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sábado, 11 de noviembre de 2017

Quédate con esa paz que da el haber hecho lo correcto, aunque no te lo agradezcan


Muchas veces luego de haber hecho cualquier cosa que consideramos correcta, podemos caer en la tentación de arrepentirnos por la reacción o posición que otras personas adopten en relación a ello.
Debemos rescatar que cuando nosotros tomamos la decisión de actuar de una determinada manera, esto habla especialmente de nosotros y de las personas que de alguna manera han tenido influencia en nuestras vidas, pero no debemos llevar a cabo buenas acciones bajo la expectativa de que despertaremos en los demás agradecimiento, consideración, admiración o cualquier otra cosa, inclusive dependencia. El estar esperando una reacción de reconocimiento resta un tanto de valor a nuestras buenas acciones.
Debemos actuar por convicción, porque sabemos que es lo correcto, debemos participar para bien en la vida de los demás porque somos capaces y queremos, porque nos sentimos cómodos aportando a la vida de alguien algo que resulte en un beneficio para su vida.
Aunque no hagamos las cosas pensando en una recompensa, el universo siempre se encarga de mantener nuestras vidas en equilibrio y nos aporta cosas muy similares a lo que nosotros damos, sin distinguir la fuente, lo cual quiere decir que el hecho de que yo entregue algo particular a alguien, no significa que ese alguien nos lo retribuirá. Así que por donde se vea, resultará enriquecedor hacer el bien, sin mirar mucho a quien, porque el universo sí lleva nuestro balance.
Hacer las cosas en armonía con nuestra consciencia, nos genera una paz y un bienestar que se convierten en estímulo, para cualquier otra oportunidad en donde tengamos la posibilidad de hacer las cosas bien, de aportar, de facilitar, de sumar a un escenario específico o la vida de alguien más.
Evidentemente el agradecimiento es fundamental en la vida del ser humano, de hecho la mejor manera de pedirle al universo es justamente agradeciendo, pero esto no debe convertirse en algo a revisar, ni evaluar en los demás, sino en nosotros mismos. Debemos ocuparnos de agradecer todo lo bueno que nos ocurre, las experiencias que nos hicieron más sabios o más fuertes, las personas que tenemos alrededor, los milagros grandes o pequeños que siempre nos rodean… Pero no preocuparnos o juzgar a quienes no tienen el hábito, aun cuando se trate de agradecer nuestras acciones.
Entendamos que el problema es del otro, nosotros cumplimos con lo que nos hace feliz, con lo que sintoniza con lo que somos y queremos entregar. Siempre lo que damos se convierte en ganancia para nosotros, aun cuando no pensemos en ello. Pero no permitamos que el desagradecimiento de los demás nos invite a comportarnos de una manera ajena a la que realmente nos caracteriza.

Sara Espejo
https://rincondeltibet.com

martes, 31 de octubre de 2017

¿ATIENDES TUS NECESIDADES?


En mi opinión, no están del todo acertados aquellos que anteponen la atención al prójimo a la atención a sí mismos.

Atender a los otros prioritariamente suena como mucho más cristiano, más amoroso, más abnegado, y de un sacrifico que requiere cuanto menos la adjudicación a perpetuidad de una parcela en el Cielo.

Algunos dicen “pues yo sacrifico todo por los demás” y se ponen una medalla, o se ponen una aureola dorada que flota sobre su cabeza con la misma delicadeza que lo hacen sobre los Santos.

Está muy bien ayudar al prójimo, muy bien atender y resolver sus necesidades, muy bien la entrega y dedicación, muy bien todo cuanto se les pueda ofrecer… si al mismo tiempo uno se atiende a sí mismo y a sus asuntos con la misma diligencia e intensidad.

“Amarás al prójimo COMO a ti mismo”. “Como” significa “en el mismo modo o manera”. O sea, que amarás al prójimo del mismo modo que te amas a ti y le amarás de la misma manera que te amas a ti. Y “Como” se interpreta también en el sentido de igualdad, o sea, “Amarás al prójimo en la misma cantidad –o igualmente- que a te ames a ti”.

Por lo tanto, no puede cumplir este mandato quien no se ama a sí mismo, quien no atiende sus propias necesidades, quien se descuida, porque entonces no estaría amando al otro, sino que se convertiría en una especie de servil esclavo, y no estaría atendiendo de corazón al otro si no se está atendiendo a sí mismo, y no estaría cuidando bien al otro quien no es capaz de cuidarse a sí mismo.

La generosidad no es un acto que uno se pueda imponer. Y quien lo haga o pretenda hacerlo de ese modo lo está convirtiendo en una autoimposición, o en una inversión –con la secreta intención de que algún día le sea devuelto o que le dé derecho, como escribí antes, a una parcela en el Cielo-, o lo está convirtiendo en una satisfacción para el ego, para que su ego pueda decir “¡Qué bueno soy!”.

La generosidad, así como la empatía o la compasión, son sentimientos o actos puros, que no buscan nada más allá de su propia natural expresión, que sólo pretenden su propia manifestación.

Atender a esa faceta nuestra que es tan espléndida y maravillosa es excelente. Perfecto. Una maravilla.

Atenderse a sí mismo tiene igual elevación.

A eso se le llama AMOR PROPIO. Y AMOR PROPIO no se ha de interpretar como se hacía antes, que era tener una especie de afán de superación pero desde el ego y no desde el Ser. Como una especie de orgullo chulesco.

En realidad se refiere a AMARSE A UNO MISMO. 

Sí, se refiere a eso que para unas personas es algo natural y habitual, y para otras se convierte en un reto inexpugnable por la dificultad que entraña, o en una misión imposible porque no encuentran ni una sola razón que justifique ese amor a uno mismo.

No es por jugar con las palabras, pero “prójimo” viene del latín proximus (más cercano), y no hay nadie que sea más cercano que uno mismo.

La vida es un acto personal e intransferible.

La vida es un regalo que hay que cuidar.

Uno tiene el mismo derecho que los otros a ser cuidado, a ser atendido, a recibir apoyo y comprensión.

En mi opinión, y sin dudarlo, el Sentido de la Vida es uno mismo.

Hacer de la propia vida y de la relación con uno mismo algo placentero, algo de lo que uno se pueda sentir satisfecho, es una noble tarea.

Así que te invito a que disfrutes del placer de atenderte.

Te dejo con tus reflexiones…


Francisco de Sales
http://buscandome.es

domingo, 15 de octubre de 2017

Encontrar el apoyo en un mundo de espaldas


A veces, nuestra valentía se oxida y casi sin saber cómo nos calzamos con las suelas del desánimo. Es entonces cuando más apoyo necesitamos y más espaldas encontramos.Hasta que de pronto, alguien dice esas palabras mágicas capaces de curar: “estoy aquí, contigo”, “todo va salir bien, no te preocupes”.
El apoyo es ese valor primordial que va más allá de la simple conciencia social o la solidaridad hacia nuestros semejantes. Apoyar es corresponder con afecto, es materializar nuestra empatía en forma de ayuda, respaldar en emociones y en esas acciones donde se inscribe el auténtico cariño, el más cómplice, el más íntegro.
Estaré contigo apoyándote en todo momento, seré la alegría de tus sonrisas y la mano que te alce cuando caigas tan hondo que tan siquiera recuerdes amarte a ti mismo. No lo olvides, siempre me tendrás contigo a las malas, porque en las buenas puede estar cualquiera.
Resulta curioso cómo todos, de algún modo, nos vemos a nosotros mismos como criaturas fuertes e inexpugnables con nuestras armaduras doradas. No obstante, todo guerrero cae derrotado alguna vez, y no por pedir ayuda vamos a ser más débiles: todos agradecemos una mano amiga en momentos de adversidad.

El apoyo emocional, el lenguaje sincero del corazón

El apoyo es en ocasiones un lenguaje que habla diferentes idiomas. Hay quien no sabe pedirlo, que calla, disimula y avanza con el alma rota y la mente habitada por el desconsuelo. Otros, en cambio, no saben darlo y se limitan a ofrecer esos parches de rigor donde el “eso no es nada” o “es que tú te preocupas demasiado” llena sus bocas para intentar quedar bien y acabar cuanto antes.
El apoyo emocional debe hablar el mismo idioma que el corazón de la persona necesitada. Es necesario “sintonizar” y para ello, deben aparecer dos dimensiones básicas: el sincero deseo de conectar con quien tenemos enfrente y disponer de la adecuada capacidad para saber ofrecer esa ayuda, ese consuelo, esa cercanía.
En un mundo habitado ya por demasiadas espaldas debemos acostumbrarnos a mirar cara a cara a las personas. Nuestros hijos ansían ese apoyo cotidiano que en ocasiones, se nutre simplemente con “estar ahí” y demostrarles que son únicos, especiales y maravillosos. Apoyo es también la cualidad de aportar luz cuando alguien se ha sumido en su propia oscuridad…

Apoyar al ser amado, un lazo de fortaleza

El apoyo mutuo en nuestras relaciones de pareja es como ese puente con el que sortear las dificultades de la vida con mayor seguridad. Es ante todo, no rendirse para que juntos consigamos lo que no lográbamos por separado, y es por supuesto, seguir amándonos aún cuando menos lo merezcamos.
Cuando tu mundo se venga a bajo, ven al mío… Lo reconstruiremos pedazo a pedazo, fibra a fibra, para que nada te falte, para nada de lo que te hace único se pierda de nuevo.
Apoyar a la persona que queremos requiere de una sutil pero profunda sabiduría que todos deberíamos propiciar y poner en práctica. Te ofrecemos una sencillas estrategias sobre las que reflexionar.
  • Hemos de ser respetuosos con las emociones y sentimientos de la pareja. Elige siempre un “te entiendo, estoy aquí contigo” antes que un “eso no es nada”.
  • Mantén el contacto físico, habla el lenguaje de las caricias, de los abrazos, coge las manos de tu pareja cuando te hable y confiere siempre un cariño sincero, una empatía cercana y auténtica.
  • Jamás hagas uso de las ironía o las burlas hacia tu pareja -por inocentes que éstas te parezcan- ni en privado ni aún menos en público.
  • Nunca pospongas una conversación, si el ser amado nos quiere contar algo importante no lo dejes para otro momento. El mejor momento siempre es ahora.

El placer de saber que siempre estarás ahí

En una sociedad más acostumbra a dar espaldas que abrazos es necesario empezar a cambiar conciencias y aprender ese lenguaje único, maravilloso y sanador como es el que confiere el apoyo.
Apoyar es ante todo tener el don de levantar a una persona sobre nuestros hombros para situarla en un terreno más alto, con el fin de que desde allí, sea capaz de ver otras perspectivas por sí misma, otros caminos que le permitan salir de su dificultad. El buen apoyo es el que nos permite crecer, no el que humilla de modo paternalista recordándonos los errores cometidos, las heridas sufridas.
Es un placer también saber que contamos con esas personas sabias que saben estar cuando las necesitamos, que no piden nada a cambio y que nos aceptan de forma íntegra, con nuestras virtudes y defectos, con nuestras obsesiones e indefensiones.
Recuerda además que no son tus creencias las que te hacen ser mejor persona, son tus acciones. Así pues, si dispones de esas personas con sol en el corazón y polvo de hadas en sus bolsillos, actúa con reciprocidad. Apoya cuando lo necesiten, acompaña, atiende y levántalas muy alto para que puedan ver también sobre tus hombros, donde se hallan sus senderos dorados. Esos donde se inscriben las nuevas oportunidades en tiempos de dificultad.

Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com

sábado, 10 de diciembre de 2016

Las caricias emocionales son el mejor alimento para el alma



El arte de las caricias emocionales va más allá del simple contacto físico. Es acariciar el alma con una mirada, es hablarle con ternura a un niño para decirle “estoy orgulloso de ti”, es un “te tengo en cuenta, te respeto y te quiero”, es la música que da aliento a nuestro cerebro emocional para aprender a valorarnos los unos a los otros.
Eric Berme, médico psiquiatra y fundador del Análisis Transaccional definió las caricias emocionales como unidades básicas de reconocimiento que buscan, por encima de todo, proporcionar estimulación a los individuos. Hablamos pues de un tipo de transacción, de un intercambio sabio donde se inscribe un tipo de lenguaje que actúa como un auténtico alimento para ese delicado universo psicoemocional que nos sustenta y define.
“Y he llegado a la conclusión de que si las cicatrices enseñan, las caricias también"
                                                   Mario Benedetti
Por mucho que defendamos nuestra independencia o ese placer ocasional por la soledad, las personas somos seres sociales por naturaleza, y para sobrevivir, para crecer en felicidad y seguridad necesitamos este tipo de estímulos: las caricias emocionales. Sin embargo, y aquí llega el auténtico problema, a día de hoy seguimos siendo unos humildes aprendices del mundo emocional.
Porque tal y como ya sabemos, hay quien escatima energías y voluntades en eso llamado reciprocidad, tampoco faltan los que por alguna razón piensan que no son dignos de recibirlas, y abundan, por supuesto, los hábiles arquitectos de las caricias emocionales negativas, esas que se ejecutan a través del sarcasmo, del desprecio y de la indiferencia.
Las mismas que recibe un niño que no es atendido o valorado por sus padres, la misma que siente una persona al no recibir afecto de su pareja. Un tema con muchos matices del que deseamos profundizar contigo.

La caricia emocional en peligro de extinción


El afecto, así como el respeto, no necesitan del contacto físico para demostrarse ni validarse. La caricia emocional, por ejemplo, se ejerce también en el ámbito laboral con ese directivo que delega su confianza en sus trabajadores, que los refuerza o los valora con palabras de admiración, de respeto y de gratitud. De hecho, tal y como decía Berme, este tipo de actos constituyen la unidad básica de todo acto social que cada uno de nosotros deberíamos saber aplicar.

►“Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto”
Aristóteles
Cuanto más amplio sea el repertorio de las caricias emocionales que dediquemos a los demás y que a su vez, recibamos del resto, más enriquecedora y hábil será nuestra convivencia. Sin embargo, en esta sociedad tan docta en conocimientos modernos se está perdiendo un poco la habilidad de conectar con la mirada, de hacer un refuerzo verbal, de ofrecer la palabra justa en el momento necesitado. Ahora, los emoticonos son nuestros grandes refuerzos conversacionales, y esos a los que recurrimos a veces con exceso.
Deberíamos ser capaces de desarrollar una ecología emocional para alzar escenarios más sostenibles en cuanto a reconocimiento, reciprocidad, empatía y respeto. Los niños, por ejemplo, no necesitan solo caricias emocionales de su familia. También la escuela y los educadores deben ser intuitivos en este tipo de refuerzos donde frenar dimensiones tan comunes como la frustración, el aislamiento o la inseguridad.
Asimismo, también las organizaciones y las empresas deberían ser capaces de crear climas más favorecedores donde el reconocimiento y el valor hacia el capital humano, incentive al fin y al cabo la creatividad y la productividad.

Acariciarse a uno mismo, acariciar a los demás

Las caricias emocionales deberían fluir entre nosotros como la placidez de un viento cálido que va de aquí y allá en las tardes de verano. En tranquilidad, iluminando a quien lo necesita, dando alas a quien se ha venido a bajo, arrancando sonrisas a quien hace un momento solo sentía amarguras.
Claude Steiner, autor del reconocido libro “Educación Emocional” abordó un aspecto que vale la pena tener en cuenta: así como hay gente que no sabe ofrecer caricias emocionales, también hay quien, sencillamente, cree no merecerlas. Son personas que, en un momento dado, y por la razón que fuera, dejaron de acariciarse a sí mismos, es decir, dejaron de valorarse, de alimentar su autoestima.
Este tipo de comportamiento encaja en lo que se conoce como la “ley de la escasez”, es decir; no pidas caricias positivas y no rechaces las caricias negativas, cuando en realidad, todos deberíamos vivir en ese mundo opuesto regido por la “ley de la abundancia”, a saber:
  • Ofrece caricias positivas.
  • Acepta las caricias positivas.
  • Sé capaz de pedir caricias positivas.
  • Sé capaz de de rechazar las caricias negativas.

El arte de saber  poner en práctica las caricias emocionales

Las caricias emocionales son, por encima de todo, la artesanía de la valoración. Valorar a alguien es demostrarle un “tú existes para mí, tú eres importante”.
►Ese reconocimiento manifiesto a través de un cumplido, un gracias o incluso a través de un consuelo, favorece la validación de la autoestima de esa persona así como su cooperación en la sociedad: todos salimos ganando.

Sin embargo, y esto conviene saberlo, las caricias emocionales tienen su lado oscuro. Aquí ya no hablamos de arte, sino de agresión y estaría representado por las siguientes acciones:
  • Hacer uso de la hipocresía como herramienta para ejercer el poder o lograr un objetivo.
Sin embargo, y para nuestra tranquilidad, en el ser humano abundan más los comportamientos positivos que los negativos. Porque al fin y al cabo, es así como sobrevivimos como especie: ofreciendo afecto, ternura, atención, consideración… Así pues, nunca está de más recordar cuáles son los principios y los beneficios de las caricias emocionales:
  • Las caricias emocionales se pueden ofrecer en cualquier momento y en cualquier lugar.
  • Son económicas, fáciles de ofrecer y ocasionan grandes efectos secundarios.
  • Las caricias emocionales están por encima de la clase social, de la edad, el género y la raza. Es algo universal.
  • Son el mejor antídoto contra el miedo, la frustración, las dudas y cualquier problema psicológico.
  • Las caricias emocionales promueven la salud mental y emocional, son, sin lugar a dudas, el mejor alimento para el alma.

Psicología/Valeria Sabater
Imagen principal cortesía de Claudia Tremblay
https://lamenteesmaravillosa.com

viernes, 16 de septiembre de 2016

Qué placer que me importen solo a los que yo les importo

 Qué placer que me importen solo a los que yo les importo

Cuando echamos la vista atrás y nos damos cuenta del tiempo que hemos perdido luchando por la aprobación, la amistad o el amor de otras personas descubrimos que el tiempo es oro, que la vida pasa muy rápido y que no queremos volver a malgastar ni un minuto más actuando de esa forma.
En un principio estamos dolidos o indignados con nosotros por permitir que eso ocurra, pero también hemos ganado en madurez y progresivamente, lo que iba a ser un olvido amargo se convierte en un olvido indiferente que no tiene nada más que decirnos sobre lo que acabamos de pasar.
Vamos conociendo a otras personas y cada vez mejoramos más respecto a nuestra puntería o el tiempo que necesitamos para saber si valen la pena o simplemente quieren aprovecharse de nosotros y de la situación.

Los olvidos son cada vez más cortos, las etapas se cierran con portazo pero no con ira, la indiferencia vuelve otra vez a nuestra vida y cada vez se hace más placentero todo porque se ajusta a lo que queremos.
Si algo no nos aporta risas, no es útil, no nos da belleza o amor…¿para qué guardarle un lugar? Ese lugar debe estar reservado a otras personas que sí se lo merecen, porque les importamos y el hacernos daño es lo último que harían.

Es un placer que solo me importen unas personas y no otras

Cuando nos importan unas personas y no otras, es porque hemos aprendido a ser hábiles para detectar a farsantes o mentirosos. Nuestro tiempo gana en calidad y significado. No hay medias tintas, la comunicación fluye y nuestro corazón se llena de cosas buenas. Aprendes a estar en la situación y a no esperar una llamada que tarda o un mensaje que no viene de vuelta.
No estamos ansiosos por lo que pueda pasar, ni desconcentrados en todo lo que hacemos. No pasamos días enteros tristes o resolviendo malentendidos, por discusiones que no terminaron resolviéndose, que además son “el pan de cada día”.



No hay ya más lugar para la angustia. Nuestro cuerpo y nuestra mente están cansados. Los juegos, las adivinanzas y la tensión cuando están nuestros sentimientos de por medio ya no nos resultan divertidos.
Estamos exhaustos de cómo nos dejan esas personas, sin energías. Necesitamos esas energías para reír, para hacer cosas que nos emocionen y para los que nos quieren. La ruleta rusa emocional ha acabado con nuestra paciencia.
“Ya no tengo paciencia para algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere.
No tengo paciencia para el cinismo, críticas en exceso y exigencias de cualquier naturaleza.
Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír para quien no quiere sonreírme.
Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere manipular. Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad y elogios baratos.
No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica. No me ajusto más con la barriada o el chusmerío.
No soporto conflictos y comparaciones. Creo en un mundo de opuestos y por eso evito personas de carácter rígido e inflexible.
En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición.
No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o incentivar.
Las exageraciones me aburren y tengo dificultad en aceptar a quien no gusta de los animales.
Y encima de todo ya no tengo paciencia ninguna para quien no merece mi paciencia”
-Meryl Streep-

Qué placer importarles a los que a mi me importan

Es un verdadero placer quedar con alguien para hacer planes y no estar pensando en qué hacer o qué decir para agradarle o para intentar que te preste más atención. Es un verdadero placer porque de repente te importa lo que sucede a tu alrededor y no lo que pasa por tu cabeza una y otra vez.
Es un placer que te sonrían, que te pregunten cómo estás, que no quieran empezar a hablar antes de que tú no has terminado de contar aquello importante para ti. Es un placer que aunque estén cansados, puedan sonreírte y mirarte a los ojos aunque estén empañados por el cansancio, como si no pudieran despedirse de ti sabiendo que de verdad estás bien.


Es un verdadero placer hacer bromas y que las otras personas las sigan y no estén absortos todo el tiempo, como si pareciera que pudieran estar en otro sitio pasándolo mejor. Es un placer que te hagan cumplidos, que te digan que te han echado de menos y cuándo volveréis a veros.
Que te abracen, que te digan que te quieren. Que te escriban sin importarles que solo hace unos minutos que os despedisteis. Que no midan el cariño que están dando y que no inventen una estrategia de cómo debe ser vuestra relación…
Pero lo más importante es que hagan esto cuándo de verdad importa y no sólo cuándo se han dado cuenta de que deben cambiar cuando ya te han perdido. Eso es lo más importante. Dar y recibir en el ahora y siempre es el verdadero placer de que me importen solo a los que yo les importo.


Cristina Roda Rivera
Psicóloga,Especialista Máster en Psicología clínica y social.
en La Mente es Maravillosa

jueves, 15 de septiembre de 2016

El niño y su mascota del alma


Uno de los más desconocidos y maravillosos escritores franceses, Anatole France, pronunció una frase que toca el corazón: “hasta que hayas amado a un animal, una parte de tu alma estará dormida”. Por eso el niño y su mascota son capaces de crear vínculos que nada ni nadie podrá romper jamás.
Es cierto que el amor es uno de los sentimientos más maravillosos que puede albergar el corazón de un ser humano. Pero no es exclusivo. También los animales son capaces de sentir con tanta o más pasión e intensidad que nosotros.

La importancia del vínculo entre el niño y su mascota

Puesto que tener el amor incondicional de un animal es un gesto maravilloso, es importante pensar en favorecer la adopción de una mascota que sirva como vínculo para nuestros pequeños y les aporte valores y felicidad. Además, al ser suya, es otra “excusa” para que poco a poco se vayan adquiriendo responsabilidades
“Quién podría creer que no hay un alma tras esos ojos iluminados"
Theophile Gautier


En este sentido, uno de los organismos que más ha estudiado y defendido las ventajas de permitir que nuestros niños se desarrollen junto a una mascota es la Fundación Affinity. Esta organización ha realizado un buen número de estudios en los que demuestran la importancia y beneficios del vínculo animal.
De sus conclusiones se extraen innumerables beneficios para nuestros niños, pues suele mejorar la calidad de vida de toda la familia, la reducción del estrés, el índice de depresión e incluso el equilibrio físico y mental.

La relación entre un niño y su mascota

En el caso de los niños, según los estudios realizados por la citada fundación, también hay una serie de beneficios que permitirán que nuestros niños sean más plenos, felices, autónomos, responsables y cariñosos. Veamos pues cómo mejora el desarrollo educativo y social del pequeño:
  • Un niño que tiene una mascota a la que adora se suele hacer responsable de su cuidado y alimentación de forma autónoma, altruista y generosa. Como es obvio, todos estos valores se potencian gracias al vínculo con el animal.
  • El niño que se siente responsable de un animal y goza de sus cuidados mejora en gran medida su autoestima. El chico se siente útil, sabe que hace un buen trabajo y gana mucha confianza en sus posibilidades y capacidades.
  • El buen ambiente que genera la relación entre un niño y su mascota permite también que este pequeño mejore su integración familiar. Un animal puede ser un nexo de unión muy fuerte entre los miembros de un grupo.
  • El hecho de que un chico aprenda a respetar a su mascota desde muy niño, también le permitirá tomar conciencia de la necesidad de respetar a otras personas, a su entorno y al medio ambiente.
  • El chico que cuida de su mascota sabiendo que lo hace bien gana en seguridad y competencia.De esta forma se sentirá más responsable, pero a la vez con un mejor equilibrio emocional. De hecho, el 46% de los pequeños consideran a su compañero animal como una fuente de apoyo emocional muy fuerte.
  • Una mascota es un apoyo excelente para el pequeño en malos momentos. La tristeza o el miedo son mitigados gracias a la compañía del animal, que se ofrece de forma incondicional a ayudar a su joven amigo. 

  • “No existe mejor psiquiatra en el mundo que un cachorro lamiendo tu cara”
Ben Williams

Cómo crear el vinculo entre el niño y su mascota

Para que se cree un vínculo entre un niño y una mascota, hemos de tener en cuenta una serie de preceptos importantes:
  • No puede ser forzado. Ha de surgir de forma natural. No obstante, si el chico adopta responsabilidades como asegurar que el animal come, tiene agua limpia o está bien lavado, el vínculo aparecerá.
  • En los paseos, es importante que el pequeño acompañe al adulto y participe de la experiencia. Esto también ayudará a la creación del vínculo de forma natural.
  • Además de la responsabilidad, el niño debe reconocer a la mascota como fuente de juegos y entretenimiento. Ambos forjarán de esta forma una unión indisoluble y muy enriquecedora.

Otros datos de interés sobre niños y mascotas

Según los estudios llevados a cabo por la Fundación Affinity, aquellas personas que tuvieron contacto con mascotas en la infancia suelen tener menos problemas en las relaciones interpersonales, son más alegres y motivados, y se suelen sentir menos amenazados.
Es buena idea lograr que un niño y su mascota del alma creen un vínculo indisoluble que les marcará la vida y les hará más felices, plenos y alegres. Un gesto bonito que nos acompañará para siempre.

Psicología/Pedro González Núñez

jueves, 1 de septiembre de 2016

El cariño

El cariño es una energía muy poderosa que se genera y se transmite a través de seres vivos. Es calidez, reconfortamiento, alimento del alma. Es la dimensión refinada del amor.

    Se genera en la cercanía, en la proximidad, pero también se puede reconocer en la lejanía, en la distancia, porque su poder es palpable y familiar. El cariño es la dosificación de un amor expansivo llevado a la práctica. Convierte cualquier tipo de relación, o interactuación, en una atmósfera agradable y acogedora. 


Es una esfera donde no gobiernan las emociones negativas o los sentimientos generados por el odio o el rencor. Nace de la claridad mental y de un corazón distendido y no contraído. Es la comunicación de seres más elocuente, donde su profundidad alcanza grados de comprensión lejos de razonamientos y lógicas aplastantes.

    En ausencia de cariño se marchita el espíritu, el mundo deja de ser un hogar y la desconfianza puede comenzar a brotar. El cariño es la lumbre que derrite el frío constante al relacionarnos, propulsa el ánimo y enciende un sentimiento de unicidad que elimina asperezas y roces. Es la primera comunicación directa de una madre con su hijo, la manera de entenderse una enfermera con sus pacientes, el empuje de un maestro para transmitir a sus alumnos, los signos de muestra de un animal con su dueño, la energía que siente una planta al ser regada con cariño.

    El cariño es la señal de sentirnos queridos y considerados noble y sanamente. Se evapora el temor, se esfuman los miedos. En darlo ya lo estamos recibiendo, siempre y cuando sea de corazón y no por exposición, porque nos colma, nos satura de una cualidad especial en donde dejamos a un lado las diferencias para fundirnos en un plano emocional que nos completa e integra.


 El cariño encuentra muchas vías para manifestarse. Desde el afecto, la caricia, un silencio expresivo o un inminente abrazo. Pero ni todo el mundo está preparado para mostrarlo, ni todo el mundo está capacitado para recibirlo. En el momento en que transmitimos cariño el mundo se detiene, la mente se silencia y erupciona dentro de nosotros una rebosante sensación de plenitud que queremos hacer llegar y compartir.

    En la entrega de cariño no todo son gestos afectuosos, también hay cabida para las restricciones, las negativas y las muestras de firmeza con carácter constructivo, porque a veces es el canal en el que podemos hacer llegar un cariño arropado de vestiduras que reconduzcan una situación.

    Mostrar cariño no es signo de debilidad, como tampoco lo es saber reconocerlo y valorarlo. El cariño mostrado es una extensión de nuestro bienestar emocional, una irradiación de nuestra esencia más cercana y benévola, la propagación de una llama de nuestra hoguera interior. Si nuestro corazón está cristalizado, no somos ni huésped ni anfitrión del cariño. Si estamos acorazados de miedo y temor, no estamos capacitados para abrir nuestros brazos, y menos aún, recibir o dar un abrazo.

    El cariño debería de ser nuestro principal lenguaje a la hora de entendernos con nuestro entorno. En lo que decimos, las maneras, los gestos... Todo puede estar rociado de cariño, endulzado de esta cualidad que no tiene mayor misterio que el de transmitir lo mejor de nosotros a todo ser y criatura que, al igual que nosotros, desea y anhela sentirse querido, añorado y envuelto bajo el manto del cariño.


  Pero el cariño antes de esparcirse debe comenzar en nosotros mismos. Debe primero traspasar la frontera de nuestra individualidad para después propagarse hacia el resto. Si sólo proyectamos cariño hacia los demás pero no somos capaces de generarlo hacia nosotros, es un cariño de escaparate, es un jardín fuera de un hogar al que no llega el aroma, es no ser capaces de dar primero un cariño a lo más cercano de uno mismo.

 Por ello, el cariño, nace no sólo de cierta sensibilidad o quizás un grado de ñoñería, nace de un conocimiento de sí, de una experimentación en donde la cualidad de amar se fracciona para convertir en tangible la calidez que emanamos y que queremos que recaiga en los demás. Nace de un sentimiento rebosante que no se desgasta cuanto más lo demos, pues en nuestra interioridad equilibrada su energía nos inunda y salpica casi sin proponérnoslo en cualquier situación, acercamiento, relación o momento.

    Sin cariño cualquier gesto incluso de la vida cotidiana se realiza desde la desgana, la desidia y la dejadez. Con cariño todo se torna más unidireccional, todo se concentra en una mayor atención que se retroalimenta en la propia satisfacción que se genera de manera natural al propiciarse de manera genuina.

    Hay personas que dicen amar a todo el planeta y sus seres y al universo, pero no muestran el más mínimo cariño al que está a su lado. El cariño es amor menos enaltecido pero en cambio más presto y solícito. El cariño es amor en busca de menos reconocimiento pero en cambio adereza un instante fugaz. Es la vía humilde en la que se propaga la capacidad de querer y amar sin la búsqueda de lo que por ello se nos pueda recompensar.

    Hagamos del cariño un aroma que incite a ser exhalado, una fuerza arrolladora pero canalizada en cada ejecución que realicemos empleando la consciencia. Sin cariño el mundo tiende a quedarse en blanco y negro, a enfriarse, a oscurecerse una parte del mismo. Si en nuestro mundo de cada uno el cariño tiende a expandirse, estaremos creando una parte del mismo que rocía con su calor la pequeña parte proporcional de la que somos dueños en este planeta.

    Antes de que se produzca el gesto, el cariño debe emerger en uno mismo, y para ello, nada mejor que aportar luz en nuestras consciencias para disipar la oscuridad que tanto se puede mantener dentro de nosotros y que no permite reconocer la cálida cualidad del cariño que nos pertenece, y del que somos responsables de mantener y alimentar constantemente.


El cariño debe ser un florecimiento al que regar constantemente, una lluvia que lanza la nube ya cargada que no puede evitar mantener un minuto más, unos rayos de sol que se propagan sin la espera de ser devueltos y en donde en el ser humano genera un espíritu más cordial que, a través de su sola presencia, invita a todo lo que esté a su alrededor a disfrutar de esa fuente inagotable que genera el cariño.

En busca del Ser
http://raulsantoscaballero.blogspot.com.ar/