domingo, 8 de mayo de 2016

HONRANDO LO MATERNAL



En este hermoso día permítanse sentir al Espíritu, que el Amor fluya por todos los rincones de su Ser, se conectarán con su propio corazón y comenzarán a sentir ese profundo Amor Femenino por sí mismas.
Desplieguen sus alas con ternura y vuelen a los confines de su Alma, una Luz bondadosa y sabia las aguarda, es lo que sois.
Tomen con sus manos de Ángel el espejo de la Divinidad, aprecien la belleza de su reflejo, se conmoverán, es sensacional observar desde la paz el esplendor de la verdad que son.
Permítanse sentir esa energía suave, afectuosa y protectora. Vive en su interior como un manantial inagotable. Es como un volcán que burbujea alegría, delicadeza, cariño.
Una vez que logran apagar el fuego de las preocupaciones comienzan a escuchar la melodía de la armonía, la acompaña una voz tenue que se fortalece a medida que repite una estrofa del canto de la vida.

La maternidad en la Tierra tiene un rol que debe ser honrado y venerado.
Ustedes que convierten su vientre en cálido nido para cobijar a la humanidad del futuro, que hospedan por nueve meses un nuevo amanecer para luego amamantar el presente con pasión infinita.
Permítanse sentir sus cuerpos, sus mágicas sensaciones, el don de la concepción, observen como cada célula disfruta su aporte al sol que ha de nacer.
Mientras contemplan con sano orgullo el fruto de la esperanza unas lágrimas de agradecimiento recorren sus mejillas y comparten un mensaje.
Qué bello es dar a Luz, escuchar el llanto del regreso, sentirse tierra fértil, prolongar la existencia de la especie.
Una vez que han comprendido la verdadera dimensión de su servicio exclaman jubilosas. 'Gracias Dios por ser Mujer y Madre'.
Y el cielo les responde.
'Es una bendición tenerlas como hijas'.
Tras ese intercambio de gratitud sus miradas regresan a la radiante criatura. La estrechan con sus manos y besan su frente.
Sonríen, y se acercan a sus diminutas orejitas para darle su primer consejo con un susurro maternal.
Hijo mío, hija mía sólo hay una manera de vivir la vida, y es a través del amor.

¡Gracias Julio César Valdes Arrastia!

Para todas las mamás

Para quienes celebran hoy el Día de la Madre : 

                             ¡Muy muy Feliz Día!

sábado, 7 de mayo de 2016

Energías y flujos de vitalidad que nos hacen falta

Durante miles de años el ser humano ha desarrollado innumerables métodos para alcanzar los estados de longevidad, salud y felicidad más altos y, algunos, forman ya parte de lo que se podría llamar la “alquimia externa”, pues se trata del uso de recursos naturales, minerales y vegetales para crear pociones, remedios florales, esencias minerales, aceites curativos, talismanes mágicos, etc., que ayudarán al ser humano a mantener la salud y la armonía en si. Como esto, en muchos casos, se quedaba corto y daba resultados limitados para aquello que se pretendía alcanzar, y creaba dependencia en el ser humano respecto a elementos externos que no siempre eran fáciles de conseguir, desde la más remota antigüedad empezaron a darse cuenta que las fuentes reales de transformación que pudieran tener efectos más profundos tenían que venir de otros lares.

Buscando dentro

Así, aquellos sabios y maestros de antaño volvieron la búsqueda hacia su interior, para tratar de descubrir el secreto de los misterios que manejan nuestra fuerza vital, la energía que posee el ser humano en su cuerpos sutiles y, siguiendo la máxima hermética de “como es arriba es abajo”, descubrieron que, en el interior de cada uno de nosotros, existe una fuerza igual al mismo universo que existe en el exterior, simplemente había que aprender y encontrar la forma de conectar ambas, pues no eran más que representaciones a diferentes escalas de un mismo diseño y configuración.
Aquellos que empezaron a experimentar con ello, observaron que para dominar las fuerzas externas uno tenía primero que dominar sus fuerzas internas, y comenzaron a estudiar el flujo energético del prana, chi, fuerza vital, que recorre el ser humano y que conforma la contrapartida etérica y sutil de nuestra existencia. Los canales a través de los cuales fluye esta energía fueron descubiertos y percibidos, mapeados y dibujados, dando lugar entonces a técnicas de alquimia interior, a través de las cuales se podía empezar a experimentar con la transformación humana, usando los flujos internos que recorren el vehículo que usamos para cada encarnación.

Descubriendo las influencias planetarias

Al seguir tratando de entender las fuerzas y dinámicas que influenciaban sus vidas y las energías vitales que la sostenían, se dieron cuenta que las influencias planetarias, solares y de los cuerpos celestes tenían un papel muy importante en la composición final y constitución energética de cada uno de ellos, comprendiendo que esta configuración quedaba reflejada como una impronta en el momento de nacer, y que actuaba como un imán para cierto tipos de campos y flujos hacia el individuo que marcaban parte de sus estructuras psíquicas, mentales, emocionales y físicas. Estas fuerzas son atraídas hacia nuestro planeta debido al efecto magnético que ejerce el sistema Tierra- Luna respecto al resto de planetas del Sistema Solar, de forma que sentimos y recibimos las radiaciones electromagnéticas de todos los cuerpos planetarios en mayor o menor medida, según su posición relativa en cada momento, por el desplazamiento y las orbitas de los mismos, por la conjunción directa o indirecta y el lugar que ocupamos respecto a ellos constantemente, etc.
Desarrollaron así prácticas meditativas para conectar y sintonizar sus cuerpos con ciertas fuerzas planetarias que les pudieran servir como impulso en momentos concretos de sus vidas, sabiendo que, al enchufarse energéticamente al campo electromagnético de tal o cual planeta de forma consciente, su carga energética concreta, tendría efectos determinados en diferentes componentes de sus cuerpos sutiles, provocando cambios e impulsos determinados en sus vidas físicas. Así se sentó la base de las prácticas mágicas de invocar las fuerzas de tal o cual planeta, de hacer rituales en momentos determinados del año hacia tal o cual astro, de preparar talismanes, amuletos o símbolos y conectarlos a tal o cual cuerpo celeste. La cuestión era ser capaz de captar, cual radio sintonizando una emisora de FM, la energía concreta que llegaba desde el espacio exterior bien en sus propios cuerpos sutiles bien en algún elemento físico, para luego poder usarla y dirigirla según el propósito que cada uno tuviera en mente.

La energía de nuestro propio planeta

Se dieron cuenta además de la importancia para el individuo de nutrirse conscientemente de estas fuerzas planetarias externas a ellos, a través de la esencia “cósmica” que llegaba desde fuera del planeta, para su óptima salud, crecimiento y vitalidad. En paralelo, comprendieron además que el hombre no puede vivir sin la conexión y alimento de la energía de la Tierra y del entorno natural en el que vive, y que era la combinación de todas estas fuerzas lo que les proporcionaba el combustible para el buen funcionamiento de su sistema nervioso, órganos, glándulas, cuerpos sutiles, incluso para su propia alma. Al estudiar y poner en práctica este tipo de sintonización con las fuerzas de la naturaleza, vieron que podían recargarse internamente anclándose al núcleo del planeta, que podían absorber en su sistema etérico la fuerza de los ríos, mares y océanos, que podían sintonizar con los campos de flores o los bosques de árboles, con las piedras de una montaña o la mente grupal de una clase concreta de minerales.
Vieron que estas energías se iban acumulando en diferentes partes del ser humano según su densidad y vibración, y de ahí emergieron parte de las técnicas orientales, taoístas principalmente, sobre la función de los tantiens, donde se acumulaban energías más densas y primarias (Jing, en el tantien inferior), energías y fuerza vital como el chi y el prana (tantien medio) o energías espirituales y más refinadas (Shen, tantien superior).

Siempre estamos conectados

A pesar de que el ser humano no es consciente de todo esto, no dejamos nunca de recibir influencias y recarga energética de estas diferentes fuentes, simplemente por el hecho de estar dentro del cuerpo físico que usamos. Estamos continuamente recibiendo la influencia electromagnética de las fuerzas planetarias, con efectos distintos para cada uno según nuestra configuración sutil, estamos continuamente conectados al planeta, que nos nutre de su flujo vital proveyendo energía para nuestro funcionamiento correcto, y nos recargamos además, y esto ya de forma consciente, con las energías de aquello que comemos y bebemos, además del prana que respiramos junto con el oxígeno.
Pero es importante que esto lo hagamos de forma consciente, que nos demos cuenta de los flujos que corren por nosotros, que nos llegan por todos lados y que nos influencian. Es importante que aprendamos a trabajar con ellos en armonía, en equilibrio, que sepamos como enraizarnos y absorber energía de las plantas o como sintonizar la fuerza vital del sol, porque todo crecimiento depende de energía y todo desarrollo evolutivo pasa por la existencia de excedentes de la misma, como hemos explicado muchas veces en el blog. Así que integremos en nuestro quehacer diario pequeñas rutinas de conexión con todas las fuerzas que nos rodean, démosles las gracias por el papel que juegan en el sostenimiento de nuestra vida, y seamos más conscientes de la unidad que al final y al cabo, existe entre nosotros y todo eso.

por David Topí

Aceptarse y aceptar

¿Me acepto a mí mismo tal cual soy? ¿Puedo aceptar a los demás, sin pretender cambiarlos? Aunque es cierto que buscar un cambio (en uno y en los demás) es algo noble y necesario, paradójicamente el cambio se da más fácilmente luego de una actitud de aceptación. Recogemos los valiosos consejos del psicólogo Carl Rogers, elaborados desde su propia experiencia.

Me gustaría transmitirles algunas de las cosas que he aprendido en las miles de horas que empleé trabajando en contacto íntimo con individuos que sufren. Presentaré cada una de ellas con una frase u oración que transmita algo de su sentido particular. Luego la desarrollaré brevemente. No he seguido en su exposición ningún orden especial, pero cabe señalar que las primeras se refieren sobre todo a las relaciones con los demás. Las siguientes, en cambio, corresponden al ámbito de los valores y convicciones personales.

No comportarme como si yo fuera distinto de lo que soy

1. En mi relación con las personas he aprendido que, en definitiva, no me resulta beneficioso comportarme como si yo fuera distinto de lo que soy: mostrarme tranquilo y satisfecho cuando en realidad estoy enojado y descontento; aparentar que conozco las respuestas cuando en verdad las ignoro; ser cariñoso mientras me siento hostil; manifestarme aplomado cuando en realidad siento temor e inseguridad. He descubierto que esto es cierto aun en los niveles más simples. No me ayuda aparentar bienestar cuando me siento enfermo.


No es útil tratar de aparentar, ni actuar exteriormente de cierta manera cuando en lo profundo de mí mismo siento algo muy diferente.
Lo que quiero decir es, en otras palabras, que en mis relaciones con la gente he podido comprobar que no es útil tratar de aparentar, ni actuar exteriormente de cierta manera cuando en lo profundo de mí mismo siento algo muy diferente. Nada de esto me ayuda a lograr relaciones positivas con individuos. Pienso que la mayoría de los errores que cometo en mis relaciones personales (es decir, la mayor parte de los casos en que no logro ser útil a los demás) pueden explicarse por el hecho de que, a causa de una actitud defensiva, me comporto de una manera superficial y opuesta a mis verdaderos sentimientos.

Soy más eficaz cuando soy yo mismo

2. La segunda enseñanza puede expresarse en los siguientes términos: Soy más eficaz cuando puedo escucharme con tolerancia y ser yo mismo. Con el transcurso de los años he adquirido una mayor capacidad de autoobservación que me permite saber con más exactitud que antes lo que siento en cada momento: puedo reconocer que estoy enojado o que experimento rechazo hacia una persona, que siento calidez y afecto hacia otra, que estoy aburrido y no me interesa lo que está pasando, etc.

Quizás este punto de vista pueda resultar bastante extraño para algunos. Sin embargo, lo considero valioso a causa de que, paradójicamente, cuando me acepto como soy, puedo modificarme. Creo que he aprendido esto de mis pacientes, así como de mi propia experiencia: no podemos cambiar, no podemos dejar de ser lo que somos, en tanto no nos aceptemos tal como somos. Una vez que nos aceptamos, el cambio parece llegar casi sin que se lo advierta.

Otro resultado que parece surgir del hecho de aceptarse tal como uno es, consiste en que solo entonces las relaciones se tornan reales. Las relaciones reales son atractivas por ser vitales y significativas. Si puedo aceptar el hecho de que este cliente o estudiante me hace sentir molesto o me aburre, podré aceptar con mayor facilidad los sentimientos con que me ha de corresponder. También puedo aceptar la experiencia y la modificación de los sentimientos que surgirán en ambos como consecuencia.

Solo cuando acepto todas estas actitudes como un hecho, como una parte de mí, mi relación con la otra persona llega a ser lo que es, y puede crecer y cambiar más fácilmente.

El enorme valor de comprender a otra persona

3.- Llegamos ahora a una enseñanza capital, que ha tenido gran significación para mí. Puedo expresarla en los siguientes términos: He descubierto el enorme valor de permitirme comprender a otra persona. La manera en que he formulado esta afirmación puede resultarles extraña. ¿Es necesario permitirse conocer a otro? Pienso que efectivamente es así.

Nuestra primera reacción ante las afirmaciones que oímos de otras personas suele ser una evaluación inmediata o un juicio, más que un intento de comprensión.
Nuestra primera reacción ante las afirmaciones que oímos de otras personas suele ser una evaluación inmediata o un juicio, más que un intento de comprensión. Cuando alguien expresa un sentimiento, una actitud o creencia, tendemos a pensar: “Está en lo correcto”; o “Es una tontería”; “Eso es anormal”; “No es razonable”; “Es incorrecto”; “Es desagradable”. Muy pocas veces nos permitimos comprender exactamente lo que su afirmación significa para él. Pienso que esto se debe a que comprender es riesgoso. Si me permito comprender realmente a otra persona, tal comprensión podría modificarme, y todos experimentamos temor ante el cambio. Por consiguiente, no es fácil permitirse comprender a un individuo, penetrar en profundidad y de manera plena e intensa en su marco de referencia. En efecto, esto es algo que ocurre con escasa frecuencia.

La comprensión es doblemente enriquecedora. Cuando trabajo con pacientes que sufren, aprendo modificándome, de modo tal que me torno una persona diferente, con mayor capacidad de dar. Quizá sea aun más importante el hecho de que mi comprensión de estos individuos les permite cambiar, aceptar sus propios temores y sus extraños pensamientos, sus sentimientos trágicos y sus desesperanzas, así como sus momentos de coraje, amabilidad, amor y sensibilidad. Su experiencia y la mía revelan que cuando un individuo comprende plenamente esos sentimientos puede aceptarlos con mayor facilidad en sí mismo. Entonces descubren que tanto ellos como sus sentimientos cambian.

Abrir canales de comunicación

4. Otra enseñanza que ha sido muy importante para mí es la siguiente: He descubierto que abrir canales por medio de los cuales los demás puedan comunicar sus sentimientos, su mundo perceptual privado, me enriquece, Puesto que la comprensión es muy gratificante, me gustaría eliminar las barreras entre los otros y yo, para que ellos puedan, si así lo desean, revelarse más plenamente.

Aceptar realmente a otra persona, con sus propios sentimientos, no es tarea fácil. ¿Puedo aceptarla cuando encara la vida y sus problemas de manera muy distinta a la mía?
En la relación terapéutica existen una serie de recursos mediante los cuales puedo facilitar al cliente la comunicación. Como docente también he observado que cuando puedo establecer canales a través de los cuales otros pueden brindarse, me enriquezco. Por esa razón, intento, aunque no siempre lo logre, crear en el aula un clima en el que puedan expresarse los sentimientos y en el que los alumnos puedan manifestar su desacuerdo con los demás y con el profesor. He observado que esto se cumple también en los grupos que coordino o en los que soy considerado líder. Quiero reducir el temor o la necesidad de defensa, de modo tal que las personas puedan comunicar sus sentimientos libremente. Esto ha sido muy interesante y me ha llevado a una concepción totalmente nueva de lo que podría ser el liderazgo.



Aceptar a otra persona es gratificante

5. En mi trabajo como asesor he aprendido aún otra cosa muy importante: me ha gratificado en gran medida el hecho de poder aceptar a otra persona. He descubierto que aceptar realmente a otra persona, con sus propios sentimientos, no es de modo alguno tarea fácil, tal como tampoco lo es comprenderla. ¿Puedo permitir a otra persona sentir hostilidad hacia mí? ¿Puedo aceptar su enojo como una parte real y legítima de sí mismo? ¿Puedo aceptarlo cuando encara la vida y sus problemas de manera muy distinta a la mía? ¿Puedo aceptarlo cuando experimenta sentimientos muy positivos hacia mí, me admira y procura imitarme?

Todo esto está implícito en la aceptación y no llega fácilmente. Pienso que es una actitud muy común en nuestra cultura pensar: “Todas las demás personas deben sentir, juzgar y creer tal como yo lo hago” Nos resulta muy difícil permitir a nuestros padres, hijos o cónyuge sentir de modo diferente al nuestro con respecto a determinados temas o problemas.

Cada persona es una isla en sí misma, en un sentido muy real, y sólo puede construir puentes hacia otras islas si efectivamente desea ser él mismo y está dispuesto a permitírselo. Por esa razón, pienso que cuando puedo aceptar a un individuo, lo cual significa aceptar los sentimientos, actitudes y creencias que manifiesta como una parte real y vital de sí mismo, lo estoy ayudando a convertirse en una persona, y a mi juicio esto es muy valioso.

Aceptar sin pretender “arreglar las cosas”

6.- La siguiente enseñanza que deseo enunciar puede resultar difícil de expresar. Es la siguiente: Cuanto más me abro hacia las realidades mías y de la otra persona, menos deseo “arreglar las cosas”. Cuando trato de percibirme a mí mismo y observar la experiencia que en mí se verifica, y cuanto más me esfuerzo por extender esa misma actitud perceptiva hacia otra persona, siento más respeto por los complejos procesos de la vida. De esa manera, va desapareciendo de mí cualquier tendencia a corregir las cosas, fijar objetivos, moldear a la gente o manejarla y encauzarla en la dirección que de otro modo querría imponerles. Experimento mayor satisfacción al ser yo mismo y permitir que el otro sea él mismo.

Cuanto más deseosos estamos de ser nosotros mismos, tantos más cambios se operan, no sólo en nosotros, sino también en las personas con las que nos relacionamos.
Sé muy bien que esto puede parecer un punto de vista bastante extraño, casi “oriental”. ¿Cuál es el sentido de la vida si no pretendemos transformar a la gente? ¿Para qué vivir si no enseñamos a los demás las cosas que nosotros consideramos que deben aprender? ¿Qué objeto tiene la vida si no nos esforzamos por lograr que los demás piensen y sientan como nosotros? ¿Cómo puede alguien defender un punto de vista tan pasivo como el que yo sostengo? Estoy seguro de que las reacciones de muchos de ustedes incluyen actitudes como las que acabo de describir.

Sin embargo, el aspecto paradójico de mi experiencia consiste en que, cuanto más me limito a ser yo mismo y me intereso por comprender y aceptar las realidades que hay en mí y en la otra persona, tantos más cambios parecen suscitarse. Resulta paradójico el hecho de que cuanto más deseosos estamos de ser nosotros mismos, tantos más cambios se operan, no sólo en nosotros, sino también en las personas con las que nos relacionamos. Esta es al menos una parte muy vívida de mi experiencia y también una de las cosas más profundas que he aprendido en mi vida privada y profesional.

Extractos de: Carl R. Rogers, “El proceso de convertirse en persona”

http://www.viviragradecidos.org/


viernes, 6 de mayo de 2016

Pon atención a las señales de encontrarte espiritualmente despierto en un mundo dormido

Cuando decidimos avanzar conscientemente en nuestro camino espiritual para la evolución de nuestro ser, nos encontramos usualmente con un entorno que no nos acompaña ni transita la misma senda que elegimos. Esto nos crea cierta incertidumbre y en muchas ocasiones nos hace descreer de nuestra elección y se presentan en nosotros fuertes inquietudes respecto de nuestra búsqueda.

Cómo se siente una persona espiritualmente despierta

-Interiormente siente un vacío existencial que solo puede llenar buscando todo conocimiento holístico del ser y lo esotérico de la vida, de esta manera, comienza a resonar en su interior la verdad de su existencia, en conexión con su verdadero ser, alejándose de lo mundano o simplemente perdiendo el interés por éste.

-Las personas que no acompañan este proceso a quien intenta despertar, o que incluso juzga o critica desde su desconocimiento, suelen provocar un sentimiento en el otro de aislamiento social, el cual le hace percibir como estar desconectado de la “realidad” , interiormente se siente desolado, incomprendido y con una extraña sensación de tener ideas poco sensatas.

-A medida que va avanzando en su camino espiritual comprende que es necesario tener su grupo de pertenencia con los mismos valores y ansias de aprendizaje. Allí encontrará personas que vibran en la misma sintonía y podrá recuperar el propósito de su creciente búsqueda espiritual. No obstante, como hemos mencionado anteriormente, pueden surgir distanciamientos de personas de su entorno incluso de los más allegados (amigos, pareja, familiar) que no comparten su particular manera holística y espiritual de entender la vida, e irremediablemente aquella incomprensión ajena los dejará en un estado de pérdida.

-La persona que se vuelca a la espiritualidad, comprende más allá de su religión las diferencias entre ambas. Para ella la espiritualidad es el camino de regreso a uno mismo, mientras comprende que la religión no es una sola, sino muchos senderos que pueden conducirnos también a la búsqueda interna de nuestra verdadera esencia y ser el detonante para nuestra evolución.

-Permanecer en un mundo dormido o despertar es una cuestión de consciencia, todos nos replanteamos en algún momento nuestra existencia y misión, pero los tiempos de cada uno son necesarios para ese “darse cuenta” y más que respetables para poder avanzar. Para la persona espiritual no poder encajar o sentirse extraño en su propia esencia es una cuestión difícil de sobrellevar.

-Cuando uno comienza a despertar espiritualmente, se hace consciente de sus propias limitaciones, y emprende un profundo trabajo interno que entiende, durará toda la vida. El ego, el temor, y el control, comienza a desvanecer en lo que era su ilusoria realidad y comienza a manifestar la verdad de su ser desde el Amor y el perdón.

-Cuando logra despertar del sueño mundano, se ve a sí mismo cediendo en su necesidad de control, no busca poder en el afuera porque ya lo ha percibido en su interior, no busca aprobación en los demás, porque ha comenzado a amarse, y no busca victimizarse de su historia porque ha comprendido que toda circunstancia fue necesaria para su evolución.

-No intentará cambiar ni convencer a nadie, pero llevará su Luz a cada vida, dejando en su andar una huella de sabiduría.

Florencia Lozada a través de Soy Espiritual
Foto por AlicePopkorn