domingo, 22 de abril de 2018

Para funcionar bien, el cerebro necesita desconectarse

El neurocientífico Facundo Manes advirtió que es necesario “no hacer nada” y hasta aburrirse, para contribuir a la salud de la mente.  El desafío intelectual, la vida social, dormir bien, ejercitarse y evitar el estrés.


El cerebro humano es la estructura más compleja del Universo, tiene más neuronas que las estrellas que existen en la galaxia, y todo lo que hacemos y nos define, depende de él. Así describe el neurocientífico Facundo Manes al órgano más fascinante del que disponen las personas, cuyo funcionamiento se dedica a investigar, pero también a difundir con tanto entusiasmo como claridad, en la convicción de que desentrañar las claves de nuestra mente nos ayuda a vivir mejor como individuos y como sociedad.

De visita en Córdoba para dar una charla sobre “El desarrollo personal y social” en el marco del ciclo Pensar el cerebro, Manes –director del Instituto de Neurociencia de la Fundación Favaloro– explicó qué hay que hacer para mantener la mente sana, y cómo la afectan dos males de este tiempo: multitarea e hiperconectividad.

¿Por qué es importante pensar el cerebro? 

–Por muchísimo tiempo no pensamos el cerebro, ya que por millones de años la especie humana se dedicó básicamente a proteger el territorio, conseguir alimento y cuidar a los suyos. Recién mucho después empezamos a pensar quiénes somos, para qué estamos, e inclusive qué nos hace humanos. Y ahí nos dimos cuenta de que todo lo que hacemos lo hacemos con el cerebro, y de que todo lo que somos depende del cerebro, y eso fue de alguna manera el motor en las investigaciones en neurociencias. De hecho, una pequeña lesión cerebral en un área estratégica nos puede llevar a perder la memoria, la identidad, la capacidad de hablar, o a cambiar la personalidad. Por eso co­nocer el cerebro es importante porque nos va a ayudar a comprender quiénes somos y a mejorar el aprendizaje, el trabajo en equipo y el desarrollo.

¿Qué puede hacer una persona para aprovechar al máximo su capacidad?

–No es una sola cosa sino varias las que hay que hacer para proteger al cerebro. Lo primero, cuidar que la glucemia y el colesterol estén en valores normales y evitar el sobrepeso.

Todo lo que ayuda al ­corazón le sirve al cerebro, entonces.

–Exactamente. Al cerebro también le hace bien el ejercicio físico, que además de ayudar al sistema vascular, genera nuevas conexiones neuronales, y es un buen ansiolítico y un buen antidepresivo. Y a su vez, hay que sumar el desafío intelectual, que es hacer algo que nos cueste: aprender un idioma, algo nuevo. Otro factor es la vida social, porque estar conectado con otra gente es muy impor­tante para el cerebro porque im­plica estímulos diferentesY la otra cosa es combatir el estrés crónico, que afecta al cuerpo y a la mente, y dormir bien, porque el sueño es salud. O sea que para que el cerebro funcione bien, hay que tener un sueño reparadorHoy disponemos de datos de que la gente que no duerme bien tiene más riesgo de sufrir Alzheimer. Eso implica dormir las horas necesarias, aparte de relajarse, porque hoy, además, mucha gente se va a la cama con la oficina a cuestas: el celular, el iPad , el teléfono.

¿Cómo impactan el mul­titasking y la hiperconecti­vidad?

–La multitarea disminuye el rendimiento cognitivo. Mucha gente se confunde al pensar que haciendo muchas cosas al mismo tiempo va a ser más pro­ductivo, y es al revés. Ese es un mito que hay que erradicar porque el cerebro funciona mejor cuando se hace una cosa por vez. Un ejemplo que suelo dar 
es el de Franz Kafka, que era famoso por escribir un texto 
en pocas horas. Imagínalo hoy tratando de escribir rodeado 
de internet, noticias on line , y alarmas de twitter, Facebook y WhatsApp…

¿Qué efecto tiene entonces la tendencia a estar hiperconectados todo el día, todos los días? 

–La tecnología es fantástica, soy un enamorado de la tecnología moderna que nos facilita un montón de cosas. Además, el avance tecnológico es inevitable y hay que aprovecharlo, pero también tenemos que ser cuidadosos. Y esto implica estar desconectados de la tecnología una parte del tiempo que estamos despiertos, porque eso es muy importante para el cerebro.

¿Por qué? 

–Porque cuando está desconectado, cuando “no estamos haciendo nada” el cerebro trabaja muchísimo, y ese tiempo es clave para que procese la información que adquirió cuando estaba atento. Necesitamos desconectarnos de la tecnología para ser introspectivos, para poder pensar, para aburrirnos, para imaginar el futuro. Y sobre todo en el caso de los chicos: tienen que volver a aburrirse, a volver a imaginar, no pueden estar todo el día conectados.

¿En ellos la hiperconexión impacta de una manera diferente?

–No lo sabemos, porque el cerebro recién termina de desarrollarse después de los 20 años, y hay investigaciones aún en curso sobre qué impacto tendría en esa etapa. Pero en cualquier caso hay dos grupos ya sean niños o adultos: uno integrado por quienes ya tienen tendencias obsesivas, compulsivas o ansiosas, en los que se van a disparar más conductas de ese tipo; y otro, de personas que no tienen esas tendencias, a quienes el uso de la tecnología en forma moderada no los va a afectar, sino al contrario, va a ser un facilitador de un montón de cosas.

La última: ¿cuál es hoy, en su opinión, el mayor desafío que plantea el estudio del cerebro? 

–Creo que hemos aprendido ciertos aspectos de su funcionamiento, por ejemplo cómo tomamos decisiones, la memoria, el olvido, el lenguaje, la percepción. Pero todavía no tenemos una teoría general sobre el cerebro, de modo que el mayor desafío es construir una teoría general sobre cómo funciona nuestra mente, que es el órgano que nos hace humanos y que, además, es el único en el Universo que intenta entenderse a sí mismo.

Facundo Manes
Vía: https://sanacionholisticasalamanca.wordpress.com

sábado, 21 de abril de 2018

OÍR O LEER SIN REFLEXIONAR ES TAREA INÚTIL



En mi opinión, esta frase que dijo Confucio hace más de 2.500 años sigue manteniendo su vigencia, y parece que seguirá conservando su verdad hasta el fin del mundo. 

Llevo ya más de 30 años en esto del Desarrollo Personal, del Camino Espiritual, del Autoconocimiento, o del nombre que se le quiera dar a esto de tratar de ser mejor persona y mejor Ser Humano. 

Este preámbulo sirve para decir que he tenido ocasión de hablar con cientos de personas APARENTEMENTE interesadas en esta tarea. He podido comprobar que en demasiadas ocasiones esta búsqueda de la que hablan no va más allá de una curiosidad temporal, de un autoengaño, o de pretender presumir ante los otros de ser “una persona especial”,  “interesada en su trascendencia” y en “el descubrimiento de la Autenticidad”.

Estoy harto de escuchar cómo sale eso por la boca pero sin pasar antes por el corazón, y cómo se afirma con apariencia de algo tajante pero se sustenta sobre una auto-estafa.

Estoy harto de las personas que leen los artículos y al finalizarlos se creen con autoridad para emitir un juicio o una crítica con aires de doctores en la materia, y les parece que con opinar ya han hecho suficiente, y lo amontonan en el olvido junto a otros cientos de artículos.

Estoy harto de los coleccionistas de frases célebres que se conforman con poder recordar una retahíla de ellas, llegando a decirlas con solemnidad y empaque y creyéndose por ello en posesión de la Gran Verdad. Cuando expresan “Pues como decía Fulanito…”, inmediatamente les corto y les pregunto “¿y tú qué dices?” y ya no saben cómo seguir. Malviven de experiencias ajenas.

Estoy harto de los que leen algo que podía tocarles en la fibra de su realidad, pero en vez de aceptarlo y utilizarlo como argumento para iniciar el proceso para solucionarlo, lo que hacen es aplicárselo a otro y decir sin palabras “esto es lo que le pasa a mi amiga”, o “se lo voy a pasar a Fulanito para que lo lea”.

Estoy harto de los que no invitan a que estén presentes en las lecturas su corazón, sus sentimientos o sus emociones, su sensibilidad, sus auténticos deseos de sanación o de aprendizaje, su esencia, su alma...

Estoy harto de los que al terminar de leer algún escrito interesante e importante, se conforman con darle a like/me gusta y van a la caza de su siguiente artículo/captura, y de los que dicen “algún día tendría que hacer esto que dice el artículo”, y de los que dicen “tiene razón… si yo pudiera, lo haría”.

Estoy harto de los que usan mentiras como excusas (¿a quién pretenden engañar -me pregunto- si en realidad sólo se engañan a sí mismos?), de los que dicen “no puedo” en vez de decir “voy a hacerlo. Y ya”, o los que dicen “voy a intentarlo” en vez de decir “voy a hacerlo. Y ya”,

Estoy harto de los teóricos, de los intelectualoides, de los falsos, de los que permiten que sus “defectos” o sus asuntos pendientes de revisar o mejorar queden inafectados, escondidos, a salvo de cualquier intento de solución, mientras derrochan conocimientos, presumen de un centenar de libros leídos, de haber asistido a charlas y cursillos, y todo eso desde una intelectualidad que se quedará en la teoría de las cosas sin penetrar más allá de la superficialidad que les pone a salvo de las revoluciones interiores necesarias.

Estoy harto de las personas que oyen o leen sin reflexionar, sin buscarse a sí mismos en ese artículo o esa frase, de los que olvidan a la misma velocidad que leen, de los que no se paran a escuchar las voces interiores que se sienten afectadas con algunas lecturas y gritan reclamando una solución.

La utilidad se encuentra en la reflexión (pensar atenta y detenidamente sobre algo) y en el darse cuenta (advertir o percatarse de algo comprendiéndolo), y si no se hace de ese modo, se le está dando la razón a Confucio.

Un artículo no se acaba en el punto final. Ahí es donde comienza su utilidad. El final, o el momento en que se siente algo, ha de ser el inicio de una introspección (mirada interior que se dirige a los propios actos o estados de ánimo), de una abstracción (separar por medio de una operación intelectual un rasgo o una cualidad, y concentrarse en los propios pensamientos apartando los sentidos o la mente de la realidad inmediata), o de una cavilación (pensar con intención o profundidad en algo).

Y acabo este artículo del mismo modo que todos los que he escrito:

Te dejo con tus reflexiones … 



Francisco de Sales
buscandome.es

viernes, 20 de abril de 2018

El Proceso de la Meditación

Sea cual sea el camino o técnica que empleemos para meditar, hay determinados aspectos que son comunes a todos ellos, prestando más o menos atención a algunos según el enfoque a seguir. Podemos hablar, por tanto, de un proceso universal que conlleva los siguientes puntos, aunque no necesariamente en este orden.


Concentración:
Meditar no es solo concentrar el pensamiento; esto sería es una visión muy parcial de la meditación. Ahora bien, la concentración es un paso esencial para alcanzar la meditación y solo por mejorar esta facultad ya merece la pena aprender a meditar.
Consciencia:
Seguramente, la consciencia es la facultad interna que más se desarrolla meditando. Toda practica de meditación es un continuo entrenamiento para desplegar la capacidad de darse cuenta o consciencia.
Aceptación:
Un aspecto importante en la meditación es el ir desarrollando una relación sana con uno mismo y con los demás. Esta relación debe estar basada sin duda en la aceptación, que de hecho es un paso hacia el Amor. Por otro lado es importante comprender que la complejidad del proceso de la meditación nos requerirá grandes dosis de Aceptación.
Discernimiento:
El discernimiento es una cualidad de la mente superior que ha de ser entrenada para cumplir con el objetivo último de la meditación: el encuentro con el aspecto más central del ser humano. El discernimiento o Viveka nos ayuda a distinguir entre los diferentes aspectos que como seres humanos nos conforman desde los más groseros a los más sutiles.
Calma:
Al contrario de lo que podríamos pensar, la calma o tranquilidad no es tanto una consecuencia de la meditación, sino un requisito previo. Por ello, el conocimiento y práctica de todas las herramientas que nos ayuden a pasar de la tensión a la calma es esencial en la meditación y su enseñanza. La mayor parte del tiempo cuando comenzamos a meditar lo pasamos tratando de generar el equilibrio necesario para ello; afortunadamente, el yoga nos brinda innumerables técnicas para ello.
Energía:
Al adentrarnos en la meditación, debemos abrir nuestra mente y comenzar a entender al ser humano no solo en términos materiales, sino también energéticos. Somos tanto energía como materia y trabajar con técnicas que movilicen y equilibren la energía nos facilita enormemente el camino en la meditación. 
Presente:
Se dice que meditar es el arte de vivir el presente. Aprender a estar en y a vivir el presente es la mejor manera de recuperar la energía que tenemos dispersa en pasado y futuro.
Conexión espiritual:
Al final la meditación nos lleva al centro, a uno mismo, a eso que somos a un nivel más espiritual. Hoy en día hay técnicas y métodos que despojan la meditación de este componente espiritual para hacerla más “vendible”. Desde nuestro punto de vista esto es un error, ya que algo que necesitamos como sociedad occidental es recuperar de una forma sana la conexión con nuestra naturaleza espiritual. Al fin y al cabo, la experiencia mística o espiritual no es tan complicada si dejamos atrás prejuicios y damos con las claves adecuadas para ello.
Actitudes del Ser:
Desde la conexión con los sentimientos más profundos del ser humano a donde nos lleva la meditación, surge el despliegue de las actitudes del Ser. Actitudes que podemos, una vez más, entrenar si conocemos los recursos adecuados. A poco que vayamos despertando estas actitudes, el avance en la meditación cobra otra dimensión.
Volver a la vida:
La práctica de la meditación no está separada de nuestra vida cotidiana y debemos de hacer todo lo posible para que así sea. Según vayamos avanzando en nuestra experiencia con la meditación, iremos experimentando cambios en la percepción de la realidad que nos llevarán a una nueva relación con lo que va aconteciendo y también con los demás. Comprender cómo la meditación nos lleva a nuevos modos de percepción es clave para integrar la meditación en nuestra vida.

Luis Luna -Ganesha
www.yogacrisalida.es
http://www.yogaenred.com