sábado, 11 de febrero de 2017

El secreto para ser feliz es invertir tu tiempo en lo que realmente lo merece



Nuestro tiempo es uno de los recursos más valiosos que tenemos los seres humanos  y que en la mayoría de los casos invertimos de manera equivocada, dando prioridad a lo que no nos hace feliz, a lo que no nos nutre, a lo que no nos sacará una sonrisa al momento de recordarlo.
Cuando casi milagrosamente nos damos cuenta de que la vida es un suspiro y que la mayoría de las cosas que hacemos no son las que realmente nos hacen felices, inclusive haciéndolas con el mejor agrado del mundo y con el mayor amor, pues es posible que podamos tomar cartas en el asunto y no dejar que se sigan pasando los días sin ponerle contenido nutritivo.

El contenido que tenemos que agregar a nuestra vida está asociado a distribuir nuestro tiempo siempre dejando espacio suficiente a lo importante, sí, puede ser que para muchos generar dinero sea importante, pero cuando el generar dinero es un acto automático y ni siquiera ese dinero es disfrutable, pues seguro que no debe estar en el primer bloque de nuestra pirámide.
Ser conscientes de cada momento, vivir cada instante, vivir cada respiro, disfrutarlo y darle sentido es el secreto de la felicidad, cuando estamos centrados en el presente, el pasado deja de perturbarnos, el futuro ya no nos genera incertidumbre, los juegos mentales se detienen y solo estamos viviendo.

Cuando nuestras prioridades se organizan, cuando un abrazo está antes que nada, cuando el compartir con la familia, los amigos, ver un amanecer, tocar un instrumento musical, aprender a pintar, logran tener prioridad, sobre las cosas triviales de las cuales no podremos obtener mucho más que algo material, que a fin de cuentas no nos acompañará al partir de este plano, es cuando entendemos el propósito de la vida, que no es más que ser feliz.
Solo nosotros lo complicamos todo, con nuestros apegos, con nuestro afán de necesitar, todo lo volvemos un completo drama, del cual evidentemente, resulta complicado salir, complicamos la vida, complicamos la muerte, nos cuesta aceptar, nos resistimos a casi todo y no entendemos que en el fluir como lo hace todo en la naturaleza está la verdadera sabiduría.

Toma tu tiempo, que con la poca comprensión que tenemos de él, es limitado e inviértelo como si fuese tu mayor fortuna, abrázalo, a cada instante. Si alguien no valora tu presencia, no te des mala vida, siempre habrá alguien que lo haga, si tu trabajo no te llena, cámbiate, si te sientes estancado, viaja, conoce gente, conoce el mundo y sus maravillas. Aprovecha tu tiempo acá y procura siempre que cualquier cosa que hagas con él resulte en un regocijo si tienes que mirar atrás.

viernes, 10 de febrero de 2017

10 cosas que las personas creativas hacen diferente



La creatividad no es un don, es una habilidad que se entrena y desarrolla a lo largo de la vida. Todos tenemos la semilla de la creatividad, solo que al crecer, hay quienes se preocupan por cultivarla y otros simplemente la dejan morir. Sin embargo, en tiempos de crisis, la creatividad es una gran aliada y puede marcar la diferencia entre el éxito estrepitoso y el fracaso total.

La buena noticia es que nunca es demasiado tarde para desarrollar la creatividad. De hecho, un estudio realizado en Estados Unidos descubrió que el prototipo del emprendedor no es el joven que deja a mitad su carrera universitaria (aunque estos son los casos más publicitados) sino que el 38% de las personas que han iniciado un proyecto original de éxito lo hicieron cuando tenían más de 40 años. Los ejemplos son muchos, basta pensar en Arianna Huffington, que tenía 54 años cuando fundó el Huffington Post, o en Carol Gardner, que fundó Zelda Wisdom a los 52 años, una empresa de más de 50 millones de dólares.


¿Qué distingue a las personas creativas? 


1. Sueñan despiertos. Para las personas creativas soñar despiertos no es una pérdida de tiempo, todo lo contrario, son conscientes de la importancia de este proceso. Dejar que la mente merodee libremente, sin ataduras, es un excelente entrenamiento para cuando llegue el momento de crear, así se van acostumbrando a salir de los esquemas. Además, no es la primera vez que ese “soñar despierto” conduce a la solución de un problema o a una idea brillante ya que es la imaginación quien toma el mando.

2. Son observadores atentos. Al contrario de lo que muchos creen, las personas creativas no siempre están en las nubes, son observadores perspicaces que se fijan constantemente en los detalles y recopilan información sin cesar. Nada escapa a su atenta mirada. De esta forma, cuando están inmersos en el proceso creativo, disponen de diferentes fuentes de información que mezclan de forma original para dar pie a sus creaciones. 

3. Disfrutan de la soledad. Más allá del mito del artista atormentado o del genio incomprendido, lo cierto es que las personas creativas disfrutan de la soledad y la buscan. En esos momentos a solas consigo mismo reflexionan y dejan volar su mente, algo difícil de lograr cuando estamos continuamente rodeados de personas o conectados a través de la tecnología. Y es que la creatividad implica, sobre todo, conectar con uno mismo, con nuestros pensamientos y emociones.

4. Buscan continuamente nuevas experiencias. Un cerebro que no se alimenta de nuevas experiencias simplemente languidece, muere víctima de los hábitos. Las experiencias novedosas estimulan la curiosidad intelectual, nos permiten apreciar nuevas facetas de la realidad y nos incitan a romper paradigmas. Las personas creativas son conscientes de ello y por eso buscan nuevas formas de estimular su inteligencia. También es usual que pongan en práctica cambios radicales en su vida, lo cual les aleja de la monotonía.

5. Asumen los problemas como desafíos. Mientras que para la mayoría de las personas un problema equivale a un escollo, para los creativos significa una oportunidad para poner a prueba sus capacidades, un reto por resolver. Este cambio de perspectiva les permite enfrentar las dificultades desde una actitud más positiva y sin verse ofuscados por las emociones negativas.

6. Son perseverantes. Las personas creativas saben que no todo sale a la primera pero no se dan por vencidas ante el primer fracaso sino que vuelven a poner manos a la obra. Aprenden a no tomarse demasiado a pecho los errores y perseveran. De hecho, mientras que para la mayoría de las personas un fracaso representa un motivo para abandonar un proyecto, para los creativos se convierte en un motor impulsor que les da fuerza. 

7. Asumen riesgos. La creatividad significa crear algo diferente, algo que nadie se había atrevido a hacer hasta el momento. Por tanto, demanda una buena dosis de riesgo. Las personas creativas no le suelen tener miedo a las críticas o a los detractores, continúan adelante y asumen los riesgos que sean necesarios simplemente porque creen en su trabajo.

8. Se plantean grandes preguntas. A menudo la clave no radica en el resultado final, el producto, sino en el comienzo, en plantearse la pregunta adecuada. Las personas creativas se cuestionan cada aspecto de la vida y se preguntan constantemente si estos se podrían mejorar o hacer de una manera diferente. En muchos casos, encontrar las preguntas adecuadas es la clave para dar con las soluciones justas.

9. Son apasionados. La creatividad proviene del interior, de una pasión, de un deseo de conocer e ir más allá de los convencionalismos. Las personas creativas a menudo no buscan el reconocimiento social o una recompensa porque su propio trabajo ya le resulta lo suficientemente motivador. Por eso, pueden dedicarle gran parte de su vida a un proyecto sin cejar en el empeño.

10. Unen puntos inconexos. Probablemente se trata de una de las características más importantes de las personas creativas: su capacidad para unir puntos aparentemente inconexos y establecer nuevas relaciones allí donde nadie las había visto. De hecho, muchos afirman que la creatividad no es más que saber conectar cosas que antes no guardaban relación entre sí en aras de crear un producto diferente.


Psicología/Jennifer Delgado

jueves, 9 de febrero de 2017

¿Cuál es tu excusa para no cambiar?


¿Qué excusa te has puesto hoy? Tal vez piensas que eres demasiado mayor para estudiar chino o que eso que quieres puede esperar. Quizás no te animes a continuar hacia ese objetivo que te habías propuesto con tanto entusiasmo porque empiezas a cansarte y a dudar. No es miedo, no es tener la capacidad o no, tampoco es la seguridad. Todo esto es fruto de tus excusas; de razones que tu mente inventa y en las que tú te apoyas.

La diferencia entre aquellas personas que tienen una vida aceptable y aquellas que tienen una vida excelente no es la ausencia de miedo, sino la ausencia de excusas.


Todos tenemos miedo, pues es una emoción natural. Es verdad que muchas veces nos bloquea, nos paraliza para poder seguir adelante con lo que queremos. Sin embargo, no nos hace tirar la toalla. Esta acción la llevamos a cabo nosotros por propia voluntad, parapetándonos detrás de múltiples excusas que no tienen razón alguna de ser. El temor nos lleva a ellas, la inseguridad también; así redirigimos nuestras sensaciones hacia el extenso mundo de las excusas.

¿Estás comprometido con lo que quieres?

Pongamos como ejemplo que estás intentando ser más responsable o estás pensando en cambiar de trabajo porque el que tienes no te llena. Desde luego, posees un objetivo claro, pero te falta algo. Quizás tienes dudas respecto a si serás capaz de lograrlo, tal vez empieces a suponer que no merecerá la pena. 
Sin darte cuenta procastinarás.
Procastinar es dejar para mañana lo que puedes hacer hoy mismo, pero que por diversas circunstancias decides aplazar. Esto significa que en realidad no estás todo lo comprometido que piensas. Cuando de verdad quieres algo, intentas que se dilate lo menos posible en el tiempo. No hay “peros” que valgan. Mañana tal vez no tengas la oportunidad que hoy se te ofrece. Las cosas se consiguen moviendo fichas no quedándose mirando el tablero de forma pasiva.

Imaginemos que tenemos un carácter que nos ocasiona problemas en nuestras relaciones interpersonales e incluso en el trabajo. Varias veces nos han llamado la atención y nosotros respondemos con un “sí, tengo que cambiar mi manera de tratar a las personas que me rodean”. Consideras que los demás tienen razón y a ti tampoco te agrada mucho cómo actúas en determinadas ocasiones. Sin embargo, con el paso de los días todo sigue igual. La gran pregunta es “¿por qué?”

Solamente actuando, haciendo, moviendo ficha, lograrás hacer realidad todo lo que quieres.

La respuesta se encuentra en que por tu mente pasa constantemente la palabra “mañana”; no obstante cuando llega el siguiente día se te ha olvidado. No estás realmente comprometido con el cambio porque te puede la pereza, puede incluso que consideres en tu fuero interno que ya estás muy mayor para modificar determinados aspectos de ti. Sin embargo, esto es una falacia. La edad puede ser un condicionante, pero también lo es, y con un peso mayor, lo que nosotros pensemos.


¿Haces de verdad… o piensas que haces?

Seguramente te suenen frases del estilo “no sirve de nada que me esfuerce porque no obtengo los resultados deseados”. Sin embargo, ¿te has esforzado o ya te adelantas a lo que puede pasar? A veces, no somos sinceros con nosotros mismos y justificamos nuestro comportamiento en base a algo que aún no ha sucedido. Esto ocurre porque no estamos realmente comprometidos, como mencionábamos anteriormente.
El problema del ser humano es que a veces se engaña para creer que está haciendo algo útil cuando en realidad no se mueve para conseguir lo que quiere. Cada excusa nos hace sentir mejor, víctimas de unas circunstancias que nos impiden alcanzar lo que deseamos. No obstante, esto es una gran mentira. Piensa, ¿quieres lograr lo que dices o simplemente lo dices?

En la vida hay cambios que nos dan verdadero pánico, con independencia de que sean obligados o impuestos por nosotros. No solo cuando tratamos de tallar nuestra personalidad, sino también cuando nos embarcamos en alguna nueva aventura, como ir de nuevo a la Universidad o dejar el trabajo para hacer lo que en verdad nos llena. Pero todo es cuestión de ganas, de querer y de esforzarse. No hay camino fácil, por contra esa dificultad es la que más nos puede hacer fluir si la encaramos bien.

No importa si crees que no es el momento, ni si posees todos los recursos para lograrlo: lo cierto es que casi nunca, ni con todo el tiempo del mundo, se tienen todos. Da igual las dudas que surjan y que te digan “¡no lo hagas!”. Hazlo de todos modos, sin ponerte ninguna excusa.

Muchos de los límites que consideras reales solo existen en tu cabeza y puedes terminar con ellos si les enfrentas a la realidad. No es necesario que te mientas, ni a ti ni a los demás. Si no quieres ir hacia algo, no lo hagas. Pero cuando sí quieras llegar a determinado punto, hazlo sin miramientos, sin ponerte ninguna excusa, sin procrastinar, sin dudar… Las cosas se hacen sin pensarlas demasiado. Pues cuando nuestra mente empieza a atiborrarse de ideas, nos bloqueamos hasta el punto de quedarnos completamente paralizados.

Raquel Lemos Rodríguez
Imágenes cortesía de Sofía Bonati
https://lamenteesmaravillosa.com