lunes, 15 de mayo de 2017

WU WEI – El No Hacer




¿Qué sentido puede tener el No Hacer, tan familiar a la visión taoísta de las cosas, en el contexto de nuestra agitada vida contemporánea?
El No Hacer no es abulia, es como un ir y venir propio de la dinámica de la vida. Tiene algo que ver con esa imagen clásica del ojo del ciclón: en un ciclón, en una tormenta, hay una zona de calma, el llamado ojo del ciclón. Está en el centro y se desplaza con el ciclón.
Si tenemos en la vida una actividad desenfrenada, programada contra el reloj, y no hay un ojo en la tormenta, terminaremos siendo víctimas del estrés, nuestra vida será desequilibrada. Esto es en realidad un problema de supervivencia, Cuando contamos con ese espacio donde no ocurre nada, podemos estar relajados y al mismo tiempo comprometernos en un hacer muy intenso. La relación entre el No Hacer y .el Hacer es como un ir y venir.
En inglés hay un juego de palabras muy interesante, utilizado por Francisco Varela en De cuerpo presente, su libro-puente entre la tradición budista y las ciencias cognitivas occidentales. Cuando se dice The eye of the storm, que significa el ojo de la tormenta, se escucha como The I of the storm, que quiere decir el yo de la tormenta. Esto alude al hecho que nuestro yo, que solemos concebir como algo fijo, estable, sólido, según la psicología budista, por el contrario, no es más sólido ni fijo que el ojo de una tormenta.
El tiempo de No Hacer es un tiempo para estar ahí simplemente. Son tiempos o momentos que llegan naturalmente, como cuando estamos en contacto con la naturaleza, cuando contemplamos una puesta de sol, cuando nos ponemos bajo la luz de la luna,
Pero, a la vez, hay también vías y caminos que apuntan al No Hacer. Si nos disponemos a No Hacer, esto podría parecer un método, puesto en obra para alcanzar un objetivo. Otra forma de seguir haciendo cosas. Pero no es así. Por ejemplo, en el zazen (práctica de la meditación sentado en el budismo zen), uno se sienta frente a un muro, sin ningún objetivo ni meta. No se sienta allí para lograr algo, se trata tan sólo de estar ahí y resonar con el ritmo del universo,
El tiempo del No Hacer, el zazen, y también el tai-chi están muy cercanos. Por ejemplo después de practicar tal-chi podemos sentir la necesidad de sentarnos un tiempo, y ahí puede surgir un grado de presencia o de transparencia en forma muy natural y espontánea. Además, el tai-chi es algo muy simple y sutil.
Empieza con un movimiento deliberado, pero hay movimientos que cada vez van saliendo de una parte más profunda de nosotros, hasta que salen del centro vital (Hara). Así, este movimiento se convierte en un hacer que no proviene del lugar desde el que uno actúa cotidianamente. Esto se refleja de una manera muy somática: en la vida cotidiana el movimiento de las manos y de los brazos suele predominar, iniciado desde la cabeza o de las emociones.
En el tai-chi el movimiento viene del centro de uno mismo. La persona se mueve desde su centro y ese movimiento se propaga a los brazos. A través de este movimiento va experimentando un No Hacer desde el punto de vista del actor dominante habitual. Este actor va dejando de hacer y abandonando su lugar a un actor más profundo, Hay un cambio de nuestro centro de gravedad.
Hay veces que podemos sentir esa necesidad de ponernos en un estado de No Hacer, igual como podemos desear sentarnos bajo un sauce en una tarde calurosa de verano. Otras veces es como algo que nos invade, que está siempre ahí y que siempre ha estado ahí, sólo que no nos habíamos sintonizado con ello.
Es una manera de estar en el mundo, que viene naturalmente. Es una sensación directa, somática, como estar en un jardín y sentir que vemos por primera vez el color de las flores o la presencia de un arbusto. Y así nos damos cuenta, por contraste, que la mayor parte del tiempo hemos estado viviendo en un. mundo plano. En cambio, en estos otros momentos sentimos una profundidad que nos hace ver en tres dimensiones. Experimentamos así una sensación de espacio y de presencia.
Evocando experiencias de otras personas, recuerdo que Krishnamurti en algunos de sus libros describe experiencias muy personales de este tipo. Y es interesante, porque él habla de la no-práctica. Krishnamurti no está de acuerdo con la práctica, ni siquiera con la de la meditación y, menos aún, con una tan específica como el tai-chi. Para Krishnamurti, las experiencias más interesantes tienen que ver con la naturaleza, con la percepción, la energía, la presencia. Eso no está propiamente inscrito en una práctica, es algo que puede ocurrir en cualquier momento a cualquier persona. Es como vivir en forma diferente o como retornar a la condición que debiera ser la normal.
El No Hacer puede ser tanto una práctica como el ir y venir de la vida. Yo acepto ambas facetas: participar en prácticas formales y dejarse invadir por ese ir y venir.
El No Hacer está muy relacionado con la actividad del inconsciente, con el hacer del inconsciente, en el sentido positivo del término.
El relajar nuestro intento de construcción, programación y planeamiento consciente de toda la vida, nos vuelve más receptivos a lo que se podría llamar la sabiduría del Inconsciente. Sentimos así un contacto con algo más profundo y perspicaz que nosotros mismos.
La relación entre el consciente y el inconsciente podría describirse por la imagen del iceberg: el ápice encima del agua y la mayor parte bajo ésta. En mi experiencia, siento que en esa parte bajo el agua está mi centro de gravedad.
Cuando hay un mayor contacto con el inconsciente, si realmente no lo hacemos activamente, sino que actuamos como desde el ojo del ciclón, hay un flujo de energía que emerge de la parte baja del iceberg.
Eso es algo que se puede sentir concretamente. Como consecuencia práctica de este contacto nos conectamos con una fuente de energía que puede ser muy fuerte, que incide en nuestra capacidad de trabajo, en nuestra resistencia física y, seguramente, influye a nivel fisiológico en el sistema inmunitario, por ejemplo. Repercute en todo el cuerpo.
El No Hacer incide también en el aprendizaje. La tensión del Hacer voluntarioso suele ser aquí el peor obstáculo.. Por el contrario, el No Hacer, que implica la relajación de este intento, nos permite situarnos en una postura en que la energía circula más libremente, aumenta nuestra receptividad y se despliegan nuestra intuición y creatividad. Posibilita comenzar a aprender con el cuerpo, dejando de apoyarse en el discurso verbal dominante. Y, justamente, este aprender con el cuerpo es percibido como un No Hacer por nuestro ego habitual.
Puede ser que todo esto no nos resulte fácil si no podemos detener nuestra actividad, si nos parece imposible darnos un espacio para el No Hacer. Frecuentemente decimos: No tengo tiempo para…., estoy tan ocupado que no puedo … . Pero una cosa fundamental es empezar apoyándose en aquello con lo que tenemos más contacto.
Si alguien está lanzado en una actividad delirante y le dicen que sería muy bueno que se sentara a meditar, la persona dirá que lo ve como imposible. En esos casos, comenzaría con el cuerpo. Un mínimo de trabajo con el cuerpo influye mucho en nuestro estado de ánimo.
El movimiento lento, a un ritmo que no es el usual, cambia inmediatamente la actitud de agitación. Hay algo automático en esto. Está dentro de lo posible porque toda persona se siente capaz de controlar el cuerpo. Variar el ritmo del movimiento es algo accesible a todos, y, a partir de ese cambio, puede empezar a surgir una actitud que mira el transcurrir de las cosas: es el impulso inicial y posibilita el paso siguiente.
Jorge Soto Andrade

domingo, 14 de mayo de 2017

Las 5 causas de la felicidad según Carl Jung

Con suprema sencillez Carl Jung resume décadas de un profundo estudio de la psique humana. 




Aunque son arbitrarias y a veces absurdas nos reconforta leer listas que supuestamente emiten un dictamen definitivo sobre un tema. Poner un número y reducir del infinito de posibilidades a una serie finita que podemos leer en menos de cinco minutos nos sugiere - aunque ilusoriamente - que existen un orden y una realidad en un mundo en el que predomina el caos. De igual manera nos suele gustar que alguien nos diga cuáles son los secretos de la felicidad, como si hubiera un mapa para conseguir esa supuesta meta de la existencia, y pudiéramos vivir en una homeostasis sostenida. 

Dicho esto, ¿para qué entonces escribir sobre otra lista más que nos dice los secretos de la felicidad? Por dos razones. La primera, el respeto a una de las mentes más brillantes del siglo XX, Carl Jung, un hombre que buscó hacer del estudio del alma una ciencia, en el sentido original de la palabra de conocer a profundidad la psique humana, más allá del dogma. La otra es la paradójica desestimación que hizo Jung de su misma lista después de responder a la pregunta del periodista Gordon Young en 1960 "¿cuáles cree que sean los principales factores que contribuyen a la felicidad de la mente humana?". En la tradición de un maestro zen: "Todos los factores que generalmente se asume que pueden contribuir a la felicidad pueden, bajo ciertas circunstancias, producir lo contrario. No importa qué tan ideal sea tu situación, no necesariamente garantiza la felicidad". 

Y para rematar: "Entre más se busca deliberadamente la felicidad, más probabilidades hay de no encontrarla". En otras palabras, buscar la felicidad es estúpido, es una abstracción y una fantasía equivalente a buscar una dotación infinita del queso de la luna. En cambio, con mayor prudencia se pueden buscar algunas de las cosas que Jung marca como causas de la felicidad. Probablemente sea recomendable que esta búsqueda se haga de manera tranquila sin tener que hipotecar nada a cambio.
  1. Buena salud física y mental.
  2. Buenas relaciones personales y de intimidad, tales como las de la pareja, la familia y las amistades.
  3. La facultad para percibir la belleza en el arte y en la naturaleza.
  4. Razonables estándares de vida y trabajo satisfactorio.
  5. Una visión filosófica o religiosa que permita lidiar de manera satisfactoria con las vicisitudes de la vida.
He aquí cinco sencillos puntos que resumen décadas del más agudo trabajo psicológico. Una lista cuidadosamente ordenada. Sin salud, es difícil disfrutar de los otros puntos. 

El segundo punto es sustento del primero, ya que una vida sin intimidad, sin una sexualidad plena y con relaciones afectivas hace que sea prácticamente imposible no sólo tener salud mental, también salud física (hoy sabemos que la soledad desgasta notablemente la salud física). 

El tercero es el placer, el regocijo que se acentúa cuando se tienen los dos primeros factores. Se puede tener un entrenamiento artístico pero también es posible solamente tener una disposición para apreciar la belleza de la naturaleza. El arte y la contemplación estética pueden servir también como una conexión similar a la que provee la religión, una comunión. 

El cuarto punto sustenta en cierta forma los dos primeros pero no es una condición sine qua non para que se pueda conseguir salud y amor. 

El quinto punto es el comodín en el ensamble, ya que a falta de otros factores en la lista, una visión filosófica o religiosa permiten, al menos hipotéticamente, trascender el sufrimiento que causa la enfermedad o la soledad. Especialmente cuando la filosofía va acompañada de una ética o de una congruencia que brinda una estructura justamente para ver más allá de la vicisitudes de la existencia. 

Mientras que es imposible controlar lo que nos sucede, sí podemos controlar en mayor o menor medida la forma en la que asimilamos aquello que nos sucede. La felicidad del filósofo o la del místico, quizás no sean las más exultantes, pero posiblemente sí las más estables. Aunque bordean siempre con el risco del autoengaño, la delusión y el fanatismo.

sábado, 13 de mayo de 2017

Consejos - Dr. Deepak Chopra


1. Escucha la sabiduría de tu cuerpo, que se expresa por señales de
comodidad e incomodidad.
 Cuando elijas cierta conducta, pregunta a tu cuerpo
qué siente al respecto. Si tu cuerpo envía una señal de inquietud física o
emocional, ten cuidado. Si tu cuerpo envía una señal de comodidad y anhelo, procede.

2. Vive en el presente, que es el único momento que tienes.
 Mantén tu
atención en lo que existe aquí y ahora; busca la plenitud en todo momento.
Acepta lo que viene a ti total y completamente para que puedas apreciarlo y
aprender de ello; luego déjalo pasar. El presente es como debe ser. Refleja
infinitas leyes de la Naturaleza que te han traído hasta este pensamiento
exacto, esta reacción física precisa. Este momento es como es porque el
Universo es como es. No luches contra el infinito esquema de las cosas; por el contrario, sé 
uno con él.

3. Dedica tiempo al silencio, a meditar, a acallar el diálogo interior.
En momentos de silencio, cobra conciencia de que estás recontactándote con
tu fuente de conciencia pura. Presta atención a tu vida interior para que
puedas guiarte por tu intuición, antes que por interpretaciones impuestas
desde fuera sobre lo que conviene o no te conviene.

4. Renuncia a tu necesidad de aprobación externa. Sólo tú eres el juez
de tu valer; tu meta es descubrir el infinito valor de ti mismo, sin dar
importancia a lo que piensen los demás. Al comprender esto se logra una gran libertad.

5. Cuando te descubras reaccionando con enojo u oposición ante
cualquier persona o circunstancia, recuerda que sólo estás luchando contigo
mismo.
 Presentar resistencia es la reacción de las defensas creadas por
viejos sufrimientos. Cuando renuncies a ese enojo te curarás y cooperarás con el flujo del universo.

6. Recuerda que el mundo de allí fuera refleja tu realidad de aquídentro. Las personas ante las cuales tu reacción es más fuerte, sea de amor
u odio, son proyecciones de tu mundo interior. Lo que más odias es lo que
más niegas en ti mismo. Lo que más amas es lo que más deseas dentro de ti.
Usa el espejo de las relaciones para guiar tu evolución. El objetivo es un
total conocimiento de uno mismo. Cuando lo consigas, lo que más desees
estará automáticamente allí; lo que más te disgusta desaparecerá.

7. Libérate de la carga de los juicios. Al juzgar impones el bien y el
mal a situaciones que simplemente son. Todo se puede entender y perdonar,
pero cuando juzgas te apartas de la comprensión y anulas el proceso de
aprender a amar. Al juzgar a otros reflejas tu falta de autoaceptación.
Recuerda que cada persona a la que perdones aumenta tu amor a ti mismo.

8. No contamines tu cuerpo con toxinas, ya sea por la comida, la bebida
o por emociones tóxicas.
 Tu cuerpo no es sólo un sistema de mantenimiento de
la vida. Es el vehículo que te llevará en el viaje de tu evolución. La salud
de cada célula contribuye directamente a tu estado de bienestar, porque cada
célula es un punto de conciencia dentro del campo de la conciencia que eres tú.

9. Reemplaza la conducta que motiva el miedo por la conducta que motiva
el amor.
 El miedo es un producto de la memoria, que mora en el pasado. Al
recordar lo que nos hizo sufrir antes, dedicamos nuestras energías a
asegurarnos de que el antiguo sufrimiento no se repita. Pero tratar de
imponer el pasado al presente jamás acabará con la amenaza del sufrimiento.
Eso sólo ocurre cuando encuentras la seguridad de tu propio ser, que es
amor. Motivado por la verdad interior, puedes enfrentarte a cualquier
amenaza, porque tu fuerza interior es invulnerable al miedo.

10. Comprende que el mundo físico es sólo el espejo de una inteligencia más
profunda
. La inteligencia es la organizadora invisible de toda la materia y
toda la energía; como una parte de esta inteligencia reside en ti,
participas del poder organizador del cosmos. Como estás inseparablemente
vinculado con el todo, no puedes permitirte el contaminar el aire y el agua
del planeta. Pero en un plano más profundo, no puedes permitirte el vivir
con una mente tóxica, porque cada pensamiento crea una impresión en el campo
total de la inteligencia. Vivir en equilibrio y pureza es el más elevado bien para ti y para la Tierra.

Por Dr. Deepak Chopra

viernes, 12 de mayo de 2017

De “El espejo de las relaciones”


Cuando estamos dispuestos a aceptar los lados luminoso y oscuro de nuestro ser, podemos empezar a curarnos y a curar nuestras relaciones. Tú y yo somos lo mismo. Todos somos espejos de los demás y debemos aprender a vernos en el reflejo de las demás personas. A esto se llama espejo de las relaciones. Todos somos inevitablemente parte de la misma conciencia universal, pero los verdaderos avances tienen lugar cuando empezamos a reconocer esa conexión en nuestra vida cotidiana.
Las relaciones son una de las maneras más efectivas para alcanzar la unidad en la conciencia. Piensa en la red de relaciones que mantienes: padres, hijos, amigos, compañeros de trabajo, relaciones amorosas. A través del espejo de las relaciones, de cada una de ellas, descubrimos estados prolongados de conciencia.
Tanto aquellos a quienes amamos como aquellos por quienes sentimos rechazo, son espejos de nosotros. Sentimos rechazo hacia las personas que nos reflejan las características que negamos en nosotros. Si sientes una fuerte reacción negativa hacia alguien, puedes estar seguro de que tú y esa persona tenéis características en común, características que no estás dispuesto a aceptar. Si las aceptaras, no te molestarían.
Cuando reconocemos que podemos vernos en los demás, cada relación se convierte en una herramienta para evolución de nuestra conciencia. La próxima vez que te sientas atraído por alguien, pregúntate qué te atrajo. ¿Su belleza, gracia, elegancia, autoridad, poder o inteligencia? Cualquier cosa que haya sido, sé consciente de que esa característica también florece en ti. Lo mismo se aplica a las personas hacia las que sientes rechazo.
La naturaleza esencial del Universo es la coexistencia de valores opuestos. No puedes ser valeroso si no tienes a un cobarde en tu interior; no puedes ser generoso si no tienes a un tacaño; no puedes ser virtuoso si no tienes la capacidad para actuar con maldad. Gastamos gran parte de nuestras vidas negando este lado oscuro y terminamos proyectando esas características oscuras en quienes nos rodean.
Un encuentro con una persona que no te agrada es una oportunidad para aceptar la paradoja de la coexistencia de los opuestos; de descubrir una nueva faceta de ti.
Es otro paso a favor del desarrollo de tu ser espiritual.
Todos somos multidimensionales, omnidimensionales. Todo lo que existe en algún lugar del mundo también existe en nosotros. Cuando aceptamos esos distintos aspectos de nuestro ser, reconocemos nuestra conexión con la conciencia universal y expandimos nuestra conciencia personal.
Una vez que puedas verte en los demás, será mucho más fácil establecer contacto con ellos y, a través de esa conexión, descubrir la conciencia de la unidad. Éste es el poder del espejo de las relaciones.
De “El espejo de las relaciones”
Dr. Deepak Chopra

jueves, 11 de mayo de 2017

Revisa tu subconsciente


Todo aquello que está en tu subconsciente, es lo que atraes a tu experiencia de vida; 
todos los datos que están almacenados ahí, hacen que vibres a una determinada frecuencia, y esa misma vibración tuya, se cristaliza y materializa en la dimensión de la forma, dando lugar a un mundo de experiencias y sucesos, que no son más que un reflejo de tu subconsciente.

Todo lo que vives, todo lo que te rodea, es el claro reflejo de tu subconsciente, también llamado "estado de consciencia".

El secreto está en re-programar tu parte subconsciente, 
y para ello debes primero ser consciente de ello.

La vida te lo está reflejando; si no te gusta tu trabajo, revisa tu subconsciente.

Si no te sientes a gusto con tu pareja, revisa tu subconsciente.

Si no te gusta tu entorno, revisa tu subconsciente.

La vida te lo está reflejando, solo has de tomar consciencia de ello y una vez tomes consciencia, tienes 
libre albedrío para poder cambiarlo.

La clave es tomar consciencia y elegir pensamientos diferentes, los cuales pasan de la mente consciente al subconsciente.

Es así de fácil y sencillo, lo difícil está en darte cuenta, tomar consciencia, pero si estás atento, alerta y observas tu vida y a ti mismo, podrás cambiar tu vibración, elevarla y por ende, se reflejará y cristalizará en forma de experiencias de vida.

Por tanto, si no te gusta algo de tu vida, revisa tu subconsciente y usa el libre albedrío para re-programar tu mente; 
con pensamientos positivos, con práctica de meditación, vaciándote de ego y conceptos, y enfocando tu atención en subir tu vibración.

Aléjate de todo lo negativo, lo que no te aporte paz interior y ábrete a lo positivo, lo que te llene de gozo y esplendor.