jueves, 5 de octubre de 2017

Inteligencia emocional: la importancia de aplicarla diariamente


La inteligencia emocional es mucho más que un conjunto de enfoques y estrategias que sirven identificar y gestionar mejor nuestras propias emociones. Hablamos ante todo de adquirir una auténtica conciencia emocional con la que poder construir relaciones más sólidas y respetuosas, además de ser una llave de poder con la que nos percibirnos más seguros, exitosos, productivos y felices.
Todos hemos leído sobre el tema, hemos hecho algún curso o nos han hablado de la Inteligencia Emocional en muchos de esos entornos que conforman nuestra vida social: la escuela, la universidad, el trabajo… Gran parte de la población relaciona este término casi al instante con un nombre, el del psicólogo y divulgador, Daniel Goleman.
 ►La clave para alcanzar un alto cociente intelectual colectivo es la armonía social.
                                                                Daniel Goleman
Bien, en realidad, mucho antes de que Goleman publicara su conocido libro “Emotional Intelligence” en 1995, este término ya había aparecido en el mundo científico de mano de Michael Beldoch en 1964 y en varios artículos. En ellos, se hablaba de la comunicación y la sensibilidad emocional, de sus implicaciones y de la forma en que determinan nuestras relaciones y personalidad. Desde entonces a esta parte, el tema ha avanzado de forma notable, dando lugar a diferentes enfoques y críticas.
Hay muchos expertos que no ven rigurosidad científica en el tema, que no aceptan la idea de que la Inteligencia Emocional sea “otro” tipo de inteligencia, sino un dominio más de la misma, una habilidad. Sin embargo, la implicación que esta perspectiva psicológica, social y motivacional ha tenido en nuestro día a día supera las posibles brechas que puedan o no puedan existir en la teoría de Daniel Goleman.
La Inteligencia Emocional mejora nuestra calidad de vida, las relaciones interpersonales, nuestra autopercepción e incluso nuestra competencia laboral. Es, además, un enfoque que debería vertebrar la mayoría de áreas curriculares de las escuelas, ahí donde educar personas más competentes, seguras y felices.
La importancia de aplicar este enfoque y esta conciencia emocional es clave para mejorar nuestra realidad personal y social. Te explicamos por qué.

1. Inteligencia Emocional, la clave para una vida más satisfactoria

Desde nuestras infancias a muchos nos guiaron por el sendero de la contención emocional. Casi sin saberlo, nuestros padres y educadores nos recomendaban aquello de “no llores, que ya eres mayor”, “si estás enfadado, te aguantas” o eso otro tan habitual de “es que te lo tomas todo a la tremenda”.
La escasa sensibilidad al mundo emocional propio o ajeno determina aún hoy muchos escenarios en los que habitamos día a día. En el ámbito familiar sigue muy presente ese hostigamiento para camuflar las emociones, por no hablar también de nuestros trabajos, ahí donde siguen triunfando las organizaciones jerarquizadas encumbradas por lideres enfocados a conseguir objetivos inmediatos y que crean un clima laboral opresivo y estresante.
El doctor Goldman nos recuerda que la Inteligencia Emocional está presente en cualquier ámbito relacional, y que tiene a su vez un objetivo esencial: ofrecernos una vida más satisfactoriaEstas serían las claves.

Razones por las que las personas emocionalmente inteligentes son más felices

Imaginemos por un momento la Inteligencia Emocional como una antena. Una antena de doble captación: interna y externa. Gracias a ella aprendemos a conocernos mejor, a comprender el ovillo de nuestras emociones y a su vez, a entender el de los demás.
  • Gracias a la Inteligencia Emocional tenemos una mayor conciencia de nosotros mismos.
  • Manejamos mejor nuestros universos emocionales.
  • Desarrollamos una mejor empatía emocional y cognitiva.
  • Estamos más comprometidos con nosotros mismos.
  • Construimos a la vez una mayor conciencia social.

  • ►Mirar directamente a los ojos abre la puerta de acceso a la empatía.
  •                                                    Daniel Goleman

2. Competencias de la Inteligencia Emocional en el trabajo

El paradigma del trabajo está cambiando. Realidades, ya tan cercanas como la Gig economy o la perspectiva de unos trabajos más automatizados o desempeñados por máquinas o robots, hacen que los expertos en este campo nos adviertan de algo muy concreto: en el futuro los conocimientos técnicos no se valorarán, sino que se priorizarán las habilidades personales.
De ahí que competencias, como la creatividad, el pensamiento crítico, el ingenio y la Inteligencia Emocional, sean piezas clave para un mundo laboral más automatizado. Un ámbito para el que los trabajadores deben ser buenos en partes del curriculum que hasta ahora no se tenían demasiado en cuenta, como la Inteligencia emocional.
Desde la Inteligencia Emocional aplicada al trabajo nos proponen desarrollar las siguientes competencias:
Autoconciencia
  • Conciencia emocional: saber reconocer nuestras emociones y las emociones ajenas en todo momento.
  • Autoevaluación emocional: saber reconocer nuestras fortalezas y limitaciones.
  • Autoconfianza.
Autorregulación
  • Autocontrol: la capacidad para mantener el control en situaciones críticas.
  • Confiabilidad: la importancia de ser honestos e íntegros.
  • Adaptabilidad: flexibilidad para asumir el cambio.
  • Innovación: la importancia de aceptar y ser promotor de nuevas ideas y enfoques.
Motivación
Orientación al logro para conseguir la excelencia.
  • Compromiso para ser parte de los objetivos de la organización.
  • Iniciativa y anticipación.
  • Optimismo y persistencia.


Inteligencia emocional como “combustible” en la educación de los niños

La Inteligencia Emocional es una llave de poder con la cual, desarrollar en los niños su capacidad para construir relaciones más positivas con su familia y sus iguales, para desarrollar una perspectiva más equilibrada de la vida, y para alcanzar a su vez un buen potencial académico en la escuela. Al fin y al cabo, poder gestionar y entender el propio mundo emocional supone tener a mano un canalizador excepcional para el aprendizaje, la atención, la memoria, para controlar la frustración…
La capacidad de expresar los propios sentimientos constituye una habilidad social fundamental.
                                                                             Daniel Goleman

Por otro lado, algo interesante que advirtió el célebre médico del siglo XIX William Osler, es que los niños hacen de sus emociones su primer lenguaje, es así como entienden el mundo, así como se comunican, demandan, expresan, interactúan y exploran, y así como empiezan a desarrollar su conciencia.
Debemos ser por tanto sus guías, sus mediadores y los traductores de esos laberintos emocionales que a instantes los arrinconan en la esquina de la indefensión o en el cubículo de esa frustración que en ocasiones, arrastran hasta la edad adulta.

Desde la Inteligencia Emocional nos aportan estas claves básicas y vertebradoras que deberían formar parte de ese sustrato cotidiano donde se mueve el niño en su día a día. Son semillas de poder y de bienestar que deberíamos sembrar en sus mentes y corazones:
  • Identificación de las propias emociones. Los niños deben aprender de forma temprana a reconocer y discriminar cada una de sus emociones, etiquetarlas y ponerles nombre.
  • Gestión del estado emocional. A medida que un pequeño va creciendo y madurando debe adquirir adecuadas competencias a la hora manejar y controlar sus emociones.
  • Automotivación. Otra estrategia sensacional es la de poder canalizar sus emociones hacia un objetivo puntual, en una motivación cotidiana que lo lleve a alcanzar sus objetivos, sus deseos.
  • Empatía. La importancia de reconocer los sentimientos de los demás y sintonizar con sus señales verbales y no verbales es clave en la Inteligencia Emocional.
Por último, una estrategia esencial en la educación de nuestros niños es potenciar en ellos el adecuado manejo de la interacción interpersonal, ahí donde la asertividad y las habilidades sociales para negociar y resolver conflictos, le ofrecerán sin duda adecuadas fortalezas en su día a día.
Para concluir, tal y como hemos podido ver, el campo de la Inteligencia Emocional enlaza, nutre y revitaliza cada área de nuestra vida. Hagamos de ella nuestro combustible, el viento con el impulsar las velas de nuestra vida en estos mares complejos y cambiantes.

Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com


Referencias bibliografícas
-Daniel Goleman (2010) “La práctica de la Inteligencia Emocional”. Barcelona: Kairós
-Daniel Goleman (2002) “The new leaders: transforming the art of leadership”. Nueva York: Warner Books





miércoles, 4 de octubre de 2017

Autorreflexión: la clave del crecimiento personal y la libertad emocional


La autorreflexión nos invita a desapegarnos de las certezas, a cuestionar los pensamientos rígidos, y a su vez nos recuerda que somos seres libres, personas con la capacidad de ser autónomas a la hora de decidir. Pocas dimensiones del crecimiento personal favorecen esa conexión tan íntima y tan plena con el propio interior, para preguntarnos qué queremos realmente y qué es aquello que pone alambradas a nuestra felicidad.
A nadie le sorprenderá saber que gran parte de los gurús del desarrollo personal denominan a la conciencia autorreflexiva “el arte olvidado por la psicología”. Esto se debe a una razón muy sencilla: nuestra sociedad ha llegado a un punto en que resulta mucho más fácil echarle la culpa al otro o a la fortuna de lo que nos ocurre en lugar de tener la valentía -o la capacidad psicológica- de asumir que gran parte de lo que nos sucede es una consecuencia, evitable o inevitable, de nuestros actos.
             ►La vida es muy simple, pero insistimos en que sea complicada.
                                                                                  Confucio

Si me siento desgraciado es porque mi pareja no sabe hacerme feliz. Si no logro tener amistades en las que confiar es porque todas las personas son egoístas. Si suspendo ese examen una y otra vez es porque el profesor de dicha materia me tiene manía. Si no hay día en que no logre arrancarme esta infelicidad y frustración de encima es porque el mundo, sencillamente no sabe apreciar lo que valgo. Si…. es porque…..
A todos nos suenan estas frases que responde a la necesidad de encontrar una causa o un responsable último, estas argumentaciones que sin duda, habremos escuchado en alguna ocasión en boca de un amigo, de un familiar, de un compañero de clase o trabajo. El “arte perdido de la autorreflexión” es el origen de muchos vínculos disfuncionales en las familias, el causante de que se rompan relaciones afectivas y de los conflictos que surgen y se enquistan en muchos entornos laborales.
Si una persona no dispone de ese pensamiento activo con el que cuestionarse ciertas situaciones, se sentirá muy insatisfecha. Cuando esa misma persona tampoco es capaz de entender las propias emociones, de aprender de los errores o responsabilizarse de las propias acciones y sus consecuencias, vivirá en un estado mental donde la irreflexión solo generará un único resultado: la infelicidad.

Autorreflexión, un viaje directo al interior para alcanzar el bienestar

Muchos de nosotros hemos pasado esa época de nuestra vida en que nos decíamos aquello de “tengo que viajar, tengo que salir, tengo que cruzar mis fronteras personales para conocerme a mí mismo”. Poco a poco nos vamos dando cuenta de que en realidad, no hace falta cambiar de meridiano para hallar esa versión auténtica del propio ser, porque vayamos donde vayamos siempre seguiremos siendo los mismos. El conocimiento está en el interior y parte directamente de la autorreflexión.
Asimismo, es oportuno recordar que esta capacidad no se aprende ni un día ni en dos. Es un proceso madurativo donde poder ver nuestra realidad desde diferentes cristales, ahí donde ser capaz de hacernos preguntas desafiantes para abrir la mente, para cuestionar todo aquello que nos rodea… e incluso a nosotros mismos. La autorreflexión es el motor del crecimiento personal, un viaje para el cual todos tenemos billete.
Aunque por curioso que parezca, no siempre hacemos buen uso de él.

La autorreflexión es la llave del éxito

Con “éxito” no nos referimos en exclusiva al hecho de alcanzar una posición privilegiada en la sociedad. Éxito es ante todo bienestar, es la capacidad de ser creadores de nuestra propia felicidad en cualquier ámbito de la vida. Así, y según las investigaciones de Daniel Goleman, la autorreflexión es crucial para poder desarrollar por ejemplo, una adecuada Inteligencia Emocional.
Debemos entender por tanto que eso que los psicólogos definen como “conciencia autorreflexiva” es en realidad una habilidad “meta- cognitiva ” que todos podemos entrenar y potenciar. Significa ante todo poder pensar y reflexionar sobre los propios procesos mentales y emocionales para comprenderlos y dominarlos.
Alguien con una buena capacidad de autorreflexión es una persona capaz de gestionar sus impulsos, alguien que planifica, que dispone de una adecuada conciencia social y que a su vez, entiende la vida es un aprendizaje continuo donde ser receptivo a todo lo que nos envuelve.
Es también una persona capaz de establecer un diálogo interno saludable y útil con el que intuir errores, carencias, inseguridades y malestares con el fin de sanarlos y construir día a día, una mejor versión de su persona.
Por otro lado, y solo como curiosidad, merece la pena recordar lo que dijo una vez Emmanuel Kant en “La Crítica de la Razón Pura”. Para el filósofo de Königsberg lo exterior, aquello que nos rodea es en realidad el reflejo de lo interior. Por tanto, si nuestra imagen interior se caracteriza por una nula capacidad de autorreflexión, baja autoestima y un pensamiento rígido, todas esas dinámicas tan pobres y negativas conformarán un mundo exterior opresivo, gris y poco facilitador.

Claves para desarrollar una buena autorreflexión

Más que un propósito es una necesidad. Desarrollar una buena autorreflexión es un objetivo cotidiano en el que deberíamos invertir esfuerzos y voluntades para convertirnos en aquello que tanto ansiamos: personas libres. Podríamos verlo como un renacer, como ese despertar a la conciencia, esa iluminación o “insight” que nos enseñaban en la película Matrix con el cual, descubrir que no estamos obligados a complacer a los demás de forma constante, que tenemos voz y herramientas adecuadas para ser aquello que deseamos.
Para lograrlo, podemos trabajar en las siguientes dimensiones.

1. Ahonda en tu educación, conoce tu historia familiar

Para conocernos a nosotros mismos, una buena opción pasa por detenernos un momento en nuestras raíces. En ocasiones, un estilo particular de crianza, un tipo concreto de educación determina muchas veces lo que somos ahora e incluso en el modo en que nos vemos a nosotros mismos.

2. Entiende tus necesidades, motivaciones y emociones

Los seres humanos tenemos impulsos sociales, tenemos necesidades de intimidad, el deseo de pertenecer a un grupo social determinado, de alcanzar ciertos logros, ciertos objetivos…
Si entendemos nuestras motivaciones comprenderemos también muchas de nuestras emociones. Es más, a veces descubriremos que muchos de esos deseos son simples apegos que no favorecen en nada nuestro crecimiento personal.

3. Entiende tus mecanismos de defensa

Los mecanismos de defensa se activan cuando nuestra identidad se ve amenazada o cuando estamos expuestos a un tipo de información dolorosa sobre nosotros mismos. Ser conscientes de qué origina estas reacciones y de qué de estrategias defensivas utilizamos nos dará sin duda una información objetiva de nuestros miedos más profundos, de nuestras carencias, vacíos, necesidades…

4. Ahonda en tus fortalezas y debilidades

Las personas somos un compendio de grandezas y debilidades, de virtudes y defectos, de luces y de sombras. Ser conscientes de cada una de estas dimensiones y ahondar en ellas, nos ofrecerá sin duda una herramienta imprescindible para trabajar en nuestra autorreflexión.

5. ¿Cuáles son tus propósitos de vida?

Una existencia sin propósitos no es vida, una mente sin objetivos no prospera, no es feliz, carece de motivantes y motivos para levantarse cada mañana.
Hagamos pues un listado sobre qué propósitos son los que nos definen en el momento presente y ahondemos en por qué son tan importantes para nosotros y qué estamos haciendo para alcanzarlos, para hacerlos nuestros.
Si no deseas sentirte frustrado continuamente, evita desear aquello que no depende de ti.
                                                           Epícteto
                                                                                 


6. Sé consciente de la “burbuja cultural y social” que te envuelve

La autorreflexión no tiene razón de ser si no la alimentamos también desde una perspectiva crítica. ¿De qué manera impacta en mí la sociedad en la que vivo? ¿Soy esclavo de las modas, me preocupo mucho por el “qué dirán”? ¿Priorizo antes el sentirme integrado a actuar conforme a mis deseos reales?…

7. Crea un hábito diario de autorreflexión

Dediquemos al menos media hora diaria a practicar la autorreflexión. Centrémonos en las cosas importantes de la vida, en nuestros estados emocionales y mentales, en el presente que nos envuelve. Practiquemos la atención plena, llevemos un diario, paseemos, pintemos o quedémonos en silencio durante un buen rato en ese parque que hay al lado de nuestro trabajo…
Para concluir, hagamos de la autorreflexión un hábito consciente donde atrevernos a ser un poco más libres cada día. Dejemos a un lado la superficialidad, los miedos y las tibiezas de la zona de confort para desarrollar un bienestar real donde reencontrarnos con ese ser que a menudo descuidamos y soltamos de la mano demasiadas veces: nosotros mismos.

Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com

Referencias bibliográficas
Goleman, Daniel (2017). “Triple Focus”. Zeta Bolsillo
Dyer, Wayne (2010). “Tus zonas erróneas” DeBolsillo
Jung, Carl (2010). “Recuerdos, sueños, pensamientos” Colección nuevo ensayo                                                   

martes, 3 de octubre de 2017

El yogui Faro

Francisco de Asís nos transmitió que “la paz lo es todo”. Pero no son los que hablan de la paz los que crean la paz, sino los “guerreros de la paz” los que llevan en su interior el espíritu del yogui. No debemos exigir la paz cuando nosotros no la llevamos dentro. Es incoherente exigir la paz en el barrio o en tu país cuando tu casa es un infierno de desdicha.


Sin embargo el “yogui”, el guerrero de paz, crea la paz en su interior para convertirse en un faro. Los faros no exigen ni dicen a los barcos por donde tienen que ir, simplemente se encargan de iluminar para que los barcos vean claro y vayan a donde quieran sin tropiezos.
Todo aquello que quieres ver reflejado fuera, lo tienes que hacer florecer dentro; de lo contrario tu vida será un pozo sin fondo de ansiedad, conflicto y guerra.
¡Qué bellos son los faros! La disciplina del Yoga constituye un faro en nuestro devenir existencial. Pero ten presente que los faros no dan luz para ver mejor o juzgar mejor a los demás; los faros son luz, su esencia es iluminar. Un yogui se dedica a observar y analizar su vida, no la de los demás. Al cielo no le interesa lo que hagas por los demás si no haces nada por ti.
  • El Yoga no es un camino ancho, es una senda estrecha.
  • El Yoga no es el camino de la juerga y el cachondeo, es la senda de la alegría profunda “Shanta”. El cachondeo es una frustrante salida a la agonizante tristeza interior que carcome el alma cuando siente un desesperante vacío interno. La juerga y el cachondeo te inducen la mayor parte de las veces a la melancolía, la resaca y el vacío. El Yoga es la senda de la alegría profunda que habita en lo más profundo de nuestro ser y para ello tienes que atravesar las superficialidades de la vulgar personalidad que a todos nos envuelven.
  • El Yoga no es el camino de la dispersión, es la senda de la concentración, pues en el seno de la misma nace la inteligencia, el conocimiento, la sabiduría y el discernimiento.
  • El Yoga no es el camino de placeres efímeros, es la senda del gozo perdurable. El placer es lo que demandan los sentidos, el gozo es la expresión del alma.
  • El Yoga no es el camino de los sentidos, es la senda del Espíritu. Los sentidos poseen un deseo, la satisfacción. El alma tiene una aspiración, la unificación con Dios.
  • El Yoga no es el camino de los deseos, es la senda de los propósitos y las aspiraciones. La consecuencia de dejarse arrastrar por los deseos es el sufrimiento. Un propósito, una aspiración, requieren voluntad, determinación, valor y paciencia y es lo que el alma nos comunica que debemos incorporar para que ella pueda guiar nuestra vida.
  •  El Yoga no es el camino de la soberbia y el orgullo, es la senda de la humildad. Sólo los humildes pueden convertirse en faros, recuérdalo.
  • El Yoga no es el camino de la autocomplacencia, es la senda del don de sí y de la entrega.
  • El Yoga no es el camino de la ambición, es la senda de la renuncia y la abnegación.
  • El Yoga no es una terapia, es un estado de unificación que comienza cuando hay salud en el cuerpo, paz en la mente y entusiasmo en el alma.
  • El Yoga no es propiedad de nadie, es herencia de todo aquel que aspira a unirse con el Dios que hay en todos los corazones humanos y también en el universo entero.
  • El Yoga permite que la vida aparezca bella a pesar del dolor y el reto que supone vivirla.
La ignorancia no tiene un comienzo pero tiene un final; el Yoga tiene un comienzo pero no tiene final. Por eso ser yogui implica embarcarse en un proyecto que no acaba nunca, porque ¿cuándo puedes decir que has acabado de unirte a Dios?
Algunos me preguntaréis: ¿pero el Yoga no es hacer ásanas, pranayama y relajación con un poco de meditación para estar bien y punto?
En Yoga, la primera fase es: información, la segunda: formación, la tercera: conformación, la cuarta es: transformación, y finalmente la quinta es: uniformación (volverse uno con todo). Normalmente cuando entramos en la tercera fase, la conformación se vuelve deformación debido al egoísmo que es el defecto más grande del alma humana.
La pureza del inocente es uno de los brillos del alma más lindos. Es la cualidad del que siempre está en actitud de aprendizaje. Con mayor o menor evolución, todos somos aprendices en este maravilloso planeta querámoslo o no, y reconocerlo de verdad te allana mucho el camino.
► No vengas al Yoga a ver milagros, ven a descubrir el milagro que eres tú.

Soma
http://www.yogaenred.com