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viernes, 13 de enero de 2017

LA CULPA EN EL DESARROLLO PERSONAL



En mi opinión, una de las cosas que nos liberarían en gran medida de algunos sufrimientos internos -de los que no somos conscientes pero sí víctimas directas-, es el sentimiento de culpa.

Hay, básicamente, dos tipos de “sentimiento de culpa”. El primero proviene de cuando uno es realmente culpable de algo –y entonces es muy lógico tener ese sentimiento- y el segundo, cuando de uno “cree” ser culpable de algo –y aquí hay que matizar y darle vueltas hasta comprobarlo-.

Se padece la influencia de diferentes “sentimientos de culpa”. Uno que parece ser que todos soportamos sin ser conscientes de ello, que nos lo han inculcado algunos sacerdotes que nos “responsabilizan” y “culpan” de la muerte de Jesucristo –que “murió para salvar a cada uno de nosotros”-. También puede provocar ese sentimiento el hecho de creerse culpable por el uso de la masturbación –en algunas disciplinas religiosas incluso es “pecado” hacer uso del sexo con la esposa si no es con el objetivo de la reproducción-. Otras personas tienen sentimientos de culpabilidad porque ya de adultos “desobedecen” algunas órdenes que les dieron sus educadores cuando era pequeño, y aunque compruebe que ahora no tiene por qué cumplirlas –porque no está de acuerdo con ellas o porque comprueba que están obsoletas o equivocadas-, en cambio en su interior se produce un conflicto que le provoca sentirse culpables. Hay otros varios motivos responsables de este sentimiento -ya más particulares- en los que uno se siente culpable de algo que hizo o que no hizo.

Ya sé que esto que leerás a continuación –que es solamente una opinión, no una afirmación, y no discutiré con nadie para defenderla- es algo que crea controversia, algo que cuesta bastante aceptar a las personas de buen corazón –otros, con el corazón menos amable, se sentirán encantados y hasta llegarán a usarlo como excusa razonada-. 

Ahí va: yo creo que uno sólo es responsable de las cosas que no han producido el resultado deseable –no quiero escribir “que ha hecho mal o han salido mal”- a partir del momento en que está en un Camino de Desarrollo o Mejoramiento Personal –conscientemente o sin darse cuenta, y le llame como le llame, incluso si no le ha puesto nombre-. 

Solamente entonces se es responsable directo, a partir de que uno empieza a saber y a darse cuenta. Entonces es cuando comienza su responsabilidad. Cuando uno ha hecho algo de un modo inconsciente, era “otro” quien lo hizo.

Insisto: esto hay que comprenderlo muy bien, desde el corazón, y no usarlo para des-responsabilizarse de las cosas de las que uno es verdaderamente responsable.

Tengo otra opinión bastante controvertida, y es que a veces, en contadas ocasiones, bajo circunstancias muy concretas, uno tiene que hacer algo que aparentemente no es lo correcto o adecuado. Con esa actuación lo que se pretende –incluso sin que nosotros lo sepamos- es que otra persona reaccione, que se ponga en marcha en su proceso, o que aprenda una lección que le será de utilidad.

Si uno actúa ante sí o ante los demás con una noble intención, aunque luego se compruebe que los resultados han sido contrarios a lo previsto, no debería auto-castigarse, ni flagelarse, ni condenarse a los infiernos, ni enojarse consigo mismo de un modo duro y para toda la vida. No debería quedarse enganchado a un sentimiento de culpa.

Lo que yo hago en estos casos es darme una palmadita en la espalda y ánimo, soy consciente de que en ese darme cuenta de lo que he hecho, y de su resultado, lo que hay es una lección que aprender, y cuando me doy cuenta de lo que he hecho y lo que ha pasado no me enojo conmigo –en realidad me disgusto levemente y durante un segundo-, sino que me considero un poco más sabio, y satisfecho de lo que acabo de aprender incluso a costa del precio pagado.

Llegar a esta acción –que en algunos casos también es una reacción de las buenas- me ha costado mucho trabajo y muchas conversaciones conmigo mismo hasta que me he hecho verlo claramente. Y es que es así. En este caso no hay un ego que no quiere responsabilizarse de nada de lo que hay detrás de ello, ni hay una auto-exculpación que viene muy bien y es muy cómoda, ni es una excusa genial, sino que es una convicción fruto de la observación de la vida, del Ser Humano, de la comprensión de las cosas, y de encontrar respuestas a muchos “por qué” y a muchos “para qué” de las cosas que me van sucediendo.

Es cierto que soy muy consciente de que debo preservarme, tratarme como un niño que lleva toda su vida aprendiendo, no agredirme ni ponerme en mi propia contra, ni ser mi furibundo inquisidor personal. 

Soy muy consciente, pero que muy consciente, de que soy una persona “de buen corazón”, que no albergo ninguna maldad, que jamás tengo intención de perjudicar a otro, que no padezco de egoísmo ni de egolatrismo, y que quiero pasar tranquilo por la vida y sin crear alborotos ni polémicas ni querellas. Lo mismo que son y lo mismo que sienten millones de personas. La diferencia tal vez esté en que yo sí me doy cuenta.

En cambio, si uno hace daño a conciencia y para su propio beneficio, entonces no es un “sentimiento de culpa” sino que verdaderamente hay culpa y se es culpable.

Si padeces algún sentimiento de culpa injustificada reflexiona sobre lo que acabas de leer y decide si quieres seguir soportando tan gravosa e inútil carga.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco De Sales
buscandome.es

sábado, 26 de noviembre de 2016

Aprender a olvidar




En mi opinión, hay muchas cosas que por nuestro propio bien -por nuestra tranquilidad personal y emocional-  sería muy conveniente olvidar deshaciéndonos de ellas urgentemente una vez extraída la lección implícita que todas las cosas que nos suceden traen para nosotros.

Olvidarlas, borrar hasta la última huella de su paso por nuestra vida, deshacernos de su influencia, liberarla y liberarnos. 

Ya habrás escuchado esta frase: “NOS RESULTARÍA MUCHO MÁS FÁCIL OLVIDAR LAS COSAS DESAGRADABLES SI NO INSISTIÉRAMOS TANTO EN RECORDARLAS”. 

En muchas ocasiones es como si nos repitiéramos machaconamente “Que no se me olvide que lo tengo que olvidar”. Un contrasentido. Pero así de torpes somos en demasiadas ocasiones, unos absurdos teóricos que saben la regla que tienen que aplicar pero no la aplican. Una gran torpeza por nuestra parte.

He escuchado a algunas personas decir que persisten en no querer olvidar una cosa porque quieren tenerla presente para no volver a repetirla. Esto estaría muy bien si se quedasen sólo con la foto del hecho histórico, solamente con lo que pasó, pero en cambio –en mal cambio- mantienen el hecho y además todo lo negativo que aportó ese hecho. No se quitan la espina para recordar cuánto duele una espina clavada. Absurdo también.

Deberíamos confiar en que somos lo suficientemente inteligentes como para darnos cuenta de que algo que nos hizo mal –o algo que hicimos mal-, no necesita seguir martirizándonos, sino que con saberlo y haberlo aprehendido dentro ya es suficiente.

Recrearnos masoquistamente en el mal no aporta nada que sea bueno o beneficioso y en cambio –también en mal cambio- nos ata a una sensación dolorosa de ser víctimas o culpables, cuando no somos ni una cosa ni otra sino simples actores de un papel en el mundo.

Olvidar es sano y libera, porque nos exime del peso del asunto.

Olvidar no es de cobardes, sino de sensatos.

Mantenerse en el dolor –sea el que sea- es una autoagresión y una injusticia.

Aprender a olvidar es aprender a liberarse, es aceptar que uno es humano –y eso le da derecho a equivocarse-, y que trata con otros humanos -que también tienen derecho a equivocarse- ,y que las cosas no siempre suceden como uno quisiera y que los otros no siempre se comportan como sería deseable, y liberarse es comprender que la vida está compuesta por momentos buenos –que conviene multiplicar y disfrutarlos todo cuanto se pueda- y momentos menos agradables -que hay que pasar y dejar que vayan al olvido-.

¿Cómo se hace para olvidar?

DESAPEGÁNDOSE DEL ASUNTO.

DANDO PERMISO PARA QUE SE VAYA, DICIÉNDOLE QUE YA SE APRENDIÓ LO QUE HABÍA QUE APRENDER.

ANALIZÁNDOLO OBJETIVAMENTE.

DESDRAMATIZANDO LOS SUCESOS.

COMPRENDIENDO Y ACEPTANDO.

NO INSISTIENDO EN EL RECUERDO.

RECONOCIENDO QUE ERA SIMPLEMENTE UNA EXPERIENCIA.

NO IMPLICÁNDOSE MÁS DE LO NECESARIO.

CAMBIANDO EL PENSAMIENTO POR OTRO CUANDO SE PRESENTE.

Que cada uno utilice el método  o los métodos que considere adecuado o adecuados a su caso. Y que añada los que les sean útiles. Cada uno se conoce –o se debería conocer- y sabe qué es lo que mejor le puede funcionar.

Por cierto, hemos hablado de olvidar lo malo, pero lo bueno, si no causa dolor su ausencia, está bien mantenerlo sin olvidarlo.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco De Sales
buscandome.es

miércoles, 2 de noviembre de 2016

¿CÓMO DEJAR DE REPETIR LA HISTORIA FAMILIAR?


Las lealtades invisibles hacen que una persona se mantenga dentro de su sistema familiar, repitiendo la misma historia, generación tras generación. 
Algunas personas se preguntan; ¿cómo solucionar esta situación en su vida?. ¿Cómo hacer para no terminar sola como el resto de las mujeres de mi familia?. ¿Cómo hacer para no terminar divorciándome?, ¿Cómo escapar de las enfermedades familiares?, ¿Cómo escapar de la historia familiar?, ¿Cómo parar la repetición de la historia familiar?

Existe en cada ser humano “la buena conciencia“; es la que hace que cada miembro de la familia gane méritos para pertenecer a la familia, perpetuando el rol que se ha ocupado en la familia (abandono, soledad, divorcio, desamor, etc). Esto lo hace una persona por seguir al “amor ciego”, ese que en su inocencia infantil cree que para ser buen miembro de familia requiere seguir el mismo destino que sus antecesores.  

La mayoría de las personas están anclado en este tipo de amor.

Por otra parte se encuentra “la mala conciencia”, es aquella que hace que una persona trascienda los límites de su conciencia familiar atreviéndose a hacerlo diferente que los otros y que es producto de un proceso profundo de “individuación”, y que en oportunidades requiere un camino de soledad, pero de comunión con una consciencia más grande que es producto del “amor esclarecido”.

A continuación pequeños pasos que se pueden dar para conectarnos con ese amor esclarecido que nos ayuda a reconocer nuestras propias alas y emprender el vuelo de nuestro ser.

Dejar de estar en contra de tu sistema familiar: cuando críticas o haces juicios de tu familia estás condenándote a repetir su propia historia.

Acepta a todos tal como son: El asentir te otorga la paz del amor, cuando aceptas abres la puerta a la transformación.

Honrar a tus ancestros: Los que vivieron antes que tú hicieron lo mejor que sabían hacer, darte la vida.

Agradece cada día a todos los miembros de tu sistema: No es necesario que corras hacia a ellos a darles un abrazo, el agradecer sincero surge cuando le das un lugar en tu corazón y los reverencias desde el alma.

Camina hacia la Vida con humildad: vive con alegría, ríndete en sus manos, acepta tu destino con amor y valentía.

En las constelaciones Familiares del Espíritu se superarán los límites de las distintas conciencias, pues el espíritu creativo que activa los movimientos de los representantes nos lleva por sobre nuestra conciencia personal a un plano superior, al plano del amor, que no conoce la negativa.

“Quedamos enredados en los destinos de personas que en nuestra familia se perdieron porque fueron olvidadas o excluidas de ella”.


-Bert Hellinger-
http://nodejardeleer.blogspot.com.ar

sábado, 15 de octubre de 2016

Hoy elijo que el resto de mi vida sea lo mejor de mi vida


Hoy elijo ser feliz, elijo priorizarme, cuidarme y quererme un poco más, y que las estrellas den luz a ese sendero de mi vida que me queda por transitar, para que todo lo que llegue sea bueno. Elijo ser valiente y saber dar felicidad a los míos.
Nunca es tarde para los buenos propósitos, nunca es tarde para darnos cuenta de que tal vez, merecemos más y que somos nosotros mismos los primeros a los que hay que convencer para coger el timón de nuestra vida, y dar, por qué no, un poco más de aire a nuestras velas para alcanzar la felicidad.
Lo mejor de tu vida siempre es ahora, es esa linea de salida en la cual, arrancar el motor de tus ilusiones, dar aliento a tus cenizas para encender el mejor de los luceros: ese que alumbrará tu camino.
En ocasiones, y casi sin darnos cuenta, las personas postergamos nuestra vida. Nos limitamos “a existir”, pero no a vivir. Y no estamos hablando de no poder hacerlo por problemas económicos, hay quien lleva una vida auténtica, plena y feliz teniendo lo mínimo.
Hablamos de esa vida en la cual, uno está en equilibrio consigo mismo y vive desde el corazón, haciendo de verdad lo que ama y rodeándose de personas de las que recibe una auténtica reciprocidad.
Hay veces en que quedamos encallados en salas de espera eterna, aguardando alcanzar nuestro billete para esa vida real y auténtica porque estamos atados a cosas, situaciones o incluso a personasque vetan por completo nuestro crecimiento personal.

Cuando la vida no es vida y es sólo existencia


A lo largo de nuestro ciclo vital pasamos por diferentes etapas donde la felicidad, no siempre está garantizada. Son instantes en que la vida no es vida, es sólo un transcurrir de los días donde quedamos diluidos, donde no hay intensidad, donde no hay ilusión.

Toda ilusión que se pierde es una verdad que no afrontamos, por eso, hoy elijo asumir mi pasado y mis verdades, para permitir que amanezca mi presente con energías renovadas, sin pesadumbres, sin censuras…

Quien se limita a dejarse llevar por la rutina y por las elecciones que otros hacen por ellos, día a día está perdiendo su rumbo. Llegará sin duda un momento en que dejará de conocerse a sí mismo. porque su identidad se habrá deshilachado en un manto frío donde ya no quedará cobijada su autoestima. Donde no quedará nada.
  • A veces, son determinadas situaciones las que nos acaban condicionando de tal forma, que ya no nos cuestionamos las cosas. “Sé que mi trabajo no me hace feliz, que vulneran mis derechos, pero al menos tengo un sustento económico. Dejarlo supone un riesgo, y a pesar de que estoy perdiendo mi salud no puedo hacer nada…”
  • Otra razón por la cual quedamos encallados y limitados en nuestro crecimiento personal, es por esas parejas afectivas que limitan nuestras aspiraciones, que vetan nuestros espacios, nuestros objetivos, hasta tal modo, que en ocasiones, optamos por dejarnos llevar…
En realidad, son muchas las razones por las que nuestra vida, esa vida auténtica que soñamos para nosotros mismos queda postergada. Puede incluso que seamos nosotros mismos quienes nos cerremos las puertas por indecisión, por miedo a salir de una determinada zona de confort.
Los enemigos de nuestro crecimiento vital y nuestra felicidad no siempre están en el exterior. En ocasiones, nuestros propios pensamientos y atribuciones pueden ser los más peligrosos. 

Hoy elijo que empiece lo mejor de mi vida

La simple decisión ya es un gran paso. Decidir que deseamos y vamos a ser felices implica un acto de valentía y rodearnos de algo con mucha fuerza, algo que se llama ilusión y a su vez, proyecto de vida.
Hay algo que nunca deberíamos olvidar: la felicidad no es un sentimiento, la mayoría de las veces la felicidad es una decisión.
A partir de hoy vas a dejar de ver la vida como  “quien pasa las hojas de un libro”. Ahora, vas a escribir el libro de tu vida y vas a ser el auténtico protagonista,  para ello, es necesario dar los siguientes pasos.
  • Hoy empieza el resto de tu vida, y va a ser lo mejor de tu existencia, y por eso, debes entender que tu felicidad depende en realidad de una sola cosa: de ti mismo, y de tu actitud.
  • Todo acto de determinación requiere a su vez actos de valentía. Y por ello, puesto que ahora te alzas como artífice de tu destino, es momento de valorar qué es lo que te impide ser tu mismo en tu vida. Valora qué te ofrece infelicidad, tristezas y qué vulnera tu autoestima.
  • Ten en cuenta que para ser feliz, tal vez tengas que hacer alguna que otra renuncia.
  • Ya eres consciente de aquello que te hace daño. Ahora pon tu mirada en aquello que es importante para ti y a lo que jamás vas a renunciar: a tu familia, tus amigos, tus aficiones, tus sueños…

  • Da fuerza a lo que amas y ofrece alientos a tus sueños: lo mejor de tu vida es ahora, porque estás en equilibrio contigo mismo, porque puedes y lo mereces.
  • Psicología/Valeria Sabater
  • https://lamenteesmaravillosa.com

jueves, 13 de octubre de 2016

Sabiduría es también ignorar lo que no vale la pena


Si hay algo curioso que lleva a cabo nuestro cerebro cada noche sin que se lo pidamos, es un mecanismo esencial para ignorar información. Gracias al sistema linfático elimina toxinas que podrían causarnos problemas neurodegenerativos. A su vez, mientras dormimos, ejecuta un sutil “borrón” de información innecesaria, integrando y clasificando aquella que sí juzga como relevante.
El cerebro, como ves, se alza como una maquinaria precisa y casi perfecta que sabe eliminar de sus estructuras y procesos internos todo aquello que no es útil, y que por tanto, podría enfermarlo. Sin embargo, nosotros, cuando abrimos los ojos al día y a la conciencia, no siempre somos capaces de ignorar lo que no vale la pena.
No es fácil ignorar ciertas cosas, ciertas personas, ciertas situaciones. Las personas no siempre sabemos percibir que algo puede hacernos daño, no tenemos un radar, ni una señal de alarma. Nos limitamos a confiar, a dejarnos llevar. A vivir.
Si hay algo que también deberíamos tener en cuenta es que no solo están en el exterior muchas de las cosas que sería necesario ignorar. A veces, también está “ese ruído” interno, esos pensamientos obsesivos, esos miedos, esas dudas, la ansiedad… Enemigos propios que sería necesario reconocer y desactivar.
Por ello, te invitamos a reflexionar con nosotros, a comprender que en ocasiones, puede ser muy saludable practicar el sencillo acto de dejar atrás aquello que no enriquece, que no motiva,  y que por lo contrario, pone muros en nuestro crecimiento personal.

Cómo aprender a ignorar aquello que no me hace feliz



Piensa en esta pregunta durante unos instantes: ¿Qué es lo que te hace realmente feliz? Puede que te sorprenda, pero hay quien llega a tal extremo en su vida personal, que ya no recuerda qué es eso llamado felicidad. Es un riesgo muy elevado.

A veces, no nos atrevemos, otras, tememos hacer daño a otras personas: a decepcionarles. No obstante, vale la pena tener en cuenta que ignorar es también responder con inteligencia. Es no dar relevancia a quien no la merece, es desactivar aquello nos hace daño.

Hay épocas de nuestra vida en que sin saber muy bien cómo, perdemos esa tranquilidad interna que antes nos caracterizaba. Puede que sean ciertas personas, ciertas relaciones. Puede también que se deba a  determinadas situaciones, a presiones laborales e incluso a autoexigencias.
Perdemos el rumbo e incluso nuestras propias esencias. Mantener durante mucho tiempo esta sensación puede hacernos caer perfectamente en un estado depresivo, en una indefensión tan grave donde todo escapa a nuestro control. No lo permitas. Aprende a ignorar, a desactivar, a liberar cargas para andar más ligero/a en tu sendero personal.

Recuerda todo aquello que es significativo para ti

No pierdas el rumbo. No pierdas tus raíces ni aquello que te define, porque todo aquello que te emociona, que te arranca una sonrisa y acelera tu corazón, eres tú. Y la felicidad es lo que da sentido a nuestra vida. Así que si no la sientes, si no percibes ilusión en tu día a día, deberás pensar en estos aspectos.

  • Ve quitándote capas, una a una. Has pasado mucho tiempo llevando una vida en la que no te identificas, así pues, realiza un ejercicio interno y descubre qué “piel” deberías dejar ir para volver a tu esencia.
  • Recuerda tus valores. No hace mucho te definía la valentía, el coraje, el respeto por uno mismo y por los demás. Dilos en voz alta, hazlos patentes.
La felicidad no son cosas, son sensaciones elementales inscritas en los actos sencillos. Si no los aprecias, será el momento de tomar decisiones.

Practica el arte de la sabiduría valiente, la sabiduría de saber ignorar

No es fácil. Ignorar lo que no favorece nuestro crecimiento personal requiere a veces cortar vínculos. Y más aún reformular incluso nuestras actitudes. De ahí, que se necesite también de un pequeño acto de valentía.
Si eres una persona débil buscaras venganza a tus despechos, si eres fuerte serás entonces capaz de perdonar. Ahora bien, si eres sabio te limitarás a ignorar lo que no vale la pena para disfrutar cada día de tu vida.
Debemos tener muy claro que ignorar no es de débiles, que no supone ni mucho menos no hacer frente a determinadas situaciones. En ocasiones, lo más acertado es ignorar, dejar de dar relevancia a algo que no debería tener tanta presencia en tu vida.
  • Ignora los desprecios. No eres tú, no te definen, quita relevancia de tu vida a la persona que te los dirige. Camina ligero/a.
  • Ignora a quien practique el egoísmo, a quien nunca fue como pensabas, a quien te trae tormentas los días de sol. Ignora a quien te quite la sonrisa. Asume el adiós, y deja ir para andar ligero/a.



  • Ignora los miedos que ponen muros en tus sueños, los prejuicios y actitudes propias que te impiden coger ese tren que siempre pasará para ti. Desactiva los pensamientos limitantes y corre ligero/a rumbo a esos proyectos que sin duda mereces…
Atrévete. Atrévete a ignorar lo que no vale la pena para entornar la cerradura de la felicidad.

Psicología/Valeria Sabater
 https://lamenteesmaravillosa.com

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Lealtad Invisible

Se denomina Lealtad Invisible a aquella lealtad consciente e inconsciente hacia un ancestro o familiar que nos impulsa a repetir una conducta de un modo ciego, sobre el que no tenemos el menor control. El término Lealtad Invisible se debe al psiquiatra húngaro Ivan Boszormeny-Nagy quien, junto a Gerladine M. Spark, publicó el libro Lealtades invisibles. Boszormeny-Nagy, asegura que los trastornos, dolencias y problemas de las personas, provienen de un desequilibrio en el dar y recibir dentro del sistema familiar.
Da lo mismo si esa persona ha muerto hace mucho o poco tiempo, si sigue viva, si nos caía bien o mal, si fuimos afín o no, si tuvimos contacto o no, la lealtad a esa persona nos impulsa a repetir conductas que esa persona llevaba a cabo, o aún lleva a cabo (sí está viva) e incluso muy habitualmente nos hace repetir literalmente, su vida entera como si fuera una gran historia que se perpetúa.
Por ejemplo, una mujer fue infeliz en el amor y sus hijas repiten esa infelicidad con recurrentes fracasos en su vida de pareja. El mensaje de la lealtad es el siguiente: si mi madre no fue feliz, nosotras no tenemos derecho a serlo. Un hombre muere prematuramente de manera brusca y alguien, quizá nosotros, sufrimos un accidente o fallecemos en el aniversario de su muerte décadas después (Síndrome de Aniversario).

Tu Inconsciente sabe

Inconsciente familiar: Término acuñado por Szondi para designar un sustrato de la psique, situado en un plano más profundo que el inconsciente personal, constituido por las experiencias de los antepasados de la persona «memoria familiar», que en forma de patrones de conducta, se esfuerzan por manifestarse, dirigir nuestro «destino» e influir en nuestras elecciones de enamoramiento, amistad y profesión, o incluso, generando un determinado síntoma, enfermedad o tipo de muerte.
Nuestro inconsciente recuerda TODO, absolutamente TODO sobre el árbol familiar hasta la séptima generación, conoce la historia familiar, los secretos, las verdades, las mentiras, lo que ha sido ocultado por uno o varios miembros, lo que ignoraron, lo que se ha escondido u olvidado, lo que es evidente y lo que no lo es. Si hubo crímenes, suicidios, abandonos, infidelidades, traiciones, violaciones, muertes, accidentes, ruinas o graves atentados a la dignidad de los miembros de tu clan, tu inconsciente lo SABE.

¿Realmente piensas que todo lo que vives, sientes y experimentas es tuyo?

Muchas enfermedades son el resultado de un dolor familiar que hay que sanar y llevar a la luz. Una adicción al sexo puede ser la sobre-compensación de la represión sexual de alguno de tus padres o abuelos; una enfermedad crónica es, a menudo, el síntoma de un dolor emocional no expresado ni resuelto en alguna parte del árbol.
Porque, en el fondo, hay una gran lealtad, un gran amor ciego a aquellos que nos trajeron al mundo, incluso aunque les odiemos, no nos hablemos con ellos o nuestra relación sea distante o inexistente. El que es declarado loco quizá es el más honesto, auténtico y valiente de todos los miembros de su clan, el más lúcido, el que se da cuenta de las cosas. De hecho es posible que enferme para intentar que los demás abran los ojos.
Un mártir, una mujer o un hombre muy sufrientes y sacrificados por los demás, pueden en realidad estar ejerciendo un gran control sobre el resto de los miembros de su familia, haciéndoles sentir culpables y no dejándoles libertad para liberarse de su influjo. A veces las víctimas tienen mucho más poder en la familia que el mandón exigente y gritón que parece ser (solo lo parece) el que tiene el poder y control del clan.

Regla de Deuda


Lo que una generación deja sin resolver, será la siguiente la que, inocente e inconscientemente, trate de resolverlo; así queda atrapada en temas o asuntos que no son en realidad su responsabilidad. Existe una transmisión transgeneracional de los problemas familiares que a veces crean una cadena de destinos difíciles o trágicos.
Los asuntos no resueltos de los sistemas familiares en generaciones anteriores y las injusticias cometidas dentro y fuera del sistema familiar pueden, inconscientemente, afectar la vida de las familias manifestándose en alguno o varios miembros del sistema, enfermedades inexplicables, suicidios, depresiones, relaciones conflictivas, trastornos físicos y psíquicos, dificultad para encontrar pareja, para prosperar económicamente y tener éxito en la vida, comportamientos compulsivos, etcétera.
Por ejemplo: Un niño nace como consecuencia de la muerte de otro. La madre se empeñó en quedarse embarazada y luego se arrepiente y aborta prematuramente de forma consciente o inconsciente. Pocos años después tiene otro hijo e incluso le pone el mismo nombre o parecido, que le hubiera puesto al hijo que no llegó a nacer. Este segundo niño, que si ha nacido, pagará por ello toda su vida… pues él vive gracias a la muerte de su hermano no nacido.
Posiblemente sea muy leal, de forma inconsciente, a su hermano muerto y siempre sienta que le falta algo, que no está completo elementos como la melancolía, la tristeza o conductas auto-destructivas le harán mucho daño, pues nota inconscientemente que no tiene derecho a la vida… ¿Qué derecho tengo yo a vivir si otro murió para que yo naciera? Y si el no paga la deuda, sus descendientes lo harán. 
¿Qué puedo hacer si intuyo o sé que estoy tengo una lealtad familiar a un ancestro?Para poder desentrañar los nudos familiares es fundamental, imprescindible, conocer el propio árbol genealógico, con el mayor lujo de detalles: conocer tanto los nombres, como las fechas de nacimiento y muerte, así como los abortos o posibles secretos familiares ocultos, que acabarán reapareciendo en las vidas de las generaciones posteriores.
Los abortos son extremadamente importantes, una vida que no llegó a SER siempre tiene consecuencias en nosotros y en los demás. Si viven con culpa, se debe hacer un duelo, darles su lugar en nuestra familia y no permitir que su energía, que suele estar colapsada e incorpora rabia y tristeza por haber sido olvidado, por no haber nacido, nos haga daño o se lo haga a nuestros hijos y nietos.

“Usemos nuestro pasado como trampolín no como sofá” – Alejandro Jodorowsky.

-Eugenio Sánchez/Jenny Gonzáles-

lunes, 26 de septiembre de 2016

¿Qué percibes del mundo?


“No vemos al mundo tal como es, vemos al mundo tal como somos”. Indudablemente cada quien percibe del mundo lo que puede. Si adentro de tí hay odio, rencor, amargura, envidia, miedo o celos, eso es lo que percibirás afuera.
Si dentro de ti hay paz, bienestar, perdón, compasión, misericordia y amor, eso es exactamente lo que verás afuera y con lo que te encontrarás.
Nuestra percepción del mundo es selectiva y el filtro es lo que nuestro corazón alberga.
Comienza a perdonar. En especial a ti misma/o, por lo que hayas hecho equivocadamente. Comienza a amarte más, que nada más tenemos esta vida y se pasa muy rápido. Empieza a sonreír frente al espejo y date una mirada cálida. Esta se va a multiplicar.
Escucha lo que hablas y date cuenta de los temas que eliges, de las noticias que escuchas, de lo que preguntas a los demás. Sé cuidadosa/o, especialmente meticulosa/o con lo que dices. Y no permitas que entre a ti nada que sea malo, desagradable o miserable. No acumules odios. 
Llénate de agradecimiento y serás abundante en bienestar.
Psicología/Rocío Arocha

domingo, 11 de septiembre de 2016

Si te escondes. . .



Si te escondes, te borras del mundo…
Si lo escondes, te estalla en la cara, te deja seco cuando empiezas a andar hacia el que crees que es tu destino.
►No hay destino dulce para quien no saca la basura del pasado.
Si te lo callas, se te acumula dentro y se hace una cabaña, una casa, un palacio que crece y lo conquista todo a su alrededor.
Si te quema, siempre queda una brasa, siempre te perfora porque no lo sueltas…
Cuando te aferras a algo, se te pega, se te impregna y ocupa tu lugar. Habla por ti. Sueña por ti. Decide por ti. Todo lo que cargas y arrastras, se pone tus zapatos y ocupa tu vida. Se cuelga tus medallas, bebe tus copas, besa a tus amantes y sale a pasear con los tuyos al lado del mar.
Lo que asfixias y sofocas, encuentra salida. Desborda el cauce, llega al mar, arrastra tu conciencia, tus recuerdos hermosos, tus ilusiones reprimidas… El dolor siempre supura, siempre busca salida, siempre se dibuja en las facciones… Siempre araña tus paredes interiores con sus garras exhaustas de querer liberar…
Lo que no quieres ver siempre brilla más, siempre grita más, siempre huele tanto que aturde tus sentidos… Su aroma intenso se cuela en tus poros, invade tu ser y te obliga a mirar.
Y si no lo miras, te sujeta de la garganta, te comprime el pecho y te invade los ojos hasta que te llega el mensaje “estoy aquí”. Y siempre está, aún cuando lo evitas y buscas caminos donde no encontrarlo…
Cuanto más cierras lo ojos más aparece en tus pensamientos…
Cuanto más lo esquivas, más vuelve a ti.
Cuanto menos pronuncias su nombre, más reverbera en tus oídos.
Si lo niegas, se reafirma.
Si lo pisas, crece.
Si lo escondes, se convierte en gigante.
Devora tus lamentos… Tus quejas lo hacen enorme, rotundo, macizo… Lo engordan hasta estallar. Y cuando estalla, se dispersa y subyace en todo, lo cubre todo de imposibles y te niega, te paraliza, te convierte en invisible.
La única forma de vencerlo es tocarlo. Es acercarse, mirarlo a la cara, encajar lo que dice, escuchar sus palabras, aprender sus lecciones y dejarlo marchar.
Tomar las riendas y domar a la bestia. Montarse en sus penas y susurrarle al oído que es la hora de dejar de llorar. Calmar su sed, abrigar su frío… Cogerla de la mano y compartir sus miedos.
Abrir la cerca e invitarla de salir. Que salga, que corra, que vaya lejos y que vuelva cuando ya no le quede una pizca de dolor…
Huir es siempre postergar el dolor, adormecer al miedo para que no grite… Cerrar la herida en falso sin limpiar, tapiar sin sacar la basura… Reír sin haber sacado las lágrimas acumuladas… Empezar de nuevo sin antes haber podido acabar…
No puedes comprometerte contigo mismo si todavía no te amas.
No puedes amarte sin no conoces, si no te perdonas.
No puedes perdonarte si te escondes.
                                                                                                                                Merce Roura
https://mercerou.wordpress.com