martes, 7 de febrero de 2017

Que la vida me perdone las veces que no la viví


Que la vida me perdone las veces que no la viví. Que me perdone los momentos en los que el miedo se adueñó de mí. Que me perdone aquellos pasos que no seguí por no desviarme de mi camino, llano y seguro, por no desviarme de aquello que ya conocía, por miedo a sufrir.
Que la vida me perdone por todo lo que he dejado de hacer. Por todo lo que he perdido al ser desconocido y por mí temido, al salirse de mi zona de confort. Que la vida me perdone por dejar de ser yo mism@ buscando mi camino, en lugar de pisar por el que otros ya habían recorrido.
Que la vida me perdone por mirar continuamente al pasado y recordar todo aquello en lo que me había equivocado. Y que también me perdone cuando miraba al futuro preguntándome por todo aquello que con otras decisiones en la vida yo podía haber sido.
►La vida es lo que es. La vida es el ahora, no lo que fue ayer. La vida es este instante, saboréalo antes de que pase.

Que la vida me dé fuerzas para aprender

Ahora que sé esto que escribo, que la vida me dé fuerzas para aprender de estos errores que he cometido. No pretendo encadenarme a los recuerdos de aquello que ya he vivido. No pretendo sufrir sin sentido, y aunque sé que la vida dista mucho de ser un camino de rosas, lo que pretendo es no volver a equivocarme siempre con lo mismo.
Pretendo reír hasta que las lágrimas se apoderen de mí o me duela la cara de pasar tanto tiempo así. Pretendo luchar por mis sueños hasta que de ellos sea su dueño. Pretendo hacer las cosas a mi manera y no preocuparme porque lo que haga en un futuro duela; nunca se sabe, no soy adivin@, igual, simplemente, no duela nunca lo que ahora viva.
►La vida no dura eternamente. No la desperdicies con los miedos que moran en tu mente. Vive cada segundo como si se fuera a acabar el mundo, porque eso es lo que te hará disfrutar de cada instante como si fuera el último.
Simplemente voy a vivir caminando a paso firme buscando aquello que me haga sentir bien. Aquello que merezca mi tiempo, mi esfuerzo y mi sonrisa, aquello que me haga feliz sin importar el cómo, el dónde y el con quién.
Voy a mirar hacia delante y a brillar con luz propia. No voy a dejar que me afecten las dudas de otros y se me claven en la mente como si fueran propias. No voy a temblar de miedo ante lo que aún no conozco, simplemente voy a lanzarme hacia delante y aprender poco a poco.


Que la vida me perdone y me dé tiempo para hacer todo lo que quiero

Pero, ante todo, que la vida me perdone por el tiempo que he desperdiciado mirándome al ombligo, preguntándome si todo podía cambiar, pero sin hacer nada para conseguir mi cometido. Y por eso, le pido a la vida que me perdone y me dé tiempo para que ahora que entiendo todo esto, pueda hacer todo lo que quiero y merezco.
Ahora he comprendido que solo si yo actúo y decido, las cosas cambian en cualquier sentido. Puede ser bueno o malo, pero quedarse donde estás por miedo a lo desconocido no ayuda a obtener las recompensas que crees que en tu vida has merecido.
►Mírate al espejo y visualiza cómo quieres ser. Ese es tu camino, esa es tu razón de ser.
No es más sabio el que menos sufre, sino el que no se rinde a pesar de lo sufrido. El que se mueve buscando un nuevo sentido a su vida. El que, aunque tiene miedo no duda en conquistarlo para lograr conseguir una nueva vida. El que sabe que, si no te mueves caducas, y si caducas te arrepentirás de no haberte movido.
Sé valiente y vive. Sé valiente y salta, corre, lucha, ríe y llora. Sé valiente ante el mundo porque para eso has nacido. Sé tú y que no le tengas que pedir perdón a tu vida. Porque aquello que no hayas vivido no vuelve a ti día tras día. Solo tenemos una vida ¡Haz que cuente! Y elige cómo vivirla.

Psicología/Lorena Vara González
https://lamenteesmaravillosa.com

lunes, 6 de febrero de 2017

7 pasos para ser feliz según los hindúes


Cuenta la leyenda de los hindúes que éste era el único hombre feliz en un antiguo reino. En este lugar había gente adinerada, pero no podían disfrutar de sus bienes. Querían siempre más. Por eso invertían casi todo su tiempo en hacer negocios para incrementar su fortuna. Otros, en cambio, eran muy pobres. Tampoco eran felices, porque dedicaban buena parte de su vida a soñar con todo aquello que no tenían.
Cuando corrió el rumor de que había un hombre que era completamente feliz, todos se mostraron muy interesados. Decían que este hombre tenía un cofre y que dentro de él reposaban todos los secretos para alcanzar la felicidad. Los ricos fueron donde él y quisieron comprarle el cofre, pero el hombre no lo vendió. Los pobres le suplicaron, pero el sabio tampoco cedió. Incluso intentaron robarle, pero no lo consiguieron.
Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una
                                                                                  Voltaire

Pasado un tiempo, llegó un niño hasta donde el hombre del cofre. Le dijo al hombre que él también quería ser feliz. Al ver la inocencia del chico, el hombre feliz se conmovió. Le dijo que la felicidad era como una escalera y que cada paso hacia ella requería un aprendizaje nuevo
Fue así como le mostró los 7 pasos para ser feliz.

Paso 1. Cultivar el amor propio para ser feliz

El hombre del cofre le dijo al niño que la primera condición para ser feliz es quererse a uno mismo. El amor propio significa sentirse merecedor de la felicidad. Para ello, hay que darle valor a nuestra vida. Cuidar de la salud y del bienestar físico.
También es necesario comprender que somos únicos en el mundo. Eso significa que cada una de nuestras virtudes y de nuestros defectos son el resultado de una historia única en el universo. No somos más ni menos que nadie, solo el efecto de millones de causas irrepetibles.

Paso 2. Actuar, poner en práctica

Una de las cosas que hace más infeliz a la gente es pensar en ser mejores, o en una vida mejor, pero dejarlo solo en el pensamiento. Eso solo te conduce a la frustración y a la culpa. Si crees que puedes, o debes, hacer algo, simplemente hazlo. No tienes por qué cavilar demasiado al respecto.
También es importante que los actos sean consecuentes con tus palabras. Y, por supuesto, con tus pensamientos. Si piensas de una forma, pero actúas de otra, solo crearás confusión. En cambio, cuando hay armonía en tu mundo interno, todo fluye con facilidad.

Paso 3. Destierra la envidia

Quienes viven pensando en los logros de los demás, antes que en los propios, construyen un camino hacia la amargura. Nunca sabes qué tuvo que pasar otra persona para conseguir lo que es o lo que tiene. Por eso, no eres nadie para juzgar si lo merece o no.
En lugar de pensar en lo que los demás logran o no, ocúpate de lo tuyo. Si dejas que en tu corazón nazca la envidia, sufrirás. Y será un sufrimiento inútil y destructivo. Si logras ser feliz por los logros de otros, tu felicidad será doble y tendrás más fuerza dentro de tu corazón para alcanzar tus metas.

Paso 4. Lucha contra el rencor

A veces recibimos afrentas y son tan fuertes que el dolor se queda enquistado en el corazón. Con el paso del tiempo el dolor se convierte en frustración. Y esta última se transforma en ira. Acabas siendo portador de un sentimiento muy negativo y eso termina paralizándote.
El rencor es otra de esas pasiones inútiles, que le hace mucho daño a quien la siente. La vida tiene su propia lógica. Por eso, ante una afrenta debes pensar que quien la causó encontrará por sí solo justicia. Más tarde o más temprano, cada uno recoge lo que siembra. Por eso, cada uno debe esforzarse en perdonar, olvidar y dejar ir.

Paso 5. No tomes lo que no te pertenece

Según los hindúes, todo aquello que se toma ilícitamente de otros, trae consecuencias graves. Con el tiempo, quien cometió este acto será despojado de algo que tenga mucho mayor valor. El no respetar los bienes de los demás también hace que lo que consigas se esfume.
Esto no se aplica solamente a los bienes materiales. También tiene que ver con apropiarte de ideas, efectos o beneficios que no te correspondan. Para los hindúes, en esa falta de respeto de lo ajeno está el comienzo de la ruina moral y material de una persona.

Paso 6. Erradica el maltrato de tu vida

Ningún ser vivo debe ser maltratado. Esto incluye a las personas y, por supuesto, también a las plantas y los animales. Quien logra relacionarse de una manera amorosa con la vida logra ser feliz. Todos los seres vivos son fuente de alegría y bienestar, por eso deben ser valorados.
Esto, como es obvio, implica una negativa radical a ser maltratado. Es bueno que te muestres firme para rechazar toda situación o persona que te maltrate. Ninguna forma de maltrato es “por tu bien” o por el bien de alguien. Para evolucionar, o corregir errores, no es necesario pasar por tratos destructivos.

Paso 7. Agradece todos los días de tu vida

Es muy sencillo y tiene un efecto muy poderoso en tus emociones. Cada día tienes razones para agradecer, no lo dudes. Si adquieres el hábito de que la palabra “Gracias” sea la primera de tu día, verás cómo tu vida se llena de color.
Este sencillo ritual cambia vidas. Cuando se convierte en costumbre, te ubica en una posición de bondad y de buena disposición hacia todo. Te hace sentir más feliz y te transforma en una persona más generosa. Además, te permite ver con mayor nitidez todo el valor que tiene tu vida.
Ya decíamos que los 7 pasos para ser feliz son como una escalera. Uno se consigue tras el otro. Constituyen un proceso evolutivo que conduce a la paz interior. 
Esa paz es la única condición imprescindible para que logres ser feliz
Y ser feliz es alcanzar un estado en el que se aceptan, con nobleza e inteligencia, todas las vicisitudes de la vida.
Edith Sánchez
https://lamenteesmaravillosa.com

domingo, 5 de febrero de 2017

¡Vive!



Ya perdoné errores casi imperdonables.
Trate de sustituir personas insustituibles, de olvidar personas inolvidables.  
Ya hice cosas por impulso. 
Ya me decepcioné con algunas personas, mas también yo decepcioné a alguien 
Ya abracé para proteger. 
Ya me reí cuando no podía. 
Ya hice amigos eternos
Ya amé y fui amado pero también fui rechazado. Ya fui amado y no supe amar
Ya grité y salté de felicidad.  
Ya viví de amor e hice juramentos eternos, pero también los he roto, y muchos. 
Ya lloré escuchando música y viendo fotos. 
Ya llamé sólo para escuchar una voz.  
Ya me enamoré por una sonrisa. 
Ya pensé que iba a morir de tanta nostalgia…
Tuve miedo de perder a alguien especial (y termine perdiéndolo) ¡pero sobreviví! 
¡Y todavía vivo !
Yo ya no paso por la vida. Y tú tampoco deberías dejarla pasar… 
¡VIVE!
Bueno es ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivir con pasión. 
Perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho más para ser insignificante.
                                                                                                                Charles Chaplin

sábado, 4 de febrero de 2017

Cuando las prioridades están claras, las decisiones son más fáciles


Cuando uno tiene claras cuáles son sus prioridades, las decisiones que toma son mucho más fáciles. Es como apartar las ramas de un tupido bosque con el fin de recordar dónde están nuestras raíces, esas que nutren nuestra autoestima para saber qué y quién nos sobra, para actuar sin miedo y siempre acorde a la voz del propio corazón.
Esta idea que en apariencia puede resultar más que evidente encierra en realidad ciertos matices sobre los que reflexionar. Vivimos en un mundo donde hay una dimensión que conquista territorios con pies de gigante: la desesperanza. Esta emoción que precede muchas veces a un estado depresivo donde la persona pierde por completo el control de su vida, es como una espina que se clava en nuestro interior hasta dejarnos sin respiración.

►“Aquél que lo piensa mucho antes de tomar una decisión, se pasará toda su vida sostenido en un solo pie”
                                                                                Proverbio chino
Esta debilidad emocional se origina en el momento en el que empezamos a cuestionar las decisiones tomadas a lo largo de un periodo de nuestra vida. ¿Por qué invertiré tanto tiempo y esfuerzos en personas que luego me traicionan? ¿Por qué me preocupo tanto por cumplir en un trabajo donde no me valoran? ¿Por qué no habré hecho caso a mi intuición en ese momento y me habré ido cuando tuve la oportunidad?
La desesperanza o el desencanto vital ocasiona insatisfacción, y la insatisfacción la pérdida gradual del control de la propia vida. Son momentos en los que llegamos a pensar aquello de que “haga lo que haga, nada va a cambiar”. Ahora bien, lejos de permitirnos caer en este vacío aciago tenemos la oportunidad de asumir dicho instante de crisis personal como lo que es: un punto de inflexión en nuestras vidas.
Es un momento idóneo para hallar nuevos significados, para autoexplorar nuestros universos interiores en busca de aquello que da fuerza, aliento y coraje a nuestra identidad: las prioridades.
Te proponemos reflexionar sobre ello. 

Prioridades, demandas y el cerebro emocional

Uno de los mayores problemas que tenemos a día de hoy es nuestra dificultad para separar las propias prioridades de las demandas del entorno. No se trata en absoluto de rechazar unas para acogernos en exclusiva a las otras. Nadie puede ir por el mundo priorizándose a sí mismo y desoyendo lo que desde el trabajo, la familia o el resto de nuestros entornos le demandan. En realidad, la clave está en mantener un equilibrio sabio, armónico y firme.
Si dedicamos todo nuestro tiempo a cumplir demandas ajenas, nos descuidaremos y nos alejaremos de ese centro de poder, es núcleo delicado al que cuidar y escuchar cada día: nosotros mismos. La raíz del problema está en visualizar primero nuestras prioridades para permitir que las demandas se muevan siempre en esa esfera. Es decir, nadie me puede pedir nada que vaya en contra de mis valores, que vulnere mi autoestima o que afecte a mi integridad física o emocional.
Teniendo esto claro, en el día a día tomaremos siempre decisiones que vayan en esta misma línea: la del propio corazón o más que corazón, nuestro cerebro emocional. Ahora bien, ¿cómo lograrlo? Para entender mejor cómo podemos conseguirlo vale la pena ahondar primero en los mecanismos cerebrales que acompañan a una toma de decisión cualquiera.

Neuronas emocionales y neuronas de decisión

Según un estudio publicado en la revista “Nature Neurosciencie“, la estructura cerebral que orquesta nuestra toma de decisiones es la corteza orbitofrontal. Este trabajo arrojó un dato útil y de gran interés: en esta estructura se concentran dos tipos de neuronas con una función muy concreta.
  • Las primeras son las neuronas OFC, cuya función es función ofrecer un valor emocional a cada opción que hemos de valorar antes de tomar una decisión. Lo hacen en base a nuestras experiencias previas, a nuestra identidad y nuestra personalidad. Es como un mecanismo previo que se vincula directamente a eso que llamamos “intuición”.
    • Por ejemplo: Algo me dice que debería rechazar esa oferta de trabajo, porque sé que me exige ciertas competencias que no van como mi carácter.
  • El segundo grupo de neuronas son las células de valor. Aquí ya no existe un componente emocional, se aplica más bien una atribución práctica “tengo que aceptar ese trabajo porque necesito un sueldo, porque volver al mercado laboral es una prioridad en estos momentos”.
Una vez la persona toma una decisión en base a estos dos mecanismos, el emocional y el componente de valor atribucional, la corteza orbitrofrontal asigna una nueva emoción a esa opción tomada. La finalidad es sencilla: el cerebro nos intenta motivar en todo momento para tener éxito en ese objetivo, en esa demanda.

La necesidad de tener las prioridades claras para tomar decisiones más seguras

Algo que todos sabemos es que en esta vida hay que arriesgar. Habrá decisiones más acertadas y otras que lo serán menos; sin embargo, en ocasiones, lo que nos parece en un principio toda una locura acaba siendo la opción más lógica y exitosa de nuestra existencia. Con todo ello lo que queremos decir es algo muy simple: para ser feliz hay que tomar decisiones y ser responsables de ellas en todo momento.
“Si tienes decisiones que tomar, no lo dudes: asume aquella que te haga feliz”
La sensación de desesperanza -citada al inicio del artículo- se resuelve precisamente conectando con nuestro interior y sacando a la luz las propias prioridades, esas que nada ni nadie debe boicotear. Para lograrlo, vale la pena tener en cuenta 3 sencillas estrategias:
  • Reduce. Enumera en un papel todas tus necesidades presentes. Te darás cuenta de que son muchas, sin embargo, entre todas ellas están las auténticas prioridades: ser feliz, ser respetado, estar bien física y emocionalmente… Reflexiona sobre ellas.
  • Compara. Una vez tengas clarificadas tus prioridades compáralas con las demandas de tu entorno. ¿Están en armonía? ¿Se te exige algo que va en contra de tus valores? ¿Hay alguna persona que altera tu salud emocional?
  • Consolida. Ahora que ya hemos tomado plena conciencia de que hay ciertos aspectos que van en contra de nuestras prioridades, deberemos actuar para consolidar ese equilibrio entre prioridades internas y demandas externas.
Por último, una vez hemos cumplido estos pasos, solo nos queda un último detalle, uno maravilloso y esencial: trazar un plan de vida. Porque si hay algo que nos ofrece el tener bien claras las propias necesidades, los propios valores, sueños y esperanzas, es demostrarnos que podemos y debemos ser dueños de nuestro destino.
►Cuando uno tiene por fin muy claro lo que desea, la aventura de la vida se pone en marcha de nuevo.

Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com

viernes, 3 de febrero de 2017

Conviértete en lo que eres




Se ha dicho que la sabiduría más elevada estriba en el desapego, o según palabras de Chuang-tse: "El hombre perfecto utiliza su mente como un espejo; no se aferra a nada, no rechaza nada; sólo recibe, pero no retiene". El desapego significa no sentir ningún remordimiento por el pasado ni miedo por el futuro; dejar que la vida siga su curso sin intentar interferir en su movimiento y cambio, sin intentar prolongar las cosas placenteras ni provocar la desaparición de las desagradables. Actuar de este modo es moverse al ritmo de la vida, estar en perfecta armonía con su música cambiante, a esto se llama iluminación.

Dicho brevemente; es no apegarse al pasado ni al futuro y vivir en el eterno ahora. Ya que, en realidad, ni el pasado ni el futuro tienen una existencia separada de este ahora; por sí mismos son una ilusión. La vida existe sólo en este preciso momento, y es en este momento cuando es infinita y eterna. Ya que el momento presente es infinitamente pequeño, antes de que podamos medirlo ha desaparecido, y sin embargo persiste para siempre. Este movimiento y este cambio ha sido llamado Tao por los chinos pero, en realidad, no hay movimiento, ya que el movimiento es la única realidad y no existe nada más allá en relación a lo cual pueda decirse que se mueve. De ahí que, en definitiva pueda denominarse el eterno movimiento y el eterno reposo.

¿Cómo podemos vivir en armonía con el Tao? Un sabio dijo que si pretendemos vivir en armonía con el Tao, debemos alejarnos de él. Pero no acababa de estar en lo cierto. Ya que lo curioso del caso es que no podemos alejarnos de él aunque queramos; aunque tus pensamientos huyan hacia el pasado o corran hacia el futuro, no pueden escapar del momento presente. Por mucho que quieran retroceder o avanzar para escapar, nunca pueden separarse del momento, ya que esos pensamientos se hallan en el momento; al igual que todo cuanto comparten, de hecho son el movimiento de la vida, que no es otra cosa que el Tao. Quizá te creas fuera de la armonía de la vida y de su eterno ahora; pero no podrías existir, ya que tú eres vida y existes ahora, de otro modo no estarías aquí. De ahí que no sea posible escapar ni atrapar el Tao infinito; no hay ni un acercarse a él, ni un alejarse de él, simplemente es, y tú lo eres. Por lo tanto, conviértete en lo que eres.


Una vez Chesterson dijo que los ángeles saben volar porque se toman a sí mismos a la ligera. Uno ve tantos rostros ensombrecidos por la seriedad que sería comprensible si estuviera provocada por el dolor. Pero esta clase de seriedad que arrastra al ser humano a la tierra y mata la vida de su espíritu no es hija del dolor, sino de cierto tipo de representación en la que el actor se engaña al identificarse con su papel. Cuando los niños participan en la representación también lo hacen con seriedad, pero es diferente, porque el niño es consciente de que solamente es un juego y su seriedad es una forma indirecta de divertirse. Pero en el adulto esta seriedad se convierte en vicio, porque transforma el juego en religión, identificándose con el papel o posición en la vida que tanto teme perder. Esto ocurre especialmente cuando la persona no iluminada alcanza cualquier nivel de responsabilidad; desarrolla una falta de ligereza, de abandono, y una rigidez que indica que está utilizando su dignidad como unos zancos para mantener la cabeza por encima de la adversidad. El problema estriba en que, en lugar de representar su papel, es éste el que lo representa a él, convirtiéndole en el hazmerreír de todos cuantos le observan a través de su disfraz.

El mensaje de la sabiduría oriental es que las formas de la vida son maya y, por lo tanto, desde el punto de vista de la realidad, carecen profundamente de seriedad. Pues el mundo de la forma y de la ilusión que la mayoría toma como reales, no es otra cosa que una especie de representación teatral del Espíritu, o, como lo han denominado los hindúes, la danza de Siva. Él es el iluminado que se une a ella siendo consciente de que es un juego, ya que el ser humano sufre sólo porque se toma en serio lo que los dioses han creado por pura diversión. De ahí que el ser humano sólo se convierte en un ser humano cuando pierde el sentido de la ligereza de los dioses. Pues los dioses (o budas, o lo que prefiráis) son simplemente nuestra propia y más íntima esencia, que podría hacer añicos y reducir a la nada el universo en un momento si quisiera. Pero no es así, y los mundos continúan moviéndose con el propósito divino de un juego, porque, al igual que un músico, es un creador que se deleita en confeccionar un ritmo y una melodía. Unirse a su juego no es un deber, sino un goce, y quien no lo vea de ese modo no podrá participar en él ni comprenderlo.

Fuente: Alan Watts. Conviértete en lo que eres (Ediciones Oniro, 2004) vía AdvaitaInfo