sábado, 17 de junio de 2017

Agobios en el camino e instrucciones para el inconsciente

Es posible que, en algún momento, sintamos que no estamos haciendo bastante para poder alcanzar todos los objetivos de crecimiento personal que parece que tenemos que conseguir si queremos dar grandes saltos y pasos hacia adelante en nuestra vida. Hemos leído tantas cosas sobre tantos posibles beneficios, potenciales y recompensas de lo que tenemos por delante cuando consigamos llegar a otros niveles de la realidad, a esa “matrix 15,6Hz”, que ahora mismo creamos más formas energéticas de agobio por el “no puedo hacerlo”, “no llego a todo”, que formas positivas de “tranquilo, estoy en el camino, y todo llegará en su debido momento”.
No hay nada que reprocharnos en este aspecto, el inconsciente colectivo se nutre de las proyecciones de todos nosotros, y de ahí nace la realidad consensuada en la que vivimos, teniendo en cuenta que, además, contiene las formas mentales provenientes de las manipulaciones que nos insertan aquellos en el poder, para que pensemos en ciertas direcciones o tengamos ciertas ideas sobre ciertos temas. Puesto que, de momento, no tenemos más remedio que seguir conectados a este inconsciente colectivo, hasta que no lo limpiemos entre todos con nuestras propias proyecciones a partir de la autoconsciencia y de la responsabilidad por lo que emitimos, los egregores de este “agobio colectivo” que flota sobre nosotros presionan con fuerza a nuestro inconsciente, terminando, en algunos casos, de desconectarnos por completo de los esfuerzos por ir recuperando nuestro poder, potencial y libertad, y terminando por generar, muchas veces, sin que uno mismo se dé cuenta, sensaciones de pesadez y apatía sobre las acciones que cada uno debe tomar para seguir con sus octavas y procesos en curso.
Y es que cuando algo que, a priori, está orientado a un crecimiento con un sustrato de alegría y bienestar se convierte en una carga con sustrato de agobio, hay que frenar y reorientar las cosas. Todos queremos vivir mejor, estar mejor, sentirnos mejor, aprender, crecer, disfrutar de la vida y aprender con ella. Si esto se convierte en un lastre, porque uno está saturado de técnicas, recetas, informaciones y contradicciones de todo tipo sobre cómo estar mejor, cómo vivir mejor, y cómo evolucionar, la psique se colapsa, al menos en ciertos aspectos, y el proceso alquímico interior se ralentiza, pues las energías que lo nutren a veces son fuerzas contrapuestas.
Dicho esto, la idea es simplemente “no agobiarse”, todos llegamos a donde tenemos que llegar en el momento en el que nos toca llegar, y los conceptos de tiempo, para los procesos que rigen esos pasos hacia la transformación de cada uno, no son determinantes para nada. Hasta los procesos macro-evolutivos a nivel del planeta, que están siendo monitorizados, apoyados y ayudados por razas, grupos y fuerzas exo-planetarias para que no frenemos nuestro avance como especie, se rigen y se ajustan a los pasos que nosotros, como humanos, desde dentro, vamos dando para conseguir los cambios que necesitamos.
Repasando la creación del yo observador
Cambiamos de tercio para seguir explicando cosas sobre el funcionamiento de la psique, que nos ayude a comprendernos mejor en todos los aspectos. Ya hemos explicado cómo se crea el “yo observador”, esa sub-faceta de nuestra personalidad que hace de puente entre la mente consciente y el ser o Yo Superior. No es que ningún otro “yo” no pueda hacerlo, todos los sub-caracteres que tenemos tienen esa posibilidad, pero no les toca, o mejor dicho, no tienen la constitución energética para ello. Si pones en control de tu personalidad a tu “yo analítico”, a tu “yo celoso”, a tu “yo valiente” o a tu “yo triste”, esos rasgos de tu personalidad aflorarán y tendrán el control del conjunto de lo que muestras al mundo, pero serán dependientes de las emociones y formas mentales a las que están asociados, por lo que no estarán, por constitución, “hechos” para hacer de interlocutores con nuestro ser o Yo Superior con la misma facilidad que un “yo” que ha sido creado, por nuestra voluntad de auto-observarnos y mirar hacia dentro, con las características de comunicar diferentes partes de nosotros mismos.
Un logro enorme
Supongamos entonces que el “yo observador” ya está en construcción, ya existe, y poco a poco somos capaces de darle el control de nuestra personalidad, todo el tiempo, lo cual equivale a que todo el tiempo somos lo suficiente conscientes de lo que sentimos, pensamos, y se mueve en nuestro interior. Esto ya es un paso enorme, y si no fuéramos más allá de este logro habríamos conseguido lo que una gran parte de la humanidad no conseguirá jamás, salir del control de los automatismos que nos rigen y ser conscientes de los mismos. Pero no es suficiente si uno toma en cuenta el contexto en el que nos movemos ahora mismo, que no es otro que el de un cambio de realidad para la masa de la humanidad, ya que lo que valía como meta evolutiva hace cinco siglos, ahora no es sino un pequeño escalón de los muchos que hay por delante.
Controlar la consciencia en su totalidad
Una vez este escalón se ha superado y afianzado, llega el siguiente paso, que es darle progresivamente al Yo Superior el control de la consciencia artificial (que es la que se forma en la superficie de la esfera de consciencia y contiene a todos nuestros “yos”), y a través de ella, luego al programa ego, para que el piloto automático del vehículo físico que usamos vaya dejando de responder a sus propias rutinas y parámetros “cargados de fábrica”, y responda a las órdenes conscientes del verdadero “conductor”, el ser que somos todos y cada uno de nosotros.
Hacer que este conductor “real” tome el volante y el asiento de piloto de forma permanente, es algo que, posiblemente no sucederá hasta bien avanzado el camino evolutivo de cada uno, pues todavía la parte que media entre las rutinas egoicas y el Yo Superior, la consciencia artificial dirigida por el yo observador, ha de hacer mucho trabajo de gestión y preparación para que otro nivel de consciencia muchísimo más elevada pueda tomar el 100% del control.
Esto quiere decir que no se trata de perder “la personalidad” que tenemos, o no se trata de que desaparezca la consciencia “humana” para dejarnos imbuir y dirigir por nuestra consciencia “elevada”, sino de trabajar para unir ambas paulatinamente, y que la consciencia “humana” se vea orientada, dirigida y apoyada por la consciencia de nuestro ser, con el ego bajo su mando y sin automatismos activados descontroladamente. Aunque ahora esto que estamos diciendo se vaya a quedar solo como una explicación teórica, será experimentado por todos en algún momento, y entonces se entenderá, pues es necesario haber realizado y materializado los pasos anteriores para poder sentir como un “hecho” esto que ahora estamos simplemente leyendo.
El objetivo, por lo tanto, es avanzar a nuestra psique los siguientes escalones que vendrán, pues precisamente solo imbuyendo en el inconsciente de todos nosotros esta información, tendremos una pequeña brújula que marque por dónde van a ir los procesos y cambios interiores que se van a ir dando. Pudiera parecer una forma un tanto extraña de trabajar y de ayudar, pero puesto que muchas de las cosas que rigen las octavas de los caminos particulares de cada uno están programadas en nuestra mente inconsciente, es a ésta a la que tenemos que hacerle llegar parte de la información que necesita para saber qué procesos tiene que gestionar, y hacia dónde debe ir  en los pasos de transformación interior que se va a ir encontrando en el camino y que a todos, sin excepción, nos esperan por delante.

http://davidtopi.com

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