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martes, 8 de mayo de 2018

ASUNTOS EN LOS QUE HAY QUE SER IRREDUCTIBLES

En mi opinión, en la vida hay cosas que se pueden admitir sin problema, cosas que son negociables, y cosas ante las que hay que ser intransigente porque son inaceptables.




LA AUTOESTIMA

El Ser Humano cuando no tiene la Autoestima en su punto justo es capaz de tolerar lo intolerable. En nombre de no se sabe qué, acepta cosas que son inadmisibles: el desprecio o el menosprecio, la humillación, la desatención, las burlas y ofensas…

Hay que comprender y defender que la Autoestima es la base de la personalidad, y si uno permite que sea atacada sin reaccionar defendiéndola a ultranza, ha perdido gran parte de su nobleza originaria y ha permitido ser atacado –sin salvaguardar su honra y pureza- en una de sus partes más sagradas.

La Autoestima es la base donde se fundamentan todas nuestras estructuras personales, humanas y emocionales, de ahí la necesidad de ser irreductible ante cualquier ataque a ella y la obligatoriedad de dedicar el tiempo y esfuerzo necesario para recuperarla –quien la tenga baja o perdida- y hacerla justa y digna.


LA DIGNIDAD


Si hay algo que uno ha de poner a resguardo y defender por encima o por delante de otras cosas, eso es la dignidad, ya que es el único reducto donde uno sigue siendo de verdad uno mismo, y es donde uno ha de ser impecable, ya que en ella se reúnen la honorabilidad, la honestidad, y la valía como Ser Humano.

Ha de ser intachable y hay que evitar que cualquier persona la pueda mancillar.

La dignidad se basa en el reconocimiento, propio y ajeno, de que cualquier persona ha de ser merecedora de respeto, es decir: todos merecemos respeto sin importar quiénes o cómo seamos.

Todos tenemos unos principios básicos o fundamentales y éstos han de ser respetados por uno mismo y por el resto de personas.

La dignidad tal vez sea que esté relacionada con nuestra divinidad. O, por lo menos, conviene considerarlo así: lo que tenemos de sagrado. Es nuestra esencia como los Seres Humanos y Divinos que somos.


LA LIBERTAD

► Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere.                                                                    Mario Benedetti



La libertad personal, de expresión y de actuación, es un derecho fundamental e innato, pero algunas personas no pueden sentir esto tal como es, y en ese caso será conveniente que se den a sí mismos permiso para sentirse libres, para mostrarse libres, y para soltarse de cualquier tipo de atadura –mental o real- que les impida manifestarse tal como es su Ser. 


Sumando la Autoestima, la Dignidad y la Libertad, nos proveemos de un sistema de vida íntegra que ha de convertirse en infalible y, sobre todo, ha de lograr que uno se convierta en irreductible en la defensa de su identidad y de su persona.

Uno ha de preservarse de cualquier ataque que le menosprecie o le desestabilice, de todo aquello que agreda a su equilibrio, a su honorabilidad, o a su respetabilidad, y de todo aquel que no le respete y valore.

Ante cualquier ofensa -tanto directa como por omisión o menosprecio- hay que reaccionar, del modo que se considere adecuado –aunque es preferible que sea de un modo asertivo-, porque hacerlo así es más correcto y sano que callarse y sufrir, y porque el Ser Humano puede acabar perdiéndolo todo –y hasta puede permitírselo- pero jamás ha de perder su Dignidad ni el respeto a sí mismo.

Te dejo con tus reflexiones…



Francisco de Sales
buscandome.es

domingo, 6 de mayo de 2018

Personas tranquilas, la calma interior en un mundo de ruido


Las personas tranquilas son ese desconcertante punto de equilibrio en un mundo agitado. Su mirada serena, sus correctos modales y sus pies en el suelo suelen llamar la atención de los demás. Hay quien asume que tras ellos se esconde la timidez, pero en realidad, lo que subyace en este perfil es su buena actitud ante la vida y una calma interior bien trabajada.
Decía Albert Einstein, con gran acierto, que la monotonía y la soledad de una vida tranquila es lo que impulsa a la mente creativa. Sin embargo, por curioso que nos parezca esa imagen sosegada sigue siendo poco entendida en nuestra sociedad. Nos lo recuerda por ejemplo Susan Cain en sus libros sobre la personalidad tranquila y/o introvertida.
                       ► En lugares tranquilos, la razón abunda.
                                                             Adlai E. Stevenson

Así, es muy común por ejemplo que ese alumno que en el aula se muestra siempre relajado, pacífico y silencioso sea percibido como falto de iniciativa, tímido y retraído. Son niños “sin personalidad”, comentan algunos maestros a la ligera. Porque en nuestra sociedad se sigue valorando a quien participa, a quien hace ruido y valer su voz.
Cabe decir, no obstante, que no hay personalidades mejores o peores. Nada es tan rico para nuestro mundo como ese amplio espectro actitudinal y comportamental que mostramos los seres humanos. Cada uno, a nuestra manera podemos aportar cosas excepcionales a nuestra realidad. Aunque eso sí, necesitamos comprensión mutua y ante todo ser conscientes del tesoro que se esconde detrás de cada perfil psicológico.

El cerebro de las personas tranquilas

El cerebro de las personas tranquilas funciona de manera diferente. Puede que a simple vista esta idea le llame a más de uno la atención, pero cabe decir que no es nueva. Ya en los años 60, el conocido psicólogo de la personalidad Hans Eysenck introdujo el término umbral de excitación cerebral. Este concepto le sirvió para diferenciar y explicar por qué las personas más tranquilas se suelen diferenciar tanto de ese perfil más extrovertido y/o abierto a la experiencia, el riesgo, el desafío…
Así, en estudios como el realizado en el 2012 en la Universidad de Harvard apoyan esa misma hipótesis establecida por Eysenck en su momento. Veamos ahora en qué se basa y qué nos explica:
  • Las personas extrovertidas necesitan mayor nivel de dopamina para experimentar bienestar y felicidad. De ahí que busquen experimentar nuevas sensaciones o tener contacto social con mayor frecuencia para alcanzar ese nivel, ese umbral de bienestar.
  • En el caso de las personas tranquilas ocurre lo contrario. Ellas encuentran bienestar con un nivel justo de dopamina, cuando se sobrepasa ese umbral de equilibrio, experimentan ansiedad, presión y agotamiento. Las situaciones relajadas y caracterizadas por una armonía social y sensorial son las que más satisfacción les producen.
  • Asimismo, se han podido observar diferencias estructurales en la corteza prefontral de las personas tranquilas. Tienen mayor materia gris. Algo así se vincula al pensamiento abstracto, lo cual demuestra que este tipo de perfil es más tendente a la reflexión y a la introspección.


Hábitos de las personas tranquilas

Que una persona sea tranquila no significa ni mucho menos que sea más feliz, competente o inteligente que aquellas más inquietas, nerviosas o extrovertidas. Significa básicamente, que ven el mundo de otro modo. Viene a decirnos que se relacionan con su entorno de otra forma y que sus hábitos cotidianos son algo diferentes. Comprenderlos, ser sensibles a este perfil nos permitirá sin duda comprenderlos mucho más y por qué no, imitar alguno de sus enfoques si los consideramos beneficiosos.
        ►Hay momentos en que el silencio tiene la voz más alta.        
                                                            Leroy Brownlow

Características de las personas tranquilas

  • Disfrutan conectando con la soledad. Saben que esos escenarios solitarios son el mejor camino para el autonocimiento. Es ese lugar donde despertar la creatividad, calibrar los miedos con las potencialidades y ajustar nuevos objetivos en el horizonte.
  • Son selectivos. Las personas tranquilas saben bien qué les conviene, qué les enturbia y qué es mejor dejar a un lado o aprovechar. De ahí, que elijan bien sus relaciones y a quiénes quieren en su vida.
  • No hay que asumir nada de forma personal. Quien se obsesiona por los desacuerdos, las desavenencias o los fracasos de forma intensa, sufre. Hay que saber relativizar, establecer una distancia saludable entre uno mismo y los demás, y entender que todo en esta vida es un proceso, y lo importante, es seguir avanzando lo más ligeros posible.


  • Ver, escuchar, sentir, aprender… Nada puede ser tan enriquecedor como conectar con nuestra realidad con todos los sentidos. Las personas tranquilas tienen una actitud sosegada, pero por dentro están hambrientas por captar sensaciones y aprendizajes. Sin embargo, su canal de aprendizaje ideal parte del silencio. De esa mirada que sabe observar, de esos oídos que escuchan con atención discriminando sonidos del mero ruido…
  • Despacio se vive mejor. En un mundo de agitación las personas tranquilas son las únicas que no tienen prisa. Y no la tienen porque saben a dónde van. Se conocen lo bastante para saber cuál es su ritmo, cuál su pausa, cuál su música y por dónde se va mejor hacia ciertas metas y objetivos. El día a día experimentado de forma pausada tiene para este perfil un mejor sabor.
Para concluir, no desestimemos el poder que pueden llegar a tener las personas tranquilas y de actitud más sosegada… Desde su calma interior y su carisma más relajado pueden enseñarnos grandes cosas. A veces, las mejores revoluciones empiezan desde el silencio.


Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com

viernes, 4 de mayo de 2018

Control


Abordar este concepto puede abrir, a priori, dos pensamientos; uno es el de tener las cosas bajo control (el cual transmite seguridad, aparente seguridad) y el otro tiene que ver con una limitación (aparentemente exterior), si estoy controlado no puedo sobrepasar cierto límite. Por lo tanto, fiel a la dualidad en la que vivimos diariamente, en uno somos el controlador y en el otro el controlado.
Sin entrar en particularidades o en las distintas formas de control, el objetivo de esta entrada es que abordemos el control como herramienta utilizada por el ego, por lo tanto, de cómo somos controladores y controlados al mismo tiempo.
Desde que nacemos y, como especie, nos acostumbramos a querer que las cosas sean de una cierta manera; cuando somos bebés lloramos para obtener aquello que queremos hasta que ese deseo sea satisfecho (controlamos), luego comienzan los límites externos y comenzamos a aprender  que no todo es cuando o como queremos (somos controlados); luego de eso, comenzamos a encontrar herramientas con las que podamos superar esos límites como las sonrisas, otras formas de queja, gestos, etc (controlamos nuevamente) y así crecemos entre un ida y vuelta constante en el juego del controlador y el controlado. Esto que comienza como una forma de supervivencia, lo aplicamos a todas las áreas de nuestra vida y así es como intentamos controlar nuestro entorno para hacerlo más a nuestro gusto y que sea lo más adecuado a nuestros gustos posible.
Ante los sucesos externos que no podemos controlar y nos generan angustia, incomodidad, tristeza, indefensión, etc., comenzamos a buscar motivos externos que justifiquen aquello sucedido y es en este momento cuando dejamos que el ego se manifieste de manera autónoma, permitiéndole jugar al juego de la culpa y el victimismo, echando culpas en lugar de responsabilidades, señalando hacia fuera en vez de hacer una revisión introspectiva comprendiendo que el de afuera no existe y, no es más que la proyección de nosotros mismos sobre el otro.
Buscando respuestas
Ante cualquier tipo de experiencia vivida y sin explicación aparente, lo primero que queremos hacer es hallar respuestas, la mente necesita respuestas y el ego busca culpables, víctimas. Es por esto que siempre estamos en la búsqueda de los “¿POR QUÉ…?” Y creemos ser nosotros quienes tenemos las respuestas, es aquí donde podemos observar el control en su máxima expresión.
Encontrando respuestas
Cuando comprendemos que las respuestas que buscamos no aparecen como resultado de nuestra búsqueda sino más bien por ser observadores de la realidad que nos circunda, nos enfocamos en “¿PARA QUÉ…?”, transmutamos la culpa en responsabilidad y nos hacemos cargo de que todo aquello que nos sucede es el resultado de aquello que somos y proyectamos.
Básicamente, cuando dejamos de querer controlar, nos abrimos a la experiencia, al SER más que al HACER y eso es un paso más hacia la libertad emocional.

Federico Cetani

martes, 1 de mayo de 2018

A veces, cuando se agotan las oportunidades, aparece la mejor opción posible


Dicen que hay trenes que pasan una vez en la vida, pero… ¿Cómo aprovecharlos si nos incitan a bajarnos en cada parada que tenemos a la vista? Muchas personas se esmeran en adquirir una formación sólida, incluso buscan y encuentran un buen trabajo relacionado con aquello que les gusta, sin embargo su atención se centra en aquello que les falta, sintiendo una insatisfacción perpetua, enraizada en la idea de que podían tener algo mejor.
Se encuentran en el eterno dilema de elegir luchando por vivir la vida que desean, pero se olvidan de que las personas raramente encuentran un medio idóneo para llevarlo a cabo. Es el eterno lamento de “esto no es para mí”, “no era esto lo que soñé”. Empiezan la jornada aligerando los pies, pero con una inmensa losa de frustración mental.
El filósofo José Ortega y Gasset nos advertía en su libro “La rebelión de las masas” de la catástrofe de la especialización. Mujeres y hombres altamente cualificados en un dominio concreto, pero incapaces de adquirir una visión del mundo general que les ayude a desenvolverse en la realidad en la que se mueven, no en la que desearían.
Les pasa a estas personas y nos pasa a nosotros, ¿cuántas veces contar con una gran cantidad de oportunidades nos ha paralizado, sintiendo en la piel ese miedo que produce tener que renunciar necesariamente a algo bueno? Lo cierto es que a veces hay que situarse en un punto, agarrar con fuerza la única oportunidad presente y obviar las potenciales. En este mundo actual, a veces cuando se agotan las oportunidades surge la mejor opción: vivir la vida tal y como viene.

La diferencia entre aceptación y resignación

En la línea que estamos trazando, una pregunta aparece en el horizonte: ¿Cual es la diferencia entre aceptar y resignarse? En el fondo son términos tan incompatibles como el aceite y el agua, pero nos empeñamos en agitarlos y mezclarlos. La aceptación es el primer paso para el cambio. Tiene que ver con situar en el mapa el punto en el que nos encontramos, con independencia de si nos gusta o no.



La aceptación también es el primer paso para la adaptación en el caso de que no exista posibilidad de cambio. En este sentido tiene que ver con integrar en nuestra historia eso a lo que tanto nos resistimos. Por ejemplo, para alguien que ha sufrido un accidente y ha perdido una pierna, la aceptación supone un enorme paso hacia la re-adaptación y hacia los cambios que va a tener que realizar en su vida. También supone un paso enorme a la hora de integrar en su historia personal aquello que le ha ocurrido.
La resignación sin embargo tiene un componente de frustración y de inhabilitación, más allá de la aceptación. El componente de frustración es importante ya que suele degenerar en un inmovilismo o en la insistencia, mucho más esporádica que antes, en los intentos de utilizar los mismos medios y las mismas formas para lograr un fin.
En este sentido, a veces nos encontramos con mil oportunidades para salir de una mala situación, pero ninguna de las alternativas nos parece perfecta. En muchas ocasiones podemos intentar crearla, pero en otras muchas solo cuando llegamos al límite del sufrimiento aceptamos elegir entre las opciones posibles, aunque ninguna de ellas sea la ideal. Por supuesto, para la persona que ha perdido la pierna, su alternativa ideal sería recuperarla, pero desgraciadamente muchas veces la medicina no ofrece esta opción.
Cuando se agotan todas las oportunidades ideales, surge la mejor opción: un cambio de actitud que pasa por la revalorización de una opción, que sin duda, no es perfecta. Así, toda alternativa recupera su dignidad y nos dignifica si nos saca de una situación de dolor, rutina y resignación.
Si nos encontramos exhaustos y sin motivación diaria no hay caminos posibles. Cada paso se hace en el aquí y ahora, poco a poco y disfrutando de algún momento cada día. El esfuerzo suele tener recompensa; un “premio” que suele necesitar de un motivación para encontrar en lo cotidiano algún resquicio de lo que deseamos.
Quizás sin aspirar tan alto y acogiéndonos a un plan más honesto y sencillo, nos haga la travesía más amable. Quizá las condiciones que impone la realidad no complazcan del todo a lo que nuestra imaginación anticipó, pero eso no quita que nos haga sentir bien.

La lluvia de lo que no existe no debería empañar el momento

Conozco infinidad de personas que trabajan en algo que nunca habían pensado y son felices. Disfrutan de su situación, aceptan los cambios temporales y no hacen caso de comentarios abusivos acerca de su supuesto “fracaso”. Chanzas que muchas veces parten de personas sin la menor aspiración y con la única afición de juzgar lo que hacen los demás.
Estas personas que han hecho fruto dulce de la fruta que les ha tocado son personas que se encargan de ellas mismas, que toman las riendas de su vida sin pretender ir a galope, solo disfrutando de los pequeños placeres de la vida.

No es un autómata el que trabaja mucho, sino el que trabaja gastando demasiado energía en maldecir su situación.
 
 
La línea que separa la lucha por una vida digna y la crítica eterna de lo que se vive a veces es muy fina. Sin embargo, por fina no deja de ser importante: separa a las personas que se han cansado de desear para obtener AHORA un pequeño placer ocasional, ganado a pulso y sintiéndose activos. No existen los trabajos, viviendas o relaciones indignas de por sí. Existen actitudes y acciones que las convierten en eso. En el deseo del ideal, lo supuestamente convencional siempre colapsa en amargo cuando se trasforma en obsesión.
Por suerte, algunos han aprendido que la diferencia la marca tomar un poco de tiempo de cada día para tomar un café más despacio y con vistas a la eternidad que les aporta vivir en el presente, construyendo un futuro. Se quedaron sin las oportunidades ideales y solo les quedó elegir entre las opciones que quedaban. Sin embargo, frente a lo que deseaban y no existía, eligieron la actitud de vivir y no la de sobrevivir.

Por:  Cristina Roda Rivera, Psicóloga,Especialista Máster en Psicología clínica y social. Visto en: La Mente es Maravillosa
 
 

QUIEN TIENE LA VOLUNTAD, TIENE LA FUERZA



En mi opinión, este es uno de esos títulos que no necesita de un texto posterior que añada algo o tenga que aclararlo. 

Es tan rotundo, tan directo, y lleva tal verdad concentrada, que debiera ser una sentencia de esas que llegan al corazón directamente sin necesidad de la interpretación erudita o intelectualoide de la mente. 

Directa al corazón. Y sin comentarios.

La voluntad, esa maravillosa capacidad de persistir, de no admitir la rendición ni la derrota ante el primer inconveniente, es el motor imparable que nos puede llevar a cualquiera de las metas razonables que nos propongamos.

La voluntad, además, aporta energía y estímulos a la Autoestima, porque provoca la satisfacción personal de comprobar que si uno quiere puede; que uno tiene un poderío interior a su servicio, y que puede llegar a disponer de una potencia y reciedumbre que aportan una muy agradable sensación en la relación consigo mismo.

¿Y cómo se consigue la voluntad?

Buena pregunta a la que no tengo la respuesta concluyente y definitiva, porque no hay una universal, sino que cada persona la encuentra en un sitio y de un modo, y no existe algo que se pueda imponer y que provoque la voluntad como una reacción asociada.

Supongo que se consigue a partir de una buena relación consigo mismo en la que todas las partes que le integran a uno –o, por lo menos la mayoría de ellas- se ponen de acuerdo en colaborar por el bien del conjunto que forma uno mismo. 

Quiero imaginar que puede surgir de la conciliación de las ideas dispares de los diferentes personajes que nos componen, y que de ahí nace el acuerdo de aunarse y aliarse con el fin de alcanzar un objetivo favorable. 

Quiero suponer que esa energía que compone la voluntad es la aportación amorosa de cada una de las partes que nos integran, que entre todas y puestas de acuerdo aportan el arranque necesario para poner en marcha cualquier acción, el atrevimiento imprescindible para acometer lo que sea necesario, la persistencia para no rendirse ante cualquiera de los impedimentos que pueden aparecer, la bravura para seguir adelante contra las dificultades, una firmeza y un tesón que sean irreductibles, y la constancia necesaria para no desfallecer.

La voluntad, sin el convencimiento o la fe necesarios carece de los elementos imprescindibles, por lo que está prácticamente condenada a su desaparición.

La voluntad no surge espontáneamente a partir de un pensamiento o una idea, sino que requiere, sobre todo, de un convencimiento firme, en uno mismo y en lo que se pretende, y de una certidumbre en sentirse arropado por una capacidad casi sobrenatural de la que todos disponemos: la de aspirar a lo mejor o lo más conveniente, por dignidad, por amor propio, y por respeto a quien uno es y lo que uno se merece.

La voluntad no depende ni ha de depender del azar, del porvenir, de los otros, sino que es un asunto propio que no se puede delegar, si bien es recomendable –cuando su ausencia es muy notable- contar con un animador, con alguien de confianza que nos aliente, que nos apoye, que nos ayude a levantarnos del estancamiento y ponernos en marcha…

El Amor Propio es un buen motivador. Si uno se ama lo suficiente como para desear lo mejor para sí mismo, va a encontrarse con el mejor aliado. 

A fin de cuentas, la voluntad es la capacidad de decidir y ordenar la propia conducta, o sea que puede ser un acto consciente, así que uno mismo puede auto-motivarse y proveerse de ese modo de la energía y perseverancia necesarias para llevar a cabo cualquier deseo en el que esté implicada la disposición personal para realizarlo.

Deshazte de la apatía, de la desgana, del desánimo…y de las excusas.

Activa tu voluntad y benefíciate de ella.

Te dejo con tus reflexiones… 



Francisco de Sales
buscandome.es

lunes, 30 de abril de 2018

Dime cómo respiras y te diré cómo estás


4 tipos de respiración para mejorar nuestras vidas
Mediante diferentes tipos de respiración podemos mejorar nuestra vida, nuestra salud e, incluso, nuestra claridad mental. ¿Empezamos?
Las emociones desbordadas pueden generar tensión muscular, alterar la postura y mermar la respiración, pero si nos detenemos para observarla, vemos que la respiración se amplía, la postura mejora y se diluye la tensión muscular, el cuerpo se relaja, la mente se serena y las emociones se aquietan.

Distintos tipos de respiración aportan beneficios diferentes

No se trata de dejar de pensar, sino de centrar la mente, de dirigir la atención. De hecho, respirar conscientemente es una forma de meditación. Veamos distintos tipos:

1. Respiración lenta y profunda

Es importante que nos acostumbremos a respirar por la nariz, ya que de este modo se filtran sustancias tóxicas que se propagan por el aire y se refuerza el sistema inmunológico. Esta clase de respiración tiene enormes beneficios en la salud física, mental y emocional.
Sin forzarnos en ningún momento, la exhalación debe durar más que la inhalación. Pero lo importante es que la respiración no sea superficial, que el aire penetre por las fosas nasales, la faringe, la laringe, la tráquea, llene la parte superior de los pulmones y baje hasta llegar al diafragma y al abdomen.
Cuando los pensamientos incesantes nos desbordan o sentimos miedo, ansiedad o depresión, la respiración se acorta y se acelera. De este modo, nos llega menos oxígeno al cerebro y somos incapaces de pensar con claridad, las tensiones se acumulan en la parte alta del cuerpo y podemos sentir estrés, angustia, cefaleas, vértigos…
Si centramos nuestra atención en la respiración regular, lenta y profunda, notaremos que disminuyen las tensiones y contracturas de los músculos de la cara, el cuello, los hombros y la espalda, y se produce una reducción en el ritmo cardiaco. La mente se relaja y la ansiedad y el estrés se regulan.
Esta respiración combate la depresión y otros trastornos de la conducta y mejora el ánimo, ya que una buena oxigenación favorece la segregación de neurotransmisores que influyen positivamente en las alteraciones emocionales.

2. Respiración sanadora

Una inspiración profunda hace que el diafragma se contraiga y baje hacia el abdomen. La exhalación es muy suave.
Esta respiración se convierte en una especie de masaje revitalizador del esófago, el estómago, el intestino grueso y el delgado, los riñones, el páncreas, la vesícula biliar, el bazo y el aparato urinario.
Aumenta la ventilación de los alveolos y la oxigenación, así como la capacidad de los pulmones de redirigir ese oxígeno eficientemente a todo el organismo; el hígado, el bazo y los riñones desalojan más sangre y se desintoxican, se activa la circulación sanguínea, y la digestión, el estómago y los intestinos funcionan mucho mejor.
Como consecuencia, el corazón tiene menos presión y el ritmo de los latidos se regula y fortalece, las probabilidades de padecer trastornos cardiacos se reducen, aumenta la cantidad de glóbulos rojos y baja la presión arterial. Todo ello favorece el tratamiento de enfermedades cardiacas, asma, hipertensión, insomnio, úlceras gástricas, alteraciones de la conducta…
Cuando exhalamos, nuestro abdomen se contrae e impulsa suavemente el aire y la energía a través de la médula espinal hacia el cerebro, oxigenándolo. Este es el órgano que necesita más oxígeno, por lo que así ayudamos a prevenir el Alzheimer y otras demencias.

3. Respiración desintoxicante


Existe también otro tipo de respiración con propiedades depurativas de toxinas y energías negativas. Esta limpieza se realiza al inhalar por la nariz y exhalar lenta y profundamente por la boca. En este caso, la exhalación debe durar más o menos el doble que la inhalación.
Podemos mejorar sus efectos benéficos y prevenir trastornos gástricos si llevamos la inspiración nasal en profundidad hasta el diafragma y de ahí al abdomen, expulsando después el aire suavemente por la boca hasta comprobar que hemos vaciado completamente los pulmones mediante una ligera contracción del abdomen.
De esta manera, al inhalar en los pulmones entra una mayor cantidad de aire renovado que permite una mayor limpieza del organismo en general y de la cavidad pulmonar en particular.

4. Respiración revitalizante

Con ella tonificamos el organismo al instante. Se trata de inhalar por la boca y exhalar por la nariz. Conforme hacemos esta respiración más profunda y larga, se intensifica la energía en todo el cuerpo y se percibe un aumento de la temperatura. Uno de los más efectos más notables es la mejora de la circulación sanguínea.
Es una respiración ideal para elevar las defensas y combatir enfermedades digestivas, hepáticas y especialmente las del sistema cardiovascular y el respiratorio, ya que aumenta la capacidad y elasticidad pulmonar y torácica.

Permite distribuir eficaz y uniformemente el oxígeno en el organismo, mejora la oxigenación celular y eleva la energía interna.

Empieza a respirar aquí y ahora

Amanece, el sol comienza a despuntar, abrimos la ventana y respiramos profundamente. Nuestros pulmones se llenan de aire. Respirar conscientemente es unir cuerpo y mente, consciente e inconsciente, en una sola entidad que vive al unísono. Al hacerlo nos convertimos en observadores.
En los núcleos urbanos inhalamos aire desvitalizado con iones positivos junto con la contaminación, el polvo y los tóxicos domésticos, elementos que pueden ser nocivos para la salud. En la naturaleza, en principio, sucede lo contrario, respiramos iones negativos, aire limpio y vital, que nuestro organismo agradece de inmediato.
El lugar donde nos encontramos es importante, pero hay algo que suele pasar inadvertido para la mayoría de las personas: la necesidad de respirar correcta y saludablemente.
Vivamos donde vivamos, aprender a respirar es una de las mejores cosas que podemos hacer por nosotros mismos y por los demás: cuando tomamos conciencia de ello, nuestra manera de percibir la realidad cambia radicalmente.
Una respiración deficiente origina un amplio abanico de síntomas y enfermedades; pero en cuanto la normalizamos, el organismo reacciona positivamente y hace frente a cualquier patología de forma más eficaz.

Dos movimientos clave

La inspiración es un proceso de concentración de la energía hacia lo más profundo del organismo. Si es deficiente, la energía vital se debilita; en estos casos es fácil encontrar trastornos en los órganos y en la médula ósea de los huesos, disminución de las defensas inmunológicas, anemia…
Por otra parte, la espiración es un proceso expansivo hacia las zonas exteriores, como los miembros y la piel. Una exhalación deficiente provoca problemas circulatorios, manos y pies fríos, infecciones, envejecimiento prematuro, trastornos de la piel, deshidratación…

Respiración eficiente: ¿por dónde empezamos?

Beneficiarnos de una respiración eficiente está en manos de todos, la podemos practicar en cualquier lugar y momento y es una de las bases en las que se asienta el bienestar. Solo necesitamos tomar conciencia de cómo hacerlo:

1. Primero, observarnos

Para empezar, centraremos nuestra atención en la respiración, en cómo penetra el aire en nuestro cuerpo, revitalizándolo, y en cómo sale, llevándose lo negativo. Profunda y rítmicamente, inspiramos y espiramos.

2. Una tarea cotidiana

Podemos practicar en cualquier momento y lugar, con los ojos abiertos o cerrados, antes de dormir, al despertar, mientras meditamos, caminamos, fregamos los platos, sentados o tumbados…, aunque lo mejor es que la columna vertebral esté bien erguida. Es una práctica de vida, salud y consciencia que permite comprobar que los estados de relajación y de paz interior perduran en el tiempo.

3. Aspectos esenciales

Son recomendables al menos 10 respiraciones conscientes, lentas y profundas 10 veces al día siguiendo estos principios:
  • Respirar preferentemente por la nariz, suave y silenciosamente.
  • Inspirar y espirar lenta y profundamente.
  • Relajar la mandíbula, los hombros y el cuello.
  • Sentir cómo el aire penetra desde la nariz hasta lo más profundo del abdomen.
  • Hacer la espiración más prolongada que la inspiración.
  • Centrar la mente en el proceso de respiración.
  • Prestar atención a las zonas del cuerpo que están en tensión mientras el aire entra y sale.
  • Empezar y acabar el día con una práctica de respiración consciente.
Mente Sana
http://paradigmaterrestre.com

domingo, 29 de abril de 2018

Había una vez un mundo mágico llamado Plenitud


Había una vez, en un Universo muy lejano, un mundo mágico y diferente a todos los mundos. Ese mundo tenía por nombre PLENITUD.
En él reinaba la luz; no existían los límites; las palabras “tiempo” y “espacio” eran totalmente desconocidas para sus habitantes, y vivían momento a momento en ausencia de la prisa y el miedo. Todo fluía y se movía en armoniosa sintonía…
Pero un día, un terrible día para su historia, apareció un extraño ser llegado desde otro Universo. Ese ser decía llamarse SER HUMANO y venir de un mundo llamado TIERRA. Con su llegada, los habitantes de Plenitud quisieron reunirse con él y poder conocer todo sobre su mundo y costumbres. “Sería interesante y novedoso escucharle” – pensaban…
Y es que decía venir con muchos mensajes, “sabias enseñanzas” a su modo de ver, con tono de suficiencia y superioridad. Pronto comenzaron a creer que debía de tratarse de un ser superior a ellos y que aprenderían muchísimo de él. Escuchándole, cayeron en la cuenta de que en su mundo de humanos se habían inventado términos que Plenitud desconocía.

Supieron del Tiempo y el Espacio

Es por ello que no dudaron que ese Ser, al que comenzaron a llamar Maestro, había viajado millones de kilómetros por el espacio para iluminar sus vidas con su sabiduría… Y así fue, sus primeras lecciones no pasaron desapercibidas, ya que reveló en ellas el significado de las palabras: Tiempo y Espacio, hasta la fecha, desconocidas para ellos.
Habló durante horas sobre todos los significados de la palabra Tiempo y sus implicaciones… El Tiempo marcado por el pasado, los límites del tiempo, el futuro como parte del tiempo, la medición del tiempo (inventos tan logrados como los relojes, agendas, calendarios…) y un largo etcétera.
A todo ello, le sumó la enseñanza del término Espacio, también con todas sus implicaciones: Los límites del espacio, las murallas, las fronteras, las propiedades, los lugares que te hacen feliz, los lugares que te hacen infeliz…
Los habitantes de Plenitud, asimilaron rápidamente las enseñanzas de su nuevo Maestro, y no dudaron en tenerlas en cuenta a partir de entonces en su día a día. Para ello, se fueron poniendo en marcha cadenas de creación de Tiempo y Espacio, lo que facilitó que pudieran tener acceso a fechas, horas, cálculos temporales, calendarios, relojes…

Supieron del Pasado y el Futuro

Por fin, el pasado y el futuro ya estaban presentes en sus vidas. Y es que, ¡Cómo no se habían dado cuenta antes!, ¡El tiempo se acaba!…por lo que “hay que correr para conseguir un futuro mejor, no vaya a ser que hoy no hagas lo suficiente para ello y entonces te lleve a un terrible pasado”.
De esta manera, verles correr para ir al siguiente lugar se convirtió en algo habitual, y con ello la siguiente ilusión creada: el valor a los espacios. Y es que, quizás era un determinado lugar el que les diera más satisfacción en un futuro y así poder tener recuerdos maravillosos.
Por lo que comenzaron a levantarse deprisa, para ir corriendo a la calle, para en la calle ir corriendo a la montaña, para en la montaña ir corriendo para llegar antes y una vez allí, bajar corriendo para llegar a un lugar de descanso, para poder descansar corriendo e ir más tarde a un lugar donde fueran a estar mejor. ¡Pufff!, ¡Eso si que era disfrutar y aprovechar la vida al máximo!

Supieron de la Prisa y el Miedo

Los habitantes de Plenitud siguieron durante mucho tiempo en esta espiral, sin ser conscientes de ello…hasta que comenzaron a sentir sensaciones nunca vividas: unos empezaron a sentir falta de aire, sentimientos de ahogo, palpitaciones, otros comenzaron a tener reacciones en la piel, manchas… otros decían tener dolores de cabeza y musculares….y todos coincidían en sentir una agitación mental constante, a tal nivel que se estaban dando cuenta de que les hacía enfermar.
Hasta su mundo, antes iluminado, comenzó a perder su luz para convertirse en un mundo gris y apagado. No encontraban explicación a todo esto, pero si sabían que todas estas sensaciones no les dejaban disfrutar, y con ello comenzaron a sentir MIEDO, miedo a que todos esos síntomas siguieran ahí, miedo a que si no se iban acabaran enfermando o les acabara sucediendo algo grave…lo que les llevó a correr más para buscar una solución, ya que si se daban prisa quizás encontraban un remedio a sus males y así poder evitar un futuro peor.
Tanto corrieron, que acabaron perdiéndose en el descontrol, en el sentimiento de vacío, en no saber quiénes eran, ¡Ni por qué corrían! Los sentimientos de vacío se hicieron tan grandes, que el amor propio y hacía los demás comenzó a perderse. Personas que se amaban a sí mismas por el hecho de serlo, comenzaron a sufrir por creer no estar en el lugar adecuado en un determinado momento. Y de tener relaciones basadas en el respeto, muchos pasaron a odiarse por el apego a los lugares y la obsesión por el tiempo.
Plenitud, no sólo era ya un mundo gris, apagado y caótico, ahora se le sumaba la violencia. Pero como en todo cuento, hay un gran héroe y salvador, éste no iba a ser menos. Su salvación apareció. Fue tanto lo que empezaron a sufrir, que en su sufrimiento muchos se perdieron y no pudieron ver más allá, pero otros despertaron como salida a su sufrimiento. ¿Cómo? Llegaron a lo más profundo de su SER, a lo que siempre habían sido.

Todo se soluciona cuando vuelves a ti

Al contemplarse a sí mismos tan asfixiados, comenzaron a cerrar los ojos y a respirar. Es ahí donde pudieron parar el torbellino, es ahí donde encontraron la verdadera solución. Todo se soluciona cuando vuelves a ti. Cuando despiertas y vuelves a conectar. Y es así como volvieron a caer en la cuenta de que todo sucede aquí y ahora, como siempre había sido. Y que la idea de lo pasado o lo que estaba por llegar realmente era una ilusión creada por su mente. Un límite psicológico al que se habían atado convirtiéndose en una tortura para sus vidas.
Poco a poco, los que fueron dándose cuenta se ocuparon de agrupar al resto para ayudarles a recordar su verdadera esencia. ¡Despertar! – Les decían. Cerrar los ojos, respirar y quedaros ahí. Cuando los abráis, no es el fin de vuestra presencia, podéis seguir ahí, presentes en vosotros mismos.
Y así fue, cuando volvieron a conectar con ellos mismos, fueron despertando, volviendo a convertir su vida en lo que estaba destinada a ser: Simplemente eso, SER, y nada más. Todos volvieron a un estado de constante PRESENCIA, la que les llevó a no creer ni esperar que el siguiente momento fuera más pleno que el que estaban viviendo. Nadie esperaba ya al siguiente momento.
A partir de entonces, el SER HUMANO llegado desde la Tierra, dejó de ser escuchado. Lo que resultó ser tal ataque para su EGO, que sintió no ser valorado lo que merecía llevándole a tomar la decisión de volver a su mundo, y lo hizo con mucha prisa. Ellos si que sabrían apreciar su llegada y no esos necios habitantes de Plenitud.
No dudaba de lo felices que haría a sus familiares y amigos cuando le vieran allí, en el lugar y momento adecuado. Es más, tal sería su felicidad, que seguro alguno de ellos se encargaría de inmortalizar ese momento con fotografías y subirlas rápidamente a las redes sociales para que todo el mundo supiera y estuviera informado de lo felices que eran en ese momento.
Los habitantes de Plenitud, no tuvieron nada que reprocharle, ya que gracias a su estancia en su planeta, pudieron afianzar lo que ya sabían: Las únicas tres preguntas importantes en la vida y sus verdaderas respuestas…
¿Dónde estamos? … Aquí
¿Qué hora es? … Ahora 
¿Nuestra salvación? … la Conciencia.
Y colorín, colorado…espero que este cuento os haya concienciado.


Saioa Barredo Canales
para http://psicopedia.org

sábado, 28 de abril de 2018

TODA ENFERMEDAD TIENE UN SENTIDO BIOLÓGICO



TODA ENFERMEDAD TIENE UN SENTIDO BIOLÓGICO.
Christian Fléche





Cuando en el año 1991 me encontré al Dr. Hamer me quedé estupefacto y seducido por sus coherentes explicaciones aunque me di cuenta de la falta de estructura terapéutica. Desde entonces he podido verificar algunas proposiciones. Uno de los elementos centrales en la comprensión de este abordaje es el sentido biológico ya que para el la enfermedad tenía un sentido biológico.

Dos años más tarde aprendí con Marc Fréchet que las enfermedades se inscriben en un ciclo y que algunas de ellas tienen una o varias raíces transgeneracionales.

Mediante la terapia y gran parte se la debo al Dr Erickson se llega a la curación, el cambio o la transformación profunda y duradera. Fue un maestro de la terapia breve. Para él toda experiencia tiene una estructura y la terapia es una reacomodación de esa estructura y no de la escucha de un contenido psicológico o histórico de un problema que para él no tenía ningún interés. Para el encontrar el origen histórico de un problema no era necesariamente terapéutico. Cambiar la estructura de la experiencia sí.

Es así como en 1993 creé el nombre de Descodificación Biológica Original, para distinguirme de la Nueva Medicina Germánica, ahora tan sólo Nueva Medicina.

¿Qué quiere decir sentido biológico?
Nuestro cuerpo está constituido por órganos que están compuestos por células y esto es así independientemente de cuál sea nuestra raza, nuestra especie, nuestro color o seamos animales o seres humanos. Cada órgano busca satisfacer eso para lo que existe: los pulmones permiten la entrada del aire y el intercambio, el estómago recibe el alimento y lo transforma, la vejiga contiene la orina y la elimina, el tejido neural cerebral sirve para controlar y tomar decisiones, etc. Nos comportamos como los animales sin saberlo rechazando o transportando nuestra base de conflictos arcaicos.

La necesidad para la que existe el órgano debe ser satisfecha para permitir la supervivencia del conjunto es decir colabora con los otros órganos. El aire inspirado es usado por nuestros músculos, el alimento proveerá de energía a los pulmones para que pueda realizar su actividad. Pero el ser humano tiene algo peculiar y es que no sabe hacer la diferencia entre lo real y lo virtual: imaginar un plato suculento o tenerlo en la boca provoca el mismo efecto en la salivación.

De esta manera todo estimulo exterior va a ser codificado biológicamente: veo que me van a robar mi coche. En que parte de mi cuerpo se va a recibir la información? Podrán ser distintas partes y eso dependerá de cómo lo viva interiormente la persona. Unos ejemplos: El colon porque es “asqueroso lo que me hacen”

Bajo el mismo principio virtual es igual a real aunque no se observe nada en el colon la persona mantiene sobre este evento una noción de porquería. En otro caso podría codificar el evento a nivel muscular porque resiente impotencia para recuperar el vehículo. O la laringe porque el acontecimiento lo deja “aterrorizado”. Y así podemos ver como un mismo acontecimiento da lugar a distintas codificaciones.

Por qué el colon? Porque biológicamente es la parte del cuerpo que gestiona lo que se vive como « asqueroso » y es esa parte la que conoce cómo gestionar aquello que se tiene que eliminar. Porque los músculos? Porque son los que demuestran nuestra potencia y eficacia.
Y la laringe? Porque es la que permite el grito, la llamada de auxilio.

Así es como desde que ocurre un acontecimiento exterior nuestro espíritu para poder aprender algo codifica biológicamente y de esa manera existe. La transforma para aprehender la esencia, la lleva al interior de sí mismo. Si no simplemente no existiría tal como no somos conscientes de los rayos o los infrasonidos. Solo vemos lo que aprendimos a ver, oímos lo que aprendimos a oír y esto es cultural y biológico.

Por eso para mí la hipótesis de trabajo es que todo síntoma, sea el que sea sin excepción es una metáfora de la historia conflictual que está en el origen del síntoma. El hilo conductor que va de uno a otro es el sentido biológico.

La enfermedad lejos de ser algo anárquico o de no responder a ningún sistema tiene un sentido muy preciso que es movilizar todas las fuerzas para optimizar nuestras posibilidades de supervivencia. La enfermedad no es un error de precisión, un fallo de la célula y tiene su razón de ser y se inscribe como un elemento útil en el plan general de la naturaleza. Es necesario localizar una solución exterior (como subirse a un taburete si uno es pequeño para coger algo o llamar al timbre). Si no hay solución exterior aparece la situación conflictual y el cuerpo busca una solución interna de adaptación => enfermedad.


Elizabeth Romero Sánchez
Akasha Sanación Integral.