intenciones. Así, tenemos que tener en cuenta de que no debemos crear necesidades, ni siquiera la de la compañía.

- Esto se logra a través de la comunicación y la expresión sincera tanto de nuestros pensamientos como de nuestros sentimientos. Como es natural debemos hacerlo siempre planteando que somos nosotros quienes nos sentimos así, no la persona que tenemos delante la culpable del malestar o, incluso, del bienestar.

- Las relaciones necesitan del tiempo y de las experiencias para nutrirse, sustentarse y crecer. Si dejamos de dedicar tiempo, mostraremos falta de interés y, como consecuencia, alejaremos a aquellas personas imprescindibles.

No podemos dejar escapar a aquellas personas que hacen bonito nuestro mundo. Con ellas podemos ser nosotros en toda nuestra esencia y con total libertad, lo cual es algo tan magnífico como inusual. Por eso, cuida y enriquece tus relaciones, y hazlo siempre desde la más absoluta sinceridad.


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jueves, 24 de agosto de 2017

Elige el bienestar


Cada día tenemos la oportunidad de hacer un sin fin de elecciones. Lo que vamos a comer, a beber, el tipo de pensamientos con los que iniciamos el día, el tema de conversación cuando nos encontramos con alguien, la lectura que haremos, la música que escucharemos, la palabras que diremos y el modo en el que nos vinculamos con los demás.

Las respuestas que damos a las situaciones que la vida nos ofrece, la actitud con la que emprendemos cada tarea, el modo como nos presentamos ante los demás y nuestros modos para interactuar con los otros.

Cada elección forma parte del tejido de nuestra vida. Y todas son importantes en primer lugar porque son la manifestación de nuestra esencia y además porque reflejan mi modo de estar en el mundo y mi libertad.

►Al cabo del tiempo, se acumulan las consecuencias de cada uno de mis hábitos y puede ser una tragedia no haber hecho inteligentes elecciones.

Es importante detenerse a pensar en cómo prefiero vivir. Cultivar la virtud de la prudencia. Conservar un orden interno que promueva la paz, la tranquilidad, el crecimiento y el logro de las metas que nos hemos fijado.

El bienestar no solo es deseable: también es posible y es el resultado de esas múltiples elecciones que, siendo consciente o no, hago cada día.

Psicología/Rocío Arocha
https://rocioarocha.com

miércoles, 23 de agosto de 2017

La mala costumbre


La mayoría de nosotros vive pensando que esto será eterno. Que somos inmortales y que las desgracias solo le pasan al de al lado. 
Y es que…

Tenemos la mala costumbre de dejar para luego, de reír poco y de querer hacerlo mañana. Tenemos la mala costumbre de echar de menos, en lugar de hacerlo de más. La mala costumbre de usar los luegos y no los ahoras. Luego te llamo, luego te escribo, luego te contesto, luego nos vemos. Y obviamente nunca llamó, nunca escribió, nunca contestó y nunca fue visto. Tenemos la mala costumbre de querer tarde. De valorar tarde. De pedir perdón demasiado pronto. Debería haber un número máximo de perdones. Perdonar nos hace grandes, de acuerdo, pero cuando tienes que perdonar todos los días, al final un lo siento se convierte en el comodín de cualquier pretexto injustificado, innecesario e inmerecido. Tenemos la mala costumbre de defender al malo y descuidar al bueno. De contar mentiras tra la rá y de tener que hacer un máster para descubrir verdades. Mantenemos en nuestra vida “amigos” porque sí y llenamos nuestras agendas de compromisos a los que realmente no queremos ir. Tenemos la mala costumbre de sentirnos mal por decir no y de creernos mejores por decir si.

Tenemos la mala costumbre de esperar a un cáncer, a una mala noticia o a una llamada de que alguien querido se nos fue, para tomar las riendas de nuestra vida y empezar a apreciar cada puesta de sol, cada mañana que te levantas de la cama y cada luna que abrazas en tu almohada. Tenemos la mala costumbre de usar el descuido a diario, olvidando que los pequeños detalles importan, que los pequeños detalles construyen grandes caminos y que cada lunes, puede ser el mejor día de la semana. Tenemos la mala costumbre de quejarnos por todo, de culpar siempre al otro porque claro, tú eres un ser perfecto y nunca, nunca, haces nada. Siempre es la parte contraria. Decimos muy pocos te quieros y hacerlo por primera vez es como “buf que va, no vaya a ser que se asuste”. ¿Asustarse de qué? ¿Cómo una persona puede asustarse porque alguien le quiera?.

Asústate si algún día te vas a la cama sin sentir que quieres a otra persona.

Asústate el día que te vayas a dormir sin decirle a esa persona lo importante que es para ti.

Asústate cuando no le des besos a tu madre y a tu padre.

Asústate cuando seas incapaz de abrazar a alguien y sentir esa sensación tan extraordinaria que producen los abrazos.

Asústate cuando las defensas de tu cuerpo se hayan vuelto inmunes al dolor ajeno.
Y cuando veas una injusticia y no hagas absolutamente nada para remediarlo.

Asústate cuando pases un solo día sin ayudar a alguien.

Asústate de verdad, porque créeme. Estás muerto.

Y es que…

Tenemos la mala costumbre de trabajar demasiado, de cargar con una mochila llena de cosas innecesarias y de comer más de lo que nuestro cuerpo necesita. Tenemos la mala costumbre de creernos mejores que los demás, de bailar poco, fumar mucho y respirar a medias. Tenemos la mala costumbre de ir caminando por las calles de nuestra ciudad mirando al suelo, o a nuestro teléfono móvil. ¿Alguna vez te has dado cuenta de lo bonitos que son los edificios de esas calles por las que pasas a diario? Por no hablar de la luz de las estrellas.

Tenemos la mala costumbre de empezar el gimnasio la semana que viene. De cuidarnos cuando ya es demasiado tarde y de tomar vitaminas cuando estamos enfermos. Tenemos la mala costumbre de creer que el pelo de aquella es mejor que el nuestro. Que su suerte es nuestra desdicha y de compararnos como si fuésemos presa de alguien que busca en comparadores de Internet. Tenemos la mala costumbre de medirnos por nuestros estudios o por nuestra altura. De confundir la belleza con la delgadez y de creernos que no somos capaces de conseguirlo, porque alguien, una vez, así nos lo hizo creer. Y no fue nadie más que tú mismo.

Tenemos la mala costumbre de apuntarnos a clases de idiomas, cuando ni siquiera dominamos el nuestro. De querer conocer mundo y viajar lo más lejos posible cuando aún, nos quedan lugares maravillosos por descubrir en nuestra propia tierra.Tenemos la mala costumbre de escuchar poco y hablar demasiado. De dar consejos y juicios de valor sin ser conscientes del poder que pueden llegar a tener nuestras palabras. Dejamos demasiado pronto y tenemos muy poca paciencia. Wasapeamos mucho, dormimos demasiado.

Nos pasamos media vida o vida entera, soñando esa vida perfecta que nos gustaría tener. Cuando somos ajenos a que realmente la vida perfecta es ahora. Es cada momento, cada instante de los segundos que marca el reloj de tus días. Es cada oportunidad, cada sonrisa, cada beso y cada vez que te enamoras. ¡ENAMORÉMONOS TODOS LOS DÍAS DE NUESTRA VIDA! 

Empieza a acostumbrarte a esta vida que a veces es dura. Terriblemente dura. Pero no te lamentes ni te vayas nunca a la cama habiendo hecho daño a alguien. Habiendo dejado para luego esos ahoras que nunca llegaron. No habiendo cumplido ese sueño que tanto querías, no habiendo hecho unos kilómetros de más ese día porque tu cuerpo estaba cansado. No permitas que alguien fallezca para luego recordarlo y decirle mirando su foto, cuánto le querías. No dejes que la rutina o la sensación de eternidad descuide lo verdaderamente importante de tu vida.

En definitiva, no dejes que la mala costumbre sea la invitada de honor en los días que te quedan por vivir a partir de hoy.

Quiere ahora, no mañana.

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(Fuente: El rincón de Floricienta)