martes, 8 de mayo de 2018

ASUNTOS EN LOS QUE HAY QUE SER IRREDUCTIBLES

En mi opinión, en la vida hay cosas que se pueden admitir sin problema, cosas que son negociables, y cosas ante las que hay que ser intransigente porque son inaceptables.




LA AUTOESTIMA

El Ser Humano cuando no tiene la Autoestima en su punto justo es capaz de tolerar lo intolerable. En nombre de no se sabe qué, acepta cosas que son inadmisibles: el desprecio o el menosprecio, la humillación, la desatención, las burlas y ofensas…

Hay que comprender y defender que la Autoestima es la base de la personalidad, y si uno permite que sea atacada sin reaccionar defendiéndola a ultranza, ha perdido gran parte de su nobleza originaria y ha permitido ser atacado –sin salvaguardar su honra y pureza- en una de sus partes más sagradas.

La Autoestima es la base donde se fundamentan todas nuestras estructuras personales, humanas y emocionales, de ahí la necesidad de ser irreductible ante cualquier ataque a ella y la obligatoriedad de dedicar el tiempo y esfuerzo necesario para recuperarla –quien la tenga baja o perdida- y hacerla justa y digna.


LA DIGNIDAD


Si hay algo que uno ha de poner a resguardo y defender por encima o por delante de otras cosas, eso es la dignidad, ya que es el único reducto donde uno sigue siendo de verdad uno mismo, y es donde uno ha de ser impecable, ya que en ella se reúnen la honorabilidad, la honestidad, y la valía como Ser Humano.

Ha de ser intachable y hay que evitar que cualquier persona la pueda mancillar.

La dignidad se basa en el reconocimiento, propio y ajeno, de que cualquier persona ha de ser merecedora de respeto, es decir: todos merecemos respeto sin importar quiénes o cómo seamos.

Todos tenemos unos principios básicos o fundamentales y éstos han de ser respetados por uno mismo y por el resto de personas.

La dignidad tal vez sea que esté relacionada con nuestra divinidad. O, por lo menos, conviene considerarlo así: lo que tenemos de sagrado. Es nuestra esencia como los Seres Humanos y Divinos que somos.


LA LIBERTAD

► Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere.                                                                    Mario Benedetti



La libertad personal, de expresión y de actuación, es un derecho fundamental e innato, pero algunas personas no pueden sentir esto tal como es, y en ese caso será conveniente que se den a sí mismos permiso para sentirse libres, para mostrarse libres, y para soltarse de cualquier tipo de atadura –mental o real- que les impida manifestarse tal como es su Ser. 


Sumando la Autoestima, la Dignidad y la Libertad, nos proveemos de un sistema de vida íntegra que ha de convertirse en infalible y, sobre todo, ha de lograr que uno se convierta en irreductible en la defensa de su identidad y de su persona.

Uno ha de preservarse de cualquier ataque que le menosprecie o le desestabilice, de todo aquello que agreda a su equilibrio, a su honorabilidad, o a su respetabilidad, y de todo aquel que no le respete y valore.

Ante cualquier ofensa -tanto directa como por omisión o menosprecio- hay que reaccionar, del modo que se considere adecuado –aunque es preferible que sea de un modo asertivo-, porque hacerlo así es más correcto y sano que callarse y sufrir, y porque el Ser Humano puede acabar perdiéndolo todo –y hasta puede permitírselo- pero jamás ha de perder su Dignidad ni el respeto a sí mismo.

Te dejo con tus reflexiones…



Francisco de Sales
buscandome.es

lunes, 7 de mayo de 2018

La negatividad es contagiosa: Rodéate de personas que saquen lo mejor de ti

Tanto las actitudes como los estados de ánimo resultan ser contagiosos, y más aún cuando permanecemos expuestos a ellos durante mucho tiempo. Gran parte de la responsabilidad depende de las neuronas espejo o cubelli, fundamentales para la empatía y para poder ponernos en el lugar de los demás. Esta habilidad es positiva, pero también tiene un impacto negativo, porque podemos propagar fácilmente la negatividad de quienes nos rodean.


La negatividad genera más negatividad

Aunque no siempre estamos dispuestos a admitirlo, un estudio realizado por la Universidad de Indiana ha revelado que las opiniones de los demás nos afectan e influyen en nuestro comportamiento. Estos psicólogos han encontrado que las opiniones negativas tienen un mayor impacto y generan un cambio de actitud en comparación con las opiniones positivas.
En el experimento, los participantes examinaron varios productos. Luego compartieron sus opiniones con los demás, tanto positivas como negativas. Los investigadores encontraron que las opiniones negativas influenciaron las actitudes de los participantes hacia los productos, haciéndolos sentir aún peor. Y lo peor es que aquellos que anteriormente tenían una actitud positiva eran los más susceptibles a la influencia de las opiniones negativas de los demás.
Además, cuando la gente tenía la oportunidad de interactuar cara a cara con aquellos que tenían estas opiniones negativas, era más probable que fortalecieran su actitud negativa y se apreciaba una polarización aún mayor. Este experimento lanza un mensaje claro: la negatividad genera más negatividad.

La tristeza se propaga como un virus

Los psicólogos de la Universidad de Harvard han analizado el vínculo entre los estados emocionales y los modelos relacionales. No tuvieron en cuenta las emociones espontáneas o compartidas que a menudo experimentamos cuando compartimos las mismas experiencias con otras personas, sino que se centró en el impacto de los cambios emocionales que afectan los estados afectivos de las personas más cercanas a nosotros.
Han descubierto así que existe un “patrón de propagación”, como para los virus, y que las fuentes de contagio son mayores en el caso de la tristeza que la felicidad. En otras palabras, cada amigo feliz aumenta nuestras posibilidades de ser felices en un 11%, pero solo necesitamos un amigo triste para duplicar nuestras posibilidades de ser infelices.
Estos psicólogos concluyen que las emociones negativas son como la gripe: cuantos más amigos tengas que padezcan gripe, mayores serán las probabilidades de infectarse, lo mismo se aplica a la tristeza y la desesperación.

También la hostilidad y el mal humor son contagiosos


Rápidamente percibimos el mal humor y la hostilidad, y tan pronto como lo hacemos, algo cambia en nuestro cerebro, cambia nuestra forma de percibir el mundo. Interpretamos las interacciones más groseramente, y esto nos hará asumir la misma actitud que terminará difundiéndose.
Esto fue demostrado por psicólogos de la Universidad de Florida que pidieron a un grupo de personas que asistieran a una reunión con un compañero asignado al azar. Descubrieron que aquellos que habían estado expuestos a actitudes groseras eran más propensos a ser groseros con su próxima pareja. Y lo interesante es que esta actitud podría durar toda una semana.
En un segundo momento, pidieron a los participantes que identificaran las palabras en una serie de letras confusas. Vieron de esta manera que aquellos que habían sido expuestos a una actitud grosera eran más propensos a encontrar palabras relacionadas con emociones negativas. Esto muestra que las interacciones que mantenemos actúan como un filtro, por lo que si estamos expuestos a interacciones negativas, tenderemos a analizar todo desde un punto de vista más negativo y eso es exactamente lo que veremos.

Rodéate de personas que sacan lo mejor de ti

Incluso si no lo queremos, los estados de ánimo de las personas que nos rodean pueden terminar teniendo un gran impacto en nuestras emociones y actitudes. Es por eso que es importante tener mucho cuidado al elegir a quién dejamos ingresar en nuestro círculo íntimo.
Estar constantemente expuestos al mal humor y la negatividad terminará presentando una factura para pagar, por lo que es crucial estar rodeado de personas que puedan sacar lo mejor de nosotros. Por supuesto, también tenemos que asegurarnos de convertirnos en personas con quienes los demás puedan percibir una energía positiva.
La buena noticia es que cuando somos conscientes del hecho de que existe un contagio emocional, podemos actuar como equilibradores de jugadores al alentar a los demás a centrarse en el lado más positivo de las cosas. Es cierto que las emociones positivas son mucho menos contagiosas, pero sigue siendo el mejor regalo que podemos hacerle a alguien cuando está pasando por un mal momento.

Martín para 
https://www.lavidalucida.com

domingo, 6 de mayo de 2018

Personas tranquilas, la calma interior en un mundo de ruido


Las personas tranquilas son ese desconcertante punto de equilibrio en un mundo agitado. Su mirada serena, sus correctos modales y sus pies en el suelo suelen llamar la atención de los demás. Hay quien asume que tras ellos se esconde la timidez, pero en realidad, lo que subyace en este perfil es su buena actitud ante la vida y una calma interior bien trabajada.
Decía Albert Einstein, con gran acierto, que la monotonía y la soledad de una vida tranquila es lo que impulsa a la mente creativa. Sin embargo, por curioso que nos parezca esa imagen sosegada sigue siendo poco entendida en nuestra sociedad. Nos lo recuerda por ejemplo Susan Cain en sus libros sobre la personalidad tranquila y/o introvertida.
                       ► En lugares tranquilos, la razón abunda.
                                                             Adlai E. Stevenson

Así, es muy común por ejemplo que ese alumno que en el aula se muestra siempre relajado, pacífico y silencioso sea percibido como falto de iniciativa, tímido y retraído. Son niños “sin personalidad”, comentan algunos maestros a la ligera. Porque en nuestra sociedad se sigue valorando a quien participa, a quien hace ruido y valer su voz.
Cabe decir, no obstante, que no hay personalidades mejores o peores. Nada es tan rico para nuestro mundo como ese amplio espectro actitudinal y comportamental que mostramos los seres humanos. Cada uno, a nuestra manera podemos aportar cosas excepcionales a nuestra realidad. Aunque eso sí, necesitamos comprensión mutua y ante todo ser conscientes del tesoro que se esconde detrás de cada perfil psicológico.

El cerebro de las personas tranquilas

El cerebro de las personas tranquilas funciona de manera diferente. Puede que a simple vista esta idea le llame a más de uno la atención, pero cabe decir que no es nueva. Ya en los años 60, el conocido psicólogo de la personalidad Hans Eysenck introdujo el término umbral de excitación cerebral. Este concepto le sirvió para diferenciar y explicar por qué las personas más tranquilas se suelen diferenciar tanto de ese perfil más extrovertido y/o abierto a la experiencia, el riesgo, el desafío…
Así, en estudios como el realizado en el 2012 en la Universidad de Harvard apoyan esa misma hipótesis establecida por Eysenck en su momento. Veamos ahora en qué se basa y qué nos explica:
  • Las personas extrovertidas necesitan mayor nivel de dopamina para experimentar bienestar y felicidad. De ahí que busquen experimentar nuevas sensaciones o tener contacto social con mayor frecuencia para alcanzar ese nivel, ese umbral de bienestar.
  • En el caso de las personas tranquilas ocurre lo contrario. Ellas encuentran bienestar con un nivel justo de dopamina, cuando se sobrepasa ese umbral de equilibrio, experimentan ansiedad, presión y agotamiento. Las situaciones relajadas y caracterizadas por una armonía social y sensorial son las que más satisfacción les producen.
  • Asimismo, se han podido observar diferencias estructurales en la corteza prefontral de las personas tranquilas. Tienen mayor materia gris. Algo así se vincula al pensamiento abstracto, lo cual demuestra que este tipo de perfil es más tendente a la reflexión y a la introspección.


Hábitos de las personas tranquilas

Que una persona sea tranquila no significa ni mucho menos que sea más feliz, competente o inteligente que aquellas más inquietas, nerviosas o extrovertidas. Significa básicamente, que ven el mundo de otro modo. Viene a decirnos que se relacionan con su entorno de otra forma y que sus hábitos cotidianos son algo diferentes. Comprenderlos, ser sensibles a este perfil nos permitirá sin duda comprenderlos mucho más y por qué no, imitar alguno de sus enfoques si los consideramos beneficiosos.
        ►Hay momentos en que el silencio tiene la voz más alta.        
                                                            Leroy Brownlow

Características de las personas tranquilas

  • Disfrutan conectando con la soledad. Saben que esos escenarios solitarios son el mejor camino para el autonocimiento. Es ese lugar donde despertar la creatividad, calibrar los miedos con las potencialidades y ajustar nuevos objetivos en el horizonte.
  • Son selectivos. Las personas tranquilas saben bien qué les conviene, qué les enturbia y qué es mejor dejar a un lado o aprovechar. De ahí, que elijan bien sus relaciones y a quiénes quieren en su vida.
  • No hay que asumir nada de forma personal. Quien se obsesiona por los desacuerdos, las desavenencias o los fracasos de forma intensa, sufre. Hay que saber relativizar, establecer una distancia saludable entre uno mismo y los demás, y entender que todo en esta vida es un proceso, y lo importante, es seguir avanzando lo más ligeros posible.


  • Ver, escuchar, sentir, aprender… Nada puede ser tan enriquecedor como conectar con nuestra realidad con todos los sentidos. Las personas tranquilas tienen una actitud sosegada, pero por dentro están hambrientas por captar sensaciones y aprendizajes. Sin embargo, su canal de aprendizaje ideal parte del silencio. De esa mirada que sabe observar, de esos oídos que escuchan con atención discriminando sonidos del mero ruido…
  • Despacio se vive mejor. En un mundo de agitación las personas tranquilas son las únicas que no tienen prisa. Y no la tienen porque saben a dónde van. Se conocen lo bastante para saber cuál es su ritmo, cuál su pausa, cuál su música y por dónde se va mejor hacia ciertas metas y objetivos. El día a día experimentado de forma pausada tiene para este perfil un mejor sabor.
Para concluir, no desestimemos el poder que pueden llegar a tener las personas tranquilas y de actitud más sosegada… Desde su calma interior y su carisma más relajado pueden enseñarnos grandes cosas. A veces, las mejores revoluciones empiezan desde el silencio.


Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com