miércoles, 17 de agosto de 2016

Fortalezas y debilidades desde la Psicología Positiva‏



¿Qué se puede decir de las fortalezas y debilidades desde la Psicología Positiva? Las fortalezas es uno de los tópicos que más atrae a quienes se interesan en Psicología Positiva, ¿pero qué señala esta ciencia acerca de la relación entre las fortalezas y la salud psico-física? ¿Y las debilidades, aquellos aspectos de nosotros mismos que nos gustaría cambiar? Sin duda ambas deben ser atendidas pero por motivos diferentes. Veamos por qué.

Las fortalezas son patrones de pensamiento, sentimiento y comportamiento energizantes y genuinos para la persona, que le permiten poner en práctica su mejor desempeño. Son genuinos por ser característicos y descriptivos del individuo y energizantes por provocar entusiasmo y devolver una imagen positiva del sujeto.

Las fortalezas son rasgos que implican voluntad y salen a escena en variadas situaciones. Por ejemplo, el valor para tomar decisiones importantes y enfrentar situaciones aún sintiendo miedo, la amabilidad, el sentido del humor que en situaciones estresantes suele ser una válvula de escape. ¿Por qué implican voluntad? Porque para desarrollar o aprovechar fortalezas es necesario que la persona quiera trabajar en ello. Ésto las diferencia de las capacidades o el talento, que es tener facilidad para hacer algo como destacarse en algún deporte por ejemplo, donde si bien se puede entrenar debe existir una base innata.


¿Por qué nos cuesta tanto enfocarnos en las fortalezas?

Desde un punto de visita evolutivo, estamos predispuestos a mantenernos alerta ante posibles dificultades. Los problemas suelen ejercer una considerable en presión emocional. Este focalizarse sólo en lo que no hay o en lo que desearíamos cambiar, quita visibilidad a las fortalezas personales, esos que recursos propios con los que todos contamos.

Paralelamente, nuestra cultura nos dice que debemos ser humildes y que serlo significa no decir ni poner mucha atención en aquellos aspectos de nuestra personalidad que nos gustan y nos hacen sentir orgullosos. Sin embargo, el reconocerlos y aprovecharlos comprende numerosos beneficios.


Efectos sobre la salud

La Psicología Positiva, ha identificado científicamente las consecuencias que distintas fortalezas personales tienen sobre la salud psico-física. El identificar las propias fortalezas se asocia con tasas menores de depresión y mayores niveles de satisfacción. El humor, la valentía y la amabilidad (ver clasificación de Seligman y Peterson) se encontraron asociadas a un mejor y más rápido proceso de recuperación ante enfermedades. Niveles altos de optimismo, gratitud y perdón se traducen en tasas más bajas de ansiedad social. Sólo por citar algunos ejemplos.


¿Qué pasa con aquellos aspectos de la personalidad que nos significan un problema?

Recientemente compartí en las redes sociales, una metáfora bastante ilustrativa al respecto que el coach Robert Biswas-Diener incluye en su libro "Practicando Coaching de Psicología Positiva".

"Imagina que estás en el mar en un bote de vela. Pero, desafortunadamente, tienes una filtración. Llamemos a esa filtración 'tu punto débil'. Ahora, si tienes un mínimo de sentido común, no ignorarás ese punto débil, esa filtración, ¡porque te hundirás! Yo te animo a que atiendas esa filtración. De hecho, es crítico que lo hagas. En el mundo real nuestras filtraciones - nuestros puntos débiles - pueden hacernos zozobrar o hundirnos a menos que los atendamos. Entonces, sí, pon esfuerzo en detener esa filtración. Habiéndote encargado de ella debes entender algo muy importante: incluso si la detienes 100%, ¡todavía no serás capaz de llegar a ninguna parte! Son las velas de tu bote - tus fortalezas en este caso - las que en realidad te impulsarán hacia adelante. Debes encargarte de tu filtración para prevenir que te hundas, pero necesitas izar tus velas para aprovechar un viento favorable y moverte hacia adelante. Enfocarte sólo en tus fortalezas o sólo en tus debilidades no es suficiente."


Es interesante notar cómo el panorama cambia cuando de las metas a las que aspiramos o de las cosas que valoramos se trata. Ahí sí miramos hacia nuestros recursos internos, porque sabemos que son ellos los que necesitamos para alcanzarlas. Cuando logramos aprovechar y ponernos en sintonía con nuestras fortalezas sentimos que las cosas fluyen, entendemos y estamos conectados con el significado de lo que hacemos. 

La Psicología Positiva como ciencia no ignora las debilidades del consultante ni sus problemas, sino que ofrece una mirada nueva sobre cómo abordar al sujeto en su totalidad.

Psicología/Pilar Naveira

Siete secretos para rejuvenecer y vivir más tiempo



por: Deepak Chopra, M.D. 

Hace tan sólo unas cuantas décadas, la medicina convencional consideraba al cuerpo humano como una máquina cuyas partes quebrarían enfermarían inevitablemente hasta que ya no fuera posible repararlo. Como estudiante de medicina aprendí que las reacciones químicas aleatorias determinaban todo lo que ocurría en el cuerpo; mente y cuerpo estaban separados y eran independientes el uno del otro, y los genes determinaban  en gran medida nuestra salud y tiempo de vida.
La investigación científica actual está llegando a una comprensión radicalmente diferente: Mientras el cuerpo humano aparentemente está constituido por materia, en realidad es un campo de energía e inteligencia  conectado a la mente. Ahora sabemos que lo que  era considerado como una experiencia “normal” de envejecimiento –un descenso progresivo hacia la incapacidad física y mental – es en gran parte una respuesta condicionada. La mente influye en cada célula del cuerpo y por consiguiente el envejecimiento es fluido y cambiante. Puede acelerarse, retardarse, e incluso revertirse a sí mismo.
Hay muchos estudios que demuestran la profunda influencia de la mente y las creencias sobre el envejecimiento. Por ejemplo, un estudio de la Psicóloga Ellen Langer, Ph.D. de la Universidad de Harvard demuestra que los llamados signos irreversibles de envejecimiento, incluyendo el deterioro del sistema auditivo, de la visión, de la destreza manual, la fuerza muscular, y la memoria, podrían ser revertidos a través de cambios psicológicos en la conciencia y el aumento en la actividad física y mental.
A pesar de que todos nosotros tenemos predisposiciones genéticas, nuestra salud y envejecimiento no están predeterminados. Al tomar decisiones conscientes en nuestro comportamiento y aquello en lo que enfocamos la atención, podemos transformar las experiencias de nuestro cuerpo para disminuir la edad biológica. 
Estos siete pasos son caminos prácticos para conectar con tu reserva interna de energía ilimitada, creatividad, vitalidad y amor.

1. Cambia la percepción de tu cuerpo y del envejecimiento

La  percepción es un acto selectivo de atención e interpretación. Lo que experimentas como “la realidad”, incluyendo tu cuerpo físico y tu propio envejecimiento, está conformado por tus hábitos de percepción. Mientras la mayoría de la gente está acostumbrada a ver su cuerpo como una máquina biológica estática, puedes empezar a verlo como un campo de energía, de transformación e inteligencia que se renueva a sí mismo constantemente.
Empieza a notar tanto tu diálogo interno como la forma en que te expresas de tu cuerpo y de su envejecimiento. Si te encuentras diciendo cosas como, “Estoy llegando a la edad en que necesito lentes para leer”, “Estoy muy viejo para hacer yoga” (o alguna otra actividad) ”Heredé la  condición que tiene mi papá en su espalda” o algunas otras frases similares,  toma la decisión consciente de cambiar la perspectiva y forma en que hablas de tu cuerpo y edad.
Ten en cuenta que tus células  conocen lo que dices, así que a menos que desees tener la espalda de tu papá o cualquier otra cosa que sea “de familia” no alimentes esa semilla de intención en tu conciencia.
Una poderosa afirmación que puedes utilizar es: “Todos los días en todos los sentidos estoy incrementando mi capacidad física y mental”.

2. Reducción del estrés y meditación                           

La Meditación es una herramienta simple y poderosa que nos lleva a un estado de relajación profunda que disuelve la fatiga y el estrés acumulado que acelera el proceso de envejecimiento. Durante la meditación, la respiración se vuelve más lenta,  la presión arterial y ritmo cardiaco disminuyen al igual que los niveles de la hormona del estrés. Por su misma naturaleza, la meditación calma la mente y cuando la mente está en un estado de conciencia relajada, el cuerpo se relaja también.
Las investigaciones muestran que quienes meditan regularmente tienen menor tendencia a la hipertensión,  enfermedades del corazón,  ansiedad y otras enfermedades relacionadas con el estrés que aceleran el proceso de envejecimiento. Además, nuevos estudios han encontrado que la meditación restaura literalmente el cerebro. Un innovador estudio  reciente llevado a cabo por el Hospital General de Massachusetts, hizo noticia al mostrar que ocho semanas de meditación no solo ayudan a que la persona se sienta más tranquila, sino que también se produjeron cambios en  diversas áreas del cerebro, incluyendo el crecimiento en el lóbulo asociado a  la memoria, la empatía, el sentido de sí mismo y la regulación de la tensión y estrés. 
Este estudio se suma al extenso campo de investigación sobre la sorprendente plasticidad del cerebro y su capacidad para crecer y cambiar en cualquier etapa de la vida. Nosotros podemos cultivar la fuerza y poder del cerebro y mantener una mente joven desarrollando una práctica regular de meditación.
Cómo iniciar la meditación: usualmente recomiendo que las personas aprendan una práctica tradicional de meditación con un instructor calificado. De esta manera,  sabes qué hacer en cualquier momento de la meditación y con cualquier experiencia que se presente. A menudo cuando se intenta aprender por su sí mismo o con un libro, se aprende incorrectamente y pronto se dan por vencidos debido a la frustración, porque no están experimentando los beneficios esperados. Para quienes estén interesados, The Chopra Center ofrece  instrucción en Meditación con Sonido Primordial,   práctica sencilla y natural que se remonta a miles de años atrás en la Tradición Védica de la India.

3.  Sueño tranquilo

Lograr un sueño reparador es clave esencial para mantenerte sano y  vital. Esto es frecuentemente descuidado y menospreciado. Incluso hay una tendencia en algunas personas de jactarse de cómo pueden sobrevivir con tan pocas horas de sueño. En realidad, la falta de sueño reparador altera el equilibrio natural del cuerpo, debilita el  sistema inmunológico y acelera el proceso de envejecimiento.
Los seres humanos generalmente necesitan entre seis y ocho horas de sueño reparador cada noche. Sueño reparador significa que no tengas necesidad de tomar medicamentos o alcohol para  dormir, sino que fácilmente puedas dormir al acostarte, apagar luces y dormir más profundamente durante toda la noche. Si te sientes enérgico y vibrante cuando te despiertas, es que has tenido un sueño tranquilo y reparador; si te sientes cansado y sin entusiasmo, es que no lo has tenido.
Puedes obtener la más alta calidad del sueño manteniendo tus ciclos de sueño en sintonía con los ritmos del universo, conocidos como ritmos circadianos. Esto significa ir a la cama a las 10 p.m. y despertar a las 6 a.m.
Lo ideal es ingerir una comida ligera en la tarde, antes de las 7:30 p.m si es posible, para que tu sueño no sea perturbado  por la digestión. Puedes tomar un pequeño paseo después de la cena e irte a acostar a las 10 p.m. 
También es muy útil descargar todos tus pensamientos del día en un diario antes de ir a la cama para que la mente no te mantenga despierto.          

4. Nutre tu cuerpo con comida saludable

Hay comidas “muertas” que aceleran el proceso de envejecimiento, y otras que renuevan y revitalizan el cuerpo. Algunos alimentos que hay que eliminar y minimizar incluyen los enlatados, congelados, procesados en el microondas y los alimentos altamente procesados. Enfócate en comer una variedad de comida fresca y recién preparada.
Una forma simple de asegurarte de tener una dieta balanceada, es incluir los seis sabores (dulce, salado, ácido, picante, amargo, astringente ) en cada comida. La típica dieta americana tiende a estar dominada por los sabores dulce, ácido y salados (los sabores principales de la hamburguesa). Sí necesitamos esos sabores, pero pueden alentar el metabolismo especialmente si se ingieren en exceso.                           
Los  sabores picantes, amargos, y astringentes son antiinflamatorios e incrementan el metabolismo. Estos sabores se encuentran en alimentos como rábanos, jengibre, mostaza, chiles, espinacas, champiñones, té, lentejas y lechuga, entre otros.                        
Junto con estos seis sabores llena tu plato con los colores del arcoíris lo cual promueve una vida larga y saludable. Nosotros podemos literalmente ingerir la información del universo en nuestro sistema biológico. Las comidas que tienen los colores azul oscuro, morado, rojo, verde o anaranjado son líderes en antioxidantes y contienen muchos nutrientes que elevan nuestro sistema inmune y mejoran la salud.                           
Ejemplos de comidas del arcoíris:  
  • Rojo: Tomates  rojos (especialmente cocinados), chiles rojos, toronja roja y rosa, sandía, uvas rojas, betabel, col roja, manzanas, fresas, cerezas, frambuesas. 
  • Anaranjado/amarillo: Calabaza, zanahorias, camotes, calabaza amarilla, melón,  mangos, naranjas, papaya, nectarinas.
  • Verde: Brócoli, col rizada o berza,  espinaca, repollo, chícharos y aguacate.
  • Azul oscuro/morado: Ciruelas, arándano azul, zarzamoras, berenjena (con cáscara), uvas moradas.                    

5. Ejercicio

El ejercicio regular es una de las formas  más importantes para rejuvenecer y vivir más tiempo.
Los Drs. William Evans e Irwin Rosenberg de la Universidad de Tufts (Somerville/Medford, Boston) han documentado el poderoso efecto del ejercicio sobre muchos de los biomarcadores del envejecimiento, incluyendo la masa muscular, la fuerza, la capacidad aeróbica, la densidad ósea y el colesterol. No solamente el ejercicio mantiene el cuerpo joven, sino  que preserva la mente viva y promueve el bienestar emocional. En su libro más reciente Spark: La  nueva ciencia revolucionaria del ejercicio y el cerebro, el profesor de la Universidad de Harvard Dr. John Ratey describe la investigación que muestra cómo “la actividad física detona cambios biológicos que incitan a las células del cerebro a juntarse unas con otras” esta chispa, como él la llama, incrementa la habilidad del cerebro para aprender, adaptarse, y desarrollar otras actividades cognitivas.
Un programa completo de entrenamiento incluye ejercicios para desarrollar flexibilidad, acondicionamiento cardiovascular, y entrenamiento de fuerza muscular. Encuentra una actividad aeróbica que puedas hacer regularmente – tres o cuatro veces por semana en sesiones de veinte a treinta minutos es suficiente por lo general para obtener beneficios sustanciales. Después de que tu cuerpo se haya calentado, dedica de cinco a 10 minutos de estiramiento. También tendrás que incluir el entrenamiento de fuerza en tu programa para ejercitar regularmente los principales músculos del cuerpo y realizarlo de una manera regular y sistemática.
Lo importante es iniciar lentamente, y encontrar las actividades físicas que te agraden y hacerlas regularmente. Si lo más que puedes hacer actualmente es caminar alrededor de la manzana ¡hazlo!, y te sorprenderás de lo rápido que se incrementará tu fortaleza y entusiasmo para moverte y respirar.             

6. Amor y amistad

El aislamiento y la soledad crean las condiciones para un rápido envejecimiento. Los ataques del corazón y la tasa de mortalidad se incrementan en aquellos hombres que han enviudado recientemente o que han sido despedidos de su empleo sin previo aviso y sin su consentimiento. La carga emocional de los vínculos sociales es inmensa, sin embargo, en algunos países, incluyendo los Estados Unidos nos hemos dirigido en la dirección opuesta por décadas. Con altas tasas de divorcio, familias monoparentales, y una población en constante movimiento, la vinculación social sigue en declive. La tendencia será exacerbada cuando la parte de la población con mayor crecimiento, aquellos de ochenta o más años, se muden a casas de retiro.  Es muy raro que a los  ancianos se les atienda en el hogar y es un estigma que la gente mayor sea una carga para los jóvenes y para la sociedad.
La solución es permanecer conectado y abierto a nuevas relaciones a lo largo de la  vida. Resistirse al impulso de permanecer en semi-aislamiento porque asumes que la sociedad espera eso de ti. La pérdida de amigos o pareja es una parte inevitable del envejecimiento, y mucha gente no puede encontrar un reemplazo o carece de la motivación para ello. Por “reemplazo” no quiero decir una nueva pareja y familia (aunque es una posibilidad), sino vínculos emocionales que signifiquen algo para ti y le den significado a tu existencia. Ninguna cantidad de lectura o de televisión substituye el contacto humano que abriga el amor y el cuidado.  Actividades efectivas para adultos  mayores es involucrarse en programas de tutorías, educación y programas para la juventud.

7. Mantener una mente joven

Un antiguo aforismo védico dice: “la flexibilidad infinita es el secreto de la inmortalidad”. Cuando cultivamos la flexibilidad en nuestra conciencia, nos renovamos a nosotros mismos a cada momento y revertimos el proceso de envejecimiento. Los niños ofrecen la más clara expresión de apertura y flexibilidad. Ellos juegan y ríen libremente y se maravillan con las cosas más pequeñas. Son infinitamente creativos porque no han construido las capas de condicionamiento que crean limitaciones y restricciones.           
Para mantener una mente joven escribe dos o tres cosas que puedes hacer que sean totalmente infantiles. Piensa en algo que te evoque la niñez, comer un cono de nieve, ir a un parque de  juegos, hacer un dibujo, saltar una cuerda, construir un castillo de arena. Encuentra algo que te regrese el sentido del humor que tenías cuando eras un niño, incluso si piensas que ya has crecido y eliges alguna de esas actividades el día de hoy.
Mientras llevas a cabo la actividad de tu niñez, déjate llevar por el arquetipo despreocupado e inocente del niño. La sensación que estás buscando no es un retorno a la niñez, sino algo más profundo, como lo expresa el brillante terapeuta A.H. Almas: “Cuando miramos a un niño, vemos que la sensación de plenitud, de vitalidad intrínseca, de felicidad de ser, no es el resultado de algo más. Es solo el valor de ser uno mismo, no se debe a algo que uno hace deja de hacer.  Es ahí, al inicio cuando éramos niños, pero lentamente lo fuimos perdiendo.” Al volver a experimentar nuestra naturaleza infantil, no sólo cultivamos una mente joven, sino que nos conectamos con la parte de nosotros que nunca ha nacido, ni nunca morirá – nuestra esencia espiritual. 

Nunca es demasiado tarde para decir ¿y qué?


Las cosas no siempre vienen bien dadas, a veces esto es la tónica general. ¿Tu relación de pareja no va bien? ¿Te llevas mal con tus padres? ¿Sientes que nadie te quiere o respeta? ¿Tu trabajo es una mierda? ¿Tuviste una infancia o una adolescencia complicada? Si estas y otras cosas te derrumban es porque te dejas. Pero nunca es demasiado tarde para tomar las riendas de nuevo.
El modo de enfrentarte a tus problemas y de enfocar lo que viene después es lo que marca la diferencia. Da igual el tiempo que te hayan perseguido tus fantasmas, el tiempo que lleves intentando superar tus miedos o lo que creas que intentan imponerte desde fuera. Nunca es demasiado tarde para decir ¿y qué?

“A veces las personas dejan que el mismo problema les abrume durante años cuando podrían decir: ¿Y qué?”
-Andy Warhol-

Comprender para aceptar, aceptar para recuperarse

Aceptar la situación es lo único que te permitirá recuperarte. Solo cuando aceptas que las cosas son como son y no como te gustaría que fueran, consigues las armas necesarias para enfrentarte a tu realidad. Juega la partida con las cartas que te tocan, no las puedes elegir.

Pero tienes que intentar comprender las reglas de juego, la estrategia de los demás jugadores y los obstáculos que surgen para poder jugar tus cartas. No importa si hay explicación lógica, no se trata de racionalizar la situación. Da igual que no lo compartas, que no estés de acuerdo o que no entiendas el por qué. Lo que importa es que aceptando lo que te toca es como puedes recuperarte, porque sabes de dónde partes. 
“La comprensión es el primer paso a la aceptación, y solo con la aceptación puede haber recuperación”.
-J.K. Rowling en “Harry Potter y el cáliz de fuego”-




martes, 16 de agosto de 2016

Victimismo Crónico: Personas que funcionan en "modo queja"


Todos, en algún que otro momento, hemos asumido el papel de víctimas. Sin embargo, hay personas que se convierten en víctimas permanentes, sufren lo que podríamos considerar como un “victimismo crónico”. Estas personas se disfrazan de falsas víctimas, ya sea de forma consciente o inconsciente, para simular una agresión inexistente y, de paso, culpar a los demás, liberándose de toda responsabilidad.

En realidad, el victimismo crónico no es una patología, pero podría desembocar en un trastorno paranoide, cuando la persona insiste en culpar continuamente a los demás de los males que padece. Además, esta forma de afrontar el mundo, de por sí, conduce a una visión pesimista de la realidad, que produce malestar, tanto en la persona que se queja como en quien recibe la culpa.

En muchos casos, la persona que abraza el victimismo crónico termina alimentando sentimientos muy negativos, como el resentimiento y la ira, que desembocan en un victimismo agresivo. Es el típico caso de quien no se limita a lamentarse sino que ataca y acusa a los demás, mostrándose intolerante y vulnerando continuamente sus derechos como personas.

Radiografía de una víctima crónica


- Deforman la realidad. Este tipo de personas creen firmemente que la culpa de lo que les sucede es de los demás, nunca es suya. En realidad, el problema es que tienen una visión deformada de la realidad, poseen un locus de control externo, y creen que tanto las cosas positivas como las negativas que ocurren en su vida no dependen directamente de su voluntad, sino de las circunstancias externas. Además, sobredimensionan los aspectos negativos, desarrollando un pesimismo exacerbado que les llevan a centrarse solo en las cosas negativas que les suceden, obviando las positivas.

- Hallan consuelo en el lamento. Estas personas creen que son víctimas de los demás y de las circunstancias, por lo que no se sienten culpable ni responsables de nada de lo que les sucede. Como resultado, lo único que les queda es lamentarse. De hecho, suelen encontrar placer en el acto de quejarse porque así asumen mejor su papel de "pobres víctimas" y logran llamar la atención de los demás. Estas personas no piden ayuda para solucionar sus problemas, solo se lamentan de sus desdichas en la búsqueda desenfrenada de compasión y protagonismo.

- Buscan culpables continuamente. Las personas que asumen el papel de víctimas eternas, desarrollan una actitud recelosa, suelen creer que los demás siempre actúan de mala fe, solo para ponerles la zancadilla. Por eso, suelen tener un afán casi morboso por descubrir agravios nimios, sentirse discriminados o maltratados, solo para reafirmar su papel de víctimas. Así, terminan desarrollando una hipersensibilidad y se convierten en especialistas en formar una tormenta en un vaso de agua.

- Son incapaces de realizar una autocrítica sincera. Estas personas están convencidas de que no tienen la culpa de nada, por lo que no hay nada que criticar en sus comportamientos. Como la responsabilidad es de los demás, no aceptan las críticas constructivas y, mucho menos, realizan un examen de conciencia a fondo que les lleve a cambiar su actitud. Para estas personas, los errores y defectos de los demás son intolerables, mientras que los propios son una simple sutileza. Después de todo, las víctimas son ellos.

¿Cuáles son sus estrategias?


Para que una persona pueda asumir el papel de víctima, tiene que haber un culpable. Por tanto, debe desarrollar una serie de estrategias que le permitan lograr que la otra persona asuma la culpabilidad en el asunto. Si no somos conscientes de estas estrategias, es probable que caigamos en sus redes y que incluso estemos dispuestos a cargar con toda la culpa sobre nuestras espaldas.

1. Retórica victimista

Básicamente, la retórica de esta persona se dirige a descalificar los argumentos de su adversario. Sin embargo, en realidad no refuta sus afirmaciones con otros argumentos que sean más válidos, sino que se encarga de que la otra persona asuma, sin darse cuenta, el papel de atacante. 

¿Cómo lo hace? Simplemente asume el rol de víctima en la discusión, de forma que la otra persona quede como alguien autoritario, poco empático o hasta agresivo. Es lo que se conoce en el ámbito de la argumentación como “retórica centrista” ya que la persona se encarga de mostrar a su adversario como un extremista, en lugar de preocuparse por refutar sus afirmaciones. De esta manera, cualquier argumento que esgrima su adversario, será solo una demostración de su mala fe. 

Por ejemplo, si una persona se atreve a contrastar una afirmación con un hecho irrefutable o con estadísticas provenientes de fuentes fiables, la víctima no le responderá con hechos sino que dirá algo así como: “Siempre me estás atacando, ahora dices que miento” o “Estás intentando imponer tu punto de vista, haz el favor de disculparte”.

2. Retirada victimista

En algunos casos, el discurso de la víctima está dirigido a eludir su responsabilidad y evitar tener que disculparse o reconocer su error. Por eso, intentará escabullirse de la situación. Para lograrlo, su estrategia consiste en desprestigiar el argumento del vencedor, pero sin llegar a reconocer que estaba equivocado.

¿Cómo lo hace? Una vez más, asume el rol de víctima, juega con los datos a su antojo y los manipula a su conveniencia con el objetivo de sembrar la confusión. Básicamente, esta persona proyectará sus errores en el otro.

Por ejemplo, si una persona le responde con un dato comprobado, que niega su afirmación anterior, la víctima no reconocerá su error. En todo caso, intentará hacer una retirada digna y dirá algo así como: “Ese hecho no niega lo que he dicho. Por favor, no cree más confusión y caos” o “Me está culpando de confundir a los demás, no tiene educación, es evidente que es inútil discutir con usted porque no atiende a razones”, cuando en realidad quien crea el desconcierto es él mismo. 

3. Manipulación emocional

Una de las estrategias preferidas de las víctimas crónicas es la manipulación emocional. Cuando esta persona conoce bastante bien a su interlocutor, no dudará en echar mano al chantaje emocional para poner el tablero a su favor y adoptar el rol de víctima. De hecho, estas personas son muy hábiles reconociendo emociones, por lo que utilizan cualquier resquicio de duda o culpa en su beneficio.

¿Cómo lo hacen? Descubren el punto débil de su adversario y explotan la empatía que este puede sentir. De esta forma, terminan envolviéndole en su tela de araña, para que esa persona adopte toda la responsabilidad y el papel de verdugo, mientras ellos se quedan cómodos en su rol de víctimas y pueden seguir lamentándose.

Por ejemplo, una madre que no quiere reconocer sus errores, puede poner la culpa en el hijo diciendo cosas del tipo: “Con todo lo que he hecho por ti, y así me pagas”. Sin embargo, este tipo de manipulación también es muy común en las relaciones de pareja, entre amigos e incluso en el ámbito laboral.

¿Cómo enfrentar a este tipo de personas?


El primer paso consiste en darse cuenta de que estamos ante una persona que asume el rol de víctima. Luego, se trata de resistir el embate y no dejar que nos enrede en su juego. Lo más sensato es decirle que no tenemos tiempo para escuchar sus lamentaciones, que si quiere ayuda o una solución, con gusto le ayudaremos, pero que no estamos dispuestos a perder tiempo y energía escuchando continuamente sus quejas.

Recuerda que lo más importante es que estas personas no te arruinen el día descargando en ti su dosis de negatividad y, sobre todo, que no te hagan sentir culpable. 

No olvides que sólo te puede herir emocionalmente, aquél al que le des suficiente poder.

Psicología/Jennifer Delgado
http://www.rinconpsicologia.com/

La respiración


La respiración es el proceso por el cual, simplemente, estamos vivos. El hecho de respirar nos mantiene conectados con la vida, es el vínculo orgánico, el intercambio de oxígeno, la unión directa de dos realidades: la interna y la externa.

    Su acto puede ser voluntario, podemos intervenir en ella, podemos forzarla, suprimirla, extenderla, ampliarla en diversos ejercicios para obtener una serie de beneficios fisiológicos. Una buena oxigenación repercute positivamente en el organismo como en la calidad de la salud. Pero la respiración es mucho más...

    Al llegar al mundo nos recibe, al dejarlo nos despide, y durante todo el recorrido vivencial nos acompaña sin abandonarnos. Entonces la respiración es una aliada, un testigo fiel de todos los acontecimientos que atravesamos. Pero nuestra percepción olvida el fenómeno de la respiración dejándola como algo subterráneo a nuestra atención, quedando así enterrada ante los sucesos que se van presentando.

    Aun así la respiración no nos ignora. Ella puede estar sin nosotros, pero nosotros no seríamos sin ella. Al dormir nos vamos, pero se mantiene, nos sustenta. Al despertar y regresar continua sin reclamar méritos, sin exigir halagos. A veces irrumpe agitadamente cuando tenemos ansiedad, cuando se activa el miedo. Su ritmo se acentúa y caemos en la cuenta de por qué en ese momento la respiración no puede hacer más para mantener su compás natural.


Pero la respiración sigue siendo mucho más.

    Es un puente, una aduana que enlaza y nos une con la existencia. Su ir y venir puede intervenir en el proceso mental, como el proceso mental recae sobre su equilibrio. Hay interrelación, hay una simultaneidad entre mente y respiración. A mayor calma mental, más serenidad en la respiración; a mayor control respiratorio, más sosiego y claridad mental.

    Entonces el soporte de la respiración ofrece distintos enfoques. La atención sobre ella puede generar relajación y tranquilidad, pero su observancia crea una gran transformación. ¿Cómo el simple hecho de respirar puede transformar nuestra consciencia? La transformación se genera cuando estamos presentes en la respiración, no sólo influyendo, sino observándola. Cuando percibimos este proceso tan cercano que es respirar, cuando tomamos consciencia de su mecanismo natural siguiendo el ritmo y aceptándolo, simplemente como espectadores arreactivos sin que nos arrastre, entonces surge una atestiguación.

    La respiración ofrece tras su observación captar el surgir y desvanecer, la impermanencia, el cambio constante. Porque no hay dos respiraciones iguales, porque cada respiración tiene su propia gloria y divinidad, porque si perdemos la atención en recordar otra, se verá implicada la mente en sus memorias; si fantaseamos en la respiración que está por llegar, se encontrará la mente enredada en sus ensoñaciones. Si la conciencia se unifica en la respiración de cada momento, la mente se retira, no puede operar a su manera porque todo es tan fugaz que apenas hay espacio para su charloteo.


 Pero observar con plena aceptación, con total relajación, sin enjuiciar, sin tensión, estando atentos a un proceso que nace en nosotros, desembocando en la existencia y viceversa, es desarrollar una visión pura. La respiración se torna soporte meditacional, un anclaje que permite enraizarnos con nuestro ser. Buda desarrolló este tipo de meditación vipassana para traspasar el velo de lo fenoménico. Sin embargo, es en la experiencia de su práctica lo que determina el poder transformativo, el cambio de perspectiva.

    En profundo silencio, la respiración comienza a ser tan sutil que apenas es perceptible. Entonces uno ya no respira, sino que es respirado. Sólo queda la observancia porque incluso ha desaparecido el observador. Entonces eclosiona un tipo de energía que emerge desde dentro.
    La respiración continúa, la vida externa sigue, pero la consciencia se ha esparcido en cada recoveco de nuestro ser. Observar el proceso respirante no es una idea, ni un parecer, es conectar con la línea divisoria que separa dos universos, y que al dejar a un lado la mente discursiva, se produce una comunión imposible de catalogar de manera intelectiva.


 Para la búsqueda del espíritu, la respiración es más que una herramienta para la introspección. Es la puerta entreabierta hacia un misterio que es la existencia en sí misma. Entonces respirar no sólo es un acto natural que se produce, sino el anclaje hacia una dimensión presente. Respirar se convierte en la rama a la que asirnos cuando el arroyo de las circunstancias empuja su fluidez. Respirar se vuelve en el proceso íntimo que entra y sale de nosotros trayendo consigo el mensaje de lo continuo, de lo transitorio que se vuelve todo.

    Sin la respiración sería difícil encontrar la rendija que nos lleva al instante, porque su presencia que detectamos conscientemente es la prueba fiable de que el momento es el que es, mostrándonos su cara, su rostro sin manipular por el pensamiento.

    La respiración siempre va a estar, siempre va a coexistir con la temporalidad, llevándonos paradójicamente y tras su observación, a un estado de consciencia transtemporal.

    Respirar no sólo es un proceso, sino la llave que abre la puerta de acceso hacia la dimensión espiritual de nuestro ser.



En busca del Ser
http://raulsantoscaballero.blogspot.com.ar/