domingo, 27 de noviembre de 2016
APRENDER DE LAS EXPERIENCIAS EN EL DESARROLLO PERSONAL
En mi opinión, y esta es una opinión que me ha costado mucho tiempo consolidar debido a mi mente que es muy racional, todas las cosas suceden por algún motivo y todas las cosas –todas- tienen una lección que aportarnos.
Ya sé que para quien está muy convencido de ello, y desde siempre, esta afirmación no tiene importancia. “Ya lo sabía”, dirán unos. “Por supuesto”, dirán otros.
Claro. Podemos aprender de un libro, del anuncio de un refresco, de una mirada y de una emoción, pero… ¿Qué hacemos con ese aprendizaje?
Lo primero: se requiere intención, atención, perspicacia, y voluntad. Y si no se hace de este modo, es inútil. La vida pasará ante nuestros ojos y las cosas ocurrirán ante nosotros con la misma impunidad e invisibilidad con que lo hacen en la mayoría de las ocasiones.
Por experiencia propia puedo afirmar que el Camino del Desarrollo Personal no tiene fin. Y esta afirmación, lejos de invitar a la decepción o a la rendición, ha de convertirse en un aliciente y una alegría, porque eso significa que siempre podemos estar aprendiendo y desarrollándonos.
►Nuestras posibilidades de mejoramiento no tienen límites. Aleluya.
Si hubiera un límite estaríamos acotados, confinados entre un principio y un fin, y eso no es bueno porque quiere decir que seríamos limitados, que solamente podríamos desarrollarnos hasta cierto punto y nada más.
Pero nuestras posibilidades de aprendizaje no encuentran límite, a cada instante podemos seguir creciendo. Cada vez podemos ser mejores. Cada día podemos dar una serie de pasos que nos acerquen más a nosotros mismos, que desarrollen nuestras cualidades, que domestiquen nuestros defectos.
Nuestra grandeza no tiene fronteras. Y esto es maravilloso.
Esto invita a vivir cada uno de los instantes y cada una de las experiencias o circunstancias -como escribí anteriormente-, con intención, con atención, con perspicacia y con voluntad.
Cuando nos sucede algo que nos aporta un resultado que sea o que aparente ser un error, o que está mal –si es que el “error” y el “mal” existieran-, no es momento de enfadarse y enzarzarse en una retahíla de auto-reproches y lamentos -si acaso y como máximo, un minuto y nada más-, sino que es momento de serenarse, poner la cordura a trabajar, desapegarse de lo que haya sucedido, no perder el tiempo en buscar culpables, y centrarse en extraer esa lección. Cada uno a su modo.
En estos casos está bien preguntarse POR QUÉ y PARA QUÉ. Si somos capaces de dar respuestas vamos bien. Significa que estamos aprendiendo.
Las respuestas verdaderas que vayamos encontrando las tenemos que ir incorporando y las tenemos que tener presentes cuando vuelva a suceder una situación igual o similar. Y no tienen que ser, precisamente, respuestas grandilocuentes construidas con palabras pomposas, sino que una emoción o un sentimiento indescriptibles pueden ser la confirmación de que en nuestro interior ha sido aceptada como correcta.
Si lo único que hacemos ante el descubrimiento de un “error” o de algo que está “mal” es quedarnos en el lamento, en la queja, en el hundimiento, magnificándolo y haciendo de ello una tragedia de la que es imposible recuperarse, y además eso nos sirve para confirmar esa teoría que nos ronda de que no valemos, somos torpes, no aprendemos, todo lo hacemos mal… pues en ese caso estamos desaprovechando una lección que nos sería conveniente aprender.
Y el destino, o Dios, o el Maestro Interior, o quien sea, que es más listo que nosotros y sabe que esa experiencia y su correspondiente aprendizaje son necesarios para nosotros, hará que se nos repita una y otra vez hasta que aprendamos la lección. Puedo asegurar que es así como funciona.
Así que es mejor colaborar con nosotros mismos. Ya que tenemos que aprender, mientras antes mejor. Y que no sea necesario repetir lo que no nos gusta.
Casi me atrevo a decir que deberíamos alegrarnos cada vez que nos encontráramos con una situación dura, porque así aprenderemos.
Te diré, eso sí, que existe la opción de aprender por las buenas y sin sufrimiento: viviendo con intención, con atención, con perspicacia y con voluntad.
Pero, como siempre, tú decides.
Te dejo con tus reflexiones…
sábado, 26 de noviembre de 2016
Aprender a olvidar
En mi opinión, hay muchas cosas que por nuestro propio bien -por nuestra tranquilidad personal y emocional- sería muy conveniente olvidar deshaciéndonos de ellas urgentemente una vez extraída la lección implícita que todas las cosas que nos suceden traen para nosotros.
Olvidarlas, borrar hasta la última huella de su paso por nuestra vida, deshacernos de su influencia, liberarla y liberarnos.
Ya habrás escuchado esta frase: “NOS RESULTARÍA MUCHO MÁS FÁCIL OLVIDAR LAS COSAS DESAGRADABLES SI NO INSISTIÉRAMOS TANTO EN RECORDARLAS”.
En muchas ocasiones es como si nos repitiéramos machaconamente “Que no se me olvide que lo tengo que olvidar”. Un contrasentido. Pero así de torpes somos en demasiadas ocasiones, unos absurdos teóricos que saben la regla que tienen que aplicar pero no la aplican. Una gran torpeza por nuestra parte.
He escuchado a algunas personas decir que persisten en no querer olvidar una cosa porque quieren tenerla presente para no volver a repetirla. Esto estaría muy bien si se quedasen sólo con la foto del hecho histórico, solamente con lo que pasó, pero en cambio –en mal cambio- mantienen el hecho y además todo lo negativo que aportó ese hecho. No se quitan la espina para recordar cuánto duele una espina clavada. Absurdo también.
Deberíamos confiar en que somos lo suficientemente inteligentes como para darnos cuenta de que algo que nos hizo mal –o algo que hicimos mal-, no necesita seguir martirizándonos, sino que con saberlo y haberlo aprehendido dentro ya es suficiente.
Recrearnos masoquistamente en el mal no aporta nada que sea bueno o beneficioso y en cambio –también en mal cambio- nos ata a una sensación dolorosa de ser víctimas o culpables, cuando no somos ni una cosa ni otra sino simples actores de un papel en el mundo.
Olvidar es sano y libera, porque nos exime del peso del asunto.
Olvidar no es de cobardes, sino de sensatos.
Mantenerse en el dolor –sea el que sea- es una autoagresión y una injusticia.
Aprender a olvidar es aprender a liberarse, es aceptar que uno es humano –y eso le da derecho a equivocarse-, y que trata con otros humanos -que también tienen derecho a equivocarse- ,y que las cosas no siempre suceden como uno quisiera y que los otros no siempre se comportan como sería deseable, y liberarse es comprender que la vida está compuesta por momentos buenos –que conviene multiplicar y disfrutarlos todo cuanto se pueda- y momentos menos agradables -que hay que pasar y dejar que vayan al olvido-.
¿Cómo se hace para olvidar?
DESAPEGÁNDOSE DEL ASUNTO.
DANDO PERMISO PARA QUE SE VAYA, DICIÉNDOLE QUE YA SE APRENDIÓ LO QUE HABÍA QUE APRENDER.
ANALIZÁNDOLO OBJETIVAMENTE.
DESDRAMATIZANDO LOS SUCESOS.
COMPRENDIENDO Y ACEPTANDO.
NO INSISTIENDO EN EL RECUERDO.
RECONOCIENDO QUE ERA SIMPLEMENTE UNA EXPERIENCIA.
NO IMPLICÁNDOSE MÁS DE LO NECESARIO.
CAMBIANDO EL PENSAMIENTO POR OTRO CUANDO SE PRESENTE.
Que cada uno utilice el método o los métodos que considere adecuado o adecuados a su caso. Y que añada los que les sean útiles. Cada uno se conoce –o se debería conocer- y sabe qué es lo que mejor le puede funcionar.
Por cierto, hemos hablado de olvidar lo malo, pero lo bueno, si no causa dolor su ausencia, está bien mantenerlo sin olvidarlo.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco De Sales
buscandome.es
viernes, 25 de noviembre de 2016
DIME QUE TE DUELE Y TE DIRÉ QUE NECESITAS PERDONAR
Para vivir plenamente, debemos aprender a
escuchar lo que dice nuestro cuerpo. La primera vez que me percaté de ello fue
al leer el espectacular libro de Louise L. Hay “Sana tu vida”, luego, fui
descubriendo que en diferentes filosofías y tendencias sobre el pensamiento y
crecimientos personal y espiritual -como la metafísica, la programación
neurolingüística, terapia gestalt, theta healing, ressonance patter, reiki ,
bioenergía y hasta en el yoga- se explica que, aún cuando en algunos casos las
enfermedades se deben a un gen, la mayoría de las personas sufren y padecen
males porque, acumulan resentimientos, odio, cólera, furia,
viven aferrados al pasado y a las ideas del pasado, cargan cólera, odio,
tristeza, viven para complacer a los demás o según los patrones establecidos
como correctos, no se aceptan a sí mismos y carecen de amor propio de manera
incondicional, cargan sentimientos de culpa, frustraciones, resentimientos y
demás emociones que surgen a través de los pensamientos que no controlan y que llega
un momento en el que el cuerpo dice, pues esto tiene que salir por algún lado y
es a través de cantidad de síntomas o enfermedades,
que no es más que el cuerpo hablando, porque aunque un médico nos revise y nos
medique hay padecimientos que se prolongan y en buena parte puede deberse a que
hay que ir a la raíz de lo que está provocando el mal para poder erradicarlo.
Todos creamos nuestras experiencias a través de
los pensamientos que decidimos hacer nuestros y a través de
estos surgen los sentimientos que nos llevan a las acciones y de ahí a los
resultados. Solo que muchas veces, al negarnos a que esto es así de simple como
te lo digo, negamos nuestro poder culpando a otros de nuestras frustraciones.
De hecho nuestra vida no es más que un reflejo de nuestro estado mental; si en
nuestra mente hay paz, armonía y equilibrio, entonces nuestras vidas pueden
solamente ser armoniosas, pacíficas y equilibradas. Y si tenemos pensamientos
negativos ya sabemos qué es lo que pasa.
Nuestro cuerpo es sabio y habla,
por eso hay que aprender a escuchar qué es lo que nos quiere decir, para, desde
ahí, ir a la situación que nos genera malestar sanarla y vivir sin hacernos
tanto daño. Muchas veces el cuerpo grita lo que la boca calla, y entonces la
cosa estalla en situaciones nada agradables. Afortunadamente, cantidad de
tendencias y hasta estudios médicos han confirmado que podemos prevenir o bien,
sanar, si identificación la situación que ocurrió en el paso o los sentimientos
que cargamos y que no nos permiten avanzar.
De acuerdo a la parte del cuerpo donde se
presenta el signo, habrá una explicación emocional para el mismo. Quienes han
estudiado el tema por años, afirman, ya que estoy convencido de que te vas a
identificar con alguna de las causas:
Por ejemplo muchas veces una gripa
representa lágrimas no lloradas o reprimidas y éstas buscan salir por donde
sea; mientras que si te duele la garganta, es porque tienes
cosas pendientes de decir, no eres capaz de comunicar tus aflicciones. El cuello
representa tu flexibilidad como persona; el dolor en los tobillos,
el avance o la resistencia que tienes ante la vida. Quienes usan lentes o
tienen problemas para escuchar es porque cosas que ven o
escuchan que no les son agradables. Los problemas estomacales
hablan de la convivencia y además la habilidad para digerir las situaciones.
Otra parte del cuerpo que recibe muchas de nuestras emociones es la espalda.
Según los expertos, las molestias en la espalda baja usualmente reflejan
preocupaciones económicas o sensación de falta de apoyo, la espalda alta cuando
presenta molestias nos dice que estamos cargando cosas que no nos corresponden.
Más ejemplos: se dice que si tienes problemas con
tus muslos es relacionado con lo que los demás esperan de ti o
lo que crees que esperan los otros de ti; si la situación es con las pantorrillas,
está vinculado a lo que yo espero de mí mismo. En el caso de las rodillas,
tiene que ver con cómo articulo las expectativas externas y las internas, se
dice también que es cuando tu orgullo no se doblega. Si se trata de los tobillos,
la situación es cómo vinculo mis expectativas con la realidad; mientras que más
abajo, relacionado con los pies, habla del apoyo, soporte y
equilibrio. Si te duele la frente, es relacionado con la
manera en la que enfrentas el mundo. Los problemas del corazón
son relacionados con problemas emocionales básicos, de afectos primarios. Y,
depende de la manera en la que asimiles el mundo, sufrirás de problemas con los
dientes y encías. El dolor de cabeza deprime
cuando las dudas aumentan, las uñas se quiebran cuando las
defensas están amenazadas, la presión arterial, sube cuando el
miedo aprisiona.
Entre otros, se dice también que si acumulas un
volumen excesivo en las caderas, quizá estés cargando con
sentimientos de culpa o deseos de vergüenza o con un miedo residual a
agresiones sexuales que convertiste en peso para protegerte.
Ahora bien, también influye el lado del
que sientes los padecimientos:
El lado izquierdo es el lado
receptivo, maternal y femenino del ser. El derecho
es el lado masculino, con empuje, orientado hacia el exterior,
hacia el mundo. La tendencia podría indicar un rechazo dentro de ti de los
aspectos masculinos o femeninos, y una necesidad de auto-perdonar, sanar,
conciliar o de identificar la persona que activa esto en ti.
De acuerdo al abordaje en Bioenergética,
también se explican los síntomas que se manifiestan en los seres humanos de
acuerdo al Primer principio es el de la lateralidad.
En el lado izquierdo del cuerpo se reflejan las relaciones familiares
significativas: padre, madre, hermanos, hijos. En el caso del lado derecho, se
muestran las sociales: vecinos, pareja, amigos, trabajo. Esto quiere decir, que
dependiendo del lado donde se presenta el síntoma, hay que revisar una
vinculación familiar o una social.
Existe un modelo de relación entre las emociones
y los síntomas físicos desarrollado por el hipnoterapeuta John
Kappas que nos puede dar también de lo que puede estar sucediendo en
el plano emocional cuando desarrollamos ciertos síntomas en áreas específicas
del cuerpo.
Por ejemplo, el especialista menciona el síndrome
del llanto, que involucra el plexo solar hacia arriba, el pecho, la
cabeza y la nuca y está relacionado con la incapacidad de tomar una decisión
con respecto al acto de otra persona o por un condicionamiento anterior que
dificulta la toma de decisiones. Su característica más común es el dolor de
cabeza. A causa de la frustración generada por la indecisión, el cerebro ordena
al cuero cabelludo tensarse lo que produce dolor. A veces la tensión es tan
severa que comprime las venas y produce migraña. Otro de los síntomas muy
reconocibles de este síndrome son: la cristalización de los ojos, la relajación
de los conductos lacrimales que gotean continuamente en los ojos, la congestión
de los senos nasales, la contracción de los músculos de la garganta, la presión
gástrica sobre el pecho, la tensión de los músculos de las mandíbulas o apretar
los dientes.
Cada una de estas reacciones físicas puede estar
asociada con una causa emocional o mental. Así, según esta teoría, la presión
en la cabeza representa la incapacidad de tomar decisiones; los ojos
lacrimosos y la congestión de los senos nasales
simbolizan negarse a ver la situación que causa la indecisión; la contracción
de la garganta, la tensión de los músculos de las mandíbulas o apretar los
dientes es un resultado de negarse a hablar del tema de indecisión.
La indecisión puede convertirse
en frustración y ésta en melancolía, depresión y finalmente inercia. La
indecisión crónica se puede clasificar como problema mayor en nuestra sociedad
actual de movimientos rápidos, en particular en personas de edad comprendida
entre los quince y los treinta y cinco años.
Cuando las áreas afectadas son los hombros,
la parte superior de la espalda y de la columna,
se ubican dentro del síndrome de la responsabilidad. Esto
ocurre cuando los motivos psicológicos son excesiva responsabilidad, temor al
peso de la responsabilidad o negligencia, no aceptación o no asunción de
responsabilidad.
Cuando las áreas afectadas son las ingles,
el estómago y la parte baja de la espalda, esto es debido al síndrome
de culpa y frustración sexual, que se presenta por la culpabilidad sexual
relacionada con la religión, sentimientos de culpas por infidelidad y
promiscuidad, sentimientos de incapacidad sexual, temor a agresión sexual y
demás. Los síntomas pueden ser calambres gástricos, estreñimiento, acidez,
dolores menstruales excesivos, menstruación demasiado abundante o ausente,
infecciones vaginales o cistitis, presión o dolor en la próstata o los
testículos y problemas de riñón.
Y por último, el especialista señala el síndrome
de lucha o alcance, en el cual, las áreas afectadas son los brazos,
las manos y los dedos. Las causas psicológicas son la necesidad de expresar,
con la correspondiente negación o supresión de esa necesidad, la incapacidad de
alcanzar lo que uno desea por falta de autoestima y un importante sentimiento
de profundo rechazo por querer alcanzar metas inalcanzables. Los síntomas son
verrugas o pequeñas ampollas.
El segundo principio es el de
verticalidad, según el cual en cada zona del cuerpo se reflejan
diferentes aspectos. En la cabeza, se mira lo abstracto, las ideas, lo
fantástico. En esta parte del cuerpo tengo mi identidad, mi ego, mi
imagen. Los síntomas entre cuello y cintura, pueden estar vinculados a la
vitalidad y a los afectos. “Allí tengo los órganos que necesito para estar
vivo, como el corazón y los pulmones”. Entre la cintura al vientre (parte
baja del tracto digestivo), se manifiestan los temas que tienen que ver con los
desechos, eso que no sirve o no es nutritivo, eso que debe permanecer poco
tiempo en el cuerpo.
Los temas de identidad sexual, pasión, capacidad
de trascender, miedos y profundos sentimientos se manifiestan en la zona de los
genitales. Las piernas hablan del soporte, el contacto con la realidad y
con lo concreto. Mientras que los brazos son los que le permiten a las personas
proyectarse al futuro, sin perturbar si equilibrio. Con ellos, se puede colocar
distancia o acortarla.
De acuerdo al especialista consultado, para
realizar el trabajo desde el abordaje de la Bioenergética, es
necesario construir la historia de vida con el paciente y revisar desde allí y
desde la observación, cuáles son los bloqueos energéticos que
tiene la persona, para poder trabajarlos y desbloquearlos con ejercicios
terapéuticos.
Muchas veces el cuerpo grita
lo que la boca calla, y entonces… Tus dolores callados, ¿cómo hablan en tu
cuerpo?
Por -Christopher Barquero- vía Consejos del Conejo
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