viernes, 13 de enero de 2017

LA CULPA EN EL DESARROLLO PERSONAL



En mi opinión, una de las cosas que nos liberarían en gran medida de algunos sufrimientos internos -de los que no somos conscientes pero sí víctimas directas-, es el sentimiento de culpa.

Hay, básicamente, dos tipos de “sentimiento de culpa”. El primero proviene de cuando uno es realmente culpable de algo –y entonces es muy lógico tener ese sentimiento- y el segundo, cuando de uno “cree” ser culpable de algo –y aquí hay que matizar y darle vueltas hasta comprobarlo-.

Se padece la influencia de diferentes “sentimientos de culpa”. Uno que parece ser que todos soportamos sin ser conscientes de ello, que nos lo han inculcado algunos sacerdotes que nos “responsabilizan” y “culpan” de la muerte de Jesucristo –que “murió para salvar a cada uno de nosotros”-. También puede provocar ese sentimiento el hecho de creerse culpable por el uso de la masturbación –en algunas disciplinas religiosas incluso es “pecado” hacer uso del sexo con la esposa si no es con el objetivo de la reproducción-. Otras personas tienen sentimientos de culpabilidad porque ya de adultos “desobedecen” algunas órdenes que les dieron sus educadores cuando era pequeño, y aunque compruebe que ahora no tiene por qué cumplirlas –porque no está de acuerdo con ellas o porque comprueba que están obsoletas o equivocadas-, en cambio en su interior se produce un conflicto que le provoca sentirse culpables. Hay otros varios motivos responsables de este sentimiento -ya más particulares- en los que uno se siente culpable de algo que hizo o que no hizo.

Ya sé que esto que leerás a continuación –que es solamente una opinión, no una afirmación, y no discutiré con nadie para defenderla- es algo que crea controversia, algo que cuesta bastante aceptar a las personas de buen corazón –otros, con el corazón menos amable, se sentirán encantados y hasta llegarán a usarlo como excusa razonada-. 

Ahí va: yo creo que uno sólo es responsable de las cosas que no han producido el resultado deseable –no quiero escribir “que ha hecho mal o han salido mal”- a partir del momento en que está en un Camino de Desarrollo o Mejoramiento Personal –conscientemente o sin darse cuenta, y le llame como le llame, incluso si no le ha puesto nombre-. 

Solamente entonces se es responsable directo, a partir de que uno empieza a saber y a darse cuenta. Entonces es cuando comienza su responsabilidad. Cuando uno ha hecho algo de un modo inconsciente, era “otro” quien lo hizo.

Insisto: esto hay que comprenderlo muy bien, desde el corazón, y no usarlo para des-responsabilizarse de las cosas de las que uno es verdaderamente responsable.

Tengo otra opinión bastante controvertida, y es que a veces, en contadas ocasiones, bajo circunstancias muy concretas, uno tiene que hacer algo que aparentemente no es lo correcto o adecuado. Con esa actuación lo que se pretende –incluso sin que nosotros lo sepamos- es que otra persona reaccione, que se ponga en marcha en su proceso, o que aprenda una lección que le será de utilidad.

Si uno actúa ante sí o ante los demás con una noble intención, aunque luego se compruebe que los resultados han sido contrarios a lo previsto, no debería auto-castigarse, ni flagelarse, ni condenarse a los infiernos, ni enojarse consigo mismo de un modo duro y para toda la vida. No debería quedarse enganchado a un sentimiento de culpa.

Lo que yo hago en estos casos es darme una palmadita en la espalda y ánimo, soy consciente de que en ese darme cuenta de lo que he hecho, y de su resultado, lo que hay es una lección que aprender, y cuando me doy cuenta de lo que he hecho y lo que ha pasado no me enojo conmigo –en realidad me disgusto levemente y durante un segundo-, sino que me considero un poco más sabio, y satisfecho de lo que acabo de aprender incluso a costa del precio pagado.

Llegar a esta acción –que en algunos casos también es una reacción de las buenas- me ha costado mucho trabajo y muchas conversaciones conmigo mismo hasta que me he hecho verlo claramente. Y es que es así. En este caso no hay un ego que no quiere responsabilizarse de nada de lo que hay detrás de ello, ni hay una auto-exculpación que viene muy bien y es muy cómoda, ni es una excusa genial, sino que es una convicción fruto de la observación de la vida, del Ser Humano, de la comprensión de las cosas, y de encontrar respuestas a muchos “por qué” y a muchos “para qué” de las cosas que me van sucediendo.

Es cierto que soy muy consciente de que debo preservarme, tratarme como un niño que lleva toda su vida aprendiendo, no agredirme ni ponerme en mi propia contra, ni ser mi furibundo inquisidor personal. 

Soy muy consciente, pero que muy consciente, de que soy una persona “de buen corazón”, que no albergo ninguna maldad, que jamás tengo intención de perjudicar a otro, que no padezco de egoísmo ni de egolatrismo, y que quiero pasar tranquilo por la vida y sin crear alborotos ni polémicas ni querellas. Lo mismo que son y lo mismo que sienten millones de personas. La diferencia tal vez esté en que yo sí me doy cuenta.

En cambio, si uno hace daño a conciencia y para su propio beneficio, entonces no es un “sentimiento de culpa” sino que verdaderamente hay culpa y se es culpable.

Si padeces algún sentimiento de culpa injustificada reflexiona sobre lo que acabas de leer y decide si quieres seguir soportando tan gravosa e inútil carga.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco De Sales
buscandome.es

jueves, 12 de enero de 2017

CUIDADO CON EL AUTOSABOTAJE



En mi opinión, hay que estar muy atentos, pero que muy atentos, pero que muy muy atentos, a nosotros mismos –y más concretamente a nuestras actuaciones inconscientes-, porque dentro de nosotros llevamos –sin que nos demos cuenta la mayoría de las veces- un autosaboteador experto en ponernos zancadillas y en obstaculizar nuestra vida para que discurra de un modo más incómodo.

A algunas personas esto le sonará muy conocido, pero que muy conocido, pero que muy muy conocido –porque ya lo han sufrido y lo siguen sufriendo en muchas ocasiones- y otras personas se quedarán dudando y hasta es posible que se paren a observarse, que se pregunten, por si acaso les está pasando y no se habían dado cuenta y, en cambio, otras personas lo negarán sin saber que se están equivocando al negarlo.


NO DIGAS NO PUEDO

El primer acto de autosabotaje surge cuando alguien dice “no puedo”. No siempre tiene razón. No siempre es verdad. La mayoría de las veces esconde un “no quiero intentarlo” porque “creo” que no puedo, o bien es un “porque no quiero intentarlo” al que disfrazamos, o es un “tengo miedo” que uno no se atreve a llamarlo por su nombre.

No se puede cuando hay una limitación física o real. No puedo sumergirme a pulmón libre a 6000 metros. No puedo llegar a volar solamente con el movimiento de mis brazos. No puedo concebir un hijo con una grulla.

Es cierto que hay algunas limitaciones en algunos casos, pero hay que evitar el “no puedo porque no lo he intentado”. Todos hemos visto casos de autosuperación y hemos comprobado lo que puede llegar a hacer una persona lisiada o hemos visto los Juegos Paralímpicos. 

Hay muchísimas ocasiones en las que, si uno se lo propone firmemente, la voluntad domina a la apatía, el esfuerzo vence a resignación, y el deseo doblega al miedo. 

Conviene no permitir que los contratiempos y las adversidades se impongan como obstáculos insalvables o como excusas perfectas para no afrontar lo que hay que afrontar. 

La fuerza está en la voluntad. La voluntad reside en la mente, y se revalida con el deseo firme, con la actitud positiva, y con la motivación consciente. Uno consciente es quien manda. O uno consciente es quien tiene que mandar. Uno gobierna o tiene que gobernar porque es uno, y no el destino o el azar, quien tiene que dirigir el Camino de su Vida.

Uno mismo tiene la voluntad y la responsabilidad. Nadie garantiza el éxito en lo que se quiere emprender, pero siempre merece la pena intentarlo. Casi diría que es una obligación intentarlo.


PREPÁRATE PARA FRACASAR

“Nuestra mayor gloria no es no fracasar nunca, sino volver a intentarlo cuando fracasamos”. (Confucio)

En mi opinión, no existe el fracaso. Existen las cosas que no han sucedido como uno quisiera que hubieran sucedido, pero eso no quiere decir que sean fracasos. Son experiencias. Experimentando es como se aprenden las cosas que no se pueden aprender de otro modo.

Otro acto de autosabotaje son los límites que le hacen creer a uno que no va a poder desde antes de intentarlo porque está condenado al fracaso. Aunque uno haya “fracasado” antes al hacer algo similar, es posible que en esta ocasión se tenga más experiencia, más fortaleza, más convencimiento, o que se puedan encarar las cosas de otro modo distinto. 

“Está permitido el caer, pero es obligatorio el levantarse”. Hermosa y profunda frase que no necesita ser explicada sino interiorizarla.

Hay otro dicho muy cierto: “Para alcanzar algo que nunca has tenido tendrás que hacer algo que nunca hiciste”. Y esto puede darte mucho que pensar y mucho que poner en práctica.


NO TE PONGAS LÍMITES

“Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto” (Henry Ford).

La Autoestima y la mente juegan un papel importante en este asunto. Si crees que puedes tienes más posibilidades de lograrlo que si crees que no puedes. Si tu mente está a favor y colabora tienes más posibilidades que si una mente autosaboteadora y una Autoestima bajo mínimos son los únicos colaboradores con los que puedes contar.

El miedo es una excusa. Así que conviene preguntarse seriamente ¿A qué tengo miedo?, ¿Por qué tengo miedo?

“Y como no sabía que era imposible, lo hizo”. Esta es la buena actitud. 

Hay que ser consciente de esta realidad que es el autosabotaje, porque está ahí, latente o activo, y porque la característica de su funcionamiento es que lo hace sin que nos demos cuenta. Tenemos el enemigo en casa y no nos damos cuenta.

Generalmente no somos tan estúpidos como para estropean nuestra propia vida o colaborar en el fracaso de nuestros propios proyectos, así que –por supuesto- sucede sin que nos demos cuenta.

Atención, atención y atención.

Y cada vez que nos demos cuenta de que no avanzamos, que hay algo que no funciona correctamente, que nuestros buenos propósitos no llegan a realizarse, que las buenas intenciones no pasan de buenas atenciones, es conveniente revisarlo, revisarse, y descubrir si hay un autosaboteador muy eficaz que desbarata los buenos planes.

Te dejo con tus reflexiones. . .

Francisco De Sales
buscandome.es

miércoles, 11 de enero de 2017

DESARROLLO INTERIOR: RESERVADO PARA MUY VALIENTES



En mi opinión, el proceso de Desarrollo Interior no es, en ninguna de las ocasiones, un Camino fácil.

No es un paseo romántico, ni una suave caminata bajo la sombra de los árboles, ni pasear al sol junto al mar en calma.

Es una continua lucha –en el mejor sentido de la palabra “lucha”- y una incesante zozobra, en la que, de vez en cuando aparece un momento de paz que, con el tiempo y el trabajo personal, se va haciendo cada vez más intensa y más habitual.

El proceso conlleva un descubrimiento de cómo está  siendo uno mismo, y de la diferencia que existe con el Uno Mismo que uno aún sólo se intuye. 

En el transcurso de ese Camino pueden aparecer cosas desagradables, cosas que han estado ocultas durante mucho tiempo y por ello son desconocidas, y cosas que uno ha querido esconder pero ahora se presentan insolentes.

Hay un miedo latente antes del proceso por parte de quien es consciente de lo que va a hacer, y hay miedo durante el proceso, porque a medida que aparecen cosas personales que no son agradables, y lo que llamamos “defectos”, uno piensa que eso va a ser interminable, y que uno es mucho peor de lo que se imaginaba y está peor de lo que suponía.

En el refranero español hay uno que dice: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Lo que nos da una idea de cómo hay una tendencia a preferir quedarse con lo que uno ya conoce (y en muchos casos porque no le ha quedado más remedio que reconocerlo), y el desánimo con que se encararía una búsqueda que puede aportar el descubrimiento de algo que no nos va a gustar y preferiríamos mantener oculto y desconocido, incluso renegando de ello.

“Es que –piensa uno- si me meto en el Proceso y descubro algo que no me gusta… ¿cómo lo borro?, ¿Cómo lo olvido después?”

En la ignorancia o el olvido de las cosas uno no se ve afectado por ellas, pero cuando han aparecido y ya son innegables… 

Este es uno de los temores más comunes.

Otro dicho habitual es: “Virgencita, que me quede como estoy”.

Que es, otra vez, una aceptación sumisa de lo que uno siente ante el temor de que lo desconocido sea peor.

Entonces… si está reservado sólo para muy valientes… ¿Qué hacemos los demás?, ¿Rendirnos antes de empezar?

No.

La actitud es de “Poco a poco”. Y con mucho amor. Y con mucha paciencia. Y sin ánimo de auto-agresión. Y sin escandalizarse, ni despreciarse, ni minusvalorarse, si aparece algo personal que no es de nuestro agrado. Que va a aparecer.

Descubrir es destapar. Poner a la vista algo que se mantenía cubierto,  PERO QUE YA ESTABA. En el momento que uno descubre algo suyo que no le gusta NO CAMBIA NADA, no hay nada nuevo, simplemente es que se pone a la vista, PERO YA ESTABA.

Descubrir algo nuestro que no nos gusta no ha de ser un motivo de enfado sino un motivo de satisfacción.

Solamente a partir del descubrimiento y aceptación de que existe algo que no nos gusta se puede hacer lo necesario para resolverlo. Por eso ha de ser un motivo de satisfacción y no de enfado. Ahora que se sabe se puede resolver. Y el resultado de resolverlo será un paso adelante en el Camino de Desarrollo Personal.

Bueno… quizás entonces no sea un Camino reservado sólo para valientes, sino que sea para personas que tienen AMOR PROPIO, o sea, que se aman a sí mismas.

Tal vez sea suficiente entonces con tener intención de mejoramiento, con ser paciente y perseverante, con querer contentar a esa parte interior propia que sugiere que uno es mejor de lo que aparenta y que aún queda un potencial ilimitado de posibilidades de ser mejor para poder aspirar a ser mejor aún.

Quizás no sea indispensable ser valiente y sea suficiente con confiar en esa intuición que le propone a uno saber más de sí, acercarse a quien se vislumbra que uno es de verdad y que no ha sacado a la luz.

Posiblemente lo conveniente es dar el primer paso, que es el de reconocer que uno quiere mejorar y está dispuesto a hacer una inversión en sí mismo, de amor y dedicación, y comenzar a hacerlo. A pequeños pasos. Titubeando si es necesario. Con un mínimo miedo por alguna parte pero con una gran confianza por otra. Pero adelante.

Dar el primer paso ya es de muy valientes.


Te dejo con tus reflexiones…

Francisco De Sales
buscandome.es

martes, 10 de enero de 2017

Teléfonos y educación


Las herramientas no tienen ni moral ni ética. No son ni buenas, ni malas. Son.
Las personas les damos un uso. Así como un cuchillo puede ser utilizado de modo destructivo y dañar a una persona, también puede ser usado para llevar a cabo una cirugía y salvar una vida.
Ocurre algo similar con los teléfonos. Nos acercan a los otros, nos facilitan la comunicación y pueden ser muy útiles. Según el uso que les demos pueden unir o separar. Podemos incluso, destruir una relación al no saberlos utilizar.
Es de muy mal gusto y pésima educación ponerlo encima de la mesa cuando estoy comiendo o tomando un café con otra persona. Es un modo de decir: “te quitaré la atención si me aparece un mensaje; son más importantes los que no están que tú”. De peor educación es estar consultando mis redes sociales, llámense como se llamen: Facebook, Snapchat, Instagram, etc. cuando estoy en una clase, en una reunión social, etc. Es un modo de decir: “me interesa mucho más lo que veo ahí que lo que tú estás diciendo”.
Nadie nos tiene que quitar el teléfono ni sugerir que no lo estemos consultando. Debemos hacerlo como una demostración de respeto para la persona que está frente a nosotros, dándonos su tiempo. ¿Cuánto vale el tiempo del otro?
Usemos las herramientas para crear mejores relaciones. Para acercarnos a los demás. Para escribir positivamente. No son lugares para denunciar si mi pareja me es infiel o si me siento triste.  
Demos ese ejemplo a nuestros jóvenes.


Psicología/Rocío Arocha

lunes, 9 de enero de 2017

LOS PLACERES EN EL DESARROLLO PERSONAL


En mi opinión, hay personas que confunden la seriedad que pueda tener un asunto con la seriedad –o no- con que hay que afrontarlo.

Digo esto porque me he encontrado con personas que cuando inician el Camino se ponen serias –muy serias- y se lo toman como algo que hay que afrontar desde una actitud de gravedad manifiesta, solemnemente, tal vez siendo secamente inexpresivas, pensando que de esa forma le dan empaque, y que ellas mismas, por eso de aparentar tanta seriedad, se revisten de importancia y se sienten de una raza especial que ha de estar aparte.

En cambio, yo opino que hay que tomárselo de un modo distinto. Es un asunto serio en el sentido de que es importante –no hay duda-, pero eso no lo condena a la seriedad en la expresión y el afrontamiento.

Vivir es –también- sonreír, reír, divertirse, ser feliz… y todo eso se puede hacer compaginándolo con los momentos de introspección y reflexión, y de recogimiento y revisión, porque una cosa no excluye a otra, y porque la dedicación exclusiva al Desarrollo Personal, desde un punto casi obsesivo, es perjudicial.

Dios, o el Creador, -o “lo que sea o quien sea”, para los ateos-, no nos puso los cinco o seis sentidos y todas las maravillas que hay en el mundo como una tentación que se ha de vencer continuamente, ni nos dotó de la capacidad de sonreír para que la estemos reprimiendo constantemente, ni dijo que la felicidad y el buen humor sólo se pueden alcanzar al final del Camino.

El hecho de encarar la vida con optimismo, y los problemas con buen ánimo, y de ser capaces de desdramatizar la vida y lo que nos ocurre, no es un atentado contra la importancia del Camino. No es que se menosprecie. Quiere decir que un Camino se puede hacer en silencio o cantando, ya que de ambos modos se dan pasos. (Personalmente, prefiero la segunda opción)

Silencio, meditación, recogimiento, o introspección, son necesarios pero no es obligatorio que sea a todas horas.

Estamos en el Mundo y en la Tierra y eso implica que hay que compatibilizar trabajo con familia con ocio con matrimonio con viajes con religión con problemas con hijos con facturas que pagar con pensar en el futuro con tener miedo con llorar con espiritualidad con reír con estar desanimado con estar contento con amar con Vivir… y amalgamarlo todo, hacer un conjunto en el que todo ello pueda convivir cordialmente, cada cosa a su tiempo y en su momento, y estando uno por encima de todo ello observándolo, gozándolo, aprendiendo, siguiendo adelante en su propio Proceso pero sin abandonar a lo otro y a los otros.

Los placeres son para gozarlos.

El hecho de gozar, de reír, de estar a gusto, de sentirse bien o querido entre otra gente, la felicidad… todo eso es alimento para llevar en el Camino, y con ello la esperanza y la ilusión se reconfortan y crecen.

Y más aún porque hay muchos placeres que son muy puros e intensos, y que además son gratis. O casi.

Busca los tuyos y no los abandones, no los desatiendas así como tampoco desatiendas tu Proceso. 

Que convivan armoniosamente.

Estas son solamente unas ideas de lo que quiero decir:


-   Ver –conscientemente- un amanecer o una puesta de sol.
-   Pasear por el parque, por el monte, por el campo.
-   Charlar con amigos.
-   Leer.
-   Escuchar música.
-   Meditación, relajación, reflexionar, yoga, zen.
-   Desarrollo personal.
-   Acudir a charlas, conferencias, exposiciones.
-   Cenas o comidas en grupo.
-   Abrazar, reír, amar…


Revisa cómo llevas el asunto de los placeres.

Te dejo con tus reflexiones…


Francisco De Sales
buscandome.es