miércoles, 6 de abril de 2016

Si tienes que forzarlo, no es tu talla (anillos, zapatos, relaciones…)


Si tienes que forzarlo, no es tu talla. Esta afirmación es válida para cualquier elemento que de alguna manera tenga que encajar con nosotros, ya sean prendas de ropa o relaciones, amistades, etc. Imagino que la gran mayoría de los lectores se identificarán con esa situación en la que vemos una prenda que nos encanta, entramos a preguntar y nos dicen que nuestra talla se ha agotado. Entonces pedimos una talla más grande o más pequeña, para ver si hay suerte.
Muchas veces nos empeñamos en que algo nos encaje y no nos damos cuenta de que en realidad nos está haciendo daño. La inercia, los mensajes dañinos que nos envía la sociedad, las expectativas, las oportunidades… Todo esto, traducido en una relación disfuncional, solo puede tener un resultado: el dolor.
Lo que origina esto es la falta de amor. Pero no de cualquier tipo de amor, sino de amor propio específicamente. Es un verdadero triunfo atreverse a dejar a un lado nuestras esperanzas y abrir los ojos para darnos cuenta de que los buenos sentimientos no se acompañan nunca de sometimiento.



El amor no se mendiga: si no te quieren, no ruegues

El amor no se mendiga ni se ruega. Si no nos quieren, empeñarnos en que lo hagan es un suicidio emocional asegurado. No podemos esperar que ocurra un milagro y el amor surja. Mucho menos podemos mantener esas expectativas a costa de nuestra salud emocional y de nuestra libertad.
De esto tiene mucha culpa la educación que recibimos. Así, por ejemplo, estamos cansados de que una y otra vez aparezcan en nuestros televisores películas que fomentan la dependencia y que atribuyen a cualquier relación la capacidad de superar cualquier tipo de obstáculo.
Esto no es así, una relación que aprieta y duele está impidiéndonos crecer y oprimiendo nuestra capacidad de respirar libremente. Es casi tan simple como que si nos estamos ahogando, debemos salir del agua. Ahora, salir de una relación tortuosa habitualmente no es fácil y, sobre todo, da mucho miedo…

Cicatrizar las heridas que se han generado al forzar la relación

Hay una realidad muy bonita en relación a las perlas que nos ayuda a ilustrar cómo podemos sanar correctamente las heridas que han surgido de una relación de amor o de amistad forzada. Vamos a verlo…
En este sentido, lo primero que debemos saber es que una ostra que no fue herida de alguna manera, no produce perlas, pues la perla es una herida cicatrizada. Las perlas son productos del dolor, resultados de la entrada de una substancia extraña o indeseable en el interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena.
En la parte interna de la ostra es encontrada una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando un grano de arena penetra en ella, las células del nácar comienzan a trabajar y lo cubren con capas y más capas, para proteger el cuerpo indefenso de la ostra. Como resultado, se forma una linda perla.
Sabiendo esto podemos hacer nuestro este proceso en forma de metáfora. Cicatrizar las heridas no es nada fácil, pero es el único camino que nos ayudará a cerrar una dolorosa etapa en nuestra vida.
Que el mundo se desmorona, que estamos tocando fondo, que no vamos a poder estabilizar nuestra vida sin la presencia de esa persona o de ese grupo de relaciones que tanto nos importaban… Todas estas sensaciones son normales en situaciones de adversidad emocional.

Sin embargo, esa misma “debilidad” que tanto nos asusta puede ser usada para reforzarnos. Para ilustrar esto vamos a echar mano de la técnica llamada Kintsugi que los japoneses usan para reparar piezas rotas. Esta consiste en recomponer los pedazos de las piezas de cerámica rotas con oro, de tal manera que lo que una vez se rompió, ahora se convierte en la parte más bella y fuerte del objeto en cuestión.
Si echamos mano de la sabiduría oriental para comprender esto, entendemos que aquello que nos ha hecho sufrir también nos proporciona valor. Es más, la belleza de nuestra rotura dependerá de lo que profundicemos en nuestro interior y de cómo trabajemos nuestro dolor.
Atendiendo a esto, es bueno que pongamos empeño en bordar con oro los desgarros de nuestras vestiduras, que aceptemos la necesidad de cerrar círculos, decir adiós y no complicarnos la vida intentando una y otra vez encajar un vestido que no nos sirve.
Intentar rehacer un libro con una historia que ya se mostró sin futuro en otras ocasiones es engañarnos a nosotros mismos. Por eso debemos ser conscientes de una herida no se logra sanar si estamos enredando con ella de manera constante.
Puede que nos queden cicatrices, sí, pero siempre podremos lucirlas con orgullo y, sobre todo, con total libertad sin que nada nos apriete.

Psicología/Raquel Aldana 
https://lamenteesmaravillosa.com

Laniakea




Entre la locura emocional de la humanidad que incursionamos día a día, vemos como cada vez se hace más necesario, diría imprescindible tomar el camino de regreso al hogar, pero nuestro concepto 3D muchas veces es insuficiente para definir hogar.

La matriz externa a nuestro ser tiene muchas capas, tal vez en un mismo día si nos movemos un poco (relaciones, trabajo, actividades comunitarias, etc), atravesamos distintos desafíos a nuestro centro, en forma de emociones, estímulos para las mismas, o imágenes fugaces de juicio (si es que somos conscientes).

Cuando descubrimos esto se nos abre un extenso panorama de experiencias para nuestro ser interno, poco acostumbrado a pasearse desnudo por estos planos de forma consciente. Por supuesto que el grado de consciencia determina la experiencia, pero siempre es un paso más hacia el Hogar, que puede estar aquí mismo, ahora.

Aun así, con todo lo leído, con todo lo aprendido, la tarea para los que llevamos varios años de este presente y presumiblemente –ya que de momento solo lo intuyo y lo sueño- somos almas viejas, resulta en un movimiento y reacomodación de estructuras internas continuo y rapsódico, sin duda reconociéndome en el Uno a cada momento, con cada persona, animal, planta, ser vivo... La Sopa de Dios, del Universo… y al mismo tiempo observando el panorama de lo que se presenta en lo externo, viendo el conflicto terrenal al desnudo y con una prístina claridad su luz central que al mismo tiempo se disuelve en mi trayéndome la paz. El Instante Santo.

Entonces cada día dirijo mi atención a este presente lleno de desafíos, intercambio posibles conocimientos en textos de Maestros y de hermanos de buena voluntad, y en ese intercambio, al hacerse a través de esta matriz de capas,  lo que llega al otro, al prójimo, es a través de esas capas porque entiendo que cada uno de nosotros tenemos nuestro propio discurrir por esta experiencia de vida, ¿cómo saber qué siente el otro?...

Somos espíritu usando varios vehículos experienciales

Los ‘quiero’ y ‘necesito’ de este juego, los despliego desde las pequeñas cosas. Anhelo un jardín y para no tener que esperar a tenerlo porque vivo en un piso, germino en macetas y tiestos todo lo que pueda cuidar, y hablar con los retoños y veteranas y ya exuberantes plantas. Legado materno. Le encontré el sentido a su amorosa afición por las plantas y a los ‘yuyos’ medicinales. No todas las transmisiones familiares son meramente negativas o positivas, es una marea más en las capas de la historia personal, y aunque no seamos el personaje, en las diferentes capas puede hacerse necesario, te manifiestas desde ti a través de las capas o adaptado a ellas, ahí el desapego es de la necesidad de controlar, hay un nivel macro que se manifiesta cuando actúo desde el ser, aun a través de ciertas partes del personaje. Al menos esto es desde la perspectiva de mi consciencia al escribir el momento, este momento.

Mis construcciones internas, vallas y defensas son partes de las exo-capas que intentan prevalecer después de quien sabe cuantas vidas.

Mucho ha cambiado en estos tiempos y hoy puedo decir que nos hallamos aquí/acá/allá en el Todo, puedo sentir la consciencia del todo, trascendiendo lo transitorio y disfrutando el proceso.

Cuando me entrego y me despliego, y soy yo mismo quien se despliega y se entrega, yo mismo el que observa y se ve  a sí mismo, y se acepta, y fluye con la esencia. Y me sorprendo fluyendo con todo en el día, en la vigilia de la luz.

Aquella sensación que en este plano relacionamos con la felicidad infantil de la magia de la vida, ser liviano, volar…el cielo inconmensurable.

Podemos estar hasta arriba de trabajo y obligaciones, siempre dependerá solo de nosotros que ello nos abrume hasta olvidar la magnificencia de estos tiempos en los que no se necesitan las certezas, porque ello no es más que un concepto sin energía. Podemos negar la evidencia, pero esta vida nos alcanza siempre.

Nada me puede apartar del sendero, estoy y estamos creando algo nuevo; todo lo que pensábamos era la vida, sus reglas y valores, se desvanece ante  la verdad, la historia personal no es más que una proyección para nuestra experiencia dual, la colectiva en consecuencia, y siento que así es. Siempre recuerdo a Carl Sagan cuando representaba en una gráfica el tiempo lineal entre el big bang y el presente, donde la historia humana conocida ocupa el equivalente a la cabeza de un alfiler en la inmensidad de tiempo…

Ahora sabemos que lo que considerábamos Universo es mucho más vasto que lo imaginable, pensábamos en una época nuestro hogar la Tierra, en otras el Sistema Solar, más adelante nuestra Galaxia la vía Láctea, y hoy es Laniakea un sistema de galaxias con un Gran Atractor hacia el que se dirigen todas las galaxias contenidas en ella, unas cien mil, y se estima que habrá unos seis millones de supercúmulos de galaxias como el nuestro…

Laniakea, Cielo Inconmensurable en Hawaiano, la lengua del sitio del descubrimiento científico, ¿habrán aplicado el hoponopono en sus investigaciones?...

Podemos tener todos los problemas inherentes a una situación caótica tan divulgadas por los medios, ya sea de índole económica, familiar, laboral, existencial, depresión o decepción,  pero si sabemos nuestro centro, si actuamos desde ahí, si echamos mano de toda esta energía que nos abre los ojos, la mente y el corazón, si sabemos que somos apenas una mota de polvo en la inmensidad de Laniakea, TODO está perfecto y es así como estamos construyendo la nueva tierra, siendo conscientes del ‘para que’, para un bien mayor, siempre para un bien mayor.

Vórtice




martes, 5 de abril de 2016

¿Quieres ser feliz? Evita estos 8 caminos‏

El  fin último de la vida, dicen, es ser feliz, y cada cual traza caminos, que con mayor o menor fortuna, intentan dirigirnos hacia aquello que, con desespero, esperamos encontrar.



La felicidad, como todo concepto, es imposible de abarcar o definir para satisfacción de todos. Cada cual tiene su acepción propia, su idea íntima, la interpretación que más le acomoda. Quizá, durante siglos, haya sido la palabra fundamental que todos han perseguido, piedra angular en la que se fraguó todo comportamiento humano, figura de humo que tan pronto como la acariciamos con los dedos se nos escapa.

La finalidad de la ética, cuando nació en Grecia, era procurar un modo de vida que nos hiciera felices, con la contraprestación de asumir el deber de ser buen ciudadano. Pero pronto, otros filósofos se alzaron como voces discordantes cuando propusieron que, si la meta en la vida es la dicha, estamos presos del movimiento natural y pendular de la vida, y habremos de contemplar la desgracia como hermana gemela del estado de felicidad al que nos agarramos con uñas y dientes, imposible de sostener durante mucho tiempo. Los estoicos, los filósofos con más entereza de ánimo de cuantos hubo, hablaron de la ataraxia, concepto con cierto regusto oriental: lo importante es tratar de alcanzar la serenidad, estado ecuánime situado en el medio y a la vez más allá del bien y del mal. Solo importa ejercitarse en el arte de mantenerse y habitar el centro de uno mismo, como dintel de un sólido portal, donde estaremos guarecidos de todo terremoto. Ni la euforia, tan tontamente asimilada como felicidad, ni la desgracia, sentimiento cercano a la impotencia, lograrán sacudirte.

Entonces, ¿qué puede ser la felicidad? Seguro que, aunque cada cual tenga su idea de lo que es ser feliz, todo coincidirán en lo básico: es un estado de ánimo, una vibración, en realidad algo que ya se nos presupone de por sí y que lo material solo nos puede recordar que ya tenemos. Si basamos nuestra dicha en un coche o en un ático, estamos dando fuerza a la desgracia que, claramente, implicará su pérdida. Luego, si eres feliz, lo serás por añadidura con lo material. En caso contrario, en cuanto te canses de tus juguetes, volverás a recordar cuán desgraciado eres. Por lo tanto, perseguir la felicidad, como la libertad, el amor o la paz es pretender escaparse de lo que uno verdaderamente puede hacer en el día a día para que sea ese estado sea el que nos alcance a nosotros: poco a poco, descubriéndonos y conociéndonos a nosotros mismos, nos daremos cuenta de que no hay nada fuera que no esté ya dentro. Si en el mundo hay guerra y despropósito, es que dentro de uno también lo hay. Termina con tu batalla interior y ayudarás que en el mundo haya menos guerra.
Por lo tanto, si no es posible alcanzar ningún estado, ¿cómo sintonizar con él? A esta pregunta nuevamente cada cual habrá de responder para sí aquello que le acomode: ningún libro, maestro ni escuela serán sinceros si tratan de darte las coordenadas para tu GPS. 

Propondremos 8 caminos que no convienen transcurrir si es esto lo que deseas: la felicidad siendo quien eres y teniendo lo que tienes.
  • No deposites esperanzas en el pasado ni en la estúpida creencia de que solo allí pudiste ser feliz: estás desperdiciando increíbles oportunidades del presente, lugar que habitarás durante el resto de tu vida, para comenzar de nuevo, para ser feliz.
  • No te aferres, no intentes detener el paso del tiempo ni finjas que algo no terminó cuando de hecho ya sucedió. Nada dura para siempre, ni lo bueno ni tampoco lo malo: si fundamentas tu felicidad en algo material, sea una empresa, tu pareja, los hijos, un coche,… estarás dando fuerza a que, una vez no estén a tu cargo, seas un completo desgraciado.
  • No te refugies en la cabeza planeando y maquinando continuamente qué es lo que te hace feliz: estás dejando de lado el terreno de los afectos, del gozo de vivir, de sentir. Todos aquellos que estuvieron al borde de la muerte y regresaron coinciden en lo mismo: aquello que recordaron mientras se iban es lo mismo que aquello que cuidan cuando regresan: mosaicos hechos de pequeños momentos que se compartían con los seres más queridos y que ahora vuelven a cotizar. Jamás nadie recordó la última nómina ni la última letra de la hipoteca.
  • No postergues ninguna decisión, no temas vivirte como un principiante, no desprecies el don que te fue dado. Si te traicionas a ti mismo, traicionarás las posibilidades que te fueron confiadas para ser feliz. Basta con muy poco. En realidad casi con nada. Como dicen los taoístas: quien mucho acumula, sufrirá grandes pérdidas.
  • No desoigas tu intuición y trata de satisfacer tus deseos en la medida que puedas, o no los aumentes si sabes que no los has de poder colmar. Sentirse desgraciado es sentirse insatisfecho, puede que seamos responsables de ello si nos proponemos metas imposibles que, sospechosamente, se parecen demasiado a las del vecino y no a las genuinamente nuestras.
  • Si permaneces siempre activo, si te dejas llevar por la vorágine de los acontecimientos, cabalgarás todo el tiempo encima de un tigre loco que parará cuando él quiera, sin tu poder decidir el momento. Cultiva el arte de estar en ti mismo, de sentir el cuerpo, sea a través de la meditación o del deporte.
  • Si cierras toda posibilidad a que lo nuevo llegue, incluso si petrificas tu concepto de la felicidad y no lo dejas fluir, estarás condenado al dolor. Los conceptos cambian con nosotros, con nuestras vivencias y nuestras experiencias. Si no puedes, al menos finge aceptar el cambio. Por la imitación, decían en la Edad Media, también se llega a la santidad. Imita tu mejor yo, y personaje y actor devendrán uno.
  • Partiendo de la base de querer tener éxito en todo lo que se emprenda, incluido el deseo de ser feliz, nuevamente estaremos vertiendo energía al aspecto opuesto: el fracaso, que será la sombra que nos acechará. Todos buscamos lo mismo: el verdadero logro es reconocer en el otro nuestra oportunidad de ser ya felices, de reencontrar ese estado de ánimo, y de vibrar tan alto como podamos con él.

No se trata de tener, si no de ser mientras se tiene.
No se trata de alcanzar, si no de darse cuenta de que ya se ha logrado.
No se trata de ganar, si no de darse cuenta de que no se compite.
Algún día lograrás aquello que siempre deseaste, estoy seguro, y te darás cuenta de que, mientras lo esperabas, vivías en la excusa de no sentirte feliz cuando en realidad ya podías vivirte como tal: el momento es ahora.

Quizá te suene duro, pero en este preciso instante, ya lo tienes todo para ser feliz.

Luis Miguel Andrés Llatas