jueves, 10 de diciembre de 2015

Percibir la Naturaleza desde la quietud



Cuando percibes la naturaleza sólo a través de la mente, del pensamiento, no puedes sentir su plenitud de vida, su ser. Sólo ves la forma y no eres consciente de la vida que la anima, del misterio sagrado. El pensamiento reduce la naturaleza a un bien de consumo a un medio de conseguir beneficios, conocimiento, o algún otro propósito práctico. El antiguo bosque se convierte en madera; el pájaro, en un proyecto de investigación; la montaña, en el emplazamiento de una mina o en algo por conquistar.

Cuando percibas la naturaleza, permite que haya espacios sin pensamiento, sin mente. Cuando te acerques a la naturaleza de este modo, ella te responderá y participará en la evolución de la conciencia humana y planetaria.
Nota lo presente que está la flor, lo rendida que está a la vida.

La planta que tienes en casa…, ¿la has mirado detenidamente alguna vez? ¿Has permitido que ese ser familiar pero misterioso que llamamos planta te enseñe sus secretos? ¿Te has dado cuenta de lo pacífica que es, de que está rodeada de un campo de quietud? En el momento en que te das cuenta de la quietud y de la paz que emana, esa planta se convierte en tu maestra.

Observa un animal, una flor, un árbol, y mira cómo descansan en el Ser. Cada uno de ellos es él mismo. Tiene una enorme dignidad, inocencia, santidad. Sin embargo, para poder ver esto, tienes que ir más allá del hábito mental de nombrar y etiquetar. En el momento en que miras más allá de las etiquetas mentales, sientes la dimensión inefable de la naturaleza, que no puede ser comprendida por el pensamiento ni percibida por los sentidos. una armonía, una sacralidad que, además de compenetrar la totalidad de la naturaleza, está dentro de ti.

El aire que respiras es natural, como el propio proceso de respirar.

Dirige la atención a tu respiración y date cuenta de que no eres tú quien respira. La respiración es natural. Si tuvieras que acordarte de respirar, pronto morirías, y si intentaras dejar de respirar, la naturaleza prevalecería.
Reconecta con la naturaleza del modo más íntimo e interno percibiendo tu propia respiración y aprendiendo a mantener tu atención en ella .Esta es una práctica muy curativa y energetizante. Produce un cambio de conciencia que te permite pasar del mundo conceptual del pensamiento al ramo de la conciencia incondicionada.

Necesitas que la naturaleza te enseñe y te ayude a reconectar con tu Ser. Pero tú no eres el único necesitado; ella también te necesita a ti.

No estás separado de la naturaleza. Todos somos parte de la Vida Una que se manifiesta en in-contables formas en todo el universo, formas que están, todas ellas, completamente ínterconectadas. Cuando reconoces la santidad, la belleza, la increíble quietud y dignidad en las que una flor o un árbol existen, tú añades algo a esa flor o a ese árbol. A través de tu reconocimiento, de tu conciencia, la naturaleza llega a conocerse a sí misma. ¡Alcanza a conocer su propia belleza y sacralidad a través de ti!

Un gran espacio silencioso contiene en su abrazo la totalidad del mundo natural. Y también te contiene a ti.
Sólo mediante la quietud interior tienes acceso al reino de quietud en el que habitan las rocas, las plantas y los animales. Sólo cuando tu mente ruidosa se queda en silencio puedes conectar profundamente con la naturaleza y sanar la separación creada por el exceso de pensamiento.

Pensar es una etapa en la evolución de la vida. La naturaleza existe en una quietud inocente que es anterior a la aparición del pensamiento. El árbol, la flor, el pájaro o la roca no son conscientes de su propia belleza y santidad. Cuando los seres humanos se aquietan, van más allá del pensamiento. La quietud que está más allá del pensamiento contiene una dimensión añadida de conocimiento, de conciencia.

La naturaleza puede llevarte a la quietud. Ése es su regalo para ti. Cuando percibes la naturaleza y te unes a ella en el campo de quietud, éste se llena de tu conciencia. Ése es tu regalo a la naturaleza.

A través de ti, la naturaleza toma conciencia de sí misma. Es como si la naturaleza te hubiera estado esperando durante millones de años.

Eckhart Tölle

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Nunca es demasiado tarde para nada


La edad no te condiciona, lo que te condiciona a la hora de seguir aprendiendo, cambiar de profesión, enamorarte, conocer nuevas personas o iniciarte en una afición es la interpretación que tú le das a tu edad.
En esta vida todo es relativo. ¿Por qué te ves mayor para emprender o hacer algo nuevo si no sabes qué día te vas a morir? ¡Desconoces por completo cuántos años vas a estar aquí! Las personas que por desgracia han fallecido jóvenes, víctimas de una enfermedad o de algún accidente, nunca pensaron que eran demasiado mayores para estudiar su carrera. Se limitaron a vivir. No tenemos información de cuándo acaba nuestra historia, así que no tenemos capacidad para establecer cuándo somos mayores para algo. Mi abuela se inició en la informática a los setenta y pico. Hoy tiene ochenta y nueve y maneja el ordenador y las redes sociales mejor que alguien de cincuenta que cree que ya no tiene edad para cambiar su metodología de trabajo o para aprender algo nuevo de informática. ¡Quién le iba a decir que con setenta y pico todavía le quedaban veinte años de experiencia informática!

No es la edad, es la actitud. Las personas jóvenes no son las que están por debajo de los 40 o los 30, sino las que se sienten llenas de vida, de ideas, de proyectos, las que desean vivir de forma plena y seguir aprendiendo. La juventud es aprendizaje y tenemos capacidad de aprendizaje hasta que morimos. Decía Eduardo Mendicutti en su libro Mae West y yo que hasta la muerte, todo es vida.

Muchas son las personas que han decidido hacer su carrera universitaria cuando llevan veinte años trabajando en otra profesión. Le han dado un giro a sus vidas y se sienten ahora plenamente satisfechas. Les costó esfuerzo, quitarse horas de descanso o de otras actividades, pero no dejaron de perseguir y trabajar por un sueño.
Que no te asuste la falta de memoria o de concentración. A pesar de que el cerebro y las personas perdemos facultades, lo cierto es que nuestra experiencia, la capacidad de relacionar conceptos y otras habilidades suplen lo que vamos perdiendo. Siempre estamos en equilibrio. La capacidad de aprendizaje de alguien que se cree mayor, con tanto que lleva almacenado en el cerebro, a veces es más sencilla que la de una persona de 18 años.

La capacidad de aprendizaje se relaciona con:
  • La motivación. Cuando algo te interesa de verdad, le prestas atención, inviertes horas y al final terminas por conseguirlo.

  • Las facultades intelectuales. A pesar que el tiempo reduce ciertas facultades como la memoria, la agilidad mental o la concentración, ninguna de ellas sufre un nivel de deterioro tan grande como para limitarnos el aprendizaje. Y lo más importante, se suplen con la experiencia, el interés y la motivación por querer hacer cosas nuevas.

  • La estimulación. Necesitas entrenar la mente. Leer, hacer ejercicios, resolver problemas, jugar con palabras, con números o lo que te llame la atención. Cualquier actividad cognitiva te mantendrá la mente ágil.

  • La paciencia. No se consigue todo a la primera. Plantéate que no tienes opción de tirar la toalla, no existe esta posibilidad. Persevera, aprende de los errores, vuélvelo a intentar. Lo que importa es conseguir la meta, no las veces que tropieces en el camino.

  • La capacidad de organización. Cuando de adultos tratamos de compaginar una formación nueva, otra carrera universitaria, no siempre podemos dedicarnos de forma plena a ello. Las responsabilidades como los hijos o tener que pagar la hipoteca impiden que dejemos el trabajo actual y podamos estar a pleno rendimiento con lo nuevo. Tendrás que hacer un sobreesfuerzo y compaginar. Y para ello es fundamental gestionar bien el tiempo y saber organizarse. Las personas que hacen más actividades no suelen tener tiempo. Solo se organizan mejor.

  • La experiencia es un grado. Conocer los procedimientos, el funcionamiento de la vida en general, lo que es importante y lo que no lo es, facilita que tu concentración esté en lo que es relevante.
No permitas que nada te frene si estás apasionado con tu proyecto. La vida es larga y siempre ofrece nuevas oportunidades. Lo cierto es que hay que salir a por ellas porque rara vez llaman ellas a la puerta.

Psicologia/Patricia Ramirez

Amor maduro

De todos es sabido que el amor maduro es el que perdura. El amor romántico termina en poco tiempo. El romanticismo es tan candente que se disuelve en su propio fuego o como burbuja de jabón que derrite el sol y que de un momento a otro desaparece.
Lo que permanece es el amor que es alimentado con comprensión y respeto por parte de la pareja y se convierte en un amor maduro. ¿Cómo madura una relación amorosa?
El amor maduro no nace, se construye a través del tiempo de convivencia.
El amor que madura es el verdadero, es un amor sin infidelidades de parte de ninguno de los dos, un amor donde los resentimientos, el rencor y el irrespeto están ausentes durante la relación.
Es un amor sincero, que anida cariño, lealtad y muchos deseos de compenetración en cuanto a sentimientos y otros ingredientes que lo fortalezcan.
Elevadísimos porcentajes de personas manifiestan que sus vidas sentimentales son complicadas, que no son felices, que jamás están bien del todo.

LAS CARACTERÍSTICAS DEL AMOR MADURO:

1.-Un amor maduro nace desde la admiración.
La atracción por alguien solo es eso, atracción, pero muchas personas basan en ello para decir que aman y pensar que la vida sin cierta persona es dura.
Y admirar implica valorar, respetar y sentir agrado por la manera de ser de alguien, por sus talentos, por su personalidad y sobre todo por su espíritu, por la forma en que su mundo interno se proyecta hacia el exterior en valores.
Hoy las parejas charlan poco, van directo a lo pasional, no se conocen y cuando ya lo hacen terminan maltratándose.
La prisa de algunos que en el fondo temen a muerte a la soledad los lleva a ser eufóricos, no pensantes, no analíticos y decir que aman cuando solo sienten pasión, apego o en todo caso costumbre.

2.- Quien desea amar debe aprender de sus errores y sanar heridas.
Cuando algunas personas pasaron malas experiencias sentimentales como por ejemplo maltrato psicológico, traición, violencia, etc., quedan con una serie de temores y pensamientos irracionales que sino detectan pasarán a ser los peores conspiradores de su renacer, de la dicha que merecen.
Por ello es frecuente que si por ejemplo un chico o una chica fue engañado antes, desarrolle tal inseguridad que su nueva pareja pagará los platos rotos, puede desconfiar de ella/él, maltratarlo/a para ponerse a la defensiva y en fin, armar mil complicaciones porque por encima de todo necesita que le demuestren cuanto lo/a aman y sin admitirlo va aniquilando la posibilidad de ser amado/a, de ser admirado/a.
El amor no es un juego de estrategias, es una decisión y es para personas que buscan juntarse para disfrutar y darse mutuamente, no es un juego de roles, no es una lucha donde uno debe ganar. Y sin embargo, lo descrito es la manera de ver el amor de millones de personas.
Si lees esto te queda asumir con humildad los errores y decidir cambios internos, eso ya es un gran paso y te queda luego investigar la manera correcta de proceder y si el dolor te dejó dañado/a, buscar ayuda para encontrar esa luz que te ayude a ser una mejor persona, digna de amar y ser amada.

3.- Quien busca amar sabe comunicarse.
Una cosa es hablar y otra “Comunicarse”, hermosa palabra que implica mirarse a través de otro, crear un maravilloso intercambio de pareceres, compartir y sobre todo saber escucharse mutuamente, eso es “comunicar”, la misma que debe ir cargada de gentileza, cultura para decodificar instantes, situaciones, saber leer ambientes correctos y formas de decir las cosas.
Siempre he dicho que debería existir una materia obligatoria de esto en las escuelas y universidades, la gente sería más dichosa, menos violenta y más noble.
Comunicarse en pareja es, para empezar, respetarse y en base a ello valorar y apreciar todo lo que la pareja diga y también aprender a decirle todo lo que se siente, piensa, teme, etc. Pero no toda la gente posee este don ni busca aprenderlo, no se miran y esperan que todo les llegue del cielo.
A veces escucho a otros con sus parejas y me quedo perpleja, me da pena ver que en elevados porcentajes no saben comunicarse, se respetan poco y hay una falta de cultura emocional atroz. Por ellos siempre les diré que si aprendieron a leer también deben aprender a ser mejores y para ello saber comunicar es esencial.
El amor es una tarea que se debe cultivar con detalles, con paciencia, pero sin comunicación no hay poder que lo haga crecer y menos durar, muere de golpe, súbitamente y el perdón y las lágrimas no lo reviven, queda el aprendizaje para volver a empezar.

4.- Quien busca amar con madurez no busca intereses ni es egoísta.
Mucha gente pide amor, pero no sabe dar y considera que debe tener todo lo que planea, los intereses de la pareja no deben ser prioridad y solo busca los propios. Y termina siendo cero apoyo por ejemplo a nivel profesional y también emocional.
La pareja debe ser quien aliente a crecer, el primer fan de todo lo bueno que se haga, quien escuche y si es culto, que opine, sugiera y eche una súper mano cuando la otra parte ve solo todo nublado. Y eso es algo que se logra con el tiempo y también depende del tipo de valores que posee cada uno, así como su nivel de autoestima.

5.- Quien busca amar no busca dañar.
Mentir, ofender, minimizar, dañar, manipular, juzgar son algunos de los errores comunes que cometen las personas que no saben amar. Fallas que son comprensibles si quien fue víctima de ellos tiene inteligencia y tino para comprender.
Y si bien el perdón es una elección y decisión de la parte dañada, en la medida que los individuos son más centrados y sobre todo tienen valores muy arraigados y espiritualidad, no saben dañar, mucho menos mentir.
Por ello todo el tiempo es necesario saber mirarse, tener coraje y fortaleza para vencer las inseguridades, esas que hacen dañar a los demás sin merecerlo.

6.- Quien busca amar no busca lo perfecto.
Lo perfecto no existe y vivir pensando en ideales es como haberse quedado con un cuento grabado en el alma, ese que se desea vivir porque se es en el fondo incapaz de saber luchar.
Personas que deciden cerrar la puerta al amor lo hacen por falta de voluntad, falta de fe y también por certezas irracionales. He oído decir a gente que entrevisté y conozco “ya me cansé, ya no doy y mejor estoy solo/a, así nadie me daña”. Si bien, actitudes como éstas son decisiones personales, vienen del no aceptar lo vivido, de creerse la persona más desgraciada del mundo, tanto que se perdió la capacidad de sentir.
A esta gente le digo: “Siempre habrá millones de personas que vivieron dolor extremo y siguen de pie y caminan sin prisa, pero sin pausa con la certeza de que lo que logren depende de su proceder, de su voluntad y de su nivel de madurez emocional”.

7.- El amor no sólo son celebraciones.
Hay tiempo para celebrar, para reír, pero también para llorar juntos, para mimetizarse en lo primordial que es el apoyo mutuo. Los flojos de espíritu solo buscan placer, pero la vida es para la gente guerrera en todo terreno, actitud que se cultiva preparándose día a día.

¿CÓMO PREPARARSE?
Pues aprendiendo cada día algo nuevo con humildad y sin alardeos. Leer, escuchar, observar, sentir, percibir. Cada uno de estos pasos es una manera de aprender, para asimilar, compartir y transmitirlo.
Y si tú eres un buscador de cultura y a veces te critican por eso, se burlan de ti o te dicen nerd o ratón de biblioteca, entre otras cosas, ni te inmutes, ¡acostúmbrate! y nunca agaches la cabeza por ello.
Jamás dejes de sentir la emoción y alegría que se experimenta cuando se aprende algo nuevo. Haz de tu curiosidad algo útil y fructífero. Y recuerda que alguien que se cultiva jamás es aburrido ni se aburre porque en minutos sabe dar pasos para cambiar lo que se le antoje de su día y sobre todo compartirlo con los que ama.
El amor se marchita con la rutina, por eso es preciso cultivar la locura de la buena, la creatividad, la chispa, el humor y el ingenio para hacer de los días algo mágico. Sí, lo mágico es posible para la gente que sabe amar con cultura, bondad y generosidad, quienes no cultivan esta actitud no lo comprenden. Y no vale la pena perder el tiempo con gente necia.

8.- Por soledad no se mete con cualquiera.
Elevados porcentajes de personas tienen mucho miedo a la soledad, es decir, les aterra pensar que no hallarán a nadie con quien compartir sus días y ese temor los arrastra a buscar desesperadamente a alguien. A veces ni lo  conocen bien y se enfrascan en relaciones esporádicas o extrañas que solo los deja golpeados nuevamente.
Otras personas se sienten incómodas  ante los comentarios por si están sin pareja aún y no lo resisten y hacen de todo por conseguir algo eventual. Y de esta manera dejan de ser ellos mismos, el qué dirán aplasta su esencia.
Si bien es importante arriesgarse por amor, ello no implica ser inconsciente y dejar de valorarse y respetarse. Amar con madurez no es dejarse llevar por el desenfado y los temores, eso solo logra dejar el alma más confusa.
Y si tú sientes que sabes amar con madurez, no te fijes en las críticas, en los comentarios sobre las decisiones que tomes en tu vida. Tú serás lo que quieras ser y sólo de ti depende cuidar tu interior. Y si hoy estás sin pareja, aún ten en cuenta que todo en la vida es un proceso y el destino sabe lo que te toca vivir en el momento preciso y para tu mayor bien.

9.- Un amor maduro busca ser espiritual:
La espiritualidad se forja en la fe, los valores y la consideración.
Si bien la sexualidad y religión son elecciones personales, considero que es mucho más complicado entablar una relación con alguien que no posea una pizca de espiritualidad si una de las partes si la tiene en la pareja. Nadie puede obligar a nadie a tener fe, pero hoy puedo decir que resulta vital para mantener una relación sana y de respeto. Solo quien sabe mirarse y afrontar las debilidades y retos de la vida, halla los caminos para no dañar ni dejar morir el amor.

“No hay árbol por fuerte y grande que sea que no haya sido sacudido por un viento tempestuoso”.


martes, 8 de diciembre de 2015

CONVIÉRTETE EN LA PRESENCIA DE LA COMPASIÓN Y LA PAZ




A nivel espiritual o de la conciencia, todos estamos indisolublemente conectados con todas las demás personas y las cosas. Aunque parezca que nuestro cuerpo es una estructura física sólida, en realidad es un río en el que siempre fluyen la energía y la información, en intercambio constante y dinámico con nuestro entorno.
Las expresiones que utilizamos reflejan nuestro entendimiento innato de nuestra naturaleza, que es energía en esencia. Cuando decimos cosas como: "Sus palabras en verdad hicieron eco en mí", "Tal persona me da mala vibra" o "Mi amiga tiene un gran corazón", no se trata sólo de metáforas: realmente sentimos la energía de los otros y ésta nos afecta a un nivel muy profundo. Piensa en todas las cualidades de otra persona que captas intuitivamente a nivel energético. Además de poder decir si alguien está contento o triste, también puedes sentir si está en paz o alterado. Su mirada revela interés o tedio, ternura o indiferencia. Es difícil pensar en una cualidad humana que no tenga algún tipo de "signo" energético. 
Como seres de energía, nuestro potencial de afectar a otros con ella o con el estado de nuestro ser es un gran don pero también una gran responsabilidad. Cuando entramos en una habitación, nuestra energía emana de nosotros. Sin decir una sola palabra, nos comunicamos mediante nuestro signo energético, creando ondas que pueden afectar a quienquiera que encontremos. Si el estado de nuestro ser está enfocado en el amor y la compasión, ésa es la energía que comunicamos a los demás. De igual manera, si nos concentramos en los juicios, la hostilidad o el resentimiento, eso es lo que comunicamos.
A través de nuestra energía o conciencia, tenemos la capacidad ilimitada para enviar ondas que ayudarán al planeta y sus habitantes a ir en la dirección de la más alta evolución: del miedo, la hostilidad y el malestar al amor, la compasión, la paz y la dicha.

Convertirse en una fuerza de armonía

Un amigo me compartió una anécdota personal que ilustra el poder que tiene el mantenerse centrado en la paz. Caminaba por la calle en una gran ciudad cuando sintió el impulso de entrar a una panadería, con antojo por las delicias mostradas en la vitrina. Pero en cuanto puso un pie en el interior, vio que había problemas. El gerente del lugar estaba gritándole a la chica del mostrador. Ella lloraba, y los dos estaban tan absortos que no se percataron de que un cliente había entrado. Mi amigo me contó que de pronto su intuición le dijo: 'Puedo traer armonía a este lugar.'
Prestó oídos sordos a la discusión, que paró una vez que el gerente y la chica notaron su presencia. Eso, en sí mismo, no tiene importancia. Pero mi amigo se quedó ahí, caminando por la panadería, mientras se centraba en su propia paz. Desde hace muchos años él practica la meditación, así que en lugar de quedar atrapado en pensamientos de enojo o crítica, fue capaz de sentir compasión por el gerente, la chica y él mismo. Pudo sentir cómo se suavizaba el ambiente en la panadería, y aunque cueste trabajo creer lo que sucedió después, lo cierto es que el gerente y la chica se sonrieron. Para cuando mi amigo salió, vio que se abrazaban y se disculpaban.
Dr. Deepak Chopra

domingo, 6 de diciembre de 2015

Tienes saboteadores o mentores internos




Suena la alarma: 6.30 AM. Alguienes internos, como unas voces sugieren: «¡diez minutos más!». Otra voz replica: «si te quedas no tendrás tiempo para preparar la reunión». Resolutivamente emerge un «ok, me levanto».
El diálogo interno no cesará hasta que vuelvas a acostarte. Una o diversas voces irán comentando y calificando lo que va ocurriendo e irán generando un clima interno del que depende tu felicidad, salud y productividad. La anhelada paz se desarrolla, ante todo, dentro de uno mismo. Sólo cuando la paz germina en el diálogo interior uno es capaz de crear una atmósfera de armonía genuina a su alrededor.
Muchas personas pasan toda su vida sin prestar atención al contenido de ese diálogo que tanta influencia tiene en su felicidad. Otros muchos se sentirán esclavizados por un saboteador interno que repite machaconamente: No soy capaz, no me lo merezco, soy un desastre… Tal vez, la relación con nuestro diálogo interior sea la más importante que tengamos a lo largo de nuestra vida y, sin embargo, se la ignora en la educación formal.
¿Quién maneja el mando de tu tele interna? ¿Quién está en el centro de tu conciencia más tiempo a lo largo del día: las voces que patrocinan el control, el perfeccionismo y el temor o la voz de tu maestro interior conectada con tu esencia y la gran corriente de vida?
Las tradiciones milenarias han propuesto formas diversas de mermar el ruido interno, elevar la vibración de los pensamientos diarios y pasar de la estrecha mente cotidiana a la Gran Mente conectada con la expansión de la Conciencia, la Unidad y el Amor. En el budismo, el juego de la Conciencia parte de que en nosotros habitan un conjunto de «yoes» que van descubriendo la realidad y tienen distintas formas de concebirla y manifestarla. Estas conciencias han aprendido a sobrevivir detectando peligros mediante un gran esfuerzo de autoprotección, lo que ha hecho que se cierren en actitud defensiva. La percepción de la realidad a través de una lente defensiva nos aleja de lo trascendente: vemos el mundo aislado de nosotros y en esa disociación surgen diálogos internos y emociones que aunque tienen como intención protegernos generan ruido, separación y sufrimiento.

«Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos.Con nuestros pensamientos hacemos el Mundo» 
Buda-

La presencia plena del Mindfulness, el silencio, la meditación, los mantras, cultivar un observador imparcial para ser conscientes de la naturaleza de nuestros pensamientos, respirar conscientemente y transformar una mente dispersa en una mente centrada son prácticas que paulatinamente mejoran la calidad de nuestro diálogo. ¿Cuál es la parte más difícil? ¡Tan sólo hacer un hueco cada día para practicar!

Cuando a través de la práctica diaria y continuada se consigue detener este incontrolado diálogo mental la vida es… otra cosa. Te das cuenta de que, si pensar es un regalo de la evolución, la capacidad de hacer silencio interior lo es aún más. A partir de ahí comienza una bella aventura donde se hacen innumerables descubrimientos y se viven hermosas experiencias, tras las cuales, prefieres dedicar más tiempo a contemplar y menos a pensar, más tiempo a acariciar y menos a contar.
Castaneda afirma: «El silencio no es definible. Cuando lo practicas, lo percibes. Si lo tratas de entender lo bloqueas. No lo veas como algo difícil o complejo, no es nada del otro mundo, es algo natural, tan sólo es acallar las voces de la mente. No es solamente la ausencia de pensamientos, más bien se trata de suspender los juicios, contemplar sin interpretar. Entrar al silencio se puede definir, como «aprender a pensar sin tantas palabras». Quienes paran su diálogo interno ya no interpretan, son pura percepción presente, no se desilusionan o arrepienten, pues todo lo que hacen parte del Centro de lo que ES y viven en un estado más auténtico de libertad. Es nuestra condición natural, nacimos del silencio y allá volveremos. Lo que nos contamina son las ideas superficiales que se cuelgan en nosotros a partir de nuestra forma de vivir. Esas voces no tienen ninguna utilidad porque prácticamente están dirigidas al engrandecimiento del ego».
La idea de cultivar un observador externo inspiró la práctica de muchos budistas, yoguis, taoístas y chamanes a lo largo de los siglos. La PNL, el coaching, la psicología cognitiva, humanista y transpersonal rescataron sus enseñanzas para ponerlas al servicio de Occidente. La física cuántica ha hecho célebre el mensaje: «A escala cuántica, la observación no sólo afecta e influye al objeto que está siendo observado… lo crea» (P. Jordan).
Recientemente se han hecho investigaciones que ilustran el efecto de dejar el mando de tu vida a un saboteador interior. Friedman y Rosenman definieron en los años 60 el patrón del riesgo coronario, recomendando una reeducación mental a los individuos cuyo diálogo interno está volcado en mantener una hiperactividad y un esfuerzo crónico para conseguir un número ilimitado de metas diarias. Su diálogo tiende a un uso abusivo de mensajes activadores y juicios hostiles hacia uno mismo con la intención positiva de propiciar la pronta realización de una tarea y abordar inmediatamente la siguiente. Hay una clara y noble intención positiva para que el cerebro use este diálogo: estar activo, ser productivo,… Si el cerebro decidió automatizarlo fue porque en algún momento le resultó útil. No obstante, los efectos secundarios no buscados superan el beneficio de la intención positiva inicial. Este diálogo interno afecta la salud fisiológica y mental a largo plazo, pudiendo desembocar en trastornos de salud.
Todo diálogo interno es una estrategia de abordamiento que busca el bienestar y, aunque el empleo de mensajes hostiles pudo hacernos reaccionar eficazmente en el pasado, es preciso enseñar al cerebro que ahora tienes formas más nutritivas de motivarte.

Los efectos negativos de mantener un saboteador interior hostil y cargado de reproches son:

Descubrir qué te dices a ti mismo con esa voz en off que acompaña la película de tu día es un gran primer paso. Es preciso un mínimo de silencio interior y atención para llegar a escucharlo. Es preciso un mínimo de humildad para admitirlo.
Nuestro diálogo interno está compuesto por un sumatorio de juicios y creencias de quienes creemos ser que operan como algoritmos automáticos en una hoja de cálculo: configuran nuestra identidad y determinan resultados, estado y grado de satisfacción vital. Esas voces terminan convirtiéndose en saboteadores si no las aceptamos y reelaboramos. Rechazar o reprimir un saboteador dificulta su desaparición, pues termina convirtiéndose en un agente oculto de la resistencia.
Es posible cultivar un diálogo al servicio del ser y no al servicio de la supervivencia defensiva. Hay que iniciar un proceso de identificación, relación y transformación progresiva de cada una de esas voces para invitarlas a unirse cariñosamente a la fiesta de la vida.
  1. Haz una lista de las voces habituales que más te influyen. Escuchas sus palabras exactas. Date unos días para escucharlos sin buscar ninguna conclusión adicional más allá de darte cuenta de lo que ocurre
  2. Establece una relación íntima, personal y cariñosa con cada uno de tus yoes y explóralos empezando por el más limitante. Fíjate en su voz (si es la tuya, de hombre o mujer, autoritaria…), si repite muchas veces o sólo una su mensaje… y qué parte del cuerpo se resiente tras escucharlo. ¿En qué situaciones concretas y con quién se activa? Hay voces que aparecen al sentir inquietud o culpa, en momentos de tomar decisiones, al probarnos ropa o cuando presentamos un proyecto laboral… Valora el protagonismo que tiene y de qué forma condiciona tu vida. Cuando el saboteador cobre vida podrás darle el nombre de un personaje. Ésa es una buena estrategia para independizarlo de tu ser y sentir que eres mucho más que el personaje. Hay arquetipos frecuentes: el tirano controlador, el resuelvetodo, el salvador de causas perdidas, la víctima herida, el miedoso que no se lanza, el juez que condena a todos, etc.
  3. ¿Qué creencia limitante refuerza el saboteador? ¿Es una creencia tuya o la compartes con tu sistema familiar, laboral, de amistades, etc.? Acepta todos tus personajes tierna y profundamente. Si rechazas una conducta personal y no agradeces su intención positiva será imposible transformarla. Si no aflora el agradecimiento interno quédate dialogando y respirando los sentimientos que emerjan. La teatralización del diálogo es útil para discernir cuándo habla el saboteador y cuándo el yo más esencial. Crea el alejamiento necesario desde el cual dialogar, perdonar, comprender y establecer pactos. Tras el ritual de aceptación del mensaje a desactivar, es tiempo de sentir y sembrar la semilla de la nueva actitud interna que quieres plantar en tu jardín. Si por ejemplo tu saboteador quería activarte a base de reproches, dile que has descubierto mensajes que activan desde lo positivo. Pídele que aporte y se una a la reforma. ¿Qué podrías decirte para conectarte con una sensación de bienestar? Pueden ser palabras, un mantram, un color o paisaje, una sensación… ¿Qué mensaje cariñoso te permitiría alejarte de estar contraíd@ y a la defensiva para animarte a esponjar y relajar el cuerpo ante una situación inesperada que exige atención inmediata? ¿Cómo puedes reírte de ti mism@ y parar el discurso interior cuando aparece el miedo y entras en una deformación perceptiva que imagina escenarios que posiblemente nunca ocurrirán?
La madurez precisa espacios en los que paremos la actividad y permanezcamos en silencio, quietud, observación e introspección. Sólo así podremos integrar lo vivido, aceptar lo sentido y entender que los saboteadores son en realidad queridos mentores que han perdido su rumbo.
El Maestro Zen Dennis Gempo Merzel relata en «Gran mente, gran corazón» su experiencia como instructor en el Zen Center de los Ángeles. Allí constató que la meditación como única práctica no hacía superar a sus alumnos los conflictos que afloraban ni les hacía cambiar patrones esenciales de su carácter. Tan sólo lo consiguieron con un trabajo de autoconocimiento para detectar creencias limitantes a aceptar y reelaborar.
¿Qué personajes internos tendrán más fuerza? Los que tú alimentes con más pensamientos y conexiones sinápticas diarias. «Dónde está mi atención está mi energía. Eres tú el que mantiene vivo tu teatro interior. La energía sigue al pensamiento y el pensamiento crea una realidad: «lo que crees, lo creas». Hay una diferencia cualitativa en las personas que centran sus pensamientos y diálogo interior en lo positivo, en las capacidades y potencialidades de los demás y las suyas propias. Eres pues, directamente responsable del clima interno en el que habitas. La energía vital se estanca si vives una constante fricción emocional en tu diálogo interno. Es posible consolidar un estado de paz desde la confianza en el constante fluir de cada día.
No estás sólo. Al hacer silencio podrás experimentar la conexión con Todo, y con una red de maestros y mentores que se activa al estar silenciosamente receptivos. El cielo, la tierra, el viento y el sol nos susurran al oído historias de sabiduría y amor en cuanto aquietamos mente y cuerpo. Y, sobre todo, dentro de cada uno habita su maestro interior. No mires tanto hacia afuera: dentro de ti tienes todas las respuestas.

«Darse cuenta de que somos prisioneros de nuestra mente es el primer paso en el viaje de liberación» 
R. Dass

Buen camino. Ojalá tu diálogo interior embellezca tu peregrinar.

FUENTE: Ayurveda Tibetano.Facebook