viernes, 18 de noviembre de 2016

¿De qué va la vida?


Creo que lo he entendido.

Esto va de sonreír aunque duela. De casi fingir que es hasta que sea… De cerrar la puerta al pasado y sólo dejar pasar lo aprendido, lo intuido y lo soñado si aún te conmueve.

Va de saltar al vacío y confiar. De apurar el día hasta que llega el momento de apurar la noche… De mirar siempre a los ojos y afrontar el reto…. De destruir todos tus escondites para cuando el miedo te tiente a retroceder y no dar la cara.

Va de descubrir que el único refugio eres tú mismo.

En el fondo lo sabía, supongo…

Hasta que no te des cuenta de que mereces que te traten bien, aparecen en tu camino mil personas que te tratan mal… 
 
Repites la prueba, una y otra vez, hasta que la pasas, hasta que levantas la cabeza y dices basta y percibes tu valor.

Esto va de derribar muros, de tender manos. Va de abrazos y de palabras, de escuchar y mutar de piel cuando escuchas y ocupar zapatos ajenos para poder contemplar el mundo de mil formas.

Va de aprender cuándo debes ser un camaleón y cuándo mostrar el brillo de tus alas.

Va de desaprenderlo todo y quedarte con lo que te reconforta y lo que te reta a seguir…

Ya lo veo, ahora me doy cuenta.

Es cuando dejas de ocultarte de la sombra que sale el sol.

Cuando lo sueltas es cuando lo alcanzas…

Cuando dejas de necesitarlo,  aparece. Viene a ti, lo ves y lo notas. Sólo lo alcanzas cuando tienes claro que siempre te ha pertenecido… Si es que algo nos pertenece aunque sea un rato…

Esto va de bailar imaginando la música y caminar dibujando el camino.

Sólo cuando decides que vas a aflojar tu exigencia, cuando vas a aceptar tu imperfección maravillosa, cuando vas a amar al mundo tal como es… Entonces desaparecen las ataduras, las pesadas corazas, la hormas rígidas a las que amoldarse…

Esto va de ver tan claros tus sueños que se conviertan el realidades. De darle la vuelta a todo y aferrarse a lo bueno para eternizarlo, para que se te quede tan dentro que ya nunca puedas perderlo… Va de perder para poder descubrir qué te queda, qué buscas, qué necesitas.

Sólo cuando te da igual el premio, eres capaz de ganar la carrera llegando el último.

Si dejas de perseguir lo efímero, empiezas a ver lo sustancial, lo esencial.

Esto va de atesorar tus fracasos y tropezar mucho hasta darte cuenta de que no se trata de no cometer errores sino de entenderlos, abrazarlos, amarlos.

Y a medida que caminas, amas cada paso. Porque esto llamado vida va de andar, aunque no se vea el final o lo que buscas te quede muy lejos.

Porque consiste más en encontrar que en buscar.

Sólo cuando cierras esas puertas a las que estás amarrado, se abre el techo y pasas al siguiente nivel.

Esto va de levantarse y topar con una cara amarga y reírse.

Va de acordarse de cada beso y cada arañazo. De nadar entre tiburones y sembrar entre plantas carnívoras… Y reírse, otra vez, con más intensidad.

Que no te importe si no les importas. Que no te moleste si no te ven o no quieren verte.

Va de caer y alzarse a tientas… De cantar para espantar los males…

Porque es cuando empiezas a fluir que todo parece más fácil…

Esto va de llorar para vaciarse de miserias… Y reírse, hasta que se oiga al otro lado de tu conciencia esa risa pegajosa y sepas que puedes.

Cuando renuncias a lo que te limita, eres capaz de crecer, de evolucionar, de aumentar de tamaño.

Esto va de besar y seguir remando cuando las olas te escupen rabia en tu cara y el viento zarandea tu barca hasta que pierdes el sentido. Y de saber cuándo dejar de remar y dejar que el viento te lleve…

Va de quemar naves para no estar obligado a quedarse en tu vida, para cambiarla si no te gusta.

De vencer  sin pelear, con palabras y conciencia, de  llevar la contraria cuando nadie más se atreve. Va de ser tú mismo hasta las últimas consecuencias… Sin sufrir, sin amargar, sin sujetarse al dolor y quedarse atrapado en él.

Esto va de rodearte de personas que hacen magia. Que te guían para que veas tus errores pero que nunca  te permiten morar en ellos…


Esto va de amar.

Merce Roura
https://mercerou.wordpress.com

jueves, 17 de noviembre de 2016

No, no están solos

 
“¡Cuántas de las inquietudes y angustias experimentadas por los humanos provienen de que tienen la sensación de haber sido lanzados al mundo como a un desierto en el que se encuentran solos, perdidos, sin nadie que pueda responder a sus preguntas, a sus peticiones! 
En realidad, no, no están solos, y se darán cuenta de ello el día en que tomen conciencia de que forman parte de un todo, de que este todo está vivo y que, puesto que está vivo, pueden tener sin cesar intercambios con él: si hablan, siempre hay en alguna parte criaturas que les oyen y que les responden.

Recibimos respuestas sobre todo lo que hacemos, decimos o preguntamos: confirmación o refutación, aprobación u oposición. El mundo invisible está continuamente presente ahí, a nuestro alrededor. Nos mira, nos escucha y siempre nos da respuestas
Su lenguaje, muy diferente del nuestro, no es fácil de comprender. Pero nos responde indirectamente bien sea a través de un ser humano, de un animal, de un fenómeno de la naturaleza o de un olor, de un sonido… éstos ignoran, sin duda, que son portadores de un mensaje, pero somos nosotros quienes debemos interpretarlo.
 Omraam Mikhaël Aïvanhov

Cómo enfocarte para dejar de perder el tiempo


El tiempo es uno de esos factores que tiene el poder de atormentar almas, por su inmensidad y al mismo tiempo por su finitud. A veces parece como si jamás alcanzara, como si los días y las horas se hubieran acortado y nunca fueran suficientes para completar todo lo que tenemos que hacer. Tenemos la sensación de que los minutos se filtran como gotas de agua entre los dedos y no podemos hacer nada al respecto.
A diferencia de lo que muchos creen, gran parte del tiempo que perdemos, lo perdemos trabajando o realizando alguna de esas actividades que llamamos “productivas”. Esto se debe a la falta de enfoque: aunque hacemos la tarea, nuestro estado de dispersión nos lleva a que tardemos más de lo necesario en completarla.
“Nacemos para vivir, por eso el capital más importante que tenemos es el tiempo…”
Facundo Cabral

De una manera o de otra, la consecuencia de esa percepción de que el tiempo no alcanza es un estado de angustiaAparece una tensión entre la forma en la que avanza el reloj y la necesidad de cumplir con los objetivos propuestos. En esas condiciones, también pueden aparecer los bloqueos y los errores que no hacen más que incrementar la tardanza.

La falta de tiempo y las acciones compulsivas

Hay todo un conjunto de acciones compulsivas que realizamos día a día y que consumen buena parte de nuestro tiempo. Dentro de ellas se pueden mencionar algunas muy usuales como esa manía de mirar el móvil cada cinco minutos. Lo más probable es que no encontremos nada nuevo, o que si lo hay no sea relevante, pero a veces no podemos evitarlo.

También es muy frecuente que algo similar se haga con algunas páginas en el ordenador. Cuando revisas, hay más de 20 o 30 visitas a una web o a una red social, la mayoría de los cuales no encontramos información que sea novedosa y además relevante.
Cada uno tenemos nuestro repertorio de acciones compulsivas o repetitivas. Algunos simplemente interrumpen su labor para dejar volar su fantasía, para mirar a su alrededor o para hacer cualquier cosa que desvíe su foco atencional de la tarea principal que realizan.
Precisamente por ser compulsivas, estas acciones son inconscientes. Se realizan sin pensar y en ellas se va buena parte del tiempo. Responden a una dificultad para concentrarte, a la ansiedad o a una estrategia de trabajo deficiente.

La sobrecarga emocional y el tiempo

Las dificultades emocionales también nos quitan más tiempo del que suponemos. Además, también nos restan disponibilidad y motivación para enfocarnos en nuestros objetivos. Los problemas no resueltos suponen una carga emocional que se traslada silenciosamente a todo lo que hacemos.

Todos hemos dejado una tarea por resolver, ya sea por un motivo o por otro, y esta ha tomado vida propia en nuestra mente. Desde ese momento, de forma repetitiva y anárquica, ha invadido el espacio de nuestra conciencia. De ese pensamiento han nacido estados de ansiedad que nada tenían que ver con la situación en la que te encontrabas en ese momento.
►Los conflictos sin resolver pesan durante en el día a día. Inciden severamente en nuestra capacidad de concentración, ya que son como ruidos molestos que dan falsas treguas y aparecen en los momentos más 'oportunos', estropeando situaciones placenteras. Finalmente, te teletrasportan al pasado o al futuro, dejando a un lado las sensaciones que emanan de tu situación actual.

Enfocarte para ganar tiempo

El tiempo, o mejor dicho su percepción, es una dimensión esencialmente psicológica. Corre o deja de correr, en función de lo que sientas o de lo que estés pensando. Un minuto es interminable en el dentista y pasa en un suspiro cuando estás en una situación agradable. Y precisamente al estar tan influenciado por lo que hay en la mente, resulta susceptible de administrarse de una manera más racional.
Para enfocarte y manejar mejor el tiempo, lo primero es reconocer y aceptar que siempre tendremos algo pendiente que hacer. Eso no debe ser fuente de angustia, sino que se tiene que mirar como una característica inmanente a la propia vida. Sabiendo esto, lo que sigue es idear una metodología que combine actividad y pausas. La dispersión es también una respuesta al cansancio y se ha comprobado que el cerebro comienza a fatigarse después de 25 minutos de atención sostenida en una única actividad.

Además de esto, es importante que en los momentos en los que no estés trabajando realices actividades creativas. El tiempo de ocio es tan o incluso más importante que el mismo tiempo de trabajo. Comprende todos esos lapsos de libertad, en los que puedes liberar tensiones y renovar tu energía emocional.
No desperdicies esos valiosos ratos en actividades repetitivas, como ver televisión. Tampoco inviertas todo tu descanso en situaciones que te saturen o te emboten: eso no te permite descansar de verdad. Para aprovechar mejor tu tiempo de trabajo, aprende a disfrutar de un descanso de alta calidad. Así sabrás enfocarte en lo importante y lo harás además con mayor acierto.
Edith Sánchez
https://lamenteesmaravillosa.com
Imágenes cortesía de Tomasz-Alen-Koper, Flora Borsi

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Yoga y meditación, un mismo sendero

Cuando comprendemos que la meditación no es sólo algo que se intenta durante la postura del loto sino que empieza desde la primera respiración de nuestra práctica, entenderemos también que dicha práctica no ocurre solo un día o dos a la semana, sino que comprende todos los minutos de nuestra vida consciente. 


Tanto la palabra yoga como la palabra meditación podrían entenderse como sinónimas en muchos aspectos. Si bien la meditación (dhyana) está descrita por Patanjali, autor del primer tratado sobre yoga, como una parte del yoga que se refiere al control mental (samyama), cabe entender también que el auténtico yoga, cuyo significado es unión, ha de integrar todos sus aspectos al unísono. De este modo, la meditación no sería una parte o nivel del yoga, sino uno de sus fundamentos constitutivos en todo momento de su práctica. Una vez introducida esta cuestión, prioritaria a la hora de entender ambos conceptos, pasemos a ver ahora sus aspectos más significativos.
A menudo, la práctica del yoga en Occidente se ha vinculado especialmente al hatha yoga, entendido éste solamente como yoga físico, cuya finalidad principal sería el ejercicio en el dominio de las asanas (o posturas). El maestro Osho afirmó que el yoga físico es, si acaso, una mera introducción, un aperitivo, de todo lo que el yoga tiene que ofrecernos. No obstante, el dominio y control de las posturas no aportaría nada si no hubiese una mente encargada de conducir todo el proceso. Es así la mente el elemento clave en la práctica ordinaria del yoga. La mente que es observada y la mente que a su vez observa y dirige al cuerpo. La labor del yogui será la de ir posicionándose en un nivel de testigo tanto del cuerpo, como de la mente e incluso del ser (atman).
El maestro B. K. S. Iyengar, fundador del yoga Iyengar, ampliamente difundido en Occidente, señaló en una ocasión que la postura más difícil de lograr es la del cadáver (savasana). Esta pequeña ironía encierra una gran verdad, pues una postura que consiste en quedarse tumbado completamente sobre el suelo –como un cadáver- supone una dificultad extrema para el observador, puesto que los focos de tensión que le sirven como referente para llevar la atención quedan suprimidos (relajados) y la atención mental ha perdido todo punto de referencia.
Tanto la postura como pranayama (el control de la respiración) son precisos soportes para enfocar la atención. El elemento fundamental de todo yoga es la atención, el tomar conciencia, la observancia. Si no olvidamos esto, cualquier estilo de yoga y cualquier aspecto que remarquemos del mismo serán igualmente correctos. La atención se irá volviendo espontánea, no forzada. Completamente natural. El hecho fundamental que el yoga investiga es esto mismo, la atención, nuestra capacidad de ser conscientes, la Conciencia, el Ser. Por ello, la atención irá naturalmente hacia ella misma, hacia su estado autoconsciente.
El cuerpo es el templo que guarda nuestro espíritu. No somos sólo un cuerpo, pero el cuerpo está ahora en nosotros, por tanto, prestarle atención es algo natural, así como cuidarlo y respetarlo, todo ello será una forma sabia de entender la vida.
Como hemos apuntado, el yoga es el arte de la unión, y por tanto se trata de ir uniendo todas las dimensiones que tienen lugar en nosotros. La dimensión física y la dimensión mental o emocional son interdependientes, y no se puede trabajar la una sin la otra. Observar una postura es observar lo que en ella sucede: pensamientos, emociones, sensaciones… La clave del yoga va mucho más allá del control y tiene mucho más que ver con la escucha atenta. Una vez que vayamos familiarizándonos con esa forma de práctica, podremos realizar un trabajo yóguico integral.
Una vez que la meditación no es sólo algo que se intenta durante la postura del loto sino que empieza desde la primera respiración de la sadhana (práctica), iremos viendo el verdadero significado tanto del yoga como de la meditación y comprenderemos finalmente también que dicha práctica no ocurre solamente durante un periodo de tiempo al día o a la semana, sino que comprende todos los minutos de nuestra vida consciente. He aquí cuando el practicante de yoga es, ciertamente, un yogui.

José Manuel Martínez Sánchez
http://www.yogaenred.com/

martes, 15 de noviembre de 2016

Que nadie te diga quién eres…


Ya basta de aceptar chantajes.
Nos encoge, nos deprime, nos arruga. No tiene sentido.
A menudo, estamos tan acostumbrados a aceptarlos que ni tan siquiera nos damos cuenta de que nos chantajean. Los llevamos incrustados, incorporados a nosotros y aceptamos los pensamientos ajenos como si fueran propios. Entramos en su lógica y la convertimos en propia.
Aceptamos algo que nos duele, nos escuece, nos denigra… Y lo hacemos porque si no, sabemos que esa persona no nos dará aquello que queremos, que creemos que necesitamos. Entramos en el juego y nos columpiamos en él. Dejamos que nos tenga sujetos, ahogados, asfixiados y pendientes… Dejamos que nos ate por algo que pensamos que nos pertenece, para evitar que se enfade, para que no nos recuerde lo infames que somos y lo poco que nos queremos a nosotros mismos. Le dejamos hacer porque tememos enfrentarnos a él y encontrarnos con nosotros mismos…
Nos acostumbramos a no preguntarnos si realmente merece la pena… La respuesta es nunca, porque no hay nada que valga la pena para que nos quedemos atados al  sufrimiento.
Nada que te ate ahora, te liberará mañana. ¿Sabes por qué? porque mañana ya serás esclavo porque creerás que lo eres, porque habrás cedido tu voluntad. En tu mente, te habrás encogido y recortado los sueños, te habrás resignado a no ser, a no sentir, a no intentar. Lo que hoy te hace daño, no te conviene. Lo que te hace sufrir en el presente, no te hará feliz en el futuro…
Cedemos libertad al chantajista a cambio de facilidad, de comodidad y por qué no, de ingenuidad, ya que hemos reducido tanto nuestro mundo que llegamos a pensar que eso que nos da él o ella no lo podemos conseguir por nosotros mismos…La vida está llena de oportunidades que no se ven desde una jaula con barrotes gruesos…
Si es un regalo, es a cambio de nada.
Si no lo es, el intercambio debe ser justo y nunca indigno.
Y no, no vale la pena, porque al aceptarlo, se te escapa la vida.
Muchas veces no sabemos decir no a un chantaje emocional porque hemos estado sometidos a él sin tregua desde siempre. Porque hemos crecido en él y no hemos conocido nada más… Como haber nacido en una cueva oscura y pensar que ese pequeño espacio es el mundo entero…
Hay quien nos chantajea por amor y quien lo hace por miedo. Quien nos quiere encadenar para que no corramos peligros reales o ficticios y quien nos quiere apagar para que no brillemos… En ambos casos, nos someten a su forma de ver la vida, nos recortan como seres humanos porque no nos dejan crecer y nos hacen creer que no existe alternativa.  Y eso puede significar que, puesto que no hemos conocido nada más, corramos el alto riesgo de repetir ese comportamiento e ir por la vida recortando a otros. Haciendo que sus vidas sean minúsculas, que se acostumbren también ellos a ver la vida a través de un cristal opaco, a pasar por un embudo cada vez que sueñan algo… A tamizar sus sueños por un embudo como hacemos nosotros porque hemos aprendido que sin sufrir o perder algo no podemos aspirar a nada… Porque nos creemos que hay cosas que no merecemos si previamente no nos rebajamos a aceptar algo que no deseamos…Un precio demasiado alto por no ser capaces de arriesgar un poco, ¿verdad?
Los chantajistas emocionales precisamente nos piden que nos encerremos, que nos aferremos a la rutina de una relación tóxica pero conocida, porque más allá la incertidumbre es insoportable.
La única forma de no ceder al chantaje es disponerse a pasar un poco de frío. Enfrentarse al miedo, a una soledad necesaria, a la incomodidad de no saber qué pasará…Enfrentarse a uno mismo y aceptar que sabrás cómo hacerlo sin esa ayuda envenenada o sin esa influencia que te castiga. Apostar por ti y por tu fuerza, por tu capacidad.
Ceder al chantaje es mirarse al espejo y decirse a uno mismo que nunca podrá, que nunca sabrá ir más allá… Que no merece lo que desea si no acepta un castigo previo, una rebaja de sus expectativas…
Si lo aceptamos, nos convertimos en fantasmas. Asumimos que no hay más remedio que vivir en una caja cada día más pequeña y asfixiante… Reducimos nuestras posibilidades de crecer y explorar…Arrastramos una culpa que no existe.
¿Vale la pena? Esa es la pregunta… La respuesta casi siempre es no, nunca. Nada que nos puedan ofrecer a cambio de la dignidad nos conviene.
Ya sé que hay situaciones límite en la vida en las que nos aferramos a lo que sea para sobrevivir, para que a los nuestros no les falte lo básico… Incluso entonces, merecemos lo mejor, aún más si cabe, porque siempre somos personas dignas.
Insisto… ¿Vale la pena? Ser capaz de hacerse la pregunta ya es un triunfo, porque significa tener conciencia de lo que sucede, significa querer ser libre, significa tocar con las manos esa dignidad.
¿Por qué lo aceptas? la respuesta a esta pregunta nos indica que debemos cambiar si no queremos seguir con la situación… Piénsalo, ¿Por qué lo aceptas si no lo mereces? Tal vez, no nos guste enfrentarnos a ello, pero resulta indispensable para poner fin al sufrimiento y avanzar. El que consigue empezar a cuestionarse lo que pensaba que era un dogma, está más cerca de su conciencia. Sea cual sea la respuesta.
¿Por qué? reflexiona y hurga en ti lo suficiente como para que la respuesta, aunque duela mucho, te sirva de algo. Cambia el enfoque, mira qué esperas conseguir de verdad cediendo a ese chantaje y descubre por qué crees que vendrá de otra persona y no puedes encontrarlo en ti mismo… ¿Te ha pasado otras veces? ¿te has acostumbrado a vivir ese tipo de situaciones porque evitas algo? ¿qué pasaría si dices que no? ¿cargas con alguna culpa que te impida soltarte y seguir tu camino? ¿qué es lo que realmente te asusta?
Lo bueno nunca es a cambio de sufrimiento… Lo dulce no se mezcla con veneno… La felicidad no conlleva castigo ni culpa. No vale la pena… 
No regales el timón de tu vida, sé responsable de ella, trabaja para que sea tan maravillosa como mereces.
No sólo puedes salir de ese círculo vicioso, sino que además cuando lo consigas, saldrás de ahí más sabio, más fuerte, más elástico y mejorado… Sin carga ni remordimiento… Te encontrarás más cerca de ti y te conocerás mejor. Sabrás que puedes porque lo habrás hecho. Te darás cuenta de que nadie está por encima de ti, ni puede dirigir tu vida si no le das ese poder. No sueltes las riendas, no le des a nadie tus códigos para que apriete tus botones cuando quiera, no cedas el protagonismo de tu vida, no entregues tu voluntad, no cargues ninguna culpa, no contemples tu existencia con ojos ajenos…
Reenfoca tu vida. Abre las ventanas para que entre la luz… Sal del rincón y encuentra tu centro. Deja de ser la presa, sal de la telaraña y vuela… 
Tienes mucho poder, pero aún no lo notas, no lo ejerces, no lo sueñas. Puedes dar el vuelco a todo lo que te pasa con la intención y el empeño, puedes zarandear tu vida con sólo cerrar esa puerta y amarte…
Quédate a solas contigo y descubre qué te mantiene atado.
Cuando te ames de verdad, nadie te pondrá cadenas… Cuando aceptes la incertidumbre de la responsabilidad, llevarás las riendas.
No te mereces pagar ningún peaje por ser tú. Eres demasiado grande para vivir en una cueva… Brillas demasiado para apagar tu luz…
Vivir no duele siempre…
Decide tú.  Que nadie te diga quién eres ni qué sientes… Empieza a volar y sé sincero contigo, porque si no, te estás chantajeando a ti mismo.

Merce Roura
https://mercerou.wordpress.com