domingo, 25 de febrero de 2018

La Ley de Atracción ¿Qué es, en verdad, la Resonancia?


Resonantia = Eco

Resonancia = Eco, vibración, repercusión, resonar.


A Través de la Ley de la Resonancia entendemos que todo en el universo se comunica entre sí por 
medio de vibraciones. Todas las cosas y todos los seres vivos en el mundo conocido tienen una 
vibración propia. Lo mismo sucede con todos los órganos y células de nuestro cuerpo, y toda la 
materia. Si investigamos la energía vibratoria de la materia, comprobaremos que distintos objetivos 
oscilan con diferentes frecuencias, y algunos oscilan con una frecuencia igual o similar entre sí.

Esto lo vemos en el piano: si pulsamos una nota en el piano veremos que todas las cuerdas, al 
resonar con la nota pulsada (es decir que reconocen la nota pulsada y armonizan con ella), entran en 
vibración. Las notas podrán ser más altas o más graves, pero mientras estén en resonancia vibrarán.
Otras personas, cosas o acontecimientos no pueden evitar el campo de oscilación que creamos 
en nosotros mismos, cuando resuenan con nuestra frecuencia creada.

Todo está obligado a reaccionar con ella. De la misma manera que las demás cuerdas del piano, que 
resuenan con la cuerda pulsada, no pueden evitar vibrar con esa cuerda, también las personas, las 
cosas o los acontecimientos no pueden evitar vibrar cuando se hallan en el mismo plano de 
oscilación que nosotros.

Pero ¿cuál es la ventaja de que otros se sientan llevados a oscilar con nuestra energía? 

Aquí entra en juego la segunda afirmación básica de la Ley de la Resonancia:

► Características humanas similares se atraen.

Todo lo que resuena con nosotros será atraído a nuestra vida de manera inevitable, pero esto no 
siempre será positivo para nosotros. Por ejemplo, la vibración puede ser tan fuerte, que destruya la 
materia. Un cantante de ópera puede provocar que una copa se rompa únicamente con el timbre de 
su voz. A través del espacio él dirige la energía hacia la copa.

Cuando la energía transportada tiene la misma vibración que la copa, es decir, la misma frecuencia 
natural que la estructura molecular de la copa, la carga puede alcanzar tal magnitud que rompa la 
copa en pedazos.

Evidentemente, nosotros no nos “rompemos” como un vaso. La llamada energía de oscilación 
“negativa”, que forma parte de nosotros, puede hacer vibrar todo tipo de áreas en nuestro interior 
que no deseamos, o atraer a nuestra vida acontecimientos que son desagradables o quizá incluso 
perturbadores.

Por ello, es tan importante saber cuál es nuestro nivel de oscilación y qué campo de resonancia 
creamos de manera consciente o inconsciente.

¿Cómo obran nuestras convicciones en la modificación del mundo exterior?

► Podemos equivocarnos de dos maneras. 
Podemos creer que no son ciertas, o podemos negarnos a creer lo que es cierto.
                                                           Soren Kierkegaard

Hemos crecido con la conciencia de que estamos separados de los demás. Esto ha creado 
inevitablemente un sentimiento de aislamientos y soledad. Consideramos las cosas y los 
acontecimientos como acaecidos “por casualidad”. Pensábamos que nos venían dados, a nosotros y 
al resto del mundo. Esta visión del mundo se ha hecho tan natural que no la hemos cuestionado 
-aunque emocionalmente no nos fuera demasiado bien-. Con seguridad nuestra vida ha transcurrido 
a menudo de tal manera que esta opinión se ha visto confirmada.

Pero en los últimos años los conocimientos de la ciencia moderna se han modificado 
completamente. Hoy sabemos que la realidad es exactamente lo contrario. ¡No estamos separados 
de los demás! Todo está unido a todo y se influye recíprocamente. A continuación, explicaré por qué 
el hecho de poseer este conocimiento es tan esencial para la cohesión de la energía de nuestros
deseos.

El cambio empezó en 1995 con las investigaciones llevadas a cabo por la Academia Rusa de la 
Ciencia, bajo la dirección de Vladimir Poponin y Peter Gariaev. Los resultados de dichas 
investigaciones mostraban algo muy sorprendente y eran tan asombrosos que fueron repetidos en 
EE.UU., y finalmente también allí se hicieron púbicos.

Vladimir Poponin y Peter Gariaev quisieron investigar el comportamiento del ADN en presencia de 
partículas luminosas, llamadas fotones. En esta línea de investigación eliminaron todo el aire de un 
tubo para producir el vacío. Pero se sabe que incluso en el vacío nunca se produce una vacuidad 
absoluta. En cada espacio permanecen fotones (energía lumínica), que se pueden medir de forma 
muy rigurosa con instrumentos especiales. También con este experimento se dio este caso. Al 
principio todo se desarrolló según se esperaba. Los fotones se repartieron en el hueco del tubo de un 
aparentemente desordenado.

En el siguiente paso, se colocó en el tubo una muestra de ADN humano. Y entonces sucedió algo 
completamente sorprendente: en presencia del ADN las partículas se distribuyeron de manera 
diferente. El ADN ejercía una influencia directa sobre los fotones. Como por influencia de una 
fuerza invisible, los fotones se alinearon en el tubo de manera ordenada. Estaba claro:

► El ADN humano tiene un efecto directo sobre el mundo físico.



Extraído del libro “La ley de la Resonancia” de Pierre Franckh

http://ojodeltiempo.com

sábado, 24 de febrero de 2018

Almendras y chocolate amargo

Almendras y chocolate amargo (junto a una dieta saludable) para alejar las enfermedades coronarias


Un reciente estudio ha confirmado que, si se incorporan junto a una dieta saludable almendras y chocolate amargo, se reduce el riesgo de sufrir una enfermedad coronaria.

Esto se debe a que permiten reducir de manera significativa las pequeñas partículas de colesterol LDL (el “colesterol malo”), que es un factor de riesgo para las enfermedades coronarias, ya que afecta a las concentraciones de lípidos, así como a la salud cardiovascular y al estrés oxidativo.

Estas conclusiones se obtuvieron en base a un estudio sobre 31 personas con una edad promedio de 46 años que tenían sobrepeso u obesidad, así como niveles altos de colesterol LDL.


Para ello los participantes tuvieron que tomar cada una de las siguientes cantidades: 42,5 gramos al día de almendras (un cuarto de taza), 43 gramos al día de chocolate amargo, y una dieta combinada que incluía almendras y chocolate amargo. Cada dieta tenía una duración de cuatro semanas, seguida de un descanso de dos semanas entre cada una.
Observaron así que, tanto si se consumía de manera individual como combinada chocolate amargo y almendras, el perfil de lípidos de los participantes mejoraba considerablemente.





Lic. Raúl Pérez 
https://www.cambiodevida.com.ar

Fuente: Yujin Lee, Claire E. Berryman, Sheila G. West, C.‐Y. Oliver Chen, Jeffrey B. Blumberg, Karen G. Lapsley, Amy G. Preston, Jennifer A. Fleming, Penny M. Kris‐Etherton: “Effects of Dark Chocolate and Almonds on Cardiovascular Risk Factors in Overweight and Obese Individuals: A Randomized Controlled‐Feeding Trial”. Journal of the American Heart Association (JAHA). 2017.


viernes, 23 de febrero de 2018

La parábola de la naranja: Lo que hay dentro cuenta


Hace varios años, Wayne Dyer decidió comenzar su conferencia sobre Desarrollo Personal en Canadá de una manera diferente. Con una naranja en mano, le preguntó al público:

- Si exprimiera esta naranja, ¿qué saldría?

Un joven que estaba sentado en la primera fila lo miró con cara de que estaba perdiendo el juicio, pero aún así le respondió:

- Zumo de naranja, ¡por supuesto!

- ¿Crees que podría salir zumo de manzana de ella?

– ¡No! - le respondió sonriendo el joven.

– ¿Y zumo de toronja?

– ¡Tampoco! – negó categóricamente.

– ¿Qué saldría de ella?

– Zumo de naranja.

– ¿Por qué? ¿Por qué cuando exprimo una naranja sale zumo de naranja?

El joven estaba visiblemente confuso, probablemente pensaba que Dyer les estaba tomando el pelo, pero aún así respondió:

– Bueno, es una naranja y eso es lo que hay dentro. 

Dyer asintió con la cabeza y prosiguió:

– Cierto. Pero vamos a suponer que esta naranja no es una naranja, sino que eres tú y alguien te aprieta, te presiona, te dice algo que no te gusta o te ofende y respondes con ira, odio, amargura o miedo. ¿Por qué sale eso? La respuesta, como acaba de decir este joven, es: sale lo que llevamos dentro. No podemos controlar cómo se comportarán los demás, pero lo que llevamos dentro es decisión nuestra.

Con esta sencilla metáfora, Dyer nos da una gran lección: cada vez que respondemos con ira o miedo cuando alguien nos pone contra las cuerdas, sin importar quién es la persona, es porque, de cierta forma, estamos externalizando lo que ya tenemos dentro.

Dyer no se refería a que debemos sufrir pasivamente cuando los demás nos presionan o manipulan, se refería a que debemos ser mucho más conscientes de nuestras reacciones y comprender de dónde provienen realmente. 

Se refería a que en muchas ocasiones atribuimos nuestro enfado, ira, rencor, angustia, agobio, ansiedad, hastío o frustración a los demás cuando a veces, esos sentimientos ya se encontraban dentro de nosotros y esa persona solo los ha amplificado. A veces, las actitudes, palabras y comportamientos de los demás son solo un diapasón con el que hacemos resonancia.

De hecho, es bastante común que cuando estamos nerviosos, cualquier comportamiento de nuestra pareja o hijos termine irritándonos, cuando en otras situaciones esos comportamientos simplemente pasarían desapercibidos. 

A veces, cuando alguien nos aprieta, lo que sale de nosotros es lo que hemos alimentado durante todo el día o quizá por años.

Locus de control externo vs. Locus de control interno


El locus de control es uno de los conceptos menos conocidos pero más importantes de la Psicología en el ámbito del Desarrollo Personal. El locus de control es el sistema de creencias de una persona respecto a las causas de sus experiencias y los factores a los que atribuye su éxito o fracaso.

Este concepto se divide en dos categorías: interno y externo. Si una persona tiene un locus de control interno, atribuirá tanto el éxito como el fracaso a sus esfuerzos y habilidades. Una persona con un locus de control externo, atribuirá su éxito o fracaso a la suerte o al destino, de manera que estará menos motivada por esforzarse pues piensa que, al fin y al cabo, los resultados no dependen de ella. También se ha apreciado que estas personas son más propensas a padecer ansiedad y depresión pues creen que no tienen el control de sus vidas. 

Las personas con un locus de control interno, al contrario, suelen ser más proactivas, están más orientadas hacia los logros y son menos vulnerables a padecer trastornos psicológicos. Por supuesto, estas personas son conscientes de que existen factores que escapan de su control, pero eligen enfocarse en aquellos que pueden controlar, en las cosas que realmente dependen de su esfuerzo.

De la misma manera, cuando nos “aprietan”, nuestra primera reacción puede ser de enfado, frustración o desilusión, pero si tenemos un locus de control interno, en vez de dar rienda suelta a esas emociones, alimentándolas y convirtiéndonos en marionetas de las circunstancias, reflexionaremos y decidiremos cómo actuar. Esa es la gran diferencia entre reaccionar y actuar. Al respecto, Dyer decía: "No siempre se puede controlar lo que sucede en el exterior. Pero siempre se puede controlar lo que sucede en el interior".

Ventilar las emociones negativas puede hacernos sentir peor


Una creencia popular dice: "mejor fuera que dentro", para referirse a que es mejor sacar todo lo negativo. Sin embargo, esta creencia solo es cierta en parte. La manera en que ventilamos las emociones cuenta. De hecho, un grupo de psicólogos de la Universidad de Arkansas se dieron a la tarea de revisar los resultados de los estudios realizados en las últimas décadas sobre la expresión de la ira y descubrieron que ventilar esa emoción puede hacernos sentir mejor inmediatamente pero no es la mejor estrategia a largo plazo.

Lo comprueba una investigación realizada por psicólogos de la Universidad de Búfalo, quienes incluso afirman revelan que ventilar la ira después de haber sufrido un trauma no es tan bueno como se cree. Estos investigadores dieron seguimiento durante dos años a 2.138 personas que de alguna manera habían estado implicadas en los sucesos del 9/11 para analizar cómo lidiaban con ese trauma. Algunas personas decidieron expresar su ira y frustración ante lo ocurrido, otras no lo hicieron. Curiosamente, quienes ventilaban la ira eran más propensas a sufrir estrés postraumático.

Estas y otras investigaciones sugieren que, al contrario de la creencia popular, dar rienda suelta a esos sentimientos negativos puede ser contraproducente, sumiéndonos en un bucle de negatividad que no nos permite superar la situación. Eso no significa sufrir pasivamente, sino encontrar la manera de responder de manera más asertiva.

Debemos comprender que, en el fondo, la asertividad emocional a quien más nos beneficia es a nosotros mismos. La ira, la desilusión, la indefensión, el rencor y la culpa, entre otros, son emociones y sentimientos compresibles y válidos, pero alimentarlos terminará haciéndonos más daño que bien. En su lugar, deberíamos esforzarnos por cultivar un estado de paz interior y equilibrio mental. Debemos recordar que lo que hay dentro de nosotros cuenta, y mucho.

Psicología/Jennifer Delgado
https://www.rinconpsicologia.com

Fuentes:
Seery, M. et. Al. (2008) Expressing thoughts and feelings following a collective trauma: Immediate responses to 9/11 predict negative outcomes in a national sample. Journal of Consulting and Clinical Psychology; 76(4): 657-667.
Lohr, J. M. et. Al. (2006) The Pseudopsychology of Venting in the Treatment of Anger: Implications and Alternatives for Mental Health Practice. (pp. 119-142). In T. Cavell & K. Malcom (Eds.), Anger, aggression, and interventions for interpersonal violence. New Jersey: Erlbaum.