lunes, 27 de noviembre de 2017

5 frases muy comunes que revelan un trauma infantil no superado


Los traumas del desarrollo son mucho más comunes de lo que nos gustaría aceptar. Una serie de estudios realizados por psicólogos de la Duke University Medical School, reveló que el 78% de los niños reportaron haber vivido más de una experiencia traumática antes de los 5 años. A los 6 años, el 20% había sufrido experiencias traumáticas que incluían desde el abuso sexual hasta la negligencia emocional, la exposición a violencia doméstica y una pérdida traumática.

Sin embargo, quienes han sufrido un trauma del desarrollo pueden llegar a padecer estrés postraumático complejo (TEPT-C), un problema que se caracteriza por dificultades en la regulación emocional, percepciones distorsionadas sobre los abusadores, dificultades en las relaciones interpersonales, somatizaciones y problemas para encontrar el sentido de la vida.

Sin embargo, muchas veces estas personas no son conscientes de que tienen un problema cuyo origen se remonta a su infancia. Creen que han dejado su pasado atrás, pero este les persigue desde el inconsciente.

¿Cómo influye un trauma infantil en la formación de identidad?


La formación de identidad es un proceso complejo que ocurre a lo largo de la vida. La construcción de la identidad, incluida la sensación de ser lo suficientemente bueno, la capacidad para integrar armónicamente las emociones y la razón, la conciencia básica del estado emocional, el sentirse seguro y saber quiénes somos realmente, se ve afectada por los traumas infantiles. Lo que ocurre es que la supervivencia básica tiene prioridad sobre el desarrollo equilibrado del “yo”.

Un trauma a edades tempranas puede cambiar el desarrollo del cerebro. De hecho, se conoce que un entorno donde prevalece el miedo y la negligencia genera diferentes adaptaciones de los circuitos cerebrales, en comparación con un ambiente donde el niño se siente seguro, protegido y amado. Y lo peor es que cuanto más temprano se experimente esa angustia, más profundo y duradero suele ser su efecto.

Por eso, a menudo la identidad de un adulto que ha sufrido traumas infantiles se organiza en torno a la necesidad de sobrevivir y conseguir un nivel de seguridad básica en sus relaciones con los demás. Esto los conduce a un círculo vicioso en el que, por una parte, vuelven a revivir experiencias desalentadoras y traumáticas, y por otra parte tienen la tendencia a evitar las experiencias orientadas al crecimiento. 

Las personas en esta situación se identifican mucho con un "yo traumático", a expensas de un sentido de sí mismo más inclusivo y flexible. Se desvinculan de su entorno y de sí mismos desde el principio, como un mecanismo de supervivencia, y pueden permanecer desconectados de sí mismos durante la infancia, la adolescencia o incluso hasta la adultez temprana, cuando salen del entorno tóxico. En práctica, siguen experimentando esa necesidad de sobrevivir.

Las frases que esconden una "identidad traumática"


1. Pérdida de la infancia – “No tuve una infancia”

Cuando las personas viven una infancia particularmente angustiante, lo más común es que no puedan recordar gran parte de sus primeros años. Estas personas suelen decir “No tuve una infancia” o “No recuerdo mucho de cuando era niño”. 
Pueden recordar momentos particularmente vívidos, que se conocen como “recuerdos de destello”, pero esos instantes no tienen contexto, por lo que no cobran mucho sentido para la persona. Es usual que no tengan una historia muy clara de sí mismos como niños, hasta llegar a la adolescencia o incluso a la adultez temprana.

En sentido autobiográfico, carecen de lo que se denomina "narrativa coherente", no pueden contar su vida siguiendo un hilo lógico. De hecho, muchas personas incluso afirman que sienten que les han robado su infancia. Y sin esa base, la identidad del adulto se ve seriamente comprometida.

2. Partes perdidas de uno mismo – “Siento que me falta algo” 

Debido a los traumas infantiles, los niños a menudo reaccionan desconectando partes importantes de sí mismos para poder sobrevivir, es una especie de mecanismo de disociación. Estas personas suelen afirmar: “Siempre he sentido que falta algo, pero no sé qué es”.

El problema es que tienen la tendencia a desconectarse de las áreas sensibles, mientras refuerzan otras esferas, como una medida de compensación para escapar del sufrimiento emocional. De esta forma, un niño con problemas en el hogar, puede intentar convertirse en un estudiante modelo. 

Más adelante en su vida, puede descubrir que tiene grandes habilidades en ciertas esferas mientras otras permanecen completamente en la oscuridad, normalmente aquellas vinculadas a las emociones, el autoconocimiento y las relaciones interpersonales.

3. Evitarse a sí mismo – “Me sienta mal pensar sobre mí”

Muchas de las personas que han sufrido traumas infantiles afirman: “No me gusta pensar sobre mí, solo me hace sentir mal”. Esta sensación es particularmente intensa cuando el trauma está relacionado con personas clave y significativas en su vida, como pueden ser los padres o hermanos.

El problema es que el ejercicio de introspección, el acto de profundizar en sí mismos se convierte en un recordatorio de esas experiencias dolorosas, lo cual implica que debe reconstruir su propia identidad, y a menudo es mucho más fácil escapar de uno mismo que enfrentar problemas de tan larga data.

Estas personas pueden aprender a vivir desconectadas de su “yo”, pero a menudo ello les conduce a comportamientos autodestructivos o a una profunda insatisfacción ya que realmente no saben lo que quieren ni logran construir un proyecto de vida sólido.

4. Relaciones destructivas – “Atraigo a personas que no me convienen”

No es raro que las personas traumatizadas por sus padres o cuidadores terminen estableciendo amistades, relaciones románticas o incluso vínculos laborales que no son buenos para ellos. A menudo dicen frases como “Atraigo a personas que no me convienen” o “Tengo un imán para la gente que me hace daño”.

El problema es que estas personas encuentran a gente que se ajusta a su identidad traumática, a pesar de que se esfuercen por tomar decisiones diferentes o de que los demás les alerten de que esas relaciones no son beneficiosas. Eso genera un círculo vicioso de re-traumatización a través de la repetición del pasado.

Como resultado, pueden terminar rodeados de personas emocionalmente no disponibles, abusivas o narcisistas, o terminar intentando rescatar y "arreglar" a las personas con las que salen, asumiendo el rol de “salvador”. Es obvio que estas personas desean encontrar a alguien que les pueda proporcionar la estabilidad emocional que necesitan, pero inconscientemente sienten una poderosa “química” hacia el perfil del maltratador psicológico.

Los continuos traumas y las decepciones, les llevan a pensar que “es mejor estar solo”. Su estela de relaciones destructivas les ha llevado a asumir una imagen pesimista de los demás, pensando que siempre les harán daño.

5. Desconexión emocional de la identidad – “Las emociones son un estorbo”

Cuando los sentimientos no tienen cabida en la familia de origen, las emociones se separan de la identidad. Si una persona ha crecido con frases como “llorar es de débiles” o lo han castigado o reprendido cada vez que ha expresado sus emociones, no podrá desarrollar un vínculo sano con esta parte de su “yo”. 

Las emociones seguirán estando presentes, a pesar de que muchas personas se aferran a la creencia de que “no son emotivas” o que "las emociones solo son un estorbo". Por eso, las emociones terminarán generando confusión y caos, ya que esa persona no será capaz de reconocerlas y gestionarlas asertivamente, puesto que solo aprendió a esconderlas y reprimirlas. 

El problema es que necesitamos las emociones incluso para tomar buenas decisiones en la vida. La desregulación emocional nos desconecta de nuestra intuición, nos puede llevar a tomar decisiones impulsivas y daña las relaciones con los demás.

Otros pueden describir una sensación de anestesia emocional ya que solo pueden experimentar un abanico limitado de emociones. De hecho, a menudo solo refieren emociones vagas, como la frustración y el aburrimiento, ya que no aprendieron a conocer sus estados emocionales. También es común que bloqueen sensaciones como la insatisfacción, hasta que esta crece y se sobredimensiona, explotando en una ira contenida que causa un enorme daño.

Pasar página


Sin duda, las consecuencias de los traumas infantiles en la edad adulta son desalentadoras. Sin embargo, la persona puede reconstruir su identidad y rehacer ese “yo” traumatizado. Eso implica volver al pasado para aceptar esas experiencias dolorosas, de manera que se puedan integrar en la historia de vida y se logre pasar página realmente.

Existen dos claves fundamentales: 1. Comprender que ahora estamos a salvo y que ya no somos ese niño asustado y, 2. Asumir que aunque somos adultos, es probable que sigamos procesando emocionalmente las experiencias traumáticas como niños. Darse cuenta y asumir esas realidades suele ser extremadamente liberador.

Recuerda que siempre es posible volver a conectar con uno mismo, aunque sea preciso remover varias capas, para reconstruir una identidad que sea mucho más saludable. Sin duda, es un proceso difícil, y puede que sea necesario recurrir a la ayuda de un psicólogo, pero invertir en ti es lo mejor que puedes hacer. No es necesario seguir cargando el fardo del pasado, de manera que limite tu presente y obscurezca tu futuro. 

Psicología/Jennifer Delgado
https://www.rinconpsicologia.com

Fuentes:
Egger, H.L. & Angold, A. (2006) Common emotional and behavioral disorders in preschool children: presentation, nosology, and epidemiology. J Child Psychol Psychiatry; 47: 313–337.
Costello, E.J.; Egger, H.L. & Angold A. (2005) The developmental epidemiology of anxiety disorders: phenomenology, prevalence, and comorbidity. Child Adolesc Psychiatr Clin NArn; 14: 631–648.
Costello, E.; Egger, H., Angold, A. (2005) 10-year research update review: the epidemiology of child and adolescent psychiatric disorders: I. Methods and public health burden. J Am Acad Child Adol Psychiatry; 44: 972–986.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

La ceremonia del té y la meditación consciente


La ceremonia del té forma parte de los rituales de meditación Zen. Conforma lo que los japoneses llaman “Ichigo”, que quiere decir “un momento, un encuentro”. Se trata de crear un instante único e irrepetible. Enfocar todos los sentidos hacia ese momento y vivirlo plenamente. Es, por lo tanto, una manera de ejercitar la meditación.
En la ceremonia del té hay distintos pasos. Cada uno de ellos debe llevarse a cabo con máxima conciencia. De eso se trata, de concentrarse exclusivamente en el momento y percibir hasta los detalles más pequeños del ritual. Abandonar las prisas, las preocupaciones, el antes y el después.
Este ritual es un regalo lleno de respeto y afecto que el anfitrión les hace a sus invitados. Quien convoca a una ceremonia del té desea, sobre todo, ofrecerles un momento de paz suprema a quienes asistan. También quiere que avancen en el camino de su evolución. Por eso todo se hace con la mayor devoción y se cuida hasta el último detalle.

                 ►Se bebe té para olvidar el ruido del mundo”.
                                                                                     T’ien Yiheng


Las características de la ceremonia del té

El anfitrión de la ceremonia del té puede ser cualquier persona, hombre o mujer. La preparación de este ritual lleva mucho tiempo. En Japón, a veces tardan varios años en tenerla lista. En la antigüedad fue practicada por los samuráis y por eso tiene connotaciones casi sagradas.
Es importante que quien realiza la ceremonia conozca la forma de preparar el té. No se hace de cualquier manera. Quizás en Occidente resultaría muy difícil hacerlo de la manera tan minuciosa como se prepara en Japón. En todo caso, se requiere que la bebida se prepare de la forma más perfecta posible. Debe ser agradable para los demás y el producto de una demostración de sensibilidad y esmero.
Los invitados también deben saber cómo se toma el té. La ceremonia tiene quince pasos y ellos deben conocerlos para poder realizar el ritual de la manera adecuada. Desde fuera puede parecer muy complicado, pero no lo es. La sensación de dificultad la aportan varios detalles que hay que respetar. Por otro lado, en el mundo occidental la ceremonia del té se ha vuelto cada vez más conocida y practicada.


Los pasos de la ceremonia del té

Como ya habíamos anotado, la ceremonia del té tiene quince pasos. Al menos así se lleva a cabo en Japón. Cada uno debe ser completado para que el ritual sea verdaderamente auténtico. Los pasos a seguir son éstos, en el orden en el que se exponen:
  • El anfitrión debe pensar en los tres principios básicos de la ceremonia: paz, armonía y serenidad. Concentrarse en ofrecérselos a sus invitados.
  • Purificar todos los elementos que se van a emplear. La pureza es un concepto central en esta ceremonia.
  • Disponer el espacio y prepararlo para recibir a los invitados, pensando en la comodidad de cada uno de ellos.
  • Se designa un invitado de honor, que marcará la pauta para los demás invitados. Él debe entrar primero en el recinto.
  • El anfitrión lo recibe e intercambia palabras afectuosas con el invitado de honor y con los demás invitados. Les da la bienvenida con generosidad y respeto.
  • Se ofrece alguna entrada ligera como pasteles o alimentos livianos similares.
  • Todos los invitados deben ir vestidos de manera formal. En Occidente, de preferencia, usando el color blanco en su ropa.
  • El anfitrión dispone los elementos para preparar el té: el agua y las hojas. Lo recomendable es que todos permanezcan en silencio y se fijen muy bien en cada detalle de la situación-
  • El anfitrión pone el agua dentro de la tetera, lentamente y permitiendo que todos observen, escuchen y sientan cada segundo.
  • Luego se ponen las hojas de té dentro del agua, con la misma actitud del paso anterior.
  • Enseguida se sirve el té en cada una de las tazas, guardando silencio.
  • Se reparten las tazas entre los invitados. Al entregarla a cada uno se le dice alguna palabra o frase, a manera de parabién.
  • Los invitados beben el té.
  • Se hacen dos rondas. Después de la segunda, cada invitado cubre su taza con el plato. La ceremonia básica ha terminado.
En algunas ocasiones, primero todos beben de la misma taza y luego de tazas individuales. La ceremonia del té es particularmente útil cuando se realiza entre personas que practican meditación
Su enseñanza es tan sencilla como rica: que cada momento de la vida es único y que jamás volverá.

Edith Sánchez
https://lamenteesmaravillosa.com
Vía maestroviejo

martes, 21 de noviembre de 2017

La terapia junguiana: restablecer el equilibrio emocional a partir de lo inconsciente


La terapia junguiana o análisis de Jung busca iluminar esas áreas oscuras de nuestra psique para favorecer la autorrealización. Es el arte de una psicología profunda, donde gracias a una relación dialéctica y cercana entre el analista y el paciente, se logra unir las partes conscientes con las inconscientes para dar forma a un Yo más genuino y a un auténtico equilibrio emocional.
Si hay algo que la mayoría sabemos es que la figura de Carl Jung y su legado atrae, inspira y apasiona. El padre de la psicología analítica era mucho más que ese psiquiatra y analista suizo que llevó a otro nivel muchos de esos conceptos heredados de Sigmund Freud. Jung fue un alquimista de la ciencia, de la antropología, la astrología, el arte, la religión y el mundo de los sueños…
Lejos de ver cada una de estas áreas del conocimiento de forma aislada, las puso al servicio de la psicología para dotarla de un significado más profundo, unitario y más dinámico. De este modo, la explicación del inconsciente mejoraba y también lo hacía la de todo ese universo, a veces convulso, donde subyacen nuestros conflictos, nuestras necesidades, pulsiones y esos aspectos que dificultan que disfrutemos de una buena salud mental.
Cabe decir, no obstante, que no abundan los terapeutas junguianos. Este tipo de terapia no es tan habitual como muchas otras que se basan en enfoques más frecuentes y con un mayor respaldo empírico documentado, como el cognitivo-conductual o incluso el humanista. En este sentido, la obra de Jung, así como la terapia junguiana, a pesar de la originalidad de sus aportaciones se la ha considerado un tanto asistemática y compleja.
► EI psicoterapeuta debe ver a cada paciente y a cada caso como algo inédito, como algo único, maravilloso y excepcional. Solo así se estará mas cerca de la verdad.
                                                             Carl Jung

Sin embargo, universidades como la de Berkeley enseña psicología junguiana desde los años 70. Asimismo, en la última década se está viendo un resurgir de este tipo de terapia, sobre todo en Sur América así como en algunos países de Europa. En España, por ejemplo, existe la “Sociedad Española de Psicología Analítica”, encargada de difundir el legado de Jung y de formar a los futuros psicoterapeutas junguianos.
Estamos, por tanto, ante un tipo de terapia que empieza a asentarse con más fuerza en el campo de la atención psicológica y que sin duda merece la pena conocer en profundidad.

¿Cuál es la finalidad de la terapia junguiana?

La terapia junguiana es una forma especializada de psicoterapia que tiene como objetivo facilitar la integridad psíquica de la persona llegando a un acuerdo con el inconsciente.Así, algo que debemos entender en primer lugar, es que dentro de este encuadre psicoterapéutico se entiende que todos disponemos de un “sustrato psíquico” con unas dinámicas inconscientes a veces muy complejas que impactan en nuestras actitudes, forma de pensar y de relacionarnos…
El objetivo del terapeuta junguiano es conseguir que tomemos conciencia de esos factores inconscientes para favorecer una reconciliación con lo inconsciente. De este modo, podemos propiciar lo que Jung denominó en su momento como proceso de individualización. Es decir, con este tipo de psicoanálisis lograríamos una armonía entre necesidades y logros, entre pasado y presente alcanzando una madurez genuina donde nuestro yo, puede definirse de forma auténtica sintiéndose libre, y capacitado para seguir creciendo.

¿En qué momento o en qué situaciones nos sería útil la terapia junguiana?

En la terapia de Jung nos puede ayudar a entender y a afrontar procesos tan complejos como la depresión, la ansiedad o incluso posibles adicciones.
Este enfoque psicoterapéutico se basa en un proceso por el cual el paciente deberá pasar con ayuda de su terapeuta por tres fases muy concretas: la auto-conciencia, la transformación y actualización. De este modo, lograremos ver aquello que subyace en lo más oscuro e inaccesible de nuestra psique para trasformarlo y proceder al cambio.
De este modo, podemos considerar que este enfoque nos será útil en los siguientes momentos y situaciones de nuestra vida:
  • Épocas en que arrastramos cierto desánimo, apatía, sensación de incertidumbre…
  • Momentos en que nos sentimos enfadados, frustrados con algo sin saber muy bien la razón.
  • Etapas en las que atravesamos problemas con nuestra relación afectiva.
  • Fases en las que iniciamos nuevas etapas en nuestras vidas y donde de algún modo, tememos cometer los mismos errores del pasado.
  • Cuando nos sentimos “perdidos”, sin saber qué dirección seguir o qué decisiones tomar.
  • Cuando percibimos que estamos “atascados” en las mismas formas de comportamiento, esas que nos producen infelicidad.
  • La terapia junguiana es útil para artistas o profesionales que basan su trabajo en la creatividad y que sienten que ya no tienen ideas.
  • Personas que necesitan entender determinados sueños.



Objetivos terapéuticos del análisis junguiano

Tal y como hemos señalado con anterioridad, el el análisis junguiano es una forma especial de psicoterapia donde se intenta llevar al paciente hacia una “reconciliación” personal con el inconsciente. ¿Qué supone esto? Significa básicamente que la estrategia terapéutica consistirá en convertirnos en exploradores de nuestra psique en compañía de un profesional experto en este campo, donde entender por qué ciertas dinámicas y “presencias” inconscientes afectan nuestro comportamiento.
Para lograrlo la terapia junguiana tendrá como objetivo el analizar una serie de dimensiones muy concretas. Son las siguientes.

1. Trabajar nuestro “material” inconsciente

Mientras para el psicoanálisis freudiano lo inconsciente no es más que un espacio donde se contienen gran parte de nuestras pulsiones y deseos sexuales reprimidos, Carl Jung quita el foco a todas esas explicaciones deterministas para descubrirnos que en las profundidades de nuestra mente hay toda una arquitectura de contenidos, símbolos, arquetipos y significados que debemos sacar a la luz.
De este modo, y para abordar todo ese material inconsciente, la terapia junguiana se vale de dos etapas bien definidas.
  • Comprender nuestra arquitectura inconsciente. A través de una serie de estrategias muy concretas como puede ser el análisis de los sueños, el arte, el diálogo o la imaginación, el terapeuta debería identificar y entender cada símbolo y arquetipo que hay en nuestro inconsciente. Sin embargo, el paciente tomará parte activa en ello, porque una buena parte de esos símbolos pueden tener un significado muy concreto para esa persona en cuestión. Son como fuerzas energéticas disfrazando un problema. 
  • Entender cómo impacta nuestro material inconsciente en nuestra vida consciente. El segundo objetivo terapéutico será comprender cómo todo aquello que reside en nuestro interior de forma no consciente, altera nuestra capacidad para sentirnos bien, para sentirnos realizados.

2. Interpretación de los sueños

Los jungianos tienen una visión muy concreta sobre lo que son en realidad nuestros sueños, y ese velo donde se contiene todo el material inconsciente. El mundo onírico tiene una relación directa con el ego, es como un teatro donde pueden revelarse aspectos importantes para su autorealización, sus necesidades, sus miedos, sus limitaciones…
Así, mientras Freud nos decía que los sueños no son más que ese campo donde satisfacer ciertos reprimidos, los junguianos piensan que los sueños actúan a veces como voces críticas, como caminos que se nos abren para que tracemos nuevas alternativas en nuestro mundo consciente para tener una vida más rica.
Por lo tanto, lejos de ver el mundo consciente e inconsciente como dos entidades separadas como pueden hacer los freudianos, la terapia junguiana lo ve como un todo.Solo cuando integremos estas dos partes de nuestra psique en un todo, nos sentiremos libres.

3. Identificar nuestros complejos

Todos tenemos complejos, pero cuidado, lo que no es saludable es que los complejos “nos tengan” a nosotros. Es entonces cuando la vida pierde espontaneidad, oportunidades, potencial de desarrollo y crecimiento….
Jung nos explicó en su legado que los complejos se relacionan con los arquetipos heredados y con nuestras vivencias personales. De este modo, y según el este enfoque de la psicología analítica, podríamos diferenciar los siguientes tipos:
  • Complejo de Creso: necesidad de tener dinero y poder para sentirnos superiores.
  • Complejo de Caín: relacionado con los celos.
  • Complejo de Aquiles: necesidad por esconder nuestra fragilidad.
  • Complejo de Brunilda: ver a nuestras parejas como héroes.
  • Complejo de Eróstrato: búsqueda de atención constante.
  • Complejo de Antígona: necesidad de cuidar y proteger…

4. Estilo de personalidad

Una de las herramientas de evaluación más utilizadas en la terapia junguiana es sin duda el indicador Myers-Briggs desarrollado por Isabel Briggs Myers y Katharine Cook Briggs. Esta escala fue creada en base al libro de Jung los “Tipos psicológicos” y tiene como objetivo las siguientes dimensiones:
  • Entender en qué punto nos encontramos entre el continuo comprendido entre la introversión y la extroversión.
  • Saber cómo procesamos nuestros entornos y la información que en ellos se contienen.
  • Saber cómo tomamos nuestras decisiones, si lo hacemos en base a nuestras emociones, juicios, etc.
  • Descubrir cuáles son nuestras preferencias, nuestras necesidades emocionales y preferencias laborales.

¿Qué técnicas utiliza la terapia junguiana?

Hay un dato que es interesante considerar sobre la psicología analítica, y es que Jung siempre se negó a sistematizar sus teorías y a definir con claridad la práctica clínica y su metodología. Por ello, los herederos de la terapia junguiana se vieron obligados a recurrir a sus artículos, libros y ensayos; a través de ellos encontraron ese “hálito” psicoterapéutico sobre el que trazar una línea de consenso que a día de hoy se sigue manteniendo.
Por tanto, lo que tenemos en realidad es un conjunto de técnicas desarrolladas a través de una relación dialéctica entre el especialista y el paciente donde debe existir cercanía, confianza y una alianza terapéutica significativa. Asimismo, Jung dejó muy claro en sus escritos que debía conseguirse lo siguiente:

►“Es esencial que en el procedimiento dialéctico el terapeuta respete en todo momento la personalidad del paciente. Se le debe tratar con dignidad, despojándonos además de ideas preconcebidas para acompañar a la persona en esa andadura a veces compleja de descubrimientos y desarrollos donde favorecer el cambio psicoterapéutico. No debe quedar ningún “alérgeno psíquico” del médico o terapeuta en la mente del paciente en su proceso de “individuación”.

El respeto por el paciente y conseguir y mantener su confianza es esencial para la terapia junguiana. Solo así se crea una buena alianza para llevar a cabo estas técnicas:

Terapia de conversación

La terapia de Jung se basa por encima de todo en la conversación. Solo cuando el paciente se siente seguro y cómodo, se puede conseguir una buena colaboración a la hora de llevar a cabo otras técnicas como el análisis de los sueños u otras estrategias creativas donde ambos, paciente y terapeuta, podrán navegar y comprender el mundo inconsciente y proceder a la transformación.

Análisis de los sueños

Algo que podríamos pensar antes de nada, es que a la hora de interpretar y entender un sueño basta con comprarnos alguno de los libros de Jung orientados a este propósito. No es así. Un aspecto que saben bien los terapeutas junguianos es que el conjunto de símbolos y arquetipos que surgen en el tejido onírico de un paciente, se relacionan con la personalidad y circunstancias personales de esa persona.
Es un proceso por tanto muy delicado, meticuloso a a vez que profundo y revelador.

Asociación de palabras

La prueba de asociaciones libres es una estrategia habitual en la terapia junguiana. La metodología es la siguiente: se le pide al paciente que evoque la primera palabra que viene a su mente tras que el terapeuta diga algo. La rapidez o la demora en la respuesta puede revelar ciertas resistencias o complejos inconscientes.

Actividades creativas

Cada terapeuta junguiano confiará o verá más válidas un determinado tipo de actividades creativas frente a otras dependiendo también de la personalidad del paciente. No obstante, actividades tan sencillas como pintar mandalas, dibujar, bailar o llevar un diario de sueño son estrategias fabulosas. Actuaciones que favorecen la expresión, la imaginación y la reflexión para traer al mundo consciente aspectos de esa arquitectura inconsciente.

La terapia junguiana ¿es efectiva?

Llegados a este punto, es muy probable que muchos nos veamos atraídos por este tipo de enfoque psicoterapéutico. Sin embargo, tras ese interés es común que nos hagamos la siguiente pregunta ¿es realmente efectiva? Somos conscientes que muchos de nosotros estamos acostumbrados a escuchar loas sobre la eficacia de la psicoterapia cognitivo-conductual para diferentes trastornos.
La respuesta a la pregunta formulada es “sí”, la terapia junguiana es útil para los siguientes propósitos: atenuar la angustia psicológica, conseguir una mayor satisfacción en nuestra vida, para mejorar nuestra desempeño laboral y las relaciones familiares y de pareja, para favorecer el auto-conocimiento y para superar las crisis existenciales.
Así, al menos, lo avala un estudio publicado en el 2013. En él se explica además que con 90 sesiones podemos alcanzar el éxito terapéutico. Por tanto, si de verdad percibimos que este tipo de encuadre psicológico se ajusta a nuestras necesidades, si pensamos que podemos sentirnos cómodos trabajando con un terapeuta junguiano, no tengamos miedo a dar el paso.
Será un viaje de descubrimientos que valdrá la pena.
Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com

Referencias bibliográficas
Hall H, Norby L. (1968). Fundamentos de la psicología de Jung. Buenos Aires: Psique
Hocheimer W (2004). La psicoterapia de Jung Barcelona: Herder
Fordham, M (1999). Technique in Jungian Analysis (The Library of Analytical Psychology) Boston: Karnac
Jung, C. G. (1981). Arquetipos e inconsciente colectivo. Barcelona, Paidos.
Jung, C.G (1993). Estructura y dinámica de la psique. Editorial Paidós, Buenos Aires.