domingo, 20 de noviembre de 2016

El hábito que catapultará tu Inteligencia Emocional


La Inteligencia Emocional es importante, todos lo sabemos. Y todos queremos desarrollarla. Sabemos que si somos conscientes de nuestras emociones, que si comprendemos su causa y somos capaces de captar esas primeras y sutiles señales antes de perder el control, podremos gestionarlas mejor e incluso utilizarlas a nuestro favor.

Sin embargo, a menudo no sabemos por dónde comenzar o podemos sentirnos abrumados por todos los cambios que necesitamos hacer. Como resultado, simplemente no hacemos nada, nos quedamos estancados en nuestra zona de confort. Por eso, es importante atreverse a dar el primer paso, aunque sea pequeño. De hecho, ese primer paso no te llevará a donde quieras llegar, pero te permitirá salir de donde estás.

Las habilidades básicas de la Inteligencia Emocional


En primer lugar, es importante saber que la Inteligencia Emocional es un concepto complejo que implica diferentes competencias:

- Autoconciencia emocional. Comprender cómo nuestras emociones y sentimientos influyen en nuestros comportamientos, actitudes, expectativas y decisiones. 

- Autorregulación emocional. Reflexionar y gestionar nuestros sentimientos y emociones, para no actuar de manera irreflexiva e impulsiva. No significa obviar las emociones en la toma de decisión, sino darles su justo peso, ni más ni menos.

- Automotivación. Saber enfocar las emociones hacia nuestros objetivos, utilizándolas a nuestro favor para mantenernos motivados y sortear los obstáculos que encontraremos a lo largo del camino. Implica, de cierta forma, mantenerse positivos y desarrollar una actitud proactiva ante la vida.

- Empatía. No significa únicamente comprender los puntos de vista de los demás y sus decisiones sino también compartir sus emociones y ser capaces de captar los estados emocionales de los demás a partir de pequeñas señales extraverbales, de manera que podamos establecer un vínculo más estrecho.

Como podrás suponer, desarrollar la Inteligencia Emocional implica mucho trabajo. Sin embargo, existe un pequeño “atajo”, un buen punto de partida que te permitirá catapultar estas competencias. Se trata de un secreto muy sencillo: hacer una pausa.

Fácil en teoría, difícil en la práctica


Hacer una pausa, a veces de tan solo unos segundos, puede marcar una gran diferencia en nuestras reacciones. Se trata de un consejo muy sencillo, pero resulta muy difícil de ponerlo en práctica. De hecho, incluso a las personas que más han avanzado en el autocontrol emocional puede resultarles complicado inhibir sus respuestas cuando han tenido un mal día, no han descansado lo suficiente o simplemente les han tocado una fibra sensible.

No obstante, los beneficios de hacer una pausa antes de responder son enormes. De hecho, esas fracciones de segundos son más que suficientes para permitir que tu cerebro racional tome el mando, de manera que podrás pensar antes de reaccionar. Así evitarás que se produzca un secuestro emocional en toda regla, del que después podrías arrepentirte.

Lo más interesante es que hacer una pausa no solo es una buena estrategia para lidiar con las situaciones que te molestan, irritan o enfadan sino también ante aquellas que, aparentemente, parecen buenas oportunidades. De hecho, responder positivamente de forma apresurada, dejándote llevar por la alegría o el entusiasmo del momento, es uno de los peores errores que cometemos a menudo y en diferentes situaciones, desde “aprovechar” ese descuento en la tienda que parece tan bueno pero que después no lo es, hasta decir que sí a un proyecto del que no podemos encargarnos solo porque en ese momento nos sentimos halagados.

Hacer una pausa te permitirá reenfocar el asunto. Considera que la primera reacción emocional siempre estará centrada en nosotros, en lo que sentimos respecto a la situación en la que nos encontramos. De hecho, se trata de un mecanismo de análisis muy primitivo que tiene lugar en nuestro cerebro emocional, gracias al cual, evaluamos en cuestión de milisegundos cómo nos hace sentir determinada situación. Sin embargo, hacer una pausa nos permitirá pasar al siguiente nivel y dar una respuesta razonada, más centrada en los demás, mucho más neutral y, probablemente, más conciliadora.

Los 3 pasos imprescindibles para hacer una pausa


Cuando te enfrentes a cualquier tipo de situación, ya sea una de esas que te molestan o aquellas que te entusiasman, lo mejor es que hagas una pequeña pausa antes de responder o decidir.

1. Reconocer. El primer paso consiste en aprender a reconocer esas señales internas que indican que las emociones están tomando el control. Cada persona es diferente, por lo que debe aprender a distinguir esas pequeñas pistas que le brinda su cuerpo. Por ejemplo, hay quienes sienten la ira como una llama que sube por su pecho, mientras que la alegría es una sensación que les inunda.  

2. Detener. Resiste la tentación de actuar inmediatamente, de decir lo primero que te pasa por la mente. Sé consciente de ese impulso y toma la decisión de detenerlo. Desde el mismo momento en que decides detener ese impulso, le cedes el mando al cerebro racional.

3. Respirar. Para detener el impulso, te ayudará tomar un respiro profundo y largo. Toma el aire por la nariz, retenlo durante unos segundos, céntrate en el movimiento del pecho y el abdomen y después, suéltalo lo más lentamente que puedas por la boca.

En este punto, es probable que ya estés listo para responder. Si no es así, al menos estarás en condiciones de comprender que no es el mejor momento para actuar o tomar una decisión. En ese caso, da un paseo, establecer una distancia física y caminar para despejar la mente te permitirá reaccionar mejor.

Psicología/Jennifer Delgado

Fuente: 
Goleman, D. (1996) Inteligencia emocional. Madrid: Kairos.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Superalimentos que mejoran el funcionamiento de nuestro cerebro


Somos lo que comemos. La alimentación es crucial para tener una buena salud, y hay que tomarse en serio la dieta por el poder que tiene para condicionar el funcionamiento de nuestro cuerpo y de nuestro cerebro. Nuestro organismo requiere diferentes nutrientes para funcionar correctamente, por lo que es importante conocer las propiedades de diferentes alimentos.
El cerebro es una de las partes de nuestra anatomía más importantes: es la “central” desde donde se envían las ordenes al resto del cuerpo. Tenemos que asegurarnos de que nuestra alimentación es saludable y de que a través de ella cuidamos de él.
En este artículo te vamos a presentar algunos de los nutrientes y alimentos que nuestro cerebro necesita para funcionar de manera correcta. Tanto el déficit en algunos de estos nutrientes, como el exceso de consumo de algunos de ellos, pueden tener repercusiones negativas.


Vitaminas del complejo B

Las diferentes vitaminas del complejo B contribuyen a producir energía, al crecimiento y a la división celular. También se forman parte del proceso de producción de hormonas, enzimas y proteínas. Así como al mantenimiento del sistema nervioso y del sistema inmunitario.
La vitamiana B1 (Tiamina)  se ocupa de que el organismo transforme los alimentos en energía para que el cerebro absorba la glucosa. El déficit de tiamina puede causar depresióncansancio, déficit de atención, problemas de memoria o de agilidad mental. Algunos alimentos ricos en tiamina son:
  • Carne de cerdo
  • Jamón
  • Pescado
  • Pollo
  • Hígado de ternera
  • Huevos (yema)
  • Pasas
  • Guisantes
  • Semillas de lino
  • Tomate
  • Patatas
Vitamina B3 (Niacina) tiene funciones energéticas junto con B2 y B1. Nutre el cerebro, mejora la ansiedad y previene el insomnio. Los alimentos que la contienen son:
  • Leche y derivados
  • Pescado azul
  • Cacahuetes
  • Semillas de calabaza
  • Lentejas

Antioxidantes

Pueden prevenir o retrasar algunos daños en las células y también están implicado en los procesos de envejecimiento. El oxígeno es muy importante, pero la exposición a este causa oxidación y las sustancias químicas corporales se alteran produciendo radicales libres. Los radicales libres contribuyen al envejecimiento, y la aparición de enfermedades como el cáncer, diabetes, o problemas cardiacos.

Los antioxidantes pueden luchar contra el efecto de los radicales libres en nuestro cuerpo. Dentro del grupo de los alimentos antioxidantes se encuentran:
  • Vitamina A : leche, hígado, mantequilla, huevos
  • Vitamina E: avellanas, col rizada, espinaca
  • Beta carotenos: zanahoria, albaricoque, melocotón, brócoli
  • Vitamina C: papaya, fresa y naranja
  • Luteína: espinaca, acelga
  • Licopeno: sandia
  • Selenio: maíz, trigo, arroz
El estrés oxidativo también contribuye en la neurodegeneración y por tanto en la aparición de la demencia tipo Alzheimer. Aunque no es la única causa de la aparición de la enfermedad, una dieta rica en antioxidantes es una buena estrategia preventiva, junto con practicar deporte o mantener activa la mente.

Triptófano

El triptófano es un aminoácido esencial para sintetizar el neurotransmisor serotonina. Relacionado con las emociones, depresión, control de la temperatura, hambre y sueño. La serotonina también regula la secreción de melatonina, que está relacionada con el sueño y con el funcionamiento del sistema inmunitario.
El déficit de triptófano puede tener diferentes repercusiones en nuestro organismo como un sistema inmunológico vulnerable, estrés, ansiedad o depresión. Existen diferentes momentos en los que sería apropiado aumentar el consumo de este nutriente. Como en momentos en los que suframos insomnio, periodos de alto estrés, agotamiento físico o mental.
El triptófano se puede encontrar en los siguientes alimentos:
  • El queso
  • El pescado
  • La leche
  • Las semillas de calabaza
  • La soja
  • El tofu
  • El pavo

 Fenilalanina

Es un  aminoácido que posee la cualidad de bloquear ciertas enzimas como las encefalinasas que se encargan de degradar las enceflinas y endorfinas naturales. Estas son analgésicos endógenos, por lo que este nutriente actúa como una especie de analgésico natural. También favorece la memoria y el aprendizaje.

Colabora en la formación de algunas neurohormonas que suavizan la sintomatología de algunas enfermedades neurológicas. Existe una enfermedad congénita en la que se carece de la enzima que metaboliza la fenilalanina  acumulándose en el organismo. En este caso, es tóxica para el sistema nervioso central y causa daño cerebral.
Los alimentos ricos en este nutriente son:
  • Salmón
  • Lentejas
  • Almendras
Actualmente la mayoría de nosotros contamos con poco tiempo para comer y para cocinar. Esto hace que la decisión sobre lo que compramos e ingerimos sea dictada por los impulsos, mas que por una planificación meditada. Esta es sin duda la mejor forma de darle a nuestro cuerpo las llamadas “calorías vacías”, de las que nuestro apetito casi siempre está ávido.
Una posición contraria a la que la vorágine nos empuja, sería dedicar un rato a la semana a hacer un pequeña planificación de comidas en las que estuvieran presentes estos componentes esenciales. Cuerpo solo tenemos uno y su salud repercute directamente en nuestro desempeño. Así, ¿qué mejor inversión que la de dedicar un rato a cuidarle?

Psicología/Carolina López
https://lamenteesmaravillosa.com

La importancia de los sesgos en el malestar psicológico


Pero, ¿qué es eso de los sesgos? Es la tendencia del cerebro a dar mayor relevancia y procesar un cierto tipo de información por encima de otro. Puede parecer algo complicado de entender, lo sé. Por eso, en este artículo os explicaré de forma amena y concreta cómo influyen en nuestras emociones.
Así pues, veremos las diferencias entre los sesgos normales y los negativos. Estos últimos van a hacer que el malestar que sintamos sea mayor. Así, para evitar sus efectos indeseables va a ser imprescindible que conozcamos cómo surgen y de qué manera actúan en nuestros procesos de pensamiento .
“La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”
Antonio Machado

¿Qué son los sesgos cognitivos?

Cada día nos cruzamos con una cantidad considerable de información, que procede tanto del exterior como de nuestro interior. Si nuestro cerebro tuviera que procesarla toda, no habría tiempo para nada más. De esta forma, no podría cumplir el resto de funciones sobre las que tiene competencia y responsabilidad.
Es por esto que nuestra mente toma unos “atajos” a la hora de interpretar la información que recibimos. Son los sesgos cognitivos. Así, todos nosotros presentamos una cierta tendencia a atender, interpretar y recordar cierta información por encima de otras. De esto se vislumbran tres tipos de sesgos:
  • Atencional: es la tendencia a atender a un tipo de estímulos en contra de otros cuando se presentan a la vez.
  • Interpretativo: es la tendencia a interpretar las situaciones de una determinada manera.
  • De memoria: es la tendencia a recordar ciertos eventos para interpretar la situación actual.


El sesgo atencional

A priori, presentar sesgos es normal, necesario y beneficioso ya que nos ahorra una cantidad considerable de recursos mentales. Como se ha comentado, ahorran tiempo y energía a nuestro cerebro en el procesamiento de la información y permiten que este se focalice en el resto de tareas que debe realizar.
Así pues, ¿cuándo se tornan perjudiciales para nosotros? Respecto al sesgo atencional, esto ocurre cuando se da hacia estímulos negativos. Es decir, cuando una persona se fija más en la información que pueda ser amenazante o perjudicial por encima de la neutra o beneficiosa.
Por ejemplo, una persona tendría un sesgo atencional negativo si se fija en que un oyente está con el ceño fruncido en lugar de otro que le está prestando atención en una situación de hablar en público. Otra que presente un sesgo atencional que no va a perjudicarla probablemente se fije en otros aspectos, como en que hay alguien escuchándola que tiene el mismo ordenador que ella.
Ante esta situación, la persona con un sesgo negativo se irá con la sensación de que la gente ponía caras de extrañeza mientras hablaba, desencadenando un procesamiento que derive en una serie de emociones negativas. Por otro lado, este sesgo atencional negativo puede ser una consecuencia natural del sesgo de confirmación: un sesgo mediante el cual buscamos activamente información que confirme la tesis previa que mantenemos.
En este caso, la persona puede haber buscado confirmar que no tiene aptitudes para exponer en público y por lo tanto ha prestado especial atención a la información que estaba en sintonía con su tesis. Por otro lado, ha ignorado la contraria o la ha desligado de su aptitud. Puede pensar que las personas que no han torcido el gesto o han aplaudido lo han hecho por cortesía más que por una valoración sincera del espectáculo. Este es precisamente el sesgo interpretativo del que hablaremos a continuación.
La mente es un espejo flexible, ajústalo, para ver mejor el mundo”
Amit Ray


¿Y el sesgo interpretativo?

Algo similar pasa con los otros dos sesgos que hemos definido. El interpretativo es perjudicial cuando valoramos las situaciones como peligrosas o amenazantes, aunque en realidad sean neutras o ambiguas.
Un ejemplo de ello se puede derivar del puesto anteriormente. Una persona con un sesgo normal no tiene por qué pensar que a la gente no le ha gustado su discurso. Puede creer que simplemente tiene alguna duda al respecto o que está pensando en sus propios asuntos. Sin embargo, alguien que presente este sesgo negativo interpretaría esto como que él es un mal orador, que el tema que está exponiendo carece de interés, que los oyentes piensan que es un ridículo, etc.

El sesgo de memoria, ¿cómo actúa?

Por último, el sesgo de memoria nos hace mal cuando tendemos a recordar situaciones negativas pasadas para interpretar las actuales, en lugar de recuperar de la memoria otras que sean neutras o positivas.
En relación con el ejemplo que estamos desarrollando para explicar los sesgos, una persona que se acuerde de que hace unos años hizo una presentación desastrosa  y valore en función a esto el momento actual, va a pensar que la actual necesariamente también va a ir mal.
En contraste, una persona que también haya pasado por una situación similar, en la que le haya salido mal una exposición, pero que recuerde más las que le han salido bien, no hará una presentación invadida por las emociones negativas que nacerían en ella si solamente recordara la exposición desastrosa.
Son numerosos los estudios que prueban la presencia de sesgos cognitivos negativos en relación con numerosos trastornos psicológicos. También existen numerosos estudios que hablan de personas sin ningún trastorno, pero para las que estos sesgos suponen una fuente enorme de emociones negativas. Finalmente, todos a lo largo de nuestra vida hemos caído alguna vez en sus redes.
De esta manera, se hace interesante saber cómo funcionan, así como trabajar para mejorarlos de manera que su poder quede reducido. Así, esperamos que este artículo te eche una mano a la hora de identificarlos y realizar una intervención rápida para que condicionen tus pensamientos y emociones lo mínimo posible.
Psicología/Laura Reguera Carretero
https://lamenteesmaravillosa.com
                                                                                                     Imágenes cortesía de Ryan McGuire.

viernes, 18 de noviembre de 2016

¿De qué va la vida?


Creo que lo he entendido.

Esto va de sonreír aunque duela. De casi fingir que es hasta que sea… De cerrar la puerta al pasado y sólo dejar pasar lo aprendido, lo intuido y lo soñado si aún te conmueve.

Va de saltar al vacío y confiar. De apurar el día hasta que llega el momento de apurar la noche… De mirar siempre a los ojos y afrontar el reto…. De destruir todos tus escondites para cuando el miedo te tiente a retroceder y no dar la cara.

Va de descubrir que el único refugio eres tú mismo.

En el fondo lo sabía, supongo…

Hasta que no te des cuenta de que mereces que te traten bien, aparecen en tu camino mil personas que te tratan mal… 
 
Repites la prueba, una y otra vez, hasta que la pasas, hasta que levantas la cabeza y dices basta y percibes tu valor.

Esto va de derribar muros, de tender manos. Va de abrazos y de palabras, de escuchar y mutar de piel cuando escuchas y ocupar zapatos ajenos para poder contemplar el mundo de mil formas.

Va de aprender cuándo debes ser un camaleón y cuándo mostrar el brillo de tus alas.

Va de desaprenderlo todo y quedarte con lo que te reconforta y lo que te reta a seguir…

Ya lo veo, ahora me doy cuenta.

Es cuando dejas de ocultarte de la sombra que sale el sol.

Cuando lo sueltas es cuando lo alcanzas…

Cuando dejas de necesitarlo,  aparece. Viene a ti, lo ves y lo notas. Sólo lo alcanzas cuando tienes claro que siempre te ha pertenecido… Si es que algo nos pertenece aunque sea un rato…

Esto va de bailar imaginando la música y caminar dibujando el camino.

Sólo cuando decides que vas a aflojar tu exigencia, cuando vas a aceptar tu imperfección maravillosa, cuando vas a amar al mundo tal como es… Entonces desaparecen las ataduras, las pesadas corazas, la hormas rígidas a las que amoldarse…

Esto va de ver tan claros tus sueños que se conviertan el realidades. De darle la vuelta a todo y aferrarse a lo bueno para eternizarlo, para que se te quede tan dentro que ya nunca puedas perderlo… Va de perder para poder descubrir qué te queda, qué buscas, qué necesitas.

Sólo cuando te da igual el premio, eres capaz de ganar la carrera llegando el último.

Si dejas de perseguir lo efímero, empiezas a ver lo sustancial, lo esencial.

Esto va de atesorar tus fracasos y tropezar mucho hasta darte cuenta de que no se trata de no cometer errores sino de entenderlos, abrazarlos, amarlos.

Y a medida que caminas, amas cada paso. Porque esto llamado vida va de andar, aunque no se vea el final o lo que buscas te quede muy lejos.

Porque consiste más en encontrar que en buscar.

Sólo cuando cierras esas puertas a las que estás amarrado, se abre el techo y pasas al siguiente nivel.

Esto va de levantarse y topar con una cara amarga y reírse.

Va de acordarse de cada beso y cada arañazo. De nadar entre tiburones y sembrar entre plantas carnívoras… Y reírse, otra vez, con más intensidad.

Que no te importe si no les importas. Que no te moleste si no te ven o no quieren verte.

Va de caer y alzarse a tientas… De cantar para espantar los males…

Porque es cuando empiezas a fluir que todo parece más fácil…

Esto va de llorar para vaciarse de miserias… Y reírse, hasta que se oiga al otro lado de tu conciencia esa risa pegajosa y sepas que puedes.

Cuando renuncias a lo que te limita, eres capaz de crecer, de evolucionar, de aumentar de tamaño.

Esto va de besar y seguir remando cuando las olas te escupen rabia en tu cara y el viento zarandea tu barca hasta que pierdes el sentido. Y de saber cuándo dejar de remar y dejar que el viento te lleve…

Va de quemar naves para no estar obligado a quedarse en tu vida, para cambiarla si no te gusta.

De vencer  sin pelear, con palabras y conciencia, de  llevar la contraria cuando nadie más se atreve. Va de ser tú mismo hasta las últimas consecuencias… Sin sufrir, sin amargar, sin sujetarse al dolor y quedarse atrapado en él.

Esto va de rodearte de personas que hacen magia. Que te guían para que veas tus errores pero que nunca  te permiten morar en ellos…


Esto va de amar.

Merce Roura
https://mercerou.wordpress.com

jueves, 17 de noviembre de 2016

No, no están solos

 
“¡Cuántas de las inquietudes y angustias experimentadas por los humanos provienen de que tienen la sensación de haber sido lanzados al mundo como a un desierto en el que se encuentran solos, perdidos, sin nadie que pueda responder a sus preguntas, a sus peticiones! 
En realidad, no, no están solos, y se darán cuenta de ello el día en que tomen conciencia de que forman parte de un todo, de que este todo está vivo y que, puesto que está vivo, pueden tener sin cesar intercambios con él: si hablan, siempre hay en alguna parte criaturas que les oyen y que les responden.

Recibimos respuestas sobre todo lo que hacemos, decimos o preguntamos: confirmación o refutación, aprobación u oposición. El mundo invisible está continuamente presente ahí, a nuestro alrededor. Nos mira, nos escucha y siempre nos da respuestas
Su lenguaje, muy diferente del nuestro, no es fácil de comprender. Pero nos responde indirectamente bien sea a través de un ser humano, de un animal, de un fenómeno de la naturaleza o de un olor, de un sonido… éstos ignoran, sin duda, que son portadores de un mensaje, pero somos nosotros quienes debemos interpretarlo.
 Omraam Mikhaël Aïvanhov

Cómo enfocarte para dejar de perder el tiempo


El tiempo es uno de esos factores que tiene el poder de atormentar almas, por su inmensidad y al mismo tiempo por su finitud. A veces parece como si jamás alcanzara, como si los días y las horas se hubieran acortado y nunca fueran suficientes para completar todo lo que tenemos que hacer. Tenemos la sensación de que los minutos se filtran como gotas de agua entre los dedos y no podemos hacer nada al respecto.
A diferencia de lo que muchos creen, gran parte del tiempo que perdemos, lo perdemos trabajando o realizando alguna de esas actividades que llamamos “productivas”. Esto se debe a la falta de enfoque: aunque hacemos la tarea, nuestro estado de dispersión nos lleva a que tardemos más de lo necesario en completarla.
“Nacemos para vivir, por eso el capital más importante que tenemos es el tiempo…”
Facundo Cabral

De una manera o de otra, la consecuencia de esa percepción de que el tiempo no alcanza es un estado de angustiaAparece una tensión entre la forma en la que avanza el reloj y la necesidad de cumplir con los objetivos propuestos. En esas condiciones, también pueden aparecer los bloqueos y los errores que no hacen más que incrementar la tardanza.

La falta de tiempo y las acciones compulsivas

Hay todo un conjunto de acciones compulsivas que realizamos día a día y que consumen buena parte de nuestro tiempo. Dentro de ellas se pueden mencionar algunas muy usuales como esa manía de mirar el móvil cada cinco minutos. Lo más probable es que no encontremos nada nuevo, o que si lo hay no sea relevante, pero a veces no podemos evitarlo.

También es muy frecuente que algo similar se haga con algunas páginas en el ordenador. Cuando revisas, hay más de 20 o 30 visitas a una web o a una red social, la mayoría de los cuales no encontramos información que sea novedosa y además relevante.
Cada uno tenemos nuestro repertorio de acciones compulsivas o repetitivas. Algunos simplemente interrumpen su labor para dejar volar su fantasía, para mirar a su alrededor o para hacer cualquier cosa que desvíe su foco atencional de la tarea principal que realizan.
Precisamente por ser compulsivas, estas acciones son inconscientes. Se realizan sin pensar y en ellas se va buena parte del tiempo. Responden a una dificultad para concentrarte, a la ansiedad o a una estrategia de trabajo deficiente.

La sobrecarga emocional y el tiempo

Las dificultades emocionales también nos quitan más tiempo del que suponemos. Además, también nos restan disponibilidad y motivación para enfocarnos en nuestros objetivos. Los problemas no resueltos suponen una carga emocional que se traslada silenciosamente a todo lo que hacemos.

Todos hemos dejado una tarea por resolver, ya sea por un motivo o por otro, y esta ha tomado vida propia en nuestra mente. Desde ese momento, de forma repetitiva y anárquica, ha invadido el espacio de nuestra conciencia. De ese pensamiento han nacido estados de ansiedad que nada tenían que ver con la situación en la que te encontrabas en ese momento.
►Los conflictos sin resolver pesan durante en el día a día. Inciden severamente en nuestra capacidad de concentración, ya que son como ruidos molestos que dan falsas treguas y aparecen en los momentos más 'oportunos', estropeando situaciones placenteras. Finalmente, te teletrasportan al pasado o al futuro, dejando a un lado las sensaciones que emanan de tu situación actual.

Enfocarte para ganar tiempo

El tiempo, o mejor dicho su percepción, es una dimensión esencialmente psicológica. Corre o deja de correr, en función de lo que sientas o de lo que estés pensando. Un minuto es interminable en el dentista y pasa en un suspiro cuando estás en una situación agradable. Y precisamente al estar tan influenciado por lo que hay en la mente, resulta susceptible de administrarse de una manera más racional.
Para enfocarte y manejar mejor el tiempo, lo primero es reconocer y aceptar que siempre tendremos algo pendiente que hacer. Eso no debe ser fuente de angustia, sino que se tiene que mirar como una característica inmanente a la propia vida. Sabiendo esto, lo que sigue es idear una metodología que combine actividad y pausas. La dispersión es también una respuesta al cansancio y se ha comprobado que el cerebro comienza a fatigarse después de 25 minutos de atención sostenida en una única actividad.

Además de esto, es importante que en los momentos en los que no estés trabajando realices actividades creativas. El tiempo de ocio es tan o incluso más importante que el mismo tiempo de trabajo. Comprende todos esos lapsos de libertad, en los que puedes liberar tensiones y renovar tu energía emocional.
No desperdicies esos valiosos ratos en actividades repetitivas, como ver televisión. Tampoco inviertas todo tu descanso en situaciones que te saturen o te emboten: eso no te permite descansar de verdad. Para aprovechar mejor tu tiempo de trabajo, aprende a disfrutar de un descanso de alta calidad. Así sabrás enfocarte en lo importante y lo harás además con mayor acierto.
Edith Sánchez
https://lamenteesmaravillosa.com
Imágenes cortesía de Tomasz-Alen-Koper, Flora Borsi

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Yoga y meditación, un mismo sendero

Cuando comprendemos que la meditación no es sólo algo que se intenta durante la postura del loto sino que empieza desde la primera respiración de nuestra práctica, entenderemos también que dicha práctica no ocurre solo un día o dos a la semana, sino que comprende todos los minutos de nuestra vida consciente. 


Tanto la palabra yoga como la palabra meditación podrían entenderse como sinónimas en muchos aspectos. Si bien la meditación (dhyana) está descrita por Patanjali, autor del primer tratado sobre yoga, como una parte del yoga que se refiere al control mental (samyama), cabe entender también que el auténtico yoga, cuyo significado es unión, ha de integrar todos sus aspectos al unísono. De este modo, la meditación no sería una parte o nivel del yoga, sino uno de sus fundamentos constitutivos en todo momento de su práctica. Una vez introducida esta cuestión, prioritaria a la hora de entender ambos conceptos, pasemos a ver ahora sus aspectos más significativos.
A menudo, la práctica del yoga en Occidente se ha vinculado especialmente al hatha yoga, entendido éste solamente como yoga físico, cuya finalidad principal sería el ejercicio en el dominio de las asanas (o posturas). El maestro Osho afirmó que el yoga físico es, si acaso, una mera introducción, un aperitivo, de todo lo que el yoga tiene que ofrecernos. No obstante, el dominio y control de las posturas no aportaría nada si no hubiese una mente encargada de conducir todo el proceso. Es así la mente el elemento clave en la práctica ordinaria del yoga. La mente que es observada y la mente que a su vez observa y dirige al cuerpo. La labor del yogui será la de ir posicionándose en un nivel de testigo tanto del cuerpo, como de la mente e incluso del ser (atman).
El maestro B. K. S. Iyengar, fundador del yoga Iyengar, ampliamente difundido en Occidente, señaló en una ocasión que la postura más difícil de lograr es la del cadáver (savasana). Esta pequeña ironía encierra una gran verdad, pues una postura que consiste en quedarse tumbado completamente sobre el suelo –como un cadáver- supone una dificultad extrema para el observador, puesto que los focos de tensión que le sirven como referente para llevar la atención quedan suprimidos (relajados) y la atención mental ha perdido todo punto de referencia.
Tanto la postura como pranayama (el control de la respiración) son precisos soportes para enfocar la atención. El elemento fundamental de todo yoga es la atención, el tomar conciencia, la observancia. Si no olvidamos esto, cualquier estilo de yoga y cualquier aspecto que remarquemos del mismo serán igualmente correctos. La atención se irá volviendo espontánea, no forzada. Completamente natural. El hecho fundamental que el yoga investiga es esto mismo, la atención, nuestra capacidad de ser conscientes, la Conciencia, el Ser. Por ello, la atención irá naturalmente hacia ella misma, hacia su estado autoconsciente.
El cuerpo es el templo que guarda nuestro espíritu. No somos sólo un cuerpo, pero el cuerpo está ahora en nosotros, por tanto, prestarle atención es algo natural, así como cuidarlo y respetarlo, todo ello será una forma sabia de entender la vida.
Como hemos apuntado, el yoga es el arte de la unión, y por tanto se trata de ir uniendo todas las dimensiones que tienen lugar en nosotros. La dimensión física y la dimensión mental o emocional son interdependientes, y no se puede trabajar la una sin la otra. Observar una postura es observar lo que en ella sucede: pensamientos, emociones, sensaciones… La clave del yoga va mucho más allá del control y tiene mucho más que ver con la escucha atenta. Una vez que vayamos familiarizándonos con esa forma de práctica, podremos realizar un trabajo yóguico integral.
Una vez que la meditación no es sólo algo que se intenta durante la postura del loto sino que empieza desde la primera respiración de la sadhana (práctica), iremos viendo el verdadero significado tanto del yoga como de la meditación y comprenderemos finalmente también que dicha práctica no ocurre solamente durante un periodo de tiempo al día o a la semana, sino que comprende todos los minutos de nuestra vida consciente. He aquí cuando el practicante de yoga es, ciertamente, un yogui.

José Manuel Martínez Sánchez
http://www.yogaenred.com/