Mostrando entradas con la etiqueta biodescodificación. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta biodescodificación. Mostrar todas las entradas

jueves, 21 de diciembre de 2017

NO TRAGO, NO DIGIERO, NO ASIMILO


Analizaremos las emociones de nuestro sistema digestivo, porque sin duda alguna, una gran mayoría de nosotros ha presentado molestias de ese tipo en algún momento de la vida e incluso hoy, podría continuar padeciendo.

Vamos a recordar como punto principal de toda ésta historia que los seres humanos se manejan todos los días bajo las órdenes de un inconsciente biológico y precisamente es éste inconsciente el que, por decirlo de alguna manera, funciona desde “lo simbólico”. Por lo tanto, no hablaremos de alimentos, comidas, bebidas, lácteos ni ninguna de esas cosas, porque la Biodescodificación no funciona analizando “elementos externos”, sino emociones.

►Cuando hablamos de no tragar, no digerir o no asimilar nos referimos a vivencias, a momentos, a situaciones, a emociones.

¿Se han fijado al ver una película o serie, que cuando hay una escena de “algo fuerte” que sucede, alguno de los personajes vomita?
No está vomitando porque comió algún alimento en mal estado, está vomitando porque no digiere lo que ha sucedido, lo que ha visto, lo que ha presenciado.
Incluso y me sucede con frecuencia, cada que veo una escena así, digo en voz alta “no digiero”, para luego analizar la escena y comprobar que efectivamente se trataba de una situación fuerte, inesperada, sorpresiva, negativa o desagradable.

De ésta manera poco a poco, podemos comenzar a comprender mucho más a fondo una esofagitis, unas agruras, la acidez, la gastritis, la colitis, el estreñimiento, las hemorroides, la diarrea y docenas de síntomas más que pueden aparecer desde nuestra boca y hasta el final.

Por lo tanto, si bien los alimentos “pueden sumar” malestar a nuestro cuerpo, son las emociones las que dan origen a dicha molestia, entonces básicamente lo que debemos preguntarnos es:

1. “¿Qué emoción me comí?”
2. “¿Qué emoción tragué pero no digiero?” y
3. “¿Qué emoción me tragué, me vi obligado a digerir y no suelto?”.


Les prometo que si desde hoy comen sus alimentos con estas tres preguntas básicas en su cabeza, en su pensamiento consciente, procesarán sus alimentos (reales), de manera muy diferente.
Pero ojo! No siempre los síntomas en el sistema digestivo engloban sólo nuestra último desayuno, almuerzo, comida o cena, no.

►Porque como la Biodescodificación no se basa en alimentos, podemos estar hablando de situaciones que ya llevamos años aguantado o padeciendo.

Si alguno de ustedes me dijera en este momento “yo tengo problemas de estreñimiento”, la primera pregunta que yo haría es ¿Cómo están las cosas con tu pareja, te ha engañado, mentido o traicionado?
Porque aunque no lo crean, un 80% a 85% de las molestias por estreñimiento, se origina de las infidelidades, mentiras, engaños, traiciones, perdonadas pero no olvidadas.
Y claro que la persona que traiciona puede ser la pareja, la madre, el padre, el jefe, el mejor amigo, la mejor amiga o quien sea.

Pero la ley que se cumple al 100% en casos de estreñimiento es: “perdono pero no olvido”.

¿Cáncer de estómago?
Sencillo, personas que primeramente creen tener siempre la razón, no digieren tener que ceder el control a otros, quieren manejarlo todo, dirigirlo todo, y además viven quejándose de que nadie los ayuda, los comprende, etc. Se sienten perfectos, infalibles, casi dioses.
Y si alguien se ofreciera para echarles una mano en cualquier asunto, ellos no confían, jamás nadie será mejor y terminan ellos por hacer las cosas.
Son personas impositivas, dominantes y que quieren abarcarlo todo.

Y si bien la boca nos sirve para hablar y expresar, en éste caso la tomaremos como la entrada principal de los alimentos, las emociones. Por lo tanto, muchos de los síntomas en boca y hasta el estómago, están relacionados con “no tragar”. Que podemos traducir a su vez como “no acepto”, “no permito”, “no quiero”, “no tolero”, etc.

Así que no se compliquen, no le busquen tres pies al gato, no hagan olas.
Es simple.
Ante cualquier síntoma, enfermedad, padecimiento relacionado con el sistema digestivo, suyo o de sus hijos menores a 14 años, siempre busquen la causa en una emoción /vivencia, no tolerada recientemente o bien en una emoción/vivencia que continúen tolerando y allí estará la respuesta a su problema.
Esto claro está, implicará que ustedes mismos cambien sus expectativas, su manera de reaccionar, su manera de ser, su carácter, etc. Para poder sanar o sanar a sus hijos menores de 14 años.

Así las cosas….



Akasha Sanación Integral
Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco

martes, 19 de diciembre de 2017

BIODESCODIFICANDO LA DESVALORIZACIÓN


Dentro de la Biodescodificación, hay un conflicto emocional importante que detona programas familiares para muchas de las enfermedades y es la Desvalorización.
Porque si no nos sentimos importantes, inteligentes, fuertes, bellos, reconocidos, admirados, apoyados, nuestra vida dentro de la propia familia o la sociedad se convierte en un tormento.

Sentir que no somos capaces o que no somos lo suficientemente capaces para lograr o hacer algo es una historia que día con día se repite y multiplica porque así como a diario nacen bebés y no todos ellos serán valorizados como tal vez se merecerían, existen millares de jóvenes, adultos y ancianos que han sufrido desvalorización todos los días de su vida.

La desvalorización consiste en minimizarnos, sentirnos menos que alguien, más ineptos que alguien, más débiles que los demás, menos atractivas o atractivos que los demás, sentirnos tontos, poco hábiles, o incluso hasta creer que vivir no vale la pena porque no somos nada.

Cualquiera podría decir que las desvalorizaciones sufridas en una difícil o triste infancia, han quedado en el olvido. Otros más podrán decir que “no necesitan” el reconocimiento de los demás porque es parte del “ego”, algunos por allá podrán decir que “no ha sido tan duro”, pero en el fondo esa vida de desvalorización al final, claramente tendrá sus consecuencias sobre nuestra salud.

Una persona desvalorizada puede dañar inconscientemente sus ganglios, sus músculos, sus huesos, sus articulaciones y por supuesto, tejidos y órganos relacionados con éstos.
Y no necesariamente es una desvalorización recibida por parte de otra persona, no es siempre un “ataque” externo; nosotros mismos podemos vivir todos los días de nuestra vida desvalorizándonos, lo que llamaríamos “auto-desvalorización”.

Si el ser humano, requiere de 21 días para formar un hábito, imaginen por un segundo cómo está el grado de Autodesvalorización de una persona de 40 años que a diario de repite:

- “Sí, soy bien olvidadiza, siempre olvido las cosas, mis amigos ya saben que siempre se me olvidan las cosas, mi cabeza no puede recordar cosas importantes, todo se me olvida, etc.”
Y sin darse cuenta, esa persona ha asumido que no es lo suficientemente inteligente ni tiene la suficiente capacidad cerebral para recordar, cuando desde un principio, esa persona pudo decirse a sí misma: “Sí, a veces olvido alguna cosa, pero muchas otras recuerdo detalles perfectamente”.

Y como esto, cientos de ejemplos más de fuerza, de capacidad, de inteligencia, de belleza, de astucia, de sentido común, de creatividad, etc.
Historias de desvalorización que comienzan en casa, continúan en la etapa escolar, persisten en la adolescencia, echan raíces en la juventud y adultez, para venir a acabar con nosotros en la madurez y vejez, cuando ya tenemos las rodillas destrozadas, las manos con artritis, los músculos débiles y los huesos como corales de mar llenos de agujeritos.
Porque sentirnos valiosos es algo que comienza en casa. Con unos padres que reconocen primeramente mi existencia, mi inteligencia, mi fuerza, mi belleza, mis habilidades.

►¿Cuántas madres conocemos que etiquetan a sus hijos de tontos, inmaduros, débiles, etc?
►¿Cuántos padres conocemos que etiquetan a sus hijos como mariquitas, cobardes, inútiles, etc?
►¿Y si yo crezco sin un padre que no quiso reconocerme tal vez porque desde entonces yo no era lo suficientemente valioso?
►¿Y si yo crezco con una madre que prefirió dejarme con la abuela porque yo le obstaculizaba su camino hacia la búsqueda de su gran amor?

O ¿qué tal historias de desvalorización que comenzaron incluso antes de que yo naciera cuando mi propia madre o mi propio padre rechazaron mi llegada, mi existencia?

Esas historias en donde vivimos una niñez dura, fría, indiferente. Donde para nadie fue importante si arreglé bien mi cama, si hice un bonito dibujo o si obtuve una buena calificación en un difícil examen.

► Porque todo ser humano, necesita saberse y sentirse bueno, inteligente, valiente, fuerte. Necesitamos social y biológicamente sabernos y sentirnos “buenos para todo”, capaces todo el tiempo.

¿Cuántas historias entre las madres y abuelas de mujeres sometidas, totalmente desvalorizadas, minimizadas, acalladas, que tan sólo terminan rompiéndose la cadera (Desvalorización brutal afecta huesos) y muriendo porque la desvalorización fue demasiada?
Y uno diría: Pero mi madre o mi abuela fue una buena mujer.
Si claro, una buena mujer, pero sin reconocimiento, sin voto, sin fuerza para defender sus ideales, para salir a cumplir nuevos sueños, sin fuerza para defenderse. Viviendo para servir no haciendo ruido, sin quejarse, sin alterarse, viviendo una desvalorización que comenzó desde su infancia en el seno de su familia y que mantuvo al unirse a un hombre que mantuvo dicha desvalorización latente.

Jovencitos hábiles para los deportes o el arte que son minimizados por sus mismos padres, que les hablan de un futuro laboral útil, de ingresos económicos como meta primordial, provocando que abandonen aquello que aman hacer y para lo que son extraordinarios.
Jovencitas hermosas que ya desde su casa son llamadas gordas, tontas, feas, y que crecen sintiéndose apenas merecedoras de cariño o reconocimiento.

Sentirnos, hoy por hoy, con miedo de cambiar de trabajo, con miedo de arreglar nuestra situación sentimental por miedo a quedarnos solos. Miedo a reclamar un equivocado cobro, miedo a alzar nuestra voz ante una injusticia, miedo a hablar siquiera o a pensar.

Sentir que no podemos superar a nadie en nuestra familia, sentir que no merecemos un puesto mejor o un sueldo mejor, sentir que no hay salida, eso, señoras y señores, es DESVALORIZACIÓN.


Porque nadie en nuestra infancia nos hizo sentir valiosos y grandiosos dentro del hogar y porque nosotros ya con dicho entrenamiento, continuamos nuestras vidas AUTODESVALORIZÁNDONOS constantemente.


Así que analizando toda tu vida, analizando desde cómo fuiste concebido o concebida y cómo fue tu niñez, observa si de verdad eres tan malo o poca cosa como te lo hicieron sentir en casa. Analiza objetivamente si realmente no tienes la fuerza para lograr algo cuando te lo propones o fue lo que te hicieron creer desde niño o niña. Observa cuántas veces al día tú mismo de dices tonto, idiota, estúpido, inútil y cuántas veces más repites esas palabras sobre alguien más.
No son bromas. Jamás puedes decir que tu hermano te dice tonto “de broma” o que tú se lo dices a tu niño de “broma”.

►Recuerden que para el subconsciente NO EXISTEN LAS BROMAS.
Nuestro subconsciente se toma TODO muy en serio.

Así que es tu deber descubrir quién te desvaloriza, hoy por hoy. Quién te desvalorizó a lo largo de toda tu vida y tú a quién desvalorizas constantemente.

Seguramente descubrirás recuerdos tristes. Momentos en los que creíste que toda la familia te felicitaría o te reconocería y por el contrario recibiste una ofensa, una burla, una crítica.
Seguramente descubrirás recuerdos en los que tú sentiste haber tomado una buena decisión y todo el mundo se te fue encima haciéndote sentir el más tonto del planeta.

Todos los días, absolutamente todos los días recibimos desvalorización por parte de los demás o de nosotros mismos. Y si no estamos plenamente conscientes de grandiosos que somos, daremos entrada a problemas en nuestra salud.

Haz una carta de duelo (Carta de Liberación del Clan Familiar) y escribe en ella todas las historias de tu vida en las que te hayas sentido desvalorizado, para luego seguir con todas las veces en tu vida, en que tú mismo te desvalorizas o has desvalorizado a tu pareja, a tus hijos, a cualquier persona. Libérate de esas historias, quema tu carta, tira las cenizas y cambia.
Comienza por repetirte lo bueno que eres, lo bella que eres, lo fuerte que eres, felicítate por esa buena elección que hiciste o esa decisión que tomaste. Descúbrete reconociendo algo valioso en tus hijos, en los demás y diciéndolo en voz alta.

Comienza todos los días de tu vida, diciéndote al espejo “algo bueno de ti” y repítelo 21 días.

- “Soy la mujer más inteligente del mundo, la más bonita, la más fuerte, la más segura de sí misma”

- “Soy el hombre más inteligente del mundo, el más atractivo, el más fuerte, el más seguro de sí mismo”

Algo como lo anterior pero con tus propias palabras claro y a lo largo del día, cada que hagas algo bueno, di cosas como:

- “Bien hecho”
- “Me quedó perfecto”
- “Me lucí”
- “Qué bien lo hice”
- “Qué rico me quedó”
- “Qué bueno que lo logré”

Y poco a poco, recupera tú mismo aquel reconocimiento o valía que no recibiste en tu infancia y empodera esa valía que sabes que posees. Para que vivas sin miedos, para que veas que no hay límites y sobre todo, para que vivas saludable, pleno y feliz.

Así las cosas…


Akasha Sanación Integral
Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco.

martes, 12 de diciembre de 2017

PROBLEMAS DE PAREJA

Estamos siempre proyectando, eso ya lo sabemos. De lo que tal vez no seamos tan conscientes es de las proyecciones que hacemos en nuestra pareja.

A menudo vivimos la relación de pareja desde el niño interno herido, buscando inconscientemente personas que representan a papá o mamá para que llenen el vacío que éstos dejaron. Ya sea porque nos faltaron, porque fueron ausentes o porque fueron tan “grandes” que nunca pudimos alcanzarlos.

De un modo u otro buscamos a papá o mamá en la pareja.

El problema es que entonces no estamos dentro de la relación desde el papel de un adulto, si no desde un papel de “esperador”. Esperando que el otro haga o no haga, diga o no diga, que se comporte de maneras determinadas para llenar nuestras carencias. 


Como un niño que espera ser amado, cuidado, atendido… 

Y en la medida que vamos recibiendo lo que necesitamos, todo funciona pero cuando el otro deja de darnos lo que esperamos el mundo “se nos viene encima”. Nuestras reacciones son desproporcionadas, (como las de un niño pataleando en el supermercado), incluso más tarde podemos reconocer que nos hemos pasado, pero en el momento no lo hemos podido evitar, el niño ha tomado el control.

►Vivir la relación de pareja desde el niño interno genera una relación disfuncional, porque un niño no tiene recursos para gestionar la vida de un adulto, capacidad de ser responsable, de asumir su papel masculino o femenino, paterno o materno y esto se verá reflejado en desequilibrios emocionales y sexuales de todo tipo. 


Además va a perpetuar el problema si hay hijos, pues estarán siendo educados por niños heridos y no por adultos responsables y crecerán con carencias que más tarde buscarán de nuevo en sus parejas.

Identificar tus proyecciones, hacer un trabajo con tu niño interior y colocarte en el adulto que eres, se hace necesario para que tu relación de pareja funcione.




Gemma Pitarch.

https://gemmapitarch.com/
biodescodificacionenmallorca.com

sábado, 9 de diciembre de 2017

LA RESISTENCIA AL CAMBIO


Tu mente es una herramienta más de tu cuerpo y debería estar a tu servicio y no ser tú esclavo de ella. Comprender su funcionamiento se hace necesario para integrarla y ponerla al servicio de tu vida.

Por muy vagamente que hayas estudiado física seguro que te sonara el concepto de inercia. Tratar de empujar un coche cuando está parado, requiere un esfuerzo enorme al principio, pero cuando se pone en movimiento basta un poco de fuerza para seguir haciéndolo avanzar. Si en ese momento intentas pararlo representa de nuevo un gran esfuerzo, porque su inercia es seguir avanzando. Lo mismo sucede en tu vida cuando tratas de cambiar algo o haces algún tipo de trabajo personal. Sea que estés tratando de arrancar algo o de pararlo, existe una inercia psíquica que trata de volverte al estado anterior, a lo conocido. la famosa “zona de confort”.

Para tratar de parar tu cambio primero tu mente va a desatar el miedo y si eso no te para, va a crear en lo externo todo tipo de impedimentos que justifiquen que lo mejor es que regreses a como estabas. 


Entre el repertorio que se puede desplegar estarán casi seguro el mismo tipo de situaciones que no querías mas en tu vida y por las cuales iniciaste el proceso de cambio. 

Esto será una gran “prueba de fuego” porque ante eso, tu mente te dirá: ¿ves? No has logrado nada, sigue sucediendo lo mismo. Y en la medida que te lo creas o vuelvas a reaccionar como antes, todo el trabajo quedará en nada y esa parte de ti habrá conseguido mantenerte en la zona de confort.

Es importante contar con que puede suceder ésto después de alguna decisión de cambio o trabajo personal para no caer en la trampa, porque es muy común que las personas “tiren la toalla” en ese momento. Si logras atravesar esa “prueba de fuego”, si no dejas que la inercia anterior te pare, habrás generado una inercia nueva que a partir de ese momento será más sencillo mantener en marcha.


Recuerda: hay una parte en ti que no quiere cambiar y va a tratar de convencerte de que no puedes hacerlo o de que tu intento no ha funcionado. Sigue adelante y pronto verás los resultados.



Gemma Pitarch.


https://gemmapitarch.com
biodescodificacionenmallorca.com

sábado, 2 de diciembre de 2017

¿ACCIDENTES?

Tras un accidente, es frecuente que nos asalten preguntas como: ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Por qué así?
¿Por qué en este lugar? ¿Por qué estas consecuencias?

Partimos de cuatro premisas fundamentales:
*Nada sucede por azar"
*La realidad es un espejo de lo que sucede en nuestro interior"
*Cualquier acontecimiento viene a enseñarnos algo"
*Todo es para bien"
Entendemos como accidente un suceso no previsto, algo fortuito producto de la mala suerte. Pero lo cierto es que un accidente es muy similar a una enfermedad, un medio que nuestro yo interior o nuestro inconsciente, utiliza para comunicarse cuando mantenemos el resto de los canales alternativos desconectados.

Es cierto que no buscamos los accidentes, como tampoco buscamos las enfermedades; sin embargo, debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad en aquello que nos sucede.
►Todo lo que nos ocurre tiene mucho que ver con nosotros.
El accidente suele ser sinónimo de culpabilidad. Está conectado con mis culpabilidades, con mi modo de pensar y con mi funcionamiento en la sociedad. También denota cierta reacción hacía la autoridad, incluso varios aspectos de la violencia. Puede suceder que tenga dificultad en afirmarme frente a esta autoridad, a hablar de mis necesidades, mis puntos de vista, etc. Entonces “me hago violencia” a mí – mismo.

El accidente indica una necesidad directa e inmediata de pasar a la acción. La necesidad inconsciente de cambio es tan grande que el pensamiento usa de una situación extrema, incluso dramática para que tome consciencia que debo probablemente cambiar la dirección que actualmente estoy tomando.  Es una forma de auto – castigo consciente o inconsciente.
La parte del cuerpo herida durante el accidente habitualmente ya está enferma o debilitada, bien por una enfermedad, una dolencia, un corte, una quemadura o cualquier predisposición a los accidentes.

El accidente me permite observar esta debilidad haciéndola subir a la superficie. El accidente también es mi incapacidad a verme y a aceptarme tal como soy. Ya que soy responsable al 100% de mis actos y de mi vida entera, puedo explicarme más por qué me he atraído tal forma de accidente.
¿Atraído? Sí, porque todo esto viene de mis pensamientos más profundos, de mis “patrones” (esquemas de pensamiento que hacen que se repitan acontecimientos en mi vida) o esquemas de pensamiento de infancia. Es muy posible que me atraiga castigos si, hoy, tengo la sensación de hacer algo que no está bien. Exactamente como en mi infancia; me castigaban cuando hacia algo que no era correcto. Está esto grabado en mi mental y es tiempo de cambiar mi actitud. El lado “moral” del ser humano lo lleva a castigarse si se siente culpable, de aquí el dolor, las aflicciones y los accidentes.
Es capital saber que puedo sentirme culpable en una situación cualquiera, si sé que hago daño a otra persona. En todas las demás situaciones, soy responsable pero no culpable. Debo recordarme que soy mi propia autoridad (en el sentido de individuo). Necesito tomar mi lugar en el universo. Debo cesar de hacerme violencia.

El accidente está vinculado a la culpabilidad y ésta, al miedo con relación a una situación. El miedo a no estar correcto se percibe frecuentemente bajo el aspecto de la culpabilidad en vez del de la responsabilidad. Frecuentemente el accidente me obliga a cesar o frenar mis actividades. 
Sigue algún período de planteamiento. Manteniéndome abierto y objetivo con relación a mí – mismo, descubriré rápidamente la o las razones de dicho accidente. ¿Perdí el control de la situación? ¿Es para mí el momento de cambiar de orientación? ¿Tengo dificultad en escuchar los signos interiores o mi intuición, de tal modo que me atraigo un signo radical en el plano físico? ¿Observé cómo se produjo el accidente? ¿Cuál era mi estado antes y después? Es muy importante volver a ver las condiciones que rodean el accidente; analizo las palabras usadas y tomo consciencia que ponen en evidencia lo que vivo en el momento del accidente. Observo todos los signos y símbolos de esta situación (accidente) y escucho mi voz interior para encontrar una solución que me evitará probablemente empeorar todo esto.
La predisposición a los accidentes es un estado que se produce durante una relación conflictual con la realidad, la incapacidad de estar plenamente presente y consciente del universo tal y como se presenta a mí. Es como si quisiera estar en otro lugar. Estoy desconectado de lo que sucede alrededor mío, quizás porque encuentro mi realidad inaceptable o difícil de vivir. Necesito estar mejor conectado sobre mí – mismo para descubrir mi seguridad y mi confianza interiores.
Hay accidentes en los que somos agredidos…simplemente porque pasábamos por allí en el momento inadecuado.
El tema de la agresividad descontrolada también tiene mucho que ver con los accidentes. Si creemos que la violencia solucionará nuestros problemas, actuamos como un imán que atrae la agresividad hacia nosotros.
¿Qué podemos aprender de cualquier accidente?
En todos los casos de accidentes: de tráfico, domésticos, laborales, etc. lo primero que debemos buscar es el mensaje que nos transmite, para solucionarlo de manera consciente y evitar su repetición. El accidente es como una señal que nos obliga a mirar en nuestro interior.
Pequeñas cosas en las que no nos paramos a pensar, como una quemadura mientras cocinamos o un pequeño corte en un dedo mientras cortamos verduras, los golpes en nuestro coche o una avería de un electrodoméstico nos aportan información valiosa sobre lo que pasa en nuestro interior.
Podemos y debemos hacernos preguntas:
¿Qué me quiere advertir este accidente?
¿Qué aspecto de mi vida debo transformar?
¿A qué cambio de comportamiento me estoy resistiendo?
¿Tuve la intención de hacer daño a alguien?
Y cuando el accidente queda en un serio aviso, ¿qué me indica?
Que debería cambiar mi estilo de vida. O puede que acabe en el hospital con varias fracturas y gano tiempo para reflexionar, se convierte en una enfermedad con su tiempo de convalecencia. El inconsciente me obliga a ser más flexible en el futuro (para evitar las fracturas)
En algunas ocasiones detrás de un accidente hay una incapacidad para hacerse valer, una rebelión contra la autoridad mal conducida o la creencia en las virtudes de la violencia.
Visto desde la psicogenealogía, los accidentes graves, son intentos de suicidio con más o menos fortuna.
¿Qué pautas se pueden seguir respecto a los accidentes?
A) Si el accidente ya ocurrió, hay que intentar leer su mensaje, para elevar a la consciencia el mensaje sanador que con él nos llega.

B) Si tememos tener un accidente o alguien nos maldice o nos vaticina que lo tendremos, el cerebro se programará para que suceda y lo atraeremos sin querer. En estos casos es mejor realizarlo de manera metafórica, el inconsciente entiende la metáfora y es como si ya se hubiese cumplido lo que tememos o lo que “debía” de pasar.

C) Para evitar accidentes:
Cambiar culpabilidad por responsabilidad.
No juzgarnos.
Canalizar la rabia y la agresividad hacia nosotros mismos con grandes dosis de creatividad.
Canalizar la agresividad y la rabia hacia los otros mediante la confrontación.
Gemma Pitarch
https://gemmapitarch.com
Fuentes: Alejandro Jodorowsky, diccionario Jacques Martel