viernes, 22 de septiembre de 2017

El bienestar emocional

No se puede hablar de bienestar si no hay asimismo bienestar emocional. Somos una serie de planos, y el verdadero bienestar debe darse en estos distintos planos que a su vez deben armonizar los unos con los otros. Los planos o cuerpos son: el orgánico, el energético, el emocional, el mental y el supramental o intuitivo.




La esfera emocional de una persona es muy rica y variada, pero a veces igualmente inmadura o conflictiva. En el sistema emocional encontramos los afectos, las emociones propiamente dichas, las pasiones y el tono afectivo. Se puede hablar, desde luego, de mayor o menor salud emocional, es decir, de mayor o menor equilibrio y armonía. La salud emocional es más plena cuanto más una persona logra desembarazarse de emociones tóxicas (celos, odio, rabia, avidez y tantas otras) y propiciar las emociones y tendencias emocionales sanas.
También se logra mejor salud emocional en la medida en que uno se va realmente conociendo, pudiendo así determinar las reacciones emocionales insanas que hay que ir debilitando o transformando. Desde hace muchos años le he denominado a este trabajo “terapia emocional”, en cuando que uno se torna su propio terapeuta para ir conociendo su esfera emocional, ir afirmando lo mejor de ella y liberándose de lo más insano.
La salud emocional se gana, pues no suele venir por sí misma, salvo en muy pocas personas. Todos los seres humanos, en mayor o menor  medida, acarreamos frustraciones sin digerir, tendencias neuróticas, agujeros  psíquicos, contradicciones o ambivalencias muy hondas, complejos y miedos. Se requiere un serio trabajo sobre uno mismo para poder lograr que la vida emocional se reoriente armónicamente  y puedan superarse muchas trabas.
Esta “terapia emocional” requiere la observación y examen de uno mismo, la práctica asidua de la meditación, el empeño por tallar lazos afectivos más sanos, el mejorar la relación con uno mismo y con los demás, y el cultivo de la lucidez y la compasión. 
►De acuerdo a como uno se sienta, así se relacionará con los demás. 
Si la persona se ha ido liberando de miedo, narcisimos o actitudes egocéntricas, autodefensas y susceptibilidad, estará más capacitada para asumirse mejor a sí misma y aceptar a los demás. Así como uno se siente, así se relaciona.
El yoga y la meditación son excepcionales medicinas para el sistema emocional, ayudando a afirmar las emociones sanas y a debilitar las insanas.

Ramiro Calle
http://www.yogaenred.com

jueves, 21 de septiembre de 2017

Cómo funciona el cerebro en cada estación


Un estudio demuestra que la mente tiene una forma de actuar y de pensar según la época del año. El funcionamiento del cerebro en verano no es igual que en invierno, primavera u otoño. Ciertas áreas cambian en base a la temperatura o los fenómenos meteorológicos.
Hasta el momento se sabía que las estaciones podían influir en nuestros sentimientos o incluso en nuestros hábitos. Pero también puede afectar la manera en que pensamos o tomamos decisiones. Incluso eso no es todo: el grado de dificultad de algunos problemas varía dependiendo de si nos encontramos en los meses en los que las hojas se caen o en los meses en los que el campo se puebla de flores.

¿El cerebro conoce de estaciones?

La investigación fue publicada en la revista PNAS y se basa en los datos recopilados por un neurocientífico de la Universidad belga de Lieja. Un grupo de voluntarios se sometió a un escaneo de sus cerebros mientras resolvían diversas pruebas de memoria y atención.
Se repitió el ejercicio en las demás estaciones y para que otros factores no les influyeran, como las horas de sueño o el tipo de alimentación debían permanecer en las instalaciones del laboratorio durante 4 días. Este procedimiento nos da una idea de la seriedad del estudio y del interés del los investigadores por tratar de aislar el efecto de la variable que querían analizar: la época del año.
Si bien las calificaciones de los exámenes o pruebas no variaron entre las estaciones, si encontraron que lo hacía la actividad de ciertas áreas cerebrales. ¿Cuáles? Las que se encargan de resolver ciertas tareas. ¿Qué sucedía con ellas? Solucionaban los problemas de una manera diferente.
Por ejemplo, si era verano se producía un pico de actividad superior en la parte de nuestro cerebro que se encarga de regular la atención. En el otoño la mayor activación se producía en los circuitos cerebrales relacionados con la memoria.
Los científicos quisieron saber si esos cambios en los patrones del cerebro estaban relacionados a las hormonas (por citar una, la melatonina que regula el sueño), las horas de descanso o al estado de alerta. Pero nada de ello sucedía. Tampoco se debía a alteraciones endocrinas.

¿Por qué el cerebro funciona diferente en cada estación?

Los estudios indicaron que el clima, la temperatura o la época del año condicionan el funcionamiento de nuestro cerebro. Todos estos fenómenos regulan la actividad cerebral pero hay uno que es el más importante: la duración del día y la cantidad de luz recibida.
Es decir, en verano podemos tener más activada la zona de atención sostenida por el “simple” hecho de que el sol está con nosotros una mayor cantidad de horas en comparación con el invierno. Eso no quiere decir, por ejemplo, que las personas que viven en países donde los días son cortos (como Noruega, Finlandia, Suecia, etc.) sean menos capaces, pero sí que las diferencias de horas de sol influyan en nuestro patrón de actividad cerebral.
También podemos destacar otras causas de los cambios a nivel mental: la temperatura, la interacción social, la humedad y la actividad física. Claro que todo está relacionado a las épocas del año. Cuando hace frío no solemos juntarnos con nuestros seres queridos, cuando llueve no salimos a hacer ejercicio, cuando las temperaturas son elevadas pasamos más tiempo al aire libre, etc.
Entonces nuestros cerebros trabajan de diferentes maneras según la estación y lo hacen para adaptarse al medio que nos rodea y a sus características, incluido el clima. Esto significa que la mente hace lo posible para que nuestro rendimiento sea óptimo, sin importar la época en que nos encontremos.

¿Por qué el cerebro funciona así?

La evolución mental aún no tiene todas las respuestas a las preguntas que la ciencia se formula. Si pensamos en lo que sucedía en el pasado para comprender la forma en que el cerebro funciona en la actualidad, podemos -por ejemplo- analizar las actividades humanas en relación a los cambios de estación.
Nuestros antepasados lejanos dependían más del clima que nosotros. Al no tener la tecnología o los medios para afrontar las condiciones climáticas, las estrategias que tenían que utilizar para cubrir sus necesidades variaban más. Dicho de otra manera, tenían que compensar la ausencia de tecnología con su capacidad para adaptarse a la variación del entorno.
Tal vez por esta razón el cerebro está “programado” para trabajar menos en el invierno, ya que antes los recursos en esta estación eran menores y las personas se pasaban más tiempo reunidas, comunicándose y a cubierto. En este caso, el papel de la memoria y de las buenas historias era fundamental.
Así, podemos decir que determinadas características fisiológicas varían en función del mes, por ello hay más propensión a quedar embarazada, a renunciar al trabajo o a hacer deporte en determinadas épocas del año. A su vez el apetito, la presión sanguínea y el sueño se ven modificados si estamos en verano, en primavera, en invierno o en otoño.
Analiza tus comportamientos, tus rendimientos y tu humor en cada momento del año y compáralos con la época. Te darás cuenta de la relación entre el clima y tus actitudes o tu eficacia. No es descabellado pensar que el buen o mal tiempo pueden determinar o modificar nuestra manera de actuar.

Psicología/Yamila Papa
https://lamenteesmaravillosa.com

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Para salir adelante, sal de tu propia prisión


Hay situaciones en las que parece que no hay manera de salir adelante, en las que todo se complica y se conjura para no hacerte levantar cabeza. Sin embargo, muchas situaciones solo son complicadas en la medida en que las vemos así. Salir adelante es fácil cuando te atreves a salir de tu propia prisión. 
Es habitual ver a personas exagerar todo lo que le ocurre y ponerse nerviosas por no tener controlado el resultado de cada decisión que toman. Saber cómo serán las cosas antes de empezar o preparar el futuro al segundo -o al menos intentarlo- es para mucha gente una forma, y una frustración constante, de vida. Pero, ¿de verdad es necesario complicarse tanto el presente para dejar atado todo lo que vendrá?
La vida puede ser mucho más sencilla y no por ello carente de oportunidades. Intentar sujetar y controlar todo es una misión imposible, privándonos de grandes momentos y de la posibilidad de encontrar, conocer y sorprendernos.

Escúchate, deja de resistirte y confía en el viaje

La vida tiene mucho más que dar de lo que tu mente puede concebir. ¿Por qué encerrarnos en la prisión que supone controlar y planificar absolutamente todo? No se trata de ir sin rumbo ni conciencia, sino que dejar la puerta abierta a lo que la fortuna disponga, porque lo va a disponer igual. Así, si es malo, podemos elegir en la mayoría de las ocasiones entre sufrirlo o afrontarlo.
Pero, ¿cómo identificar ese camino? Escucharte te dará la pista. Si eres capaz de ser sincero, de silenciar las voces que te dicen lo que tienes que hacer o que te indican que es lo [políticamente] correcto, podrás oír tu voz interior. Y cuando sientas que necesitas hacer algo fuera del plan, algo diferente, no te resistas. Explora lo que tu voz interior demanda. Descifra eso que necesitas y busca la manera de hacerlo, dentro de tus posibilidades.
Pero, sobre todo, confía en el viaje. Solo así podrás disfrutarlo y sacarle provecho. Solo así encontrarás el medio de expresión que necesitas para airear tus emociones y sentimientos, para crecer, ser tú mismo y salir adelante.

Tú tienes la llave de tu prisión

Muchas veces todo nuestro potencial se constriñe en una prisión de la que nosotros mismos tenemos la llave. Pero, ¿por qué hacemos esto? ¿Por qué diseñamos una vida que nos corta las alas en vez de acompasar el vuelo? ¿Por qué, teniendo un potencial tan grande, nos sometemos a una vida mediocre?
La verdad es que es la idea de vivir con todo controlado y planificado parece muy cómoda. Sin embargo y al mismo tiempo, el acomodamiento puede ser muy traicionero. Para abrir las puertas de tu celda, empieza por deshacerte de esa visión estrecha que no te deja mirar más allá, que no te deja contemplar todas las oportunidades que se te presentan.
Cierto que ese acomodamiento surge a menudo de experiencias pasadas. El sufrimiento y el dolor cargan nuestra mochila emocional con miedos, complejos y creencias limitantes. Pero, ¿qué tal si conviertes esa pesada mochila emocional en una caja de herramientas?

Tú tienes la llave… y el poder para abrir la puerta

Una cosa es saber que tienes la llave, y otra bien distinta tener el valor de usarla para abrir la puerta y salir. El miedo se esconde tras cada decisión que tomamos. El miedo al fracaso, a lo desconocido, a no ser suficientemente buenos, a equivocarnos de camino o a ser juzgados, nos frena.
Pero, no hacer algo es la mejor manera de tener remordimientos, de morir sin haber vivido. Ahora bien, ¿tienes miedo a fracasar pero no tienes miedo a perder la oportunidad de triunfar? ¿Tienes miedo a equivocarte y no a perder una buena idea? ¿Tienes miedo a ser juzgado pero no temes la opinión que tendrás de ti en el futuro?
No dejes que el miedo guíe tus acciones y nunca lamentarás haber tomado una decisión importante. Aunque fracases, aunque te equivoques… Cada paso es importante en tu crecimiento personal. Cada paso te acerca a tus objetivos -incluso aunque ese paso sea un error- y te concede la oportunidad de dar paso a tu libertad para asumir decisiones valientes.

Explora más allá de tu zona de confort para salir adelante

Tu prisión es tu zona de confort. Nada te retiene allí. Sal y ábrete al mundo. Tu zona de confort seguirá donde la dejaste si necesitas volver. Recuerda que tienes la llave. Eres libre para salir y también para volver a entrar.
Tienes que asumir el riesgo que supone poner un pie fuera, y luego otro. Si crees que haces lo correcto, abraza ese riesgo. No tienes que lanzarte de golpe si no estás preparado. Hazlo paso a paso. A medida que lo hagas te sentirás mucho más seguro y, sobre todo, mucho mejor contigo mismo.
La incertidumbre ante el riesgo juega su propio papel. A medida que te acostumbres a esa incertidumbre, a medida que aprendas a gestionarla, el miedo dejará paso a la curiosidad y a las ganas de ir más allá. 

Eva María Rodríguez
https://lamenteesmaravillosa.com