sábado, 18 de marzo de 2017

La ciencia lo confirma: Mejor solo que mal acompañado



Las relaciones interpersonales son una inmensa fuente de alegría, pero también causan grandes desilusiones. Por eso, si bien numerosos estudios han demostrado que contar con una sólida red de apoyo social es importante para recuperarnos de las enfermedades y mantener a raya problemas como la depresión, no es menos cierto que en algunos casos, es válido el viejo refrán: “mejor estar solos que mal acompañados”.

Una relación de pareja tóxica puede afectar tu salud


Psicólogos de la Universidad Estatal de Nueva York han puesto el dedo en la llaga al comprobar que una relación de pareja que nos haga infelices puede tener un impacto muy negativo sobre nuestra salud, tanto física como psicológica. De hecho, la calidad de una relación puede afectarnos mucho más de lo que podríamos pensar.

En la investigación, estos psicólogos analizaron durante dos años las relaciones de pareja de 200 jóvenes, tanto noviazgos como matrimonios, con el objetivo de determinar cómo estas influían en la salud de sus miembros.

Descubrieron que aproximadamente un tercio de los jóvenes experimentaron cambios significativos en sus relaciones a lo largo del tiempo, así como en su estado de salud. Cuando en la relación de pareja predominaba el amor, apoyo, afecto, compromiso y comprensión, la salud de ambos miembros mejoraba. 

Sin embargo, cuando la relación estaba marcada por la hostilidad y las críticas, las personas se sentían infelices y frustradas. Si estas relaciones se mantenían a lo largo del tiempo, la salud de sus miembros comenzaba a resentirse, aparecían síntomas de depresión, problemas con el alcohol y otros malestares físicos. También se apreció que cuánto más rápido las personas dejaban atrás esas malas relaciones, mejor se recuperaban, lo cual indica que mientras más dure esa mala relación, más difícil nos resultará recuperarnos, tanto en el plano emocional como físico.

Hostilidad y falta de apoyo, sensaciones psicológicas que tienen consecuencias físicas


Una mala relación de pareja puede precipitarnos en un estado de estrés en el que la desilusión se mezcla con el pesimismo y la ira. Obviamente, mantenernos en ese estado durante mucho tiempo terminará provocando cambios a nivel fisiológico que afectarán nuestra salud.

En este sentido, una serie de investigaciones realizadas por especialistas de la Universidad Estatal de Ohio son especialmente reveladoras ya que demuestran sin lugar a dudas el enorme impacto que una relación de pareja puede tener sobre nuestro estado de salud.

Estos investigadores estudiaron a 76 mujeres, la mitad de ellas casadas y la otra mitad divorciadas o a punto de separarse. Al realizarles un examen de sangre descubrieron que quienes mantenían una relación de pareja complicada o seguían atadas emocionalmente a una relación difícil, mostraban una respuesta más débil del sistema inmunitario.

Luego, reclutaron a 42 matrimonios con el objetivo de investigar qué sucede en nuestro organismo durante una discusión de pareja. Un día la pareja debía hablar durante media hora sobre un tema que le granjeara el apoyo mutuo pero otro día debía abordar un tema en el que no estaban de acuerdo y que generara tensión. 

Mientras hablaban, los investigadores les hicieron pequeñas quemaduras en los brazos para analizar el efecto del apoyo o la incomprensión en el proceso de curación. Comprobaron que cuando las parejas discutieron, sus heridas tardaron un día más en sanar. Y entre las parejas que se apreció mayor hostilidad, las heridas tardaron dos días más en cicatrizar.

Estos datos sugieren que el estrés que podemos experimentar en una relación de pareja realmente desencadena cambios en nuestro organismo que, a largo plazo, pueden pasar factura a nuestra salud. Por tanto, si estás "atrapado" en una relación tóxica, que te genera más insatisfacción que felicidad, deberías hacer un alto para repensar el camino que habéis emprendido, reflexionar y buscar la mejor solución para ambos.


Psicologia/Jennifer Delgado
http://www.rinconpsicologia.com

Fuentes:
Barr, A. B. et. Al. (2016) Romantic relationship transitions and changes in health among rural, White young adults. J Fam Psychol; 30(7): 832-842. 
Kielcot-Glaser, J. K. et. Al. (2005) Hostile marital interactions, proinflammatory cytokine production, and wound healing. Arch Gen Psychiatry; 62(12): 1377-1384.

viernes, 17 de marzo de 2017

Actúo, luego justifico (disonancia cognitiva)


Decía el filósofo René Descartes “Cogito ergo sum”, que se puede traducir como “pienso, luego existo”. Si pensamos, existimos, es una certeza innegable. Cuando hablamos de conducta humana e incoherencia en psicología, podríamos aplicar una frase similar “actúo, luego justifico”, esta hace referencia a la disonancia cognitiva.
La teoría de Festinger sobre la disonancia cognitiva explica cómo justificamos nuestras contradicciones. Cuando hacemos algo contrario a lo que pensamos, o en nuestro pensamiento hay dos ideas, creencias o emociones opuestas surge una sensación incómoda que intentamos eliminar mediante razonamientos.
Es más fácil justificar nuestros actos que cambiar nuestras acciones. Las explicaciones apaciguan nuestro malestar y calman nuestra mente. Suele resultar más sencillo darle un porqué a nuestros actos, después de llevarlos a cabo y que no nos deje en mal lugar, que admitir que nos hemos equivocado o que nuestro interés no era tan noble.

La incómoda sensación de la disonancia

Cuando decimos o hacemos algo contrario a nuestros pensamientos, es decir, cuando los actos y los pensamientos son inconsistentes entre sí, las personas experimentamos una sensación llamada “disonancia cognitiva”. Una disonancia cognitiva que produce una sensación de malestar que vamos a intentar revisando la justificación de nuestros actos.
La disonancia cognitiva es una experiencia psicológicamente desagradable que se acompaña de inquietud y aparece cuando hay pensamientos o acciones que no concuerdan entre sí dentro de uno mismo.

Ese malestar no suele aparecer cuando la incoherencia es sobre un tema sin importancia, por ejemplo, si quiero un café pero me tomo un té. La disonancia cognitiva aparece ante acciones o pensamientos con cierta importancia para nosotros, por ejemplo, cuando queremos decidir si cambiamos o no de trabajo, cuando tenemos que defender una idea públicamente aunque internamente pensemos lo contrario o cuando hacemos algo en contra de nuestros valores fundamentales.

Hago, entonces justifico

La disonancia cognitiva desencadena un intento de justificar nuestras inconsistencias y de buscar una explicación a esas situaciones en las que hacemos algo contrario o diferente a lo que pensamos. La mayoría de las veces no somos conscientes de ello, sino que justificamos pensando que realmente son esos motivos los que nos han llevado a actuar, cuando en realidad los motivos han sido otros y los hemos modificado o maquillado después.
“Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca. Mas no pudo alcanzarlos, se alejó diciéndose: “ni me agradan, están tan verdes…”
                                                                                               Esopo
Como en la fábula de Esopo, cuando la zorra no consigue alcanzar las uvas decide que no las quiere. Primero hacemos, decidimos y actuamos para después darle forma y calmarnos mediante una razón inventada.

Una defensa habitual contra el malestar

Justificarse en lugar de asumir la inconsistencia o responsabilidad de nuestros actos es la manera que nuestra mente tiene de disminuir el malestar. La disonancia cognitiva está presente en todas las personas y ante ella aparece una defensa habitual para proteger a nuestra autoestima y autoconcepto.

Por ejemplo, imagina que uno de los valores que pensamos atesorar es la honestidad y estamos muy orgullosos de ser unos buenos representantes del mismo. Sin embargo, un día te “pillas” mintiendo, una acción que está en contra de nuestro valor. Para nuestra mente es mucho más sencillo pensar que hemos mentido porque la situación “nos ha obligado” o para beneficio de otros más que para el propio. Así, buscamos una justificación aceptable para alejar la mala sensación que nos ha producido “traicionar” a nuestro valor.
Lo mismo ocurre cuando hacemos un gran esfuerzo y fracasamos a la hora de conseguirlo o cuando ante una elección acabamos eligiendo una opción con la que no estamos del todo satisfechos. Siempre encontraremos una razón que amanse nuestros miedos y proteja nuestra imagen.

Cuando lo sano se vuelve insano

La disonancia cognitiva es un mecanismo que nos protege, es decir, ayuda a conservar nuestra autoestima y salud mental. Actuamos, erramos, nos justificamos y aprendemos. Disminuimos el malestar y eso nos permite avanzar y no anclarnos en el error.
Como decía Aristóteles “la virtud está en el término medio”. Lo que la mayoría de las veces nos protege y ayuda a sobrellevar el malestar puede volverse en nuestra contra.
Pero en algunas ocasiones esta barrera contra el malestar puede ser perjudicial. A veces nos quedamos parados en la justificación sin avanzar o aprender de la inconsistencia. En otras ocasiones la disonancia es tan intensa que puede llevarnos a realizar conductas aún más perjudiciales para nosotros mismos.
Por ejemplo, podemos ser conscientes de que fumar es perjudicial para nuestra salud y aún así hacerlo. Para reducir el malestar que produce este enfrentamiento entre conducta y conocimiento, podemos minimizar en nuestra mente las repercusiones negativas del tabaco. Algo que a su vez puede incrementar el consumo de tabaco, que antes precisamente era moderado por el conocimiento que ahora nos cuestionamos para sentirnos mejor.

Hazte siempre esta pregunta: ¿fue antes el huevo o la gallina?

Tomar conciencia de nuestros mecanismos psicológicos nos ayuda a conocernos y aceptarnos mejor. Nos permite reflexionar sobre nuestros actos, tomar perspectiva y aprender de nuestros errores. Todos los seres humanos tenemos defensas e identificarlas es un paso en el camino del autoconocimiento.
La próxima vez que te encuentres a ti mismo/a justificándote ante una acción que hayas hecho y te cause cierto malestar o te sientas en alguna medida responsable, pregúntate, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina, el actuar o el justificar?

Psicología/Andrea Pérez
https://lamenteesmaravillosa.com

jueves, 16 de marzo de 2017

5 situaciones que te permiten conocer de verdad a una persona



Las relaciones interpersonales son fuente de grandes alegrías pero también de profundas desilusiones, las cuales suelen producirse cuando los demás no son capaces de cumplir con nuestras expectativas. Sin embargo, conocer realmente a alguien implica pasar mucho tiempo con esa persona y compartir momentos de intimidad en diferentes contextos. Solo así podremos descubrir tanto su lado positivo como el negativo.

En sentido general, toda relación es valiosa y puede aportarnos algo, pero conocer realmente a las personas más cercanas nos ayudará a ajustar nuestras expectativas y mantener una relación más fluida. Si sabemos qué puede dar cada quien y hasta dónde puede llegar, no corremos el riesgo de presionarle demasiado, hasta el punto de tensar innecesariamente la relación.

Las situaciones difíciles, esas pruebas que sacan lo mejor o lo peor de la persona


1. Situaciones de estrés


He aprendido que puedes conocer mucho de una persona por la manera en la que se comporta en estas tres situaciones: un día lluvioso, un equipaje perdido y las luces de navidad enredadas”, dijo Maya Angelou. Sin duda, la manera de afrontar el estrés, aunque no sea una situación particularmente grave, puede decir mucho sobre alguien. Cuando estamos sometidos a una gran tensión puede salir lo mejor de nosotros o, al contrario, nuestro peor lado. Hay personas que se irritan hasta tal punto que responden con agresividad y son incapaces de pensar con claridad. Otras intentan culpar a los demás y evitan asumir cualquier tipo de responsabilidad. Otras se ofuscan tanto que terminan bloqueándose, por lo que no pueden pensar con claridad y encontrar soluciones viables. También están aquellas que se crecen y, a pesar del nerviosismo o la tensión, intentan buscar una solución y mantener la calma en medio de la tormenta.

2. Situaciones en las que te necesitan

Puedes descubrir mucho sobre una persona por la manera en que te pide ayuda. Habrá personas que no quieren añadir una carga adicional sobre tus hombros y te pedirán ayuda solo cuando realmente sea imprescindible pero habrá otras que esperan que siempre estés disponible para ayudarle y que priorices sus problemas sobre los tuyos, aunque estos sean prácticamente intrascendentes. Debes saber que este tipo de personas suelen comportarse de manera egoísta y no terminarán nunca de demandar favores, por lo que es importante que aprendas a ponerles coto cuanto antes. También hay quienes piden ayuda recordando un favor precedente, porque piensan que la amistad significa ajustar cuentas continuamente. Estas personas llevarán un cálculo mental de las veces que te han ayudado y luego creerán que tienen ciertos derechos sobre ti.

3. Situaciones complicadas en las que necesitas ayuda

Solo pueden unirnos los sentimientos, el interés no ha formado jamás amistades estables”, dijo Cicerón. Por eso, no hay mejor manera de conocer a una persona que a través de la ayuda que te brinda cuando la necesitas. Hay personas que solo permanecen a nuestro lado mientras necesitan nuestra ayuda, consejo y apoyo pero apenas rebasan ese bache, pierden el contacto o inventan excusas para no brindarnos la ayuda que necesitamos. Otras se muestran indiferentes, actúan como si no pasará nada o infravaloran nuestros problemas y emociones. Por supuesto, habrá situaciones en las que los demás no podrán hacer mucho, pero el simple hecho de estar a nuestro lado y brindarnos su hombro ya es más que suficiente. No se trata de que los demás resuelvan los problemas en nuestro lugar, sino de que muestren empatía y comprensión, ayudándonos a atravesar por ese momento difícil. Esas personas que nos tienden la mano cuando más lo necesitamos son auténticos tesoros que deberíamos cuidar con celo.

4. Situaciones de convivencia cotidiana

No hay nada como el día a día y la convivencia para conocer realmente a alguien. ¿Se trata de una persona que respeta tus cosas y tu espacio o, por el contrario, es tan egocéntrica que pretende que tu vida gire a su alrededor? ¿Comparte sus experiencias y emociones o se encierra en sí mismo y te aparta de su vida, como si no tuvieras cabida más que para compartir cosas intrascendentes? ¿Es capaz de discutir sin agredirte? ¿Se compromete con los asuntos cotidianos o se desentiende de ellos y espera que te encargues siempre tú de todo? ¿Se preocupa por buscar tiempo para compartir experiencias o siempre está demasiado ocupada como para pasar tiempo contigo? La convivencia te dirá si alguien es realmente independiente y se preocupa realmente por alimentar la relación, sea del tipo que sea, o si al contrario es egoísta y quiere que vivas para satisfacer sus necesidades.

5. Situaciones de alegría y éxito

Cuando una persona te quiere de verdad, se alegrará por tus éxitos y por tu felicidad, aunque ella misma esté atravesando por un mal momento. Sin embargo, hay personas que muestran su peor cara precisamente en esos momentos pues se esfuerzan por desvalorizar tu esfuerzo o minimizar tu alegría. Estas personas pueden estar a tu lado cuando estás pasando por un mal momento ya que sienten que, de cierta forma, dependes de ellas y esa sensación las empodera, pero cuando remontas y vuelas con tus propias alas tienen miedo a que cortes ese lazo que os une, de manera que se esfuerzan por chantajearte emocionalmente cuando las cosas te empiezan a ir bien. En el fondo, es probable que sientan envidia o que deseen mantenerte atado por medio de la cuerda del sufrimiento y la dependencia emocional.

Psicologia/Jennifer Delgado
http://www.rinconpsicologia.com