miércoles, 20 de diciembre de 2017

LO QUE PASA CUANDO NO PASA NADA


En mi opinión, esos momentos de tranquilidad –o aparente tranquilidad- en los que parece que NO PASA NADA en nuestra vida, si los miramos desde el punto de vista del Desarrollo Personal, NO son momentos perdidos, NO son momentos innecesarios, porque el Camino del Desarrollo es interminable, y tal vez ni siquiera al final de nuestra vida lleguemos a completarlo, o tal vez la meta que alcancemos sea solamente provisional, así que conviene –cuando uno lo sienta así- dejar espacios en los que parece que no haya algo que nos esté aportando enseñanzas.

En realidad, si estamos atentos, también seguimos aprendiendo en las paradas. Pero si estamos desatentos, SÍ estamos perdiendo el tiempo.

El Ser Humano tiene tantas capacidades latentes, tantas cualidades sin terminar de desarrollar, y tantas y tantas posibilidades de seguir mejorando en su propio perfeccionamiento, que resulta conveniente encontrar tener la motivación siempre activada para nutrirnos de tantas cosas que nos pueden ayudar, en unas ocasiones añadiendo más información a la que ya tenemos y en otras ocasiones elaborando nuestras propias ideas y filosofías a raíz de lo aprendido.

La información que solo se almacena para repetirla en los momentos que consideramos adecuados, pero del mismo modo que lo repite un loro sin ser consciente de la profundidad de lo que dice, no tiene utilidad si no se pasa por la comprensión y elaboración profunda de lo que esa información contiene. Me acuerdo del dicho oriental que recuerda que un burro, aunque vaya cargado de libros, no deja de ser un burro.

Hay momentos en los que es conveniente una parada voluntaria y consciente, de atención a uno mismo en el interior y en el corazón, para ordenar o reorganizar ideas, para que lo aprendido se aposente y se coloque en la ubicación necesaria para comenzar a hacer efecto, o para revisar de nuevo si el Camino es el adecuado

Dado que el Desarrollo Personal no es una asignatura que hayamos estudiado a conciencia, ni hemos tenido alguien que nos haya orientado perfectamente, parece que sólo nos queda la opción de la experimentación como camino de aprendizaje. Parece que solamente haciendo es como se puede aprender.

►Pero la evolución necesita reflexión y también acción.

El autoconocimiento necesita preguntas a las que responder o a las que buscar y encontrar respuesta. Necesita el estímulo externo, y que venga de donde sea, pero que mantenga viva la intención, el deseo, el ánimo, y la voluntad, para la posterior celebración de cada logro, sea éste del tamaño que sea.

Cuando no pasa nada no es que ya se haya alcanzado el final, no es que uno ya haya llegado a una situación privilegiada en la que sentarse plácidamente a observar lo que ya se ha recorrido. Así que conviene no estancarse en esa interrupción.

El que sabe algo, es también consciente de cuánto no sabe.

Saber algo invita e incita a querer saber algo más, y uno, cuando descubre algo, descubre al mismo tiempo que aún le queda mucho por descubrir. 

La inquietud por seguir aprendiendo y creciendo necesita de más inquietudes. Que no falten inquietudes. Cuando uno se pone en marcha ya no hay –o no debería haber- quien le detenga. 

Cuando no pasa nada es momento de activarse uno mismo, de tentarse con propuestas satisfactorias para el espíritu, de provocar el encuentro con nuevas inquietudes, de hacer un repaso del Camino seguido hasta haber llegado a hoy y observar qué falta, qué demandas han quedado desatendidas, qué no se ha sabido ver en el pasado, preguntarse, acosarse un poco, sacarse del letargo improductivo, hay que seguir, no hay tiempo en esta vida para largas paradas y aún menos para largos estancamientos -ya habrá tiempo de descansar dentro del ataúd-, esta VIDA hay que VIVIRLA, exprimirla para sacarle todo el jugo que tiene, hay que llenarla de VIDA.

La apatía y la pereza son nocivas, y son peores aún si se alían y suman sus perjuicios.

Hay que seguir, incluso aunque no se sepa claramente cuál es ni dónde está la meta: si una intuición inexplicable o un sentimiento sin razonar nos alientan, hay que seguir. Tal vez esté detrás del siguiente recodo y sea éste quien nos lo está ocultando.

►Hacer. Movilizarse. Motivarse. Empujarse. Lo que haga falta para estar activo mientras dure la efervescencia del inicio del Camino.

En mi opinión, ha de ser de ese modo. 

Ya llegará uno después a un punto desde el que se dará cuenta que puede aflojar el ritmo, que las cosas han adquirido otro valor o importancia, y entonces es tiempo de deleitarse, de disfrutar de la paz alcanzada… y de ayudar a quien recién comenzó su Camino.

Te dejo con tus reflexiones…


Francisco de Sales

http://buscandome.es

martes, 19 de diciembre de 2017

BIODESCODIFICANDO LA DESVALORIZACIÓN


Dentro de la Biodescodificación, hay un conflicto emocional importante que detona programas familiares para muchas de las enfermedades y es la Desvalorización.
Porque si no nos sentimos importantes, inteligentes, fuertes, bellos, reconocidos, admirados, apoyados, nuestra vida dentro de la propia familia o la sociedad se convierte en un tormento.

Sentir que no somos capaces o que no somos lo suficientemente capaces para lograr o hacer algo es una historia que día con día se repite y multiplica porque así como a diario nacen bebés y no todos ellos serán valorizados como tal vez se merecerían, existen millares de jóvenes, adultos y ancianos que han sufrido desvalorización todos los días de su vida.

La desvalorización consiste en minimizarnos, sentirnos menos que alguien, más ineptos que alguien, más débiles que los demás, menos atractivas o atractivos que los demás, sentirnos tontos, poco hábiles, o incluso hasta creer que vivir no vale la pena porque no somos nada.

Cualquiera podría decir que las desvalorizaciones sufridas en una difícil o triste infancia, han quedado en el olvido. Otros más podrán decir que “no necesitan” el reconocimiento de los demás porque es parte del “ego”, algunos por allá podrán decir que “no ha sido tan duro”, pero en el fondo esa vida de desvalorización al final, claramente tendrá sus consecuencias sobre nuestra salud.

Una persona desvalorizada puede dañar inconscientemente sus ganglios, sus músculos, sus huesos, sus articulaciones y por supuesto, tejidos y órganos relacionados con éstos.
Y no necesariamente es una desvalorización recibida por parte de otra persona, no es siempre un “ataque” externo; nosotros mismos podemos vivir todos los días de nuestra vida desvalorizándonos, lo que llamaríamos “auto-desvalorización”.

Si el ser humano, requiere de 21 días para formar un hábito, imaginen por un segundo cómo está el grado de Autodesvalorización de una persona de 40 años que a diario de repite:

- “Sí, soy bien olvidadiza, siempre olvido las cosas, mis amigos ya saben que siempre se me olvidan las cosas, mi cabeza no puede recordar cosas importantes, todo se me olvida, etc.”
Y sin darse cuenta, esa persona ha asumido que no es lo suficientemente inteligente ni tiene la suficiente capacidad cerebral para recordar, cuando desde un principio, esa persona pudo decirse a sí misma: “Sí, a veces olvido alguna cosa, pero muchas otras recuerdo detalles perfectamente”.

Y como esto, cientos de ejemplos más de fuerza, de capacidad, de inteligencia, de belleza, de astucia, de sentido común, de creatividad, etc.
Historias de desvalorización que comienzan en casa, continúan en la etapa escolar, persisten en la adolescencia, echan raíces en la juventud y adultez, para venir a acabar con nosotros en la madurez y vejez, cuando ya tenemos las rodillas destrozadas, las manos con artritis, los músculos débiles y los huesos como corales de mar llenos de agujeritos.
Porque sentirnos valiosos es algo que comienza en casa. Con unos padres que reconocen primeramente mi existencia, mi inteligencia, mi fuerza, mi belleza, mis habilidades.

►¿Cuántas madres conocemos que etiquetan a sus hijos de tontos, inmaduros, débiles, etc?
►¿Cuántos padres conocemos que etiquetan a sus hijos como mariquitas, cobardes, inútiles, etc?
►¿Y si yo crezco sin un padre que no quiso reconocerme tal vez porque desde entonces yo no era lo suficientemente valioso?
►¿Y si yo crezco con una madre que prefirió dejarme con la abuela porque yo le obstaculizaba su camino hacia la búsqueda de su gran amor?

O ¿qué tal historias de desvalorización que comenzaron incluso antes de que yo naciera cuando mi propia madre o mi propio padre rechazaron mi llegada, mi existencia?

Esas historias en donde vivimos una niñez dura, fría, indiferente. Donde para nadie fue importante si arreglé bien mi cama, si hice un bonito dibujo o si obtuve una buena calificación en un difícil examen.

► Porque todo ser humano, necesita saberse y sentirse bueno, inteligente, valiente, fuerte. Necesitamos social y biológicamente sabernos y sentirnos “buenos para todo”, capaces todo el tiempo.

¿Cuántas historias entre las madres y abuelas de mujeres sometidas, totalmente desvalorizadas, minimizadas, acalladas, que tan sólo terminan rompiéndose la cadera (Desvalorización brutal afecta huesos) y muriendo porque la desvalorización fue demasiada?
Y uno diría: Pero mi madre o mi abuela fue una buena mujer.
Si claro, una buena mujer, pero sin reconocimiento, sin voto, sin fuerza para defender sus ideales, para salir a cumplir nuevos sueños, sin fuerza para defenderse. Viviendo para servir no haciendo ruido, sin quejarse, sin alterarse, viviendo una desvalorización que comenzó desde su infancia en el seno de su familia y que mantuvo al unirse a un hombre que mantuvo dicha desvalorización latente.

Jovencitos hábiles para los deportes o el arte que son minimizados por sus mismos padres, que les hablan de un futuro laboral útil, de ingresos económicos como meta primordial, provocando que abandonen aquello que aman hacer y para lo que son extraordinarios.
Jovencitas hermosas que ya desde su casa son llamadas gordas, tontas, feas, y que crecen sintiéndose apenas merecedoras de cariño o reconocimiento.

Sentirnos, hoy por hoy, con miedo de cambiar de trabajo, con miedo de arreglar nuestra situación sentimental por miedo a quedarnos solos. Miedo a reclamar un equivocado cobro, miedo a alzar nuestra voz ante una injusticia, miedo a hablar siquiera o a pensar.

Sentir que no podemos superar a nadie en nuestra familia, sentir que no merecemos un puesto mejor o un sueldo mejor, sentir que no hay salida, eso, señoras y señores, es DESVALORIZACIÓN.


Porque nadie en nuestra infancia nos hizo sentir valiosos y grandiosos dentro del hogar y porque nosotros ya con dicho entrenamiento, continuamos nuestras vidas AUTODESVALORIZÁNDONOS constantemente.


Así que analizando toda tu vida, analizando desde cómo fuiste concebido o concebida y cómo fue tu niñez, observa si de verdad eres tan malo o poca cosa como te lo hicieron sentir en casa. Analiza objetivamente si realmente no tienes la fuerza para lograr algo cuando te lo propones o fue lo que te hicieron creer desde niño o niña. Observa cuántas veces al día tú mismo de dices tonto, idiota, estúpido, inútil y cuántas veces más repites esas palabras sobre alguien más.
No son bromas. Jamás puedes decir que tu hermano te dice tonto “de broma” o que tú se lo dices a tu niño de “broma”.

►Recuerden que para el subconsciente NO EXISTEN LAS BROMAS.
Nuestro subconsciente se toma TODO muy en serio.

Así que es tu deber descubrir quién te desvaloriza, hoy por hoy. Quién te desvalorizó a lo largo de toda tu vida y tú a quién desvalorizas constantemente.

Seguramente descubrirás recuerdos tristes. Momentos en los que creíste que toda la familia te felicitaría o te reconocería y por el contrario recibiste una ofensa, una burla, una crítica.
Seguramente descubrirás recuerdos en los que tú sentiste haber tomado una buena decisión y todo el mundo se te fue encima haciéndote sentir el más tonto del planeta.

Todos los días, absolutamente todos los días recibimos desvalorización por parte de los demás o de nosotros mismos. Y si no estamos plenamente conscientes de grandiosos que somos, daremos entrada a problemas en nuestra salud.

Haz una carta de duelo (Carta de Liberación del Clan Familiar) y escribe en ella todas las historias de tu vida en las que te hayas sentido desvalorizado, para luego seguir con todas las veces en tu vida, en que tú mismo te desvalorizas o has desvalorizado a tu pareja, a tus hijos, a cualquier persona. Libérate de esas historias, quema tu carta, tira las cenizas y cambia.
Comienza por repetirte lo bueno que eres, lo bella que eres, lo fuerte que eres, felicítate por esa buena elección que hiciste o esa decisión que tomaste. Descúbrete reconociendo algo valioso en tus hijos, en los demás y diciéndolo en voz alta.

Comienza todos los días de tu vida, diciéndote al espejo “algo bueno de ti” y repítelo 21 días.

- “Soy la mujer más inteligente del mundo, la más bonita, la más fuerte, la más segura de sí misma”

- “Soy el hombre más inteligente del mundo, el más atractivo, el más fuerte, el más seguro de sí mismo”

Algo como lo anterior pero con tus propias palabras claro y a lo largo del día, cada que hagas algo bueno, di cosas como:

- “Bien hecho”
- “Me quedó perfecto”
- “Me lucí”
- “Qué bien lo hice”
- “Qué rico me quedó”
- “Qué bueno que lo logré”

Y poco a poco, recupera tú mismo aquel reconocimiento o valía que no recibiste en tu infancia y empodera esa valía que sabes que posees. Para que vivas sin miedos, para que veas que no hay límites y sobre todo, para que vivas saludable, pleno y feliz.

Así las cosas…


Akasha Sanación Integral
Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Cómo recuperar tu poder interior

Estos consejos son básicos si quieres saber cómo recuperar tu poder interior, cosa básica para poder adaptarnos a este loco ritmo de vida.


¿Quién más que uno mismo tiene poder sobre si?
¿Quién tiene el poder de pensar en nuestra propia mente?
¿Acaso alguien puede impedirnos elegir tener pensamientos de prosperidad, puede alguien impedirnos actuar desde el amor, puede alguien frenarnos en aumentar nuestra propia felicidad?
Nadie puede obligarnos a tener ideas negativas, tristes, catastróficas, dañinas… Pues nadie se puede meter en nuestra cabeza, ni tampoco sentir por nuestro propio corazón.
Durante siglos hemos buscado el poder fuera; en los padres, en los dioses, en los superiores, en los reyes, en los sabios, en magos, en la medicina, en la religión… Ahora entendemos que el poder solo lo encontraremos dentro de nosotros mismos, en nuestro interior.
Dentro de todos y cada uno de nosotros brilla un poder interior que se expande en función de nuestras vivencias y comportamientos. Él nos guía natural y amorosamente hacia la salud perfecta, la pareja perfecta, la profesión perfecta y nos ofrece la prosperidad en todo aquello que deseamos.

Nuestro poder interior es el motor de nuestra felicidad

Amarnos a nosotros mismos es reconocer esa guía, es crecer con esa luz y hacer que se expanda libremente desde nuestro interior hacia su fuente, el mismo universo.
El peligro reside en el Olvido de quiénes somos y qué hemos venido a hacer en este rincón de universo; qué tipo de sentimientos hemos venido a experimentar, como seres humanos, a compartir y expandir en este mundo. El peligro reside en olvidarse de que todo este viaje ha sido programado y deseado por nuestra esencia divina.
Abandonarnos es darle la espalda a esta realidad. Olvidarnos de ser felices es convertirnos en seres prisioneros de la incapacidad (no soy capaz de esto, no voy a lograr lo otro, no me merezco esto, esto no es para mí…), en victimas de los demás (si mis padres se hubiesen comportado de otra forma, si mis hermanos me hubiesen entendido…), nos convertimos en ciegos ante nuestra propia responsabilidad. En inválidos a la hora de aumentar nuestro propio poder interior.
Nos convertimos en el renegado ante nuestro único guía interior. Negar nuestras capacidades nos convierte en victimas. Entonces surgen: el desamor, la rabia, el resentimiento, la tristeza, el dolor, la enfermedad y todo sentimiento de incapacidad, de autocrítica…, como llamadas de atención para decirnos, ¡ojo, que no es por ahí! ¡Que eso no te hace feliz!
¿Y cómo puedo amarme a mismo?
La única forma de amarnos es aceptarnos tal y como somos, con nuestras rarezas, defectos, fallos, conscientes de que nuestra evolución está encaminada… 
Somos hijos del universo; y este no nos juzga ni nos critica. Solo quiere lo mejor para nosotros.
¿Y tú, acaso quieres lo mejor para ti?
Si el universo no nos juzga ni nos critica, ¿Por qué lo hacemos nosotros?
¿Quiénes somos nosotros para juzgarnos, castigarnos, privarnos si el Universo mismo no lo hace?

Algunos pasos para recuperar tu poder interior


  • Asumir nuestra responsabilidad: somos los únicos responsables de nuestra felicidad. De nada sirve mendigar a otros que nos hagan felices, ni tampoco culpar a otros y responsabilizarlos de nuestra propia infelicidad. 
  • Por mucho daño que nos hayan podido hacer solo nosotros tenemos la llave de nuestros pensamientos y sentimientos. Solo nosotros somos responsables de perdonar. Esto es un acto propio del único corazón del que disponemos. Aquí se encuentra la verdadera liberación del agredido y el verdadero poder interior.
  • Atreverse a expresar nuestros sentimientos: durante siglos hemos sido enseñados a que expresar emociones era cosa de débiles o de maleducados. La expresión de la rabia ha sido crudamente censurada, especialmente en la mujer. La tristeza y el llanto resultan insoportables para la mayoría: cuántas veces habremos visto a adultos animando a un niño que se ha hecho daño, a callarse y cortar su llanto, cuántas veces les podemos escuchar diciendo: no es nada. Pero al niño le duele.
  •  Reconocer el dolor lleva a tranquilizarse o tranquilizar al otro. Negar el dolor es automáticamente aumentarlo. Negar es un modo de enseñar, y así se nos ha enseñado, que las emociones, los dolores, no importan, no son nada. Y así aprendemos a tragar en vez de sacar y limpiar.
¿Cuántas emociones habremos tragado con los años…?
¿Cuántas emociones reprimidas llevamos con nosotros cada día?
¿Cuanto daño nos hacemos expandiendo así el malestar por no enfrentarlo y sacarlo?
  • Reprogramar nuestra mente: para recuperar nuestro poder interior con nuevos pensamientos de valía y merecimiento alegra a nuestra más potente herramienta que es el corazón.
  • Devolverle su guía la hace renacer:
    Realizar afirmaciones cada día es una eficaz forma de reorientar nuestras convicciones sobre nosotros mismos, la Vida…
  • Me merezco lo mejor y ahora lo acepto.
  • Soy una y la misma cosa con el Poder que me ha creado.
  • Me amo y me acepto exactamente tal y como soy.
  • La felicidad corre por mi vida como la sangre por mis venas…
  • Ahora elijo detectar e identificar los obstáculos que me señalan mi equivocación, que me sugieren el nuevo camino que puedo tomar.
  • Me autorizo a salir de las situaciones que puedan frenar mi vivencia de la felicidad. 
  • Estoy a salvo viendo crecer, día a día, mi poder interior.

http://www.enbuenasmanos.com