sábado, 7 de octubre de 2017

Sueños prestados


Nunca es nuevo lo que vemos, porque miramos siempre lo mismo y de la misma forma. No vemos lo que es, sino lo que esperamos ver, lo que hemos aprendido a ver y a imaginar… Lo que nos han dicho que debíamos. Vemos lo que somos y nos movemos poquito, para no hacer ruido y romper el mundo que nos mantiene en pie. Nos sentimos como un secreto guardado, como un álbum de fotos viejo, como un hogar en desuso de esos en los que ya sólo viven palomas… 
Pensamos que miramos al futuro, pero vemos el pasado.  Lo que creemos nos ha filtrado la realidad para que proyectemos siempre pasado cuando pisamos el presente, para repetir situaciones y atraer siempre las mismas circunstancias a nuestras vidas. No paramos de repetir, en bucle, porque no aprendemos, porque pensamos siempre lo mismo y encontramos las mismas soluciones a nuestros dilemas eternos . Es como si cuando éramos niños nos contaran siempre el mismo cuento y esperáramos que tuviera un final distinto. El pasado pesa y se prolonga, se arrastra, proyecta su sombra en nuestras pupilas, en nuestras relaciones, en nuestros calcetines… Nos espera al pasar por la fuente camino a casa y se acuesta con nosotros en la cama cada noche. Está en la rebanada de pan del desayuno y está en el asiento de al lado cuando subimos al tren. Nos sujeta las bolsas cuando regresamos del supermercado y nos acaricia la nuca cuando nos sentamos en el sofá después de un día largo… Siempre está porque no lo soltamos. Su recuerdo nos lastra cada paso… Nos ponemos zapatos nuevos, pero escogemos el mismo camino… Encontramos un nuevo amor, pero le amamos a la vieja usanza, como siempre, esperando que nos resucite y nos devuelva la vida que en realidad nunca tuvimos porque no nos soportamos. Iniciamos un nuevo juego, pero hacemos las trampas de siempre porque no soportamos la posibilidad de perder aunque sea como aprendizaje…
En un alarde de valentía, soltamos el equipaje más pesado y luego buscamos como locos en las estaciones y en los bares un nuevo fardo que abulte lo mismo para poder cargarlo y seguir lamentándonos…
Todas las canciones nos recuerdan que ya no nos ama, porque no nos amamos.
Todos los sueños que usamos para motivarnos son prestados o carecen de magia.
Hurgamos entre nuestros monstruos y sacamos alguno a pasear a ver si se va y nos deja tranquilos, pero luego buscamos otro que lo remplace, a poder ser aún más feroz y más feo.
Compramos ese vestido que nos tiene que cambiar la vida y lo dejamos en el armario. Leemos ese libro que nos han dicho que zarandea conciencias y lo dejamos a medias, como nuestra vida.
Viajamos a ese lugar apartado del mundo donde esperamos oír nuestra voz.
Nos perdemos usando palabras nuevas que hemos robado de un vídeo que cuenta cómo volver a empezar… No nos llegan, no nos invaden, sólo nos perturban porque arañan nuestros valores gastados que ya empezamos a ver que no nos definen pero no lo admitimos porque nos duele.
No acariciamos nuestros sueños, porque no son nuestros y pensamos que nos vienen grandes, porque somos pequeños y nos sentimos vacíos.
Alquilamos una sonrisa a ese personaje que soñamos que somos y la colgamos en facebook para que el miedo se pase, pero siempre se hace más grande a la espera de un like. No hay likes suficientes para quien necesita que el mundo le apruebe. 
Nos tatuamos algo que nadie comprende para tener una parcela que nadie pise ni se atreva a juzgar… Y luego criticamos sin piedad a los que como nosotros suplican compasión y llaman la atención contando sus miserias sin que nadie les pregunte…
Somos un amasijo de quejas siempre pendientes de lanzar al mar. Un milagro que no sabe que es milagro y sólo ve su sombra porque teme brillar.
Nos gusta creer que lo que deseamos es imposible, porque buscamos castigo por nuestra innata imperfección y nuestra culpa heredada ya nadie sabe por qué. Nos alejamos de lo que amamos porque nos asusta brillar. 
No hay tumbas para los amores imposibles y uno se ve obligado a llorarlos en silencio y eso los hace más idílicos, más platónicos, más grandes de lo que nunca fueron…
No podemos ir a llorar al niño que fuimos, porque no sabemos dónde le encerramos en nuestro afán por esconder nuestra oscuridad… Y cuando anochece, oímos que llora desconsolado y nos pide que vayamos a verle pero nunca le podemos encontrar. En el fondo, sabemos dónde… Está justo en ese recodo del pasado donde nunca miramos por miedo a no poderlo soportar.
Nos ahogamos en mares ficticios y nos olvidamos de que nacimos para volar.
Tenemos tanto miedo a no hacer la foto y poder mostrarla que nos perdemos el paisaje y el viento que nos cruza la cara y nos hace sentir vivos.
Nunca encontramos nada nuevo porque miramos al mismo rincón. Porque nuestros ojos cansados viven encerrados en un perpetuo ensayo general de la vida esperando empezar la función.
Somos autómatas que esperan la señal para ponerse a bailar. Nos arrastramos cansados buscando una oferta que nos calme la sed y nos ponemos tristes cuando solo encontramos saldos que no nos consuelan ni hacen vibrar. 
Esperamos tanto de todo que nunca llega, nunca llena, nunca está. Porque se supone que tiene que venir a ocupar un hueco que nos atraviesa por el que siempre se cuela el viento helado y nos recuerda que estamos incompletos y que somos diminutos… 
No podemos ir a llorar al adulto que ahora somos y que se atraganta buscando su felicidad porque le tenemos encerrado en el fondo de un abismo de mensajes y sentado en un sofá.
Siempre es de noche cuando no eres capaz de sacarte de dentro la noche.
Siempre es mentira si no eres capaz de decirte toda la verdad.
A veces, te ronda la extraña idea de que estás muerto, porque no te notas… Te mataste con silenciador para no molestar a este mundo que has inventado tú y que sólo quiere que te hagas selfies y consumas algo que te haga olvidar.
Ya lo sabes, pero no te gusta admitirlo. El mundo no calla por lejos que marches.
Los vestidos nunca te cambian la vida.
El antídoto a todo esto es tan sencillo que te hace desconfiar. Para y empieza a respirar. No hagas nada que no sientas. No calles nada que te corroa. No bailes ninguna música que no sea la tuya.
Empieza otra vez. Mira hacia otro lado. No des nada por hecho, nada por sabido, nada por dogma ni verdad. No te fies de tus ojos si ves lo de siempre. No te fies de tus oídos si siempre escuchan la misma voz… Olfatea la vida y toca sin pesadumbre, la vida está para manosearla y hacerla rodar…
Si te pones la misma ropa, soñarás el mismo sueño y volverás a decirte que no. Desnúdate y anda sin ataduras mientras todavía no sepas qué te quieres poner.
No te obsesiones por ser tú mientras no sepas si ese tú eres tú de verdad. 
No sueñes el sueño de otro, ni subas a sus cimas, ni bailes su música, ni camines por sus atajos porque para ti puede que sean un rodeo.
Sacúdete el miedo amando tu miedo. Sacúdete la rabia amando tu rabia, maestra suprema para poder conocer cuáles son las piedras en tu zapato y los muros en tu camino. Supera cada error con un error mayor. Besa tus debilidades y agradece tus demonios porque te llevarán adonde sueñas llegar.
Y cuando no sepas quién eres, entonces estarás en ese punto en el que puedes empezar a crear y sentir.
Lo que has vivido hasta ahora es el pasado, un tiempo prestado y remoto en el que te asustaba vivir.
No hay lugar donde llorar por los besos que no hemos dado ni por los que dimos a la persona equivocada… Será porque los errores son en realidad regalos por abrir y estrenar.
No hay milagros para quien no cree en milagros, no porque no estén a su alcance sino porque no podrá verlos.
No lo sabes, pero hasta ahora tus sueños eran prestados y viejos…
No lo sabes, pero has estado viviendo en círculo… 


Merce Roura
https://mercerou.wordpress.com

viernes, 6 de octubre de 2017

REINVENTARNOS




En mi opinión, esta palabra define perfectamente una tarea que casi todas las personas tenemos pendiente de realizar. Es una lástima que no exista en el diccionario, así que tendré que usar una similar: REHACERNOS.

Es cierto que algunos hemos comenzado ya en esto de REHACERNOS, incluso llevamos años en ello, pero es algo de lo que no se debe descansar, algo que nunca se da por concluido, algo que estará con nosotros hasta el último día de nuestra vida.

Esto último, que deprime un poco y quita las ganas, ya que hace que parezca una tarea interminable, en realidad se puede ver de otro modo totalmente opuesto, con lo que la mirada un poco pesimista y apesadumbrada se puede convertir en una mirada optimista y alegre.

Me refiero a que indica que aún vamos a poder seguir descubriendo en nosotros durante mucho tiempo facetas que pueden ser mejoradas, perfeccionadas, con lo cual cada día seremos mejores y cada día seguiremos teniendo una esperanza por la que seguir adelante. 


REHACER (del diccionario de la RAE):

1. tr. Volver a hacer lo que se había deshecho, o hecho mal.

A todos nos puede pasar –generalmente evito usar “todos”, pero en este caso es inevitable y cierto- que hay algo que tenemos calificado como que lo hemos hecho “mal”, y aunque procuramos entenderlo (excepto esos que se flagelan a diario por ello), y aunque nos arrepentimos de vez en cuando, en realidad nos gustaría poder eliminarlo del pasado –cosa imposible-, o no haberlo hecho nunca. Pero ahí está la historia pasada: para confirmarlo.

En estos casos, es conveniente reparar lo que se hizo mal, y si se perjudicó a alguien, pedirle disculpas. 

Si algo mantiene una intranquilidad en nuestro interior por algún hecho del pasado, eso es nuestra conciencia, y nuestra conciencia es quien marca nuestra dignidad. Y la dignidad personal hay que respetarla.

2. tr. Reformar, refundir.

En nuestras propiedades, cuando algo no está a nuestro gusto lo reformamos. Lo modificamos con la clara intención de mejorarlo. Lo rehacemos. 

Este es un buen propósito y una excelente tarea para con nosotros y nuestra vida: reformar –volver a formar- aquello que no nos gusta. Tirar lo viejo que no vale, cambiar el suelo, pintar las paredes, darle otro aire más de acuerdo con nuestra situación actual. 

Transformarnos, cambiarnos, revolucionarnos si hace falta, corregirnos, mejorarnos, perfeccionarnos…REHACERNOS.

3. tr. Reponer, reparar, restablecer lo disminuido o deteriorado. U. t. c. prnl.

A esto se le llama “hacer las cosas bien”. 

Rehacernos consiste en hacer un inventario de nuestra vida actual y pasada, de nuestro estado, los sentimientos de hoy y de ayer, los sucesos y las acciones, los pensamientos y las “equivocaciones”, y de todo ello –y sin reproches ni menosprecios, sin revanchas ni rencores- sacar el aprendizaje necesario para evitar volver a hacer lo que no queremos volver a hacer.

Y una vez extraída la lección, deshacernos de todo ello para que no nos siga penando.

4. prnl. Reforzarse, fortalecerse o tomar nuevo brío.

Tomar nuevas fuerzas, y que sean unas fuerzas nobles y sin resentimientos. Unas fuerzas excelentes e impecables, a nuestro servicio, y que con ellas nos vayamos REHACIENDO, lo más inmaculados posible, lo más serenos y descondicionados, lo más amorosos y comprensivos.

No se trata de construir un modelo que nos parezca perfecto y admirable –porque lo queremos copiar de otro-, sino que hay que encontrar y usar nuestra propia excelencia, ese Ser que nos habita, el que realmente Somos aunque no lo estemos manifestando.

5. prnl. Serenarse, dominar una emoción, mostrar tranquilidad.

Esta definición corresponde al último paso. Una vez descubiertas las cosas en las que nos gustaría hacer modificaciones para comenzar a REHACERNOS, una vez que tenemos a la vista incluso las cosas que antes podían estar ocultas o desconocidas, una vez que tenemos claro que nuestro objetivo es REHACERNOS, el paso siguiente es deshacernos de la parte que no nos gusta de nosotros y utilizar sólo las cosas que sí son de nuestro agrado, con las que nos sentimos identificados, desde ese estado que nos va a aportar el hecho de tener claro lo que queremos hacer, con la tranquilidad que eso aporta a nosotros y a nuestro espíritu.

Es el momento de tomar las riendas de la reconstrucción de nuestra vida, y conviene comenzar sin aplazamientos. La tarea nos espera y solo nosotros podemos realizarla.

Te dejo con tus reflexiones…



Francisco de Sales
buscandome.es

jueves, 5 de octubre de 2017

Inteligencia emocional: la importancia de aplicarla diariamente


La inteligencia emocional es mucho más que un conjunto de enfoques y estrategias que sirven identificar y gestionar mejor nuestras propias emociones. Hablamos ante todo de adquirir una auténtica conciencia emocional con la que poder construir relaciones más sólidas y respetuosas, además de ser una llave de poder con la que nos percibirnos más seguros, exitosos, productivos y felices.
Todos hemos leído sobre el tema, hemos hecho algún curso o nos han hablado de la Inteligencia Emocional en muchos de esos entornos que conforman nuestra vida social: la escuela, la universidad, el trabajo… Gran parte de la población relaciona este término casi al instante con un nombre, el del psicólogo y divulgador, Daniel Goleman.
 ►La clave para alcanzar un alto cociente intelectual colectivo es la armonía social.
                                                                Daniel Goleman
Bien, en realidad, mucho antes de que Goleman publicara su conocido libro “Emotional Intelligence” en 1995, este término ya había aparecido en el mundo científico de mano de Michael Beldoch en 1964 y en varios artículos. En ellos, se hablaba de la comunicación y la sensibilidad emocional, de sus implicaciones y de la forma en que determinan nuestras relaciones y personalidad. Desde entonces a esta parte, el tema ha avanzado de forma notable, dando lugar a diferentes enfoques y críticas.
Hay muchos expertos que no ven rigurosidad científica en el tema, que no aceptan la idea de que la Inteligencia Emocional sea “otro” tipo de inteligencia, sino un dominio más de la misma, una habilidad. Sin embargo, la implicación que esta perspectiva psicológica, social y motivacional ha tenido en nuestro día a día supera las posibles brechas que puedan o no puedan existir en la teoría de Daniel Goleman.
La Inteligencia Emocional mejora nuestra calidad de vida, las relaciones interpersonales, nuestra autopercepción e incluso nuestra competencia laboral. Es, además, un enfoque que debería vertebrar la mayoría de áreas curriculares de las escuelas, ahí donde educar personas más competentes, seguras y felices.
La importancia de aplicar este enfoque y esta conciencia emocional es clave para mejorar nuestra realidad personal y social. Te explicamos por qué.

1. Inteligencia Emocional, la clave para una vida más satisfactoria

Desde nuestras infancias a muchos nos guiaron por el sendero de la contención emocional. Casi sin saberlo, nuestros padres y educadores nos recomendaban aquello de “no llores, que ya eres mayor”, “si estás enfadado, te aguantas” o eso otro tan habitual de “es que te lo tomas todo a la tremenda”.
La escasa sensibilidad al mundo emocional propio o ajeno determina aún hoy muchos escenarios en los que habitamos día a día. En el ámbito familiar sigue muy presente ese hostigamiento para camuflar las emociones, por no hablar también de nuestros trabajos, ahí donde siguen triunfando las organizaciones jerarquizadas encumbradas por lideres enfocados a conseguir objetivos inmediatos y que crean un clima laboral opresivo y estresante.
El doctor Goldman nos recuerda que la Inteligencia Emocional está presente en cualquier ámbito relacional, y que tiene a su vez un objetivo esencial: ofrecernos una vida más satisfactoriaEstas serían las claves.

Razones por las que las personas emocionalmente inteligentes son más felices

Imaginemos por un momento la Inteligencia Emocional como una antena. Una antena de doble captación: interna y externa. Gracias a ella aprendemos a conocernos mejor, a comprender el ovillo de nuestras emociones y a su vez, a entender el de los demás.
  • Gracias a la Inteligencia Emocional tenemos una mayor conciencia de nosotros mismos.
  • Manejamos mejor nuestros universos emocionales.
  • Desarrollamos una mejor empatía emocional y cognitiva.
  • Estamos más comprometidos con nosotros mismos.
  • Construimos a la vez una mayor conciencia social.

  • ►Mirar directamente a los ojos abre la puerta de acceso a la empatía.
  •                                                    Daniel Goleman

2. Competencias de la Inteligencia Emocional en el trabajo

El paradigma del trabajo está cambiando. Realidades, ya tan cercanas como la Gig economy o la perspectiva de unos trabajos más automatizados o desempeñados por máquinas o robots, hacen que los expertos en este campo nos adviertan de algo muy concreto: en el futuro los conocimientos técnicos no se valorarán, sino que se priorizarán las habilidades personales.
De ahí que competencias, como la creatividad, el pensamiento crítico, el ingenio y la Inteligencia Emocional, sean piezas clave para un mundo laboral más automatizado. Un ámbito para el que los trabajadores deben ser buenos en partes del curriculum que hasta ahora no se tenían demasiado en cuenta, como la Inteligencia emocional.
Desde la Inteligencia Emocional aplicada al trabajo nos proponen desarrollar las siguientes competencias:
Autoconciencia
  • Conciencia emocional: saber reconocer nuestras emociones y las emociones ajenas en todo momento.
  • Autoevaluación emocional: saber reconocer nuestras fortalezas y limitaciones.
  • Autoconfianza.
Autorregulación
  • Autocontrol: la capacidad para mantener el control en situaciones críticas.
  • Confiabilidad: la importancia de ser honestos e íntegros.
  • Adaptabilidad: flexibilidad para asumir el cambio.
  • Innovación: la importancia de aceptar y ser promotor de nuevas ideas y enfoques.
Motivación
Orientación al logro para conseguir la excelencia.
  • Compromiso para ser parte de los objetivos de la organización.
  • Iniciativa y anticipación.
  • Optimismo y persistencia.


Inteligencia emocional como “combustible” en la educación de los niños

La Inteligencia Emocional es una llave de poder con la cual, desarrollar en los niños su capacidad para construir relaciones más positivas con su familia y sus iguales, para desarrollar una perspectiva más equilibrada de la vida, y para alcanzar a su vez un buen potencial académico en la escuela. Al fin y al cabo, poder gestionar y entender el propio mundo emocional supone tener a mano un canalizador excepcional para el aprendizaje, la atención, la memoria, para controlar la frustración…
La capacidad de expresar los propios sentimientos constituye una habilidad social fundamental.
                                                                             Daniel Goleman

Por otro lado, algo interesante que advirtió el célebre médico del siglo XIX William Osler, es que los niños hacen de sus emociones su primer lenguaje, es así como entienden el mundo, así como se comunican, demandan, expresan, interactúan y exploran, y así como empiezan a desarrollar su conciencia.
Debemos ser por tanto sus guías, sus mediadores y los traductores de esos laberintos emocionales que a instantes los arrinconan en la esquina de la indefensión o en el cubículo de esa frustración que en ocasiones, arrastran hasta la edad adulta.

Desde la Inteligencia Emocional nos aportan estas claves básicas y vertebradoras que deberían formar parte de ese sustrato cotidiano donde se mueve el niño en su día a día. Son semillas de poder y de bienestar que deberíamos sembrar en sus mentes y corazones:
  • Identificación de las propias emociones. Los niños deben aprender de forma temprana a reconocer y discriminar cada una de sus emociones, etiquetarlas y ponerles nombre.
  • Gestión del estado emocional. A medida que un pequeño va creciendo y madurando debe adquirir adecuadas competencias a la hora manejar y controlar sus emociones.
  • Automotivación. Otra estrategia sensacional es la de poder canalizar sus emociones hacia un objetivo puntual, en una motivación cotidiana que lo lleve a alcanzar sus objetivos, sus deseos.
  • Empatía. La importancia de reconocer los sentimientos de los demás y sintonizar con sus señales verbales y no verbales es clave en la Inteligencia Emocional.
Por último, una estrategia esencial en la educación de nuestros niños es potenciar en ellos el adecuado manejo de la interacción interpersonal, ahí donde la asertividad y las habilidades sociales para negociar y resolver conflictos, le ofrecerán sin duda adecuadas fortalezas en su día a día.
Para concluir, tal y como hemos podido ver, el campo de la Inteligencia Emocional enlaza, nutre y revitaliza cada área de nuestra vida. Hagamos de ella nuestro combustible, el viento con el impulsar las velas de nuestra vida en estos mares complejos y cambiantes.

Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com


Referencias bibliografícas
-Daniel Goleman (2010) “La práctica de la Inteligencia Emocional”. Barcelona: Kairós
-Daniel Goleman (2002) “The new leaders: transforming the art of leadership”. Nueva York: Warner Books