sábado, 14 de mayo de 2016

Neuroplasticidad‏

Gracias a nuestra Neuroplasticidad nunca dejamos de aprender



Durante la infancia la neuroplasticidad es mayor, el cerebro es más flexible que nunca y está continuamente recibiendo estímulos que para él son novedosos. En este momento “nacen” una gran cantidad de neuronas que aceleran el correcto desarrollo del niño y su aprendizaje. La infancia constituye así un periodo sensible para el desarrollo, sobre todo los cinco primeros años.
Sin embargo, el hecho de que nuestro cerebro sea más plástico y, por lo tanto, flexible frente a los cambios, no significa que en la edad esta plasticidad desaparezca y no sea posible aprender o crear nuevas conexiones sinápticas. Así, incluso en la vejez, está demostrada la capacidad del cerebro para aprender.

Neuroplasticidad y reorganización cerebral
El cerebro tiene la capacidad de adaptarse al medio y de realizar cambios en su propia estructura con el fin de hacer frente a las exigencias del entorno. Una de las evidencias de la adaptabilidad del cerebro es el hecho de que las personas que dejan de ver o de oír desarrollan más otras áreas del cerebro dedicadas a la percepción a través de otros sentidos y se reorganizan las funciones cerebrales.

El científico español Pascual-Leone demostró esta capacidad mediante un experimento en el que vendaba los ojos a sujetos sanos durante cinco días. En este tiempo, los sujetos leyeron Braille y realizaron actividades de discriminación auditiva. Mediante resonancia magnética se observó que la corteza cerebral visual empezó a activarse a través de la audición y el tacto, el cerebro se estaba adaptando.
Este experimento se realizó en personas adultas, lo que quiere decir, que en contra de lo que se pensaba hace un años, el cerebro del ser humano sigue cambiando durante toda su vida y esta reorganización tiene mucho que ver con las necesidades que le demanda el entorno y sus recursos para afrontarlas.
Aprender durante toda la vida
Todos sabemos que los niños tienen una gran capacidad para aprender y que para varias tareas nuevas, como tocar un instrumento, aprender un nuevo idioma o memorizar un texto tienen una habilidad superior a los adultos. Esto es una realidad, la proliferación de nuevas neuronas (neurogénesis) en la infancia es asombrosa y, a medida que crecemos, esta capacidad disminuye.
Pero la neurogénesis continúa incluso cuando somos ancianos. La antigua creencia de que nacemos con un número determinado de neuronas y que a lo largo de la vida no hacemos más que perderlas es falsa. Sí, existe un declive en la neuroplasticidad, pero nuestro cerebro sigue siendo en gran medida moldeable.

Se han identificado varios factores que pueden influir en esta neuroplasticidad. En primer lugar, hablamos de un entorno enriquecido que le proponga retos a nuestra mente. En segundo lugar, se sabe que el ejercicio moderado también la favorece. Por el contrario, la senescencia, el estrés crónico o ciertos componentes en la sangre parecen perjudicarla.
La proliferación de células nerviosas nuevas fue un gran descubrimiento. Son dos las áreas de nuestro cerebro en las que se ha observado el fenómeno: en el área subventricular y en el hipocampo, este último está íntimamente relacionado con la memoria. Esta neurogénesis en el hipocampo se puede ver estimulada cuando adquirimos nuevos aprendizajes, favoreciendo la memoria.
¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando aprendemos?
La plasticidad neuronal es el mecanismo que produce el aprendizaje. Por otro lado, la capacidad de aprendizaje que tiene cada persona viene determinada tanto por la genética como por la educación. Por ejemplo, el cociente intelectual que posee cada uno vendría, en su mayor parte, determinado por la genética, pero el esfuerzo intelectual realizado también tiene repercusión en la plasticidad de nuestro cerebro y en nuestras capacidades.

Aunque genéticamente poseamos una gran capacidad para el aprendizaje, se quedará en una potencialidad si nosotros no sabemos desarrollarla. Si la mantenemos dormida y no la empleamos, no solo estaremos perdiéndonos el hecho de desarrollarla sino también la posibilidad de hacerlo hasta un límite alto. Así, no solo dejaríamos de sumar, sino que también estaríamos restando parte de esa potencialidad a nuestro futuro.
La estimulación cognitiva es crucial para que nuestro cerebro esté preparado para adaptarse a las exigencias de nuestro entorno. La neuroplasticidad es un mecanismo determinante a la hora de hacer frente a lesiones cerebrales, se asume que aquellas personas que hayan favorecido la plasticidad mediante el aprendizaje, tendrán más recursos para superar o compensar una lesión sufrida.
Carolina López De Luis
https://lamenteesmaravillosa.com

Si. . .


Si…


En mi opinión, la mayoría de los arrepentimientos comienzan de este modo: “Si…”

Si me hubiera atrevido… Si me hubiera callado… Si hubiera dicho… Si hubiera ido… Si hubiera tenido valor… Si…

Son una queja por una decisión que no aparenta ser la acertada.

La vida –no paro de repetirlo- es una continua toma de decisiones. En cada instante estamos tomando decisiones, aunque la mayoría de las veces no somos conscientes de ello. Hace un instante has decidido leer este artículo, pero antes había decidido que ibas a ver algo en el ordenador, y acceder a esta web, y sentarte, y darle al interruptor de conexión, y desayunar, y entrar en el retrete, y beber, etc.

De muchísimas decisiones que tomamos no nos damos cuenta –las tomamos de un modo inconsciente-, pero hay otras que tienen o pueden tener mayor trascendencia, y esas sí que nos requieren una atenta reflexión y que la toma de esa decisión sea acertada, porque el error lleva implícito una protesta y posiblemente un perjuicio.

CUANDO “SI…” ES UN ARREPENTIMIENTO


¡Cuántas veces te has lamentado por algo que hiciste o por algo que no hiciste! Supongo que varias o muchas.

Ahora, aquello ya está en el pasado. Así que acéptalo.

Lo que pasó, pasó. Y lo que no pasó, pues no pasó.

Si ahora tiene remedio, arréglalo.

Si con él perjudicaste a alguien, trata de enmendarlo.

Si estás a tiempo de volver a hacerlo otra vez - de nuevo, pero bien- y es lo que deseas, hazlo.

Si no tiene remedio, date cuenta de cómo te encuentras y aprende para que no te vuelva a pasar otra vez.

Aprende para que no vuelvas a tener que pasar por este desconsuelo, esta rabia, este remordimiento.

CUANDO  “SI…” ES O FUE UN MIEDO


No te dejes llevar por la pereza, por la inseguridad o por el miedo.

Hazlo.

Atrévete.

Si hay algo que sientes que tienes que hacer, que quieres hacer, que consideras que es correcto y justo y es tu deseo, hazlo.

No permitas que el miedo sea quien te lo impida.

Si es la prudencia quien te pone trabas, y las ves suficientemente justificadas, es posible que tengas que hacerle caso.

Si con la decisión vas a perjudicar a alguien, valóralo.

En muchas decisiones hay daños colaterales, o sea: algún perjudicado. Sé prudente en estos casos, pero al mismo tiempo procura evitar que seas tú el perjudicado. Aquí no hay fórmulas que se puedan aplicar a todos los casos, así que sé responsable y valora tu caso, las circunstancias, y todos los detalles, y una vez que tomes una decisión, adelante.

Haz lo que quieras hacer antes de que se convierta en “lo que te hubiera gustado hacer”. La mayoría de las cosas no ofrecen una segunda oportunidad.

CUANDO  “SI…” ES CONDICIONAL O ES UNA EXCUSA


A veces utilizamos ese “si…”  y puede ser muy correcto cuando un asunto está condicionado por otro asunto (Si empiezo a ganar más dinero podré mudarme a una casa mejor, por ejemplo), pero hay que valorar y tener cuidado de no utilizarlo como un muro infranqueable (Si me toca la lotería entonces empezaré a ser feliz). Que no sea una trampa ese “Si…”, que no sea un pretexto para no hacer algo que hay que hacer porque conviene o porque es necesario hacer.

La felicidad y la infelicidad dependen exclusivamente de ti.

Tú decides lo que quieres hacer en tu vida y con tu vida.

Tenlo claro: tú mandas más que las circunstancias y los inconvenientes de la vida.

Integra esto dentro de ti.

Hazlo tuyo.

No hagas –o no dejes de hacer- cosas que después te pueden llevar a una nueva frase apesadumbrada que comience con la tristeza de un “Si…”

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales

jueves, 12 de mayo de 2016

OJALÁ NUNCA TENGAS QUE LAMENTARTE DE HABER PERDIDO TU VIDA‏

“Con dolor, sintió algo tan decepcionante como haber malgastado en la rutina de una noria los pasos que podría haber empleado en un viaje inolvidable.” (José Luís Alvite)

En mi opinión, esta frase explica de una forma muy gráfica, y fácilmente comprensible, lo que podemos hacer con nuestra vida si no estamos atentos a ella, y si no nos marcamos propósitos que también nos hemos de encargar de cumplir.

Creo que una de las cosas más dolorosas –y más irremediables- que le pueden ocurrir a una persona es que llegue al final de sus días –al Tiempo de los Arrepentimientos- con muchas cosas de las que arrepentirse, con una pesadumbre inconsolable por aquello que hizo o que no hizo, y con una rabia mortal por el tiempo que pasó y no fue como hubiera querido porque no se esforzó en ello.

Conviene que cada persona revise cuál es su actitud, su deseo, y su atención con respecto a su vida. 

Hay personas que lo piensan demasiado, pero eso no significa que piensen lo que tienen que pensar ni que lo piensen bien. 

Hay personas que no se preocupan por su porvenir, que no prestan atención a lo que va a ser –y cómo- el resto de su vida. Y están cometiendo un grave pecado contra sí mismos: el pecado de abandono.

Hay personas que se dedican exclusivamente a capear como pueden las cosas que les van sucediendo sin asimilar que lo que les vaya a suceder, o lo que ya les está sucediendo, depende –en el 99% de los casos- de sí mismas, de su planificación –o su falta de ella- y de su determinación –o su falta de ella-.

Es inevitable. A todos nos pasa varias o muchas veces a lo largo de la vida, que hacemos un balance de lo que está siendo, de cómo nos va, de qué nos falta, qué quisiéramos cambiar, qué no soportamos de lo que nos pasa -pero seguimos soportándolo-, y a todos nos ocurre que nos entra un poco de cordura en algún momento y nos damos cuenta de todo ello, y nos hacemos una promesa efímera, muy poco consistente, en momentos concretos.

Llega el día del cumpleaños: ¡Dios mío!, ¡Otro año más! (aunque en realidad, y esto es lo peor, es un año menos) ¡Tengo que cambiar!, ¡De este año no pasa!

Y llega la Nochevieja: ¡Dios mío!, ¡Otro año más! (aunque en realidad, y esto es lo peor, es un año menos) ¡Tengo que cambiar!, ¡De este año no pasa!

O acudimos a un entierro: ¡Dios mío!, ¡Otro más! (aunque en realidad, y esto es lo peor, es uno menos) ¡Tengo que cambiar!, ¡De este año no pasa!

Y así seguimos… Parecemos inmunes a la realidad y ciegos a la verdad.

Así andamos, de un parche a otro, desde un olvido a otro, conformándonos con la mentira de que algún día cambiarán las cosas –y las cosas no cambian, somos nosotros los que tenemos que cambiar-, engañándonos desvergonzadamente con la ficción de que ya estamos empezando a hacerlo bien, que sólo falta un empujoncito para que todo dé el giro que tiene que dar, y de este modo no hacemos otra cosa que aplazar lo que debiera ser inaplazable.

Tengo casi sesenta y dos años, y la vida –y lo que va pasando en la vida-, a esta edad, se ve desde una atalaya a la que se accede por las experiencias de todo tipo que uno ha ido recopilando.

Y no es que uno sepa más, es que uno se engaña menos.

La decencia moral, que hasta ahora se ha ido esquivando y sorteando como se ha podido, se presenta con una firmeza que no acepta mentiras por respuesta.

Es el tiempo en que uno piensa en lo que haría si tuviera veinte, o aunque fueran cuarenta, o cincuenta si no se puede negociar algo mejor, y piensa con una disimulada o descarada envidia en los que tienen menos años y están a tiempo.

A algunos nos entran ganas de salir al mundo gritando ¡¡VIVAN USTEDES HOY!!, ¡¡SEAN CONSCIENTES!!, ¡¡PRESTAD TODA LA ATENCIÓN A LA VIDA!!

Porque la muerte es imparable, el paso del tiempo no hay quien lo detenga, la única vida se esfuma, y los últimos años pueden ser los peores.

Esto no es, ni pretende ser, un alegato pesimista. Es una realidad.

De cada uno depende poner fin inmediatamente al despilfarro de Vida, al derroche de tiempo, a seguir acumulando motivos de los que arrepentirse después. 

A cada uno le corresponde administrar –y bien- su Vida.

No son el destino, ni el porvenir, ni las circunstancias actuales, ni las vicisitudes, ni los otros, ni las decisiones de antaño, ni los “errores” acumulados quienes marcan el presente o el porvenir: es uno mismo.

Tú mismo o tú misma.

HAZ LO QUE QUIERAS HACER ANTES DE QUE SE CONVIERTA EN “LO QUE TE HUBIERA GUSTADO HACER”. LA MAYORÍA DE LAS COSAS NO OFRECEN UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD.

Ahora mismo es un buen momento. Ya.


Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales

Poderosas Herramientas Para Detener la Alimentación Emocional

Historia en Breve

  • La alimentación emocional es cuando se encuentra a sí mismo comiendo por razones que no son para satisfacer hambre física real
  • La alimentación emocional da un escape de la incomodidad, dando una sensación momentánea de placer y satisfacción cuando esté sintiendo algo que no quiere sentir
  • Hay cinco herramientas poderosas sobre cómo ponerle fin a la alimentación emocional de una vez por todas. Seguir estos pasos requiere práctica y un poco de valor, pero si los sigue no sólo parará su alimentación emocional, sino que también aprenderá a comenzar a disfrutar de sus alimentos – y su vida – de una nueva manera.
  • Por Allison Dryja
    He estado ahí. Comienza con un puñado de zanahorias, se mueve a unos pedazos de queso y cuando se da cuenta, está hasta los codos en un vaso con helado.
    Se va a la cama exhausto y enfermo, sintiéndose fuera de control y como si estuviera saboteándose a sí mismo.
    ¿Se identifica?
    Se llama alimentación emocional, y sucede más seguido de lo que piensa. No siempre tiene que limpiar su refrigerador en una noche para caer víctima de la alimentación emocional.
    Este fenómeno puede golpear en cualquier momento, cuando se encuentra a sí mismo comiendo por razones que no son para satisfacer hambre física real.
    Cuando trabajé en mercadeo, no tardé mucho en descubrir que las compañías alimenticias luchan constantemente para hacer una conexión entre la comida y emociones. Para crear promesas de mercadeo de alimentos atractivas como un beneficio emocional más allá de la comida en sí misma – como comodidad, excitación, pertenencia, etc.
    Mi trabajo como mercadóloga fue hacer estas conexiones aún más atractivas y convincentes, al alimentar nuestra creencia colectiva de que comer ciertos alimentos nos dará satisfacción emocional.
    Cuando finalmente me di cuenta de las implicaciones completas de lo que estaba haciendo, renuncié.
    Comencé curando mi propia relación con la comida, y ahora ayudo a otras mujeres a hacer lo mismo al cortar sus patrones de alimentación emocional y reconectando con nuestros cuerpos.
    He creado cinco herramientas poderosas sobre cómo ponerle fin a la alimentación emocional de una vez por todas. Seguir estos pasos requiere práctica y un poco de valor, pero si los sigue no sólo parará su alimentación emocional, sino que también aprenderá a comenzar a disfrutar de sus alimentos – y su vida – de una nueva manera.
    1.No Se Abandone
    La alimentación emocional da un escape de la incomodidad, dando una sensación momentánea de placer y satisfacción cuando esté sintiendo algo que no quiere sentir.
    Comer de más tiene un efecto entumecedor y suavizante de sentimientos indeseados, y aleja nuestra atención de ellos. La clave para terminar este patrón es no abandonarse cuando sus emociones se enloquecen, pero en lugar de eso puede invitarlas dentro y permítase sentirlas.
    Dígase a sí mismo que está bien sentirse triste, enojado, cansado – usted elige. Dé la bienvenida a emociones negativas con amabilidad y curiosidad, y pregúnteles qué quieren de usted. Esto incluye sentimientos intensos de culpa o enojo que tienden a seguir un episodio de alimentación emocional.
    Acérquese a sus sentimientos con amabilidad, y su cuerpo comenzará a entender que no tiene que comer de más para protegerse de sus sentimientos. Además, a través de la escucha de sus emociones, descubrirá qué es lo que realmente quiere, y puede crear nuevas estrategias para una mayor satisfacción.
    2.Mantenga el Principio del Placer
    ¡Haga del placer una prioridad en su vida! Dele sabor a su agua con fruta, use ropa suave y cómoda, tome baños de burbujas. Dele a su cuerpo otras formas de experimentar el sentirse bien, además de comer. Si se encuentra a sí mismo en medio de un atracón, intente permitirse divertirse por completo.
    Siéntese y saboree cada mordida. Mientras más centrado esté en qué tan bien se siente comer, más difícil será comer al punto de sentir dolor. Muchas veces la alimentación emocional es sólo el intento de nuestro cuerpo de experimentar placer.
    3.Coma Sólo Cuando Realmente Tiene Hambre
    Los comedores emocionales tienden a no comer cuando realmente tienen hambre, lo que hace que quieran comer después. Como el autor Geneen Roth dice, “Para cada dieta, hay un atracón igual y opuesto.”
    Así que en su lugar, coma alimentos reales, sanos y nutritivos cuando experimente hambre física. Hacer esto le enseñará a su cuerpo que no está en, como lo llama el defensor de la pérdida de peso Jon Gabriel, “modo de inanición”.
    El autor del Método Gabriel dice, (el cuerpo)Se vuelve muy eficiente al almacenar grasa y pierde la habilidad de quemarla.” Esto significa que comer cuando tenga hambre no sólo hace que tenga una menor disposición de atracarse, pero también le dirá a su cuerpo que es sano perder peso.
    4.Prepárese para Su Siguiente Atracón al Conocer Sus Catalizadores
    Descubra sus catalizadores y haga una estrategia. Si sabe que come cuando se siente sola, planee llamar a un amigo o escriba en su diario mejor. También, siempre cargue comida con usted para que nunca se sienta privado.
    La alimentación emocional puede ser la reacción de su cuerpo a sentirse privado, así que cree nuevas maneras de nutrirse a sí mismo. Abastezca su refrigerador con alimentos deliciosos, sanos, llene su calendario con cosas emocionantes por hacer y sea disciplinada sobre dejar tiempo para sí mismo para relajarse.
    5.Despierte a Su Belleza Propia
    Si supiera lo hermoso/a que es, no se negaría comida para intentar cambiarse. Tampoco comería emocionalmente como liberación, porque no habría tensión de la cual liberarse. Cualquier cambio en la dieta sería por amor propio y cuidado para su hermoso cuerpo.
    Somos una cultura donde se espera que las personas quepan en un molde imposible por el bienestar de la ganancia capital. La Dra. Gail Dines dice, “Si mañana, las personas despertaran y decidieran que les gustan mucho sus cuerpos, sólo piense en cuántas industrias quebrarían.”
    Es hora de despertar a nuestra belleza y alimentar nuestros cuerpos con el amor y ternura que realmente merece.
    *Para artículos relacionados y más información, por favor visite la página de Via Organica
http://articulos.mercola.com/




miércoles, 11 de mayo de 2016

LA LLAVE DE LA BUENA VIDA‏

El mayor regalo que le hacemos a un hijo es, sin duda, entregarle su propia vida. A lo largo de ella, disfrutará de muchos momentos de crecimiento, expansión y felicidad, pero también sufrirá otros de pérdida, recogimiento y dolor.
Esta es la historia de unos padres que deciden regalarle a su hijo, al cumplir los dieciocho años, una llave de tres dientes para ayudarle a abrir las distintas puertas que se irán mostrando ante él. Los tres dientes de la llave son los tres recursos a los que debes acudir siempre, sea cual sea la situación. Si usas esta llave, alcanzarás la buena vida, que no es otra cosa que ser capaz de tomar y soltar con alegría aquello que la vida tiene reservado para ti.

La vida nos coloca a todos ante muchas puertas. Las puertas son las oportunidades que te ofrece la vida para avanzar, crecer y dar frutos. Son verdaderas pruebas para sintonizar con lo que te mueve en lo profundo, para encarar tus confusiones, para integrar tendencias dispares y opuestas dentro de ti. Puertas que tenemos que atravesar, aunque nos resulte doloroso hacerlo. Las puertas de la izquierda: las puertas del ganar, del ampliar, del sumar, del expandir, del enriquecer, del yuxtaponer, del acrecentar, del fertilizar. Y las puertas de la derecha: las del perder, del retraer, del soltar, del limitar, del caer, y del decrecer. Ambas requieren un exigente procesamiento interior y estimulan por igual la sabiduría y el arte del buen vivir.
La llave representa el legado que los padres entregan a los hijos en forma de aprendizaje útil para el viaje de la vida. La llave simboliza lo que los padres dan de sí mismos a los hijos: cómo viven y han vivido sus ganancias y sus pérdidas, cómo han encarado sus aciertos y sus errores, sus conflictos y sus alegrías… 
¿Por qué la llave tiene tres dientes y no dos ni cuatro? Tres son los recursos esenciales que necesita reunir cualquier persona para avanzar y tener una buena vida. Se trata de la verdad, la valentía y la conciencia.
Es muy importante que en la vida te mantengas siempre y a cada momento cerca de tu verdad interior y tu experiencia real, sea la que sea, y la respetes. Éste es el recurso de la transparencia, el de estar en la vida siendo quien eres y no otra cosa. Porque, si no permaneces en tu verdad, en tu ser real, caes en la impostura, en la falsedad, en la construcción de un personaje. Y quien vive la vida desde un personaje se aleja de sí mismo y sufre inevitablemente.
La valentía tiene que ver también con la verdad, pues es el valor de mantenerte en tu camino, en tu autenticidad, a pesar de los contratiempos, las presiones sociales o los vaivenes de la vida.
La conciencia, es la atención, el darse cuenta, lo cual significa que tienes que estar siempre despierto y atento a lo que te está pasando, a lo que estás viviendo, a tu propia experiencia, a tu cuerpo, a tu corazón, a tus emociones, a tu alma, a tus deseos, a tus temores, a tus anhelos… Es decir, a tu movimiento interior. Sólo así reconocerás en todo momento y con claridad quién eres y qué te pasa, y podrás decidir qué hacer con ello y cómo vivirlo o expresarlo.
Estos tres recursos llevan asociados tres grandes pecados: la cobardía, la falsedad y la inconsciencia. El término pecar proviene del arte del tiro con arco y significa “errar el tiro”, no dar en el centro de la diana. En este sentido, podemos interpretarlo como errar en nuestras puertas y caminos, no dar en el clavo de nuestra motivación e inspiración.
La cobardía consiste en no atreverte a ser quien eres y no dar a la vida, por temor, recelo o sospecha, lo que tienes para darle. ¿Tienes el valor, la audacia, la confianza necesarios para ser lo que eres en todo momento, mantenerte en ello y relacionarte y abrirte al mundo desde ahí? Pues es un pecado contra la vida no dar lo que tienes, y un pecado contra ti mismo no ser lo que eres. Debes respetar y permitir lo que te mueve y te conmueve, sabiendo, eso sí, que tienes tres importantes derechos: el derecho a equivocarte, el derecho a cambiar de opinión y el derecho a irte si lo decides.
El segundo pecado es el de la impostura, la falsedad y el simulacro. Tiene que ver con el hecho de no confiar en que uno, siendo como es, va a estar bien; en que uno, estando en su propia verdad, va a recibir y dar amor y la seguridad que necesita. En la impostura pretendes darle a la vida lo que no tienes, y querer dar lo que no tienes significa cabalgar a lomos de caballos ajenos.
La inconsciencia es quizás el pecado más profundo. Significa que no practicas la atención, la escucha profunda, el arte de agudizar el oído y de sentir el cuerpo o las emociones, entre otras cosas, para distinguir bien lo que sí eres y tienes, momento a momento, de lo que no eres y no tienes. Las personas que no se prestan atención, que se adormecen, que se anestesian, pierden el respeto y el amor hacia sus propios impulsos y hacia la inteligencia natural de su cuerpo, que aloja sus sentimientos, sus deseos y su realidad.
Los tres pecados descritos son en realidad tres faltas de amor. Por eso, dirigir la flecha hacia la diana existencial que nos es asignada nos obliga a sintonizar con el amor a uno mismo, el amor a los demás, el amor al mundo y, por ende, con la sabiduría orgánica e invisible de la vida.
GANAR SIN PERDERSE A UNO MISMO Y PERDER GANÁNDOSE A UNO MISMO

A veces resulta difícil recibir con agradecimiento lo que la vida nos da, y a veces es dificilísimo soltar aquello (o aquellos) que la vida nos quita. En la vida, cuanto más nos abrimos a las ganancias, más riesgos asumimos y más nos hacemos candidatos al dolor de las pérdidas. Quien más intensamente vive, más se abre al morir.
             – Desactiva los mecanismos de boicot para lo bueno y lo expansivo y abre tu corazón a todo lo hermoso que deseas y la vida te regala.
                -No aproveches tus ganancias para envanecerte, agrandarte e inflamar tu ego. El exceso de importancia personal fragua una patética limitación y es un peligro en tu vida, ya que te aleja de tu naturaleza esencial.
                -Una forma de salir del yo y sus vanidades es el agradecimiento: toma y alégrate cada día de lo que trae la vida. Esta gratitud tiene que ver con la conformidad, que no significa ni resignación ni conformismo burdo, sino aceptación trabajada de lo que es.
                -En algunas pérdidas o fracasos pregúntate que necesitas aprender y mejorar para que no se repitan.
                -No te instales en la queja. En realidad, nada tiene el poder de hacerte desdichado, salvo tu propia actitud.
         -Cualquier pérdida es una oportunidad -una puerta- que puedes aprovechar para aligerarte, para soltar apegos e identificaciones y falsas ideas.
                -Pregúntate: ¿De qué manera soy leal? ¿Cómo me limito por lealtad? Que tus lealtades se expresen en el más y no en el menos, en la alegría y no en las lágrimas.
Has de saber que al final de un largo camino ya no encontrarás dos puertas, sino una sola, la última y definitiva. Es la puerta del morir, del deponer y perder todo, y, al mismo tiempo, del ganar todo porque te harás completamente libre. Las ganancias y las pérdidas no dejan de ser un inevitable juego de la mente y no una estricta realidad del universo. Uno de los secretos de la buena vida consiste en aprovechar las pérdidas para ganarnos a nosotros mismos. Cuenta, y mucho, que sepas que, pase lo que pase, tienes la llave que te abrirá todas las puertas para seguir avanzando. Y es que la vida como es, latiendo en cada uno como es, resulta ser la llave misma.

Joan Garriga-La llave de la buena vida