sábado, 5 de mayo de 2018

CERRAR LOS OJOS


Pensamientos negativos.  No siempre conscientes y a veces como expiación, afectan tu autoestima a diario.

Llevamos internamente la dudosa cualidad de sobregeneralizar a partir de nuestras metidas de pata y colgarnos etiquetas que funcionan como lápidas.
En un antiguo monasterio, un discípulo cometió un grave error y a raíz de ello se dañó un sembrado de papas. Los demás esperaban que el Instructor Principal, un anciano venerable,  le aplicara un castigo que sirviera de ejemplo. Pero cuando al cabo de un mes vieron que no pasaba nada, uno de los discípulos más crítico le dijo al viejo instructor: “¿Cómo puedes ignorar lo sucedido? Después de todo, Dios nos ha dado ojos para mirar…”. “Claro”, respondió el anciano, “pero también nos dio párpados”.
Si no es cuestión de vida o muerte a veces es bueno hacer la vista gorda, relajar la atención focalizada y dejar que las experiencias  ocurran sin ponerle tantas condiciones. Recuerdo una mujer que estaba sentada a mi lado en un viaje por los lagos del Sur cruzando de Argentina a Chile, cuando me dijo en un momento: “¿Usted no cree que esa montaña está muy tirada a la derecha?”. Algunas cosas son como son, y punto.
Sobrevivir a los mandatos sociales. Ser indulgente de tanto en tanto con tu aporreado “yo” y desmontar el terrible  arsenal de la flagelación como método para crecer: “¡Date duro!”, “¡Saca callos!”,  es ser parte de resistencia. La vida no es un curso acelerado de artes marciales autodirigidas. 
Cuando te acercas a ti mismo con ternura y autocompasión, con tolerancia y sin autocastigo,  todo fluye mejor. Cuando estés cara a cara con el  desprecio o el odio hacia tu persona, repite para ti: “Que la paz sea conmigo”. Date la mano y abrázate.  Y lo demás, aquello que obrará como un bálsamo,  no será un milagro, será tu decisión más íntima de quererte hasta reventar.

Walter Riso
http://www.walter-riso.com

viernes, 4 de mayo de 2018

Control


Abordar este concepto puede abrir, a priori, dos pensamientos; uno es el de tener las cosas bajo control (el cual transmite seguridad, aparente seguridad) y el otro tiene que ver con una limitación (aparentemente exterior), si estoy controlado no puedo sobrepasar cierto límite. Por lo tanto, fiel a la dualidad en la que vivimos diariamente, en uno somos el controlador y en el otro el controlado.
Sin entrar en particularidades o en las distintas formas de control, el objetivo de esta entrada es que abordemos el control como herramienta utilizada por el ego, por lo tanto, de cómo somos controladores y controlados al mismo tiempo.
Desde que nacemos y, como especie, nos acostumbramos a querer que las cosas sean de una cierta manera; cuando somos bebés lloramos para obtener aquello que queremos hasta que ese deseo sea satisfecho (controlamos), luego comienzan los límites externos y comenzamos a aprender  que no todo es cuando o como queremos (somos controlados); luego de eso, comenzamos a encontrar herramientas con las que podamos superar esos límites como las sonrisas, otras formas de queja, gestos, etc (controlamos nuevamente) y así crecemos entre un ida y vuelta constante en el juego del controlador y el controlado. Esto que comienza como una forma de supervivencia, lo aplicamos a todas las áreas de nuestra vida y así es como intentamos controlar nuestro entorno para hacerlo más a nuestro gusto y que sea lo más adecuado a nuestros gustos posible.
Ante los sucesos externos que no podemos controlar y nos generan angustia, incomodidad, tristeza, indefensión, etc., comenzamos a buscar motivos externos que justifiquen aquello sucedido y es en este momento cuando dejamos que el ego se manifieste de manera autónoma, permitiéndole jugar al juego de la culpa y el victimismo, echando culpas en lugar de responsabilidades, señalando hacia fuera en vez de hacer una revisión introspectiva comprendiendo que el de afuera no existe y, no es más que la proyección de nosotros mismos sobre el otro.
Buscando respuestas
Ante cualquier tipo de experiencia vivida y sin explicación aparente, lo primero que queremos hacer es hallar respuestas, la mente necesita respuestas y el ego busca culpables, víctimas. Es por esto que siempre estamos en la búsqueda de los “¿POR QUÉ…?” Y creemos ser nosotros quienes tenemos las respuestas, es aquí donde podemos observar el control en su máxima expresión.
Encontrando respuestas
Cuando comprendemos que las respuestas que buscamos no aparecen como resultado de nuestra búsqueda sino más bien por ser observadores de la realidad que nos circunda, nos enfocamos en “¿PARA QUÉ…?”, transmutamos la culpa en responsabilidad y nos hacemos cargo de que todo aquello que nos sucede es el resultado de aquello que somos y proyectamos.
Básicamente, cuando dejamos de querer controlar, nos abrimos a la experiencia, al SER más que al HACER y eso es un paso más hacia la libertad emocional.

Federico Cetani

jueves, 3 de mayo de 2018

La meditación acelera la velocidad de procesamiento del cerebro

La meditación fortalece al cerebro de múltiples maneras. Una de ellas consiste en promover la girificación, es decir la cantidad de pliegues que se encuentran en la corteza cerebral.


La vertiente terapéutica de Yoga, una de las más interesantes, es un área de estudio y documentación que sigue ocupando tiempo a Ramiro Calle, pionero en difundir el Yoga en España, que fue el primero en someterse a una serie de sofisticadas pruebas médicas hace 30 años, las primeras realizadas, y que validaron las modificaciones provocadas por las técnicas del Yoga. Él mismo nos remite esta noticia y otras que iremos publicando próximamente.
La meditación fortalece al cerebro de múltiples maneras. Una de ellas consiste en promover la girificación, es decir la cantidad de pliegues que se encuentran en la corteza cerebral. A dichas conclusiones llegó una investigación conducida por Eileen Luders, neuróloga de la Universidad de California, Los Angeles (Estados Unidos). La experta explica que una mayor girificación permite que el cerebro procese la información con mayor velocidad. Sus conclusiones fueron publicadas en la revista Frontiers in Human Neuroscience.
Investigaciones previas encontraron que la meditación aumenta el tamaño del cerebro y mejora la conexión entre las neuronas. Para analizar el efecto de esta disciplina en la girificación cerebral, los investigadores tomaron imágenes de resonancia magnética funcional de 50 personas que meditaban y de 50 que no lo hacían.
"No queríamos simplemente comparar a los individuos que meditan y los que no. Buscamos observar si hay una relación entre el tiempo de meditación de una persona y los cambios que genera en el cerebro. Es decir, si el número de años de práctica se relaciona con el nivel de pliegues en la corteza cerebral".

Un cerebro más fuerte

Luders observó importantes cambios en la girificación de varias regiones de la corteza cerebral, y subraya que cuantos más años llevaban de meditación los voluntarios, mayores eran las modificaciones observadas en su cerebro.
La experta subraya los cambios observados en la corteza insular. "Se cree que la corteza insular funciona como un núcleo de integración autonómica, afectiva y cognitiva. Las personas que meditan son expertas en la introspección y conciencia así como el control emocional y la auto-regulación, por lo cual los hallazgos de la investigación tienen sentido. Cuanto más tiempo lleva una persona meditando, mayor es el nivel de pliegues en la corteza insular".
Luders también recalca que la relación entre el tiempo de meditación y el nivel de girificación muestra la capacidad del cerebro de modificarse y de adaptarse a los cambios ambientales.


Ramiro Calle
https://www.yogaenred.com