domingo, 27 de mayo de 2018

3 estrategias para incrementar la autoestima


La autoestima, y más en concreto su estado y su influencia, se ha convertido en una encrucijada para muchos. Son incontables los libros y artículos que nos la muestran como una panacea. Si se tiene, todo fluirá, anuncian. Si no se cuenta con ella, todo irá mal. El problema es que ese amor propio se edifica principalmente en los primeros años de vida y por ellos no se puede pasar dos veces. Por eso muchos se preguntan: ¿hay alguna manera de incrementar la autoestima cuando no está bien cimentada?
La respuesta a esa pregunta es sí, claro, por supuesto. Cuando alguien cuenta con condiciones altamente favorables, es fácil que su amor propio eche raíces desde los primeros años de vida. Esto le dará una fortaleza especial y más posibilidades de encontrar el bienestar y la felicidad. Pero si esto no ocurre, también es posible reparar unas raíces que no sean tan fuertes.
Aparece en el horizonte entonces otra pregunta: ¿para qué incrementar la autoestima? Aunque parezca obvio, a veces no lo es tanto. La falta de amor propio es la semilla de muchos estados inconvenientes, el factor que aumenta su riesgo. También suele traducirse en una inconformidad constante que no encuentra alivio. Convierte en un reto trazar metas realistas y conseguirlas. En suma, puede hacer mucho más complicada la vida. Para evitarlo, enseguida te presentamos tres estrategias eficaces.
  ► Todos sabemos que la autoestima viene de lo que tú piensas de ti mismo, no de lo que los demás piensan de ti.
                                                               Gloria Gaynor

1. Elaborar recordatorio, una técnica para incrementar tu autoestima

Hay una gran parte de nuestro comportamiento de la que no somos conscientes, o de la que al menos no siempre somos conscientes. La mayoría de las veces no atinamos a decir de forma precisa por qué pensamos como pensamos o sentimos como nos sentimos. Simplemente lo experimentamos así y no de otro modo, pero ignoramos por qué. Toda esa información está en el inconsciente, o al menos una parte importante.

Lo cierto es que cuando no hay amor propio, la mente opera de tal forma que pasa por alto muchos aspectos positivos de lo que somos. Es entonces cuando un recordatorio se convierte en un valioso instrumento para incrementar la autoestima.
Simplemente se trata de llevar un inventario escrito de lo mejor de nosotros. Lo que te gusta de ti, lo que lograste hoy, los obstáculos que has vencido. Precisa cuáles son tus virtudes, habilidades y destrezas. Anota tus buenos actos. Y, sobre todo, revisa con frecuencia esta lista. Ayudarás a tu mente a que funcione como una aliada y no como una enemiga.

2. Identifica los enfoques destructivos

Cuando el amor propio está lesionado, tendemos a ver el mundo desde una óptica muy oscura. De uno u otro modo, proyectamos nuestro malestar sobre lo que nos rodea. De este modo, terminamos fijándonos más en lo negativo que en lo positivo de la realidad.
También aparecen hábitos poco constructivos como compararnos con los demás, asustarnos cuando estamos a punto de alcanzar algún importante logro o dejarnos llevar por la inercia, porque nos cuesta mucho creer en nuestros propios sueños.
Vale la pena mantener una actitud de observación frente a nosotros mismos. El objetivo es detectar todas esas líneas de pensamiento que nos llevan a sentirnos mal. Lo más probable es que veamos las cosas negras no porque sean así, sino porque hemos creado el hábito de interpretarlas de ese modo. Al observarnos e identificar esto, poco a poco vamos liberándonos de esas costumbres destructivas.

3. El ejercicio de los cinco dedos

Este es un ejercicio propuesto por el psicólogo José Ignacio Fernández. Puede ser muy eficaz para aumentar la autoestima. Comprende una serie de acciones muy simples para mejorar el estado de ánimo cuando hay decaimiento.
Las acciones a realizar son las siguientes:
  • Relajación. Lo primero es inspirar y expirar profundamente para alcanzar un estado de mayor relajación.
  • Primera imagen mental. Lo recomendable es primero extender las manos y luego juntar el dedo índice con el dedo pulgar. En esa posición, recordar algún momento de la vida en el que nos hayamos sentido amados o protegidos. Por ejemplo, un momento de desvalimiento en donde otro se interesó por cuidarnos
  • Segunda imagen mental. Ahora hay que juntar el dedo pulgar con el dedo medio. Luego evocar alguna situación en la que hayamos tenido un éxito o logro.
  • Tercera imagen mental. Juntar el dedo pulgar con el anular. Luego traer a la memoria algún acto noble que hayamos realizado.
  • Cuarta y última imagen mental. Finalmente se juntan el pulgar y el meñique. Después se debe recordar a alguien a quien se ame o se haya amado de verdad.
  • ► Este ejercicio es útil en esos momentos en que hay muchos reproches o falta de confianza en nosotros mismos. Es muy eficaz tanto para encontrar un equilibrio en el momento como para incrementar la autoestima a largo plazo. Recuerda que, sin importar las circunstancias, siempre podemos cambiar y aprender a ser más felices.

Edith Sánchez
https://lamenteesmaravillosa.com

sábado, 26 de mayo de 2018

Tu cuerpo puede autocurarse

►  “No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad”
Gabriel García Márquez

No tiene nada de milagroso o esotérico. Tampoco tiene que ver con creencias populares sin fundamento. En realidad, es un hecho científico que el cuerpo tiene mecanismos para curarse, sin la intervención de medicamentos.
No se trata de un descubrimiento tan novedoso como pudiera suponerse. El propio Hipócrates, considerado padre de la medicina, ideó varios tratamientos terapéuticos que partían del principio de que el cuerpo dispone de las armas necesarias para autocurarse. Según sus postulados, el médico solo debe facilitar esos procesos, pero no intervenir directamente en ellos.
Actualmente la medicina, especialmente en el enfoque conocido como “alternativo” o “complementario”, cada vez recurre más a ese principio.
Sin embargo, el asunto no es tan simple como contraer una enfermedad y sentarse a esperar a que se cure por sí sola.

El concepto de enfermedad

La idea de que el cuerpo puede curarse a sí mismo está estrechamente ligada con el concepto de enfermedad. No todos los enfoques de la medicina la conciben de la misma manera.
La medicina alopática tradicional, por ejemplo, plantea que la enfermedad es una alteración en las funciones normales del organismo. En palabras de la Organización Mundial de la Salud: “Alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y unos signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible”
Desde ese punto de vista, la actuación del médico debe ir encaminada a restablecer el buen funcionamiento del organismo. Para ello se valen, principalmente, de la quimioterapia, o utilización de químicos con fines terapéuticos.
Los enfoques más alternativos ven el panorama de forma diferente. La enfermedad aparece allí como la expresión de un desequilibrio entre el organismo y el entorno con el que entra en contacto (esto incluye alimentación, estilo de vida y todo proceso de intercambio entre el organismo y el medio).
Por lo tanto, el propósito de la cura no es lograr que desaparezca la enfermedad como tal, sino que se restablezca el equilibrio perdido. Se parte de la idea de que las emociones juegan un papel fundamental en el proceso de curación; por lo tanto, todo tratamiento debe apuntar tanto a la mente como al cuerpo. Si la mente sana, el cuerpo también sanará.

La homeostasis

Todos los organismos vivientes están dotados de un mecanismo que les permite restablecer el equilibrio: la homeostasis. Esta propiedad hace posible que el cuerpo logre una autorregulación, de manera que la vida se afecte mínimamente como consecuencia de los cambios en el mundo exterior. Es pocas palabras, es una respuesta adaptativa.
Cada órgano debe ser capaz de contribuir al proceso homeostático para poder mantener la vida y la buena salud. Biológicamente venimos equipados para que eso suceda.
Cuando esto no ocurre, un médico tradicional buscará que el equilibrio se restablezca mediante la acción de un agente externo. Un médico alternativo tratará de que el órgano que falla recupere su capacidad para aportar en el equilibrio general.

¿Cómo nos autocuramos?

La salud y la enfermedad dependen en gran medida del estado emocional. Esto se puede explicar de manera sencilla.
Todos los órganos del cuerpo están inervados, es decir, tienen nervios. A la vez, se hallan conectados con el sistema nervioso central o, en otras palabras, son influidos en mayor o menor medida por el cerebro.
Si tienes ira, por ejemplo, se producirán una serie de efectos sobre tu organismo: aumento del ritmo cardiaco, tensión muscular, etc. Cuando el enojo se vuelve frecuente, el cambio fisiológico comenzará a afectar todos los órganos involucrados con ese sentimiento. Así que, probablemente, en algún punto puedes desarrollar una enfermedad en ellos.
Lo mismo ocurre con todas las emociones y sentimientos. No hay forma de que los experimentes solamente como algo subjetivo, sino que todos ellos cambian de una u otra manera la fisiología de tu cuerpo.
De esta manera, el cuerpo llega a enfermar por la acción de los sentimientos o emociones autodestructivas. Pero así mismo puede curarse, si se trabaja sobre esos elementos subjetivos que dan lugar a un funcionamiento inadecuado de los órganos.
En el caso de las enfermedades crónicas, resulta muy importante indagar por las fuentes emocionales del malestar. La respuesta puede estar en tu mente y no en las toneladas de medicamentos que a veces nos obligamos a tomar.

Edith Sánchez
https://lamenteesmaravillosa.com
Imagen cortesía de Martinez Codina

jueves, 24 de mayo de 2018

Quien tiene en su vida a un perro tiene un ángel


Quien tiene en su vida a un perro tiene una fortuna. Esta es una afirmación que a muy pocos les sorprenderá, sobre todo a quienes han gozado de la compañía de un ángel de cuatro patas y se han empapado de la magia que tienen estos maravillosos seres.
Recibimos un cariño intenso y único de ellos. Y ellos se convierten en nuestra familia, en niños eternos de tremenda sabiduría e inmensa inteligencia emocional, pues acaban siendo los mejores conocedores de nuestras costumbres, sentimientos y pensamientos. Los mejores conocedores y los mayores merecedores de nuestras sonrisas.
Con solo una mirada ellos descifran nuestro estado emocional, nos acompañan, nos divierten y nos hacen sentir especiales, únicos e imprescindibles. Así, con sus particulares leyes de propiedad (tienen derecho a todo) y sus lindos ojitos suplicantes, consiguen de nosotros hasta lo que juramos que jamás permitiríamos(por ejemplo, dormir en nuestra cama).

Las reglas del perro hacia su humano


►Hay ciertas reglas que cuando convives con un perro son incuestionables. Es así, nuestros animales nos educan, domestican o adiestran, como prefiramos llamarlo. Ellos ponen los principios de la convivencia y la “pugna” por los propios derechos acaba convirtiéndose en una tierna y divertida pelea.
Así, no podemos evitar sonreír cuando los identificamos con sus sorprendentes normas de enternecedores dictadores de la casa. Veamos:
Regla nº 1: Debes darme a probar cada cosa que comas.
Regla nº 2: No me llames y me metas al cuarto de baño bajo ningún concepto.
Regla nº 3: No volverás a hacer tus necesidades solo en el cuarto de baño nunca más.
Regla nº 4: No me digas que me calle cuando me pongo a ladrar, tengo mis motivos. ¡¡Algo está pasando ahí fuera!!
Regla nº 5: Me dormiré en cualquier lugar de la casa, preferiblemente donde más te estorbe.
Regla nº 6: No puedes entrar en casa oliendo a otros perros y pensar que eso no va a tener consecuencias.
Regla nº 7: Déjame salir fuera cada vez que te lo pida, incluso si acabo de entrar. Es necesario que me cerciore de que he olido todo correctamente.
Regla nº 8: Tienes permiso para dormir en la cama, pero no hace falta que me muevas, lo mejor es que te pongas en una esquina y no me molestes.
Regla nº 9: ¡¡¡Si cae al suelo es MÍO!!! Te miraré mal si te adelantas y no me dejas cogerlo.
Regla nº 10: No pienses en abandonar una habitación sin mí.

La riqueza emocional de compartir la vida con un animal


Sea perro, gato o conejo, compartir nuestra vida con un animal es una bendición, pues nos enseña a respetar, amar y estructurar la vida de otra manera. Hay muchas personas que piensan que tener un animal te limita, pues por ejemplo no puedes ir a cualquier lugar con ellos de vacaciones o tienes que tener en cuenta muchas otras de sus necesidades.
Pero quien tiene un perro o cualquier otro animal siente a éste como parte de su familia y los sentimientos compensan todos esos “pequeños inconvenientes”. Es cierto que si no compartiésemos la vida con ellos nuestra cartera estaría más llena, pero nuestro corazón estaría más vacío.
Lo que te aportan emocional y físicamente supone una riqueza enorme que no puede compensarse ni con todo el dinero del mundo. Así, aprender lo que es tener un animal, comprender cómo se les quiere y completar nuestra familia con su presencia es una oportunidad que todos deberíamos tener en nuestra vida.
Eso sí, siempre con conciencia y respeto, sabiendo como saben los amantes de los animales que cuidar y querer a uno de ellos es una responsabilidad que no puede dejar de atenderse y que nos ofrece la posibilidad de adquirir un gran conocimiento en diversas áreas de la vida.
►Porque sobre todo nuestra mayor riqueza cuando disfrutamos de su compañía es la emocional, la cual es incomparable y nos hace inmensamente felices. Esa es nuestra mayor fortuna.




Raquel Aldana para la mente es maravillosa
Vía http://paradigmaterrestre.com