jueves, 29 de marzo de 2018

En mi vida quiero personas que sumen, no que resten


No dejes que se pierda tu esencia. Intenta no perderte entre las personas, pues cada vez desconocemos más a los que nos rodean. No te desveles ni te deshagas de tu esencia aunque lo que estás viviendo te atormente. No cambies ni te transformes sino es porque has asumido una buena lección.
Tu corazón es hermoso así, no permitas que las personas resten o dividan tu vida. Ama tu interior y mejórate cada día, pero no consientas perder tu esencia. Si ella desparece, serás solo alguien más y aquellos que te quieren y te valoran no podrán distinguirte.
►Recuerda que aquello que te hace llorar te hace tan especial como lo que te hace reír. Darte cuenta de esto constituye una liberación en sí misma. Cubre tu esencia, no dejes que las circunstancias la despedacen, protégela del frío.


El dolor que causa aquello que nos anula a veces es insoportable

Nadie quiere tener a su lado personas que le anulen o que boicoteen su crecimiento personal. Todos queremos a nuestro lado personas que nos ayuden a sumar experiencias y buenos sentimientos.
Sin embargo, generalmente no todo es blanco o negro. Habrá momentos en los que alguien descontará en algún grado de nuestro bienestar pero otros en los que sume tanto que compense todo lo anterior.
Es como el yin y el yang, la tristeza y la alegría, la noche y el día. Los aciertos requieren de los errores de la misma forma que sumar no tendría sentido si nunca hubiese nada que restar. Y es así como somos las personas, a veces blanco, a veces negro y, en otras ocasiones, de colores.

Nadie es totalmente bueno o totalmente malo

Aún sabiendo que no podemos ser todo o nada, no podemos dejar al descubierto nuestro bienestar, tenemos que protegerlo de daños que pueden ser evitables y previsibles.
Para eso debemos solemos una especie de balanza emocional. A un lado ponemos todo aquello generado por los demás que es negativo y que sobra. Al otro lado colocamos lo bueno y lo positivo que podemos encontrar en nuestro camino.
Como es obvio, deberemos sopesar emocionalmente a cada persona por separado teniendo siempre en cuenta la situación física y emocional de las personas afectadas, así como, por supuesto, el contexto.
Queda a la vista que no es nada fácil utilizar nuestra balanza, pues hay cientos de factores que no podemos controlar y que son totalmente subjetivos. Así es que… ¿por qué juzgamos como bueno o malo tan a la ligera?
No hay nada mejor que reencontrarse con uno mismo y perdonar a la otra persona tenga razón o no, porque la gente, cuando hace cosas dolorosas, normalmente las hace porque en ese momento no podía hacerlo mejor, porque tenía miedo o por lo que fuera. Entonces, perdonar es algo maravilloso.
                                                                           Marwan

Sé una persona justa, no pierdas tu esencia

A veces estar inmersos en un profundo dolor nos precipita al barranco de los prejuicios y de los tópicos. Cuando sucede esto, solemos cegarnos por el dolor de nuestras heridas y no por lo bondad que en otras circunstancias nos caracteriza.
A través del perdón y de la comprensión podemos conseguir que cualquier persona sume aun partiendo de sus malas acciones o palabras. Somos nosotros los que damos validez a los demás, por lo tanto somos nosotros quienes elegimos de qué manera queremos aprender.
Tomar conciencia de que muchas veces juzgamos demasiado alegremente nos ayudará a eliminar de nuestra vida lo realmente dañino y negativo. Pensándolo así, a la larga nunca nos arrepentiremos de ser personas coherentes y justas.
No etiquetes ni juzgues a los demás, perdona y toma sus malas acciones como una oportunidad para seguir creciendo y aprendiendo. Tu esencia será la mejor protección y, por si fuera poco, siempre la tendrás a tu alcance.

Psicología/Raquel Aldana
https://lamenteesmaravillosa.com

miércoles, 28 de marzo de 2018

CREAR MOMENTOS MÁGICOS



En mi opinión, todos tenemos una recomendación -no escrita ni impuesta- de la que no se habla, que es un asunto personal e íntimo, por la cual todos hemos de crear momentos mágicos para los otros. Y para nosotros también. Para con nosotros, es obligatorio.

¿Hay algún momento en tu vida que te haya parecido mágico?

¿Uno de esos momentos extraordinarios que hasta han podido llegar a marcar algo en ti o en tu vida?

Tengo un  recuerdo de mi infancia de un día de Reyes. Era aún de noche cuando me levanté a encontrarme con mis regalos… y no había ni uno solo. Decepcionado decidí salí a la calle a jugar con un hierro que clavaba en el suelo del campo. Cuando llegué a la calle aún estaba oscuro y tuve que esperar bastante tiempo metido en el portal hasta que amaneció y pude salir a un campito que había cerca de mi casa. No había ni una sola persona por la calle. Empecé a jugar. Estaba absorto en mi juego –y supongo que en mi decepción- cuando escuché una voz femenina que me preguntaba qué estaba haciendo. Jugando, le respondí. “¿No te han traído juguetes los Reyes?” Le dije que no. Era una mujer joven y muy alta. No me refiero a que me pareciese alta porque yo era un niño y ella una adulta. Lógicamente ya había visto a muchas mujeres y podía comparar. Ésta era demasiado alta. Llevaba un bolso en su mano izquierda y de allí sacó un pistolón grande. “Los Reyes me han dejado esto para ti”, me dijo cuando me lo entregó. Tal como había aparecido de la nada, desapareció.

No le di más importancia y permaneció muchos años en el olvido hasta que un día, al recordarlo por casualidad, tuve la sensación de que aquella joven era un Ángel y que aquello era un milagro.

Siendo ya adulto, un día entré en un comercio y me encontré una vecina pequeña, de 6 o 7 años, que observaba en sus manos una especie de bombonera de cristal. No vi a su madre, pensé que estaba sola, pero eso no me llamó mucho la atención y no le di importancia. Estaba buscando lo que quería comprar cuando escuché el inconfundible sonido de algo de cristal cuando se estrella contra el suelo. Adiviné lo que había pasado. Inmediatamente la dueña del negocio se acercó hasta la niña, gritando como una energúmena, y se plantó frente a ella, con los brazos en jarra, poseída, y le increpó/preguntó “¿Quién va a pagar esto que has roto?”. Me acerqué. La niña disminuía de tamaño por momentos. El miedo se reflejaba claramente en su cara y su actitud. Me imagino cómo se sentía al verse sola, frente a ese monstruo vociferante, y sin una solución para la pregunta/amenaza que le había formulado. La madre de la niña no apareció, por lo que supuse que tal vez la había dejado allí para que se entretuviese mientras ella hacía otra gestión en otro sitio. Me acerqué hasta donde estaban ambas y le dije a la mujer que yo lo pagaría. Se dio la vuelta y se marchó. La niña me miraba desde su pequeñez, con unos ojos casi de agua, sin poder pronunciar ni una palabra o sin encontrar las palabras con las que expresarse. Sonreí para ella. No fue capaz tampoco de expresar una sonrisa. El susto, supongo. Se marchó sin decirme nada, pero tampoco era necesario que dijese algo.

Me gusta pensar que algún día ella contará que estaba en ese apuro y de pronto apareció un Ángel.

Es bueno crear momentos mágicos para los otros y llamarlos por su verdadero nombre: Pequeños Milagros.

Pequeños Milagros para los demás. Porque si un necesitado nos ve aparecer ofreciéndole lo que necesita para ayudarle en su problema, a los ojos de su corazón somos el Ángel que le aporta algo para sacarle de su apuro.

Tenemos la obligación, y esto lo afirmo rotundamente, de crear Momentos Mágicos para los otros, de ser el Ángel de la Sonrisa, el Cristo que provee de Abrazos, el Pequeño Dios de la Esperanza que le hace ver que la vida puede ser amable y que hay que seguir adelante a pesar de los pesares…

Es un buen propósito: estar atento a uno mismo y a los otros, poner maravillas en las vidas, hacer que lo asombroso forme parte de lo cotidiano, y lograr que lo extraordinario sea para los otros y también se quede en nuestras vidas.

Es un buen proyecto. Siéntelo dentro de ti y deja que tu corazón opine.

Te dejo con tus reflexiones… 


Francisco de Sales
buscandome.es

martes, 27 de marzo de 2018

5 hábitos tóxicos que te roban felicidad


Los hábitos que tenemos nos definen ya sea para bien o para mal,  pues no solo pueden ejercer como las estrategias que nos ayudan a superar obstáculos, sino que también pueden ser como aquella manzana envenenada que a pesar de tener un apetecible aspecto guardaba en su interior una trampa.
Por lo tanto, a pesar de que muchos de nuestros hábitos nos permiten optimizar nuestros esfuerzos y se consideran como saludables, existen otros muchos que resultan tóxicos para nuestra salud y la vida misma, impidiéndonos ser felices.
Incluso, puede que hábitos que consideras relativamente “buenos” no lo sean tanto o que ni siquiera seas consciente de las consecuencias de tu repertorio de hábitos en tu vida. Hoy te traemos 5 hábitos tóxicos que pueden estar impidiéndote ser feliz. Reflexionemos sobre ello.
 ► Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta.
                                                                           Aristóteles

Pensar en negativo

Solemos tener la mala costumbre de pensar en negativo. Somos expertos en lo que no queremos, no tenemos, no merecemos o no somos capaces, focalizando nuestra atención en ello. Cultivar el pensamiento negativo puede ser un mal hábito que termine limitándonos tanto a nivel social como individual. Porque si crees que no puedes, ¿realmente vas a intentarlo?
El pensamiento negativo puede erigirse como un gran enemigo que nos atrape poco a poco en su tela de araña, convirtiendo todo nuestro alrededor en una neblina gris que en sus casos más extremos desemboque en depresión junto a otras variables.
La dificultad radica en que como hábito, nos hemos acostumbrado y desaprenderlo no es tan sencillo. Para ello, hay que comenzar a prestar atención a nuestra manera de pensar, que inevitablemente va ligada a la forma de hablarnos y juzgarnos. Además, dirigir tu atención hacia lo que quieres también será una herramienta que te permita hacer aparecer la luz entre aquella niebla gris espesa.

Culpar a los demás de todo

Culpar a otras personas de lo que te ocurre es evadirte de la responsabilidad de tus propios actos e incluso de tus propios sentimientos. De esta manera, estarás diciendo que tú no eres dueño de tu vida sino que son los demás o las propias circunstancias.
Es necesario recordar que tienes el control sobre ti mismo y solo tú tienes las respuestas de lo que te ocurre. El reconocido piloto de las fuerzas aéreas y líder religioso Dieter Uchtdorf dijo una vez: “Cuando más crecemos, más miramos hacia atrás y nos damos cuentas de que las circunstancias externas no importan porque no determinan nuestra felicidad. Nosotros determinamos nuestra felicidad”.
 ► La felicidad es una actitud y si decides culpar a los demás de lo que te ocurre en lugar de tomar conciencia sobre qué puedes hacer para seguir avanzando, difícilmente podrás saborearla.

Intentar ser alguien que no eres

Puedes vivir intentando ser tú mismo o de lo contrario, intentando ser la persona que los demás quieren que seas. Tú decides, pero evidentemente convertirte en el personaje que los demás desean supondrá una traición a tu forma de ser. Piénsalo… ¿Cómo podrás llegar a ser feliz si no eres tú mismo?
Ponerse una máscara es un arma de doble filo, una trampa que extendida en el tiempo te alejará de ti y de quien crees ser. Por lo tanto, descúbrete, aprende a aceptarte, a quererte y muéstrate tal como eres, solo así la relación contigo y los demás, será auténtica.

Compararse con los demás

Compararse con los demás no nos servirá de nada ya que cada uno de nosotros es único e irrepetible y ha vivido experiencias diferentes. Su historia, la tuya y la mía no tienen nada que ver, ¿para qué compararnos? ¿Para consolarnos o para creernos superiores? ¿Cuál es la finalidad que perseguimos?
 ► Comparar las diferentes experiencias no tiene sentido puesto que no existen las mismas condiciones en las personas.
Mi felicidad puede ser muy diferente a la de mi amigo, por lo tanto, ¿hacer lo que él hace me convertirá en alguien feliz? Pregúntate: ¿qué es la felicidad para mí? Y así podrás saber cómo actuar. La gratitud es el antídoto a la comparación y el mejor jarabe para alcanzar la felicidad. Escribe diariamente las cosas que hacen que tu vida sea maravillosa, por pequeñas que sean… eso te hará feliz.

No aprender de los errores

Los errores pueden ser nuestros mejores maestros si aprendemos de ellos. Si nos confundimos pero lo dejamos pasar sin reflexionar qué ha pasado y qué lección podemos sacar de ello, probablemente pueda ocurrirnos algo similar.
Para entender este tipo de pensamiento, solo tienes que seguir las palabras que una vez dijo Thomas Edison a un reportero que le preguntó sobre su invento de la bombilla incandescente: “No he fracasado ni una sola vez, solo he descubierto diez maneras que no funcionan”. Así, podrás ver que con persistencia y buen hacer, el error y el fracaso, son solo una parte del camino hacia el éxito.
Pensar negativo, culpabilizar a los demás, ponernos una máscara, compararnos o no aprender de nuestros errores son tan solo 5 hábitos que pueden estar repercutiéndonos sin casi ser conscientes de ellos en nuestro estado emocional impidiéndonos ser felices.
La felicidad está en nuestro interior y somos nosotros los que podemos crearla y contribuir a su desarrollo, no lo olvides. Presta atención a tus hábitos y modifícalos si es necesario.

Psicología/maría José Roldán
https://lamenteesmaravillosa.com