viernes, 3 de febrero de 2017

Camino a la resiliencia: 7 estrategias para superar la adversidad con fortaleza, claridad y paz interior


En mayor o menor medida, todos somos resilientes: aunque ciertas situaciones resulten extremas, poseemos mecanismos psicobiológicos que nos permiten soportar la presión y recuperar el equilibrio cuerpo-mente.
Podemos enfrentar y superar la adversidad, hallando la calma en medio de la tormenta.

Las primeras investigaciones sobre la resiliencia aportaron frescura al estudio clínico del trauma y los eventos negativos: en lugar de centrarse únicamente en las llamadas áreas de vulnerabilidad, los investigadores (Garmezy, Werner, Manciaux, Saleebey, Coutu, Grotberg…) comenzaron a prestar atención a las fortalezas interiores de los individuos.

En estos primeros estudios encontraron a niñas y niños que sobresalían a pesar de no ser especialmente dotados y, sobre todo, a pesar de atravesar circunstancias increíblemente difíciles. Tenían lo que los psicólogos llaman un “locus interno de control”: creían que ellos, y no sus circunstancias, afectaron sus logros. Se veían como los orquestadores de su propio destino y los constructores de un futuro luminoso, y percibían el arduo presente como un paso necesario hacia el éxito y la libertad.

Además, estos pequeños poseían una fuerte conexión existencial: creían que todo lo que sucede tiene un profundo sentido y propósito, y esto les permitía dotar de nuevo significado a las situaciones más desfavorables, creando de este modo nuevas posibilidades.

¿Se puede aprender la resiliencia?

Si bien no existe ninguna prueba psicológica en particular que mida la resiliencia, durante décadas multitud de investigadores han observado que ciertas personas son capaces de enfrentarse a obstáculos, amenazas e impedimentos sin sucumbir emocionalmente y sin mostrar comportamientos victimistas y derrotistas.

Los acontecimientos no son traumáticos hasta que los experimentamos como traumáticos; es nuestra percepción de lo que nos pasa lo que determina la forma en la que experimentamos lo que nos pasa. Cuando percibimos la adversidad como un desafío y encontramos seguridad interior, nuestras capacidades interiores emergen. Cuando percibimos la adversidad como una amenaza o un evento potencialmente traumático, anulamos nuestros mecanismos biológicos de crecimiento y creamos un problema duradero que puede derivar en estados depresivos.

Las personas resilientes se niegan a percibir los acontecimientos como traumáticos: viven las adversidades y los eventos negativos sin derrumbarse, por muy dolorosos que estos resulten.
Si no te consideras una persona resiliente, no es que no poseas esta capacidad. Lo que sucede es que la resiliencia se refuerza con el uso y se pierde con el desuso. Cuanto más nos esforzamos por ser resilientes, más fomentamos la flexibilidad cognitiva que nos permitirá abrirnos a nuevas posibilidades; cuanto más nos sumimos en el derrotismo, más reforzamos la neurorigidez que deriva en experiencias de sufrimiento.

Aunque nuestro enfoque inicial sea negativo, podemos aprender a percibir los estímulos de forma diferente para replantearlos en términos positivos, lo que por supuesto requiere de altas dosis de conciencia, claridad y discernimiento.

A continuación hemos recopilado 7 estrategias que expertos en diversos campos recomiendan para desarrollar esa destreza que todos poseemos llamada resiliencia.

1. Cuéntate otra historia


Todos tenemos un narrador interno que tiende a exagerar. Cuando vivimos tiempos difíciles, este narrador suele decirnos que será así por siempre. Nada más lejos de la realidad.
Cuando se trata de imaginar nuestro bienestar y proyectarlo hacia el futuro, tendemos a exagerar el impacto y la duración de los eventos dolorosos. A esta conclusión han llegado los doctores Tim Wilson y Dan Gilbert, que en sus estudios de “pronóstico afectivo” (affective forecasting) han encontrado que las cosas malas nos hacen sentir mal, pero no por tanto tiempo como pensamos ni con tanta intensidad: las personas solemos aferrarnos a la desesperación con mucha facilidad, pero rara vez llegamos a experimentar esos extremos que habíamos imaginado.

El Dr. Wilson explica que, del mismo modo que nuestro sistema inmunológico nos defiende de agentes infecciosos, poseemos un “sistema inmunológico psicológico” que cura nuestras heridas emocionales. Según su investigación, nuestra mente inconsciente utiliza este mecanismo para ayudar a la mente consciente a relativizar nuestras vivencias dolorosas, de modo que con el paso del tiempo el narrador interior comienza a contarnos una historia más agradable.
Aunque la voz interior tienda al dramatismo, con el tiempo todo se va reenfocando gracias a este sistema inmunológico psicológico, y la mejor forma de favorecerlo es mantener siempre una actitud resiliente. Estas 4 sencillas estrategias del Dr. Schwartz también te serán de gran ayuda para encontrar una nueva voz en tu historia personal.

2. Cuestión de actitud

Si no adoptamos una actitud correcta, el camino a la resiliencia se vuelve espinoso. Cuando nos negamos a considerar la posibilidad de percibir los eventos negativos como oportunidades de crecimiento, y en lugar de ello nos dedicamos a seguir victimizándonos, la resiliencia sigue durmiendo en su guarida secreta.
La actitud es uno de los nutrientes principales que ayuda a que nuestro equilibrio cuerpo-mente florezca. Para no extendernos aquí, te recomendamos que leas este post en el que te mostramos 4 sencillos consejos para calibrar tu actitud.

3. ¿Quién creo que soy?

¿Somos lo que creemos que somos? ¿Está nuestra percepción de nosotros mismos distorsionada, reflejando una imagen irreal pero familiar y confortable?
Ya que la negatividad suele ser resultado de una percepción desdibujada de la realidad, podemos comenzar por volvernos más objetivos en nuestra autopercepción. Si evaluamos nuestra realidad  –personalidad, comportamiento, relaciones sociales…- de una forma más imparcial y ecuánime, encontraremos que muchas de nuestras fortalezas siempre estuvieron ahí pero nuestra ceguera nos impedía verlas.

Las prácticas introspectivas como la atención plena son una excelente forma de regresar a nosotros mismos y conocernos. Cuando nos volvemos íntimos con nuestra vida interior (ya sean aspectos que aceptamos o aspectos que rechazamos de nosotros mismos), nos percibimos con mayor claridad, y capacidades que estaban en letargo como la resiliencia son redescubiertas.
En este enlace puedes unirte gratis a nuestro Reto de Mindfulness, un curso online introductorio de atención plena totalmente guiado.

4. Crea un diario de gratitud

Nuestro cuerpo y nuestra mente responden rápidamente a los cambios positivos que la gratitud pone en funcionamiento. La gratitud abona el terreno para que nuestra personalidad se vuelva más y más resiliente: se trata de una sencilla pero excelente forma de transformar nuestras vidas avalada por multitud de estudios científicos.
En este artículo conocerás sus beneficios demostrados y aprenderás a crear y mantener tu propio diario de gratitud paso a paso. Además, podrás participar en un sencillo e inspirador reto que te ayudará a motivarte para incorporar esta eficaz herramienta en tu día a día (miles de personas de más de 20 países ya lo están haciendo).

5. Enfrenta tus miedos

Muchos profesionales utilizan la llamada “terapia de exposición” para ayudarnos a cambiar las asociaciones que en el pasado establecimos con determinados estímulos.
Si hay algo que nos aterra, podemos dotarlo de nuevo significado dando pequeños pasos seguros: nos exponemos lenta y repetidamente a eso que tanto nos asusta. Por ejemplo, si nos aterra la opinión ajena y esto nos convierte en personas poco sociables y comunicativas, nos exponemos en pequeñas dosis a ese miedo que nos bloquea. Podemos acudir a reuniones e interactuar más de lo habitual. De este modo, vamos superando el miedo a través del acto sostenido de enfrentar las emociones que tanto nos molestan.
La idea de esta estrategia no es eliminar nuestros miedos de un plumazo, sino entrar en contacto con nuestro valor y nuestra resiliencia. No se trata de dejar de tener miedo, sino de seguir adelante a pesar del miedo.

6. Practica la compasión (y la autocompasión)

Lobsang Tenzin Negi, doctor en Budismo y creador del Cognitively-Based Compassion Training (CBCT), un programa de meditación que actualmente es utilizado en diversos estudios clínicos, expone en esta entrevista que “en este mundo tan complejo, lleno de estresantes psicosociales, lo que más necesitan las personas, y más las angustiadas y deprimidas, son maneras más sanas de forjar relaciones con quienes las rodean”.

“Sobrevaloramos las amenazas. Yo vengo de una cultura que cree que cada ser humano tiene un tremendo potencial, somos altamente resilientes, tenemos la capacidad de mantener el optimismo, de no desfallecer, pero para ello lo primero que debemos integrar es que todos los seres de este planeta tenemos una aspiración común: todos queremos ser felices. Ser conscientes de esa interconexión nos hace acercarnos a las personas con un mayor grado de afecto, cercanía y ternura, de manera que nos relacionamos con el mundo de una manera más saludable.”

La autocompasión, como la propia palabra indica, implica ofrecernos compasión a nosotros mismos: abordamos nuestro propio sufrimiento con una actitud de bondad y no juicio. Cuando nos volvemos conscientes de que todos experimentamos emociones y situaciones profundamente dolorosas, nos alentamos a salir del absoluto dramatismo en que vivíamos y desarrollamos una personalidad resiliente.

7. Practica el perdón

Tal y como te mostramos en este artículo, cuando no perdonamos liberamos todos los neuroquímicos del estrés y la ansiedad. Además, el cerebro entra en lo que se conoce como “la zona de no-pensamiento”, un estado cognitivo en el que nuestras facultades mentales se ven seriamente limitadas: no podemos pensar con claridad, y nuestra capacidad de resiliencia corre el peligro de quedar anulada.
Perdonar es salir al encuentro del otro, lo que nos permite al mismo tiempo salir al encuentro de nosotros mismos. Cuando nos volvemos conscientes de que nosotros también hemos errado y hemos sido perdonados en el pasado, relativizamos los fallos que todos cometemos, lo que nos permite reencontrarnos con nuestras fortalezas interiores. Dejar de asociar las equivocaciones -propias o de los demás- con estados de rencor y hostilidad permite que nuestro cuerpo-mente encuentre un punto de equilibrio óptimo en el que emerge lo mejor de nosotros mismos.

Resumiendo

1.    Todos poseemos esa capacidad natural de superar adversidades llamada resiliencia.
2.    La resiliencia está íntimamente ligada a nuestra percepción: cuando percibimos la adversidad como un desafío que podemos superar, nuestras capacidades interiores emergen; cuando percibimos la adversidad como una amenaza, anulamos los mecanismos psicobiológicos de la resiliencia.
3.    La resiliencia puede ser entrenada y desarrollada: podemos aprender a percibir los estímulos de forma diferente para replantearlos en términos positivos. Cuanto más nos esforzamos por ser resilientes, más reforzamos esta capacidad; cuanto más caemos en actitudes victimistas y derrotistas, más se atrofian nuestras fortalezas interiores.
4.    Las 7 estrategias descritas anteriormente nos ayudan a desarrollar una personalidad resiliente a través del reencuentro con las virtudes innatas que todos poseemos.
5.    Ser resiliente es, en definitiva, una decisión consciente.


“En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible. – Albert Camus

Por Jorge Benito - Mindfulsciencie





Falla. Falla de nuevo. Falla mejor.


Falla. Falla de nuevo. Falla mejor. Pema Chödrön

La maestra budista Pema Chödrön ha inspirado a  millones de personas en el mundo, pero su camino no estuvo libre de obstáculos. De hecho la autora de Los lugares que te asustan también llegó  a un punto de su vida en el que tocó fondo y para compartir la enseñanza que le ayudó a salir de tan oscura situación ella misma ha narrado la siguiente historia, cuya traducción compartimos: 
Pensé que les contaría esta breve historia sobre el fundador de la Universidad de Naropa, Chögyam Trungpa Rinpoche y mi primera entrevista en privado con él. La entrevista ocurrió en un periodo durante el cual mi vida estaba cayéndose a pedazos y fui ahí porque quería hablar del hecho de estarme sintiendo como un fracaso y sumamente emocional. 
Pero cuando me senté frente a él, me dijo -“¿Cómo está tu meditación?”. Y yo dije -“Bien”. Luego empezamos a simplemente platicar cosas superficiales hasta que él se puso de pie y dijo: -“Fue muy agradable conocerte” y empezó a caminar hacia la puerta. En otras palabras la entrevista había terminado. Así que en ese momento, dándome cuenta de ello, sólo solté sin pensar toda la historia de mi vida: 
-"Mi vida ha terminado. He tocado el fondo y no sé qué hacer. Por favor ayúdame." 

Y luego llegó el consejo de Trungpa Rinpoche. Él dijo: -“Bueno, es como caminar en el océano y que una gran ola llegue y te tire. Entonces te encuentras tirada en el fondo con arena en tu nariz y tu boca. Estás ahí tirada y tienes una opción. Puedes quedarte ahí o puedes pararte y seguir caminando fuera del mar”. Así que básicamente te paras porque quedarte tirada en el fondo equivale a morir. 
Metafóricamente quedarte tirado es lo que muchos elegimos hacer en algún momento. Pero puedes elegir ponerte de pie y empezar a caminar, hasta que después de un tiempo llegue otra enorme ola y te tire. Te encuentras a ti mismo en el fondo del océano con arena en tu nariz y boca y de nuevo tienes la opción de quedarte ahí o caminar hacia adelante.

-“Así que las olas siguen llegando”, dijo él. “Y tú continúas cultivando la valentía y el sentido del humor para relacionarte con esta situación de las olas y te sigues levantando y yendo hacia adelante”. 

Este fue su consejo para mí. Luego Trungpa dijo: -“Después de un rato, empezará a parecerte que las olas se vuelven más y más pequeñas y ya no te tiran”. 

Ese es un buen consejo para la vida. No es que las olas dejen de llegar, es debido a que has entrenado para mantener la vulnerabilidad en tu corazón que las olas simplemente parecen volverse más y más pequeñas y ya no te tiran. “Perder mejor” significa que empiezas a empezar a tener la habilidad de mantener lo que yo llamo “la crudeza de la vulnerabilidad” en tu corazón. 

Así que lo que estoy diciendo es: falla. Luego falla de nuevo y quizá luego empieces a trabajar en algunas de las cosas que estoy diciendo. Luego cuando otra vez las cosas no estén funcionando, entonces fallas mejor. En otras palabras, eres capaz de trabajar con el sentimiento de fracaso en lugar de ocultarlo bajo el tapete, culpar a otro o desarrollar una imagen personal negativa, todas esas cosas son estrategias inútiles. 

“Fallar mejor” significa que debes empezar a sostener “la crudeza de la vulnerabilidad” en tu corazón y verla como tu conexión con otros seres humanos y parte de tu humanidad. Fallar mejor significa que cuando estas cosas pasen en tu vida, se vuelven una fuente de crecimiento, una fuente para ir hacia adelante, una fuente de esa parte de la crudeza que realmente puedes comunicar de manera genuina con otras personas. 

Tus mejores cualidades vienen de ese lugar porque no estás poniéndote un escudo. Fallar mejor significa que el fracaso se vuelve un terreno rico y fértil en lugar de otra bofetada en el rostro. Esa es la razón por la cual en la historia de Trungpa Rinpoche que he compartido, las olas que te están tirando empiezan a parecer más pequeñas y tienen cada vez menos capacidad de tirarte. Quizá de hecho se trate de la misma ola, quizá es incluso más grande que la que te tocó el año pasado, pero te parece más pequeña por tu habilidad de nadar o montar la ola. 

No es que el fracaso deje de doler. Quiero decir que a veces pierdes personas que amas, todo tipo de cosas que rompen tu corazón ocurren, pero puedes sostener el fracaso y la pérdida como parte de tu experiencia humana que te conecta con otras personas. 

jueves, 2 de febrero de 2017

ESTRATEGIAS DE LA MENTE PARA NEGAR EL MOMENTO PRESENTE



La inconsciencia ordinaria (aquella de la que no nos damos cuenta porque no hay sufrimiento intenso) siempre está ligada con la negación del Ahora. Una falta de aceptación de lo que es.
¿Te estás resistiendo a tu aquí y ahora?
Algunas personas preferirían estar siempre en otro lugar. Su “aquí” nunca es satisfactorio.
Por medio de la observación de ti mismo, descubre si es el caso en tu vida. Dondequiera que estés, esté plenamente allí.
Si encuentras tu aquí y ahora intolerable y te hace infeliz, tienes tres opciones: APARTARTE DE LA SITUACIÓN, CAMBIARLA O ACEPTARLA TOTALMENTE.
Si quieres tomar la responsabilidad de tu vida, debes escoger una de esas tres opciones y debes escoger ahora.
Después, acepta las consecuencias, sin excusas, sin negatividad, sin contaminación mental. Mantén tu espacio interior despejado.
Si emprendes algún tipo de acción (cambiar tu situación o salir de ella), suelta la negatividad primero, si es posible.
La acción que surge de la comprensión de lo que se requiere, es más efectiva que la que surge de la negatividad.
Cualquier acción es a menudo mejor que la no acción, especialmente si has estado detenido en una situación de infelicidad durante mucho tiempo.
Si cometes un error, al menos aprendes algo, en cuyo caso ya no es un error. Si permaneces atascado, no aprendes nada.
¿Te impide el miedo emprender una acción?
Reconoce el miedo, obsérvalo, pon tu atención en él, permanece completamente presente con él. Hacer esto corta el vínculo entre el miedo y tu pensamiento. No permitas que el miedo surja en tu mente. Usa El poder del Ahora. El miedo no puede prevalecer contra él.
Si realmente no hay nada que puedas hacer para cambiar tu aquí y ahora, y no puedes alejarte de la situación, entonces acéptala totalmente soltando cualquier resistencia interior.
El yo falso e infeliz que adora sentirse desgraciado, resentido o compadecerse de sí mismo no puede sobrevivir entonces.
A esto se le llama RENDICIÓN.
La rendición no es debilidad. Hay gran fortaleza en ella. Sólo una persona rendida tiene poder espiritual.
Por medio de la rendición, serás libre interiormente de la situación. Puede que descubras entonces que la situación cambia sin ningún esfuerzo de tu parte. En cualquier caso, eres libre.
¿Hay algo que “deberías” estar haciendo pero que no haces? Levántate y hazlo ahora.
O como alternativa, acepta completamente tu inactividad, tu pereza o tu pasividad en este momento, si esa es tu elección.
Entra en ella completamente, goza de ella. Sé todo lo perezoso e inactivo que puedas.
Si te aplicas a ello completa y conscientemente, pronto saldrás de ello. O quizá no. En cualquier caso, no hay conflicto interior, ni resistencia, ni negatividad.
¿Estás estresado? ¿Estás tan ocupado tratando de llegar al futuro que el presente se reduce a un medio de llegar allá?
El estrés es causado por estar “aquí”, pero querer estar “allá”. Estar en el presente pero querer estar en el futuro.
Es una ruptura que te desgarra interiormente.
Crear y vivir con un desgarro interior así es malsano.
Si tienes que hacerlo, puedes moverte de prisa, trabajar de prisa o incluso correr, sin proyectarte en el futuro y sin resistirte al presente. Según te mueves, trabajas, corres, hazlo totalmente. Goza el flujo de energía, la alta energía de ese momento. Ahora no estarás ya estresado ni partido en dos, sólo moviéndote, corriendo, trabajando y gozándo.
O puedes dejarlo todo y sentarte en una banca del parque. Pero cuando lo hagas, observa tu mente. Puede que diga: “Deberías estar trabajando. Estás perdiendo el tiempo”. Observa la mente, sonríele.
¿El pasado toma gran parte de tu atención? ¿Hablas de él, piensas frecuentemente en él, ya sea positiva o negativamente?
¿Las grandes cosas que has logrado, tus aventuras o experiencias, o tu historia de víctima y las cosas horribles que te han hecho, o quizás lo que tú le has hecho a otra persona? ¿Tus procesos de pensamiento están creando culpa, orgullo, resentimiento, ira, remordimiento o autocompasión?
Entonces no sólo estás reforzando un sentido falso de identidad, sino también ayudando a acelerar el proceso de envejecimiento de tu cuerpo al producir una acumulación de pasado en tu mente.
Verifica esto por sí mismo observando a los que te rodean, que tienen una fuerte tendencia a aferrarse al pasado.
Muere al pasado en cada momento. No lo necesitas. Refiérete a él sólo cuando sea absolutamente relevante para el presente. Siente el poder de este momento y la plenitud de Ser. Siente tu presencia.
¿Estás preocupado? ¿Piensas a menudo “qué pasaría si …”?
Está identificado con tu mente, que está proyectándose a sí misma en una situación futura imaginaria y creando miedo.
No hay forma de que puedas hacer frente a esta situación porque no existe. Es un fantasma mental.
Puedes detener esta locura que corroe la salud y la vida simplemente reconociendo el momento presente. Hazte consciente de tu respiración. Siente el aire que fluye de y hacia tu cuerpo. Siente tu campo interior de energía. Todo lo que tienes que manejar, enfrentar, en la vida real -por oposición a las proyecciones imaginarias de la mente- es este momento.
Pregúntate a ti mismo qué “problema” tienes ahora mismo, no el año que viene, mañana o dentro de cinco minutos.
¿Qué está mal en este momento?
Puedes siempre enfrentar el Ahora, pero nunca puedes enfrentar el futuro, ni tienes que hacerlo. La respuesta, la fuerza, la acción o el recurso correctos estarán allá cuando los necesites, no antes ni después.
“Un día lo lograré”.
¿Tu meta te toma tanta atención que reduce el momento presente a un medio para lograr un fin?
¿Eso te está arrebatando la alegría de lo que haces?
¿Estás esperando para empezar a vivir?
Si desarrollas un patrón mental así, no importa lo que alcances o logres, el presente nunca será suficientemente bueno; el futuro siempre parecerá mejor.
Una receta perfecta para la insatisfacción y falta de realización permanentes.
¿Habitualmente estás esperando algo?
¿Cuánto tiempo de tu vida gastas esperando?
Lo que yo llamo “espera a pequeña escala” es esperar en la cola del correo, en un embotellamiento de tráfico, en el aeropuerto, por la llegada de alguien o el final del trabajo.
La “espera a gran escala” es esperar las próximas vacaciones, un empleo mejor, que los hijos crezcan, una relación realmente significativa, el éxito, hacerse rico, ser importante, alcanzar la iluminación. No es raro que la gente pase toda la vida esperando empezar a vivir.
Esperar es un estado mental. Básicamente significa que quieres el futuro, y que no quieres el presente. No quieres lo que tienes.
Con cualquier tipo de espera creas inconscientemente un conflicto entre tu aquí y ahora, en el que no quieres estar, y el futuro proyectado, en el que deseas estar. Esto reduce enormemente la calidad de tu vida, pues te hace perder el presente.
No hay nada malo en esforzarse por mejorar la situación vital.
Puedes mejorar tu situación vital, pero no puedes mejorar tu vida. La vida es primaria. La vida es tu más profundo Ser interior. Ya es completa, perfecta.
Tu situación vital consta de tus circunstancias y tus experiencias. No hay nada malo en establecer metas y esforzarse por lograr cosas. El error está en usar esto como sustituto del sentimiento de la vida, del Ser.
El único punto de acceso a esto es el ahora. Tú eres entonces como un arquitecto que no prestas atención a los cimientos del edificio, pero pasas mucho tiempo trabajando en la superestructura.
Por ejemplo, muchas personas están esperando la prosperidad. No puede llegar en el futuro. Cuando honras, reconoces y aceptas plenamente tu realidad presente (dónde estás, quién eres, qué estás haciendo ahora mismo), cuando aceptas plenamente lo que tienes, estás agradecido de lo que tienes, de lo que eres, de Ser.
La gratitud por el momento presente y por la plenitud de la vida ahora es la verdadera prosperidad. No puede llegar en el futuro. Entonces, con el tiempo, esta prosperidad se te manifiesta de muchas formas.
Si estás insatisfecho con lo que tienes, o incluso frustrado o enfadado con tus carencias presentes, esto puede motivarte a volverte rico, pero aunque ganes millones, continuarás experimentando la condición interior de carencia y en el fondo seguirás sintiéndote no realizado.
Puedes tener muchas experiencias emocionantes que el dinero puede comprar, pero llegarán y se irán y te dejarán siempre con una sensación de vacío y con la necesidad de más gratificación física o psicológica. No habitarás en el Ser para sentir la plenitud de la vida ahora, que es la única prosperidad verdadera.
►Abandona la espera como un estado mental.
Cuando te sorprendas a ti mismo cayendo en ella, sal inmediatamente. Vuelve al momento presente. Simplemente sé y goza el estar siendo.
Si estás presente, no hay nunca necesidad de esperar por nada. Así que la próxima vez que alguien diga: “Siento haberte hecho esperar”, puedes contestar: “Está bien, no estaba esperando. Estaba parado aquí divirtiéndome, en el gozo de mí mismo”.
Éstas son sólo algunas de las estrategias habituales de la mente para negar el momento presente, que son parte de la inconsciencia ordinaria.
Es fácil pasarlas por alto porque forman parte de la manera normal de vivir: la estática de fondo del descontento perpetuo. Pero cuanto más practiques el monitoreo de tu estado interior mental y emocional, más fácil te será saber cuándo has sido atrapado en el pasado o en el futuro. Es decir, en la inconsciencia, y despertar del sueño del tiempo al presente.
Pero permanece alerta: el ser falso, el ser infeliz basado en la identificación con la mente, vive del tiempo. Sabe que el momento presente es su muerte y por eso se siente muy amenazado por él. Hará todo lo que pueda por apartarte a ti de él. Tratará de mantenerte atrapado en el tiempo.
Eckhart Tölle
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