Mostrando entradas con la etiqueta responsabilidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta responsabilidad. Mostrar todas las entradas

lunes, 28 de mayo de 2018

Practicar la tolerancia en busca de la armonía interior

►Los estallidos y la ansiedad sólo generan agresión. Mantener una actitud paciente te lleva a un camino de tranquilidad y buenas relaciones con los demás.



La paciencia es una virtud fundamental que debemos cultivar cada día si queremos mantener el eje ante las circunstancias difíciles. Es una característica que se logra con la repetición y la disciplina y solo si la practicamos se convertirá en un hábito.
¿Cuántas veces reaccionamos violentamente en lugar de responder con serenidad ante alguna situación provocadora? Y luego del estallido nos invade la culpa por haber sido impulsivos y por haber perdido el control. Estas situaciones nos perjudican y lastiman a quienes nos rodean. Así, generamos un círculo vicioso de malestar, incomprensión y falta de tolerancia.
Ser pacientes no significa ser pasivos sino observar las situaciones desde un punto de equilibrio interno que nos permita elegir las palabras y las acciones adecuadas. Desde ese espacio de calma interior nuestras acciones serán totalmente conscientes. ¿Cuántas veces decimos palabras hirientes sin pensar en el daño que causamos? ¿Cuántas veces descargamos nuestra frustración y negatividad en los otros?

El error más grande que podemos cometer es priorizar nuestro ego herido ante los demás. Debemos recordar que todo lo que damos, vuelve y que la energía negativa que descargamos en los otros, puede destruirnos. En cambio, si cultivamos la paz interior, la paciencia fluirá naturalmente. Pero para emanar paz, primero debemos sentirnos en armonía. Practicar la calma reduce el estrés, la ansiedad y mejora la empatía.

Estas son claves para cultivar la paciencia:

•    Observar los pensamientos: nuestra manera de pensar puede estar basada en creencias que no fomentan la paciencia. Dejemos de lado la descalificación, la crítica, el enojo y la falta de tolerancia. Cuando algo nos altera, respiremos, contemos hasta diez y actuemos desde ese estado de quietud.
•    Frenar el ego: siempre queremos controlar todo. Así generamos discusiones interminables y relaciones conflictivas. ¿Preferimos estar en paz o tener la razón? Para desarrollar la paciencia, aceptemos que nuestro punto de vista es sólo una parte de la ecuación. prendamos a ser humildes, a pedir perdón cuando cometemos errores.
•    Identificar las situaciones que desafían nuestra paciencia: conozcamos las emociones que nos alteran y así podremos cambiar nuestras reacciones.
•    Tener perspectivas reales: la impaciencia puede ser el resultado de expectativas no cumplidas. En la vida hay muchas circunstancias que están fuera de nuestro control.
•    Hacer foco en lo importante: cultivar la paciencia nos permite centrarnos en los aspectos realmente valiosos de la vida. No perdamos energía en discusiones sin sentido. Desarrollemos el diálogo tolerante y receptivo aunque no estemos de acuerdo con las ideas de los otros. Llegar a acuerdos es grato y saludable.

Amigos queridos, si perseveramos en esta práctica, superaremos el nerviosismo y la ansiedad cotidiana. Tendremos mucha más paciencia si  aprendemos a tolerar las pequeñas frustraciones. Recordemos la importancia de practicar la observación interna y cultivar la paz interior, porque si estamos en calma por dentro responderemos con serenidad hacia el afuera. 


Lo que sentimos, determina la manera en que vemos la vida. Siempre podemos elegir qué actitud adoptar: ¿somos protagonistas conscientes o rehenes de nuestras emociones? Debemos tener paciencia y esperar a que en nuestro interior se desarrollen las raíces morales y espirituales suficientes para formar una base sólida desde la cual se pueda generar una transformación que nos guíe hacia la madurez. 

Tal vez en este momento estás pasando por una situación de incertidumbre y no podés alcanzar lo que tanto anhelabas. Quizás la divinidad todavía no terminó de desarrollar esas raíces tan necesarias para tu crecimiento, así que ¡tené paciencia! 

Claudio María Domínguez
https://www.larevistadeclaudio.com.ar

domingo, 27 de mayo de 2018

3 estrategias para incrementar la autoestima


La autoestima, y más en concreto su estado y su influencia, se ha convertido en una encrucijada para muchos. Son incontables los libros y artículos que nos la muestran como una panacea. Si se tiene, todo fluirá, anuncian. Si no se cuenta con ella, todo irá mal. El problema es que ese amor propio se edifica principalmente en los primeros años de vida y por ellos no se puede pasar dos veces. Por eso muchos se preguntan: ¿hay alguna manera de incrementar la autoestima cuando no está bien cimentada?
La respuesta a esa pregunta es sí, claro, por supuesto. Cuando alguien cuenta con condiciones altamente favorables, es fácil que su amor propio eche raíces desde los primeros años de vida. Esto le dará una fortaleza especial y más posibilidades de encontrar el bienestar y la felicidad. Pero si esto no ocurre, también es posible reparar unas raíces que no sean tan fuertes.
Aparece en el horizonte entonces otra pregunta: ¿para qué incrementar la autoestima? Aunque parezca obvio, a veces no lo es tanto. La falta de amor propio es la semilla de muchos estados inconvenientes, el factor que aumenta su riesgo. También suele traducirse en una inconformidad constante que no encuentra alivio. Convierte en un reto trazar metas realistas y conseguirlas. En suma, puede hacer mucho más complicada la vida. Para evitarlo, enseguida te presentamos tres estrategias eficaces.
  ► Todos sabemos que la autoestima viene de lo que tú piensas de ti mismo, no de lo que los demás piensan de ti.
                                                               Gloria Gaynor

1. Elaborar recordatorio, una técnica para incrementar tu autoestima

Hay una gran parte de nuestro comportamiento de la que no somos conscientes, o de la que al menos no siempre somos conscientes. La mayoría de las veces no atinamos a decir de forma precisa por qué pensamos como pensamos o sentimos como nos sentimos. Simplemente lo experimentamos así y no de otro modo, pero ignoramos por qué. Toda esa información está en el inconsciente, o al menos una parte importante.

Lo cierto es que cuando no hay amor propio, la mente opera de tal forma que pasa por alto muchos aspectos positivos de lo que somos. Es entonces cuando un recordatorio se convierte en un valioso instrumento para incrementar la autoestima.
Simplemente se trata de llevar un inventario escrito de lo mejor de nosotros. Lo que te gusta de ti, lo que lograste hoy, los obstáculos que has vencido. Precisa cuáles son tus virtudes, habilidades y destrezas. Anota tus buenos actos. Y, sobre todo, revisa con frecuencia esta lista. Ayudarás a tu mente a que funcione como una aliada y no como una enemiga.

2. Identifica los enfoques destructivos

Cuando el amor propio está lesionado, tendemos a ver el mundo desde una óptica muy oscura. De uno u otro modo, proyectamos nuestro malestar sobre lo que nos rodea. De este modo, terminamos fijándonos más en lo negativo que en lo positivo de la realidad.
También aparecen hábitos poco constructivos como compararnos con los demás, asustarnos cuando estamos a punto de alcanzar algún importante logro o dejarnos llevar por la inercia, porque nos cuesta mucho creer en nuestros propios sueños.
Vale la pena mantener una actitud de observación frente a nosotros mismos. El objetivo es detectar todas esas líneas de pensamiento que nos llevan a sentirnos mal. Lo más probable es que veamos las cosas negras no porque sean así, sino porque hemos creado el hábito de interpretarlas de ese modo. Al observarnos e identificar esto, poco a poco vamos liberándonos de esas costumbres destructivas.

3. El ejercicio de los cinco dedos

Este es un ejercicio propuesto por el psicólogo José Ignacio Fernández. Puede ser muy eficaz para aumentar la autoestima. Comprende una serie de acciones muy simples para mejorar el estado de ánimo cuando hay decaimiento.
Las acciones a realizar son las siguientes:
  • Relajación. Lo primero es inspirar y expirar profundamente para alcanzar un estado de mayor relajación.
  • Primera imagen mental. Lo recomendable es primero extender las manos y luego juntar el dedo índice con el dedo pulgar. En esa posición, recordar algún momento de la vida en el que nos hayamos sentido amados o protegidos. Por ejemplo, un momento de desvalimiento en donde otro se interesó por cuidarnos
  • Segunda imagen mental. Ahora hay que juntar el dedo pulgar con el dedo medio. Luego evocar alguna situación en la que hayamos tenido un éxito o logro.
  • Tercera imagen mental. Juntar el dedo pulgar con el anular. Luego traer a la memoria algún acto noble que hayamos realizado.
  • Cuarta y última imagen mental. Finalmente se juntan el pulgar y el meñique. Después se debe recordar a alguien a quien se ame o se haya amado de verdad.
  • ► Este ejercicio es útil en esos momentos en que hay muchos reproches o falta de confianza en nosotros mismos. Es muy eficaz tanto para encontrar un equilibrio en el momento como para incrementar la autoestima a largo plazo. Recuerda que, sin importar las circunstancias, siempre podemos cambiar y aprender a ser más felices.

Edith Sánchez
https://lamenteesmaravillosa.com

jueves, 24 de mayo de 2018

Quien tiene en su vida a un perro tiene un ángel


Quien tiene en su vida a un perro tiene una fortuna. Esta es una afirmación que a muy pocos les sorprenderá, sobre todo a quienes han gozado de la compañía de un ángel de cuatro patas y se han empapado de la magia que tienen estos maravillosos seres.
Recibimos un cariño intenso y único de ellos. Y ellos se convierten en nuestra familia, en niños eternos de tremenda sabiduría e inmensa inteligencia emocional, pues acaban siendo los mejores conocedores de nuestras costumbres, sentimientos y pensamientos. Los mejores conocedores y los mayores merecedores de nuestras sonrisas.
Con solo una mirada ellos descifran nuestro estado emocional, nos acompañan, nos divierten y nos hacen sentir especiales, únicos e imprescindibles. Así, con sus particulares leyes de propiedad (tienen derecho a todo) y sus lindos ojitos suplicantes, consiguen de nosotros hasta lo que juramos que jamás permitiríamos(por ejemplo, dormir en nuestra cama).

Las reglas del perro hacia su humano


►Hay ciertas reglas que cuando convives con un perro son incuestionables. Es así, nuestros animales nos educan, domestican o adiestran, como prefiramos llamarlo. Ellos ponen los principios de la convivencia y la “pugna” por los propios derechos acaba convirtiéndose en una tierna y divertida pelea.
Así, no podemos evitar sonreír cuando los identificamos con sus sorprendentes normas de enternecedores dictadores de la casa. Veamos:
Regla nº 1: Debes darme a probar cada cosa que comas.
Regla nº 2: No me llames y me metas al cuarto de baño bajo ningún concepto.
Regla nº 3: No volverás a hacer tus necesidades solo en el cuarto de baño nunca más.
Regla nº 4: No me digas que me calle cuando me pongo a ladrar, tengo mis motivos. ¡¡Algo está pasando ahí fuera!!
Regla nº 5: Me dormiré en cualquier lugar de la casa, preferiblemente donde más te estorbe.
Regla nº 6: No puedes entrar en casa oliendo a otros perros y pensar que eso no va a tener consecuencias.
Regla nº 7: Déjame salir fuera cada vez que te lo pida, incluso si acabo de entrar. Es necesario que me cerciore de que he olido todo correctamente.
Regla nº 8: Tienes permiso para dormir en la cama, pero no hace falta que me muevas, lo mejor es que te pongas en una esquina y no me molestes.
Regla nº 9: ¡¡¡Si cae al suelo es MÍO!!! Te miraré mal si te adelantas y no me dejas cogerlo.
Regla nº 10: No pienses en abandonar una habitación sin mí.

La riqueza emocional de compartir la vida con un animal


Sea perro, gato o conejo, compartir nuestra vida con un animal es una bendición, pues nos enseña a respetar, amar y estructurar la vida de otra manera. Hay muchas personas que piensan que tener un animal te limita, pues por ejemplo no puedes ir a cualquier lugar con ellos de vacaciones o tienes que tener en cuenta muchas otras de sus necesidades.
Pero quien tiene un perro o cualquier otro animal siente a éste como parte de su familia y los sentimientos compensan todos esos “pequeños inconvenientes”. Es cierto que si no compartiésemos la vida con ellos nuestra cartera estaría más llena, pero nuestro corazón estaría más vacío.
Lo que te aportan emocional y físicamente supone una riqueza enorme que no puede compensarse ni con todo el dinero del mundo. Así, aprender lo que es tener un animal, comprender cómo se les quiere y completar nuestra familia con su presencia es una oportunidad que todos deberíamos tener en nuestra vida.
Eso sí, siempre con conciencia y respeto, sabiendo como saben los amantes de los animales que cuidar y querer a uno de ellos es una responsabilidad que no puede dejar de atenderse y que nos ofrece la posibilidad de adquirir un gran conocimiento en diversas áreas de la vida.
►Porque sobre todo nuestra mayor riqueza cuando disfrutamos de su compañía es la emocional, la cual es incomparable y nos hace inmensamente felices. Esa es nuestra mayor fortuna.




Raquel Aldana para la mente es maravillosa
Vía http://paradigmaterrestre.com

miércoles, 23 de mayo de 2018

Ejercicio breve de 5 preguntas que te ayudará a saber qué necesitas cambiar en ti


Aquello que te define no es una sola cosa. Es un conjunto de elementos que te hacen ser quien eres.
El problema es que muchas veces no nos detenemos a analizar esos elementos, y entonces no logramos terminar de conocernos profundamente.
►Si no te conoces bien a ti mismo, te resultará muy difícil sentirte feliz. Es que, simplemente, no sabes dónde reside tu felicidad. Descubrir quién eres realmente, en cambio, te permitirá encontrar siempre el mejor camino a seguir y a estar contento con tus actos.
Estas cinco preguntas te ayudarán a descubrir tu verdadera esencia. Cuando tengas un momento para ti, intenta responderlas con honestidad. Verás que descubres cosas que no te imaginabas.

1. ¿Cuál es la actividad que más alegría te genera?

Muchas veces nos pasamos todo el día haciendo cosas que no nos gustan. Peor que eso: haciendo cosas que no nos hacen felices.
Cuando las responsabilidades te superan, puede que termines dejando de lado aquello que verdaderamente te gusta, hasta que terminas por olvidarlo. Por eso, es una buena idea que pares unos minutos y te preguntes si algo de lo que estás haciendo te hace feliz.
No importa si no puedes hacerlo todo el día. Pero si lo que más alegría te da es estar con tus hijos… ¿Por qué haces tantas horas extra en la oficina?
Si lo que te hace feliz es bailar, ¿Por qué no anotarte en un curso de fin de semana?
Siempre tienes la posibilidad de elegir hacer lo que te hace feliz. Puede ser cualquier cosa, pero debes ser sincero contigo mismo. Una vez que descubras qué te da alegría, dale prioridad. Verás que te sientes mucho mejor después de hacerlo.

2. Si una situación no te hace bien, ¿te quedas o lo dejas?

Un trabajo, una pareja, hasta una amistad. A veces hay situaciones en la vida que simplemente ya no están funcionando: no nos hacen bien.
Este tipo de situaciones se presentan en la vida todo el tiempo, y es importante que analices tu comportamiento habitual cuando esto aparece.
Soltar una situación incómoda para poder seguir adelante más liviano es una decisión sabia. Lo cual no quiere decir que hay que irse sin luchar.
►En realidad, la pregunta esencial sería… ¿Eres capaz de encontrar un equilibrio entre el compromiso y tu propia felicidad?
Si la respuesta es sí, entonces estás en el buen camino. De otra manera, deberías empezar a plantearte cambiar algunas cosas.

3. ¿Dónde están tus límites?

A veces dejas de hacer cosas que te hubieran gustado, y no sabes por qué. Muchas veces, esto sucede porque los límites que tú mismo te impones son muy cerrados.
Quizá la próxima vez que vayas a desechar una idea, podrías preguntarte ¿Dónde están mis límites? y justo después ¿Esos límites se pueden correr?
Quizá te des cuenta que estás limitándote más de lo necesario. Si eres capaz de sopesar tus capacidades con aquello que quieres hacer, posiblemente descubras que tienes más medios para conseguirlo de los que pensabas.

4. ¿De qué te sientes orgulloso?

Muchas veces, la respuesta a esta pregunta se contesta con cosas externas: mi familia, mis hijos, mi casa.
Pero la pregunta tiene que ver sólo contigo. ¿Qué tienes dentro tuyo que te hace sentir orgulloso? ¿Cuál es el talento que te gusta tener?
Aunque digas que no, siempre hay uno. Todos tenemos virtudes que nos hacen sentir orgullosos. Pero a veces, reconocernos orgullosos de nuestras capacidades se confunde con falta de humildad.
Se puede ser humilde reconociendo los talentos de uno. No tiene que ver con alardear, sino con estar convencidos de nuestro valor.
Trata de hacer una lista de las cosas que te hacen sentir orgulloso de ser quien eres.

5. ¿Cuáles son tus valores?

Actuar de acuerdo a tus valores es algo que te ayudará a tomar decisiones en momentos de duda. El problema es que tal vez no sabes cuáles son tus valores.
Es sumamente importante que respondas esta pregunta con sinceridad y seriedad. El amor, la vocación, la familia, el dinero… No importa cuál sea tu valor, sólo importa que lo tengas muy claro.
Así, siempre que dudes sobre cómo seguir, podrás volver a tus valores y decidir de acuerdo a ellos.
¿Alguna vez te hiciste estas preguntas? ¿Crees que habría que agregar alguna?

La Bio Guía
http://paradigmaterrestre.com

lunes, 21 de mayo de 2018

Madurez psicológica: El arte de vivir en paz con lo que no podemos cambiar


La madurez psicológica se puede definir de muchas formas, pero el escritor escocés M. J. Croan resumió a la perfección este concepto: “La madurez es cuando tu mundo se abre y te das cuenta de que no eres el centro de él”. 

Madurar significa salir de nuestra visión egocéntrica para comprender que existe un mundo más amplio y complejo, un mundo que a menudo nos pondrá a prueba y que no siempre satisfará nuestras expectativas, ilusiones y necesidades. Y sin embargo, cuando maduramos somos capaces de vivir en paz en ese mundo, aceptando todo aquello que no nos gusta pero que no podemos cambiar. 

►Negar la realidad: Un mecanismo de afrontamiento inmaduro e inadaptativo 


La negación es un mecanismo de afrontamiento que implica negar fervientemente la realidad, a pesar de los hechos. Generalmente este mecanismo se pone en marcha por dos motivos: 1. Porque nos aferramos a unas ideas rígidas que no queremos cambiar o, 2. Porque no contamos con los mecanismos psicológicos necesarios para afrontar la situación. 

En ambos casos, negar la realidad nos permite reducir la ansiedad ante una situación que nuestro cerebro emocional ya ha catalogado como particularmente inquietante o incluso amenazante. El problema es que la realidad siempre gana. 
Si un acosador nos aborda en medio de la calle, no cerramos los ojos repitiéndonos mentalmente: “¡Esto no está ocurriendo!”. Comprendemos que estamos en peligro y escapamos o pedimos ayuda. Sin embargo, no reaccionamos de la misma manera con el resto de las situaciones de nuestra vida. Cuando algo no nos gusta, nos decepciona o entristece, ponemos en marcha el mecanismo de negación. 

Negar vehementemente los hechos no hará que cambien. Al contrario, nos conducirá a tomar decisiones poco adaptativas que pueden terminar causándonos más daño. La persona madura, al contrario, acepta la realidad, no con resignación sino con inteligencia. De hecho, el psiquiatra alemán Fritz Kunkel dijo que “ser maduro significa encarar, no evadir, cada nueva crisis que viene”. 

►El arte de encontrar el equilibrio en la adversidad 


“Érase una vez un hombre a quien le alteraba tanto ver su propia sombra y le disgustaban tanto sus propias pisadas que decidió librarse de ellas.

“Se le ocurrió un método: huir. Así que se levantó y echó a correr, pero cada vez que ponía un pie en el suelo había otra pisada, mientras que su sombra le alcanzaba sin la menor dificultad.

“Atribuyó el fracaso al hecho de no correr suficientemente deprisa. Corrió más y más rápido, sin parar, hasta caer muerto. 

“No comprendió que le habría bastado con ponerse en un lugar sombreado para que su sombra se desvaneciera y que si se sentaba y se quedaba inmóvil, no habría más pisadas”. 

Esta parábola de Zhuangzi nos recuerda una frase de Ralph Waldo Emerson: “La madurez es la edad en que uno ya no se deja engañar por sí mismo”. El escritor se refería a ese momento en el cual somos plenamente conscientes de los mecanismos psicológicos que ponemos en marcha para lidiar con la realidad y proteger nuestro “yo”, a ese momento en el que nos percatamos que la realidad puede ser difícil pero que nuestra actitud y perspectiva son dos variables esenciales en esa ecuación. 

Por eso, la madurez psicológica pasa inevitablemente por el autoconocimiento, implica conocer las zancadillas mentales que nos ponemos para no avanzar, los mecanismos que usamos para evadirnos de la realidad y las creencias erróneas que nos mantienen atados. 

Ese conocimiento es básico para lidiar con los problemas y obstáculos que nos pone la vida. Por desgracia, hay personas que, como el hombre de la historia, nunca llegan a alcanzar ese nivel de autoconocimiento y terminan creando más confusión y problemas, alimentando la infelicidad y el caos interior. 

Alcanzar la madurez psicológica no implica aceptar pasivamente la realidad asumiendo una postura resignada sino ser capaces de mirar con otros ojos lo que sucede, aprovechando ese golpe para consolidar nuestra resiliencia, conocernos mejor e incluso crecer. 
´


William Arthur Ward dijo: “Cometer errores es humano y tropezar es común; la verdadera madurez es ser capaz de reírse de sí mismo”. Ser capaz de reírnos de nuestros antiguos temores porque ahora nos parecen grotescos, de nuestras preocupaciones magnificadas y de esos obstáculos “insalvables” que en realidad no eran, es una enorme muestra de crecimiento. Reirnos de nuestras viejas actitudes y creencias no solo significa que forman parte del pasado, sino que han dejado de tener cualquier influjo emocional sobre nosotros. 

La verdadera madurez psicológica llega cuando practicamos la aceptación radical, cuando miramos a los ojos la realidad y, en vez de venirnos abajo, nos preguntamos: “¿Cuál es el próximo paso?”. Eso significa que, aunque la realidad puede ser dolorosa, no nos quedamos atrapados en el papel de víctimas sufriendo inútilmente sino que protegemos nuestro equilibrio emocional adoptando una actitud proactiva.



Psicologia/Jennifer Delgado
https://www.rinconpsicologia.com

domingo, 20 de mayo de 2018

No ignores tu voz interior cuando intenta decirte que algo no va bien


Muchas veces por ser muy prácticos y racionales, restamos importancia a esos mensajes que vienen de lo más esencial de nuestro ser para prevenirnos, alertarnos y sugerirnos rutas a tomar. Algunas veces podemos sentir que somos paranoicos y desconfiados, pero solo cuando aprendemos a darle rienda suelta a esa comunicación es cuando nos damos cuenta de la sabiduría que hay en esa voz contenida.
La intuición se asocia con la manera que tiene el alma de manifestarse ante lo que debemos evitar y lo que debemos procurar, a medida que nosotros aprendemos a escuchar sus mensajes, vamos abriendo ese canal de comunicación, pudiendo tener acceso a él cada vez que sea necesario.
La intuición nos hará sentir la energía frente a las experiencias y sentiremos ese: “no sé qué”, “no puedo explicar esto, pero…”, “todo pinta bien, pero hay algo que no me termina de encajar”, “esa persona tiene algo que…”, “no lo conozco, pero me da confianza…”, “quizás esté equivocado, pero algo dentro de mí me empuja a…” y con todos estos mensajes y muchísimos otros de ese estilo, sentiremos que debemos alejarnos o acercarnos más a alguien o a algo.
 ►No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición. ― Steve Jobs
Por lo general no podremos justificar, ni argumentar de manera concreta por qué nos cargamos de ciertas sensaciones y menos el haber tomado una decisión basado en la intuición, pero generalmente nos daremos cuenta de que escuchar esa voz fue lo mejor que pudimos haber hecho.
Ahora bien, la única traba en este proceso, resulta de que nuestra mente y su manifestación como ego, también tiene una vocecita parecida, que puede limitarnos, que puede sembrar el miedo en nosotros, que puede hacernos sentir inseguros, con tal de mantenernos en nuestra zona de confort, donde poco cambia, donde todo está bajo control… ¿Cómo distinguirla? A través de la práctica, de la evaluación de resultados y especialmente de la paz que caracteriza haber escuchado nuestra intuición, versus la zozobra que lleva consigo nuestra dramática mente.
 ► La única cosa realmente valiosa es la intuición. ― Albert Einstein
Las energías se sienten, se perciben, cuando sentimos que rechazamos sin motivo aparente o explicable alguna situación, un lugar o a una persona, no le demos tantas vueltas al asunto, estamos percibiendo algo que nos hace reaccionar, alejarnos o ser muy cautelosos. No menospreciemos esa capacidad de sentir al mundo, más allá de la lógica, de lo tangible y demostrable.
Somos seres espirituales, pero generalmente no le sacamos mucho provecho a esa evolución que tenemos ciclo tras ciclo acumulando. Ante la duda, solo cierra tus ojos y siente el camino a tomar. Si te acostumbras a hacerlo, vivirás exactamente las experiencias que necesitas, aprenderás lo necesario y te ahorrarás el volverlas a transitar.

Sara Espejo
https://rincondeltibet.com